arriba,
un juego, dirían si los vieran.
Pero cada noche sienten la emoción de la pérdida,
el ritmo que se incrementa y exalta en la angustia y en la
belleza del recuerdo.
Miran la mañana como a esa espuma que se levanta en las
fronteras, y arriban inquietos a las desventajas.
Nerviosos se recorren con palabras, tímidamente colocadas,
sin resultados aparentes, satisfechos al cabo sin premeditación.
Parece fácil, un invento, una manera de decir adiós al mundo,
al aire que impúdico los acaricia.
La hora de los amanuenses no ha llegado en ninguno de los
tiempos que se sobreponen y terminan.
Nadie les va escuchando decir: La puerta del camino se
abre con la llave de la indocilidad, porque la costumbre
encierra peligrosas trampas.
Ni siquiera los oyen cuando exaltados cruzan los campos
amarillos y extienden sus brazos pidiendo precaución para
el regreso, cuidado para las esquivas intenciones de
progresar sin tener en cuenta las pérdidas.
Los amanuenses creen que es normal que nadie los atienda,
a ellos, que han visto el espectro de la Quimera reavivando
el fuego sobre la tierra,
y en su luz aún perciben los colores dorados de las hojas.
LOS PABELLONES Llueve sobre los pabellones. El cielo oscurece las claraboyas y, no obstante, si extiendo mi mano ella alcanza a tocar las cúpulas y los granos. Estamos hechos a semejanza de lo efímero. Permanecemos tumbados en los largos mediodías sin saber por qué. Sin embargo, volvemos a encontrarnos en las sábanas, frías desde el amanecer. Nos descubrimos rehaciendo las paredes, llevamos años rehaciéndolas con nuestras manos inútiles. La inutilidad es una rara posesión que oprime, oprime, cerca. Veo a través de las ventanas el brillo de las pieles de las lagartijas acomodadas bajo la lluvia, entre las hojas de las malangas, pequeñas en la dimensión del mundo. Abarco las distancias con las manos, sumergiéndolas en las fuentes para tocar sus aguas. Examino las fronteras, los abismos que simulan restablecer el vacío para que yo me equivoque y muera, pero ya estoy muerta, he comenzado la faena muerta, sola mi sombra va entre las palabras matando los sueños. No los deseo. Me basta el sueño intranquilo del Príncipe. (Escribo me basta y quedo quieta, mientras mis manos van detrás de los cuerpos amados. Engaño a los cuerpos amados. Sueños como el delirio del Príncipe). Las tardes en los pabellones son castigadas pese a la lluvia cayendo en los torrentes de la memoria mal tratada, es decir, mal construida, es decir, en la mala memoria, en la que no guarda lo necesario, en la que no almacena las costumbres: comer dentro de un hondo plato, fatigarnos mirando los perfiles que asoman como desconocidos en el espejo, cruzar las zonas blancas de las calles, evadidos del polvo, fugitivos, huyendo de una sombra que nos persigue, que nos oprime, nos cerca. Humilde despertar del que se sabe muerto. Abro los ojos desde la realidad de la muerte para mirar inobediente el mundo, el fragmento que he logrado mirar y en el que sin embargo veo los cuerpos amados, el triunfo. Si logro convocarlos aunque sea dudosamente, descansaré aún más, bajo la manta azul, segura, mientras el agua en ondas persiste sobre los pabellones. Qué jubiloso origen el descanso. Qué jubiloso punto, oculto a las curiosidades, sin apariencia posible. Dame el derecho a estar en la memoria sólo el tiempo necesario para volver a los cuerpos amados como se vuelve al viaje de la despedida, al tren de las infancias, a la gloria repartida en las pequeñas marginaciones. Un instante en la muerte para entreabrir la vida, un solo color y el milagro sucederá como un arribo, como un tocar al fin las puntas de la madeja que se busca y se busca y se vuelve a buscar, hilando en las huidas. Qué regocijo al fin la sombra, como el del íbice que aparenta tranquilidad mientras huye, cuando clama desde su fondo por una dulce quietud y su corazón se agita, cada vez más, siguiendo el camino por la línea de las marcas. Es el pasado, la bóveda entre los tiempos. Cuánto clamoroso regocijo da el saber que pudiendo ser tantas se es para siempre una. Llueve sobre los pabellones. Tengo la impresión de que el agua puede desbaratar la casa que hemos construido, pero ya sé que no basta una impresión, sería necesaria una imagen: puertas y puertas, rejas, papeles, cromos, revestimientos, figuras flotando sobre el mar desbordado en los mosaicos. No basta una impresión y mis ojos están ciegos. Qué dicha la de volver a la libertad de la sombra, remitida al fruto que se apetece. Lo sabía antes de morir, lo supe antes de cruzar. Puedo todavía retener ciertas bondades de la memoria mal tratada. Algo que no todos decimos. El tiempo cruza como el zorro de emilio rondando las edades, pero es apenas un animal que intimida, y, además, el agua cae con fuerza impidiendo cualquier demostración del miedo que se siente ante el impulso de crecer. Ante la vida. Me protejo del agua por primera vez. Me apetece escucharla. Corporeización del mito de una realidad que apenas está en las páginas de un libro, metáfora de la verdad, de la verdad leve que aparece al morir para expresar la vaguedad con la que se ha vivido. Los pabellones persisten –como el Príncipe– en crear un sueño, sobre ellos la lluvia furiosamente lo arrasa, arrasa todas las batallas, y, por momentos, en el sonido metálico del agua me parece escuchar el leve roce de los cuerpos amados, la leve obstinación del amor, sus vicios. Qué fortuna da el imaginar, con cuánto ardor se unen entonces los deseos para formar un impulso: el de entreabrir la muerte para tomar la vida. (Hay que estar muerto para ser condescendiente, hay que tener, como yo, al alcance de las manos, las distancias que no voy a cruzar, las cúpulas y los granos que sólo tocaré si fallara mi memoria mal tratada, es decir, mi mala memoria). Llueve sobre los pabellones mientras el tiempo me excluye, prescinde de mí en las calles estrechas que circundan los espacios. Sería aterrador estar vivo persiguiendo a la Quimera, cumpliendo con el destino. Pero con qué gozo transito conociendo la ruta de los torsos amados y de las manos, libres ahora del presente, emancipados, irreductibles a pesar del agua que en furiosas ondas cae sobre los pabellones.
ALEJANDRO FONSECA CARRALERO
(Holguín, 1954). Poeta.
Obra poética: Bajo un cielo tan amplio (1986), Testigo de los días. (1988), Juegos preferidos (1992), Advertencia a Francisco de Quevedo (1998), Anotaciones para un archivo (1999), Ínsula del cosmos (2006).
BUEY
A la memoria de César Vallejo y Rubén Darío
Todos hemos tenido nuestro buey;
animal tendido a lo ancho de la tierra,
de ancestral, de calmosa baba,
el que vimos con lento paso
cruzar por los frescos yerbazales.
Lunas se esconden en sus ojos de bestia
y es fácil junto a él escuchar
cómo resbalan las aguas
entre piedras y malvados insectos
y el sueño siempre trastornado
por el ir y venir de vagones
fríos al tacto de la mano.
Ahora la casa permanece distante,
apenas su luz es u asombro para la noche.
Ahí estará la familia bajo apacible techumbre
y casi al unísono dirán: fue muy cruel el verano.
En el otro extremo, no sé si serán
fantasmas o lomas lo que veo,
historias disímiles, botijuelas encontradas
como regalo de algún muerto,
voces, fuego bajo la ceiba, la oscuridad,
única espada cortando la memoria.
El abuelo de seguro murió por estos campos,
inconclusa fue su vida, risueño su rostro,
a pesar de no sé qué espanto contraído.
Pero él también tuvo su buey
(monstruo riguroso)
de tan increíble mansedumbre.
