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Techne vs. Poiesis: la ontología heideggeriana frente a la imagen del mundo (página 2)



Partes: 1, 2

           
La investigación, es un proceso en el que se
delimita un cierto ámbito de conocimiento. El
esbozo determina la forma de conocimiento, es decir, el
modo de conocer ese campo acotado por la investigación. Y
a la relación entre el campo por conocer y el modo de
conocerlo se la denomina el rigor de la
investigación. De ésta manera se garantiza el
proceso que lleva al dominio de un determinado campo de
objetos.

           
La investigación es esencialmente matemática.
"tá mathémata", significa para los griegos
"aquello que el hombre conoce de antemano al examinar lo
existente" (SP, pag-70). De los animales lo animal, de los
hombres lo humano. El resultado del proceso científico, la
explicación, no es más que -dice Heidegger
"el esclarecimiento de lo claro".

           
Aquí se puede ver la coincidencia entre el proceder de la
metafísica tradicional, definida por Aristóteles es
como "el estudio del ente en cuanto ente", y el proceder de la
investigación físico-matemática. La ciencia
moderna consuma la metafísica tradicional, pues generaliza
unilateralmente la idea de ente, centrándose en lo
presente y manifiesto.

           
Ya hemos dicho que la investigación delimita un campo de
objetos y queda por tanto restringida al estudio de ese campo.
Este hecho da lugar a la especialización, de la que
depende lo que generalmente se conoce como Progreso.

           
Ante la especialización, el sabio es sustituido por el
investigador, con lo que se pierde la posibilidad de abordar la
totalidad. Ya no hay un Saber con mayúscula, sino saberes
que progresan vertiginosamente cada uno en su campo. "El
procedimiento de la ciencia queda cercado por sus resultados"
(SP, pag-75). Las distintas disciplinas permanecen atrapadas en
el dominio del ente que estudian.

           
Yendo más lejos en este análisis, vemos, que el
investigador clásico del alborear de la ciencia, el que
exclamaba "eureka" (lo encontré); ha desaparecido
igualmente, sustituido a su vez por un equipo de investigadores,
ninguno de los cuales individualmente, puede abarcar la totalidad
del proceso en el que toma parte.

           
Esto nos lleva hasta la tercera determinación fundamental
de la ciencia moderna, que es la empresa, palabra que
alude al carácter institucional de la investigación
científica. Que la investigación se realice en una
institución es una exigencia de la ciencia moderna. La
investigación y no el cultivo de la sabiduría, es
lo que privilegia la empresa de forma unilateral. A través
de la institución la ciencia se aísla en la total
explotación y dominio de su campo.

           
La unión de todos los elementos propios de la
investigación dan lugar a un proceso sistemático.
Aquí destaca Heidegger que el concepto de sistema era
ajeno al helenismo, por lo que no tienen sentido ciertas
expresiones de la historiografía filosófica, como
cuando se dice: "el sistema de Platón" o "el sistema de
Aristóteles". Tal aseveración se produce al aplicar
categorías de la modernidad a la lectura de los antiguos.
Heidegger afirma que la ciencia moderna es distinta de la
"scientia" medieval y también de la "epistéme"
griega. Son distintos modos de interpretar lo existente y no
puede decirse que uno de ellos sea más verdadero que
otro.

           
En este punto critica a la idea de Progreso. No tiene sentido
decir que la ciencia moderna sea más exacta que la
antigua; porque la exactitud es una característica
esencial de la ciencia actual, más no de la antigua. De
manera que si queremos comprender algo, es necesario que no
caigamos en comparaciones "desde el punto de vista del progreso"
(SP, pag-70). Comparaciones que son arbitrarias, por querer
calificar a la ciencia antigua con los patrones de medida de la
ciencia actual. Y añade Heidegger: "Nadie se
atrevería a decir que la literatura de Shakespeare sea
más adelantada en comparación con la de Esquilo"
(SP, pag-69).

           
Ya hemos mencionado que la investigación es esencialmente
matemática, consecuencia de ello es que tal
investigación se lleve a cabo a través del
experimento. Ya hemos dicho que la exactitud era ajena al mundo
antiguo, y ahora Heidegger resalta como al no llegar a emplear el
experimento, ni la doctrina medieval ni la
"epistéme" griega eran ciencias en el sentido
moderno de la investigación. El experimento se
caracteriza por "poner como fundamento una ley". La ley establece
de antemano las condiciones de representación de un
determinado campo de lo existente.

