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Los Rosacruces – Sabiduría Occidental (página 4)




Enviado por Antonio Justel



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

 

1 D.- Las 16 razas o "los 16 senderos de
destrucción"

Hasta prácticamente la conclusión de
Lemuria no hallamos, en relación con el ser humano, un
desarrollo
equivalente a lo que hoy podemos considerar como raza. En ese
momento nos hallábamos tocando ya el nadir de la
materialidad, condición propicia para que las formas de
los hombres pudieran diferenciarse entre sí, por lo que
una vez abiertos sus ojos hacia el exterior y ausente aún
el intelecto, además del rechazo surgido hacia los no
afines de forma espontánea, inevitablemente condujo a la
conformación de lo que con posterioridad hemos conocido y
continuamos conociendo como razas. Los requisitos que a lo largo
de las edades han prevalecido para su definición han sido
constantemente similares: siempre se ha tratado de grupos de fuerte
base endogámica, dando lugar a caracteres que se repiten
ininterrumpidamente que propician la propia degeneración.
Son atraídos entre sí por la ley de afinidad y
ley de asociación dentro de la superestructura de Ley de
Causa y Consecuencia, apegándose intensamente,
sagradamente incluso sobre el territorio y con gran
aversión, cuando no exclusión total (léase,
por ejemplo, los vikingos) a la mezcla de sangres
extrañas, más un arraigadísimo sentimiento
de pertenencia colectiva en la que el Yo individual no tiene
relevancia alguna; en resumen, una simbiosis de ente colectivo y
territorio sin distinción práctica posible,
etc.
Aún así, las razas tienen lugar únicamente
durante uno de los Grandes Períodos dentro de los siete
días de creación o plan de Dios para
el mundo: el Período Terrestre. No las ha habido en
ninguno de los tres Grandes Períodos que han precedido al
presente – Períodos de Saturno, Solar y Lunar
–. Tampoco las habrá en el futuro. Su
tránsito en el proceso del
Gran Días de Manifestación actual, apenas si
representa un suspiro, un leve chispazo. Con todo, las razas se
van correspondiendo con distintas gradaciones que han de pasarse
a lo largo de la evolución, dado que, de no ser así,
no podría haber progreso para los espíritus que
sucesivamente se encarnan en ellas. Aún dentro de su misma
fugacidad en el decurso evolutivo, el peligro que en sí
mismas entrañan las razas radica en que los
espíritus se apeguen demasiado a alguna de ellas, es
decir, a las mismas formas, y por tanto, como ya hemos
señalado, no logren avanzar. Ello constituiría un
gran problema. De ahí que los Guías de la humanidad
hayan convenido en denominar a las razas "los dieciséis
senderos de destrucción". En cualquier caso, sí las
ha habido a partir de Lemuria y concluirán en la que en
ocultismo se denomina: Sexta Época.
De todos modos, antes de la enunciación de cada una de las
razas, debemos hacer la anotación de que, si bien las
Grandes Jerarquías Creadoras, las cuales nos ayudaron a
progresar emanando de sí mismas durante la
Involución los gérmenes precisos para la constitución de los vehículos que
hoy hemos llegado a poseer, los Guías de la humanidad nos
han suministrado asimismo ayudas de incalculable valor.
Éstos seres, enormemente más evolucionados que
nosotros, y bajo un trabajo
amoroso, han estado
aquí durante edades y edades (y aún lo
están) para tomar muy al principio la vara de mando, pues
la incipiente humanidad no poseía más que el germen
de una mente sin posibilidad mínima de orientación
ni de propia dirección. Y estos Guías, grado por
grado, lo hicieron. Fueron ellos, los Señores de Venus y
los Señores de Mercurio, quienes, si no tan avanzados como
los residentes en el sol –
los arcángeles – sí lo están
muchísimo más que el hombre. A
los Señores de Venus se les llamó "mensajeros de
los dioses" aparecieron entre los hombres, motivo extraordinario
por demás para tal reconocimiento. Se les
reverenció como a dioses mismos y sus órdenes
jamás fueron discutidas.
Una vez la humanidad hubo llegado a un grado de desenvolvimiento,
de forma automática quedó configurado dentro de
ella un grupo de
"avanzados", a quienes se colocó bajo la égida de
los Señores de Mercurio, quienes poco a poco fueron
introduciéndolo e iniciándolos en las verdades para
entonces más elevadas, cuyo conocimiento y
puesta en práctica constituían requisitos de primer
orden para el avance y progreso del hombre
infante. Mediante la dignidad de
reyes a la que fueron exaltados, estos hombres instruidos o
iniciados habrían de ser los primeros guías propios
de nuestra oleada de vida; y, por lo mismo, ellos habrían
de ser los fundadores de las dinastías de Legisladores
Divinos, lo que equivale a decir "por la gracia de Dios", o en
otras palabras, por la gracia de los Señores de Venus y
Mercurio, al ser considerados auténticos dioses por
nuestra primera humanidad.
Obviamente, la instrucción recibida había sido
dirigida a que el gobierno que
ejerciesen repercutiera única y exclusivamente en
beneficio del pueblo, por lo que cualquiera de tales Regentes de
ese tiempo era
tenido como verdad sagrada cuando se entregaba a educar y ayudar
a los suyos, ya propiciando el bienestar o la equidad.
Verdaderamente, mientras ejercieron sus reinados tales reyes,
bien puede afirmarse que tuvo lugar una indiscutible Edad de
Oro. Esto tuvo
lugar fundamentalmente dentro de los Toltecas, la tercera raza de
la Época Atlante, cuando reinaron desde su
famosísima "Ciudad de las Puertas de Oro".
Los Señores de Mercurio aún se encuentran
actualmente entre nosotros. ¿ Qué es lo que ellos
hacen ? Lo que mismo que hicieron desde su principio entre la
humanidad: la preparación del ser humano para el control y
dominio de
sí mismo, pues en idéntica proporción en la
que el hombre se autodomine, en esa misma proporción
será en la que se encuentre preparado para gobernar a los
demás. Recientemente Goethe lo reconoció y
afirmó: "de todos los encadenamientos que sufre la
humanidad, solamente se libera el hombre cuando se libera a
sí mismo". Por tanto, si los actuales gobernantes de masas
lograran dominarse a sí mismos, sin duda alguna
retornaría en poco tiempo, en su forma actualizada, la tan
adentrada y añorada Edad de Oro. Por tanto, sólo de
forma excepcional es que también preparan al hombre para
el dominio o gobierno de los demás. Por lo demás,
puesto que esotéricamente son los verdaderos iniciadores
del hombre, es de esperar que, dado que las tres revoluciones y
media que aún quedan del actual Período Terrestre
vamos a estar bajo la influencia creciente de Mercurio, es de
pensar que los trabajos bajo su inspiración aumenten de
manera altamente significativa
Dicho lo cual, es conveniente pasar a citar las denominaciones de
cada raza habida, así como a hacer algunas consideraciones
acerca de aquellas otras que aún están por
aparecer.
Así, pues, el siguiente cuadro, nos ayudará a
comprender su encaje y aparición:

Época de Lemuria:

1ª.- Lemúrica (puede ser denominada raza con
dificultad)

Época Atlante: Época Aria:
(cabello redondo)
1ª.- Rmoahals 1ª.- Aria, que se encaminó hacia
el sur de la India.
2ª.- Tlavatlis 2ª.- Babilonio-Asirio-Caldea
3ª.- Toltecas 3ª.- Pero-Greco-Latina
4ª.- Turanios 4ª.- Céltica
5ª.- Semitas originales 5ª.-
Teutónico-Anglo-Sajona
6ª.- Akadios
7ª.- Mogoles
Como dos elementos distintivos y fundamentales de la 5ª raza
atlante, anotemos lo siguiente: uno, que a diferencia de todas
las demás de dicha época, las cuales fueron de
piel roja y
amarilla, ésta raza, la 5ª, Semitas originales, fue
la primera de piel blanca; y dos, que en calidad de
núcleo primigenio, fue elegida como básica de todas
las razas que habrían de configurar la por entonces y
aún lejana Época Aria, hecho que, dentro de los
talantes de entonces en general, la elevó a su
condición de más importante. Y ello no sólo
por lo expuesto, sino porque ella habría de ser
también la portadora, la primera en la que, en
algún grado, hallamos el pensamiento
reconocible en cuanto elaboración de la razón, esa
razón insustituible para poder refrenar
y contener el cuerpo de deseos y, por ende, la pasión y el
egoísmo, tan exacerbados en aquél tiempo bajo
influencia luciferina a la vez que jehovística. En
consecuencia, fue raza elegida como simiente, para que
desenvolviese el intelecto hasta un grado suficiente que a
posteriori permitiera a sus descendientes – las futuras razas
arias – una evolución basada ya más en la
razón que en el desenfreno incontrolado y sustentado por
las bajas pasiones. Se ha reconocido que semejante trabajo de
dirección, gobierno y control por los Guías,
constituyó todo un reto, dado que la transmutación
de la astucia de que disponía esta raza en razonamiento,
requirió leyes
contundentes y de aplicación instantánea, ya de
recompensa, ya de castigo. Es de entonces que nos ha llegado el
dicho de que "el camino del transgresor es muy duro", puesto que
quien incumpliere debía temer bien a Dios o al Guía
por quien en aquel momento eran conducidos.
Los Semitas originales es la raza relacionada con los hechos de
Noé y el diluvio (versión acomodada o símil
a la de Moisés en el mar Rojo), la que fue conducida y
guiada hacia el desierto de Gobi, en Asia Central, por
donde se dice que anduvo errante y esperó los
cabalísticos cuarenta años para tener acceso a
la Tierra
Prometida, en realidad no otra cosa que la tierra seca y
dura, tal cual hoy la conocemos. ¿ De dónde
venían y por qué fueron conducidos hacia Gobi ? En
ese último tercio atlante, aquella neblina ígnea
que había presidido los cielos tanto de Lemuria como de la
Atlántida comenzó a aclarar, motivo por el que se
produjeron inmensas inundaciones hasta cubrir la casi totalidad
de la Tierra; de aquí que, el Guía, previendo los
acontecimientos, optó por ponerse en camino hacia Gobi al
objeto de salvar la simiente elegida.
En este importantísimo orden de cosas, los componentes de
esta raza – divididos en doce clases, cada cual con las
características propias de su correspondiente signo
zodiacal – tuvieron un tratamiento especial en numerosos
órdenes, dado que se trataba de no mejorar sólo
físicamente la forma, sino por supuesto, y también,
sus vehículos invisibles; se procuraba habilitarla como
germen de algo futuro y mejor para la evolución; su
experiencia debía constituir un valiosísimo aporte
tanto para los Guías en general como para la misma
humanidad.
Pero, por lectura
directa de la memoria de
la Naturaleza, se
tiene la certeza de que la mayoría se rebeló y
frustró por completo – bien que temporalmente – las metas
propuestas por el Guía, dado que "se casaron con las hijas
de los hombres" y hubieron de ser abandonados; se quiere decir
con ello que, habiéndose casado con individuos de otras
razas no elegidas para el propósito descrito, con razas
menos avanzadas, menos evolucionadas con las que mezclaron su
depurada sangre, se
convirtieron en inútiles e inservibles para los planes del
Guía tantas veces mencionado. Los miembros de la
minoría que se mantuvo fiel hasta el final, murieron
físicamente en el mismo Gobi, los mismo que al renacer
cual descendientes de sí mismos, heredaron la Tierra
Prometida y generaron, o dieron lugar a las distintas razas arias
que actualmente intentan desarrollar y llevar la razón a
un alto grado dentro de la Humanidad de desarrollo y eficiencia.
Los rebeldes abandonados fueron, a pesar de sentirse el pueblo
por excelencia "elegido", los actuales judíos.
Su apego a la raza ha sido siempre y aún es
fortísimo, y puesto que ni en bloque ni dispersos por el
mundo dicho sentimiento había sido quebrantado a
través de tantos y tantos sufrimientos como han padecido,
Cristo encarnó dentro de su raza a fin de que se
esforzaran y pudieran salir de esa maraña, de ese
encorsetamiento sentimental por la raza que no propicia ni
permite de ningún modo la evolución ni de las
formas ni del espíritu hacia nuevas alturas ni fronteras.
La cuestión es que, al día de hoy, y tal cual las
cosas, únicamente a través de aquel crisol
americano a que arriba aludimos, cuando la mezcla de sangres
– judía y americana-cristiana – y alcancen una
proporción suficiente, será que este pueblo salga
de tan enorme peligro, cual es el de la posibilidad de propiciar
su degeneración racial y hacerla extinguir por continuado
y voluntario enclaustramiento en idénticas formas. Si se
perdieron por lo mas bajo, se salvarán por lo más
alto. Ése es el designio.
Dentro de la época en que nos encontramos, la Aria, pero
adentrados que estemos ya en el signo de Acuario, cuando el sol
por precesión de los equinoccios se encuentre en la
cúspide de la casa de este signo astrológico
(aproximadamente dentro de 637 años) procedentes del
pueblo ruso y demás razas eslavas, aparecerán y se
desarrollarán la 6ª y 7ª de las razas, las
cuales vendrán a completar el septenario ario. Su
desarrollo espiritual devendrá a través de la
música,
arte para la
que unos y otros se encuentran especialmente capacitados. Sin
embargo, aunque la 6ª será una raza de corta
duración porque la evolución de la espiritualidad
para desarrollarse de forma equilibrada es preciso que lo haga a
través y a un tiempo del sentimiento y el intelecto,
será con todo una raza de altísima espiritualidad y
muy feliz en su duración, dado que, viniendo sus grupos de
procedencia de terribles y cuantiosos padecimientos, el
péndulo de la Ley de Consecuencia les dará esta
oportunidad única, llena de elevación espiritual y
éxito.
Y asimismo, procedente de los mismos eslavos, tendrá lugar
la formación de la 7ª o última raza de la
Época Aria.
Como final, o colofón de este interin de razas, decir que
al inicio de la ya mencionada Sexta Época, o Nueva
Galilea, y como amalgama mundial de razas que ya se está
llevando a cabo en ese crisol que es los Estados Unidos de
América, provendrá, decimos, no
sólo la raza última sino la única que ha de
conocer aquella Sexta Época. Será el momento de
mayor fulgor tras tanto esfuerzo evolutivo habido hasta entonces,
pues al fin tendrá lugar la fraternidad
universal.

