Así, en uno de los asuntos más
enconadamente discutidos, mientras que el Plan de Acción
de Ginebra invitaba a establecer "una estrecha
cooperación" para respaldar la Agenda de Solidaridad
Digital –que es como se ha denominado al fondo integrado
con aportaciones de países desarrollados y grandes
empresas para
promover las capacidades tecnológicas en las sociedades
más pobres– la Agenda de Túnez
simplemente menciona "la creación de un Fondo de
Solidaridad Digital" entre otras opciones para financiar ese
desarrollo
tecnológico. Los países con menos recursos
–especialmente los africanos– insistieron
infructuosamente en que ese financiamiento
tuviese mecanismos, metas y compromisos más
específicos.
De esa manera quedaron sin respaldos precisos las metas
aprobadas en Ginebra para que en 2015 se alcancen metas como la
conexión con las tecnologías de la información y la
comunicación de todas las universidades y escuelas,
bibliotecas
públicas y oficinas de correos, todos los centros
sanitarios y hospitales así como de todos los gobiernos
locales y centrales. La Agenda de Túnez alude,
sin mencionarlos, a esos compromisos y solamente recuerda que
debían lograrse "considerando las diferentes
circunstancias nacionales". Formulaciones como esa resultaban
entendibles cuando apenas se había cumplido la primera
mitad de la Cumbre. Pero como desenlace de un larguísimo y
complejo proceso de
negociaciones y definiciones entre gobiernos, grupos
sociales y empresas, las metas aprobadas en noviembre de 2005
resultan demasiado modestas –por decirlo en la jerga
supuestamente diplomática que se emplea en esos documentos–.
Gobierno de Internet, el tema de la
discordia
Aunque la Cumbre contaba con un temario muy amplio que
iba desde las políticas
regionales y nacionales para desarrollar la sociedad de la
información hasta usos muy concretos de las nuevas
tecnologías y de los medios en
general en áreas como la enseñanza, la medicina, la
administración
pública y la propagación del conocimiento
entre otras vertientes, la reunión en Túnez estuvo
anticipadamente señalada por el tema del gobierno de la
Internet. Ese asunto, ciertamente importante, fue creciendo hasta
ser tan magnificado que desbordó a los gobiernos y a la
misma Cumbre.
Meses y especialmente semanas antes del encuentro en
Túnez, en medios, foros y organismos de todo el mundo se
esparció una versión desinformada e inopinada
acerca de la manera como es administrada la Internet. La Red de redes, se dijo, es
controlada por el gobierno de Estados Unidos.
Hay que hacer de la Cumbre, se propuso entonces, el sitio para
arrebatarle a Washington el mando sobre la Internet.
Esa suposición, que fue compartida por algunos de
los gobiernos más poderosos y varios de los medios de
comunicación habitualmente más acuciosos del
mundo, obedecía a una visión ideologizada y
simplista de la manera como se administra la designación
de los domicilios en la Red de redes. En los inicios de la
Internet esa tarea la desempeñaba el gobierno de Estados
Unidos a través de un organismo llamado IANA
–Internet Assigned Numbers Authority– que era
conducido por algunos de los científicos que crearon los
protocolos
informáticos gracias a los cuales existe la Internet. Sin
embargo a fines de 1998 la asignación de domicilios en la
Red fue transferida a una entidad no lucrativa, más
compleja y en cuya composición están representados
más sectores y países, la ICANN
–Corporación de Internet para Nombres y
Números Asignados, por sus siglas en inglés–. Al nacer, la ICANN
suscribió con el Departamento de Comercio de
Estados Unidos un acuerdo de transferencia de funciones gracias
al cual la
administración de la Internet ha quedado cada vez
más en manos de ese organismo internacional. A ICANN la
encabeza un Consejo de Directores integrado por una veintena de
especialistas de diversas nacionalidades entre los cuales se
encuentra el mexicano Alejandro Pisanty.
La tarea de ICANN es simple, pero extensa y fundamental.
