PRIMERA PARTE |
El texto seleccionado para la elaboración del
presente trabajo monográfico es un artículo
publicado por el diario La Nación que se titula "La
filosofía se instala en los cafés porteños",
escrito por Loreley Gaffoglio, y el cual se reproduce a
continuación:
Cultura
Sábado 24.10.2009
La
filosofía se instala en el café
porteño
En los bares emerge una nueva costumbre: reunirse para debatir
temas de la vida cotidiana desde la tradición
filosófica
El pensamiento filosófico, con sus 2500
años de tradición, vive por estos días
adhesiones fervorosas. El ágora de la tradición
socrática se ha mudado a las calles y bares de Buenos
Aires. Abundan los cursos, talleres, los foros de
discusión en la web, pero por sobre todo los cafés
filosóficos.
Allí, la filosofía se sacude la solemnidad
y el academicismo. Se trenza con la charla y la ceremonia del
café, y dispara su fuerza escrutadora al corazón de
los temas de la vida cotidiana. Son los neófitos en las
lides de la faena filosófica (profesionales, en su
mayoría) los huéspedes fugaces de esta disciplina,
cuyo uso actualizado ahora intenta escudriñar la propia
vida y hurgar en las cuestiones mundanas de la
existencia.
Los miedos, el sufrimiento, la relación amorosa,
la ética, el dinero, son algunos de los temas que se
abordan en el ámbito del café filosófico. No
hay escisión entre lo sagrado y lo profano: pareciera que
lo que desvela al ser humano es materia de reflexión, sin
jerarquizaciones de ese tipo.
El imán es la enjundia del pensamiento, las
grandes ideas al alcance del hombre común. Según
unos, trivializadas por la simplificación. Según
otros, desprovistas de lo inextricable de su discurso y devueltas
al lugar de donde nunca deberían haberse ido: el espacio
público y la gente.
Lo cierto es que el auge de los cafés philos,
como se los conoce en Europa y Estados Unidos, tiene su origen en
el boom del mercado de libros que abrevan en la filosofía.
El mundo de Sofía, de Jostein Gaarder; El consuelo de la
filosofía, de Alain de Botton, y Más Platón
y menos Prozac, de Lou Marinoff, han potenciado la
invocación de sabios y pensadores para revisar la propia
existencia.
Hay otro condimento que se suma o explica el fervor
metafísico. El diálogo socrático, la
conversación como comunión de las personas, es una
aliada fiel contra esa desazón que acecha con la fuerza de
una plaga: los años 90 terminaron, pero la gente se sigue
sintiendo sola. El café filosófico entonces sirve
para el intercambio de miradas, para la proximidad y contacto con
el otro, que se anima a desnudar lo más hondo de su
pensamiento.
La filosofía práctica
Fundadora de la Asociación Argentina de
Filosofía Práctica y becaria del Conicet, la
licenciada en Filosofía Roxana Kreimer coordina todos los
fines de semana cafés filosóficos en su
departamento de Belgrano. Entre tortas de higos y litros de
café, 400 personas por mes participan de las
disquisiciones filosóficas. Escuchan primero la
exposición de Kreimer sobre un tema previamente elegido
para luego sumarse al debate.
Es viernes por la noche, y Kreimer aborda un tema
más que convocante: la infidelidad. Habla del respeto a
los pactos preexistentes en la pareja y explica el concepto de
pasión que abrazaba Sócrates ("el deseo surge de
aquello de lo que carecemos y si deseamos lo que tenemos es
exclusivamente por miedo a perderlo"). Unas 40 personas (mujeres
profesionales de más de 40 años en un 70%),
escuchan con atención cómo se desgrana una
temática que, al parecer, no resulta ajena ni lejana. Un
eco de risas festeja tanto un chiste de Maitena como la frase de
Bernard Shaw, para quien enamorarse de un tercero es "exagerar
demasiado la diferencia entre una mujer y otra".
A las concepciones irracionalistas del amor, como es ese
flechazo electrificante con el cual uno cae enamorado o el mito
contemporáneo de la media naranja, Kreimer las confronta
con los postulados de Ovidio y de Erich Fromm en El arte de
amar.