X

LAS TRADICIONES:
ROPAJES PESADOS PARA EL HOMBRE

La palabra clave del Cuerpo Vital – cuerpo que da
asiento a la memoria a
través de uno de sus éteres, el más elevado,
el reflector – la palabra clave, decimos, es "repetición".
Es característica no sólo de este éter
específico, sino de todo el cuerpo vital, de sus cuatro
éteres. En la vida práctica está más
que demostrado – básicamente en una labor de
aprendizaje
– que, en general, a base de repetir y repetir la lectura, o
visualizando esquemas, o razonando lo que nos propongamos
aprender, al final, y en el grado que fuere, logramos retener
aquello que nos hayamos propuesto. Y como es a través del
éter mencionado que el intelecto envía e impone al
cuerpo de deseos lo que aquél determine, existirá
un sin duda momento de concordancia entre todos los
vehículos humanos en cuanto a la aceptación
respecto a un ""algo" concreto y
determinado.
De esta forma, por tanto, no será menos cierto de que a
medida que realicemos algo en un sentido idéntico e
insistiendo en ello, aquello de que se trate llegará a
instalarse en nuestra conciencia de tal
manera, que pronto pasará a constituir parte integrante y
cuasi indestructible de nuestro propio ser. La repetición
forma, pues, en un primer estadio el hábito, y en un
segundo acaba por conformar la costumbre por medio de aquel hecho
rutinario y mecánico, tal vez inconscientemente efectuado
y deseado, por lo que, de insistir con nuevos actos durante el
tiempo pertinente, la costumbre irá modificando nuestro
carácter en un determinado sentido mientras
nos va absorbiendo y marcando una delineación cada vez
más cerrada, menos permeable hacia los demás y
más excluyente en suma. La costumbre tendrá la
virtualidad de conseguir diseñar sin duda un patrón
monolítico de muy difícil apertura de cara a una
presunta y siempre oportuna renovación.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que no existe la "quietud"
esencial en el universo y
que, similarmente a lo predicado ya hace mucho por Heráclito, todo se encuentra sometido al
cambio
permanente para su renovación con nuevas aportaciones
originales y por tanto para el mejoramiento – en
definitiva, parta el desarrollo y progreso evolutivo –
cualquiera puede darse cuenta y ser consciente de lo que en
sí, y realmente, entrañan ya las cerrazones
doctrinarias, ya meramente costumbristas, ya filosóficas,
ya científicas, etc, etc. Porque lo que hoy parece ser
mañana no lo es. La vida en su inapreciable caminar, al
compás de los "lentísimos molinos de Dios", no
espera sin embargo por nada ni por nadie. No existe el
estancamiento en ella, pues todo lo que no progresa, retrograda,
como asimismo tiende a la desaparición todo órgano
– humano o no – que cesa en la actividad que una vez le fue
propia. Quizá sea éste el lugar indicado para
señalar que cualquier cosa instrumental que exista en el
universo, y
que haya cumplido la función
específica y concreta para la que fue concebida y venida a
ser, y por propia economía de la
Naturaleza, tenderá a desaparecer de forma ineluctable.
Parafraseando a Salomón, podríamos decir que todo
tiene su tiempo y su función, pero terminando por
desaparecer lenta y definitivamente. Sólo el
espíritu se encuentra a salvo y permanentemente libre de
la muerte. La
muerte, en
cuanto tal, no es sino un mero estado instrumental
diseñado e incorporado para llevar a cabo el progreso
humano.
En resumen o síntesis
de lo arriba indicado, diremos que vivir intentando progresar
inmersos en tradiciones o viejas costumbres, o usando vestidos,
herramientas o
útiles cuyo desfase temporal y tecnológico es
evidente, pero aferrándose a ellos denodadamente como
aliento insustituible de vida, ello, retrasará sin duda
alguna la evolución de quien o quienes se encuentren en
dicho estado o situación. No se trata de ninguna
advertencia interesada, lejos de ello. La verdad no admite
devaneo alguno, ni siquiera con la razón, pues que de
sí misma extrae, construye y muestra la
cambiante realidad, por nosotros percibida a través de un
proceso ilimitado en el que el nuestro es de exigua
duración. Y tampoco la verdad alberga dogma alguno –
lejos de ello – dado que la realidad transitoriamente
observada no es sino una cara, cara infinitesimal y mutante de la
verdad por medio de infinidad de realidades sucesivas durante una
infinitesimal proporción de tiempo, aquél en el que
nosotros aparecemos y con suma rapidez nos extinguimos.
De aquí que, al aludir a los "ropajes de las tradiciones",
no hagamos sino recordar, o poner en evidencia que, cual mujer de Lot,
nadie en el camino evolutivo puede desarrollarse positivamente
mirando hacia atrás, dado que la cristalización,
"estatua de sal", está a la orden del día en todos
y cada uno de los ámbitos y estamentos por que cruza el
ser. Por tanto, desvistámonos pronto y tiremos lo viejo,
lo antiguo, lo inútil, lo desfasado, todo cuanto,
aún sin percibirlo ostensiblemente en un instante dado,
con seguridad
absoluta va aislándonos, encerrándonos y
retrasándonos, convirtiéndonos en débiles,
lejanos y diminutos, en verdaderos rezagados en el esquema de la
evolución.

