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Escorpio Esotérico e Iniciático (página 2)



Partes: 1, 2

 

En este signo astrológico Hércules pasa
victoriosamente a través de su prueba más grande,
de manera que de ahí en adelante su problemática
cambia sustancialmente, pues ha conseguido controlar y vencer al
deseo y ha demostrado su capacidad para enfrentarlo y derrotarlo.
En lo sucesivo su visión y su punto de vista están
estabilizados y equilibrados, y ya no puede ser engañado
por la apariencia de las formas, y siendo ya apto para caminar
seguro en la
Luz, se
convierte por fin en un trabajador al servicio del
mundo.
En esa ardua tarea el aspirante en Escorpio está regido
fundamentalmente por dos planetas como
son Marte y Mercurio (además de un tercero,
Plutón). Marte le proporcionará, para lo bueno y
para lo malo, la fuerza del
6º Rayo que conduce al idealismo, al
fanatismo destructivo a veces, a la batalla y a la guerra, al
esfuerzo y a la aspiración y evolución. Por medio de Mercurio el
aspirante accederá al discernimiento y ponderación
indispensables para concienciar su problemática y su
estrategia de
liberación, y a través de su influencia la mente
será iluminada y se establecerá relación y
encuentro entre la
personalidad y el alma

El
Mito 
(transcrito de la versión de Richard
Merchant)

El Gran Presidente, vestido de
radiante calma, dijo solamente una palabra. El Maestro oyó
la orden de oro, y
convocó a Hércules, el hijo de Dios que era
también el hijo del hombre.

"La luz brilla ahora en el octavo
Portal", dijo el Maestro. "En el antiguo Argos hubo una
sequía. Amimona suplicó la ayuda de Neptuno.
Éste le ordenó que golpeara una roca, y cuando ella
lo hizo, brotaron tres corrientes cristalinas; pero prontamente
una hidra hizo allí su morada.

"Junto al Río Amimona,
está el infesto pantano de Lerna. Dentro de esta
fétida ciénaga yace la monstruosa hidra, una
calamidad en la comarca. Esta criatura tiene nueve cabezas, y una
de ellas es inmortal. Prepárate a combatir con esta
repugnante bestia. No pienses que pueden servirte, medios
ordinarios; destruyes una cabeza, dos crecen aceleradamente".
Hércules esperaba con
expectación.

   

"Yo sólo
puedo dar una palabra de consejo", dijo el Maestro. "Ascendemos
arrodillándonos; vencemos cediendo; ganamos renunciando.
Ve. ¡Oh, hijo de Dios e hijo del hombre, y vence!"
Entonces, Hércules pasó a través del octavo
Portal.


El estancado pantano de Lerna era una
mancha que desalentaba a todos los que llegaban a sus confines.
Su hedor contaminaba toda la atmósfera en un
espacio de siete millas. Cuando Hércules se
aproximó, tuvo que detenerse, pues sólo el olor
casi lo venció. La cenagosa arena movediza era un peligro,
y más de una vez Hércules rápidamente
retiró su pie temiendo que fuera succionado por la tierra
floja.


Finalmente encontró la guarida
donde moraba la monstruosa bestia. Dentro de una caverna donde
reinaba perpetua noche, la hidra estaba oculta. De día y
de noche Hércules rondaba el traicionero pantano,
esperando el momento propicio en que la bestia saliera. Vigilaba
en vano. El monstruo permanecía dentro de su fétida
ciénaga.

Recurriendo a
una estratagema, Hércules sumergió sus flechas en
brea ardiendo y las hizo llover directamente dentro de la
bostezante caverna donde moraba la horrible bestia. Una
agitación y conmoción sobrevino al
punto.


