Estadística y contradicciones del salario en la sociedad capitalista
Empezando con el tecnicismo economicista
estadístico al uso y pasando luego a poner ejemplos
concretos veremos la diferencia entre un discurso que
tiende a esconder las desigualdades al gran público, el
estadístico tecnoeconómico, y un discurso que las
deja bien de manifiesto, el de los ejemplos concretos y reales,
que han sido expuestos, muchas veces, por la literatura, y que recoge, en
ocasiones, el periodismo
actual.
Para hacerse una idea de los efectos del
asalaramiento en el siglo XIX vale más un libro de
Dickens o de Zola, o las descripciones de las condiciones
fabriles del Libro I de El Capital de
Marx, que los
tratados de
Economía
Política de la época, pero en nuestros
días abundan los tratados de Macroeconomía y escasean los escritores
como Dickens, con lo cual tendremos que contentarnos con
contraponer los datos medios
estadísticos a algunos ejemplos concretos
periodísticos, para así dejar en claro lo
engañoso de la cientificidad con relación a la vida
económica de los seres humanos.
"–Es que no sabéis lo tonta que
soy– exclamó Sissy, medio llorando–. En la
escuela no hago
más que equivocarme. El señor y la señora
M'Choakumchild me hacen poner una y otra vez en pie, nada
más que para que cometa errores. No lo puedo remediar.
Parece que me brotan espontáneamente. (…). Hoy, por
ejemplo, nos explicaba el señor M'Choakumchild la teoría
de la Prosperidad natural.
–Supongo que quieres decir la
Prosperidad nacional –apuntó Luisa.
(…).
–Y nos dijo: «Mirad: suponed
que esta escuela es la nación
y que en esta nación
hay cincuenta millones en dinero.
¿Es o no una nación próspera? Niña
número veinte, ¿es o no una nación
próspera esta, y estáis o no estáis vos
nadando en prosperidad?».
–¿Y qué contestaste?
–le preguntó Luisa.
–Señorita Luisa, le
contesté que no lo sabía. Me pareció que no
estaba en condiciones de afirmar si la nación era o no era
próspera y si yo estaba nadando en prosperidad, mientras
no supiese en qué manos estaba el dinero y si
me correspondía a mí una parte. Pero esto era
salirse de la cuestión. No podía representarse con
números –dijo Sissy, enjugándose las
lágrimas.
–Cometiste un gran error
–sentenció Luisa.
–Ahora ya lo sé,
señorita Luisa; ahora ya lo sé. El señor
M'Choakumchild me dijo a continuación que me lo
presentaría de otra manera, y se expresó de este
modo: «La sala de esta escuela es una ciudad inmensa en la
que vive un millón de habitantes, solamente se mueren de
hambre en la calle, al año, veinticinco.
¿Qué os parece esta
prosperidad?». Lo mejor que se me ocurrió
contestarle fue que para los que se morían de hambre era
lo mismo que la ciudad tuviese un millón que un
millón de millones de habitantes. Y también en esto
me equivoqué.
–¡Naturalmente que
sí! –El señor M'Choakumchild dijo que iba a
probarme otra vez, y empezó: «Tengo aquí un
cuaderno de asmáticas…».
–Estadísticas
–corrigió Luisa.
–Eso es, señorita Luisa
(…). De estadísticas de accidentes
marítimos. «Según ellas (dijo el señor
M'Choakumchild), cien mil personas se embarcaron en un año
para travesías marítimas largas, y tan sólo
quinientas se ahogaron o perecieron entre llamas.
¿Qué tanto por ciento resulta?». Y yo le
contesté… que ninguno… –y al decir
esto, Sissy sollozó, como si aquél error, el mayor
de los suyos, le inspirase viva
constricción.
–¿Cómo que ninguno,
Sissy? –Ningún tanto por ciento representa para los
parientes y amigos de los que perecieron. No acabaré
jamás de aprender –dijo Sissy".
(Charles Dickens Tiempos difíciles. Madrid,
Cátedra 1994, pp.152-154. Hard Times. Toronto, Broadview,
1996, pp.93-94).
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