XI

BREVE HISTORIA DE LA CRUZ: PASADO,
PRESENTE Y SUSTITUCIÓN FUTURA

La cruz, en realidad, muy lejos de ser dos maderos
cruzados y clavados sin más, supone en si no sólo
una composición lógica
que responde al desarrollo espiritual habido por el hombre a
través de los tiempos, sino un símbolo para la
devoción y el sacrificio.
Su arquitectura,
su trazado, se encuentra diseñada en el firmamento por
medio de los signos
cardinales del Zodíaco: Así, conformando el madero
vertical, Cáncer al norte y Capricornio al sur; mientras
dando obviamente respuesta con su madero horizontal, se
encuentran Aries al Este y Libra al Oeste; signos que,
nuevamente, y dos a dos, comprenden ambos solsticios (norte y
sur) y los dos equinoccios (este y oeste) De este modo, el
planeta entero se encuentra presidido de manera forma permanente
por la forma y bajo el auspicio de la cruz.
La primera parte que evidentemente surgió y fue adorada
por los hombres fue una columna vertical, la cual representaba la
fuerza
masculina (el falo), fuerza generadora positiva.
Aparecería con posterioridad la forma horizontal que, en
natural correspondencia con la fuerza femenina tanto en la
naturaleza como en la mujer. En
consecuencia, esta desigualdad, ya en la posición de los
componentes o partes crucificiales como por la propia naturaleza
de las fuerzas que en litigio se amalgaman para conformarla, ha
venido a constituir la causa de tanto dolor y sufrimiento en el
mundo durante eones de tiempo, por lo que hasta no relacionarse
con Cristo, en verdad la cruz fue un símbolo de dolor y
castigo por excelencia. (Todavía suele decirse en la vida
diaria y circunstancial: ¡ … qué cruz,
qué cruz !)
Sin embargo, en el futuro, y antes de que haya dado
término la Edad de Acuario, la próxima, antes del
completo transcurso de 2700 años, la cruz, tal como la
conocemos, y cual símbolo universal, será
sustituida por dos columnas verticales, una al lado de la otra,
nuevo formato que nos dará a entender que las fuerzas
intervinientes, masculina y femenina, las dos polaridades que
configuran la vida, han conseguido hallar entre ellas la igualdad,
quedando instaurado para siempre el tan anhelado equilibrio
perfecto. (hagamos notar que, si bien la cruz es utilizada dentro
de la fraternidad masónica, son sin embargo las dos
columnas – con sus nombres respectivos Jachim y Boaz – el
símbolo más utilizado por ella en los ritos propios
de la logia.
De cualquier forma, la cruz se adoró ya en la más
antigua historia por la Humanidad. Así, por ej., la
"serpiente sobre la cruz", símbolo de sabiduría
esotérica, se encuentra en la Gran Pirámide de
Gizéh, puesto que en aquel tiempo su empleo era
corriente. Era llamada "Cruz Ansata" o "llave de la vida", la
cual lleva un círculo en la parte superior,
queriéndonos indicar con ello que el espíritu ha
conseguido liberarse de la materia.
Solía ser enterrada junto a sacerdotes, faraones y
reinas.
En cambio, para los hebreos, el símbolo de la cruz fue la
Tau, que quiere decir "vida eterna". Constituyó costumbre
estampar en la frente de los prisioneros liberados este signo
para dar testimonio de que eran libres e inocentes. E incluso
parece ser que fue la Tau pintada en sangre sobre los umbrales de
sus puertas, cuando la décima plaga egipcia, lo que hizo
que el Ángel de la Muerte librase a sus moradores de la
muerte.
Generalmente ha sido un símbolo adorado en todas las
partes del mundo; los mismos templos de los druidas fueron
construidos con planta cruciforme, y el caduceo, en esencia, fue
una cruz griega o de brazos iguales. Modernamente, sobre todo en
Occidente, el caduceo se le reconoce como más certero y
acabado por lo que hace a la iniciación.
Hubo un tiempo, también, en que la cruz era presentada,
sobre todo en pintura, con
un corderillo echado junto a ella, composición que
venía a anunciar la venida del Cristo, pues El Cristo, El
Cordero de Dios, no simboliza sino a Aries, (en su grado 7) el
signo en el que vino. Ya, posteriormente, en el Nuevo Testamento,
es llamado por ejemplo "el buen pastor", o surge la
parábola por él presentada de la "Oveja perdida",
alusiones una vez más a la correspondencia de Cristo con
el signo de Aries, sin perjuicio de la discusión habida en
esos tiempos respecto a que si el símbolo del Salvador
debiera consistir en los peces
(Piscis), dado que había quien afirmaba que el equinoccio
vernal de su nacimiento se encontraba en Piscis y no en Aries. De
ahí que aún la mitra de los obispos, esté
conformada en forma de cabeza de pez.
Sin embargo, lo que es el crucifijo, o sea, la cruz con Cristo
crucificado sobre él, tardaría tiempo en ser usado,
exactamente comenzaría en el siglo VI. Bien, ¿ y
por qué tuvo lugar de esta manera y no de otra ?
Simplemente por lo siguiente: El hombre sacrificó en los
más remotos tiempos a sus semejantes por motivos
religiosos, y, posteriormente habría de hacerlo con los
animales
(Altar de los Holocaustos del Tabernáculo del Desierto),
por lo que sólo cuando Cristo vino dándonos y
haciéndonos comprender el concepto del
sacrificio propio, sucedió que la figura de Cristo fue
incorporada a la cruz anterior para convertirse en símbolo
de devoción universal. De todos modos, digamos que este
símbolo de la cruz con una figura humana sobre ella, si
bien son muy pocos los conocedores de su significado perfecto, ha
sido el emblema de Iniciación desde los tiempos más
remotos.
Como últimas aportaciones, siempre transitorias, en este
pequeño tratado "crucíficial", queremos
señalar que el madero inferior representa al reino
vegetal, pues del centro de la Tierra suben las corrientes
etéricas que envían los Espíritus Grupo de
las plantas para
darles vida, fuerza y vigor.
El superior representa al hombre, puesto que las corrientes
vitales que a él le son dadas provienen de arriba, del
sol, las cuales continúan hacia abajo, pasando por la
vertical columna vertebral y de tal suerte que, el hombre, como
bien es conocido en esoterismo, es realmente "una planta
invertida".
Para terminar, decir que el madero del centro, el transversal, es
el que representa al reino animal con su médula
horizontal, dado que las corrientes de sus correspondientes
espíritus colectivos (corrientes que discurren en el al
Mundo del Deseo), viajan alrededor de la tierra, viaje en el que
necesariamente han pasar a través de las médulas
espinales, y por tanto horizontales, de sus respectivos
protegidos.
Añadir, si cabe, que el proyecto o sombra
de la Cruz – como haremos saber en el próximo
apartado – ya se hallaba cincelado en el trayecto y forma
adoptada antiquísimamente por el Tabernáculo en el
Desierto, comenzando en el Altar de los Sacrificios u Ofrendas, en
su inicio oriental, y terminando en la parte más
occidental o Sanctasanctórum, en cuyo extremo mismo se
hallaba el Arca de la Alianza y la Gloria del
Shekinah.

XII

EL
TABERNÁCULO EN EL DESIERTO

Fue el templo antiguo de misterios de los talantes y fue
dado al pueblo elegido. Cuando el hombre hubo llegado al fondo de
la materialidad, cuando hubo luchado entre ella y frente a ella y
al fin le era dada la mente – especialísimo instrumento
que junto a la voluntad debía convertirlo en ser libre, al
usar del libre albedrío que a partir de ese momento le era
entregado – en ese mismo momento el hombre tomó sobre sus
hombros el diseño
de su propio destino y, por tanto, una enormes responsabilidad, pues, justo, a partir de
semejante instante evolutivo, las Jerarquías Creadoras lo
pusieron frente a frente a su actos y a sus correspondientes
consecuencias.
De cualquier modo, y a pesar de la escasa conciencia que
poseía, nunca, jamás abandonó el hombre la
sensación que ha llevado siempre en lo más profundo
de su corazón,
la de aquella pertenencia suya por naturaleza al "Hogar del
Padre", y el Padre, amantísimo y en su cuidado, nunca ha
permitido también que su noche fuera de absoluta
oscuridad, antes bien, le ha ido proporcionando diversos medios de
comunicación o contacto a través de los
tiempos, medios que le
fueran proporcionando la certeza de que podía encauzar,
cual hijo pródigo en este valle de lágrimas, su
regreso a aquel hogar. Por tanto, aquella voz sin palabras, aquel
pedido místico con que le implora el corazón, de
forma sucesiva y paulatina ha sido atendido de acuerdo con cada
época y grado de desenvolvimiento alcanzado por las
tribus, los pueblos, las naciones, las familias e incluso por los
individuos de forma particular. Así, el hombre ha
dispuesto de templos, de profetas, mitos y
símbolos diversos …, instrumentos
que han ido incidiendo a un tiempo en nuestros corazones e
intelectos de tal modo que, sin esta panorámica acerca del
pasado y nuestro comportamiento
en primer plano, de ningún modo podríamos aventurar
siquiera una vislumbre de lo que podría acontecernos de
cara al futuro.
En este orden de cosas de naturaleza evolutiva es por lo que
resulta de enorme interés
que conozcamos qué fue y en qué consistió el
Tabernáculo en el Desierto o Templo de los Misterios
Talantes, el que enlaza con el Templo de Salomón y a su
vez, éste, con el advenimiento de Cristo y, por tanto, y
ya prácticamente, con lo dado por los Guías para
los tiempos actuales.
Así, pues, este templo a que nos estamos refiriendo fue
dado por Jehová e incluía grandes verdades
cósmicas, las cuales hablaban al ser interno del hombre. A
través de él, cada uno podía hallar a su
Señor una vez se hubiera calificado mediante el servicio y la
correspondiente subyugación de la
personalidad al Yo Superior.
Se encontraba orientado dicho templo de Este a Oeste, de tal modo
que con la puerta abierta, y a su salida, el sol penetrase
dentro, señalándonos que el avance espiritual, al
igual que la marcha del sol, también avanza en semejante
dirección. Dado el gran cuidado puesto para su construcción y en los detalles
complementarios, resulta obvio que dicho templo ocultaba en
sí mismo grandes verdades cósmicas para el hombre
que estuviese presto a la Iniciación. Por tanto, y en aras
a la mejor comprensión de su estructura,
pasamos seguidamente a dar una explicación, siquiera
sucinta, de cada una de las partes de que el mismo
constaba.

Patio o Atrio

Consistía en un gran espacio que lo rodeaba. Como
es sabido, la longitud de este espacio era doble que la anchura,
estando situada la puerta de entrada, como se ha hecho
hincapié más arriba, en la fachada oriental, la
cual se encontraba tras una cortina de fibra de lino con los
colores azul,
escarlata y púrpura, colores que vienen a hablarnos del
estado relativo del propio templo con relación al
Cosmos.
Pues bien, si todo ocultista sabe que el azul representa al
Padre, el amarillo al Hijo y el rojo al Espíritu
Santo, por descontado que también sabrá que en
dicho velo únicamente se hallaban representados el Padre y
el Espíritu Santo por medio del azul y el escarlata junto
al púrpura, el cual no es sino la resultante o mezcla de
los anteriores. Ello, por tanto y obviamente nos está
indicando que El Tabernáculo fue construido para un tiempo
previo, anterior a la venida de Cristo. De todos modos, puesto
que el color blanco es
una síntesis de toda la gama cromática, el
amarillo, el color de Cristo, se hallaba también
representado en aquella parte blanca del velo.
El color amarillo nunca aparece en el templo microcósmico
– el hombre – hasta que lo hace como color del cuerpo
del alma o "dorado
vestido de bodas" mediante su previa preparación para el
matrimonio
místico, el que tendrá lugar en el propio interior
del individuo
santo.