Cuando alguien quiere un domicilio en Internet tiene que
dirigirse a ese organismo o a alguno de los grupos y empresas
en los que delega la gestión
de dominios específicos (.com, .org, .mx, .es,
etcétera). Hasta ahora, pese al crecimiento
geométrico que la Red de redes ha experimentado en la
última década, ICANN ha funcionado con sensatez y
equilibrio.
Nadie puede decir que haya asumido posiciones pro
estadounidenses, ni a favor de país o empresa alguna,
porque sus reglas son muy claras. Pero en parte por
desconocimiento, pero también porque esa era una forma de
desviar la atención de la Cumbre respecto de asuntos
de mayor trascendencia, varios gobiernos propalaron la
esquemática versión de que ICANN funcionaba como
apéndice de la Casa Blanca.
Algunos de los gobiernos especialmente interesados en
promover esa apreciación se han distinguido por perseguir
el libre uso de la Internet entre sus ciudadanos: Arabia Saudita,
China, Corea
del Norte, Cuba,
Irán , Nepal, Vietnam y Túnez
–anfitrión de la Cumbre–. Esos gobiernos
pretendían quitarle a ICANN la administración de la Internet para
transferírsela a un mecanismo que asignara el control de la Red
de redes –nombres de dominio, pero
también acceso e incluso contenidos– a cada Estado
nacional. Esa propuesta era tecnológicamente
difícil pero, además, apuntaba directamente al
corazón
de la Internet tal como la hemos conocido hasta ahora y cuyo
funcionamiento descentralizado, sin un núcleo único
que pueda ser fuente de restricciones y censuras, ha constituido
una de sus virtudes más importantes.
Otros gobiernos, especialmente los que conforman la
Unión Europea, aspiraban a modificar a la ICANN para
desligarla de cualquier supervisión estadounidense. Pero a cambio de ello
querían colocarla bajo el control de un organismo
integrado por los gobiernos mismos. Por su parte, Estados Unidos
prefería dejar a ICANN sin injerencia de otros
gobiernos.
Así las cosas, la discusión previa a la
Cumbre en Túnez se ideologizó de tal manera que
para muchos de sus participantes –en una versión que
encontró notable eco en la prensa
internacional– allí se tendría que dirimir si
se mantendría, o no, la hegemonía estadounidense
sobre la Red de redes. No era para tanto porque ICANN tiene
funciones exclusivamente administrativas y, como se ha
señalado, su vinculación con el gobierno de Estados
Unidos es solamente formal y cada vez menor. Pero un cambio
impensado podría haber trastocado la independencia
y la libertad con
las que por lo general funciona la Internet.
Un nuevo Foro, relevante
pero sin respaldos claros
Todavía la noche previa a la inauguración
de la Cumbre el cabildeo entre los gobiernos era tan infructuoso
que no parecía haber una fórmula de compromiso
capaz de satisfacer a todos. Finalmente se acordó que a
comienzos de 2006 el secretario general de la ONU deberá
convocar a un "Foro para la Gobernanza de Internet".
La primera reunión del Foro será en Atenas
en el primer semestre del año. Mientras tanto, la Agenda
de Túnez consideró: "La administración internacional de la Internet
deberá ser multilateral, transparente y
democrática, con plena participación de los
gobiernos, el sector privado, la sociedad civil y
las organizaciones
internacionales". Nadie sabe cómo lograr ese equilibrio.
La Cumbre no propició un acuerdo capaz de diseñar
un sistema serio,
confiable y estable para la administración de la
Internet.
Un año antes de la Cumbre en Túnez el
secretario general de la ONU designó a un Grupo de
Trabajo,
integrado por 40 especialistas de diversas nacionalidades, para
proponer cómo gobernar a la Internet. Esos expertos
identificaron cuatro modelos
posibles para la conducción de la Internet –con
distintos grados de participación de los gobiernos y de un
organismo técnico que complementaría o
sucedería a la actual ICANN– y sugirieron el
establecimiento de un Foro para definir las políticas
públicas relacionadas con la Red de redes. El acuerdo en
Túnez recupera dicha iniciativa y le confiere una gran
centralidad porque, en vista de la expectación que
había sobre ese tema, constituyó la decisión
más relevante de la segunda fase de la Cumbre
Mundial.