           
Heidegger critica a las ciencias históricas, diciendo que
éstas han caído en el campo de atracción de
las ciencias de la naturaleza. Las ciencias históricas se
han reducido a "representar lo constante y a convertir la
historia en objeto"; se han limitado al estudio de "lo
siempre-ya-existido, de lo comparable". La ciencia
histórica convertida en investigación lleva a cabo
un proceso de explicación. Un proceso que no es más
que una simplificadora "reducción a lo comprensible" del
pasado; pasado que ha sido convertido en objeto por la
"crítica de fuentes".

           
La historia sólo puede ser objeto cuando ha transcurrido,
de ahí su incapacidad de predicción de los
acontecimientos futuros. Al estudio de la ciencia
histórica escapa lo que Heidegger llama "lo grande de la
historia", que no es reductible a leyes y que por tanto, es
apartado como "excepción". (SP, pag-74).

           
La investigación tiene en cuenta lo existente en cuanto le
es posible ponerlo a su disposición. "Naturaleza e
historia pasan a ser objeto del representar explicativo" (SP,
pag-77). El sentido pragmático y positivista de la ciencia
moderna reduce el campo de lo real al ámbito de lo
dominable y explotable. La capacidad humana de relacionarse con
el mundo queda disminuida y mermada por una ciencia
unívoca.

           
"El rigor de la ciencia matemática es la exactitud. En
ella, todos los procesos tienen que ser determinados previamente
como magnitudes de movimiento espacio-temporales… Por el
contrario, todas las ciencias del espíritu y aun todas las
ciencias de lo viviente, precisamente para permanecer rigurosas,
tienen que ser necesariamente inexactas. Sin duda puede
concebirse también lo viviente como magnitud de movimiento
espacio-temporal, pero entonces ya no se capta lo viviente" (SP,
pag-71).

           
Platón y Aristóteles anticipan el pensamiento de
Descartes. Pero es a partir de Descartes, cuando se explicita que
sólo existe aquello que se ha convertido en objeto por
medio de un representar, y cuando la verdad se convierte
definitivamente en certidumbre del representar (SP, pag-78).

           
Toda la metafísica moderna, se mantiene en esta
interpretación de lo existente y de la verdad que arranca
de Descartes; con quien empieza a consumarse la metafísica
occidental. El "cogito" cartesiano instaura al sujeto como
referente de todo lo existente. Heidegger advierte que la palabra
"subjectum" aquí empleada, debe tomarse como la
traducción de la palabra griega "hiphokéimenon",
palabra que designa una presencia instituyéndose como
fundamento y que en principio no tiene ninguna referencia al
hombre y mucho menos al yo.

           
En la filosofía griega todo subjetivismo es imposible, en
ella el hombre no puede llegar a ser sujeto porque "el ser es
presencia y la verdad desocultamiento" (SP, pag-93). Representar
es poner ante sí lo existente, y este es el proceso que
lleva a cabo el sujeto moderno, convirtiéndose en la
referencia unívoca de la palabra "hiphokéimenon".
"El hombre pasa a ser aquel existente en el cual se funda todo lo
existente" (SP, pag-79).

           
La Filosofía pasa a ser una antropología
antropocéntrica y antropomórfica. En su
representarse, el sujeto transforma la concepción de la
totalidad de lo existente, construye una "imagen del mundo" y se
instala en ella. "En el imperialismo planetario del hombre
técnicamente organizado, llega a su punto de apogeo el
subjetivismo del hombre, para luego establecerse e instalarse en
la llanura de una uniformidad" (SP, pag-97).

           
El hecho de que el mundo pase a ser imagen es paralelo al paso
del hombre a ser "subjectum". En ésta dualidad reside la
paradoja de que a medida que se uniformiza el mundo, a medida que
se vuelve más objetivo; tanto más subjetivo se
vuelve el sujeto. Nunca antes en la historia de la humanidad se
había vivido una época en la que "lo no individual
se impusiera en forma de lo colectivo" (SP, pag-78), pero tampoco
nunca se había vivido un individualismo y un subjetivismo
tan extremos.

           
A diferencia del hombre moderno, el hombre griego se dejaba
abordar por el acontecer de lo que venía a la presencia.
El giro moderno se caracteriza por el hecho de que el hombre deja
de percibir lo existente y empieza a representarse lo existente.
"A diferencia del percibir griego, es totalmente distinto el
significado del representar moderno" (SP, pag-81).

