Desde la muerte de Cristo, y tras su enfrentamiento y
victoria sobre los Asuras Arcoontes en el Hades, la Tierra se
convirtió en un sol en potencia, "se
rompió el velo del templo" y la implosión de su
cuerpo y la liberación de su Yo Espiritual rompieron las
barreras del Hades creadas por los Asuras, produciéndose
la ruptura del umbral. Desde entonces los Asuras perdieron su
hegemonía, que solo persiste en el plano físico y
que se debilita en el etérico y en el astral inferior, y
que a partir del astral medio y superior quedan totalmente
superados por las Jerarquías Positivas. Las
energías de Luz–Amor, Sabiduría Cósmica y
fuerzas de regeneración del Cristo Etérico, que
vela por todas sus criaturas, son entregadas a todo aquél
que sufre y lo necesita. El aspirante cristiano que llegue a
purificar sus cuerpos etérico y astral, entrará a
formar parte del Cuerpo Místico energético del
Cristo y quedará sustraído a las influencias de las
entidades opositoras, entrando en la Red Etérica en torno
al planeta donde reside el Espíritu de Vida de Cristo, y
que se formó a partir de la sangre eterizada que
fluyó en su momento de las heridas de Cristo en el
Gólgota.
Los
Nuevos Misterios y la Piedra Fundacional
En esta Epoca del Alma Consciente las antiguas
corrientes Oriental y Occidental, unidas en su momento por
Parsifal, podrán revelar al mundo la sabiduría del
Grial, a través del estudio y aprendizaje de la
doctrina antroposófica, mientras que la Corriente del Sur
transciende el llamado pecado original a través de la
nueva Cristiandad resucitada del Rosicrucianismo. Ambas escuelas
juntas, el conocimiento de Cristo y la voluntad crística,
impregnados por Su Amor, podrán enfrentarse
conscientemente y vencer a los Asuras
destructores.
Si la Antigua Luna fue un cosmos de sabiduría, la
tierra ha de convertirse en un cosmos de amor, y "El amor es el
resultado de la sabiduría renacida en el yo" (Steiner). La
semilla del Amor en los corazones será la base de los
Nuevos Misterios, que habrá de pasar por medio del yo. El
alma consciente se desarrolla cuando el yo despierta en la
voluntad y hace el bien. En los Nuevos Misterios es uno el que
debe de esforzarse y asumir el peso de su propia responsabilidad, a partir de su propio yo, para
seguir un camino de desarrollo que uno mismo debe de encontrar
por sí mismo.
Tal y como decíamos al principio del presente
artículo el Congreso de Navidad de 1923, desarrollado por
Rudolf Steiner como representante terrestre y con la presencia
espiritual de Christian Rosencreutz como representante del mundo
espiritual, y la meditación de la Piedra de
Fundación supusieron un momento histórico
transcendental, al anunciarse los Nuevos Misterios, en los que ya
cada discípulo debe de asumir su propia responsabilidad, y
sobre la base de su propio yo esforzarse y sacrificarse para
poder llegar al umbral de su propia realización y
encontrarse con su ser crístico. Mientras que los Antiguos
Misterios habían venido dando al aspirante y al
discípulo todo tipo de instrucciones acerca de lo que
debía de hacer a cada momento, y en todo caso eran los
instructores los que determinaban cuando uno estaba preparado y
maduro para la Iniciación, en los Nuevos Misterios es cada
uno el que debe de encontrar el camino por sí mismo, con
toda libertad y
responsabilidad.
En dicho Congreso de Navidad y en los meses siguientes
Rudolf Steiner pronunció una serie de conferencias y
charlas sobre los antiguos misterios, y sentó las bases
para los Nuevos Misterios del Cristo Etérico, cuya escuela
fue denominada Escuela Libre Superior de la Ciencia Espiritual.
Fue inaugurada la Piedra de Fundación que, depositada en
los corazones de las personas, dará sus frutos
alquímicos de sabiduría y de bien, y ella misma se
constituye en el compendio de toda la
Antroposofía.
Por
Emilio Sáinz Ortega
Director de Redacción de
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