El Foro tiene, ya, un ambicioso temario: discutir
diversas experiencias de uso de la Internet, servir de puente con
y entre organismos inter-gubernamentales, asesorar a los sectores
interesados en mejorar la disponibilidad de la Internet en el
mundo desarrollado, identificar nuevos problemas,
contribuir a mejorar la capacidad instalada para la gobernancia
de la Internet en los países en desarrollo y varios
etcéteras más. Quizá todos esos son puntos
relevantes. Pero una vez más, el Foro corre el riesgo de
difuminar sus esfuerzos si no se le dota de objetivos muy
claros y, también, de recursos de toda
índole.
La Cumbre en Túnez no precisó de
qué manera el Foro podrá cumplir con tan ambiciosas
cuan necesarias obligaciones.
Simplemente le encomendó el seguimiento de todas esas
decisiones a una comisión del Consejo Económico y
Social de la ONU, ECOSOC. Además se acordó que los
directivos de las organizaciones que integran el sistema de
Naciones Unidas
crearán un grupo sobre la Sociedad de la
Información con respaldo de la Unión Internacional
de Telecomunicaciones (UIT), la UNESCO y el Programa de
Naciones Unidas para el Desarrollo. Esa decisión
podría implicar el desplazamiento de la UIT como eje de
las acciones de la
ONU en este asunto. Hasta ahora dicha Unión ha sostenido
posiciones fundamentalmente técnicas
en temas que alcanzan implicaciones sociales y culturales y, en
no pocas ocasiones, se ha identificado más con las
posturas de las poderosas corporaciones privadas que manejan la
telefonía y los medios de
comunicación en buena parte del mundo que con el
interés
de las sociedades en esos mismos países.
Reivindicación de la
libertad y la privacía
La Cumbre enfrentó, aunque no resolvió, el
tema del gobierno de Internet. Algunos comentaristas han
señalado que el encuentro en Túnez quedó
atrapado en una disputa entre el Norte y el Sur. El asunto fue
más complejo. Por motivos muy distintos, la
sustitución de la ICANN era requerida tanto por gobiernos
dictatoriales como por regímenes democráticos. La
reunión próxima en Atenas no alcanzará la
enorme concurrencia ni las anchas expectativas que había
alrededor de Túnez pero tiene el cometido de arribar a
decisiones menos etéreas.
Otros temas quedaron relegados, o fueron desahogados
sólo a golpes de retórica y declaraciones. La
Cumbre asumió definiciones relevantes en beneficio de la
libertad y la privacía en la Red de redes. El apartado 42
de la Agenda de Túnez señala: "Reafirmamos nuestro
compromiso con la libertad para buscar, recibir, dar a conocer y
utilizar información, en particular para la
creación, acumulación y diseminación del
conocimiento. Afirmamos que las medidas que se emprendan para
asegurar la estabilidad y seguridad de
Internet, para combatir el cibercrimen y contrarrestar el
spam, deben
proteger y respetar las previsiones para la privacía y la
libertad de
expresión como están contenidas en los
segmentos alusivos de la Declaración Universal de los
Derechos
Humanos y la Declaración de Principios de
Ginebra".
Palabras, sí, pero en ese caso importantes frente
a la insistencia de varios gobiernos, entre ellos el de Estados
Unidos, para supervisar los mensajes y contenidos que transitan
por la Red de redes con el propósito de encontrar amenazas
a la seguridad de sus países.
Radiodifusión: reclamo de
equidad y transparencia
A los medios convencionales –radio, televisión– los acuerdos de
Túnez los entienden como instrumentos de educación aunque sin
precisar cómo llegarían a cumplir con ese objetivo. La
Agenda, en uno de los incisos de su apartado 90, hace una
exhortación que puede entenderse como crítica
al desempeño frecuente de tales medios:
"Reiteramos nuestro llamado para el uso responsable y el
tratamiento de la información por parte de los medios de
acuerdo con los más altos parámetros éticos
y profesionales".