"Epicuro afirmó que los argumentos de la
filosofía son vacuos si no mitigan ningún
sufrimiento -dirá después Kreimer, en
diálogo con LA NACION-. La filosofía tiene mucho
que aportar al bienestar de las personas."
Esteban Ierardo, docente de filosofía de la UBA y
del Rojas, busca recuperar simbolismos filosóficos
mientras trajina con gente las calles de los barrios
porteños. En sus caminatas urbanas explora "las distintas
formas de percepción que esconden las urbes. Se trata de
rescatar la simbología que tiene su fuente en el mito, por
ejemplo", dice, para referirse a los "significados no evidentes
que confluyen en barrios como San Telmo".
Ierardo se opone a reducir a la filosofía al mero
ámbito de la vida cotidiana o de
relación. Pero concede que el acercamiento de la
gente es auspicioso, ya que permite abrir nuevas vías de
pensamiento.
Para el licenciado en Filosofía Ricardo Parodi,
que coordina un café filosófico sobre cine en Bar
Abierto, en Palermo Viejo, los grandes realizadores son
filósofos, entendidos como productores de pensamiento.
Allí, todos los martes, a las 19.30, proyecta un
clásico y reflexiona en función de las
imágenes que construyen los grandes directores.
"Utilizo el cine como un disparador para reencontrarnos
con las preguntas básicas de la filosofía", dice
Parodi. Y explica que su público no tiene entrenamiento
filosófico, aunque "es sumamente incisivo en cuanto a la
cultura que transmiten los medios". En sus encuentros sobrevuela
la sensación de que se va allí a encontrar aquello
que falta en los espacios culturales tradicionales,
señala.
El filósofo Alejandro Rozitchner supo captar ese
interés de la gente por la filosofía, y todos los
martes, a las 19.30, se embarca en discusiones filosóficas
en el segundo piso del bar El Taller, también en Palermo
Viejo. El mismo público puede los viernes optar por el
café filosófico tradicional, que funciona en el
mismo lugar, coordinado por Florencio Noceti.
"Pretender que la filosofía viva solamente en
ámbitos académicos sería como creer que
sólo pueden comprender la vida los estudiantes de ciencias
biológicas", sentencia Rozitchner.
En Clásica y Moderna, la filosofía se
digiere en forma de desayuno continental los sábados, de
10 a 12. Allí Guido Mizrahi hilvana conceptos sobre el
amor, el odio, la soledad o el alma.
La excusa es sibarita. Pero la atracción sigue
siendo la materia gris que contribuye a entender el mundo y a
practicar la sabiduría máxima, aquella con la que
antes de beber la cicuta, acusado de corromper a la juventud y de
atacar a los dioses, Sócrates animó a los hombres a
adentrarse en el conocimiento de sí mismos.
Por Loreley Gaffoglio De la
Redacción de LA NACION
Resumen del
material
El texto consta de dos partes. La primera que se refiere al
fenómeno que se observa en general y una segunda parte en
la cual informa en particular de los profesionales dirigen la
actividad y la metodología aplicada en cada caso. A los
efectos, del presente trabajo se considerará la primer
parte del texto.
La primer parte del artículo describe una nueva
tendencia que se observa en los barrios porteños, de
reunirse en lugares públicos o privados para reflexionar
sobre temas de la vida cotidiana desde la tradición
filosófica. Se habla de amor, ética, miedos y
sufrimiento, desde la perspectiva de diferentes pensadores
Desde la antigua Grecia hasta nuestros días, el
hombre se intereso por las cuestiones referidas a su existencia.
La novedad en este caso, reside en que hombres y mujeres se
reúnen en espacios públicos (cafés
filosóficos) o privados (casas particulares) con la
finalidad de crear un espacio de reflexión, que les
permita encontrar respuestas a sus interrogantes. Se trata de
personas que si bien son neófitos en las lides de la faena
filosófica, demuestran tener una clara vocación por
involucrase en el proceso de pensar.
