A mediados del 2006 es muy visible el carácter
vertiginoso y cambiante de los alineamientos regionales y el
curso poco predecible del futuro rediseño de
América Latina.
Tanto los tratados bilaterales que reemplazan al ALCA, como el
MERCOSUR y el ALBA se mantienen como opciones de este
reordenamiento, sin que por ahora pueda definirse cuál
será el desemboque de este proceso.
El gobierno de Bush está empeñado en forzar la
suscripción de TLCs con todos los gobiernos dispuestos a
aceptar promesas de mayor exportación, a cambio de
aperturas comerciales inmediatas. Una vez alcanzado el acuerdo,
las negociaciones se desarrollan a toda velocidad para evitar una
evaluación seria de sus efectos, neutralizar la
oposición parlamentaria y disuadir las protestas de los
movimientos sociales. Estados Unidos busca llenar el vacío
creado por la crisis del ALCA con rápidas iniciativas, que
permitan relanzar su proyecto de dominación
continental.
Esta urgencia refleja también el malestar que suscita
en el Departamento de Estado las tratativas de libre comercio que
impulsa Europa con América Latina.
En la reciente conferencia de Viena entre mandatarios de ambas
regiones, los negociadores del Viejo Continente difundieron
nuevas ofertas de tratados que disgustan al competidor
estadounidense.
Claudio Katz