RAMÓN FERNÁNDEZ LARREA
(Bayamo, 1958). Poeta, humorista y escritor para radio, televisión y cine. Obra poética: El pasado del cielo (1987), Poemas para ponerse en la cabeza (1989), El libro de las instrucciones (1991); Manual de pasión (1993); El libro de los salmos feroces (1995); Terneros que nunca mueren de rodillas (1998), Cantar del tigre ciego (2001), Nunca canté en Broadway (2005). CONTEMPLACIONES
Sal mi querido amanecer no olvides nada
de mi vida
no olvides nada piedra hecha jirones no olvides
nada pájaro sombrío
ni el sueño estremecido sobre la vieja mesa
la mariposa rota junto al vaso cantando
endulzándose el pecho con mis nombradas maravillas
Es necesario un sol sin escaleras
y el corazón tendrá nuevo plumaje
es necesario que muera el sueño
para emprender otra aventura
El día de ayer será siempre más cruel
el sol deshecho sobre un hombre solo
sal mi querido amanecer esta vieja molesta
es la memoria
este cerdito rozagante que revuelve
y revuelve
con sus hocico precioso que no conoce el miedo
puaf puaf aquí lo tienes
Sobre mi pecho como en el mundo de Alicia
obligándome a echar sobre la mesa
todas las cosas aprendidas
Sal mi querido amanecer
el deseo es otra mentira fabulosa
no hubo regreso a Ítaca nunca hubo nadie
al que esperaron
todo era el sueño de un borracho ciego
Sal mi querido amanecer que esta brasa
me asalta
el mundo cabecea sobre mi mundo
los hombres ponen sus ventanas dentro de
sus narices
el perro ha comenzado su tercera balada
y en el patio se tienden esperando
todos los temores que arrojé de mi vida
Sal mi querido amanecer están tocando el borde
de mi aliento
las hojas rugen lentas y hay un tren sollozando
yo contemplo contemplo sus espaldas
brumosas
mi madre saca a respirar sus cuervos
VARIACIONES SOBRE LA BOCA DEL LOBO Mañana seguirá siendo noviembre en las paredes y en los ojos encontraré la misma mala suerte yo no quiero estos golpes pequeñas voces que me ensucian pequeñas voces sudorosas alzando este clamor ponme una mano entre la sangre seguramente pensaré y no he de andar el bosque como un rufián silbando y no seré valiente es decir no diré todo lo que me hinca todo lo que me alza mañana seguirá siendo noviembre cuando digo te amo me estoy metiendo en la boca del lobo si dudo bajo un árbol me estoy metiendo en la boca del lobo los profesores de espejuelos aseguran muy tristes que me estoy metiendo en la boca del lobo los bebedores de consignas me ven entre colmillos todos dicen que estoy en la boca del lobo La boca del lobo es del tamaño de la verdad y soy un ser humano y sudo y canto y sueño y soy un ser humano y anda mi voz entre esas voces Mañana seguirá siendo noviembre continuaré en la boca del lobo mi confianza se opone yo respiro anchamente la primavera no es la boca del lobo el partido no es la boca de ese lobo Los animales se ocultaron y un miedo verde crece entre pequeños hombres que temen a la hoguera hablo escribo camino y mi tiempo me abraza hiriente y amoroso este tiempo me abrasa Mañana seguirá siendo noviembre pero después vendrán las lluvias y el retoño llagas flores espantos que paren la cosecha mi corazón no inventa lobos en este bosque mi casa está rodeada por un verano que no cesa y siempre habrá quien se estremezca por la boca de un lobo Aquel que sueña se mezcla con el aire* viento de la verdad toma mis puños y crepita los hombrecitos hambrientos continuarán temiendo ponerse el traje demasiado caliente detrás de cada puerta verán la boca del lobo en el frío nocturno verán los pelos de la bestia ante el vecino temblarán por una palabra sospechosa en las noticias no oficiales intuirán un acecho en la risa más plena estará la boca del lobo serán felices sólo si la prensa lo anuncia Mañana seguirá siendo noviembre en mi país crecen los árboles más firmes cada vez los montes suben claros y la luz lleva sangre Nunca creeré en los animales nocturnos esa vieja invención de duendes condenados al diente inexorable de su propio animal. * G. Schehadé.
NUNCA CANTÉ EN BROADWAY no llegues tarde a las tormentas pierdes lo peor la posibilidad de subir por cada poro de la lluvia te pierdes los rugidos inmensos respirar a plenitud como todo pirata indeciso no llegues tarde al aire todo cambia como la materia y no nadie está autorizado a darse ese lujo nunca llegues tarde a la palabra los mentirosos ocupan las filas de adelante y jonás y el leviatán completan el podio y es un gesto pedante levantarse a mear nunca llegues tarde a la desnudez es casi la única buena voluntad mal mirada por las vírgenes viciosas y los falsos de siempre que se deshidratan pero la desnudez y tú pueden mirarse sin tanto problema sin esconderse los problemas nunca llegues tarde a la tarde hay muchachas que se acarician por horror al aroma de los mataderos y puedes ser de pronto el caballero de cocody aunque parezcas un desfachatado a la policía nunca llegues tarde a la verdad sobran los jueces de ocasión la verdad es la huerfanita de la casa todos la acarician pero olvidan su cumpleaños nunca llegues tarde a las revoluciones habrán repartido los cariños y tendrás que marcar en la penosa larga fila con el traje arrugado y una corbata nunca llegues tarde a la muerte hijo mío o al silencio o a la palabra dios o a la quebrada del yuro o a gethsemaní o a la cámara de gases y sé tu propio asesino si puedes nunca canté en broadway conozco cada trino de memoria silbo en la noche las perdidas baladas los sencillos aullidos del hombre normal.
AMETRALLADORAS ayer me enseñaron a matar tuve cielo y un hierro ardiente en los dedos me dijeron este hierro es el corazón tuve corazón mataba gente igual un cielo el cielo de kibala aprendí a matar en nombre de nadie en el mío propio aprendí a matar con un hierro que era el corazón pero no era mi propio corazón me dijeron mata por tu país y antes mi país se confundía con un corazón antes daba palmadas y sonreía antes parece que tuve corazón y no el nombre de nadie el nombre indigno de un país donde te ponen un hierro en la mano no un corazón un temblor y en nombre de nadie te enseñan a matar para que sigas escupiendo o cobrando papeles para que el hijo sea feliz o más o menos y nunca se pregunte si el cielo de kibala abrigaba o cómo olían los árboles de la nostalgia si un día el pobre viejo tuvo un corazón o era un hierro frío y ajeno para matar para vivir matando para espantar el sueño y poder echarse un país en el bolsillo con los ajenos en el nombre de nadie aprendiendo a matar con su bigote lejano aprendiendo lo que es un corazón.
SOMOS UNOS PÁJAROS MAGNÍFICOS
El niño está inventando pájaros sin cabeza
De un manotazo espanto sus telarañas
de colores
pues qué es un pájaro sin el rubí del ojo?
El niño llora hundido entre las lianas
sólo quise enseñarle la verdad de las cosas
es mediodía y ahora va con su espada a colgar
garfios
su castillo se eleva tras las paredes carcomidas
quítale rápido las cuerdas invisibles
podrá caer un sueño no se puede escalar
escucha cómo canta desaforadamente
no puede hacer siquiera dos libras
de silencio?
En la tarde navega en el pasillo
ha puesto peces que relumbran
la mesa de la lámpara vuelve a ser
su canoa
pon orden antes de que invente cataratas
va a destrozarse contra las piedras de la orilla
que se comporte como un muchachito decente
que no se escape en el caballo blanco
ya nos salva la noche
está vencido ahora en su pequeña jaula
tú coses en silencio con merecida paz
y el humo de mi pipa llena tus ojos de venados
PERO MIRA COSA BUENA DE MI VIDA BAILA MI SON Había mucho jueves en esa forma de esperarla las frutas ardían solas doce del día el augurio de un ángel claveteado entre las ropas del closet Había mucho hueso en su manera de sentarse ese día a escuchar el canto de los carros de mirar impasible el salidero de la ducha entre cepillos y garbanzos que sonreían inocentes Había mucho niño entre el bigote y el peinado mucho juguete roto en aguardar aquellos pasos sentadito mordiéndose la lengua que había limpiado desde temprano para ella De todos modos era una historia común en un jueves común entre una pareja nada sorprendente después ella llegaba con la ciudad en los ojos él empezaba a acomodar las casas los otros rostros incesantes el aire de los árboles y se ponían alegres como un diploma arrugado como una pelota destrozada en el patio. RESUMEN DEL GUERRERO yo soy el guerrero espantado que han obligado ser mis piernas me responden me cuido de la cuchillada fatal yo he sido el que espera para poner el pecho delante de los que a veces pagan por gritar su nombre al morir yo soy el que quizá se desangra en el circo todo es un circo hay ángeles y tiranos cae arena encima de mis zapatos todo es el enemigo no creo en nada más porque debo cuidarme los tendones los perros gimen delante del césar los bueyes doblan la testuz ante el vikingo las mujeres se extienden oliendo un general
yo soy el guerrero que va a morir ahorita mismo en mi nombre abriéndose el vientre para que llueva para que escampe yo soy el sacrificado y el sacrificio y la lengua de una estación cualquiera yo soy la muerte y sus arroyos o el poderoso que siempre sabe por qué se desvela.
