El acontecimiento no se deja subsumir en ningún otro
concepto, ni siquiera el de ser. El "hay" o el "que haya algo y
no más bien nada" compete tal vez a la experiencia del
acontecimiento más que a un pensamiento del ser. La
llegada del acontecimiento es lo que no puede ni debe impedirse
nunca, otro nombre del futuro mismo. No es que sea bueno, bueno
en sí, que suceda todo o cualquier cosa: no es que haya
que renunciar a impedir que ciertas cosas se produzcan (no
habría entonces ninguna decisión, ninguna
responsabilidad, ética, política u otra), pero uno
no se opone jamás sino a acontecimientos de los que se
piensa que obstruyen el porvenir o traen la muerte consigo,
acontecimientos que ponen fin a la posibilidad del
acontecimiento, a la apertura afirmativa para la venida del
otro.
(…) Hay que pensar el acontecimiento a partir del "ven", no
a la inversa. "Ven" se dice al otro, a otros a los que aun no se
estableció como personas, como sujetos, como iguales (al
menos en el sentido de la igualdad calculable). Es con la
condición de ese "ven" que hay experiencia del venir del
acontecimiento, de lo que llega y por consiguiente de lo que,
porque llega del otro, no es previsible.
Claramente nos habla del extranjero, del recién venido
a quien no vamos a detenerle indagándole,
obstaculizándole sino integrándole en el grado que
nuestra hospitalidad permita, en derechos y obligaciones,
que es esa la condición esencial y primera de nuestros
pueblos: su alta hospitalidad para con el supuesto
extranjero.
Acontecimiento que nos encuentra, nos debiera encontrar,
abiertos, pues el hombre en sí es un sistema abierto;
apertura espiritual que busca comprender antes que imponer,
ofrecer antes que exigir, condición moral irrenunciable
para pueblos que han dado muestras inacabadas de una
vocación de libertad nacida en el sufrimiento y en la
entrega tanto de sus prohombres como de todos aquellos hombres y
mujeres de nombres desconocidos que en el hacer cotidiano y
permanente han dejado abiertas las puertas de sus casas,
ofreciendo naturalmente un grado de hospitalidad tan alta cuanto
honda en humanismo y
concordemos que la inmensa mayoría de esas puertas sin
cerraduras o llaves que las obstruyan, guarecían y cobijan
no precisamente a pensadores particularmente doctos sino a
nuestra gente a la sangre viva de
nuestras venas.
Sístole y diástole de esta América rica
en humanismo y sedienta de reivindicaciones, si bien mantenemos
que nos falta arribar a un compromiso previo a la toma de una
libertad personal: el asumir nuestra responsabilidad.
Ética de la responsabilidad que no necesariamente debe
oponerse a una ética de la convicción sino que,
entendemos, debe hallar su equilibrio en la ponderación
misma de la condición de nuestros pueblos, de su
génesis, por ejemplo.
En esta auto transformación constante, existe una
jerarquía definida de valores, en
donde el valor más alto es el desarrollo
óptimo de las propias capacidades de razón, de
amor, de compasión y, en tal atmósfera,
entiéndaseme bien: de valor. Es el principio
dialógico actuando no por caridad sino por respeto al
Otro, una vez que al reconocerlo, comenzaremos, reitero, a
conocernos a nosotros mismos.
Es, argüimos, en la relación cotidiana con los
otros donde nuestra humanidad cobra luz
auténtica. Es, en la contienda de mi conciencia moral de
donde surgirá el ir en pos del Otro, en una
búsqueda que amerita la escucha atenta del Tú, a
cuyo encuentro el Yo cobrará identidad y sentido.
Una vida cobra sentido en el silencio de la mente que
propicia un mirar más nítido. Silencio que convoca
a la mesura del tiempo del sujeto al no percibir prisa alguna en
una posición que, aunque aparentemente estática,
discurre por todo lo ancho y todo lo alto del pensamiento, en
armonía con un espíritu que ve así
cómo su reino se da cita en la reflexión misma de
un hombre que ha comenzado a madurar más allá de su
inmediato entendimiento.
La expresividad toma para sí al lenguaje, en
sus variadas formas, como vehículo para acercar al Otro la
esencia que la motiva. Lenguaje que muda y se expande para
posibilitar nuestro acceso al más hondo sentir. El lenguaje
filosófico y científico debe ser el medio
comunicacional para dotar de posibilidades ciertas a un humanismo
que necesariamente deberá ser repensado.
Crear, digo, un proyecto
alternativo de desarrollo en donde la indolencia y la rapacidad
estén severamente limitadas y que el lugar de lo humano
sea el centro de la cuestión y no la actual
periferia. En suma, y como dijera Karl Jaspers,
no someterse a lo pasado ni a lo futuro.
Se trata de ser enteramente presente.
La puerta
sigue abierta: avancemos
En la noche de mi querida aldea, oteo el firmamento y vuelvo
la mirada sobre el texto de la convocatoria a esta hermosa faena
del pensar y quedo cavilando sobre nosotros y lo nuestro, sobre
la percepción que del tiempo y de las cosas tenemos y
muchas veces nos tienen a nosotros y deduzco que en la
heterogeneidad de culturas, razas, credos y condiciones
materiales de vida de nuestros pueblos, en lo acrisolado del
mismo, anida la esencia misma de la condición humana.
