En La Interpretación de los Sueños
(1900-1901) Freud nos dice
que el miramiento por la figurabilidad dentro del peculiar
material psíquico de que se sirve el sueño, consta,
las más de las veces, de imágenes
visuales. También señala que no todos los
sueños muestran esa trasmudación de la
representación en una imagen sensible;
hay sueños compuestos sólo por pensamientos.
¿Deberíamos pensar que los sueños de los
ciegos no pasan por la trasmudación a lo sensible, que
simplemente son pensados o sabidos como suelen serlo en la
vigilia? Ciertamente que no. Conozco sujetos adultos que han
cegado siendo niños y
todavía sueñan con imágenes visuales; a
otros que han cegado recientemente, los colores se les
van borroneando, desgastando, otros sueñan con colores
vivaces, fluorescentes, casi irreales. También puedo
relatar el caso de una joven mujer que hace
más de la mitad de su vida que está ciega. Cuando
sueña, ella se ve en el sueño como los otros la
ven, sin embargo se sueña ciega, es decir se "mira" pero
ella como protagonista del sueño, no mira, porque
está ciega. Sin embargo, el enigma, lo ofrecen, los ciegos
congénitos. ¿cómo sueñan? Les
pregunto a un grupo de
jóvenes.
-Tal como vivimos- contesta uno de ellos.
-Sueño con el traqueteo del tren, con su sonido, con mi
cuerpo en movimiento
-dice otro
-Sueño con un olor que me invadió, con la
suavidad o la aspereza de algo, contesta un tercero
-No sé por qué siempre sueño que estoy en
la casa de mi mamá y no en la mía- dice una
muchacha -¿cómo te das cuenta?, le pregunto -porque
mi departamento es pequeño, en seguida lo recorro, en
cambio la casa
de mamá es amplia, tiene muchas habitaciones, un patio
grande.
Dejemos de soñar y vayamos a la ciencia.
¿Qué nos dice hoy, 250 años después
de los planteos filosóficos a los que nos hemos referido
en las entregas anteriores?
Las opiniones, hoy como entonces, siguen divididas. Juan
Cuatrecasas (1969) (neurobiólogo) define al hombre como un
animal geométrico gracias a la función
visual sosteniendo que la proyección de las
imágenes es el soporte de nuestro pensamiento;
nuestra mentalidad se basa en la óptica.
Respecto del ciego de nacimiento, sostiene que sólo carece
de los referentes externos tales como la visión de los
colores, que siendo un fenómeno interesante no deja por
ello de ser secundario. Se trata de un fenómeno de
matización de las imágenes; sin embargo, no
resultan indispensables para la percepción
de las mismas. Para imaginar, la visión de los colores no
resulta necesaria ni tan siquiera la experiencia retiniana
individual puesto que la elaboración de las
imágenes es función de la más alta esfera
sensorial óptica autónoma del órgano.
El desconocimiento de las funciones
ópticas corticales y subcorticales -que confunde la
fisiología ocular periférica con la
psicofisiología de los centros encefálicos
relacionados con la visión-, es lo que ha llevado a
algunos autores a sostener que los ciegos no pueden concebir el
mundo en forma semejante a quienes ven porque sólo
tendrían acceso al concepto de un
espacio táctil derivado de las imágenes
táctiles localizadas en las yemas de los dedos. Sin
embargo, la supuesta suplencia táctil del ciego
sólo es parcial. Las percepciones táctiles pronto
se desprenden de sus caracteres específicos, tales como
presión, temperatura,
movimiento, etc, al ser centralizadas e interpretadas por el
sistema
nervioso dejando la sensación de forma, espacio, que
los centros corticales transforman en verdaderas sensaciones
espaciales.
Es indudable que existe una percepción de la
espacialidad a la que concurren, además de la
visión, diferentes sentidos, especialmente el tacto y el
sentido kinestésico, pero no determinan por si mismos la
percepción del espacio, este autor nos advierte que no
debemos caer en el error de intentar explicar las
representaciones espaciales del ciego por la suplencia
táctil ya que ésta, realizada a través de
los otros sentidos, es puramente formal y externa. Los datos obtenidos a
través del tacto son interpretados rápidamente para
situar el objeto palpado en proyección espacial porque el
ciego, tal como aclara Lacan, opera con la "visión
geometral", es decir, la visión situada en un espacio que
no es, en su esencia, lo visual".
En las antípodas de esta posición
encontramos al oftalmólogo, Alberto Valvo quien sostiene
que la percepción simultánea de los objetos es algo
insólito para aquellos que están habituados a la
percepción secuencial a través del tacto. De este
modo, afirma que los que vemos vivimos en el espacio y en el
tiempo; los
ciegos sólo viven en un mundo temporal pues,
construyéndolo a partir de secuencias de impresiones
táctiles, auditivas, olfativas, siendo incapaces de tener
una percepción simultánea, de crear una escena
instantánea. La idea que transmite es que el ciego, casi
exclusivamente, "vive en el tiempo".
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