POEMA LLENO DE HEROÍSMO los soldados toman sopa los martes los jueves a veces hay sardinas en las bandejas de aluminio siempre antes del éxtasis riguroso de un sábado en que salen de vidrio a arañar mulaticas en un hueco en la hierba de la noche los soldados se enfundan en una cruda camisa te cuidan a ti y a mí y las esquinas y los poros pasan gritando desde un camión su rabia joven los soldados tienen a veces pocos años los viejos dignos les miran con expresión complacida como pensando qué vida tan magnífica y en los discursos son algo así como héroes pero quién carajo pone al soldado de soldado con su hierro asesino a no tener ojos ni novias a no tener almuerzo los domingos a ser un animal sin dientes y con sed pero quién carajo lo saca del hueco de sus maniobras mortales no importa que haya bisté y no sea la sopa grasienta y triste de los martes el soldado está ahí en su hueco perpetuo y los viejos le miran alegres y limpios como diciendo qué vida tan magnífica algún día no habrá dioses ni perros ni soldados que griten desde un camión o escupan bajo la luna.
JUANITA PETITÓN NO CAMINA debo de estar en realidad enfermo jamás he amado a greta garbo enceguecido por la fiebre tampoco soñé con un rolls royce las leyes de los hombres me dan vértigo y cuando los campesinos vietnamitas festejan que les otorgaron la tierra bostezo de aburrimiento he de tener glándulas muy podridas nunca entendí a brigitte bardot la miro y en ocasiones mis papilas encuentran algún sabor en sus ojos a esa hora sale una foca detrás de su pelo perros lanudos me interrumpen las victorias que proclaman los pueblos me hacen soñar con islas en el profundo sur sospecho que mi salud no es buena el cerebro me juega malas pasadas los ancianos aplauden y nunca sé qué hacer si alegrarme por sus próximas muertes o pedirles con amabilidad que me mientan los dictadores y los futbolistas no despiertan en mí ninguna pasión lo peor de todo es mi odio por los hospitales ese olor a sábanas de angustia por mí se hubieran ahorrado muchas cosas el asalto al palacio de invierno los venenos sutiles de jósef stalin la construcción de tian amen la alegría selvática de la sierra maestra el embalsamamiento de evita y vladimir abandonar a laika en el cielo es posible que esté en fase terminal los castillos medievales y las fuentes me provocan un ligero hastío no entiendo el júbilo del hombre con sus victorias y enterramientos pero lo que son tus ojos y el mar me hacen ascender por las frondas de todos modos estoy grave jamás me gustó greta garbo.
HOMBRE JOVEN QUE DEVORA UN CABALLO mirándolo bien el potro le devora el corazón pero no parece precisamente esa víscera pudiera ser una pradera incendiada algo que recuerda a una mujer que soñaba junto a una ventana en la calle viladomat a la derecha el humo se convierte en una viejecita que rezonga el animal parece ser mordido por su víctima que se niega a entregarse totalmente brillan los ojos de la bestia y en los del hombre se derraman estrellas o tal vez unas pupilas que escondía con cierto egoísmo perversidad mucha perversidad y por encima llueve lástima que hace crecer un pasto en derredor como un país perdido o una linterna o tal vez son felices uno metiéndose de esa manera en el otro siendo ahora la misma sustancia esa entrega que le negaron los hombres con el hacha terrible de la moralidad la sangre que se advierte es una esencia como el rumor de un agua que atravesaron juntos y en el horizonte hay una madre que huye con una bandera que no reconozco cuando hayan terminado la acción es posible que el caballo escriba una carta un acto asqueroso de contrición donde culpe al joven por descuidarse tanto y más tarde la hierba estallará y las flores parezcan lejanamente desoladas todo para que no se recuerde la sangre para que olvidemos pronto la agilidad de la alegre mandíbula y aquella madre que parece gritar en los límites deje de verse cubierta por otro incendio.
ANATEMA DE MAYO para que todo fuera verde y levemente cálido para que el mundo se pareciera al pan para sortear malos sueños armaba sus sueños cada día sobre una mesa que construyó un desconocido con su misma esperanza que barnizó un viejo que sollozaba escondido que transportó un centroamericano ilegal que vendió una muchacha a quien violarían esa misma madrugada como si se tratara de un ejército de ángeles que eructaran hartos de penumbra e incienso acomodaba sobre la tabla sus desvelos y se decía que era inútil pero algo podía cambiar aunque fuera en su rostro en el rosal que no esperaría otro otoño en la lívida sombra de la pared y realmente cuando el sol degollado se escondía cuando había terminado la humedad de este mundo de aquellas palabras amontonadas de sus delirios de toda la montaña de vida que había puesto ante él brotaba un tímido un secreto fulgor que rebotaba en la pupila asombrada de una salamandra que reía en silencio.
BIENVENIDA LA SOMBRA cuando caiga la noche y estén los vasos ya tranquilos como árboles talados y olvidado el temblor de nuestros ojos en el trémulo mediodía una pequeña luz como un hada inválida y con las alas ardidas extenderá sospechosamente una tierra ante ti y ante nosotros en esa espera que ya una vez fue renuncia se abrirá el escenario de fantasmas que vuelven soldados ingleses de aquellos que una vez atravesaron la niebla de la habana marcharán sobre la piedra insomne del puente inmortal de besalú en la ampurdá tu infancia trepando a un tamarindo árbol de difícil pronunciación en este idioma de nostalgias imperceptibles y un mar el primer mar de tu infancia retornará a la orilla de nuestros sueños tal vez trayendo el rostro de un ahogado que esperó como nosotros la oscura sombra del silencio la callada noche extranjera donde regresan equipajes y anhelos perdidos cuando todo esté quieto y la pequeña luz se desangre leve en el invierno de nuestra extrañeza. EL ANTIFAZ la niña de tu abismo murió un verano casi sin dar la cara aplastada por las noticias del futuro asfixiada por el camino promisorio apisonada bajo el tejado de otras imágenes la corrección el hilo de la dicha las palabras perfectas que debía decir en caso de alegría o de catástrofe se ensañaron con ella los brillos del porvenir los oros de un mundo anunciado en talleres de ulan bator o ucrania la letra sangrante de pavel korchaguin y otros corderos degollados a punta de pistola en el relámpago del universo los espontáneos la ensordecieron con jubilosa bondad le arrancaron su lengua felpuda los maestros comisarios al uso revisaban sus dientes atrás quedaron los ojos que debió tener el anhelo que iba a ponerse a enarbolar la libertad que comería la amabilidad de absortas sombras el olor del sonido a elegir desnuda o abrigada incendiada o bajando en el marasmo viva como una colilla o una burbuja de acero como han de ser las niñas que brotan de este tiempo víctima de la guerra que ponen los hombres en su proceder engañosamente recto le despojaron de bitácoras le borraron los rictus y cosieron sus dedos profundos a la tundra denegado el permiso para tener cumbres en su respiración denegadas las cuatro estaciones denegado el debilitamiento o la extraña canción a ser feliz como decían le mandaron a crecer en la fronda que vigilaban los de al lado los tan junto a ella que se confunden con el crujido a elevarse afirmativamente con una flor en la solapa un estallido de cartón piedra en su pecho fabricado estrictamente con minerales del país nada de turbios callejones de parís o hannover absolutamente nadita de picadilly circus negativamente ninguna flor de loto y apartarse que vienen más que corren a quitarse de en medio sin hacer olas que se acercan otros recién sacados de la fábrica la niña que iba a nacer de tus ojos atropellada nada más decir su presencia bajo la bombilla solemne de estos tiempos que corren como enloquecidas alpacas en el río de sangre del matadero víctima de una guerra secreta el cadáver de ella la encadenada la espectral la que se desnucó con el férreo filo del porvenir dictado.
