Sobre el valor simbólico y la lectura figurativa en ideogramas de solución abstracta
Todo parece indicar que las pinturas rupestres aborígenes
de las cuevas de Punta del Este, Cuba, acusan la existencia de un
sistema de signos ideográficos inteligentemente articulados.
El estudio de sus relaciones internas, así como las
variantes que ellos recrean -de posición, de relación o
de situatividad entre los propios signos y entre los signos y el
contexto topográfico- así lo hacen ver.
Ahora, cómo plantearse la lectura de estos murales
rupestres. Según tesis de Frantisek Miko (1988) para el
análisis del texto literario, un sistema expresivo contempla
dos subsistemas: el de la operatividad y el de la iconicidad. Si
tenemos en cuenta las generalidades que establece este autor,
podríamos llegar a una primera deducción.
Como texto, el sistema de ideogramas rupestre de Punta del
Este funciona hoy a medias, porque se ha perdido la operatividad
del discurso y, por lo tanto, el significado del mismo. Tenemos
el símbolo, pero no lo que representa. Una imagen que
esconde el concepto. De modo que sólo poseemos, y no siempre
ni en la misma medida, el modelo de la iconicidad con su
simbología y algo de su lógica. Dos últimos
aspectos que he ido desbrozando a lo largo del estudio de estas
pinturas indoantillanas (Alonso, 1992).
Ahora, esta irregularidad por la posesión de la
simbología y de la lógica del modelo icónico va a
estar dada, entre otras, por una razón muy evidente: la
"lectura" de un pictograma aborigen es, en la actualidad, el
resultado de un análisis que está condicionado por
nuestra formación extraña al momento
socio-histórico en que fue creado dicho icono. Es el fruto
de un análisis a posteriori y, por lo tanto,
desenfocado. Es decir, se trabaja sobre el efecto plástico
que provoca la representación, pero se desconoce la causa o
el motivo original de la representación.
Por otro lado, y directamente referido al valor
simbólico, existe una falaz relación que establece la
calidad simbólica de la obra indígena a partir del
referente que ella denote. Un paradigma que ejemplifica el hecho
es la pintura realista del Franco-cantábrico. En ésta,
el razonamiento contemporáneo asume estas pinturas,
automáticamente, como diseños de alto valor
simbólico por cuanto se reconoce su móvil desde el
punto de vista plástico: la reproducción, a veces de un
naturalismo sorprendente, de la figura animal. Una creación
pictórica, sin embargo, que está subordinada a una muy
cercana relación del hombre con el modelo vivo de las
distintas especies de la fauna que representó. Sin embargo,
en las "lecturas" que se hacían de estos murales
generalmente se desechaba, desde el punto de vista igualmente
simbólico, aquellos elementos abstractos -geométricos o
no-, los cuales no tienen un referente identificable.
Esta última situación caracteriza al arte rupestre
de Punta del Este y su (im)posibilidad de lectura. No podemos hoy
inferir el motivo real que mueve a la representación del
símbolo, pues el resultado es una expresión
abstracta de orden geométrico lineal. Sin embargo,
sí podemos deducir su valor simbólico desde la
perspectiva del propio diseño como representación
sensible: la proporción, el ritmo, la simetría, la
armonía, la composición, el tamaño, la
posición, la expresividad de las áreas, el color, la
relación con el contexto topográfico, elementos todos
que expresan su calidad simbólica y cualifican un estilo
(Alonso, 1990).
A ello se puede sumar otros aspectos inherentes a la propia
actividad simbólica, por ejemplo: la selección de un
lugar adecuado para la plasmación del signo; o también
aquel elemento sacro-lúdico que se origina en el momento de
la propia creación. Cuando estudiaba el conjunto ilustrado
en la lámina 1, aquel que contiene las características
que definen al arte rupestre de líneas inconexas
(Maciques, 1991), me venía a la mente un rasgo de
carácter simbólico que ellos reservan: y es ese estado
emotivo que pudo suscitar en el hacedor el acto de hacer
destacar, de entre la infinita indiferenciación de las
rugosidades calizas, aquellos pequeños rasgos irregulares de
la piedra que, al ser resaltados por el color negro, creaba la
expectativa de la futura grafía a elaborar.
Lámina 1. Pictograma de la CNII descubierto en |
Existen autores que, aún reconociendo el valor
simbólico que muestran diseños de solución
abstracta, fuerzan el acto interpretativo otorgándole a
algunos de estos conjuntos el carácter de dibujos
figurativos, tanto antropomorfos como zoomorfos. Dibujos como los
que aparecen en la lámina 2 son objeto de estas
antípodas valoraciones.
Lámina 2. Pictografías de solución |
Si bien Fernando Ortiz mantuvo la máxima de "leer" que el
arte de Punta del Este, "todo el simbolismo y sin esfuerzo
realista, trata de representar por emblemas simples y casi
exclusivamente lineales y geométricos sus conceptos de lo
sobrenatural, quizás antropomorfizados o zoomorfizados en
los mitos de sus mentes pero no en las expresiones plásticas
de su arte" (1943:133), otros reconocidos autores como Herrera
Fritot, Antonio Cosculluela, Royo Guardia y Núñez
Jiménez, tradujeron a expresiones figurativas algunos de
estos "emblemas".
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