Il devient sans réalité parce que sans
imaginaire, il est partout, mais dans une simulation
généralisée.
Jean Baudrillard De la séduction. I.
«L"écliptique du sexe».
He aquí que mi amigo Verganza, siempre dispuesto a
favorecer el diálogo y
la
comunicación pese a los muchos fracasos cosechados a
lo largo de su dilatada existencia, me hizo llegar, por e-mail,
las grabaciones de otra de las muchas y largas conversaciones que
por doquier mantiene. Tan convencido está que esa es la
única forma de mejorar a la humanidad. Como todo lo que me
envía este hombre me
parece altamente estimable, así de en tan buena
consideración le tengo, me tomé luego el trabajo de
transcribir lo que oralmente se dijo. Aquí está el
fruto de mi trascripción. He procurado adaptar las
peculiaridades de la oralidad a las convenciones de la escritura,
siendo fiel, en todo momento, a lo que se pronunció de
palabra. He procedido sin añadir ni quitar yo
absolutamente nada, pues no deseo tomar parte en controversias
tan espinosas. Al final, como podrán observar, he
adjuntado los textos que unos a otros se enviaron.
Confío en que la exposición
de esta curiosa controversia, tan rara e infrecuentemente
celebrada, pueda servir a los demás tanto como me ha
servido a mí mismo y sea de provecho para reflexionar y
para que cada cual pueda sacar sus propias conclusiones.
GYNANDRO
Dramatis personae: Escipión, Verganza, Laika,
Wolfina y Gynandro.
Escipión: Bueno, ya nos hemos saludado, hemos
tomado café,
fumado los fumadores, protestado quienes no fuman, hemos cruzado
los preliminares de rigor de nuestro encuentro y ya me parece que
deberíamos ponernos serios y, entrando en materia, hacer
el trabajo que
venimos aquí a realizar y por el que nos hemos convocado.
He aquí que nos hemos reunido esta tarde, como quedamos,
para mantener una conversación razonada sobre las
relaciones entre los dos sexos, las mujeres y los hombres, de la
que podamos sacar si no una resolución de todos los puntos
que toquemos, sí al menos una panorámica y una
cartografía del tema que nos hemos
propuesto investigar conjuntamente. Eso nos podrá ser de
ayuda a todos.
Sugiero que desarrollemos una charla en la que cada cual
exponga lo que piensa, no lo que crea conveniente, y que lo haga
acudiendo a la literatura que conozca y sin
tener ningún reparo en hablar con libertad, con
parresía, con esa libertad de
expresión que caracterizó a la Grecia
clásica.
Puesto que nuestra charla es privada no hay que temer los
comentarios maliciosos, difamatorios, calumniadores o,
simplemente, estúpidos e ignorantes, de los que son objeto
los personajes públicos o quienes manifiestan sus
argumentos públicamente. No habrá que temer tampoco
a la censura ni a los juicios de adscripción de quienes
aquí nos manifestamos a determinados grupos de
presión, esos colectivos ideológicos que se
manifiestan a favor o en contra de lo que escuchan según
se les diga o no se les diga, lo que quieren oír.
Verganza: Me parece bien lo que indicas y me alegro de
poder tener
otro debate contigo
tras el que mantuvimos el otro día, en el cual,
afortunadamente, participarán éstas
compañeras que han venido a nuestra cita. De donde
saldrán seguramente muchas ideas indispensables que no se
emitirían si estuviesen ausentes y tuviésemos,
nosotros dos, nuevamente, en solitario, una segunda
conversación. Podría decir que si hubiese
dignidad humana ésta, o bien habría de ser
compartida por todos los capaces de razón por igual o bien
dividirse en dos partes, ambas iguales o desiguales -y con esta
afirmación interrogativa empiezo, si me lo
permitís- una parte que correspondiese a las mujeres y
otra parte a los hombres. ¡Es broma! Estoy de acuerdo con
Escipión, demos por comenzado el debate que nos trae
aquí hoy. Pero por lo que a mí respecta prefiero
escuchar primero y hablar después. Empezad vosotros, por
favor.
Laika: Pues sea broma o no me parece evidente que nada
hay que dividir en partes ni iguales ni desiguales entre los
hombres y las mujeres. De lo que se trata es de la igualdad de
derechos que
corresponde a todo ser humano en tanto que ciudadano. Las mujeres
de la
Ilustración -como Christine de Pizan, Mary
Wollstonecraft, Olympe de Gouges, Madame de Châtelet- y
algunos hombres preclaros -como Poulain de la Barre o John Stuart
Mill- que cobraron conciencia de la
situación de patriarcalismo en la que,
paradójicamente, incurría la propia Revolución
Francesa y exigieron la coherencia de vindicar derechos iguales
para las mujeres. A ese movimiento de
emancipación de la tutela de lo
masculino hegemónico que las mantenía subordinadas
desde tiempo
inmemorial es a lo que llamo Feminismo.
Esta es mi carta de
presentación y el lugar desde el que abordo la materia que
me habéis invitado a discutir con vosotros.
Escipión: Muy bien. Pues ya que proporcionas
bibliografía en el
modo de nombres referentes para la cuestión a dilucidar te
indicaré que me parece unilateral. Quedan así
descartadas innumerables obras y pensadores bajo el calificativo
de misóginos y machistas, veo el problema de dialogar con
quienes no han leído bien, sino que en caso de haber
mirado los libros que
constituyen sus referentes polémicos lo han hecho
sólo buscando corroborar sus prejuicios y su
posición, un lugar a priori de superioridad alcanzada ya
previamente por considerarse la cúspide del progreso.
Kant es
misógino y machista por escribir en sus Observaciones
sobre lo bello y lo sublime que la mujer es bella
y el hombre es
sublime. También lo sería por no incluir entre la
ciudadanía a las mujeres, inclusión
que quizás habremos de discutir si es una ventaja o un
progreso o todo lo contrario. Emmanuel Kant también
será racista puesto que en la obrita que acabo de
mencionar indica: "Ese hombre era completamente negro, prueba de
que cuanto pudiera decir habría de ser necesariamente
estúpido".
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