ANIVERSARIO
Si no fuera una asquerosa mentira
podría decir tus senos de paloma y etcétera
y nunca fueron otra cosa que senos
pequeños
en medio del ardor alguna que otra noche
Podría decir la vida es una zanahoria
o este trébol marchito que sentimos
con cara de conejos cuando la tarde invade
la ciudad
La vida no es un trébol ni otra cosa
que ese temblor que mancha nuestros pasos
Hace frío hace frío tus manos están cerca
no tienes ojos de almendra tus manos no
son pájaros moribundos
yo tengo ojos de recién fusilado
con el cielo deshecho dentro de ellos
y tú al centro de todo llena de todas
las preguntas
Nunca he podido hacerte un poema de amor
siempre me ha parecido una agria deuda
Recuerda ahora no tienes senos de paloma
ni manos distintas ni ojos almendrados
y que la vida es u disparo del que morimos
juntos
un brillo de estúpidas navajas donde va
nuestro sueño
humo en los ojos de un gato que sale
de la sombra
EL PÁJARO DE FUEGO
Me pidieron que pusiera los dientes
siempre en las manos del día
me dijeron entona una canción
muy verde y llena de banderas
sospecho que voy a defraudarles
mi única bandera soy nosotros
con todos los pedazos que no tenemos
todavía
(mi padre está satisfecho
porque mi foto sale en los periódicos
como si hubiera sido siempre feliz)
Algunos dicen qué maravilla si pudieras
de vez en cuando dejar de escupir
y esta saliva es más que necesaria
porque me burlo de todo lo que falta
para subir al cielo y perdurar
Me dijeron entonces que entornara los ojos
que los tuviera más o menos quietos
si alguna vez pretendió ver la nieve
Voy a bailar ahora
para los que nunca han esperado nada
a revolcarme en un raro éxtasis
porque mi tiempo tiene que ser bello
y estoy alegre de gritar
aunque mi voz se acabe o se llene de tierra
El porvenir y yo nos vamos a reír
muy larga y dulcemente
como si fuésemos perfectos
como si fuésemos perfectos
y el fuego fuera una tontería perdonable
un modo tenue de jugar al silencio
POEMA TRANSITORIO
Es difícil vivir sobre los puentes
Atrás quedó la negra boca el odio
y no aparece el esplendor
esto es el esplendor
pero tampoco
La cegadora luz siempre estará más adelante
La cegadora luz siempre estará
su nido está en la punta
hacia allí van tus pasos No te detengas
no te detengas no
o el vértigo hundirá su temblor en tus ojos
La cegadora luz siempre estará ante ti
hacia allí van tus pasos pero no la verás
Es difícil vivir sobre los puentes
ROBERTO MÉNDEZ
(Camagüey, 1958)
Poeta, ensayista, crítico de arte y narrador.
Obra poética: Carta de relación (1988), Manera de estar solo (1989), Desayuno sobre la hierba con máscaras (1991), El fuego en el festín de la sabiduría (1992), Desayuno sobre la hierba con máscaras (1993), Cifra de la granada (1994), Conversación con el ciervo (1994), Música de cámara para los delfines (1995), Soledad en la plaza de la Vigía (1995), Cuaderno de Aliosha (2000), Viendo acabado tanto reino fuerte (2001), Libro del invierno (2002), Autorretrato con cardo (2004), Las especies del aire (2005).
CARTA DE RELACIÓN Miguel Cuneo, el Savonense, no fue de los primeros en inundar la Atlántida con vapor de salazones, no conoció sextantes y astrolabios, la música de las olas fue su único norte. Una noche en su casa escuchó, bajo el diálogo de la esfinge del jardín con el lebrel que cazaba y se anotó en Sevilla para conocer las sirenas; bebió junto al Almirante los encharcados vinos, desorientó esferas armilares con su pluma y en la noche del Mar de los Sargazos vio llover la luz con sus colas jubilosas como cabelleras de doncellas. De las islas conoció poco, admiraba a las mujeres que disparaban sus arcos contra las velas latinas; en su bote veneciano capturó a una caníbal, la escrituró con sellos pedidos al Monarca, tuvo deseos de folgar con ella, recibió arañazos de la torpe arisca, se leyó a Aristóteles a media madrugada y decidió azotarla con cuerdas de navío, hasta que le dio el placer "como la mejor ramera"; le horrorizaban los rostros que veía en el alcázar, las pinturas de los ídolos, encontró una cabeza dentro de una bolsa anónima, ofrecida a los lares y anclas y botes y huesos testigos de otros viajes; no vio a los antípodas, pero creyó divisar delfines en los remansos bajos, donde rallaban los ajes para unos tiesos panes, bebió de las fuentes podridas, con huellas de venado. Fueron la guanábana y la majagua para él un misterio y la iguana y el caimán y la jutía como un conejo; escribió una égloga para su mecenas lejano con el amor fiero, montado en elefantes, persiguiendo aves del paraíso más grandes que gallinas y puso a las ninfas de color quebrado con cabellos tan dóciles como yeguas novatas. Tembló con el bramar de troncos ahogados en el crepúsculo, pero al ver los cadáveres sin sexo se encerró con Boecio; describió muchas cosas en epigramas latinos, mientras toda la noche sobrevolaron los pájaros. Cuando la caníbal murió de fiebre, dibujó su perfil en una hoja de plátano y le puso collares con semillas de adormidera dos horas se arrodilló ante ella con la capa llena de moluscos, la besó antes de arrojarla al río de peces encabritados. El almirante le regaló una isla, pero lo envió a España, porque no veía tierra firme donde otros alabaron las Indias, ni reconocía en los taínos a los hijos del Gran Khan. Regresó a su villa llena de bujías y jaulas con ascálafos, dejó morir de hambre a perros y azores, borracho de Chianti escribió un día: "La tierra es redonda y tibia como una pera, con un pezón al aires que las manos no alcanzan, señalando al Norte donde está el paraíso"; no quiso saber más de esfinges y jardines, una sirena de Persia, comprada a un ciego, amaneció envenenada en la fuente, con raro olor a mundo; sobrevivióla dos días y al tercero desenvainó la espada, entró a una cueva al final del camino, allí lo encontraron muerto junto a un grupo de sombras que luchaban por verlo. Jacobo Tomasetto muchos años más tarde, en el Palazzo de San Gerónimo, tras gozar a las criadas una por una a la luz de un tenebrario, tras hablar con los duques sobre la virtud del huevo, escribió su historia en un tomo junto a la de Pietra, mujer pérfida y hechicera, casándolos en el misterio. Dejó al lado una nota; "Todo esto no puede ser verdad, por eso lo cuento."
AHUALPA JUEGA AL AJEDREZ CON HERNANDO DE SOTO Ala o plumaje. Un vuelo oscurece los bordes del tablero. Atahualpa está acariciando el caballo mientras la luz hurta furtiva la arista de los peones, en la plaza con un brillo apenas más fuerte queman a los notables, sus gestos se contraen, su mueca no borra la sonrisa del monarca, que ha tomado la torre, Soto ve caerlas aguas sobre el océano lejano: una mujer le espera sobre las rodillas curvadas de la cantería, los cangrejos trepan lentamente de los fosos al puente. Crepusculece. Retuercen cordones los centinelas. –Me ahogo- Dice Hernando y manda a abrir las ventanas. El Obispo necesita piernas para viajar a lo claro, el Inca no comprende su línea; se parte la cabeza, rueda por el suelo, Detrás viene un ejercito estrujándole el manto. Aliña la penumbra el vibrar de los abalorios, una copa toma él con sus raíces vidriadas, levanta el malva y echa el anillo. ¿Para qué saltar? –conjetura-, arrastrando silencioso el sillón frailero. Los peces hierven hace rato en el estanque, las agallas al aire de junio, abiertos y sin joyas los vientres. La Dama viene por un camino con su cortejo, el gobernador tose; allá lejos está la Ciudad de los Césares , en el centro hay un trono y allí un busto de oro que envía rayos a la cabeza de este atleta en poniente; una mariposa de la cornisa vino a la armadura, un soldado salta, las gaitas y las cornamusas lo encierran en un quejido: el jinete ha muerto cuando volaba los muros, su casilla tiembla, tiene una estrella en la punta. Atahualpa ve la figura de Huáscar cuando entró en Cajamarca y el grupo de honderos que velaba su sueño. El Rey camina poco, no vendrá la luna por él, bajo la tienda los vigías pierden la espera; en la pared pintada ríen el búho y la liebre. Soto pide alfiles, echa mano a la espada, luego vendrán los ríos en que la fiebre tenga su séquito con esa agua para dormir al cansancio. Se han callado los campos a muchas millas. Pizarro vuelve la barba a derechas e izquierda. La Dama no es blanca sino gris. Un alférez da el manotazo. Se para el monarca. Soto agita su rey y deja caer al vencido. Abren la puerta, la luz va atravesando uno a uno los pasillos vacíos, no hay mensajero ni confesor, está desierto el castillo. No es todavía la hora.
