Uno de los períodos más importantes de la
historia de
México en
el siglo XX tuvo lugar de 1928 a 1950 y se ha calificado de
Nacionalismo.
La revolución
mexicana había terminado para dar comienzo a un largo
período de reconstrucción, en el que los artistas e
intelectuales
inician una búsqueda de nuestras raíces que
permanecían mezcladas con las influencias provenientes del
arte europeo,
con el fin de revalorar la riqueza cultural y artística de
nuestro país. Las primeras manifestaciones con carácter nacionalista que surgieron fueron
la pintura
muralista y la música de
carácter popular. ésta última ofrece un
cambio
importante al intentar eslabonar la música culta con la
popular, en un afán de integrar las aportaciones de todas
las clases
sociales.
Al ser México un país con una larga
tradición cultural, la creatividad
musical ha sido uno de las constantes entre todos los mexicano;
aún la letra de las canciones presenta la parte contextual
de la problemática de la época y constituye una
forma de llegar al alma popular.
Entre todo los géneros de música popular es el
corrido mexicano el más revelador. Bien es sabido que
deriva de los romances originarios en Córdoba y Granada,
aunque en nuestro país adquieren un carácter de
periódico para los analfabetas desde el
siglo XIX.
El corrido ha sido una forma popular de expresar, a
través de la música y del canto, los aconteceres de
un pueblo; asimismo permite que la imaginería popular
visualice crónicas con escenas casi teatrales mientras se
narran eventos vividos
por algún personaje o sucesos de importancia acaecidos a
la comunidad.
Hacia el final de la segunda década del siglo XX, aparecen
varias obras teatrales inspiradas en este género; y
no es coincidencia que son tres dramaturgas mexicanas quienes
escriben textos dramáticos cuya estructura
dramática fue tomada del corrido al ser esta forma musical
la base para desarrollar el conflicto
dramático.
Las tres dramaturgas escriben estos textos en el mismo
año, aunque sólo María Luisa Ocampo
logró ver estrenada su obra en ese período. La
escasez de
montajes mexicanos era uno de los problemas
más graves que vivía el teatro; para
facilitar la ascensión de obras al escenario, la autora
colaboró con un grupo
importante llamado La Comedia Mexicana, constituido por un grupo
de dramaturgos varones y de un entusiasta y creativo grupo de
mujeres, encabezadas por Amalia de Castillo Ledón, quien
trabajaba en el gobierno federal.
La primera actividad fue presentar una temporada de teatro en
donde se dieron a conocer las mejores obras mexicanas de ese
período. De esta forma Ocampo estrenó El corrido
de Juan Saavedra, en 1929. Esta pieza versa sobre las
aventuras de Juan, luchador infatigable en contra de las
injusticias. La autora toma un hecho histórico"la revolución
mexicana" y un corrido emanado de la tradición popular,
con personajes del entorno rural para presentarnos la vida de un
grupo de campesinos comandados por Juan Saavedra. Ocampo ubica su
obra en Tixtla, pequeña comunidad del estado de
Guerrero, en los años 1912 y 1913. La estructura
dramática está compuesta por un Prólogo en
el que cantan tres personajes"un viejo, una ciega y un muchacho
medio-idiota", que es interrumpido para dar inicio a la
teatralización de la anécdota, que presenta seis
Cuadros y cierra con un Epílogo también cantado por
los mismos integrantes del Prólogo en que finalizan los
versos del corrido.
La autora recurre también a la idea de Fiesta, con el
canto de "Las mañanitas," conocida canción popular
con la que se acostumbra celebrar los cumpleaños, en este
caso de Chole, la novia y luego esposa de Juan, pero la
canción es combinada con cantos litúrgicos de
letanías religiosas entonadas por mujeres del pueblo. Los
versos de las mañanitas difieren de los tradicionalmente
conocidos al cantar lo siguiente:
No vengo a que te alevantes
ni a que abandones tu cama,
sólo te vengo a decir
que oigas cantar al que te ama.
Llorar, corazón,
llorar,
llorar si tienes por qué,
que no es afrenta en el hombre
llorar por una mujer…
Asimismo los músicos interpretan "Sobre las olas", el
vals mexicano mayormente reconocido en el mundo y que es original
de Juventino Rosas, y
además bailan "La Valentina", "El palomo" y "La chilena,"
típicas danzas mexicanas, mostrando con ello que aunque
sufran de injusticias y pobrezas, la música y la fiesta
siempre está presente en la vida de los mexicanos. Los
seis cuadros que nos presenta son independientes entre sí
y cada uno cuenta con conflictos
dramáticos distintos; aunque todos relacionados con la
injusticia social que se vivía en el país y la
lucha de Juan Saavedra en la revolución para acabar con
esos males. El último cuadro nos presenta el regreso de
los revolucionarios con la esperanza de iniciar una nueva vida
alejados del dolor de la separación y de la injusticia. y
con esta misma esperanza cierra el corrido tradicional.
La segunda de nuestras autoras es Isabel Villaseñor
(1909-1953) quien escribió Elena la Traicionera,
pieza en un acto, cuya importancia estriba en la
utilización del corrido mexicano como base estructural, en
la dramatización de una anécdota que anteriormente
era sólo cantada y en la selección
de numerosos elementos mexicanistas que anteriormente se
podían encontrar en la plástica de ese
período.
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