Aun tenemos una casa con las puertas sin llave; aun nuestros
caminos son intrincados y pobres, nuestra comunicación
escasa y fragmentada, nuestra historia rica en virtudes,
frondosa en éxitos y derrotas, nuestra unidad desunida,
nuestro pensar en una búsqueda de sí. Tanto por
decir, tanto dicho pero tan poco hecho. Sin embargo, el aire que se
respira, pese a las abismales condiciones de vida, pese a las
discriminaciones y a las exclusiones, aún así, esta
tierra es
joven y venturosa pues tiene un presente y no se siente ni vieja
ni con necesidad de ser nueva. Somos forjadores de nuestro
tiempo, hacedores de un hoy en construcción permanente.
América Latina es, en mucho, una forma de nombrar al
hombre y de recordar la exclusión de la mujer, pero sigue
siendo, quizá hoy más que nunca, un faro de
esperanza, un motivo de inspiración y un llamado a la
responsabilidad desde un ser ético y moral que esté
abierto a lo imprevisto que estar atento al Otro, al que
vendrá pese a que emigren tantos. No tenemos Olimpo, salvo
los dioses de pies de barro que día a día, en todas
partes de nuestro territorio, que es nuestro cuerpo vivo, viven y
luchan por su existencia sin renunciar a la sonrisa, sin apurar
el paso, tendiendo siempre una escucha y una mano fraterna al
otro. Porque el descalzo como el que no, pero aquel primero
siempre, mira atento al otro por si precisa ayuda, por respeto al
otro.
Esos dioses por nombrarlos, son de carne y hueso, con sangre
del mismo color, obviamente
pero sin recurrir a vanidades azuladas ni esconderse en
títulos ajenos a su esencia. Reverencio, pues, desde
esta nuestra humilde faena del pensar a aquellos que hoy padecen
hambre y exclusión; a quienes esperan, haciendo, un
pensamiento que se torne acción, una mirada que vuelva
sobre los suyos y despeje su horizonte de vanas
ensoñaciones. Hombres y mujeres que en su piel y en su
conducta
demuestran la grandeza del ser humano en estas nuestras tierras:
la condición del mestizo, del mulato, del aborigen y del
negro, se ha resuelto, aunque muchos digan que no, como no se ha
resuelto en otras regiones y es, quizá, por esa
condición de tomar al tiempo con mesura, mirando sin mirar
dando espacio y escucha al otro.
Por eso, digámoslo con serena alegría: en este
espacio de vida que es América Latina, si uno hace
silencio, hasta puede escuchar un canto, un canto de
esperanza.
Referencias
Arendt, Hannah – ¿Qué es la política? –
Paidós
Lévinas, Emmanuel – De otro modo que ser, o
más allá de la esencia – Sígueme
Arendt, Hannah – De la historia a la acción –
Paidós
Hegel, G.W.F. – Fenomenología del Espíritu
– FCE
Martínez Riu, A./Cortés Morató, J. –
Diccionario de
Filosofía, Herder, 2da. edición
Derrida, Jacques –Ecografías de la
Televisión– Editorial Universitaria de Bs. Aires,
http://personales.ciudad.com.ar/derrida/artefactualidades.htm
(Derrida en castellano).
Bourdieu, Pierre – Wacquant, Loïc –Las
argucias de la razón imperialista – Editorial
Paidós
Rodó, José Enrique – El mirador de
Próspero, volumen IV
– Barreiro y Ramos
Derrida, Jacques – El otro cabo – Ediciones del
Serbal
Jaspers, Karl – La Filosofía, desde el punto de
vista de la existencia – Alianza
Virilio, Paul – El cibermundo, la política de lo
peor – Cátedra
Buber, Martín – Diálogo y otros escritos
– Riopiedras
Lévinas, Emmanuel – Ética e infinito
– Visor/La balsa de Medusa
La Boétie, Étienne, "Discours de la
servitude volontaire", Imprimerie Nationale
Lévinas, Emmanuel -Totalidad e infinito –
Sígueme
Arendt, Hannah – ¿Qué es la política? –
Paidós
Lévinas, Emmanuel – De otro modo que ser, o
más allá de la esencia – Sígueme
Arendt, Hannah – De la historia a la acción –
Paidós
Hegel, G.W.F. – Fenomenología del
Espíritu – FCE
Martínez Riu, A./Cortés Morató, J. –
Diccionario de Filosofía, Herder, 2da. edición
Derrida, Jacques –Ecografías de la
Televisión– Editorial Universitaria de Bs. Aires,
http://personales.ciudad.com.ar/derrida/artefactualidades.htm
(Derrida en castellano).
Bourdieu, Pierre – Wacquant, Loïc –Las
argucias de la razón imperialista – Editorial
Paidós
Rodó, José Enrique – El mirador de
Próspero, volumen IV – Barreiro y Ramos
Derrida, Jacques – El otro cabo – Ediciones del
Serbal
Jaspers, Karl – La Filosofía, desde el punto de
vista de la existencia – Alianza
Héctor Valle
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