ARISTAS DEL TRATADO Bebedicto Spinoza está puliendo un lente con la noche de Ámsterdam entrando en sus aguas, tiemblan en el centro las inciertas bujías y salta la celda húmeda, el maestro del Talmud untándole de grasientos refranes las mejillas. Se apaga un haz; en la sinagoga ocultan bajo sus capas las barbas del trigo, el oro y el pescado, buscan en los rollos un trozo de lengua horadada, maldicen su nombre, su heredad, los pasos, el aire; con el canto vacilan las llamas como zarpas, pasa por las calles el cortejo azuloso llevando los restos del gobernador, destrozado por la resaca que acechaba en los callejones. Baruch Spinoza comenta el origen de lo existente, mientras ve apagarse en el vidrio las luces de otro Amsterdam y las sombras entrando en cámaras metálicas donde el aire es angustia de bosque sin gemido, más ramas de los tenebrarios se oscurecen, mientras cae la ceniza de los hornos a las palas. Un rayo entra en la estancia. Es la noche de mañana, la de ayer, la de los siglos, el filósofo presiente aviones sobre los techos de pizarra, los versículos del Éxodo se unen a la expansión de las bombas cercanas. Cuando todo es tiniebla, tanteando, prende de una astilla, ahí en los pergaminos está el texto señalando la mesura, más allá las balanzas, los diamantes y la piel de cordero. Se asoma al cielo, arropa las estrellas con un guiño, pasa otra nave con las figuras de sus sueños, entre ellas un filósofo, nacido de sus textos, que le busca desesperado en la noche espacial, embistiendo otro vidrio y otra llama.
NORMA DE UCCELLO Vacilaba el garzón ante la puerta: -¿Es aquí donde el maestro? Ajeno al pintor entre caballos de intestinos repletos con palafreneros y lanzas, no le dejaba el cielo turbio acariciar sus romboides. Venía Brunelleschi, bebíase cerveza en sombra, ojeaba el diablo en la chimenea, robando las salchichas, pero él tomaba el pájaro con la izquierda y con el cuenco tibio lo apoyaba en una escuadra, pero el frío multiplicaba, dábale sacras conversaciones, al fin el pensamiento elipsoide se volvía un ser alado. Si quitaban su espejo, si cerraban sus ventanas, acechaba la luz por las hendijas; a bofetadas reunía niños para las profanaciones y las formas sagradas las clavaba en campanarios, al sacerdote mayor le quitó la máscara, -debajo una ninfa de risa pastosa-. Era la hora de cenar, agua al lienzo, hasta dejar las líneas y el silencio de los ángeles; bajo las puntas de la capa reíase el modelo, mientras volaban los yesos añejados por la estancia, acá un soldado, allá un cadáver. El garzón vacilaba recostado en la tiniebla: -¿Es aquí donde Paolo Uccello? Cuando le tendieron la mano, todo era vacío, una piedra blanca bulló en la redoma.
HAY PARA ABSALÓN UNA PRADERA Desde mi habitación hasta el mar hay una pradera, alguien baila para mí sin saberlo, muy lejos, alguien intenta romper sus túnicas, mostrarme la soledad aunque ignore, que esta noche voy a morir, puedo leer poemas a dos tristes mujeres mientras la bujía va goteando sobre la lámpara, puedo desnudarme en los pasillos donde los gays conversan con los cangrejos y me dicen: acepte; bajo ocho metros el agua es puro salitre y no un espejo, esta noche soy Absalón, unas tropas invisibles me persiguen, yo nunca me he rebelado contra mi padre, yo le mostré por la ventana del avión las costas de Noruega, él me miró escéptico como si fuera a llorar o a derramar su vaso. Matías de Grunewald nos ha invitado a las crucifixiones, mi madre y yo legamos temprano, yo decía: Seré un águila como San Juan, tendré visiones, pero ella esperaba otro destino y sollozaba bajo un gran manto; soy Absalón, los caballos entran derribando puertas, derribando libros donde se habla de los sueños, los caballos me llevarán hasta la pradera para colgarme desnudo y los aires del mar, el imposible, irán corroyéndome; esta noche quisiera estar en Nueva Orleans, en Brujas, en Gante, pero sólo me ofrecen una vela apagada, un pasillo a recorrer mientras van cerrando las puertas, debo escapar, me han negado el desayuno de los otros, simplemente señalaron la salamandra que va muriendo en la pared cuando el fuego escribe contra ella. Los cangrejos invaden la pradera, llegan un instante antes que los caballos y repetirán como los gays: Acepte, yo soy Absalón, siempre llegué puntual a la cena, callé cuando me hablaron de las reuniones o el sexo, voy a mecerme bajo un árbol toda la noche, mañana dirán: nada ha pasado, esta es su ración, este es su sitio; desde mi habitación hasta el mar hay simplemente un sendero de miedo, yo lo recorro tal los que van a morir por su mano, dos tristes mujeres fingen escucharme y preparan sus sueños donde alguien danza con satisfacción mi olvido, pero yo soy Absalón, y escribo, como quien se sabe marcado por la muerte e imagina delfines que juegan cuando ya han señalado su árbol y la lluvia le hace sitio fielmente.
LA CARNE DE LOS SUEÑOS En su minarete de Bagdad está Avicena contemplando los ramajes que cuidan su sueño y cómo enlazan el vacío con la luz de la ventana, por donde andan veladas las mujeres del Califa; tiene una rosa en la mesa y en el cuello una banda, cuando pasa el cortejo toma la pluma y escribe: "Está en el alma la persuasión, por lo asiduo del sentido." El médico Avicena tiene una copa de vino, mira bajarlas heces, mientras alguien le canta la sabiduría de un maestro persa que dejó su calavera en la ventana, "si toda imagen de otra necesitara –dice- sería infinito o andarían en círculo". Avicena, el funcionario, está dormido, bajo las voces del muecín en la hora sagrada, dentro de él: una muchacha con un libro en las piernas esperando a su novio frente al sol de verano, ella se inclina sobre las sentencias y anota: "Es el amor la carne de los sueños."
CENA -Portocarrero-.
Sobre la mesa dos peces y alrededor la nada. Invisible, deslízate entre la copa y el padre, a tiempo para la prestidigitación del huevo, acepta la racha de horror cuando la mariposa abre una ventana, naranja y ocre, entre las frutas. Alguien acecha este festín, no son las mujeres opuestas de perfil a las noticias del día o al espanto, no es la madre con el vino de ayer que brota de la botella que los arlequines escondieron, son los ángeles impalpables de la estancia, ellos conducen a la virgen y el equilibrista, conjuran la inmovilidad con jugadas de gato; todo el mundo se concierta en torno a la mesa pero ellos por los corredores balbucean una cifra, insinúan una flor o un rostro. Sin coronas, los invitados hablan de la moral, del ocio, de los víveres que holló la carcoma del medioevo, Plinio el Viejo o Villaverde son opciones cercanas, Invisible, sirve la corona de la piña antes que la Nada haga una mueca, ataja el tiempo por su lado bermellón, es tu hora, después la infancia se irá al café mezclado de la sobremesa:? un ángel, dos peces, un oscuro salto? tú eliges, en las cerámicas ojos y colas ponen su cuota de muerte, su naturaleza aislada del imposible.