           
El mundo moderno se asienta sobre una estructura de la realidad
que es fundamentalmente reflejo. En un mundo donde vemos lo real
sustentado en la nada eléctrica de las imágenes de
un televisor, participamos de una
metafísica-ficción; de una presencia sin Ser donde
no se pregunta por la realidad última de lo que vemos,
porque la imagen agota el dominio de lo real. En la Edad moderna
"sólo lo que es comprobable científicamente, es
decir, lo que es calculable, puede valer… como efectivamente
real" (PA, pag-8).

           
Nuestra sensibilidad se ha ido acostumbrando a no admitir nada
detrás de la efímera frontera de la imagen, el
mundo es comprendido como imagen. "Cuando lo existente se ha
convertido en objeto de la representación, pierde en
cierto modo el ser" (SP, pag-89). Esto provoca una
sensación de inseguridad y rápidamente se suple tal
pérdida atribuyéndole un valor al objeto. De esta
manera, el valor pasa a ser una parte esencial  de la
moderna imagen del mundo.

           
El triunfo del método científico es visto por
Heidegger como el imperio de la cibernética, que se
caracteriza por el control sobre todo suceso mundano. Lo que
permite controlar un suceso es la información, y es ante
el procesamiento indiferenciado de la información ante el
que desaparece la diferencia entre una máquina
automática y un ser vivo. Heidegger entiende por
Cibernética, la posibilidad de dominar tanto el
mundo inanimado como el vivo, de manera absolutamente uniforme,
lo que hoy llamamos Biopolítica y ha alcanzado su
determinación en la Genética.

           
La Bioquimica con el descubrimiento del "plan de vida" inscrito
en los genes, mantiene "la espectativa segura de poder un
día llegar a dominar la producción y
creación cientifico-técnica del hombre" (PA,
pag-9). Esta idea de la bioquímica constituye uno de los
principales ejemplos de la tendencia cibernética, que no
obstante, "se ve forzada a confesar que por ahora aún no
es posible tener un control total del ser humano" (PA, pag-10).
La libertad humana tiene un efecto perturbador en la
cibernética y es entendida por esta como su principal
obstáculo.

           
Todos los rasgos de la Era moderna precedentemente enumerados,
ponen de manifiesto que nunca hubo una imagen del mundo medieval
o antigua; "el hecho de que precisamente el mundo pase a ser
imagen, caracteriza la esencia de la Edad moderna" (SP, pag-80).
Ver en cada época una imagen del mundo, es otra de las
tergiversaciones de la historiografía moderna, como
consecuencia de pensar la historia desde la investigación;
que sistematiza y ordena el pasado con categorías del
presente.

           
Precisamente porque en Platón y Aristóteles
empezaba la gestación de la época moderna, la
historiografía filosófica nos los ha presentado
como los representantes del pensamiento griego por antonomasia;
considerándoles como el fruto y desarrollo de todos sus
predecesores. "El hombre griego "es" al percibir lo existente, de
ahí que en el helenismo, el mundo no pudiera llegar a ser
imagen"  (SP, pag-81). La idea de verdad, como
adecuación entre sujeto y objeto, aparece a partir de
Platón y predomina desde entonces, hasta cerrarse entorno
a ella el mundo moderno. El triunfo de ésta
concepción es lo que ha provocado que la ciencia sea
entendida de forma instrumental y su verdad medida, a partir de
su eficacia.

           
Decir que la técnica es un instrumento, un medio para
ciertos fines, es correcto, más lo correcto no es
aún lo verdadero (PT, pag-9). La técnica es una
producción asistida por el hombre y producir es llevar
algo de su estado de oculto a su estado de no oculto. A este
desocultar los griegos lo llamaban "alethéia". Los romanos
la traducen por "veritas", pero ya se han extraviado,
entendiéndola como la rectitud del representar. Con esta
significación equívoca llegará a nuestras
lenguas. En español "la verdad", en aleman "Die Wahrheit",
se refieren ambas, a la certidumbre del representar.

           
Pensando a la griega, Heidegger pone de manifiesto lo que para el
pensamiento moderno resulta incomprensible, esto es, que la
técnica no es un mero "instrumentum", sino que es un modo
del desocultar. "Si reparamos en ello, entonces se nos abre, para
la esencia de la técnica, un ámbito totalmente
diferente. Es el ámbito del desocultamiento, es decir, de
la verdad" (PT, pag-12), (Cfr.Ser y Tiempo, par-44).

           
Al analizar el término griego "téchne", se observa
bien este hecho. Porque para el griego la "téchne" no
mienta unívocamente la actividad instrumental de
fabricación de útiles, sino que engloba en su
significación a todas las artes en general y
acentúa su carácter creativo; es un "saber" (PA,
pag-11).