La hidra emergió, con sus nueve
encolerizadas cabezas exhalando llamaradas. Su escamosa cola
azotaba furiosamente el agua y el
barro salpicando a Hércules. A tres brazas de altura se
levantó el monstruo, una cosa de tal fealdad que
parecía como si hubiera sido hecha con los más
impuros pensamientos concebidos desde que empezó el
tiempo. La
hidra se abalanzó sobre Hércules y buscó
enrollarse alrededor de sus pies. El se apartó y le
asestó un golpe tan demoledor que una de sus cabezas fue
inmediatamente separada. Apenas había esta horrible cabeza
caído dentro del pantano, dos crecieron en su lugar. Una y
otra vez Hércules atacó al furioso monstruo, pero
con cada asalto se volvía más fuerte, no más
débil.


Entonces Hércules se
acordó que su Maestro había dicho, "nos elevamos
arrodillándonos". Arrojando a un lado su garrote,
Hércules se arrodilló, agarró a la hidra con
sus manos desnudas y la levantó en el aire. Suspendida
en medio del aire, su fuerza disminuyó. De rodillas
entonces, él sostuvo a la hidra alto por encima suyo para
que el aire y la luz purificadoras pudieran tener su esperado
efecto. El monstruo, fuerte en la oscuridad y el pantanoso barro,
pronto perdió su poder cuando
los rayos del sol y el contacto del viento cayeron sobre
él.


Se esforzó convulsivamente,
pasando un estremecimiento a través de su repugnante
figura. Más y más desfallecida se hizo su lucha
hasta que fue vencida. Las nueve cabezas se inclinaron, luego con
jadeantes bocas y vidriosos ojos cayeron flojamente hacia
adelante. Pero sólo cuando ellas yacían sin vida,
Hércules percibió la mística cabeza que era
inmortal.


Entonces Hércules cortó
la cabeza inmortal de la hidra y la enterró, silbando
todavía ferozmente, debajo de una
roca.


Retornando, Hércules se
paró delante de su Maestro. "La victoria ha sido lograda",
dijo el Maestro. "La luz que brilla en el octavo Portal
está ahora mezclada con tu propia luz". 1


 

Lectura
Esotérica

Se suele decir en los círculos esotéricos
astrológicos que básicamente hay dos crisis mayores
en la vida de todo aspirante: 1) cuando el hombre
inteligente y maduro se vuelve hacia sí mismo y hacia las
necesidades del Alma, lo cual termina conduciéndole a las
pruebas de
Escorpio, para convertir el deseo de Tauro en aspiración
espiritual y la personalidad
vigorosa y materialista  de Virgo en muerte de la
misma al servicio del alma. Y 2) cuando el iniciado de 3º
grado –en una vuelta más de la espiral ascendente-
se reorienta hacia la Mónada y pasa por pruebas más
sutiles hacia reconocimientos espirituales superiores.

Miremos un poco más detalladamente a la
experiencia del hombre aprendiz de lo espiritual en Escorpio.
Tras el balance tranquilo y pensativo del aspirante en Libra,
continúa éste su curso evolutivo en la rueda de la
vida, y en Virgo pasará por experiencias de vida material
que engrosarán y realimentarán el fardo de su
personalidad, hasta que  finalmente, en el momento en que
ese ego personal sea
firme, adulto  y poderoso, tan brillante y autosatisfecho de
sus logros personales que haya cumplido y realizado todos sus
fines y experiencias prácticas, en Escorpio
terminará atrayendo inevitable e inconscientemente las
pruebas y conflicto y
batalla entre su alma y esa personalidad egóica, siempre
bajo la dirección y magisterio de su propio
alma.
Podríamos simplificar ese curso evolutivo e
iniciático de la secuencia de vidas del aspirante
ordenándolas, siempre de una manera prudencial y en
términos relativos pues las vías del alma no se
adecuan en todo caso a nuestro raciocinio cartesiano, en un
sentido astrológico de la forma siguiente: a) En Leo
adquiriría la necesaria concentración,
individualización y autoconciencia. b) En Virgo se
introduciría en un período de gestación y
materialización, de construcción de una personalidad
inteligente y práctica. c) En Libra pasaría por una
época de contemplación, balance y equilibrio
entre el alma y la personalidad en que aquélla se prepara
para la batalla a través del sendero de probación.
d) En Escorpio podría entrar en un período de
iluminación creciente en que, tras pasar y
trascender las pruebas a las que se somete voluntariamente el
aspirante,  el alma triunfa sobre el glamour y el espejismo
de la personalidad y la luz del alma del ya discípulo se
vierte en el sendero del discipulado. e) En Sagitario el
discípulo se prepararía para la iniciación,
el alma del ya iniciado se expresa ya a través de la
personalidad al servicio. f) En Capricornio advendría esa
Iniciación, la Transfiguración del alma. g) En
Acuario total servicio. h) En Piscis sobrevendría la
liberación final, el deseo es solo divino y espiritual, el
Cristo Cósmico. En todo caso se debe de leer
cuidadosamente este posible mapa y distinguir entre gente que se
halla en la rueda ordinaria de sus encarnaciones y aquellos
discípulos que están ya en la rueda invertida, es
decir en el sendero definitivo hacia el alma y el
espíritu, siendo éste el sentido estricto al que
nos referimos en toda esta lectura del
signo astrológico que nos ocupa.