Altar de Bronce

Éste se encontraba ya propiamente dentro del
recinto del Tabernáculo, y era el lugar donde los
"pecadores de la ley" depositaban los animales que portaban para
su sacrificio durante el servicio del templo. Respecto a esto,
aunque desde nuestra mentalidad resulte extravagante y acaso
hasta de escasa eficiencia, piénsese que en tales tiempos,
dado que el egoísmo había sido promovido a fin de
que tuviéramos motivos para la acción,
para nosotros, cuando éramos talantes, los animales
constituían la riqueza primordial, por lo que el hecho de
tener que darlos al sacrificio por los pecados, debió
afligir de forma lacerante y atroz nuestros corazones. Es bien
sabido, de otra parte, que ninguna religión que se
encuentre muy por encima de nuestro nivel moral e
intelectual, puede conseguir en nosotros avance o
elevación alguna. Así, por ejemplo, para un ser de
naturaleza bárbara, sin duda sus dioses deben ostentar
rasgos de esta índole, de lo contrario les volvería
la espalda de inmediato. De igual forma, si aún no era
posible instaurar una religión de amor en aquel
momento de que tratamos, sí hubo necesidad de darnos una
ley que exigiera de manera implacable "ojo por ojo y diente por
diente". Esta ley de entonces venía a consistir
prácticamente en "si haces el bien, de inmediato te voy a
premiar", por lo que obrar rectamente incorporó la
esperanza de la recompensa prometida, así como obrar mal
habría de conllevar por consiguiente y por lo mismo un
rápido castigo. Los Guías tuvieron que usar estas
medidas a fin de que el hombre evolucionante, grado por grado,
fuese adquiriendo mejores delineaciones, ya morales o
espirituales. Porque, hoy mismo podríamos preguntarnos
¿ cómo pedirle a alguien que obrase por amor hacia
su prójimo si la muerte de uno de sus animales era mucho
más importante que la vida o vidas de cualquiera de sus
vecinos ? ¿ Y cómo pedirle que se ofrecieran ellos
mismos como sacrificios vivientes, tal cual Cristo obró
posteriormente tras su venida ?
Que el pecado no estaba previsto en nosotros al principio de
nuestra evolución, lo encontramos en el hecho de que el
bronce, mezcla de cobre y cinc
del Altar de los Holocaustos, no se encuentra en la Naturaleza en
estado natural, prueba de que tanto el pecado como también
el sacrificio de los animales inmolados constituyen una
anomalía, al igual que el dolor y la muerte que un
holocausto
entraña. El fuego que en el Altar ardía era de
origen divino, y jamás se permitió que fuese
apagado ni nunca se utilizó otro a tales fines.
Una vez que el candidato a la iniciación se acerca a la
puerta oriental, aquél se encuentra "pobre, desnudo y
ciego", está necesitado de ser conducido hasta la luz, pero desde
este estado de desnudez hasta ser revestido con el manto o
"coraza de Dios", ha de transcurrir largo tiempo, tiempo en el
que habrá de recorrer un camino escabroso y
difícil.
La primera lección recibida consistirá en hacerle
ver que el hombre únicamente avanza si no es mediante el
sacrificio, y que, en todos los reinos, el
superior necesita sustentarse en el inferior, hecho que, a su
vez, hará contraer una deuda con los sacrificados, ya sean
éstos hombres o pertenezcan a los reinos inferiores. De
este modo, si bien ante el Altar de Bronce el hombre ha debido
apreciar y darse cuenta de que el animal sacrificado ha dado su
cuerpo como alimento y su piel como vestido en beneficio de su
amo pecador, no puede apreciar en cambio y de la misma manera la
tenue luz que se eleva a los cielos rodeada y envuelta en humo,
pues sus ojos espirituales aún son débiles y
todavía no pueden "ni ver ni comprender" la luz de otras
verdades de más alta espiritualidad. La idea fundamento
para el lector debe consistir en comprender que cuanto se
está describiendo, todo ello, debe encontrarse y acontecer
en el interior del individuo que camina y se dirige hacia la
espiritualidad que anhela. De aquí que de ningún
modo sea a través del Cristo externo por el que nos
salvamos, no y nunca, sino por medio del Cristo interno, el
Cristo que mientras andamos el camino nacerá dentro de
nosotros. Por ello lentamente, y poco a poco, todos y cada uno de
los ritos de servicio hayan de ser llevados a cabo y vividos en
el interior del Tabernáculo, el que sin golpes ni ruido de
martillos todos y cada uno hemos de levantar en el futuro en
nuestro propio interior. Deberemos convertirnos en Altar de
Bronce, presentar en él nuestros actos, diseccionarlos
bajo el ojo imparcial de la conciencia y dolernos en ella
(remordimiento = fuego purgatorial) o en su caso alegrarnos para,
tras pasar de inmediato al Lavabo o Pila de Purificación,
identificar el modo en que a partir de aquel momento los errores
examinados no habrán de volverse a cometer.
Este ejercicio diario de presentación de los actos propios
tras acostarse, ejerciendo su revisión de atrás
hacia delante en la quietud y tranquilidad del lecho, es un
ejercicio altamente recomendado por los Hierofantes de la
Escuela de
Misterios Occidentales. El porqué de s u
recomendación debemos encontrarlo en que este ejercicio
viene a ser un calco al que, con posterioridad a la muerte, cada
uno debe realizar primero en el Purgatorio y posteriormente en el
Primer Cielo, aquél tocante a nuestras maldades y errores,
y el último respecto tanto al bien que hayamos hecho como
a la alegría sentida por el bien que otros nos hayan
causado. Además del impulso y elevación espiritual
a que se va haciendo acreedor quien lo practique en forma debida,
es decir, limpiado de este modo su átomo
simiente, no tendrá consecuentemente que detenerse en el
Purgatorio ni mayormente en el Primer Cielo en aras de ganar
conciencia en uno y virtud en otro, ganando con ello un precioso
tiempo que podrá dedicar tanto a ayudar a la humanidad en
calidad de Auxiliar Invisible, como a estudios u otras ayudas
celestes, actividades probablemente recompensadas con una
elevación espiritual que tal vez requiriese de ordinario
varias vidas o renacimientos para conseguirla. De hecho, un
aspirante así pasaría casi directamente al Segundo
Cielo, con lo que dispondría de mucha ayuda y
cooperación no sólo para diseñar su propio y
próximo cuerpo físico, sino su arquetipo y el
medio ambiente
en el que deberá volver a renacer, sin despreciar en
absoluto, por supuesto, tal y como ha quedado reseñado, la
participación que pudiese ofrecer en funciones de
sirviente de la humanidad como Auxiliar Invisible y a tiempo
total.

Pila de Bronce o Lavabo

En sí se trataba de un recipiente que se
mantenía siempre lleno de agua. En el
libro sagrado
se dice que tenía su asiento sobre los lomos o partes
traseras de doce bueyes y mismamente de bronce, si bien, y a la
luz de la Memoria de la Naturaleza, aparece que aquellos animales
no eran bueyes sino doce representaciones de los correspondientes
signos del Zodíaco, dado que en aquel tiempo la humanidad
se encontraba dividida en doce grupos, en concordancia con cada
signo zodiacal. Una de las características del agua de
dicha Pila era que recogía las influencias de las
Jerarquías divinas por medio de cada uno de los
símbolos animales que la sustentaban. El agua
bendita que hoy día se encuentra junto a las puertas de
las iglesias, no es sino un remedo semejante donde el agua es
bendecida por un sacerdote del que recoge al efluvio de su cuerpo
vital, efluvio que deberá influir en los fieles
haciéndolos dóciles o más flexibles –
según sensibilidades – a las prédicas o
normas del
ministro de Dios en cuestión. En forma idéntica, al
recibir la multitud el agua de la Pila de Bronce, la
magnetización de las poderosísimas
Jerarquías celestes hacía que aquélla se
sometiera con ardorosa perseverancia a los dictados recibidos,
los cuales eran administrados de forma práctica y visible
por la clase
sacerdotal. Naturalmente, antes de penetrar en el
Tabernáculo, los sacerdotes – bajo pena inmediata de
muerte en otro caso – debían llevar a cabo un lavatorio de
manos y pies. Por tanto, se observa claramente que si ante el
Altar de Bronce la nota-clave era la de "justificación",
ante la Pila de Bronce era por su parte la de
"consagración".
Esta Pila o Lavabo que acabamos de describir era el
símbolo de la consagración y santificación"
de la vida, la cual sería dedicada al servicio. Y
así como Cristo dio comienzo a su labor pública
introduciéndose bajo las aguas del Jordán, del
mismo modo, el que aspiraba al servicio en el Tabernáculo
del Desierto, debía santificarse a sí mismo bajo
las aguas magnetizadas que fluían de aquella gran pila,
denominada muy a menudo también con el nombre de Mar
Fundido. Y al igual que el Espíritu Santo descendió
sobre Cristo-Jesús en forma de paloma una vez hubo salido
Éste de debajo de las aguas, del igual modo el sirviente
consagrado, tras bañarse en las aguas del Mar Fundido,
empezará a oír débilmente la voz del Cristo
en su corazón, enseñándole y
mostrándole los secretos del trabajo que ha de llevar a
cabo exclusivamente en favor de los demás.

