De la “sociedad del conocimiento” a la “sociedad del afecto” en la perspectiva de la Teoría de la praxis
- Hacia la construcción de un
mundo posible
información" y "Sociedad del
conocimiento"- ¿Saber
es poder? - Lo
afectivo es lo efectivo - Referencias
Hacia
la construcción de un mundo posible
Fue el lema adoptado por el Comité Organizador
del IV Congreso Latinoamericano de Alternativas en Psicología, realizado
en Morelia en marzo de 2007. Hay una obvia referencia al lema
"otro mundo es posible" postulado por los altermundistas,
conocidos inicialmente como los "globalifóbicos".
Sólo que en el caso del Congreso de Alternativas en
Psicología se incluye expresamente el compromiso con la
"construcción" de ese otro mundo posible.
Antes del desvanecimiento del proyecto de la
Unión Soviética y de los países socialistas
de Europa Oriental
alrededor de 1989-1990, ese otro mundo "posible" se
conocía precisamente con el nombre de "socialismo". Pero
las desilusiones y el desprestigio en el que cayeron los
gobiernos y los partidos que tomaban esa palabra como
símbolo, dieron lugar -entre otras- a las siguientes
tendencias:
1.
Se consolidó la idea de algunos acerca de que los
proyectos
socialistas son absurdos, equivocados y contrarios al bienestar y
a la libertad de
los seres humanos, por lo que -para ellos- sólo
quedó vigente un sólo modelo de vida
humana: el capitalismo,
cuya expresión extrema se conoce actualmente como
"neoliberalismo". Dado este modelo mundial, se ha
enarbolado el concepto de
"globalización" tomando como referencia la
idea de la "aldea global" que McLuhan (1996) postulara cuando
advirtió el poder de captación y de influencia de
los medios masivos
de comunicación, especialmente de la
televisión. Con la evolución de las computadoras,
los teléfonos celulares y la internet, Castells (1999)
pensó que se estaba entrando a una nueva etapa humana, la
Era de la información,
y Peter Drucker (1999) concibió su evolución hacia
la Sociedad del conocimiento.
Este es el enfoque predominante en organismos internacionales,
gobiernos, universidades y academias.
2.
Por otra parte, cobró auge el movimiento
intelectual de la posmodernidad,
crítico del cientificismo, el racionalismo y
el instrumentalismo característicos de la "modernidad",
cuyos antecedentes pueden remontarse a los críticos del
pensamiento
kantiano: Fichte, Schelling, Schopenhauer,
Nietzsche,
Max Weber y
Heidegger. El
movimiento de la posmodernidad toma forma durante la segunda
mitad y finales del siglo XX con autores como Foucault,
Habermas, Lyotard y Castoriadis, entre otros. Los autores de la
posmodernidad no proponen con claridad un proyecto social
alternativo a la "modernidad", porque eso sería tanto como
caer en lo que critican al proponer un nuevo modelo con
pretendida validez universal. De tal manera que implícita
o explícitamente se valora y se promueve la diversidad, la
autonomía y la dispersión, es decir, el
individualismo que -a pesar de la crítica
a la modernidad- encaja muy bien en la ideología
moderna de la
globalización capitalista y la democracia.
Cada quien su mundo, cada quien sus intereses y sus propios
valores; que
sean los números de votos o la oferta y la
demanda los
que decidan lo que quiere la "ciudadanía" impersonal, sin diálogo,
sin consensos; como si el poder de influencia de los
dueños de los medios masivos de difusión no fuera
un factor determinante.
3.
También se desarrolla y consolida la propuesta
epistemológica de "la complejidad", de la relación
entre orden y desorden, de la racionalidad e irracionalidad,
sostenida por autores como Edgar Morin y
Niklás Luhman. La propuesta fundamental de este enfoque es
la contraposición a la idea epistemológica
cartesiana de que la ciencia,
el
conocimiento, consiste esencialmente en reducir lo complejo a
sus partes más simples, a través del "análisis". En lugar de ello, los autores de
la complejidad se proponen reivindicar la "síntesis"
para comprender los fenómenos integralmente, en su
complejidad, integrando conceptos "borrosos" (Morin,
2001).
Así, en relación con la vida social
contemporánea, una conclusión general a que llegan
Morin, Ciurana y Motta (2003) es la siguiente:
"En este siglo XXI… es esencial para
la creación de condiciones de posibilidad de la emergencia
de una civilización planetaria… repensar el
concepto de desarrollo
(…) debe concebirse de forma antropológica…
el verdadero desarrollo es el desarrollo
humano… (y no sólo "economicista").
"La noción de desarrollo es
multidimensional (…) el desarrollo supone la
ampliación de las autonomías individuales a la vez
que el crecimiento de las participaciones comunitarias…
Más libertad y más comunidad,
más ego y menos egoísmo (…) es
preciso… tomar conciencia de un
fenómeno clave de la era planetaria: el subdesarrollo
de los desarrollados crece precisamente con el desarrollo
tecnoeconómico (…). El subdesarrollo de los
desarrollados es un subdesarrollo moral,
psíquico e intelectual… es preciso ver la miseria
mental de las sociedades
ricas, la carencia de amor de las
sociedades ahítas, la maldad y la agresividad miserable de
los intelectuales
y universitarios, la proliferación de ideas generales
vacías y de visiones mutiladas, la pérdida de la
globalidad, de lo fundamental y de la responsabilidad. Hay una miseria que no disminuye
con el decrecimiento de la miseria fisiológica y material,
sino que se acrecienta con la abundancia y el ocio. Hay un
desarrollo específico del subdesarrollo mental bajo la
primacía de la racionalización, de la
especialización, de la cuantificación, de la
abstracción, de la irresponsabilidad, y todo eso suscita
el desarrollo del subdesarrollo ético" (Pp.
127-129).
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