           
Cuando la "téchne" griega forma parte del producir, de la
"poiesis"; entonces se revela como un modo del desocultar, es
decir, como forma de la verdad, en cuanto ésta consiste en
traer a la presencia lo que está oculto. "Lo decisivo de
la "téchne" no consiste en manera alguna en el hacer y
manipular, ni en el empleo de medios, sino en el referido
desocultar. En cuanto tal (desocultar), no como fabricar, la
"téchne" es un pro-ducir" (PT, pag-13).

           
La naturaleza, la "physis" griega, es "aquello que permite el
despliegue desde si mismas de las cosas que no necesitan ser
producidas por el hombre para hacerse presentes" (PA, pag-7).
"Physis" y "téchne", las dos formas del desocultar griego,
se pertenecen recíprocamente; no se enfrentan una con la
otra.

           
En cuanto a la técnica moderna también ésta
es un desocultar. Pero es una forma de desocultar que ha perdido
su carácter originario y con ello su libre relación
con la naturaleza (physis). La técnica moderna ya
no es un pro-ducir en el sentido de la "poiesis", sino que
consiste en un provocar. La ciencia moderna ejerce violencia
sobre la naturaleza, la provoca, la explota y la fuerza. Es
aquí donde Heidegger, enlaza ciertamente con la moderna
ecología.

           
Abrir, almacenar, transformar y distribuir son modos del
desocultar provocante de la técnica moderna, que busca el
dominio y la seguridad. El último Heidegger
entenderá la poesía de Hölderlin, como
expresión de dolor ante el espectáculo de una
naturaleza dominada.

           
El hombre desde siempre ha sido interpelado por lo no-oculto, por
lo presente. Si responde a ese llamamiento, entonces persigue a
la naturaleza como región de su representar, como objeto
de investigación, y queda reclamado por un único
modo de desocultar y sólo éste. Ahora bien, a
aquella interpelación que reúne al hombre en la
tarea técnica de nuestra era moderna, Heidegger la
denomina imposición (Gestell).

           
La imposición es el mapa del estrecho ámbito de
posibilidades que se le abre al hombre instalado en el desocultar
provocante. "La ciencia como investigación es forma
indispensable de ese instalarse en el mundo, uno de los caminos
por los cuales se precipitó la Edad moderna con una
velocidad del cumplimiento de su esencia desconocida por los que
participaban en esa lucha, con la cual la Edad moderna
penetró en el capítulo decisivo, y es de suponer
que más duradero, de su historia" (SP, pag-84). El hombre
moderno ha creado los medios técnicos para instalarse en
el mundo, creación pensada como propia pero cuyo acelerado
progreso encubre su procedencia original. Esta no es sino una
determinación de cumplimiento de la historia acontecida,
un destino.

           
Heidegger piensa que en el cumplimiento, en el llevar y llegar
hasta el final de la Era moderna, asistiremos al periodo
más largo y decisivo de la historia. Largo porque se puede
eternizar, y decisivo porque de su  superación
depende el futuro del hombre. Sólo tras la
consumación y cumplimiento del destino al que estamos
asistiendo en la modernidad, podrá el hombre preparar la
historia futura.

           
La técnica no sólo es la esencia de la Edad
moderna, sino que es un destino ante el cual no caben ni la
negación ni la sumisión. El ejercitar ciegamente la
técnica o sublevarse con violencia contra ella nos impiden
pensar la técnica, y como impensada ésta perdura en
su forma representativa y calculadora.

           
Al perdurar del desocultar provocante requerido como
imposición, Heidegger lo denomina "el peligro". Y
señala como precisamente el hombre amenazado por el
"peligro supremo", esto es, el hombre amenazado por el imperio
definitivo del destino como imposición, (un imperio que
acaba expulsando toda posibilidad de desocultamiento); justamente
ese hombre -cito a Heidegger- "se pavonea en la figura de
señor de la tierra" (PT, pag-23).

           
El cerrarse del mundo humano sobre lo presente, el destino
técnico de nuestra Era, no puede ser quebrantado por el
hombre actual. Este tiene que preparar y propiciar una apertura,
promover un giro que le devuelva a los fundamentos no transitados
y olvidados por la historia. Su primer paso consistirá en
no eludir las cuestiones enunciadas, en reflexionar sobre ellas,
y en meditar también sobre otras posibilidades. "Lo que
sigue siendo necesario es comprender que tal pensar no es un mero
preludio para la acción, sino la acción misma, la
acción decisiva gracias a la cual solamente puede empezar
a cambiar la relación del hombre con el mundo" (PA,
pag-5).