Cuarto Oriental o Lugar Santo

Tras los primeros pasos dados por el aspirante,
éste se encontrava frente al velo que oculta la entrada
del Templo propiamente dicho. Apartándolo, penetraba en
él. Era un cuarto sin abertura alguna para el acceso de
luz natural, pero que, sin embargo, por medio de luz artificial
jamás se hallaba oscuro.
El mobiliario interior, verdadero y exacto símbolo de los
pasos que ha de dar el aspirante a la Vida Superior, constaba
fundamentalmente de lo siguiente: Del Candelabro de Oro, de la
Mesa de los Panes de proposición y del Altar del Incienso.
Nadie ordinario, sino los sacerdotes, podía acceder a este
cuarto, y tampoco se podía ver su contenido.
La disposición de estos elementos en el interior era la
siguiente: según se entraba, el Candelabro se hallaba al
lado izquierdo, al Sur. Era de oro puro y del brazo central, y a
tres alturas diferentes, dos a dos, y a derecha e izquierda,
salían hasta un total de seis brazos, los cuales estaban
curvados hacia arriba en semicírculos de distinto
diámetro, simbolizando los tres Grandes Períodos
habidos anteriores al actual, el Terrestre, el cual se hallaba
representado por el brazo vertical. Terminado cada uno en su
correspondiente lámpara, éstas se mantenían
a base de aceite de
oliva purísimo, elaborado mediante un proceso
específico. Todos y cada uno de los días las
lámparas eran examinadas, reparadas y repuestas, a fin de
que pudiesen arder brillante y permanentemente.
Abundando en otras significaciones, debemos indicar que los siete
brazos simbolizan a su vez a los siete dadores de luz o siete
planetas, los
cuales son los mensajeros de luz para la humanidad, quienes la
han guiado a lo largo del sendero evolutivo. Y de modo similar a
cuando la Luna se encuentra en la parte oriental y está
resplandeciente, alumbrando los cielos, de forma semejante el
Cuarto Oriental del Tabernáculo se halla lleno de Luz,
indicador de la presencia en él de Dios y sus siete
ministros, los Siete Espíritus delante del Trono. De este
modo, pues, el que comenzaba a hollar el sendero adquiría
aquí ciertas nociones que le introducían, siquiera
teóricamente, en el acervo de los significados
cósmicos. Ello constituía las primeras
enseñanzas recibidas.
Aunque únicamente se encontraba provisto de tres objetos
primordiales, en el Cuarto Oriental se halla todo lo
estrictamente necesario para el progreso y desarrollo del alma,
no en vano cuanto allí se hallaba se corresponde con los
tres años del ministerio del Cristo. Por tanto,
también puede llamársele Vestíbulo de
Servicio.
Comparativamente hablando, fácilmente podemos darnos
cuenta de que si luz que apenas asomaba entre el abundante humo
que salía del Altar de Bronce o Altar de las Ofrendas era
débil, ahora, en cambio, la luz del Candelabro de Oro es
ya una luz clara, inodora y luminosa, hecho relevante por cuanto
viene a indicarnos que la luz interior del aspirante al servicio
se va agrandado y fortaleciendo mediante las enseñanzas y
el servicio práctico, la luz que proporcionan las
obras.
Entrando en esta Sala orientan, la Mesa de los Panes de
Proposición quedaba a la derecha, al Norte según se
miraba al segundo velo, el cual se encontraba frente a la
entrada. Sobre la Mesa, en dos montoncitos, uno junto al otro, se
encontraban siempre doce panes sin levadura, y, encima de cada
montoncito, se ponía una pequeña cantidad de
incienso. Estos panes citados (hogazas) son los denominados panes
de proposición o de la faz, dado que eran puestos encima
de la mesa ante la presencia del Señor, pues moraba en la
Gloria del Shekinah, es decir, en el departamento siguiente y
último, el que se hallaba detrás del segundo
velo.
Cada sábado, los panes en cuestión eran sustituidos
por otros nuevos y recientes por los sacerdotes, no debiendo ser
comidos por nadie sino por ellos, de igual modo que debían
ser comidos no más allá del Atrio o Patio, dada su
pertenencia al recinto sagrado.
El momento en que eran cambiados los panes era el propicio para
la quema del incienso y ofrecimiento al Señor de su aroma,
que no representaba otra cosa que el aroma de los mismos panes,
los que a su vez representaban y hacían alusión a
las experiencias cosechadas por el alma a través de cada
uno de las doce casas astrológicas y zodiacales a
través del año.
Por tanto, el Altar de Oro o altar del Incienso era el tercer
objeto fundamental que dentro del Lugar Santo se encontraba.
Estaba situado en el mismo centro del cuarto, a idéntica
distancia tanto de la pared Norte como de la del Sur, y justo
enfrente del segundo velo. Excepto en ocasiones de extrema
solemnidad, nunca se quemaba carne en él ni se le tocaba
con sangre de las víctimas, por lo que únicamente
en tales momentos era marcado con el estigma rojo de la
mácula o del pecado. El humo que se alzaba, pues, no era
nunca otro que el procedente del incienso, el cual se elevaba
todas las mañanas y todas las noches, llenando tanto el
santuario como los alrededores de una fragancia y olor
refrescante que se expandían varios kilómetros
alrededor. Y dado que todos los días se quemaba, este
incienso era llamado "el incienso perpetuo delante del
Señor". Tampoco era un incienso de cualquiera y mera
destilación, sino que respondía a
una mezcla de esta sustancia en la que se incluían ciertas
especias dulces en proporciones dadas por Jehová, motivo
por el que jamás podía ser usado otro distinto ni
fuera de allí ni para otros menesteres.
Tras del velo, ante el que el sacerdote ofrecía el aroma
del incienso al Señor, en el Cuarto Occidental, en el
Sanctasanctórum, se hallaba la Silla de Misericordia, la
cual por tanto, si bien el sacerdote no podía verla por
impedirlo aquél, sí debía mirar en cambio
constantemente en aquella dirección y orientarlo hacia
ella.
Mientras el humo del incienso se elevaba al cielo, los fieles que
se hallaran en el Atrio del Santuario, de forma silenciosa, y
cada cual para sí, enviaba también sus preces u
oraciones al Señor.
En igual sentido de ampliar explicaciones oportunas al respecto,
queremos señalar que, una vez que el aspirante
recibía determinadas enseñanzas cósmicas,
éstas debían ser puestas en práctica, es
decir, emplearlas en el servicio concreto a favor de sus
semejantes, lo cual estaba representado por la Mesa de los Panes
de Proposición.
Al igual que las enseñanzas provenían de Dios, del
mismo modo el grano de trigo con que habían sido
elaborados los panes había sido dado por Él. Sin
embargo, una vez preparado debidamente el terreno, el hombre
había tenido que sembrarlo, que regarlo y segarlo,
recolectarlo y trillarlo, para después tener que molerlo,
purificarlo y amasarlo, para, por último, llevarlo a la
presencia del Señor. Esto no quería decir otra cosa
que los hombres-sirvientes de Dios habían efectuado sus
correspondientes tareas y efectuado el servicio requerido. Dicho
de otra manera: el aspirante, genuino y auténtico
constructor del templo interno, debía aprovechar las
oportunidades presentadas a lo largo del año, cultivarlas
bien y nutrir su alma con ellas, extrayendo de este modo el
llamado Pan de Vida, aquel que lentamente va construyendo el
Dorado Vestido de Bodas o Cuerpo del Alma.
Y de la misma manera que se quemaba el incienso, en calidad de
aroma o quintaesencia de los panes, o de las oportunidades
habidas, así el aspirante a servidor de la
humanidad puede "provocar" por medio de la retrospección,
y bajo el veredicto imparcial de su conciencia, aquel fuego
divino que es el remordimiento y elevar a Dios el aroma
extraído de su dolor y también de su gratitud y su
alegría.
Añadir, respecto del Pan de Proposición, que
éste no era en absoluto algo simbólico, sino
tangible, concreto, fruto real de una labor real, lo que nos
viene a indicar que el futuro aspirante debe tener presente que,
únicamente, mediante un servicio voluntario de tal
naturaleza a la humanidad, es que podrá aspirar a crear el
Dorado Vestido de Bodas, sin el cual jamás podremos llegar
a realizar la unión de ambas polaridades o su unión
con Cristo.

Cuarto Occidental o Sanctasanctórum:

Observaciones previas.- Si la nube de humo y fuego que
salía del Altar de Bronce debido a la cremación de
los cadáveres de los animales sacrificados, debía
resultar de olor nauseabundo, por contraste, el aroma procedente
del incienso, cual dulce ofrenda derivada del servicio voluntario
y desinteresado prestado a la humanidad, debía presentar
un olor de limpidez, frescura y fragancia.
… los servicios que
se pueden prestar no tienen por qué estar relacionados con
grandes causas o proyectos, pues
no en pocas ocasiones será requerido un heroísmo
mayor para llevar a cabo cosas de entidad menor, cosas que, por
lo común, pasan o suelen pasar absolutamente
desapercibidas al ojo y conocimiento ajenos. A veces el
heroísmo personal exigido
y puesto a prueba es grande, a veces en verdad es
extraordinario.

El arca de la Alianza

Sólo y exclusivamente el Gran Sacerdote
podía penetrar en el Sanctasanctórum, y lo
hacía una sola vez al año, el día del Yom
Kippur o Día de la Propiciación, y, ello, tras una
concienzuda dedicación y con exquisita reverencia, dado
que en esta sala se hallaba saturada de la solemnidad de otro
mundo, a la vez que se percibía en ella la grandeza de una
presencia no terrena. Aquí, pues, era el
excelentísimo lugar donde se percibía y veía
la imponente manifestación de Dios, la excepcional morada
de la Gloria del Shekinah, motivo que impelía al temor del
Gran Sacerdote ante el mero pensamiento de ponerse en "Su"
presencia.
En la parte más extrema, más occidental de este
cuarto se hallaba, mejor, descansaba, el Arca de la Alianza. Se
trataba de un receptáculo cóncavo, el cual,
además del Pote de oro y la Vara de Aarón,
contenía las Tablas de la Ley, las entregadas a
Moisés por Dios. Es bien sabido que mientras esta Arca
permaneció en el Tabernáculo en el Desierto,
llevaba puestas siempre dos balancines o estacas introducidas por
cuatro anillas, a fin de que, en cualquier momento pudiera ser
cogida y transportada. Sin embargo, una vez depositada en el
Templo de Salomón, tales estacas fueron quitadas
definitivamente. A su significado esotérico nos
referiremos en lo que sigue.
Por encima del Arca, dos Querubines se erguían inclinados,
morando entre ellos la Gloria increada de Dios. " Allí
– Él dijo a Moisés – Yo estaré
contigo y me comunicaré contigo por encima de la Silla de
Misericordia, entre medias de los dos Querubines que están
sobre el Arca del Testimonio". Vista por encima de la Silla de
Misericordia, la Gloria del Señor tenía la
apariencia de una nube. El Señor dijo después a
Moisés: "Di a tu hermano Aarón que no entre a cada
instante en el Santo de los Santos, esto es, por dentro del velo
que hay delante de la Silla de Misericordia, la cual está
sobre el Arca, para que no muera, pues Yo apareceré en
forma de nube sobre la Silla de Misericordia". A esta
manifestación de la grandiosa y divina presencia fue
llamada entre los judíos la Gloria del Shekinah. La voz de
Dios parecía salir de aquella nube con profunda solemnidad
al ser consultado acerca del bienestar, el interés o
necesidad de Su pueblo.
Calificado que ha sido el aspirante para entrar en este Cuarto
Occidental, que oculta el segundo velo, su ojo físico no
percibe absolutamente nada, por lo cual es preciso que tenga
internamente luz, dentro de él. Pero ¿ cómo
ha debido conseguirlo ?
… una vez llegó a la entrada oriental del Templo
"pobre, desnudo y ciego" ante el Altar de Bronce o de los
Sacrificios; se le dijo que por medio del remordimiento por sus
errores podría avanzar; posteriormente, ante la luz
brillante procedente del Candelabro de Siete Brazos se le dio la
luz del conocimiento y la razón para que pudiera seguir su
marcha, si bien entonces se le exigió que, mediante el
servicio voluntario a favor de los demás, debía
formar dentro de sí el "Dorado vestido de Bodas", luz
crística que expide el denominando "Cuerpo del Alma", por
lo que hasta que no desarrollase este instrumento de iluminación espiritual, no podría
penetrar en los recintos del Sanctasanctórum. Sin embargo,
cuando ha conseguido penetrar en él, su particular luz
interior vibra en armonía con la luz de la Gloria del
Shekinah que se encuentra entre ambos Querubines, comprendiendo
entonces la fraternidad y amistad con el
propio Fuego del Padre, representando los Querubines y este Fuego
a las divinas Jerarquías que, durante su
peregrinación por el desierto, guiaron a la humanidad, del
mismo modo que el Arca allí depositada representa al
hombre en su máximo estado de desarrollo; en consecuencia,
dentro de ella deben hallarse el Pote de Oro, la Vara florecida
de Aarón y las Tablas de la Ley.
Por tanto, al acercarse el aspirante al sendero a la entrada del
templo, la ley se encontraba fuera de él, y ella
debería enseñarle a dirigirse a Cristo. Era el
momento del "ojo por ojo…", y toda transgresión
implicaba de inmediato un castigo justo y equitativo, y todo se
hallaba regulado por la ley, lo que debía y no
debía hacer.
En cambio, una vez que mediante el sacrificio personal ha
conseguido introducir en su interior las Tablas de la Ley y
llevarlas dentro (el Espíritu Consolador) entonces, y
sólo entonces, es que se habrá liberado y
emancipado de todas las coacciones e interferencias externas
respecto a sus acciones, pues
se habrá convertido en una ley en sí mismo. Quien
siente la necesidad de guardar la ley y lo hace así por
interna convicción, ya no requerirá en adelante que
nadie desde el exterior de indicaciones acerca del sentido en que
deberá obrar.

