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El adiós y el regreso en César Vallejo (página 2)



Partes: 1, 2

 

2.
Cómo se gestó y realizó este adiós
sin retorno

Acerca de cómo se gestó y se
concretó este viaje hay diversos testimonios, todos ellos
coincidentes en señalar la actuación de su amigo
Julio Gálvez, integrante del "Grupo Norte",
sobrino de Antenor Orrego y un hombre
generoso y servicial quien, cuando César Vallejo se
encontraba refugiado y perseguido por la policía en
Trujillo, actuó como su enlace con el mundo de afuera,
trayéndole y llevándole recados,
proporcionándole comida y cumpliendo las labores de un
asistente servicial y acomedido para con el amigo en ese trance
difícil.

Julio Gálvez, en marzo de 1923, conoció la
noticia de que le correspondía recibir una herencia por
la muerte de
un familiar. Valiéndose de esta situación
solicitó la herencia lo más pronto que pudo para
comprarse un boleto de primera clase para
emprender viaje a Europa, el cual
luego cambió por dos boletos de tercera, a fin de viajar
con César Vallejo, ya que conocía el riesgo que su
amigo corría al quedarse en el Perú. Lo refiere
Luis Alberto Sánchez, cuando apunta:

Él dividió el pasaje de primera a Europa
que le obsequiaron sus parientes al declararse la herencia
paterna, con Vallejo, de lo que resultaron dos pasajes de tercera
y un hambre de primera.

Respecto a este mismo asunto Juan Larrea cita el
testimonio de Armando Bazán, explicando que ello concuerda
plenamente con sus recuerdos:

En marzo de 1923 le anunciaron de Trujillo que su abuela
materna, al morir, acababa de dejarle una pequeña fortuna.
A esa ciudad fue inmediatamente. Y mientras se seguía los
trámites pertinentes, tuvo noticia de las maniobras
judiciales que se estaban haciendo  allí para perder
a su amigo César Vallejo. A cualquier precio obtuvo,
por eso, un adelanto de su herencia y regresó
inmediatamente a Lima. Empezaba el mes de junio. En dos semanas
pusieron, él y Vallejo, sus asuntos en orden. La noche del
22 del mismo mes, cenaron alegremente, junto a algunos amigos, en
un chifa de Capón, y el 23 al atardecer, tomaron el
"Oroya".

"Acostúmbrate a comer poco, que en París
comeremos piedrecitas", le reprochó Vallejo tiernamente en
esa cita de la calle Capón y al ver que su amigo
engullía los alimentos con
gusto y delectación, César llega a París el
13 de julio de 1923.

3. Con la
mano en el aire

Al abordar el barco "Oroya", en el que viajó a
Europa, a César Vallejo se le veía muy acongojado.
Lo acompañaron hasta el abordaje su hermano Néstor
de Paula con quien estudiaron juntos en la Universidad de
Trujillo y quien vino desde Trujillo a despedirlo, y
también su amigo Crisólogo Quezada, "el
gordo".

¿Qué se agolpaba en el alma de
Vallejo cuando estuvo silencioso en la borda, en el momento en
que el "Oroya" se alejaba del puerto, y luego de la costa del
Perú, tras la neblina?

En carta que le
dirige a su abogado Carlos C. Godoy, quien veía su juicio
en Trujillo, le dice:

Habría querido bajar, a mi paso, en Salaverry,
mas lamentablemente, no toca el "Oroya" en ese puerto y me quedo
con la mano en el aire, sin
alcanzar a estrechar las de los poquísimos amigos que como
usted, ocupan mi corazón.
Qué vamos a hacer. Ya lo haré a mi
retorno.

"La mano en el aire" es el gesto que encierra el
significado de lo inacabable, de la despedida; también de
lo inasequible, de lo que no se alcanza a tocar; también
del misterio del adiós en este mundo y en esta vida. Es
igualmente, el movimiento que
se hace para apuntar a las montañas en las que hemos
nacido. 

Es seguro que en el
momento de su partida Vallejo pensaba en el Perú, al cual
no dejaba sino que llevaba incrustado en el alma, porque
él partió no para olvidarse de su país sino
para tenerlo más presente y reencontrarlo siempre.
Recogía en esos momentos sus cariños más
hondos a fin de nunca olvidarse de ellos.

Fue al estar de pie en la baranda del nivel de tercera
clase de la nave que se alejaba donde le asaltó aquel
puñal ardiente y quemante del amor a
la tierra del
cual dan testimonio sus amigos de París que laceró
su alma siempre. Cabe suponer que en las imágenes
que se esbozaban en su mente estaban imborrables su casa, las
calles de Santiago de Chuco, el perfil de los cerros, las lomas
sembradas de los campos y las voces de sus seres queridos,
algunos ya muertos pero allí presentes cuando él
partía.