En Escorpio la personalidad ha de ser ineludiblemente
humillada y derrotada, subyugada y literalmente asfixiada, y
entonces es cuando resucitará al aire y a la luz, para
desde ese momento convertirse en servidora del alma. Esto es
bellamente expresado en la leyenda de Hércules que hemos
transcrito,  el Dios solar que vence a la Hidra de las 9
cabezas o serpiente del deseo, obligándose él mismo
a ponerse de rodillas y desde esa posición de humildad
levantar a la serpiente al aire de la consciencia, y entonces es
cuando sobrevendría  la liberación. Por todo
ello se dice que en Escorpio el  discípulo se
convierte eventualmente en discípulo triunfante tras haber
descendido a las profundidades infernales, y que es un signo de
muerte al dar muerte esotérica a la personalidad, que
queda enterrada, para en un momento posterior volver a las
alturas cuando ascienda al pico de la montaña en
Capricornio.

   

Es por ello que analógicamente la
Tradición Esotérica nos dice que de los tres Hijos
de Dios, Hércules, Buda y Cristo, en Escorpio
Hércules se convirtió en discípulo
triunfante, en Tauro Buda alcanzó la victoria final sobre
el deseo y llegó a la iluminación, y en Piscis
Cristo venció a la muerte
convirtiéndose en salvador del mundo. Hércules en
Escorpio está gobernado por la estrella Sirio, el Perro, y
por eso Escorpio rige el sendero del discipulado, pues Sirio es
la gran estrella de la Iniciación, porque nuestra
Jerarquía (expresión del segundo aspecto de la
divinidad) está bajo la supervisión y control
magnético espiritual de la Jerarquía de Sirio. Por
tanto es en el signo Escorpio donde el Hijo Pródigo se
vuelve hacia sí mismo, y tras haber probado todas las
mieles y cáscaras de la vida y haber agotado todas las
fuentes del
deseo y de la ambición mundanas, afirma ya
conscientemente: "Yo ascenderé e iré a mi
Padre".
De ahí que las palabras clave de Escorpio son
"Decepción" y "Triunfo"; hartazgo e insatisfacción
de los goces materiales y
formales de la vida y desencadenamiento de la lucha en medio de
la noche oscura a la búsqueda de la luz espiritual, y por
ello se establece ese conflicto de los opuestos que son guerra y
paz, en el paso del control de Maya al control del Alma, en los
que el discípulo se identifica afirmando: "Yo soy un
Guerrero, y salgo triunfante de la batalla". Es entonces cuando
su dualidad esencial es puesta a prueba y es cuando el
discípulo cae en ese miserable estado en que
no es ni un alma ni una forma, pues está en un continuo
estado de ardua y seca transición.
Si en Tauro el foco está puesto en el deseo que conduce a
la muerte y a la derrota, y el hombre al ser prisionero del deseo
termina concienciando su estado de encarcelamiento permanente, en
Escorpio la fuerza que proceden del conflicto y de la batalla en
que permanentemente se mueve constituyen una reserva de
energía y poder que le permitirán eventualmente al
aspirante enfrentar las pruebas finales propias de este signo.
Tales pruebas se aplican para probar que la energía fluye
libremente y sin impedimentos de obstrucción en los
canales internos del aspirante, concretamente entre el chacra
"Vishudi" de la garganta y el sacro o "svadistana", para
demostrar que la creatividad va
a fluir, bajo la inspiración de la aspiración y de
la visión, a fin de que se exprese la belleza que vela la
forma y que conducirá a la revelación, de manera
que los 4 signos
siguientes a Escorpio serán ya signos de discipulado e
iniciación.
 