Acerca de las reglas para la radiodifusión, la
Agenda da un paso adelante respecto de las definiciones asumidas
dos años antes. La Declaración de Principios de
Ginebra apuntaba que el espectro de radiodifusión
debería ser manejado "con plena observancia de las
leyes y la
regulación nacionales, tanto como de los acuerdos
internacionales aplicables". Ahora, el apartado 96 de la Agenda
recién aprobada subraya "la importancia de crear un
ambiente
regulatorio y de políticas confiable, transparente y no
discriminatorio". Y precisa que con tal propósito, la
Unión Internacional de Telecomunicaciones y otros
organismos regionales "deben dar pasos para asegurar el uso
"racional, eficiente y económico de, y el acceso
equitativo a, el espectro de radio-frecuencias por parte de todos
los países de acuerdo con los acuerdos internacionales
aplicables".
Eso implica que la Cumbre admite la existencia de
legislaciones nacionales para la radiodifusión –como
la que se mantiene en México– que resultan contradictorias
con los fines de equidad y no
discriminación señalados tales
principios.
Pobreza y conexiones,
defensa del software
libre
Otro prejuicio que
las declaraciones de Túnez buscan abolir es la
suposición de que los esfuerzos de las naciones pobres
para reducir la brecha digital resultan contrarios al combate a
la desigualdad
social. Con frecuencia todavía se dice que, antes que
proveerla de computadoras y
conexiones, a la gente hay que satisfacerle sus necesidades de
medicinas y comestibles. Pero una política de combate
integral a la pobreza
tendría que tomar en cuenta todas las carencias. Por eso
es pertinente que en su apartado 100 la Agenda de Túnez
considere que las estrategias
nacionales para el desarrollo de la sociedad de la
información "deberían ser parte de los planes de
desarrollo nacional, incluyendo las estrategias para reducir la
pobreza".
Un avance adicional es la definición que el
Compromiso de Túnez hace acerca del software
libre. Las empresas más relevantes en ese terreno,
destacadamente Microsoft, han
querido soslayar ese tema pero el apartado 29 indica: "Tomando en
cuenta la importancia del software propietario en los mercados de los
países, reiteramos la necesidad de alentar y fomentar el
desarrollo colaborativo (de) plataformas inter-operativas y
software libre
y de fuente abierta…" Es decir, al software abierto y
gratuito se le considera importante no sólo por sus
atributos específicos sino por la dominación
mercantil que ejercen los programas
comerciales y de código
cerrado.
Fracaso, deploran grupos
de la "sociedad civil"
A diferencia de la primera fase de la Cumbre en
Túnez los grupos no gubernamentales que se muestran como
la sociedad civil –cuya representatividad es muy
variada de un país a otro– no se apresuraron a
rechazar drásticamente los resultados del encuentro.
Conforme se han involucrado en las deliberaciones y de esa manera
con las posiciones de gobiernos, empresas y organismos
internacionales, los grupos sociales adquieren una visión
menos parcial de las realidades y dificultades que existen para
enfrentar problemas globales como los que plantea la sociedad de
la información. Quizá por ello cuando
terminó la reunión en Túnez esos grupos
anunciaron que se tomarían dos semanas para definir una
posición sobre la segunda fase de la Cumbre. Finalmente
requirieron un mes antes de dar a conocer el balance definitivo,
que no ha sido complaciente aunque tampoco
apocalíptico.
La "Declaración de la Sociedad Civil" acerca de
la Cumbre en Túnez, expedida el 18 de diciembre de 2005,
pone por delante las insuficiencias: "El amplio mandato para la
Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información era
atender los viejos temas del desarrollo económico y social
desde las nuevas perspectivas emergentes de las oportunidades y
riesgos que
plantean las tecnologías de la información y las
comunicaciones. Se esperaba que la Cumbre
identificara y articulara nuevas posibilidades de desarrollo y
paradigmas que
fueran posibles en la Sociedad de la Información y para
desplegar opciones de política pública para
facilitar y realizar esas oportunidades. En términos
generales, es imposible no concluir que la Cumbre ha fracasado
para estar a la altura de esas expectativas, La fase de
Túnez en particular, que había sido presentada como
la ‘cumbre de soluciones’, no alcanzó logros
concretos para atender significativamente prioridades de
desarrollo".