Explicaciones complementarias al tema
propuesto:

Pote de Oro del Maná

Bien pronunciemos "manas", "mensch", "mens" o "man",
palabra ésta última que significa "hombre" en
inglés,
se trata de vocablos que fácilmente podemos asociar con el
de "manna" o maná que caía del cielo, es decir, –
traducido a otros términos – el espíritu humano que
descendió del Padre para llevar a cabo su
peregrinación a través de la materia, simbolizando
el Pote de Oro el aura dorada, la propia del cuerpo del alma.
Cristo explicó con lenguaje
inequívoco en qué consistía aquel "pan de
vida" o "maná", es decir, el Ego. En los versículos
33 y 35 del Capítulo sexto, puede leerse: "Pues el pan de
Dios es aquél que descendió del cielo y dio la luz
al mundo"… "Yo soy – ego sum – el pan de
vida". Este es el Pote de Oro del Maná, el cual se hallaba
dentro del Arca. Este maná es el Ego o Espíritu
Humano, el que da vida a los hombres en el mundo físico.
El Ego, por tanto, se halla oculto dentro de todo ser humano,
encontrándose latente asimismo el Pote de Oro o cuerpo del
alma, el cual se adquiere y desarrolla – como tantas veces
ha quedado indicado – mediante una vida desinteresada y
pura y de servicio a la humanidad. Es el Soma Psuchicon de que
San Pablo habla en los versículos 15-47 de su primera
Epístola a los Corintios.

Vara de Aarón

De acuerdo con la historia masónica, cuando
Adán procedió a salir del Edén, se
llevó tres ramas del Árbol de la Vida, las cuales,
posteriormente, habría de plantar su hijo Seth. Seth, por
tanto, el segundo de sus hijos, – y no el tercero – sería
el padre de la jerarquía espiritual de los
clérigos, quienes profesan el Catolicismo, así como
los hijos de Caín vendrían a ser aquellos que
tienen en sus vidas las artes, los oficios, la industria en
general y trabajan en la francmasonería promoviendo el
progreso material del mundo cual constructores del templo de
Salomón, en realidad el universo. La Vara de Aarón
no sería, pues, sino una de las ramas plantadas por
Seth.
En el decurso del tiempo, una vez hayamos aprendido a dominar la
soberbia y el orgullo de la vida, además de la lujuria de
la carne, el acto de generación dejará de consumir
nuestra vitalidad. Por tanto, la vitalidad la usaremos para la
"regeneración", con lo que las fuerzas de naturaleza
espiritual, bajo el simbolismo de la Vara de Aarón,
tendrán un desarrollo extraordinario.
De cualquier modo, debemos decir que nadie que haya adquirido el
grado evolutivo que corresponde para acceder al Arca de la
Alianza sita en la Sala occidental del Tabernáculo, nadie,
decimos, ha usado jamás dicha fuerza con fines
particulares y egoístas. Recordemos los hechos contenidos
en la obra Parsifal: cuando éste ha sufrido y superado la
tentación de Kundry, una vez que ha logrado superar la
ocasión de la lujuria, entonces, y sólo entonces,
es que recupera la lanza sagrada que se encontraba en poder del
mago negro Klingsor, el cual se la había arrebatado a
Anfortas, Rey del Grial, pero no Rey un casto. Esta lanza, pues,
esta Vara de Aarón o fuerza espiritual de que al final
podrá disponer el aspirante, es una fuerza sagrada que
nunca debe ser utilizada para herir y ni siquiera para
defenderse, sino exclusivamente para ayudar y curar. Y de tal
modo ocurre así, que, quien la posee, tal vez provea de
pan a una multitud; sin embargo, ni siquiera se le pasará
por la mente transformar una piedra en pan para paliar su propia
hambre. Y si fuese clavado en una cruz hasta morir, pudiendo
salvarse a sí mismo con esta potentísima fuerza,
tampoco ejercería la menor rebelión con esta fuerza
que tan sólo habrá usado con anterioridad, como se
ha dicho, para liberar al género
humano del mar de sus propias miserias. Y, en los mismos
términos, jamás osaría mostrar signo alguno
o deducir un milagro a fin de que el mundo pudiese reconocer, sin
asomo de duda, que es un "regenerado o nacido del cielo, del
espíritu". Esta es la condición para seguir a
Cristo.

Gloria del Shekinah

El Cuarto o Sala occidental del Tabernáculo
está tan oscura como pueden estarlo los cielos cuando, al
caer la tarde, la luna se encuentra en su fase nueva, muy
próxima al sol, que es cuando comienza un ciclo distinto
porque comienza un signo nuevo del Zodíaco. El Arca se
encontraba en la parte más occidental, con dos Querubines
en situación de reverente adoración sobre ella y,
entre las alas de los Querubines (lo que en realidad se toma como
alas no son sino corrientes espirituales de fuerza) se mostraba
la ardiente Gloria del Shekinah, de la que emanaba la luz del
Padre y se unía con sus adoradores, Luz que, en todo caso,
era absolutamente invisible a la vista física y, por
consiguiente, oscura, Luz Oscura. En verdad, las
Enseñanzas Occidentales afirman que nada existe en el
mundo que no esté animado y galvanizado por el fuego, y si
no somos capaces de percibir tal detalle, no proviene sino de que
no somos lo suficientemente expertos o audaces en disociar el
fuego de la llama. Se podría decir que el fuego es a la
llama lo que el espíritu es al cuerpo, puesto que poseen
el mismo tipo de relación: sin el fuego y sin
espíritu no tendrían manifestación alguna
tanto la llama como el cuerpo, dado que los primeros construyen y
vivifican a los últimos. Por tanto, aquéllos son
poderosos, pero de hecho invisibles. El fuego, sólo cuando
consume materia física es que se muestra al estar rodeado
de la llama, pero antes subsistía ya, pues nada que
previamente subsistiese podría venir a ser. "Nihil ex
nihilo".
Entre el Tabernáculo en el Desierto, el Templo de
Salomón después y el construido por Herodes, en un
cierto sentido, éste último recibió
más gloria, dada la presencia corporal de Jesucristo, en
quien moraba la Deidad. Éste, mediante su autosacrificio,
no sólo abrogó el sacrificio de animales, sino que,
al consumarse su Obra en el mundo, rasgó el velo
(limpió el Cuerpo de Deseos de la Tierra, en el que
vivía inmersa la humanidad) y abrió el camino hacia
el Sanctasanctórum para todos y no sólo para los
sacerdotes y levitas como hasta entonces, sino para todo
aquél que quisiera ir y servir a la Deidad que nosotros
conocemos por El Padre. Cristo, por tanto, tras guardar la ley y
cumplir lo profetizado, dio fin a la época del santuario
externo, por lo que, de allí en adelante, el Altar de los
Sacrificios debía levantarse dentro del propio
corazón de cada hombre a fin de depararse a sí
mismo el debido arrepentimiento, dar lugar a la
restitución posible, y de que pudiera tener inicio la
reforma personal. Y si El Candelabro de Oro debe ser asimilado al
Cristo interno, e ilumine nuestro sendero, la inmensa Gloria del
Shekinah debe simbolizar al Padre, a Quien el mismo Cristo nos ha
de conducir.

La sombra de la Cruz

Si con los ojos de la imaginación fuésemos
capaces de visualizar la descripción que más arriba hemos
efectuado del Tabernáculo, sin lugar a dudas nos
encontraríamos con el perfecto diseño de la
cruz.
Fijémonos en primer lugar en el Altar de los Sacrificios o
de las Ofrendas, pero también en que un poco más
allá, justo en el camino que el aspirante ha de seguir,
hallamos el Lavabo, Pila de la Consagración o Mar Fundido,
donde se enjuagaban los sacerdotes. Este tramo
constituiría el madero inferior. Ya, en la Sala Oriental,
la del Este, encontramos a la izquierda el Candelabro de Oro y a
la derecha la Mesa del Pan de Proposición, y en el centro,
frente al segundo velo, tenemos el altar del Incienso,
conformando así los tres utensilios el madero central,
mientras que más allá aún, siguiendo el
sendero emprendido, queda el Arca de la Alianza, justo en el
extremo más occidental o vértice del madero
superior de la cruz, lo que configura y es el
Sanctasanctórum..
Por tanto, al igual que el camino de progreso espiritual a seguir
se hallaba ya establecido en aquellos remotísimos tiempos,
el ideal presente – cual es el de interiorizar la ley dentro de
nosotros, pues análogamente también entonces las
Tablas eran contenidas por el Arca – es el punto de referencia
esencial a conseguir para toda la humanidad. Así,
únicamente será conseguido cuando cada uno de
nosotros seamos capaces de percibir la luz espiritual que flota
encima de la Silla de Misericordia, y no antes; cuando en
realidad podamos conocer el significado, el objeto y meta de la
vida, es decir, sólo cuando hayamos ganado el derecho a
penetrar en dicha Sala Occidental, o Sala de Liberación
– como también se le denomina – será
cuando alcancemos a comprender por qué estamos en el mundo
y de qué estamos necesitados para, en forma apropiada, ser
útiles al mundo. Aclaremos sin embargo que, es a partir
del primer acceso del aspirante cuando, tras los primeros
destellos de aquello que desea y necesita conocer, cuando debe
salir al mundo para servir desinteresadamente a la humanidad,
trabajando eficientemente y estableciendo las bases para limar y
limar – pecar y sufrir por sus pecados – la imperfección
de que es objeto en sí mismo aún, y en definitiva,
ganar el derecho a la comprensión total a que aspira.
"Vosotros no podéis seguirme aún, pero me
seguiréis más tarde" dijo Cristo a los
discípulos. Por tanto, hemos de penetrar en el
Sanctasantórum muchas veces antes de alcanzar el
desarrollo espiritual último para acceder al
Gólgota, punto final de desarrollo humano y comenzar a
trabajar, ya sea desde este mundo o desde el otro, como
Auxiliares Invisibles en favor de la humanidad.

