La justicia en las instituciones de vigilancia y control (página 2)
La institución escolar "encarna" esta
visión epocal de lo normal. Y, en favor de esa
concepción de normalidad ejerce un control y una
vigilancia sobre los cuerpos. Esto es denominado por Foucault como el
"bio-poder". Los
dos polos del bio-poder son el control sobre el cuerpo y el
control sobre la especie.
En Microfísica del poder, Foucault dice:
"El cuerpo: superficie de inscripciones de los sucesos (mientras
que el lenguaje
los marca y las ideas
los disuelven), lugar de disociación del Yo (al cual
intenta prestar la quimera de una unidad sustancial), volumen en
perpetuo derrumbamiento. La genealogía, como el análisis de la procedencia, se encuentra
por tanto en la articulación del cuerpo y de la historia. Debe mostrar al
cuerpo impregnado de historia, y a la historia como destructor
del cuerpo".
El control policial sobre el cuerpo cuenta con una
historia que tiene su punto de emergencia en el siglo XVII. "La
tarea de la policía era la articulación y la
administración de las técnicas
del bio-poder y, al mismo tiempo, el
incremento del control del Estado sobre
sus habitantes (…) A través de la lectura de
los manuales
administrativos de la época, Foucault demuestra que el
principal papel de la policía, que con el tiempo tomaba
cada vez más importancia, era el control de ciertos
individuos y de la población en general, relacionado con el
bienestar del Estado. Por eso, las funciones de la
policía eran verdaderamente amplias y abarcaban a 'los
hombres y las cosas en sus relaciones con la propiedad, lo
que producen, la coexistencia de los hombres en un territorio, lo
que se intercambia en el mercado.
También incluyen su modo de vida, las enfermedades y los accidentes que
pueden ocurrirles. La policía procura que el hombre
esté vivo, activo, productivo…' (…) El poder del
Estado se había centrado sobre los hombres previamente
como sujetos de derechos y deberes. Ahora,
la policía se preocupa por los hombres en cada una de sus
actividades cotidianas, como componentes esenciales de la lucha y
la vitalidad del Estado. Eran la policía y sus adjuntos
administrativos quienes se encargaban del bienestar del hombre – y de
su control -" (Dreyfus, H. Rabinow, P. Michel Foucault:
más allá del estructuralismo y la hermenéutica. Buenos Aires.
Nueva Visión. 2001. Pág. 168).
No es que la escuela ejerza un
"control policial" sobre los sujetos, la especificidad de este
tipo de control es tal que, actualmente, existen propuestas de
"escuelas/prisión" o al interior de las prisiones, las
escuelas o las instancias escolares para los presos. No es
precisamente éste un tema en el que podamos detenernos
ahora, pero queremos puntualizar que en el texto de
Varela y Alvarez Uría Arqueología de la escuela, hay un
capítulo dedicado a esta problemática, bajo el
título "Escuela de delincuentes", pág.
235.
Para Foucault, es el tercer punto del ejercicio de la
disciplina, el
examen, el que desarrolla con más "fecundidad" la
institución escolar. De todos modos el bio-poder y el
control policial son parte sustantiva de lo que él
denomina "sociedad
disciplinaria". En cuanto al examen, es la instancia que combina
"las técnicas de la jerarquía que vigila y las de
la sanción que normaliza". El examen se encuentra
altamente ritualizado, un individuo
controlado es aquel que vive en permanente situación de
ser examinado, se prepara, se "capacita", se perfecciona, se
actualiza, en relación de ese ritual de examen sobre sus
propias capacidades y potencialidades.
En el examen, "(…) vienen a unirse la ceremonia del
poder y la forma de la experiencia, el despliegue de la fuerza y el
establecimiento de la verdad. En el corazón de
los procedimientos de
disciplina, manifiesta el sometimiento de aquellos que se
persiguen como objetos y la objetivación de aquellos que
están sometidos. La superposición de las relaciones
de poder y de las relaciones de saber adquiere en el examen toda
su notoriedad visible" (Foucault, M. Obra citada. Pág.
189).
El examen asegura el constante intercambio de saberes y
el paso del saber del maestro al alumno. El examen permite medir
y sancionar, a partir de la práctica examinadora se decide
la permanencia o la exclusión del sujeto de enseñanza. La evaluación
es tema y problema específico de la teoría
de la
educación: ¿cómo debemos evaluar?.
¿Qué podemos evaluar?. ¿Cómo vamos a
calificar?.
"La escuela pasa a ser el lugar de elaboración de
la pedagogía. Y así como el procedimiento del
examen hospitalario ha permitido el desbloqueo
epistemológico de la medicina, la
época de la escuela 'examinatoria' ha marcado el comienzo
de una pedagogía que funciona como ciencia (…)
El examen lleva consigo todo un mecanismo que une a cierta forma
de ejercicio del poder cierto tipo de formación del saber"
(Foucault, M. Obra citada. Pág. 192).
A continuación Foucault presenta una serie de
características del examen:
1. El examen invierte la economía de la visibilidad en el ejercicio
del poder.
2. El examen hace entrar también la individualidad en un
campo documental.
3. El examen, rodeado de todas sus técnicas documentales,
hace de cada individuo un "caso".
4. El examen se halla en el centro de los procedimientos que
constituyen el individuo como objeto y efecto de poder, como
objeto y efecto de saber.