La Declaración de la Sociedad Civil cuestiona los
insuficientes acuerdos en materia de
financiamiento para abatir la brecha digital y en otros temas
admite que hubo avances menores. La creación del Foro para
el gobierno de Internet les parece adecuada a los grupos que
respaldan ese documento pero les preocupa el incierto apoyo
institucional que puede tener ese espacio el cual, subrayan,
"debiera ser más que un sitio para dialogar".
La Sociedad Civil que acudió a la Cumbre deplora
la insuficiente atención que se dio al desempeño de
los medios tradicionales. "Mientras que reconocen a los medios y
la libertad de expresión, los documentos de la Cumbre son
débiles para ofrecer apoyo al desarrollo de la diversidad
en el sector de los medios y para evitar la creciente
concentración y la uniformidad del contenido.
Específicamente, descuidan la variedad de proyectos e
iniciativas que son de especial valor para la
Sociedad Civil y que requieren de un ambiente favorable: medios
comunitarios, telecentros y medios apoyados en activistas y en la
Sociedad Civil".
A Túnez asistieron 6 mil 241 miembros de 606
organismos no gubernamentales. Esta ha sido la primera Cumbre
internacional para la que se previó la
participación formal de grupos no gubernamentales.
Además de los avances o rezagos específicamente
relacionados con la Sociedad de la Información, en la ruta
que condujo a Ginebra y Túnez hay una experiencia que
podría contribuir a revitalizar el sistema de Naciones
Unidas con la presencia de voces distintas a las de los gobiernos
y los funcionarios internacionales. Los grupos que participan en
tales espacios tienen el reto de ser auténticamente
representativos de la sociedad a nombre de la cual dicen hablar
y, por otro lado, el desafío de adquirir mayor responsabilidad e institucionalidad sin por ello
perder la vitalidad que los ha caracterizado.
Tres días de pasarela
de jerarquía ministerial
La Cumbre en Túnez, igual que dos años
antes en Ginebra, tuvo una cara protocolaria en las sesiones
plenarias y otra menos formal en los foros paralelos. Ocho
sesiones plenarias, durante los tres días de la Cumbre,
permitieron que por la tribuna central del amplísimo
auditorio del Parque de Exposiciones se presentaran, como
indicamos antes, 222 discursos. La
mayor parte fue de representantes de gobierno y otros más
de directivos de empresas y delegados de organismos
sociales.
Había presidentes y primeros ministros: los de
Croacia, Guinea Ecuatorial, Sudáfrica, Marruecos, Armenia
entre otros. Pero la mayoría de las delegaciones
gubernamentales fueron encabezadas por ministros o secretarios de
Estado. Así, el Reino Unido fue representado por Alun
Michael, Ministro de Estado para la Industria y
las Regiones; la India por
Dayanidhi Maran, ministro para las Comunicaciones y la Tecnología
de la Información; España por
José Montilla Aguilera, ministro de Industria, Comercio y
Turismo; Italia por Lucio
Stanca, ministro de Innovación y Tecnologías.
La mayoría de los países de América
Latina le reconocieron la misma importancia a la Cumbre en
Túnez. De Chile acudió Carlos Álvarez,
ministro de Economía; de
Argentina Tulio Del Bono, secretario de Estado para Ciencia y
Tecnología; de Cuba Roberto Ignacio Gonzales Planas,
ministro de Ciencia de la
Computación y Comunicaciones; de Colombia Martha
Pinto De Hart, ministro de Comunicaciones.
Junto a esos concurrentes, resultó notorio que la
delegación de México estuviera encabezada por un
funcionario de menor rango. El subsecretario de Comunicaciones y
Transportes, Jorge Álvarez Hoth, sustituyó al
titular de esa dependencia quien, a pesar de que su nombre
aparecía como jefe de la representación mexicana,
repentinamente decidió no asistir.