XIII

PIEDRA FILOSOFAL:
qué es y cómo se construye

A qué gran confusión han inducido las
palabras, frases o narraciones de los alquimistas durante siglos
cuando han sido examinadas por quienes únicamente
perseguían el interés del oro, su obtención
a expensas de reacciones o combinados químicos a partir de
bajos metales.
Ya hemos mencionado más arriba que hubo en la evolución
del hombre un tiempo en que aquél era un ser
hermafrodita, un detentador al mismo tiempo de la fuerza
masculina y femenina, en definitiva un creador, precisamente
cuando estaba pasando por una etapa en la que entre otros
aspectos era similar a una planta, pues su conciencia se
encontraba como en estado de trance o de sueño sin
ensueños, toda su fuerza la empleaba en el crecimiento y
en la propagación, y no disponía de medio ni factor
alguno que promoviesen en él la acción en cualquier
otra dirección, al carecer en aquel entonces no
sólo de mente sino también de voluntad.
En consecuencia, a fin de que el hombre pudiera salir de
semejante situación transitoria, por las Jerarquías
Creadoras se dispuso que – cual ellas mismas – dispusiera de un
cerebro con el
que pudiera crear a través del pensamiento y de una
laringe con que poder expresar sus propios mandatos creadores.
Fue por medio de esta secuencia por la que el hombre dejó
de ser hermafrodita para convertirse en unisexual, lo que requiso
que la fuerza creadora, conducida por los ángeles,
reascendiera con tal misión. A
partir de ese momento, evolutivamente hablando, el hombre
quedó a medio camino entre las plantas y los Elohim: no
podía crear físicamente por sí mismo como
las plantas, pero tampoco podía hacerlo como lo
hacían los dioses, psíquicamente, como un verdadero
hermafrodita, a cuya semejanza fue concebido y venido a ser. Era
por consiguiente una condición novísima,
desconocida, y habrían de ser sus guardianes entonces, los
ángeles de Jehová, quienes – como también ha
sido indicado – bajo líneas interplanetarias y
propicias al efecto congregaban periódicamente a los
primeros pobladores a fin de que la especie ejerciera el
apareamiento de forma inconsciente, única solución
posible para dar continuidad a la humanidad en ciernes.
Otra disposición de las Jerarquías habría
consistido en que, una vez concluido el cerebro, y por los
Señores de Mercurio, a quienes también hemos hecho
referencia, y de inteligencia
inaudita, se procedería a enseñar a la humanidad a
utilizar y desarrollar una mente creadora, al objeto de que en
algún momento pudiera concluir la etapa de
generación meramente sexual. Ello abriría sin duda
el camino para que al hombre pudiera alcanzar la verdadera
semejanza con sus creadores, los Elohim, es decir, crear
conjuntamente con las fuerzas que tienen semejante virtualidad,
la voluntad y la imaginación. Sin embargo, dicho plan
habría de quedar interrumpido por la intervención
de los Luciferes, en sí ángeles rezagados, quienes
en su propio interés enseñaron que, mediante la
cooperación sexual, la humanidad tendría
posibilidad de conformar nuevos cuerpos en los que renacer,
haciéndose inmortal. Y para que el hombre encontrase
motivación
e incentivo suficiente a tal fin, fue que infundieron en el
hombre la capacidad pasional de que dispone hoy. Por
consiguiente, y de este modo, la humanidad entró en una
etapa de desvío del plan diseñado, etapa que
más allá de generación, lo que en sí
produce es degeneración, puesto que el ayuntamiento ha
pasado a tener lugar en cualquier tiempo, bajo cualquier
condición y mayormente por puro placer, posesión, o
dominio de un ser sobre otro ser.
Por tanto, una vez que cada ser humano haya comprenda su
verdadero estado y desee comenzar su camino de
regeneración, será protegido por los Señores
de Mercurio, quienes ejercerán de guías hasta que
todos alcancemos aquella finalidad. Este camino,
esotéricamente denominado "sendero", no es otro que el de
la iniciación, parte de la cual no es otra que la
construcción de la denominada "piedra filosofal" por los
antiguos alquimistas y "cuerpo del alma" por los rosacruces del
día. Decir respecto de los alquimistas que, teniendo sobre
todo presente la extrema y campante intolerancia religiosa habida
en aquel tiempo, optaron y convinieron en utilizar
términos simbólicos apropiados, términos
que, sin mentir, sirvieran al menos entre los estudiantes
avanzados y ellos mismos para dar a conocer determinados grados,
situaciones o estados de naturaleza espiritual. De aquí
parte el que determinaran relacionar a los ángeles
lunares, gobernantes de las mareas, con el elemento sal; que
relacionaran a los luciferes, espíritus de Marte, con el
azufre, como asimismo y a tales efectos a los Señores de
Mercurio con el propio metal de este nombre. Utilizaron no
obstante una cuarta denominación, el ázoe, es
decir, el "alfa y omega", compendio y síntesis de los tres
elementos anteriormente citados. Actualmente se le denomina rayo
espiritual de Neptuno u octava de Mercurio, es decir, la
más alta, la más sublimada esencia espiritual.
Para llevar a cabo una labor tan larga, delicada y exquisita, los
alquimistas tuvieron siempre al cuerpo humano
como recinto de experimentación o laboratorio al
uso, motivo por el que en sus precisiones descriptivas abundaba
una conocida y común terminología química. Su campo de
observación más importante radicaba
en la espina dorsal, dado que mediaba entre el cerebro, en el
cual operaban los Señores de Mercurio, y los
órganos genitales, donde se hallaba ubicado su lugar de
trabajo y ejercían su dominio los pasionales y lujuriosos
Luciferes. Considerando que la sede de la conciencia se
encontraba aquí, en la espina dorsal, donde sabían
que los ángeles lunares eran muy activos por medio
del sistema nervioso
simpático, regidor de la conservación y bienestar
del cuerpo, designaron su correspondiente sección como
"sal". Se daban cuenta los alquimistas de que los Luciferes
tenían bajo su dominio la parte relacionada con los
nervios motores,
distribuidores de la energía contenida en los alimentos, por lo
que identificaron dicha sección con el nombre "azufre"; y
la tercera y última ubicación, la que registra y
administra las sensaciones llevadas a cabo por los nervios, y que
se encontraba regida por los seres de Mercurio, acordaron
denominarla como tal: "mercurio".
Y si herméticamente es conocido que el canal que forman
las vértebras no se encuentra lleno de un fluido sino de
un gas, el cual, a
semejanza con el vapor de agua puede condensarse en su exposición
al aire, del
mismo modo se conoce que por la acción vibratoria del
espíritu dicho gas puede sobrecalentarse y convertirse en
el ascendente y esplendente fuego que implica la
regeneración. Éste sería, pues, el lugar de
acción de las Jerarquías de Neptuno, aquél
al que los alquimistas determinaron nombrar "ázoe".
Pues bien, lo que al estudiante se le hacía ver – tal y
como ya hemos advertido – era que efectivamente el hombre se
encontraba en un status entre la planta y los dioses. Se le
hacía comprender que aquélla, inocente y pura,
libre de la desoladora pasión, dirigía toda su
fuerza hacia arriba, hacia la luz, y que culminaba en la
excelencia de la flor, aunque también se le hacía
notar que la planta, además de obrar exclusivamente en el
mundo físico, carecía no obstante tanto de
inteligencia como, por consiguiente, de libre albedrío,
por lo que su proceder se hallaba determinado, cosa que no
sucedía con los dioses, quienes podían crear tanto
en el plano físico como en el espiritual, si bien eran
puros como la planta, dado que su energía completa la
dirigían hacia arriba y era consumida como su inteligencia
tuviera a bien disponer, o sea, sin el peligro del mal uso dado
que, conociendo perfectamente el mal y el bien, en su libre
albedrío obraban siempre con sabiduría, es decir,
en función del bien exclusivamente.
En consecuencia, y al hilo de estas enseñanzas
absolutamente vigentes, que el hombre se halla entre una y otros
resulta absolutamente patente: dispone de inteligencia, de libre
albedrío y es un creador. Pero dado que actualmente se
encuentra dominado por las pasiones infundidas por los Luciferes
– pues dirige su fuerza hacia abajo y no hacia la luz – la mitad
de su fuerza creadora, aparte de la útil
generación, es derrochada en aplacar los sentidos, por
lo que es preciso hacer variar esta condición de manera
previa en aras a que pueda dar comienzo la presunta
regeneración espiritual propiamente dicha.
En consecuencia, el hombre-aspirante a ser un dios, es decir, la
un hombre evolucionado hasta encontrarse en posesión de
los poderes propios de un dios, tal y como nos es dado
considerarlo, y aún más, deberá aprender a
dirigir hacia arriba, hacia el cerebro, su energía
creadora y usarla de acuerdo a los mandatos de la inteligencia, o
sea, construir con el poder de la mente y exteriorizar la forma
de su pensamiento a través de la Palabra viva o Palabra
Perdida, aquella que en realidad ha de equivaler y ser un
personal y eficiente Fiat Creador.
Así, pues, tal y como siempre ha ocurrido, todo el proceso
alquímico tiene lugar en la columna vertebral, pues en
ella se encuentran la sal y el azufre, el mercurio y el
ázoe. Y si la meditación sobre altos valores
espirituales y los pensamientos nobles tienen, junto al altruismo
cotidiano, la virtualidad de poner incandescente la médula
espinal, entonces, sin duda, la energía creadora que
ascenderá por los canales vertebrales será la
denominada "fuego espirito-espinal" o "serpiente de
sabiduría". Ésta, una vez que penetra en la
glándula pineal y el cuerpo pituitario, poniendo a ambos
en vibración y en contacto, abre a su vez los mundos
espirituales, y capacita al ser humano poseedor para ponerse en
relación directa con las jerarquías espirituales de
los mundos invisibles. Este fuego tiene el poder de irradiar
hacia fuera a través del cuerpo y su aura, por lo que,
cuando así ha sucedido, su dueño se ha convertido
en "Piedra Viva", cuyo esplendor supera – ya hijos de Seth,
ya hijos de Caín – al del diamante o rubí;
dicho fuego es en sí mismo la "Piedra filosofal", el
"Cuerpo del alma", el Soma Psuchicom de que habló San
Pablo
Por tanto, es absolutamente conveniente recordar para este tiempo
que, como anunciara el propio Cristo cuando estuvo encarnado,
quienquiera que pretenda iluminación y esté
dispuesto a ser valiente, desinteresado y servidor abnegado de la
humanidad, ése, podrá llamar porque se le
abrirá y nadie deberá dudarlo. El esfuerzo y la
perseverancia en el bien señalado, convertirá al
aspirante decidido en la "Piedra filosofal", en la "Piedra Viva",
aquélla de que acabamos de hablar.