La Memoria y el
Morador del Umbral

Hay dos factores ocultos en el trabajo del
Hércules aspirante en su trabajo
escorpiano inciático, que se entremezclan todo el tiempo y
que coadyuvan positiva y negativamente a la decepción y a
la victoria que caracterizan al signo que nos ocupa.

El primero es la Memoria,
como poder creativo en el que se unen intelecto e
imaginación, que concibe y produce objetos en forma de
pensamientos aptos para el trabajo de purificación y
limpieza del pasado, y que además aglutina y rememora un
inconsciente que es llamado hasta sus raíces
históricas más lejanas. Y en este sentido
sobrevienen, desde ese subconsciente racial e individual, las
reservas de deseos heredada de nuestras vidas pasadas como suma
de todas las tendencias instintivas, espejismos atávicos y
todo un patrimonio
pasado de actitudes
mentales erróneas, todo lo cual mezclado constituye esa
figura o ente fantasmal conocido como el Morador del Umbral, que
no es sino la suma, energetizada y vital, de todas las
características de la personalidad que han permanecido sin
ser sometidas o vencidas, y que habrán de ser
transcendidas finalmente antes de que la iniciación tenga
lugar.
Es sabido que en cada vida se hace un progreso y avance al ser
corregidos los defectos que se arrastraban o que habrían
de ser enfrentados. Pero los residuos de antiguas
responsabilidades son numerosos y excesivamente potentes, de
manera que cuando se logra el contacto con el alma adecuadamente,
llega una vida en que la personalidad, altamente desarrollada, se
convierte en ese Morador del Umbral, que acabará por
enfrentarse cara a cara con el Ángel de la Presencia, y
entonces ha de hacerse algo inevitablemente, pues la batalla
está irremisiblemente planteada. Sucede así una vez
que la mente ha alcanzado un nivel de desarrollo
suficientemente alto y maduro, y entonces el aspecto memoria es
evocado de una forma consciente, que hará que toda
predisposición latente, todo instinto racial o nacional
pendientes, cualquier situación irresuelta y cualquier
defecto dominante y controlador ascenderán a la superficie
de la consciencia y se trabará la lucha y el sufrimiento
correspondientes. 
Finalmente la luz del ego personal termina desapareciendo ante la
gloria del Ángel, de forma que la grandeza y magnificencia
superiores aniquilan al poder inferior, lo cual solo ocurre
cuando la personalidad entra en contacto con el Ángel. Ha
sido cuando el aspirante se ha reconocido como Morador y como
discípulo, y tras la batalla de los pares de opuestos que
conforman las pruebas de Escorpio. Tales pruebas y
ordalías han sido autoiniciadas por el propio aspirante:
el discípulo se ha colocado él mismo en la
situación y entorno apropiados donde las pruebas y la
disciplina
correspondiente son inevitables, y bajo la nota clave de Escorpio
–el Triunfo- finalmente prevalecerá el alma sobre la
personalidad.