4. Algunos motivos de su alejamiento del
Perú

Cinco razones fundamentales determinaron este doloroso
alejamiento:

Primero, la atracción que ejercía Europa,
y en especial París, a todo artista, más aún
en aquella época. Era enorme entonces la
fascinación por participar de cerca en el debate
cultural más vigente y mejor posicionado del momento y el
anhelo muy legítimo de universalización.

Segundo motivo fue la conclusión definitiva a la
cual llegó, de que su poesía
y su arte no
serían comprendidos en el Perú, al constatar que su
libro Trilce,
publicado el año 1922, cayó en el vacío y no
alcanzó a ser apreciado en un medio local estrecho y
limitado como era el de Lima, tanto que uno de los pocos
comentarios que aparecieron –el de Luis Alberto
Sánchez– lo calificaba de estrambótico. Este
mismo estudioso lo recordaba años después diciendo
que:

Trilce fue isla incógnita y repudiada. Orrego y
yo nos hicimos el hara-kiri crítico al amparar eso que los
‘viejos’ llamaban, irritados, ‘disparate’
y los jóvenes ‘pose’.

El tercer factor es que meses antes, con el argumento de
una reducción de plazas, fue despedido del Colegio
Guadalupe, donde trabajaba como maestro de educación primaria,
pese a que Vallejo disponía de grado académico
otorgado por la Universidad de Trujillo.

El cuarto asunto, y quizá el más
determinante para su viaje, fue la inminencia de ser nuevamente
encarcelado pues se había reabierto la causa que
motivó su prisión de 112 días en el penal de
Trujillo, hecho que se corroboró meses después al
dictaminarse nuevamente una orden de captura en contra suya, la
misma que después de remitió a París donde
él ya se encontraba y que le causara enorme estrago en su
salud, orden de
captura que hasta ahora no ha sido levantada ni él ha
quedado absuelto. Él murió perseguido por la
justicia
peruana.

El quinto hecho que motivó su alejamiento fue su
anhelo de universalidad, ámbito al cual su genio le
impelía abarcando la totalidad del mundo y estando
presente en aquellos lugares en donde la experiencia humana
cribaba lo más significativo y trascendente. Tanto es
así que realizó todo el esfuerzo y el sacrificio
personal,
gastando su propio peculio para viajar y ver lo que pasaba en
Rusia y
Alemania, hizo
lo mismo para conocer de cerca lo que ocurría en España en
plena guerra civil
española.

5.
El heroísmo de la permanencia de Vallejo en
Europa

En vínculo directo con este tema quiero tratar de
reproducir aquí una apreciación oral que
escuché decir a Max Silva Tuesta, opinión
relacionada a la permanencia en Europa de César Vallejo y
él la dijera en una conversación, la misma que
reproduzco más o menos del siguiente modo, sin que
éstas sean sus palabras textuales, sino más bien
una reproducción libre, tratando de darle forma
a una idea que juzgo del mayor interés,
siempre y cuando pudiera alcanzar a decir el núcleo y el
concepto de lo
que Max Silva Tuesta quería dar a significar. Dijo
así:

He estado tres
veces en Europa y en las tres oportunidades por un lapso de dos,
tres o a lo más cuatro semanas. Y la verdad, ya no
resistía. ¡Me ahogaba! ¡No sabia qué
hacer! Sentía una opresión inmensa. Y eso que yo
estaba acompañado de mi esposa, e iba con objetivos muy
claros, definidos y a cumplir con asuntos muy concretos, que le
daban sentido a mi estadía, cual era participar en
algún Congreso, a dictar conferencias y a estar ocupado en
este y el otro asunto. Tenía mucho qué hacer; pero
era atroz: la sensación de lo ajeno, de ser el
extraño, del ambiente
neutro, funcional, mecánico y frío de Europa. Esto,
era invivible, sin tomar en cuenta el costo que
tenía cada cosa, el gasto de cada desplazamiento, que
demandaba dinero. Ahora
bien, conociendo cómo era César Vallejo, teniendo
constancia y evidencia de cómo era él
íntegramente, en su físico y en su alma, tan
añorante de su pueblo, ¡tan inclinado a gustar de su
lengua y a
nutrirse de su raíz telúrica!, y viviendo en las
condiciones económicas en que él vivía, sin
un centavo para comer, tiene que ser un héroe completo
para haber resistido 15 años en Europa antes de su
muerte y en
esas condiciones.