Se plantea respecto a de las causas que dan origen a
este fenómeno, señalando como las principales
responsables, a la atracción que produce en el hombre del
proceso de pensar, las ideas de los pensadores y los dialogo
socrático.
Propuesta
El artículo seleccionado me resultó por
demás atrayente, ya que reúne un gran número
de conceptos los cuales fueron en los distintos momentos de la
materia, objeto de aprendizaje. El trabajo monográfico
tendrá como tema central la idea del pensar, y su
asociación con las ideas de los distintos
pensadores
SEGUNDA PARTE
"Hay otro condimento que se suma o explica |
Aquí el texto hace referencia al "dialogo
socrático", como un elemento que sirve para sumar adeptos
a esta actividad del pensar. Encontramos aquí
también una asociación de ideas con lo expresado en
parte del ensayo "El pensar y las reflexiones
morales".
Teniendo en cuenta que Sócrates no dejó
ninguna obra escrita, conocemos de la actividad desarrollada por
Sócrates a través de los diálogos
platónicos, escritos por Platón, quién era
su discípulo. Platón pone en la boca de
Sócrates como personaje, sus propias ideas mezcladas con
las de su maestro.
A partir del análisis de Los diálogos de
Platón, es que se puede llegar a una descripción
del proceso y de algún modo, examinar la experiencia de
Sócrates. Este pensador entendía que las personas
poseen un conocimiento vulgar de conceptos los cuales utilizan
sin ser comprendido el verdadero significado de los
mismos.
Estos diálogos tenían la
característica de ser aporéticos,
entendiéndose en este sentido que, que los problemas que
se planteaban no tenían una solución definitiva. La
argumentación no conduce a ninguna parte, y se
caracterizan también, por ser circulares no tienen inicio
ni tienen fin. Sócrates hace preguntas, de las cuales no
tiene las respuestas y de este modo las pone en movimiento. Es el
mismo Sócrates el que una vez que los enunciados
realizaron un círculo completo, propone comenzar
nuevamente con la actividad del pensar en busca del
saber.
Los diálogos, al decir de
Platón persiguen la búsqueda del significado de un
concepto, teniendo en cuenta que los mismos son utilizados sin
tener un real conocimiento y que al ser preguntados por su
significado no podemos dar una respuesta.
Al efecto, utiliza un ejemplo como ser la
palabra "casa" que es semejante a un pensamiento congelado, que
la actividad de pensar descongela, siempre y cuando exista una
voluntad de averiguar acerca de su sentido original. Asimismo,
cuando decimos que la palabra "casa", implica la idea de que ella
es habitada, que aloja a alguien.Para explicar en qué
consistía la actividad de Sócrates, nos debemos
remitir a los apodos con los que se identificaba o bien de los
que le eran asignados:
En un primer momento, sorprendía a
la persona que se encontraba trabajando en su oficio, y lo
interrogaba acerca de cuestiones que estaban relacionadas con lo
cotidiano como la justicia, el bien, etc. y de este modo lograba
sacarlo tarea, para reflexionar acerca de su significado. El
mismo se consideraba un "tábano", que es una especie de
mosquito que pica y molesta. Entendía que los ciudadanos
al no pensar acerca de sus asuntos, se encontraban dormidos y
"continuarían durmiendo el resto de sus vidas…",
aparte de encontrarse esclavos del convencionalismo.
En un segundo momento, una vez iniciado el
dialogo, ayudaba a sus interlocutores a que puedan reflexionar
acerca de ese saber vulgar que tenían sobre un determinado
concepto, el apodo que se dio a si mismo fue el de "comadrona",
ya que estas mujeres eran las que ayudaban a dar a luz a las
criaturas.