 

Alice Bailey, en el libro "Los
trabajos de Hércules" cuya referencia encabeza el presente
estudio sobre el Escorpio esotérico e iniciático,
establece que dicho Discípulo en este sigo
astrológico hace tres cosas: "Se da cuenta de la
existencia de la Hidra, la busca pacientemente, y finalmente la
destruye. Se necesita la discriminación para apercibirse de su
existencia; la paciencia para descubrir su guarida y la humildad
para sacar los viscosos fragmentos del subconsciente a la
superficie y exponerlos a la luz de la sabiduría.
Mientras Hércules luchó en el pantano, en medio del
fango, el cieno y la arena movediza, fue incapaz de vencer a la
Hidra. Tuvo que levantar al monstruo en el aire, esto es,
trasladar su problema a otra dimensión, para resolverlo.
Con toda humildad, arrodillándose en el fango, tuvo que
examinar su dilema a la luz de la sabiduría y en la
atmósfera elevada del pensamiento
escrutador.
Hay tres cualidades de carácter que Hércules tenía
que expresar, eran humildad, coraje y discernimiento. Humildad
para ver su condición objetivamente y reconocer sus
defectos; coraje, para atacar al monstruo que permanece enroscado
a las raíces de su naturaleza;
discernimiento, para descubrir una técnica para
habérselas con su mortal enemigo.
Tal es el logro de Hércules, psicológicamente
hablando, en este trabajo. Ha dado entrada a la Luz dentro del
oscuro retiro del subconsciente, ha luchado con las fuerzas
monstruosas que se revuelcan en el fango subliminal, y ha vencido
a los enemigos de su propia casa. Un proceso
purificador ha tenido lugar, y ahora Hércules está
listo para aventurarse en el próximo trabajo, en el que
tendrá que demostrar su habilidad para controlar los
poderes y potencias de la mente."

Las Pruebas
Iniciáticas

Las pruebas por las que ha de pasar el aspirante en el
momento culminante de su crisis en Escorpio afectan a los tres
aspectos básicos de la naturaleza inferior, tal y como los
describe A. Bailey en su mencionado libro.
En primer lugar estarían las pruebas u ordalías
referidas al plano y cuerpo físico, así como al
chacra "muladhara". Son las tendencias e inclinaciones inherentes
a la naturaleza animal del ser humano, manifestadas en sus
correspondientes pares de opuestos, y que se concretan a su vez
en tres: a) El sexo,
utilizado en forma estrictamente egoísta y hedonista, sin
la componente sagrada y divina que le sería propia. b) Las
comodidades y confort físicos, las posesiones, que
densifican y adormecen el espíritu. c) El dinero y la
materialista acumulación de riquezas, con las misma
implicaciones egocéntricas.
En segundo lugar sobrevendrán al discípulo las
pruebas referidas al plano y cuerpo astral, así como al
chacra correspondiente: "svadistana", de índole más
sutil que las anteriores en cuanto que no son inherentes a la
naturaleza animal sino que vienen impuestas por la naturaleza del
deseo. Y son también tres: a) El miedo al peligro de esa
naturaleza inferior a la que se identifica la personalidad
(miedos psicológicos como al ridículo o al fracaso
o al abandono, o miedos físicos como a la enfermedad, a la
vejez, a la
muerte, etc.). b) El odio, con sus implicaciones de rencor,
resentimiento, destrucción, etc. c) La ambición de
poder y dominio sobre los
demás seres humanos. 
Y en tercer lugar (aunque no por este orden específico,
sino meramente descriptivo) el aspirante habrá de afrontar
y transcender las pruebas que afectan al plano y cuerpo mental
inferior, y al chacra consiguiente "manipura": a) El orgullo o la
satisfacción intelectual e identificación con el
ego personal que hace de la mente un obstáculo al alma, y
la consiguiente subestima y desprecio a los demás seres
humanos. b) La separatividad, o la actitud
aislada que hace del mental analítico una barrera a las
correctas relaciones de grupo y a la
hermandad básica de todos los hombres y mujeres. c) La
crueldad, o la satisfacción personal que hace de la mente
un instrumento de poder y manipulación, así como el
placer perverso de perjudicar e infringir sufrimiento a cualquier
ser divino.
Cuando todos estos defectos son concienciados, purificados y
transcendidos, el discípulo en Escorpio será capaz
finalmente de vivenciar una relación fluida con el alma,
con sus congéneres los seres humanos y con el entorno, y
estará listo para transcender el umbral inmediato y asumir
los efectos y facultades de la iniciación a la que nace, y
en definitiva para encaminarse en total servicio a sucesivas
fases iniciáticas consiguientes en el sendero imparable
hacia más Luz, más Amor y
más Poder.
 