En síntesis,
el examen sitúa a los individuos en un campo de
vigilancia, la mirada está puesta sobre los sometidos a
ese examen. Por otra parte los individualiza en sus capacidades y
también en sus capacidades, alimenta los registros que
documentan la historia escolar del alumno, sus logros y
tropiezos. El individuo es algo descriptible y analizable, la
población escolar también lo es en virtud de sus
características. Las técnicas de anotación,
de observación, el límite entre lo
importante y lo insignificante. "En un sistema de
disciplina, el niño está más individualizado
que el adulto, el enfermo más que el hombre sano, el loco
y el delincuente más que el normal y el no delincuente. En
todo caso, es hacia los primeros a los que se dirigen en nuestra
civilización todos los mecanismos individualizantes; y
cuando se quiere individualizar al adulto sano, normal y
legalista, es siempre buscando lo que hay en él
todavía de niño, la locura secreta que lo habita,
el crimen fundamental que ha querido cometer" (Foucault, M. Obra
citada. Pág. 197-198.). El individuo es esta realidad
fabricada por la tecnología
específica de poder que se denomina
"disciplina".
Foucault insiste que el poder no debe describirse
solamente por sus efectos negativos: excluye, reprime, rechaza,
crypto, oculta, disimula… el poder como juego
estratégico puede también producir algo positivo:
permitir, incluir, aceptar, habilitar, mostrar,
acceder…
En cuanto al panoptismo, hace referencia a la mirada
totalizante, a la inspección permanente, a la vigilancia
sin descanso. Esta vigilancia se apoya en los registros
constantes y centralizados. Los dispositivos disciplinarios se
despliegan minuciosamente, el observado debe sentir el peso de la
mirada del otro sobre él. "Por detrás de los
dispositivos disciplinarios, se lee la obsesión de los
'contagios', de la peste, de las revueltas, de los
crímenes, de la vagancia, de las deserciones, de los
individuos que aparecen y desaparecen, viven y mueren en el
desorden" (Foucault. M. Obra citada. Pág. 201).
El sometimiento permanente a la observación,
prolonga una justicia que
se convierte en el instrumento de la penalidad; no nos debe
extrañar que la fábrica, la escuela, el hospital,
el cuartel, puedan parecerse en su organización y en su arquitectura, a
la prisión.
En definitiva de lo que se trata es de analizar las
formas de gubernamentalidad en la escuela, la forma en que nos
gobernamos en la institución, el tipo de ejercicio del
poder como juego estratégico en el que circula el saber y
se organizan los dispositivos. La justicia escolar, no
debería orientarse al castigo sino a los modos de
comprensión de los comportamientos de los sujetos y su
posible abordaje.
El aporte de la filosofía de Foucault en al ámbito
escolar y en tratamiento académico de los discursos y
las prácticas escolares es, en primer término,
reconocer que las formas de razonar y las reglas que se utilizan
para contar la verdad son potencialmente contingentes,
históricas y susceptibles de crítica, que la práctica
pedagógica puede ofrecer diferentes tipos de principios
ordenadores y, por lo tanto, crea una gama muy amplia de
posibilidades para que los sujetos actúen; en segundo
término, lo importante es reconocer que el terreno
cambiante de las luchas políticas
nos muestra
diferentes modos de producir la verdad sobre nosotros mismos y
ellas hacen visibles las reglas a través de las cuales se
despliega el poder.
Como puntualizan Popkewitz y Brennan: "Aunque la figura
epistémica de Foucault proyecta su larga sombra sobre el
paisaje intelectual de finales del siglo XX, lo importante para
la
investigación no es aceptar un culto esclavizante de
los estudios de implementación foucaultianos, sino
emprender una problematización continua de las
categorizaciones, los lugares y las consideraciones
metodológicas a las que él dio énfasis. Eso
no supone, por otra parte, invitar al pluralismo
metodológico o al eclecticismo desatado. Se trata
más bien de resaltar la necesidad de un cuestionamiento
riguroso de la voluntad de decir la verdad, incluido en el trabajo
educativo y en la investigación de la educación en
particular. Quizá resulte difícil de aceptar esa
invitación en un campo tan fundamentalmente preocupado por
formar en la producción de verdad".
En síntesis, siguiendo en esto a Foucault, la
sociedad disciplinaria despliega su "tecnología" en las
políticas de encierro, la partición normal/anormal
está marcada desde la disciplina y sus expertos (episteme)
y su puesta en marcha se desenvuelve en las prácticas
institucionales (dispositivo).
La justicia, entonces, depende más bien de llevar
adelante un sistema de vigilancia y de castigo a los culpables,
que de ser una instancia de resolución de la justa
distribución de riqueza.
En este tipo de sociedad donde predomina el control y la
vigilancia, todos están encerrados en las instituciones,
tanto los normales como los anormales.
* Miembro de CIUDAD POLITICA y Docente Universitaria.
Bibliografía Consultada.
Foucault, Michel. Microfísica del poder. Madrid. La
Piqueta. 1980.
Foucault, Michel. La verdad y las formas jurídicas.
Barcelona. Gedisa. 1980.
Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la
prisión. Buenos Aires. Siglo XXI. 1989.
Foucault, Michel. Hermenéutica del sujeto. Argentina.
Altamira. 1996.
Popkewitz, Thomas / Brennan, Marie. El desafío de
Foucault. Discurso,
conocimiento y
poder en la educación. Barcelona. Pomares.
2000.
Varela, Julia / Alvarez Uria, Fernando. Arqueología de
la escuela. Madrid. La Piqueta. 1991.
Autor:
Angelina Uzín Olleros
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