XIV

LOS TRES CIELOS
EXISTENTES

Primer Cielo

Si de las siete regiones de que compone el Mundo del
Deseo, el Purgatorio se encuentra en sus tres inferiores, el
Primer Cielo tiene su ámbito en las tres más
elevadas. En medio queda la Región Fronteriza.
Pues bien, una vez que el Ego ha concluido su tramo purgatorial,
donde, como se dijo, habrá incorporado al
átomo-simiente de su cuerpo de deseos la experiencia de
sus sufrimientos, la cual le hará adquirir o acrecentar la
cualidad de rectitud en futuros renacimientos, inmediatamente se
eleva a las tres regiones citadas, en las que nuevamente el
panorama de la vida vuelve a desarrollarse en sentido inverso, es
decir, de los efectos a las causas, y donde los actos buenos
dejados atrás serán los que conformen la base del
sentimiento que el Ego va a recoger, pues en este ámbito
el espíritu va a percibir la alegría tanto por las
buenas obras hechas por él y la gratitud expresada por los
ayudados, como la gratitud que fue capaz de sentir al ser ayudado
a su vez por otros. Y resaltemos que el sentimiento de gratitud
produce un nada despreciable crecimiento anímico. Por
tanto, la recolección que pueda llevarse a cabo en el
Primer Cielo dependerá, qué duda cabe, del bien que
hayamos proporcionado a otros como de lo útil que hayamos
considerado la ayuda que a su vez nos hayan prestado.
Hagamos una pequeña inserción para decir que,
aunque generalmente solemos relacionar la ayuda o el dar con la
capacidad patrimonial o económica del que da, en realidad,
y en muchas ocasiones, el mero hecho de "dar" no va a
proporcionar al que recibe aquello que en principio deseamos, por
lo que dar con discernimiento se convierte en una primera
condición del dar, si bien darse a sí mismo
constituye una condición superior, si bien, en la
mayoría de los casos ordinarios, darse no consista
más que en una respuesta atenta o educada, en una leve
sonrisa, en una mano con la palma extendida, o simplemente en
dejar pasar a alguien deferente y amablemente; en definitiva, en
expresiones de simpatía, solidaridad o
confianza. Sin embargo, dentro del campo ocultista, más
alto que ayudar puntualmente y en sí, es tratar de ayudar
pero procurando que el ayudado pueda ayudarse a sí mismo
en adelante; es éste un instrumento o manera de ayudar
sumamente útil no sólo para el futuro sino a la vez
compasivo, pues la compasión tiene relación directa
con el hecho de la emancipación definitiva del ayudado en
relación con la situación de indignidad o
afligimiento en que se encuentre.
Dicho lo anterior, prosigamos para señalar que la
alegría sin mancha pertenece al reino del Primer Cielo,
dado que, al tiempo que recoge el inefable fruto de sus buenas
acciones pasadas, el Ego, lejos ahora de las condiciones
terrestres, se encuentra libre de toda angustia, ansiedad o temor
alguno. Es también el lugar adecuado para que, cualquier
noble empresa a que el
Ego hubiese emprendido o aspirado en la vida, aquí pueda
cumplirse en todos su términos. Amén de
alegría, es asimismo un lugar de reposo y
recuperación de fuerzas, por lo que entre más dura
haya sido la vida recientemente terminada, más hondo y
amplio habrá de ser el descanso alcanzado. Es en el Primer
cielo es donde los devotos cristianos han construido con sus
pensamientos la Nueva Jerusalén, la cual durará en
función de cuán largo sea el tiempo y la intensidad
de las fuerzas mentales ejercidas por aquéllos. Y dado que
a través del pensamiento puede el hombre construir cuanto
quiera con el cuerpo de deseos, en este cielo podrá
construirse de este modo casas, máquinas,
aviones, paisajes, hermosas flores, etc., y siendo para él
estas cosas tan tangibles como lo son para nosotros las cosas
materiales de
la vida antes de la muerte. El Primer Cielo es el lugar de la
satisfacción total y perfecta.
En todo caso, si algo excelentemente hermoso hay que destacar en
este trayecto ascendente y concreto del espíritu a
través del Primer Cielo, son los niños.
Los niños que mueren aproximadamente antes de los catorce
años no pasan por la experiencia purgatorial, puesto que
no son responsables de sus actos y nunca sobrepasan este cielo;
por ello conservan hasta el nuevo nacimiento su cuerpo de deseos
y la mente, motivo por el que, al volver a renacer, están
muy facultados para el recuerdo su de su vida inmediatamente
anterior. Aquí, y hasta que acaece una oportunidad
propicia para el renacimiento,
permanecen aprendiendo lecciones con las que tendrán un
gran progreso, en una preciosa forma y por un período de
entre uno y veinte años.
En el momento en que un niño muere, éste siempre
tiene a alguien de su familia que le
está esperando, o será adoptado de inmediato por
personas que prohijaban niños en la Tierra. Por tanto,
nunca estará solo. Podrá pensar, determinar y
construir sus golosinas, sus juguetes
preferidos y jugar a cuanto quiera. A los niños se les
agrupa no por edades, como se hace en la Tierra, sino por
temperamentos, por carácter, siendo las lecciones
impartidas en cualquier sentido con extraordinaria facilidad. Las
enseñanzas recibidas por medio de dichas lecciones, e
impregnada en su delicado cuerpo de deseos, vendrán con
ellos en el nuevo renacimiento
mediante un aporte espiritual de imponderable ayuda. Renacen a
menudo en la misma familia o en una próxima al
núcleo que acaba de dejar. Pocas veces suelen encarnar
lejos del hogar anterior o en un país distinto.
Existen dos casos particulares en los que, a fin de proporcionar
al espíritu que ha pasado al otro lado las lecciones que
debió haber aprendido y que por alguna causa no
aprendió, los Guías que conducen nuestra
evolución hacen que mueran esos espíritus de
niños y vayan para ello al Primer Cielo directamente.
Estos casos son cuando algún espíritu naciente es
muy débil y cuando alguien muere sin poder efectuar en el
momento de la muerte la debida buena grabación que le
pueda permitir acrecentar su conciencia en el Purgatorio o bien
la virtud en el Primer Cielo. Ejemplos del segundo supuesto al
respecto: lecho de muerte ruidoso en el alrededor
doméstico, muerte por accidente, muerte en hechos de
guerra, o bien
debido a incineración o embalsamamiento, tras el
fallecimiento, antes de haberse cumplido el término de
tres días y medio requerido, etc.
La estancia en el Primer Cielo supone también una
ocasión de estudio y progreso para todos aquéllos
que hubieran encauzado su vida por derroteros positivos, tales
como personas altruistas, para estudiosos de cualquier tema, para
artistas, filósofos o estudiantes de cualquier tipo
de materia. El mundo del Deseo es un mundo de fascinantes
colores, por lo que aquí, los pintores, podrán
disfrutar de la calidad máxima que puedan exigir para la
composición de sus obras más excelsas; nada que se
pueda comparar en nitidez, brillantez y viveza son los colores
observados en la Tierra. No en vano el Mundo del Deseo es el
mundo ex profeso del color sublime. En cambio, el músico,
deberá esperar a hallarse en el Segundo Cielo, pues
él es el mundo que detenta la excelencia del sonido, tono, y
de la suprema armonía que allí podrá
encontrar. No obstante, sí queremos señalar que, a
pesar de todo, los ecos percibidos en el Primer Cielo son
inmensamente más bellos y duraderos que en la vida
terrestre.
Tras haberse grabado fuertemente en el átomo-simiente del
cuerpo de deseos tanto los resultados del sufrimiento del
Purgatorio como de la alegría perteneciente al Primer
Cielo, el hombre, el Ego, llevándose exclusivamente las
fuerzas el átomo-simiente, comienza a abandonar el cuerpo
de deseos para elevarse al Segundo Cielo y que aquél
vehículo se desintegre. Dicho átomo-simiente
constituirá el futuro núcleo de los cuerpos de
deseos que haya de conformar en sucesivos
renacimientos.

Segundo Cielo

Una vez que el Ego llega aquí se encuentra
envuelto en su cuerpo mental y retiene en sí los tres
átomos-simiente, es decir, la quintaesencia de los tres
vehículos que ya han sido abandonados: cuerpo denso,
cuerpo vital y cuerpo de deseos.
Si bien es cierto que cuando el hombre muere y accede al Mundo
del Deseo, tarda y tiene un lapsus en despertar entre unas horas
y varios días hasta convencerse de su nueva
condición, dado que ve perfectamente que es capaz de
pensar y moverse, pero sin comprender ipso facto que ha muerto,
no ocurre lo mismo respecto a cuando llega al Segundo Cielo, el
cual se encuentra en la Región del Pensamiento Concreto,
pues ahora se muestra totalmente consciente y se ha trasladado a
una paz inenarrable, paz en la que todo para él parece
disolverse. En este momento no puede pensar y ninguna de sus
facultades se muestra viva; él únicamente siente
que es sin temor y con una sensación o inexplicable
sentimiento de soledad absoluta, y su alma, lejos de encontrar
palabras con que poder expresarlo adecuadamente, entra de lleno
en una paz y estado de semejante naturaleza. A este estado se le
conoce en ocultismo mediante el nombre de "El Gran Silencio".
Sin embargo, cuando el espíritu despierta se da cuenta de
que se encuentra en su patria-hogar, los cielos, y ya, en los
primeros instantes, es cuando comienza a oír la
música de las esferas, de la que ya Pitágoras
hablara y que realmente está compuesta por las notas-clave
emitidas por las doce Jerarquías del Zodíaco. De
este cielo acabamos de decir más arriba que era por
excelencia el mundo del sonido, sin que por ello pueda negarse la
existencia de color, puesto que, si bien se simultanean, y
conociendo que el sonido es generador del color, como
también lo son todas las formas sólidas, obvia y
únicamente sostenemos que el sonido es el dominante.
La actividad desplegada en el Segundo Cielo es intensa y variada,
a través de la cual uno se equipa debidamente para
afrontar la próxima encarnación.. Así, es
aquí donde son absorbidas las quintaesencias o distintas
clases de alma extraída de cada uno de los
vehículos que componen el triple cuerpo, el denso, el
vital y de deseos, pábulo del espíritu que ha de
fortificarlo al ampliar sus facultades y poderes respecto de la
voluntad, de la imaginación y la mente abstracta,
facultades y poderes con que se expresará en el
futuro.
En este cielo va a permanecer el Ego durante varios siglos,
siglos en los que asimilará el fruto recogido en su pasada
vida al tiempo que delineando las expectativas terrestres con
que, para su progreso, ha de encontrarse en su próximo
renacimiento. Como podrá suponerse, el instrumento para
tal trabajo es el sonido expresado mediante color, sonido que,
bajo su armoniosa emisión, constituye el modo por medio
del cual es disuelta la triple alma en el triple
espíritu.
Todas las entidades del Segundo Cielo trabajan en la
confección de todos los modelos o
arquetipos habidos en la Tierra, los cuales se hallan ubicados y
distribuidos en las tres primeras subdivisiones de la
Región del Pensamiento Concreto. Por tanto, el Ego prepara
de esta manera su nuevo hábitat, el que ha de proporcionarle nuevas
experiencias que, a su vez, han de conducirle a nuevos progresos
en sus facultades y poderes espirituales. Bajo la
dirección de Elevados Seres, también participa el
hombre en la confección del clima, la flora y
la fauna, por lo que
en todo momento el mundo no es sino una expresión
manifestada de cuanto la humanidad ha ido construyendo de ahora y
siempre de forma sucesiva. Una de las actividades más
relevantes del hombre en este lugar se centra en la
construcción, o mejor reconstrucción, de su cuerpo,
un cuerpo que le permita un campo más amplio de
expresión con las consiguientes experiencias. Vemos, pues,
que, dada su naturaleza de creador, el hombre se instruye de una
manera efectiva al adquirir conocimiento acerca de cómo
llevar a cabo todos y cada uno de sus posibles eventos
creadores.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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