           
Heidegger habla además de lo que él llama "lo
gigantesco", como una cuestión que gravita sobre el mundo
moderno y que todavía no se ha manifestado de manera
decisiva. Este término alude a lo incalculable, a lo
desmesurado, a lo encubierto que se descubre tras lo que en
apariencia creíamos absolutamente calculado y
dominado.

           
Piensa que éste hecho es el que ha ocasionado que la
física actual se empiece a dar cuenta de sus
límites. "A ello correspondería el proceso de
creciente resignación de las pretensiones de la ciencia,
que Heisenberg describe de forma impresionante" (PT, pag-20). Y
cita a continuación la obra de Heisenberg "La imagen del
mundo en la física actual".

           
En una metáfora platónica Heidegger nos habla de lo
incalculable como la luz que yace tras la sombra y que la
fundamenta. Para que haya una sombra necesariamente ha de haber
una luz que la provoque, incidiendo sobre un cuerpo opaco. Las
sombras son mensurables, cuantificables, susceptibles de
medición; pero la luz que las proyecta se sustrae a todo
calcular.

           
Ante el estado de cosas del mundo moderno sólo caben dos
disposiciones: 1) preguntarse por la técnica y de esta
manera, abrir un camino que apunte hacia el advenimiento de una
nueva relación con el mundo. 2) meditar sobre otras
posibilidades, otras formas del desocultar. Y de entre todas
ellas meditar sobre el Arte (entendido como "poiesis",
como creación y producción);
retrotrayéndonos hasta ese mutuo pertenecerse de la
"physis" y la "téchne", (a ese mutuo
pertenecerse entre Naturaleza y Arte); retornando tiempo
atrás, hasta lo olvidado e impensado, hasta alcanzar una
experiencia originaria y auténtica de la existencia.

           
En definitiva, la tarea del hombre es situarse en ese punto
intermedio entre lo oculto y lo desocultado. Y para ello
deberá preguntarse, llevar a cabo una auténtica
meditación que le oriente hacia esas Sendas Perdidas en
las profundidades de la historia; una reandadura del camino que
nos lleve a la senda del Ser, donde el hombre pueda ser padre y a
la vez hijo de la tierra.

BIBLIOGRAFIA

Para tratar el tema de la crítica heideggeriana a la
técnica moderna, vamos a remitirnos a tres momentos en los
que Martin Heidegger trata expresamente esa cuestión.

           
1) En 1950 se publica la obra de Heidegger titulada
"Holzwege" –Sendas perdidas– (SP) compuesta de seis
ensayos, el segundo de los cuales, "Die Zeit des
Weltbildes" –La época de la imagen de mundo-,
aborda el tema de la ciencia moderna.    

           
2) El 18 de noviembre de 1953 Heidegger pronunciaba una
conferencia bajo el título –La pregunta por la
técnica
– "Die Frage nach der Technik" (PT),
recogida como el primero de los trabajos que constituyen el
volumen "Vorträge und
Aufsätze, –Conferencias y ensayos
publicado un año después.

           
3) El 4 de abril de 1967 volverá a tratar Heidegger el
problema de la técnica en otra conferencia, que bajo el
título "La procedencia del arte y la
determinación del pensamiento
" (PA) pronunciaba en la
Academia de Artes y Ciencias de Atenas. El manuscrito original de
este texto fue regalado a Walter Biemel con la siguiente
dedicatoria: "Para Walter Biemel, en agradecimiento por su gran
labor prestada -que es fruto de una larga experiencia- en la
preparación de la edición de las Obras
Completas
. Friburgo en Br., 10 de Marzo de 1974, Martin
Heidegger" (Walter Biemel zum 65. Geburtstag). El
texto fue editado por Petra Jaeger y Rudolf Lüthe en:
"Distanz und Nähe: Reflexionen und Analysen zur Kunst der
Gegenwart". Würzburg 1983, 11-22. El mismo texto
se halla programado a su vez para el tomo aún
inédito de sus "Obras Completas": M. Heidegger,
Vorträge, Gesamtausgabe, vol. 80.

A partir de las tres investigaciones heideggerianas citadas es
que hemos abordado el tema de nuestro artículo y la
materia de nuestra comunicación.

 

 

Autor:

Simón Royo Hernández

Doctor en Filosofía por la Universidad Nacional
de Educación a Distancia. Miembro de los Grupos de
investigación "Pólemos" y "Palimpsestos" de la
citada universidad.

Imparte un módulo como profesor en el MASTER
"Europa Fin de siglo" de la UCM y desarrolla en la actualidad una
investigación Postdoctoral en la UNED sobre el pensamiento
de Platón.

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