Desaire del gobierno
mexicano a la Cumbre
La ausencia en la Cumbre del secretario de
Comunicaciones, Pedro Cerisola, recibió varias
explicaciones. En Túnez se comentó que había
tenido que participar en la reunión del Foro de
Cooperación Asia-Pacífico que se realizó en
Corea pero no estuvo allí. En la ciudad de México
la SCT dijo que Cerisola no participaba en la Cumbre de
Túnez porque debía quedarse en el país para
participar en la atención a las víctimas del
huracán que semanas antes había golpeado varios
estados del sur. Sin embargo durante los días en que se
realizó la Cumbre no hubo actividades relacionadas con ese
desastre, y que fueran visibles en los medios, en las que
estuviese involucrado el titular de la SCT. A donde sí
acudió Cerisola fue a Guadalajara, para anunciar la
construcción del tren bala entre esa
capital y la
ciudad de México.
Esa obra será importante pero su anuncio
podía haber esperado un par de días. Y si Cerisola
estaba muy ocupado para ir a Túnez, el gobierno mexicano
pudo haber estado representado por otro secretario de Estado.
Todo parece indicar, simplemente, que el gobierno del presidente
Vicente Fox decidió reconocerle a la Cumbre en
Túnez tan escasa importancia que no envió, como
jefe de su delegación, a un funcionario de nivel
ministerial como hizo la mayoría de los
países.
Por eso fue el subsecretario Álvarez Hoth quien
participó a nombre de México en la asamblea
plenaria de la Cumbre en Túnez. Su discurso
alcanzó una duración inversamente proporcional a la
jerarquía que tiene en el gobierno mexicano.
La alocución inaugural de la Cumbre, a cargo del
secretario general de la ONU, Kofi Annan, ocupó 8 minutos
y medio. El discurso del delegado de Cuba, el ministro
González Planas, duró algo menos de 9 minutos. El
representante chileno, el ministro Álvarez, habló
apenas 6 minutos. El ministro Montilla, de España, menos
de 5 minutos y medio. La ministra colombiana Pinto, 7 minutos. El
estadounidense John Marburger, representante del presidente Bush,
ocupó la tribuna durante 6 minutos y 12
segundos.
En cambio el representante de México habló
durante casi 13 minutos –exactamente 12 minutos con 40
segundos–. No fue la intervención más extensa
(unas cuantas la excedieron por unos algunos segundos). Pero en
una asamblea en donde casi todos los participantes se
ciñen a un tiempo
promedio, la desmesura cronológica del subsecretario
Álvarez Hoth fue manifiesta.
Engaños y complicidades
en lamentable alocución
Si ese tiempo el funcionario mexicano lo hubiese
empleado para referirse a los temas sustantivos de la Cumbre,
para hacer alguna aportación a los documentos
básicos o establecer un compromiso relevante la
extensión del discurso –que Álvarez Hoth, a
diferencia de la gran mayoría de los delegados, no llevaba
escrito en papel porque había preferido leerlo en el
teleprompter que tenía delante suyo– no
habría sido tan notoria. Pero casi toda su
alocución la destinó a ufanarse del desarrollo que,
desde el punto de vista del gobierno mexicano, ha tenido el
país en materia de telecomunicaciones. Ciertamente hay
logros, pero la mayoría de ellos han sido fundamentalmente
resultado del esfuerzo –y desde luego del afán de
lucro– de las empresas privadas involucradas en ese sector.
Aunque el gobierno mexicano ha carecido de una política
nacional para impulsar a la Sociedad de la Información el
subsecretario llegó a decir que, en este país,
"más del 60% de la población tiene acceso potencial a las
Tecnologías de Información y Comunicaciones por la
vía comunitaria".
A menos que el término "acceso potencial" sea un
subterfugio para no admitir las brechas tecnológicas que
sigue padeciendo la sociedad mexicana, esa frase del
subsecretario fue una palmaria falsedad. También, entre
otras más, la afirmación de que en México
hay "un Observatorio de la Sociedad de la
Información… con la participación de
dependencias de gobierno, federales, estatales y locales, las
cámaras y asociaciones, la academia en general y la
sociedad civil en conjunto". Quizá el subsecretario
Álvarez Hoth no lo sabía, pero en esas fechas, y
todavía seis semanas después de tan rimbombante
anuncio, el "Observatorio" de esa índole al que
remitía el portal del gobierno mexicano en Internet era el
sitio de un grupo de prestigiados expertos… de
Cataluña (1).