ROLANDO SÁNCHEZ MEJÍAS
(Holguín, 1959). Poeta y escritor.
Obra: Cálculo de lindes (2000), Historias del Olmo ( 2001) y Cuaderno de Feldafing (2004).
ATRIBUTOS
dios no tiene particularidad
dijo el hombre de la barba blanca
dios no tiene particularidad
ni tampoco generalidad
dijo el hombre de la barba blanca
y frondosa dicho esto
se tomó su café con leche
y se calló la boca
SE HA IDO ACUMULANDO…
Se ha ido acumulando.
En realidad no hay dolor, no puede haber dolor detrás del dolor.
Detrás del dolor no hay nada, dicen los monjes budistas.
¿Y detrás de la nada? No hay nada, dice el sentido común.
Se ha ido acumulando.
No me está pasando a mí.
A mí me está pasando otra cosa que no entiendo ni entiendes.
No me está pasando a mí, ni a ti, ni a nadie.
Detrás de la nada no hay nada.
O hay todo, depende.
A mí me está pasando otra cosa.
Ven, te lo voy a decir.
Se ha ido acumulando.
TIBIA
una vez que la muerte llega
acógela en tu regazo
tibia es la muerte
no fría no fría
te han en- gañado
es un a- brazo
VICTOR FOWLER CALZADA
(La Habana, 1960), Poeta y ensayista.
Obra poética: El próximo que venga (1986), Estudios de cerámica griega (1991), Confesionario (1993), Descensional (1994), Visitas (1996), Caminos de piedra (2001), Malecón Tao (2001), El extraño tejido (2003) El maquinista de Auschwitz (2004), La obligación de expresar (2010).
¿OYE ALGUIEN MI CANCIÓN?
José Lezama Lima
Yo que no he visto los sauces
donde supongo cantan aves fabulosas
y que tampoco amo las palmas
ni el sonido del aire entre las cañas
¿Alguien vendrá a cargar con mis baúles,
a jugarse por mí la vida si hace falta
en el riesgoso y prolongado viaje?
Yo no he visto la nieve,
pero tampoco siento excitación
contemplando los animales que poseo
mientras pastan en la llanura inmensa y verde.
Sin embargo, el rumor de lejanas cascadas
me acelera el ritmo de la sangre.
Esa agua que salta en mi imaginación
es más real que ningún otra
porque baña mi espíritu y me calma.
y es el agua más segura que conozco.
Cuando el ave atraviesa los océanos
no piensa que es tan cruel la lejanía.
Yo que no he visto la nieve
he jugado entonces con la nieve,
la he abrazado como se abraza
a una hermana perdida.
Yo que no he escuchado el aullido de los lobos
hay noches en las que tiemblo
mientras pelean a mi puerta.
¿Entiendes ya que los sauces no existen
ni la nieve?
No son más que una sábana lanzada
encima de un animal que duerme.
¿Alguien escucha mi canción,
está dispuesto a jugarse todo por mi canción?
Los rollos de seda chinos
donde aparece dibujado un unicornio
con un carbunclo en la frente,
no son más que la sábana que esconde
al animal que duerme.
De lo perdido
Nada de lo perdido volverá con la lluvia.
Las voces, los gestos de aquellos
a quienes deseábamos
y ahora son un hueco en la respiración.
Quemaduras al borde de las mesas
en las paredes, encima de la piel.
El agua será una purificación
pero no es un regreso.
No vuelven los objetos, ni sonidos,
ni escenas que tuvieron algún significado
o incumplieron su misión.
Tal vez, mientras observamos absortos
la enorme pared de agua que se desploma,
pasa lo Perdido, aunque irreconocible ya.
La memoria lo ha transformado en bucólico.
¿Quién tocaba a la puerta aquella vez?
¿Qué mano recorría los caballos
haciendo breves surcos
y era un placer sentirla?
Sensaciones lejanas, perdidas. Tal vez enfrente de nuestros ojos
todo se repite, pero gastadas las formas,
como en los aquelarres. Quemaduras al borde de las mesas,
en las paredes, encima de la piel.
Quemaduras en el cerebro. Establecer analogías con el agua
es peligroso en este país
donde nunca termina de llover
LA CICATRIZ
Entre las puntadas, semejantes a picotazos
de aves que hubieran descendido a comer
de ti, se escucha el diálogo de la vida y
la muerte, el río de la escritura creciendo
sobre la piel. Los sonidos del cuerpo y el oído
los despierta cuando la cabeza reposa allí:
en la cicatriz. El dolor y los acontecimientos.
Al pasar un dedo sobre ella, igual que en
una página, los signos del sentido
combaten y armas líneas de brillo en la
noche que nos cubre. Es tu historia,
la huella de esas aves en el vientre
como sus patas en arena o nieve, lo que
hayan sido tus alegrías o sufrimiento,
la soledad o la plenitud que esperas.
Las palabras, como pequeños soles,
ardiendo dentro del libro de tu cuerpo
y entonces no hay más oscuridad.
DUELE
Al tomarle la mano –sus venas gruesas igual a
caminos– reclama una genealogía; al recorrer tu
dolor o sus marcas. Quiere el trabajo para sí,
lo que hayas padecido cual si pudiese dividirlo
en sorbos que paladea durante días; los días
en los que es poseído por tu visión. Quiere el
páramo, el peso y la noche que atraviesas,
las huellas para sí. Quiere asimilar el desierto.
Pisarías ese cuerpo dejando heridas, corteza de
árboles, y él despejaría el camino para ti, cargaría
las piedras con igual suavidad que a niños al
quedar dormidos, pondría el agua en su pecho
y te protegería. Buscaría el centro, el aluvión,
la semilla que la mano siembra. La mano que
reparte los signos.
NEVADA
Ponía el puño de nieve en la boca, la blanca
piedra de los copos. Se adelantaba a la muerte,
jugaba al deslumbramiento mientras rozaba
la piel erizada del invierno. Con pies descalzos,
con las imágenes. Entre montículos de nieve,
el entumecimiento de los dedos hasta que invade
un sueño dulce y final. Se ven escenas irreales
entonces y sí, estabas al final de los países
vertiginosos. Ola y relámpago, manantial, aguijón.
Como si fuera posible la idea de un bosque
placentero dentro de la nevada, encima de
la yerba o el lecho, estabas tú y estaba tu
secreto. Sobre la lengua adormecida a imitación
de la muerte, entre los copos que llenaban
la garganta. Y era tu piel la nieve y el olvido.
EL SEMBRADOR
He visto el polvo de las celebraciones llenar las calles
antes de que el viento lo desaparezca. Cuando llegaba
la felicidad como una orden, la alegría tejida desde la
semana anterior. Entre el estruendo y la música,
inmensa, de la altura de los edificios, y las sonrisas de
quienes entonces eran mis amigos. Siempre lo quise:
ser uno en la multitud que se aprestaba a confirmar,
que me barrieran, a la mañana siguiente, junto con el
polvo de las celebraciones. Era dueño de esas calles
al caminar por ellas, del cielo desde el cual descendía
la lluvia de papeles recortados, el nombre de la figura
a vitorear. Sabía conjurar cualquier sorpresa, protegido
como me sentía por escudos tan enormes como el país
y el tiempo. Ellos se alejaban, veloces, pero yo seguía
siendo —o, al menos, así lo creía— el Sembrador.
PÁJARO Y FRUTA
Se detiene en un parque por no saber qué ha hecho
con su vida, si todavía controla o el acontecimiento
dueño de sí es quien lo conduce. Hay casa, hijos,
esposa, libros, una escalera interminable que suben
cada tarde. El pájaro picotea frutas nuevas y el suelo,
alrededor del banco, está cubierto de masa podrida.
«Mi vida podría ser el ave o su dispersión de residuos»,
piensa. En la felicidad, salientes y entrantes
encajarían.
Por cierto que ha cerrado el abrigo y que hay frío en la
costa habanera. También que entrecierra los ojos,
embebido en nada. El resto es sencillo. Cuando minutos
más tarde lo sobresalta el griterío de unos niños,
no alcanza el instante del golpe, sino apenas
el cuerpo, ensangrentado, del ave que todavía aletea.