Marte y el
6º Rayo en Escorpio

Dejando a un lado por el momento los planetas Mercurio y
Plutón que también rigen los destinos de Escorpio,
vamos a centrarnos en esta sección en la influencia y
repercusiones de Marte y el 6º Rayo de devoción en el
signo.
En primer lugar ha de decirse que si bien el planeta Marte
controla a la personalidad en Escorpio, también es el
planeta que condiciona el despliegue y desarrollo del
discípulo. Marte es el factor dominante en las pruebas y
penas del discípulo antes de la experiencia en Sagitario y
de la iniciación en Capricornio. Y todo ello es porque
controla y dirige su vehículo físico: el
discípulo tiene que demostrar la fuerza, carácter y
cualidad que ha desarrollado dentro de él en su
peregrinaje de vidas previas. Empezó en Aries, gobernando
Marte también, en que se encarnó en el plano
físico, y ahí empezó la gran guerra entre
las dualidades, que es lo que constituye y caracteriza al hombre:
el par de opuestos fueron puestos en relación. Y luego en
Escorpio, con el mismo planeta rigiendo su vida interior, la
guerra estalla, y en este caso Marte rige no solo el cuerpo
físico sino la forma entera, lo que llamamos la
personalidad en los tres mundos; es decir, si Marte gobierna en
Aries en el cuerpo externo, en Escorpio lo hace
esotéricamente: internamente. Y ya no vuelve a aparecer
hasta que en Sagitario, este planeta aparece como la 7ª
Jerarquía Creadora, los señores lunares de la
forma, que eventualmente habrán de ser sacrificados ante
el control superior del Ángel Solar.
 

El efecto de Marte es masivo produciendo las grandes
batallas que finalmente conducirán a la gran
revelación, la visión de la liberación y del
servicio a realizar en la vida. Pero en todo caso ha de
recordarse aquí que Marte es quien establece las
relaciones entre los opuestos y que al fin y a la postre
constituye un factor benéfico, y no maléfico como
se supone a menudo, y en el mismo orden hay que decir que
Escorpio rige y gobierna la 4ª Jerarquía, la humana,
y que lo hace desde el ángulo del alma y no de la
naturaleza inferior.
La batalla final en Escorpio solo tiene lugar cuando el balance y
equilibrio entre el alma y el cuerpo se ha alcanzado en Libra, y
es en Escorpio que la preponderancia de la energía
espiritual se impone a las fuerzas personales de la naturaleza
inferior. Escorpio gobierna a los "iniciados", que es el nombre
esotérico de los hombres, y, a través de la
Jerarquía planetaria regente, los Hijos de la Mente, los
Mensajeros de la Divinidad, son revelados, y es por medio de
Marte y de la actividad marciana que esa revelación tiene
lugar.