Los asistentes a la plenaria no advirtieron muchas de
esas exageraciones. Uno tras otro, al cabo de varias horas los
discursos parecían todos tan planos como las pantallas de
televisión que abundaban en el salón
de sesiones del conjunto Kram. Pero más de uno se
sobresaltó cuando, traducido a cualquiera de las seis
lenguas oficiales de la reunión, se escuchó el
reconocimiento que Álvarez Hoth hacía al
régimen y especialmente al presidente de Túnez:
"deseo agradecer en nombre del gobierno de México al
gobierno de Túnez y a su gente por la hospitalidad, al
tiempo que felicito y los felicito por su apoyo a la libertad de
expresión y por su compromiso manifestado el día de
hoy con los derechos humanos tal y como
fue expresado por el presidente Zine El Abidine Ben
Alí".
Innecesario y más allá de la obligada
cortesía, ese cumplido del representante mexicano fue
sorpresivo porque si con algo no se puede identificar al gobierno
de Túnez es con el respeto a los
derechos humanos.
Atropellos y censura del gobierno
tunecino
Años antes de esta Cumbre, numerosos organismos
internacionales interesados en la defensa de las libertades
ciudadanas protestaron por la designación de Túnez
como sede de la segunda fase. El gobierno del presidente Ben
Alí no decepcionó a quienes expresaron anticipada
preocupación por el contrasentido que había al
reunirse, para deliberar sobre la sociedad de la
información, en un país en donde la
información que la sociedad recibe se encuentra
censurada.
Túnez es uno de los países en donde
más se persigue a quienes tratan de ejercer las libertades
de expresión e información. Hay casos de ciudadanos
que han sido encarcelados simplemente por visitar sitios de
Internet que el gobierno considera prohibidos.
Durante los días de la Cumbre, siete personajes
de la sociedad tunecina cumplían un mes en huelga de
hambre en protesta por restricciones como ésas. Entre
ellos se encontraban Lofti Ají, presidente del Sindicato de
Periodistas Tunecinos; Néjib Chabbi, dirigente del Partido
Democrático Progresista y Ayachi Hammami, secretaria
general de la Liga Tunecina de Derechos Humanos.
Durante la Cumbre, entre otros atropellos, el gobierno
de Ben Alí impidió que el secretario general de
la
organización Reporteros sin Fronteras, Robert
Ménard, bajara del avión que lo había
conducido hasta Túnez.
Las reuniones plenarias de la Cumbre eran transmitidas
por televisión para que los tunecinos vieran cómo
su presidente se pavoneaba con gobernantes de todo el mundo. Pero
cuando el presidente de Suiza, Samuel Schmid, aludió a
represalias como las que se padecen en Túnez, su discurso
fue censurado. El gobernante suizo había dicho: "Es
inadmisible que la ONU todavía tenga miembros que hostigan
o encarcelan a sus ciudadanos y ciudadanas porque los critican en
Internet. La libertad de manifestar las propias opiniones debe
ser respetada. Todos debemos tener la posibilidad de expresar
libremente nuestros puntos de vista. Esta es una de las
condiciones cruciales para que esta conferencia
llegue a buen término…" En ese momento la imagen y la voz
de Schmid desaparecieron de las pantallas de televisión en
Túnez.
Los abusos fueron tantos que al final de la
reunión docenas de organismos sociales le enviaron a Kofi
Annan, secretario general de la ONU, una preocupada carta en donde
reclamaron: "Esta semana en Túnez, en la Cumbre Mundial de
la Sociedad de la Información, tanto dentro como fuera de
la Cumbre oficial hemos presenciado serios ataques a los derechos
humanos y al derecho a la libertad de expresión. Esos
ataques han incluido hostigamiento a delegados, asaltos a
periodistas y defensores de los derechos humanos tunecinos e
internacionales, rechazo a la entrada al país, el bloqueo
de sitios web, la censura
de documentos y discursos y el impedimento y la
interrupción de reuniones".
En esas condiciones, aplaudir al presidente de
Túnez por su "compromiso con los derechos humanos" como
hizo el subsecretario mexicano Álvarez Hoth era
expresión de profunda ignorancia o, quizá, de
repentino sarcasmo.