«Igual mi vida podría ser esto», vuelve a pensar.
Mientras los chiquillos gritan y celebran sus destrezas,
todo está bien. Pero cuando se marchan el caos vuelve.
y no sabe si debe caminar o permanecer.
MAMÁ
Sé que nos llevaría al útero. Ella o la Voz que
introduce en la oscuridad cuñas de luz, que ablanda
la rugosidad con sus manos. En el estado en el que
ahora te encuentras: apático, encima de la sábana
enorme como varios océanos. Se tendería a tu lado,
ensartaría el desorden: doméstica, silenciosa, con la
intención o calma de la iluminación en un cuadro de
Vermeer. Las baña un sol suave, cual si temiera
tocarlas, como si el exceso las fuera a deshacer.
Es dulce imaginar ese idilio, sentir que llegan y dan
lo que necesitamos, saber —al menos— lo que nos
puede salvar. Entonces cierras los ojos antes de
seguir más hacia dentro en la estructura de la
oscuridad, del puñado de arena. Quema, pero no
se ve la cicatriz.
CUALQUIER ATARDECER
Ella en el inicio de la escalera, tratando
tres o cuatro veces de organizar la vida
de los niños y luego dándose vuelta.
El repique de una pelota en la pared,
el glogló del agua que llena los tanques
y la misma música en los altavoces del
vecino. Ni siquiera estamos en verano
y ya el sol nos arrasa: los cuartos mojados
de un vapor grueso frente al cual los
ventiladores son inútiles. Una cualquiera de
esas tardes desaparece de la realidad
y escribe este poema.
TERESA MELO
(Santiago de Cuba, 1961)
Obra poética: Libro de Estefanía (1990); El vino del error (1998); Yo no quería ser reina (2001); El mundo de Daniela (2002); Las altas horas (2003).
DONDE SERRANO CREE QUE PUEDO DETENER EL SALTO
para Edurman Mariño
El cree, yo lo dejo creer.
También me gustaría atrapar
la palabra capaz de detener el salto.
El cree que podría. Nadie puede.
Tengo esta manía de repetir los mismos argumentos
pero de esos pocos, ninguno sirvió
para detener saltos que ni siquiera presencié.
Escribo cosas que describen a los suicidas
colgados de mi cuello como adornos navideños:
siempre retornan en sus fechas
siempre se piensan en otras parecidas.
Tuve a Karim tendido en una acera fija
y ha transcurrido todo, menos lo que era él
tendido allí: repaso esa película
en que él grita un estúpido nombre de mujer
y salta con el grito todavía sonante.
No regresé al piso 23 de F y 3ra
no alcé los ojos hacia él:
nada gané con esas omisiones: en mí
hay un piso elevado desde el que sigue lanzándose.
Tuve a Ignacio, muerto tiempo después de estar ya
muerto
abrazada de Ariel en las escaleras
que bajan al San Juan
donde es probable que Ignacio
no estuviera nunca.
No volví a ver el río desde esa perspectiva.
De nada me sirve si él muere
desde el balcón que eligió y muere en mi escalera.
Cuento lo mismo. El cree, yo lo dejo creer. Los muertos míos que no me pertenecen tienen otros nombres en la muerte de otros. Ninguna palabra les evitó saltar. Saltó Belkys Ayón al encuentro de la avispa de metal / saltó Raquel, abandonando el tabaco en un parque de New York / saltó a las aguas contaminadas Ángel Escobar / escribo estos nombres que mastico con dificultad, envueltos en arena. No sé los otos. No sé el de que acaso lee esto con la sonrisa desviada del que cree saber.
A ti que piensas que podrías saltar ¿qué puedo decirte si sólo puedo contarte fracasos como éstos? ¿Un discurso asumiendo que la vida es bella? La vida es bella, querido mío, y es terrible saberlo, y no sabe otras muchas cosas de la vida que borrarían saber cuánta belleza echamos a perder o tiramos medio usar al basurero. La vida es bella, más que el hombre que esperas te ordene si debes pensar que la vida es bella. Un hombre no es suficiente para ello, no es culpable ni inocente la belleza. La vida es bella, y tú duermes sobre la funda de almohada con remiendos y lo último que creíste ver antes de dormir fue el cable eléctrico de la única luz de esta habitación. La vida es bella, paladeable y silbable, lo crees cuando apagas esa luz e imaginas una vida más bella que la que crees es la de esta habitación. Pero yo no soy el durmiente. Yo sólo atestiguo lo adormecido. Yo sólo veo la vida bella, dejando las vegas. Yo sólo quiero encontrar la frase que lo señale de una forma que acaso te convenza, que detenga el salto, el impulso del salto, la memoria del salto, la frase que obligue a no saltar.
Lo sé instintivamente. No sirve para ti.
La tuya lo sabes o la ignoras instintivamente.
La vida es bella, querido mío
es siempre mejor que el salto a solas
cuando en el último instante
querría asir tu mano
detener el grito
hacer retroceder lo que no me sostendría
y es muy tarde.
por Holguín, mayo, 2001
ISMAEL GONZÁLEZ CASTAÑER
(La Habana, 1961). Poeta, narrador, ensayista, crítico y editor. Obra. Canciones del amante todavía persa (1991), Mercados verdaderos (1998; Premio David 1997 de la UNEAC; Premio de la Crítica 1999), La misión (2005).
MERCADOS VERDADEROS
SI ELLA ES ASÍ EN LAS MAÑANAS, POR LA TARDE ES UN ÁNGEL Y A LA NOCHE UNO AZUL
Hay unos ojos sí propios en la mañana y a la tarde y a la noche también en la ruta de regreso hacia la casa. Son unos cuerpos con clímax, con clímax. Pueden ir hasta el mercado verdadero, me parece.
Todas las mañanas que yo pueda tomaré esa ruta para verla y no olvidarla. No la molestaré, no seré capcioso; pero a la hora sucesiva de las albas que yo pueda subiré y en esa dirección algo muy férreo de mí tendrá un sentido Aguila/ Banco/ Mundo: todo tendrá un sentido Dicha y árbol/ Cena y niño.
LA MEJOR ORGANIZACIÓN ES EL CAMPO
Ciudad
Campo
–Este lugar no es el campo, ni ciertamente la ciudad…
EN LA QUINTA
Una vez miraba lunas sobre nubes y después sobre árboles y tierra jardinera y quise contarlo a alguien. También debía decirle que extrañaba a alguien, o a Usted precisamente/ Usted, pues yo hablo con respeto a todo mi interlocutor y me comporto siempre como un ángel.
De verdad necesito lugares y modos de verdadera vida.
La luna entraba por los ojos cuando las nubes contrarias le daban vista, luego me dije: "Mejor tiéndete/ ¡Acaba de hacerlo alguna vez, por Dios, o por los dioses que no tienes!"
Y trepé allí y escalé como un niño que canta lo vivo, perdiendo horas de sueño, sabiendo que debía dormirlas porque mañana favorezco trabajos como un ángel.
ALGO NUEVO Y NUNCA VISTO
Mirarla desde arriba, verla desde un plano en que su espalda sea como lograr empatía y después simpatía en la localidad hostil, muy feraz; y aunque no tenga que ver con mi proyectado viaje de trabajo se hace tan grato declararlo: –Su espalda y su vestido estampado y la uña más civilizada, especialmente, como una infinita como un redondel plateado como al fin esos sueños del hombre enteramente so-o-cietal…
Yo estaba recordando cercano a la Bahía Montego/ Montego Bay, donde algo importante ha sido la remodelación del Centro Comercial "Van Del" –dos aguas y ananás/ ananas en su fachada como motivo.
También era mi vida, no un negro en medio del fuego y la floresta; mi vida, que en el punto de la espalda hermosa y la perfecta pierna se debatía entre participar/ no participar con un criterio dotado y sincero, y quizás –¿por qué no?– igualmente right/verdadero.
VACACIONES EN EL MUNDO LIVING IN A WORLD LIKE THIS/ ONE
En un mundo como aquí tengo vacaciones en el mundo. Nada más que existen las verdades en el mundo, nunca comentarios y eso que estuvimos dando frutas –bastante y variedad– para mejorar al órgano enfermo Hígado cuando era justamente lo contrario. Vacaciones en el mundo/ Yo era un gordo y ahora es comprobado que delgado va mucho mejor.