Y por último, lo llamaban "torpedo",
dado que una vez iniciada la conversación en la cual la
cual la persona tuvo la posibilidad de cuestionarse ese concepto,
el cual utilizaba desde un saber vulgar, la persona ha quedado
indefensa al haberse dado cuenta que todos aquellos conceptos,
ideas, prejuicios ya no le son de utilidad. El torpedo es un pez
que tiene la característica de paralizar a la persona con
la cual toma contacto. Ahora bien, de acuerdo a los seguidores de
Sócrates, la actividad que él realizaba
producía la parálisis de la actividad de la persona
la cual debía abandonar la tarea que estaba haciendo y por
otro lado, tiene también un efecto paralizador,
El mismo Sócrates, consciente de que
el pensamiento tiene que ver con invisible, y que el mismo es
invisible, y que carece de las manifestaciones externas propias
de otras actividades, utiliza la metáfora del viento para
referirse a él: "Los vientos en sí mismos no se
ven, aunque manifiestos están para nosotros los efectos
que producen y los sentimos cuando nos llegan".
" … la conversación como
comunión de las personas…"
En esta parte del texto se hace referencia a la palabra
" conversación" como comunión de las personas. Esta
palabra supone la existencia de dos o más personas
comunicándose a través del lenguaje. Es pertinente
traer aquí el pensamiento de Hans George Gadamer, que
surge de la lectura de su trabajo "El hombre y el lenguaje"
cuando se refiere al segundo rasgo esencial del lenguaje que
él denomina la "ausencia del yo".
Al decir de Gadamer el hablar implica otro, es hablar a
alguien. Este hablar debe ser pertinente, es decir que dice algo
a alguien. El habla no pertenece a la esfera del yo sino a la del
nosotros. La realidad del habla es el diálogo -o
espíritu del lenguaje- en el que se unifica el yo y el
tú.
El sostiene que existe una forma del diálogo que
es efectiva, es la del juego. Es la forma dinámica del
juego como actividad que engloba a los sujetos que juegan, ese
salirse del sí mismo para entrar en el movimiento de la
dinámica del juego que implica ligereza, libertad,
felicidad del logro.
Entrar al diálogo como a un juego es dejarse
llevar por el habla y la réplica. "… es una
aliada fiel contra esa desazón que acecha con la fuerza de
una plaga: los años 90 terminaron, pero la gente se sigue
sintiendo sola…"
En esta parte del texto alude a los esfuerzos que la
gente hace para no sentirse sola. Y a esta interpretación
le corresponde una pregunta ¿Existe un plácido
habitar del hombre en la tierra? Esta pregunta, de algún
modo guarda relación con la que se hace Martín
Heidegger en su trabajo "Serenidad".
El pensador en una parte del texto, se pregunta
¿Existe un plácido habitar del hombre entre la
tierra y el cielo?, a partir de la pregunta caracteriza el
concepto de arraigo o enraizamiento.
En una parte del texto describe con enorme
crudeza el desarraigo del cual son víctimas los hombres al
decir:"… Muchos alemanes perdieron su patria, tuvieron
que abandonar sus ideas y ciudades, son exiliados de su suelo
patrio. Un sinnúmero de otros que conservaron su patria,
peregrinan lo mismo que aquellos, van a parar al ajetreo de las
grandes urbes, tienen que establecerse en el desierto de las
zonas industriales. Están alineados respecto de la vieja
patria ¿Y los que permanecen en ella? En muchos aspectos
son todavía más apátridas que los expulsados
de su tierra. Hora tras hora y día tras día los
rechazan la radio y la televisión. Semanalmente el cine
nos arrebata de su medio y nos sumerge en ámbitos de
representaciones, no habituales pero a menudo solo vulgares,
fingidores de un mundo que no es mundo ninguno. Por todos lados
tienen a mano las "revistas ilustradas". Todo esto, con que los
modernos instrumentos técnicos de información
seducen, asaltan, agitan al hombre hora a
hora,…"
Parece pertinente acá utilizar el
significado de arraigo, pero circunscripto a la convivencia en la
tierra. El hombre se siente solo, la incomunicación "que
acecha con la fuerza de la plaga".
Heidegger propone a los hombres tener una
actitud de " serenidad ante las cosas" y una de "apertura al
misterio" que les permita encontrar el camino que los conduzca a
un habitar placentero en el nuevo suelo.
"… que se anima a desnudar lo
más hondo de su pensamiento…"
En esta frase lo central es el pensamiento.
El concepto de pensar como actividad humana remite al trabajo
realizado por Hannah Arendt y por Martin Heidegger.