 

En segundo lugar Marte está íntimamente
relacionado con el sexo, que es un aspecto de los pares de
opuestos, y su efecto es vitalizar el riego sanguíneo,
así como purificar y estimular todos los órganos y
organismos del cuerpo a través de la sangre. El efecto
de Marte es lo suficientemente potente como para despertar o
levantar toda la naturaleza inferior, hasta que finalmente se
rebele en esa lucha entre la personalidad y el alma. Y por eso es
Marte quien lleva a Arjuna a la batalla activa. Entonces el
hombre en su totalidad se compromete, y "la lucha entre los
sexos"  es resuelta en su aspecto superior mediante la
batalla entre su fuerte personalidad y el alma, que busca ser el
factor decisivo y dominante.
El color asignado a
Marte es el rojo, como la sangre, y de ahí la
asociación de Marte con la pasión, con la ira y con
el sentido general de oposición; el sentido de dualidad es
muy poderoso en esta fuerza marciana, de manera que todo el
hombre entra en lucha y conflicto, y ello traerá como
consecuencia la derrota de la "serpiente del mal" (la naturaleza
de la forma con sus demandas y exigencias), por medio de la
"serpiente de sabiduría", que es el nombre
esotérico dado al alma.

 
Conclusión

Escorpio es el signo astrológico del sexo y de la
regeneración. El Padre Espíritu y la Madre Materia, al
unirse generan y producen al Hijo. Y por ello, al regir dicho
signo al discipulado, los dolores y pruebas de esta Era son
síntomas de la entrada y parto de una
nueva civilización y cultura, que
tendrá lugar cuando la energía de 6º Rayo
marciano sea transmutada en 6º Rayo neptuniano, en que
nuevas tendencias y más altas, sutiles y espirituales
valores y
principios
empiecen a aparecer, más allá de las viejas
identificaciones estrictamente marcianas de devoción
fanática y dualidad guerrera y dolorosa que actualmente
imperan en nuestro planeta y en la Humanidad.

 

Para el discípulo encarnado en Escorpio, cuando
está listo para presentarse y trasponer el umbral, el
Bautismo por el agua (2ª
iniciación), necesita un período de
preparación, de pruebas y de purificación, y
ésta es la experiencia individual que ha de darse en este
Escorpio iniciático. A partir de este momento Urano toma
una posición de poder e influencia, el
conocimiento se convierte en sabiduría, que es el
entendimiento de las causas. El Hijo de la Mente, el Ángel
Solar, tiene ahora que manifestarse como Hijo de Dios, y estando
ya al mando y control, dejará su lugar eventualmente a la
Presencia oculta y velada. Y así Venus –la mente
inteligente- a partir de ahora pierde fuerza y ha de someterse al
poder superior del alma, es decir, de la intuición
espiritual. Y así también la influencia de la luna
desaparece, al haber sido derrotada la personalidad y muerto el
deseo, que eran los factores que inyectaban vida a esa
personalidad, la Hidra, que queda enterrada bajo una roca,
según el mito, al servicio ya del alma.
Analógicamente, y a un nivel global y planetario, la
influencia de Escorpio y Marte sigue siendo muy potente en el
plano astral a la hora de que nuestra Humanidad pase sus pruebas,
y se manifiesta en forma de todos los integrismos, fanatismos,
guerras y
terrorismo
actuales. Y consiguientemente ésa es la gran
incógnita y tarea que tiene ante sí la
Jerarquía Planetaria y toda la Humanidad.
*¿Podrá el mundo Hércules elevar toda esta
problemática al cielo y a los planos del alma y
transcender a la Hidra de la pasión, el fanatismo, el
odio, el dolor y la agresividad, del egoísmo y la
ambición, y evolucionar a un estado de mayor consciencia
global y unificación inter-nacional en el próximo
futuro, o por el contrario se sumirá en un más
profundo materialismo y
mayor separatividad, con el consiguiente corolario de desastres
mundiales, de guerra y muerte?. De todos y cada uno de nosotros
depende.

  1. Los Trabajos de Hércules. Una interpretación astrológica.- Alice
    Bailey. Ed. por Luis Cárcamo, editor.
  2. Tratado de los siete Rayos. Tomo III –
    Astrología Esotérica.- Alice
    Bailey. Pub. por Fundación Lucis

 

Por

Emilio Sáinz Ortega
  

Director de Redacción de


  

Partes: 1, 2
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