- Antecedentes de una
broma - El
- La broma
inteligente se vuelve un éxito - Lo
alternativo pelea por el centro
Con un tiraje de 70 mil ejemplares, más de 160
números editados y formato de periódico,
The Clinic es la revista
más vendida de Chile. Desde su creación en 1998,
este quincenario también es un referente obligado de la
prensa
alternativa en Latinoamérica. Sus características
son el humor descarnado, la escritura
irreverente, su rechazo contra todo lo que implicó la
dictadura
militar y su búsqueda constante por revelar las
contradicciones de la sociedad
chilena.
A finales del año 1998, mientras Augusto Pinochet
estaba detenido en Londres, el escritor Patricio Fernández
reunió en Santiago a un grupo de
amigos con la intención de sacar un panfleto que
cuestionara la manera en que se enfocaban las noticias sobre
el antiguo militar. "Aún se le trataba con mucho recelo.
Nosotros intentamos volverlo humano al viejo. Lo intocable se
volvía tocable", nos dice Fernández.
Así nació The Clinic, una
publicación satírica que incluía
comentarios, ilustraciones, bromas corrosivas y que en sus
inicios no tuvo ningún tipo de proyección a largo
plazo. Fernández había copiado el nombre y los
caracteres de The London Clinic, la institución en la que
un desgastado Pinochet esperaba sentencias sobre su futuro. La
detención del ex-general, promovida por el juez español
Baltasar Garzón, había acaparado la atención internacional y el caso se
presentaba como un hecho histórico del derecho
internacional y la defensa de los derechos
humanos.
De distribución gratuita, The
Clinic apenas tuvo cuatro páginas, en blanco
y negro. Se editaron ocho números de manera irregular y
autofinanciada. El pasquín fue un producto
interesante y no pasó desapercibido, pero nadie
imaginó que en pocos años se
convertiría en la revista más leída de
Chile.
Antecedentes de una
broma
El 11 de septiembre de 1973 comenzó la llamada guerra contra
el terrorismo,
cuando el general Augusto Pinochet dio un golpe de Estado
contra el presidente chileno Salvador Allende. En la
actualidad, se tienen pruebas
concretas de que el gobierno
norteamericano tuvo conocimiento y
apoyó ese sangriento golpe de Estado que
implicó la muerte de
Allende en el Palacio de la Moneda. También se sabe que el
servicio de
inteligencia
de los Estados Unidos
(CIA) ofreció entrenamiento a
los militares chilenos para llevar a cabo una escandalosa
represión que trajo consigo más de 3.000 muertos e
incalculables "desaparecidos".
Aún más. Previamente, los Estados Unidos
había entregado más de un millón y medio de
dólares a El Mercurio, el principal
diario de Chile, con la intención de desestabilizar el
gobierno elegido democráticamente. Con este acto
repudiable se marcaba un estigma de sumisión que
acompañaría a la prensa chilena por mucho tiempo.
Algunos precedentes, como el diario demócrata-cristiano
La Época, intentarían
cambiar el rostro de esta prensa vendida y temerosa.
La Época tuvo un rol importante
en la campaña por el NO en el plebiscito de 1988 que
sacó a Pinochet del poder y, de
hecho, influenció positivamente al periodismo
chileno y forzó cierta modernización en los
medios. Sin
embargo, no supo adaptarse al nuevo periodo de la
transición democrática y mantener su independencia.
Su línea editorial se tornó pro-gobiernista y el
fundador de La Época, Emilio
Fillipi, fue nombrado embajador en Portugal por el gobierno del
nuevo presidente electo, el demócrata cristiano Patricio
Aylwin. A pesar del éxito
editorial, el
periódico pasó buena parte de su existencia en
crisis
económica y desapareció definitivamente en
1998.
Si bien Pinochet ya no estaba a la cabeza del gobierno, era
senador vitalicio y seguía manteniendo poder
político. Corría la segunda mitad de la
década de los noventa y se vivía una agobiante
pasividad, a través de la cual se negaban las heridas
abiertas en los años de terror. Este disfraz que
envolvía a la sociedad chilena estaba basado en la
celebración del auge económico. A pesar de ciertos
temores iniciales, el gobierno de Patricio Aylwin supo mantener
la estabilidad económica. Es más, los
índices de inversión y ahorro
presentaron mejores resultados que durante el régimen
militar.
Como apuntaba el sociólogo chileno Tomás
Moulian, esta celebración de la economía creaba un efecto tácito:
reconocía el aporte de la dictadura militar
en el área económica y se apropiaba de él. A
través de una elaborada estrategia que
incluía viajes
presidenciales, exhibicionismos empresariales,
participación del país en ferias internacionales,
el gobierno post autoritario cultivaba un cuidadoso marketing de
su éxito económico. Se buscaba construir a Chile
como un país confiable y una transición perfecta.
Sin embargo, esta imagen -que se
mostraba en la vida cotidiana a través de un consumismo
compulsivo- escondía un país enfermo que no se
atrevía a diagnosticarse y que se escudaba detrás
del olvido: "No ha habido una purificación del karma de 17 de
terror. Chile actual está basado en la impunidad, en
el carácter simbólico de los castigos,
en la ausencia de verdad, en una responsabilidad histórica no asumida por
las Fuerzas Armadas ni por los empresarios", escribe
Moulian en 1997.
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