Introducción. Desde la
más remota antigüedad encontramos referencias a la
existencia de rutas comerciales entre Oriente y el lejano, remoto
y un tanto desconocido Occidente plasmado en las temibles
"Columnas de Hércules" y el mítico reino de
Tartessos (la Tarsis bíblica). En este
pequeño ensayo me
propongo examinar qué relación existió entre
Mastia, la primitiva ciudad ibérica y
posterior colonia cartaginesa Qart Hadasth, hoy
Cartagena, y Tartessos en ese mundo del comercio,
conquistas y guerras en
base a referencias históricas de autores clásicos
bien conocidos.
El Estrecho de Gibraltar separa dos grandes masas de agua: el Mar
Mediterráneo por un lado, de aguas cálidas, y el
Océano Atlántico, de aguas frías, por el
otro. Cerrando el contacto entre ambas se encuentran Europa al norte y
África al
sur, dejando entre ambas un estrecho navegable que fue, en el
pasado, importante vía comercial entre los productos del
Norte de Europa, rica en metales y
productos exóticos como el ámbar, y los pueblos
ribereños del Mediterráneo como Fenicia, Creta,
Egipto,
Cartago, Etruria y Grecia, muy
necesitados de metales (el oro de los
ríos Genil, Darro o Segura, la plata del sur y sudeste, el
cobre de
Almería, Riotinto o El Algarve así como el plomo y
estaño
de Galicia) y otros artículos comerciales de lujo. Desde
los asentamientos fenicios,
griegos y cartagineses en Iberia partían rutas comerciales
hacia Oriente con escalas intermedias en la Magna
Grecia, Cartago, Etruria, Marsella, las ciudades de
Grecia y sus colonias en las diversas islas así como las
ciudades de Oriente Medio a través de Fenicia.
Históricamente, simplificando demasiado, parece ser que
la actual ciudad de Cartagena fue fundada alrededor del
año 227 a. C. por el general cartaginés
Asdrúbal Barca con el nombre de Qart
Hadasth (Ciudad Nueva). En este sentido Asdrúbal
prosiguió la inteligente política apaciguadora
de Amílcar Barca, su suegro, para granjearse la fidelidad
y neutralidad de los pueblos de Iberia, utilizando la fuerza militar
sólo en contadas e inevitables ocasiones. Para unos
historiadores la vieja ciudad ibera fue destruida, pero no consta
expresamente en ningún texto; para
otros simplemente fue ampliada y absorbida, remozándose
sus calles e instalaciones comerciales y fabriles al estilo
cartaginés. Concretamente García Bellido cree que
es posible que el regulo, con cuya hija
casó Asdrúbal, fuese el jefe de la ciudad el cual
le proclamó general de los iberos. Esta afirmación,
queda reflejada en un texto del poeta etrusco Rufo Festo Avieno,
su Ora Maritima o detallado viaje por mar desde
Cornualles a Marsella: "Después de Abdera, viene la
Nueva Cartago, fundación de Asdrúbal, sucesor del
Barca, padre de Aníbal. Es entre todas las ciudades de la
zona la más poderosa; goza de una situación natural
fuerte y de unas murallas bellamente construidas. Dispone de
varios puertos de una laguna y tiene minas de plata. Tanto en
ella como en sus cercanías abundan las industrias de
salazón y es el mayor emporio para los habitantes del
interior que vienen a buscar las mercancías llegadas por
mar y para los comerciantes extranjeros que quieren adquirir los
productos locales", todo lo cual da idea de una
prosperidad económica ya antigua, tanto en minas como en
industrias de pesquerías y salazones (productos ya
manufacturados).
Sin embargo, hay indicios de que los fenicios, grandes
comerciantes y navegantes de distintas ciudades-estado (Tiro,
Sidón, Biblos…) llegaron a estas costas en el siglo XI
a. C. y se cree que sobre el siglo V a. C. emigraron desde el
interior los "mastienos", pueblo ibérico que
fundarían Mastia, la capital de su
reino, en lo que hoy es el cerro del Molinete (Cartagena). Su
influencia se extendía por las actuales provincias de
Murcia, Almería, Alicante y algunas zonas de Valencia y
Albacete, siendo Mastia la principal ciudad. Que
Mastia ya existía en el s. IV a. C. como
ciudad es evidente en la expresión (Mastia
Tarseios, "Mastia en el reino de Tartessos" escrito en
su forma púnica) con que figura en el segundo tratado
romano-cartaginés del año 348 a. C. (citado por
Polibio). La relación entre Tartessos, ubicada en la zona
de Huelva-río Guadalquivir, y Mastia, en
la zona del actual Cabo de Palos, muy alejadas
geográficamente la una de la otra, está clara
cuando pensamos en que el Reino de Tartessos se extendía
por prácticamente todo el sur de Iberia (incluyendo su
influencia en Extremadura, Sevilla y quizá
Córdoba): así queda indicado por la relación
que Hecateo nos legó sobre las ciudades y tribus que
formaban parte del imperio de Tartessos, y más
concretamente por la que dice: "Mastienos, tribu en las
columnas de Hércules, Hecateo en Europa; son llamados
así por la ciudad de Mastia" y también por
la referencia a otras ciudades más de los mastienos:
"Sualis, ciudad de los Mastienos", "Sixos,
ciudad de los Mastienos", "Mainobora, ciudad de
los Mastienos" y "Molybdana, ciudad de los
Mastienos", las cuales corresponderían a las
ciudades de Suel, Sexi y
Mainake.
Es muy probable que fuesen los tartessos, originarios de la
zona de Onuba (Huelva), quienes en su
expansión hacia el oeste en busca de nuevas fuentes de
riqueza mineral influyesen positivamente sobre los mastios
inculcándoles su cultura y
suavizando un tanto su barbarismo ibero; al final, por la fuerza
o por intereses comunes (pesca,
salazón, minería…) fueron modelados por
éstos influyendo en su cultura
(orientalización). El hecho de que
Mastia fuera una ciudad costera permitió
que el comercio, la pesca y los salazones (para consumo propio
o para la exportación y/o intercambio comercial)
fuesen también pilares fundamentales para la economía de la zona.
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