Dos caras de una moneda: fluidez y materialidad en los cuerpos posmodernos
- Introducción
- Deportes extremos,
deportes límites - Deportes extremos,
patologías psicosomáticas y
virtualidad - ¿Cuánto
tiempo se puede sostener la multipresencia y cuál es el
costo psíquico de tal
fantasía/realidad? - La
vuelta al cuerpo - Deportes extremos,
deportes límites - Bibliografía
"Por lo general, los gimnasios son máquinas
expendedoras de esteroides y cocaína.
Es raro encontrar una rata de gimnasio – masculina o
femenina – y no descubrir enseguida a alguien con evidentes
dificultades emocionales".
Coupland, 1999: 223
Resumen
El presente trabajo aborda
la cuestión del cuerpo en la denominada modernidad
líquida, las vivencias de multipresencia favorecidas por
las nuevas
tecnologías y las formas de conciliar esto con la vida
material y la unicidad del cuerpo. Cómo se maneja el
cuerpo en estos nuevos contextos electrónicos, qué
fantasías promueve y cuáles son los costos de la
conexión son elementos que se trabajan a punto de partida
de algunas cuestiones como ser las patologías
psicosomáticas, el piercing, los tatuajes y los deportes llamados extremos.
A través de varias de estas cuestiones vemos un sujeto
que debe manejarse en dos mundos, uno material y uno fluido, de
conexión, de fusión.
La vuelta al cuerpo es sentida muchas veces como una
pérdida no acorde con los parámetros de
multipresencia e hiperconexión, lo que genera lo que hemos
denominado vivencia de "hipocuerpo".
Los límites
sólidos de los cuerpos han dejado paso en la modernidad
líquida a cuerpos también líquidos,
disueltos, que deben ser atravesados por piercings para existir,
apelar a los deportes extremos para volver a sentir esos bordes
perdidos, enfermar o alcanzar límites musculares que los
tornen fuertes, tonificados, sólidos, existentes.
Introducción
Los cuerpos de esta era están expuestos a vivencias de
multipresencia a través de las redes. La radio, un
invento a esta altura ya muy viejo, genera la ilusión de
una doble presencia. El radioescucha puede desempeñar sus
tareas cotidianas mientras comparte su atención y su cuerpo. Si bien está
presente aquí, en algún sentido también
está allá en el éter y en el estudio de la
emisora.
La televisión
ejerce una fuerza aun
más fuerte que la de la radio. Frente a
la
televisión el cuerpo se abandona, se niega en parte y
se traslada imaginariamente con la cámara a los distintos
lugares donde se desarrolla la acción.
Con la computadora
y las redes sucede algo similar. El sujeto se funde con el
objeto, desaparece, se disuelve como en la Matrix. Esa
doble o múltiple presencia, según el caso, presenta
algunas complicaciones cuando el cuerpo material reclama estar
solamente aquí.
Las necesidades del cuerpo son sentidas como intrusismos que
desarticulan la relación inmersiva con la red. Ese estado de
fusión
con el objeto que provee una ilusión de simultánea
presencia aquí; sentado; y allá en la escena
observada, es un estado del cual es difícil salir. Por
eso, el "volver al cuerpo" es sentido por las personas como una
limitación a sus posibilidades de licuidificación y
multipresencia a través de las redes. Volver,
desconectarse es molesto, obliga a recordar la existencia de un
cuerpo limitado.
Paralelamente a la descorporeización en las redes, otro
cuerpo ha quedado en foco: el cuerpo fragmentado, disperso,
ubicable en una proliferación de patologías
psicosomáticas que lo hacen estallar en pedazos en sus
funciones.
Hemos propuesto la noción de "hipocuerpo" como una
vivencia actual favorecida por el contexto sociocultural y lo
hemos relacionado con la práctica de los deportes extremos
de moda, las
patologías psicosomáticas, el piercing y los
tatuajes.
La noción de hipocuerpo se relaciona con un devenir del
cuerpo en la actualidad. Sólo tiene razón de ser en
la medida que las nuevas tecnologías proveen a los actores
sociales de herramientas
que inducen a la multipresencia y a la
descorporeización.
El cuerpo denuncia a través de sus requerimientos dos
cuestiones: su presencia y la importancia del aquí,
rompiendo la fantasía del poder morar en
múltiples lugares simultáneamente.
La molestia que esto conlleva, la irritación frente al
corte de la ilusión mueve angustias narcisistas. La
omnipotencia anclada en la posibilidad de poder trascender el
espacio físico, se ve desnudada por los requerimientos del
aquí y se re-descubre, con malestar, la unicidad del
cuerpo en su materialidad.
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