¡Esta es una dimensión de heroísmo
invisible, que se nos escapa ya sea porque no hemos estado en
Europa o porque hemos estado pero no en la situación en
que estuvo Vallejo! ¡De allí que yo crea que
él es un mártir y un héroe tremendo!

6. El regreso de César
Vallejo

Es conocida la situación de hambre, penuria y
miseria que sufrió César Vallejo en París y
se ha discutido bastante si él intentó y quiso
regresar al Perú. Alfonso Arias Schreiber escribió
el jueves 30 de abril de 1998 en el diario El Comercio de
Lima un "Testimonio sobre César Vallejo", donde refiere
que siendo representante del Perú en París,
encontró en los archivos de la
Misión
un cablegrama del Ministro Francisco García
Calderón con motivo de la muerte de Vallejo, ocurrida en
abril de 1938, cuyo texto
decía así:

Refiérome cablegrama de Ud. Nº 25. Vallejo
murió hoy nueve mañana. Gastos
autorizados clínica, asistencia y entierro representan
aproximadamente veinticinco mil francos, que ruégole
entregar cablegráficamente. Último deseo de Vallejo
fue ser enterrado en el Perú.

 Luis E. Valcárcel estaba dispuesto a
atestiguar lo mismo. Sin embargo sería vano y superfluo en
estos momentos debatir si deben o no volver los restos de Vallejo
al Perú. Lo importante es recoger su mensaje de
redención humana; su utopía de instaurar el reino
de justicia, libertad y
esperanza en nuestro país, y que avizoró
diáfano en su poema «Telúrica y
magnética».

Cuando ello hagamos será muy natural que acojamos
con honra y honor, cualquier día, los huesos de este
héroe civil, de este gladiador por un nuevo y
auténtico humanismo, por
la belleza y la bondad en el mundo, que son ejes esenciales de su
vida y de la propuesta de cómo redimir la condición
del hombre sobre la faz de la tierra.

7. Vallejo es reserva moral

 César Vallejo fue un colectivista
instintivo y como tal un ser heroico. Despreció
aquí un puesto administrativo y consecuentemente la
bonanza económica para viajar a Europa a sufrir
absolutamente de todo, –para morir, él ya lo
sabía, por la visión premonitoria que había
tenido en Mansiche. "Me moriré en París y no me
corro", diría después– sin pretender
jamás hacerse allí de una posición
moda.

 Al contrario, se hizo a propósito mendigo
para hacer más auténtica su adhesión a los
humildes y tener autoridad
moral en todo
lo que su verbo expresa, sea en su grandiosa poesía, sea
en sus proposiciones fulgurantes de su concepción estética expuesta en "El arte y la revolución", sea en su prosa de tesis, sea en
sus crónicas y artículos
periodísticos.

 En Vallejo se encarnan en un solo signo y ocupando
el centro en su destino personal, el devenir histórico de
los pueblos, del Perú y el mundo, que han luchado, siguen
luchando y lucharán por siempre para instaurar formas
sociales de justicia, fraternidad y solidaridad.

 De allí que el mensaje más valedero
que podemos extraer de la vida de este paradigma de
hombre cabal, a fin de inspirarnos e inspirar a la juventud con
su ejemplo, es seguir una vida de autenticidad y coherencia en
función
del hombre, el país y el mundo.

 Nos orienta en primer lugar a comprometernos con
los problemas
pendientes de solucionar en todo medio social, nos exalta a una
adhesión total al hombre como una criatura gloriosa por su
naturaleza
real, casera y cotidiana; porque sufre y goza; porque es hijo,
esposo, hermano o padre; porque es minero, agricultor o
ferroviario; fe en la condición humana que lo embarga
hasta llegar al heroísmo total.

 Nos enseña el compromiso con quien vale la
pena comprometerse: los pobres, los humildes, los desheredados;
siendo la suya palabra de militante, de guerrero y soldado por la
redención humana; no mirada o gesto de
contemplación ni mucho menos de arrobamiento, sino de
acción
que invoca a adherirse urgentemente a la causa del
hombre.

 El ejemplo de vida y el verbo hecho poesía
que nos ha dejado César Vallejo constituyen para nosotros
la reserva moral más prístina e incorruptible
con la cual contamos como convicción, fortaleza y
esperanza, ejemplo que permanecerá por siempre entre
nosotros ocupando un lugar de preeminencia entre los fastos
más gloriosos alcanzados hasta ahora por el
espíritu humano.

Fuente:

Instituto del Libro y la Lectura del
Perú

 

Danilo Sánchez Lihón

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