El ordenador de 100 dlls. y
el enérgico Kofi Annan
Los espacios paralelos a la reunión plenaria
fueron más atractivos pero, sobre todo, más
diversos. La señalización, en pocos idiomas o en
ninguno, no ayudaba a los delegados. Millares de ellos se
extraviaban en los pasillos del recinto de exposiciones sin
encontrar el evento al que debían asistir y, en muchos
casos, resignándose a presenciar las mesas redondas que
les tocaran en suerte.
Sin duda uno de los acontecimientos más
buscados y publicitados fue la presentación de la computadora
de 100 dólares que Nicholas Negroponte, estrella de la
Sociedad de la Información y fundador del Laboratorio de
Medios del Instituto de Tecnología de
Massachussets, presentó acompañado del secretario
general de la ONU. "Una laptop para cada niño" es el lema
de ese esfuerzo que pretende fabricar, en breve, 15 millones de
tales ordenadores mediante convenios con Brasil, China,
Egipto,
Tailandia y Sudáfrica. Vistosa y prometedora, la
pequeña máquina verde que mostró Negroponte
aún tiene limitaciones como los programas que
utilizaría, la conexión a Internet, la
actualización que recibirá cuando sea
tecnológicamente obsoleta y la generación de
energía para hacerla funcionar. La fuente de
poder de la pequeña laptop es una manivela de
plástico
que se gira para generar electricidad. El
día de la demostración en Túnez,
desprevenido, el honorable Kofi Annan le dio vueltas a la
manivela con tanto entusiasmo que la rompió.
***
Había de todo en los eventos paralelos
a la Cumbre. Deambulando por ellos era posible localizar el
vistoso Foro de los Radiodifusores en donde el canadiense y belga
Derrick De Kerckhove, autor de La piel de la
cultura, explicaba el sentido actual que tiene el pensamiento
pionero de Mashall McLuhan. O se podían escuchar
disertaciones sobre la brecha digital en Guatemala, el
empoderamiento tecnológico de las mujeres, el atraso
informacional de los pueblos indios, las opciones
jurídicas del comercio electrónico, las comunidades
conectadas de manera inalámbrica, la transición a
la sociedad del conocimiento, el activismo y los medios
comunitarios, las libertades y limitaciones para la
expresión en el mundo árabe, la democracia
electrónica, el software abierto, las
posibilidades de conexión en África, la
enseñanza y la Internet…
El otro acontecimiento en los eventos paralelos a la
Cumbre fue el panel sobre "Cultura
digital libre en el Mediterráneo" en donde coincidieron
Richard Stallman, el mítico y barbudo creador del movimiento GNU
por el software libre y el músico Gilberto Gil, que es
además ministro brasileño de Cultura de Brasil.
Stallman había recibido un premio que otorgan varias
instituciones
de Italia. Gil llevaba una guitarra y, ya en la efervescencia
delante de sus muchos admiradores, se pusieron a cantar
juntos.
Ese fin de fiesta será el que prefieran recordar
no pocos de los asistentes a Túnez, en donde la densidad de los
documentos fue menos visible que el encuentro de millares de
interesados, profesionales, apasionados, próceres,
promotores y vividores de la Sociedad de la Información.
Hay quienes ya se preparan para el Foro en Atenas. Pero mientras
sus apologistas e interesados deliberan, a las nuevas
tecnologías de la comunicación se las sigue aprovechando de
manera desigual e insuficiente. El intercambio de experiencias y
perspectivas, la concurrencia alrededor de temas compartidos, la
deliberación y hasta la confrontación y la
fraternidad que se construyen en tales reuniones son seguramente
útiles. Pero si, en términos específicos,
nada hubo para nadie en Túnez, es hora de preguntarse si
resulta pertinente que, tanto, haya servido para casi
nada.
–0–
(1) Bajo el título "Observatorio de la Sociedad de
la Información" el portal e-México ha alojado el
domicilio
que conduce al "Observatorio para la Cibersociedad" el
cual, apoyado por la Generalitat de Catalunya, reúne
el trabajo de
especialistas que nada tienen que ver con el gobierno de
México.
Raúl Trejo Delarbre
Investigador en el Instituto de Investigaciones
Sociales de la UNAM.
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