Estuvimos confundidos en el mundo existiendo más de un engrasador muy bueno –las bolitas resistentes de la caja para que no haya rozamiento tan devastador y así los aparatos/ aparatos del mundo tengan recorrido tánto.
Aquí viviendo… donde hay prados y la hembra sólo quiere producir y divertirse a su modo antiguo. La seguimos, hoy presenta un Modelage. ¡Vamos pronto al Modelage nuevo y nada circunspectos!
CINCO MUJERES TURCAS
Cinco mujeres turcas, que no tenían necesidad, fueron terminadas. Sin embargo, todo estaba claro; Era como abandonar cada uno de los propios ritmos por tender como Wagner, a la Gesamtkunswert –la obra de arte que reúne las artes. Yo, con toda solidaridad, sé los iba a enseñar; pero ahora me doy cuenta. De Cómo podrían saberlo, si parece –como antes/ como siempre– que no se va a escarmentar.
Empecemos a bien todos un día un poco a escarbar. Bien. Es la arena irredenta de la blanca visión: Yo sí quiero la casa Yo sí quiero la playa Yo sí quiero la bata blanca. ¿Ven?, no hay quien diga: "Yo no quiero la paz". Entonces (porque sólo fue entonces) alemanes, españoles/ italianos y franceses comenzaron a llorar. Era una lloradera lita que no tenía bruces/ cruces
y menos cobalese (que no sé qué pueda ser hablando sinceramente
MIRAR Y MIRAR POR LA VENTANA
No tengo idea de nada sino del amor que perdí y no se encuentra. También de la música, sé que es la música, pero eso no hace que abandone mirar y mirar por la ventana.
He escrito la frase "mirar y mirar por la ventana", pero antes –recuerdo– la ventana era yo, y el azul del cielo. Y viajaba en las noches… y volvía y decía a mi madre: –He traído un país/ El país tiene actores/ de esos que te harían ollantar. Lo que se proponen sé/ Sé que se proponen, madre: pregúntame ya.
Escribí la palabra "ollantar" sin saber lo que es, porque sí creo saber lo que pudiera ser; de hecho, lo que cualquier cosa en un tiempo adelante tuviera conversión es de los Dominios… No haría falta ser la "ventana" para ello, y a mamá en modo alguno se le hubiera ocurrido preguntar por lo Por-venir/ "ella es la nube ella es el cielo
VIENDO CONSTRUIR UN PUENTE
Viendo construir un puente –la manera en que asentaban sus pilotes– puse al lado una o varias de las medidas Guerras y no obtuve el preciado de los sentidos más nobles Así ni las formas –ni la ideológica forma– adquirieron su realce
Todo esto que es arroyo, bisel, cultivo y aire (pena da el decirlo) creo que ya estuvo antes, dije en la casa donde no están consecuentes sino bebiendo Té
Me dormí me soñé, desperté y recogí la mañana/sin saberme un nombre de las muchas plantas que la misma gente había regalado
Ser chofer sería entonces la mayor cosa del mundo Ser chofer, manejar algo, conducir alguna cosa es lo mejor.
POÉTICA PRIMEROS CONCEPTOS
Poeta: el que está más cerca del halo Texto: creación con carácter de juego Juego: verdad y mentira a la vez/ responsabilidad y no–
LAS PERSONAS COMENZANDO POR ESTEBAN MEMORIA DEL 16 DE NOVIEMBRE DE 1985
Estábamos en casa de Esteban. Su familia es muy hospitalaria. La madre cocinaba para ellos, para nosotros y para cualquier otro que llegara y apeteciese, un guiso de carnero aquella vez.Siempre en su casa hemos comido con placer y hartura, porque los Esteban nos invitan "de corazón". En realidad, ponen su corazón en todo, y esto es algo que no se consigue ver tanto a diario. Yo he reflexionado con intensidad sobre esta virtud que traen los Esteban y llegado a la conclusión de que la poseen, entre otras cosas, porque nacieron con la naturalidad que otorga el haber sido un humilde. Un humilde es una persona lo más parecido al agua.Los Esteban forman parte de una comunidad así:–todos viven en un edificio largo o "bloque"–el trabajo fundamental de las cabezas familiares se realiza en la esfera del Transporte –vienen todos de la misma tierra/ vienen de Pinar.Estos factores, más el coeficiente de divinidad que debiera detentar el ser humano tipo, me hicieron vislumbrar la tendencia verdadera de la vida: dijo Carmela Valdés Gallol –una poetisa olvidada en el libro de Juan Ramón Jiménez La Poesía en Cuba en 1936:–Le volví la espalda a la vida, porque creí que uno de mis alegres días era más grande que la vida misma, y la vida me tiró al rostro la alegría sana de todos sus momentos. Y he visto, por fin, la grandeza de los días de los otros…Explotó la olla donde estaba cocinándose el carnero bello, rico, pues ya olía muy bien. Fue un estruendo bélico que nos dejó muy atónitos, literalmente "clavados" en las sillas. Barbi (hermano mayor de la casa), después del silencio espasmódico (que resultó, en apariencias, extensísimo), reaccionó el primero: preguntó si había en la cocina uno de los niños…La respuesta demoraba por la gravedad del asunto; en cambio, fue demasiado rápida y organizada la llegada de toda clase de vecinos. En 10 minutos quedó completamente limpia y en orden la casa, como en los momentos anteriores. En 10 minutos. El colectivo había bajado y subido (los Esteban viven en el centro) con equipos, herramientas e instrumentos idóneos para restablecer y calmar. Distribuyéronse en "comandos" que operaron sobre las áreas más afectadas o formadoras de riesgos:–la mamá, que estaba en shock –los niños, que en definitiva dormían junto a Barbi –los conductores del gas y electricidad –la estantería de la cocina, salpicada de pellizcos y piltrafas rojas del carnero y las especias.Todo en 10 minutos. Con espontaneidad y eficiencia. Con responsabilidad, que (lo aprendí ese día) también es una manera de expresar la palabra júbilo y la palabra gloria… ¿Han visto alguna vez al mundo arreglado en 10 minutos? Pues al menos Rodolfo López Burgos, Julio Domínguez Luis y yo, sí –que somos poetas o pintores; o sea, personas que nacieron para asimilar la sabiduría de los otros. Ahogado el shock de la madre y vueltos la niña y el niño al sueño, las mujeres del bloque discutieron cómo resolver los faltantes. No hablaron, bastó el intercambio de sus miradas pletóricas de sentido común: "Tú le regalas aquel de porcelana azul de la tía Clarita/ Yo traigo el arroz/ Rebeca lo hace". Los hombres, reanudamos la bebida de las botellas que estaban y de otras nuevas, no por celebración (el fenómeno "Explosión de una olla de presión en un edificio" ya era conocido: Julio el pintor vive en uno) sino porque en este ¿kibbutz/soviet? magnífico, tomar en vasos granulados de la ex-URSS el ron no es una idea extranjera (en el filme Ciertas palabras con Chico Buarque, este cantante se pasa la vida con copas: juega fútbol y después, una copa; está en su casa y está con la copa; canta, termina, fuma y se da un trago).Creo que se bebe de dos formas:–por Baco u Orfismo; es decir: por Hedonismo, o porque llevamos un Hades (cualquiera tiene 1 infierno o tiene 2).El de Esteban quizás sea un problema de Roots/Raíces, porque él es negro, muy negro… y un hombre así (como digo en mi poema "El de las amigas") no se hallará si no va corriendo en la noche.
LA MISIÓN SIEMPRE EXISTE UNA CANCIÓN… Siempre existe una canción más lejos de lo que se puede oír. Siempre existe una canción más lejos de los barcos Compraré una canción más lejos,mi dios que no sera tu luz/ la luz consolación/ consuelo: en alguna parte de los cielos regidores la canción de un punto, la canción de la vida de las direcciones en el suelo Nada es nada y todo es todo y sólo existe brisa y despertar-se aunque sea enemigo. Con unas de sus gotas inconscientes. Con unos de sus planos. Con su pecho inferior,voy a comprarme.
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