En parte de su ensayo titulado "El pensar y
las reflexiones morales" Arendt, reflexiona acerca de la
distinción de dos actividades humanas que provienen de
nuestro intelecto, como ser la actividad de conocer y la
actividad de pensar.Al referirse a la actividad del
conocer refiere a sus características mencionando que por
un lado, es un proceso lineal que llega a un resultado, que es el
concepto a diferencia del pensar que es un proceso circular en
donde a partir de un dialogo (proceso de la razón que
busca abrir una problemática que preocupa a los hombres);
Por otro lado, la de contener una ida congelada (que es el
concepto) y que el proceso de pensar busca descongelar; Y por
último que hecho de que los conceptos contienen
signficados y tienen un sentido.
Con respecto a la actividad del pensar, advierte que la
misma tiene sus riesgos. Tanto el pensar como el no pensar. Al
efecto señala como riesgo del pensar al nihilismo, que
para describirla toma como ejemplo a Sócrates, porque
considera que este pensador que no dejó ninguna obra
escrita como resultado su actividad y por lo tanto resulta el
mejor exponente al considerarlo un modelo de pensador. Expresando
que "…Brevemente, propongo tomar como modelo a un
hombre que pensó sin convertirse en filósofo, un
ciudadano entre ciudadanos, que no hizo nada ni pretendió
nada, salvo lo que, en su opinión, cualquier ciudadano
tiene derecho a ser y a hacer".
Pero esta actividad del pensar tiene sus riesgos. Por
una parte el nihilismo, entendido acá como la
negación de los valores vigentes en una sociedad. Y por
otro lado, el convencionalismo, entendido este concepto como la
aceptación sin ningún tipo de cuestionamiento de
los valores establecidos. Concluye que, tanto el nihilismo como
el convencionalismo resultan ser los extremos de una misma
cosa.
Es pertinente hacer una transcripción de este
pasaje del texto. "…Los atenienses le dijeron que
pensar era subversivo, que el viento del pensamiento era un
huracán que barre todos los signos establecidos por lo que
los hombres se orientan en el mundo; trae desorden a las ciudades
y confunde a los ciudadanos, especialmente a los jóvenes.
Y aunque Sócrates niega que el pensamiento corrompa, no
pretende que mejore a nadie, y, a pesar de que declara que
"todavía no nos ha surgido mayor bien en la ciudad que mi
servicio".
En igual sentido Martin Heidegger, distingue entre el
pensar calculador, planificador (lo que para Hannah Arendt es la
actividad humana del conocer) y el pensar meditativo (lo que para
Hannah Arendt es el pensar).
TERCERA PARTE
El presente trabajo monográfico lo
denominé "El desafío de pensar", porque en la
época en la cual vivimos, desde nuestra más tierna
infancia nos inculcan la importancia de tener un título
profesional, de adquirir bienes materiales o de ser alguien
importante. La actividad humana de pensar se encuentra totalmente
postergada hasta que obedientes a los mandatos familiares,
conseguimos todas aquellas cosas (las cuales nos señalaron
como importantes en nuestra infancia) y se abre el espacio, en el
cual nos damos cuenta que no alcanza todo aquello que
conseguimos.
En ese momento es donde necesitamos encontrar respuestas
para nuestros miedos, para la justicia, para la infidelidad y
todas otras cuestiones que nos preocupan en nuestra vida
cotidiana. Buscamos entonces espacios para poder pensar y
así obtener el placer que da haber encontrado la respuesta
a lo buscado.
El artículo sin bien carece de profundidad de
conceptos, cumple tal vez con la misión de ser un
disparador para aquél lector desprevenido que se sienta
identificado con parte del contenido del artículo. Y a
partir de ello, se sumen como adeptos a al grupo de seres humanos
dotados de logos que piensan y hablan sin tener temor a los
riesgos que trae el comprometerse con su existencia.
Autor:
Marcela Sara Luisa Black
CARRERA: COMUNICACIÓN INSTITUCIONAL
MATERIA: FILOSOFIA
San Carlos de Bariloche, 30 de octubre de
2009