La pregunta acá es adónde queda la
libertad del
sujeto y su responsabilidad en el accionar dentro de su
contexto histórico en vistas a una posible futura
transformación. ¿Qué pesa más: la
libertad del sujeto y su capacidad de agente histórico o
la idea de una meta que se nos presenta como
predestinada?
Heidegger reconoce en la filosofía kantiana la
fundamentación de la metafísica
de su tiempo. Por lo
cual se propone analizar esa fundamentación mostrando la
necesidad de construir una metafísica más
abarcativa que la que queda recortada dentro de los estrechos
límites
que marca la
Critica de la Razón Pura, y que a la vez incluya la
pregunta por el
hombre.
En el texto
Repetición de la fundamentación de la
metafísica, Heidegger se pregunta: ¿No
será que la repetición de la fundamentación
de la metafísica tiene como tarea especifica el desarrollo
sistemático de la antropología filosófica…? Tal
pregunta deja ver la forma en que Heidegger está
entendiendo la cuarta pregunta kantiana, la pregunta
¿Qué es el hombre? A
nuestro entender su interpretación de esta pregunta es
errada.
Kant plantea tres preguntas como aquellas a las que la
filosofía debe responder: ¿Qué puedo saber?,
¿Qué debo hacer? y ¿Qué me
está permitido esperar? La pregunta ¿Qué es
el hombre? aparece recién con la publicación de la
Lógica, en el año 1800, esto es cuatro
años antes de la muerte de
Kant.
De estas cuatro preguntas, sólo la primera,
¿Qué puedo saber?, es abordada en la Critica de
la Razón Pura, esto es, dentro del ámbito de la
metafísica kantiana. Las restantes preguntas quedan fuera
del ámbito de la metafísica, incluyendo la pregunta
por el Hombre. En esto se centra la crítica
de Heidegger.
Con respecto a la pregunta que se hace Kant,
¿Qué es el hombre?, se podrían ensayar dos
interpretaciones de lo que esta pregunta significa:
1) Que Kant está ahora interesado en el hombre
como especie, y en las posibilidades que esta especie tiene a
futuro, en su proyecto como
sociedad.
2) Que, en tanto que se dice que esta pregunta engloba a
las tres que anteriormente se habían planteado como los
interrogantes propios de la filosofía, se marca la
necesidad de refundamentar el sistema kantiano,
en particular su metafísica, desde esta nueva
pregunta.
Creemos que esta última es la
interpretación que hace Heidegger, lo cual le lleva a
intentar una refundamentación de la metafísica
desde la pregunta por el hombre.
Pero desde nuestro punto de vista, Kant no estaba
interesado en una refundamentación de la
metafísica, sino que dentro del orden de sus reflexiones
había una división entre el preguntar por el hombre
como individuo y el
hombre como especie, como grupo
social.
Dentro de la pregunta por el hombre individual
estudiará sus facultades propias y las
características de éstas, como por ejemplo se
estudia los alcances de una Razón Pura, mientras que la
pregunta por el hombre como especie, entiende al hombre como un
ser social, un ciudadano cosmopolita, y las posibilidades que una
sociedad formada por tales ciudadanos tiene a futuro, como
proyecto.
Pero para Heidegger la pregunta por el hombre no puede
quedar fuera de la fundamentación de la metafísica,
porque como él expresa, lo que las preguntas planteadas
por Kant ponen en evidencia es la finitud del hombre como tal, y
esta característica lo afecta de manera esencial, marcando
todo conocimiento
posible.
Recordemos que lo propio del Dasein, de este ente
particular que es el hombre, es su existencia, su estado de
abierto con respecto a los entes, lo que posibilita el
conocimiento de éstos.
O sea, la constitución esencial del Dasein
determina todo conocimiento posible, y por lo tanto, la finitud
así como cualquier otra característica propia del
Dasein determina todo conocimiento, aun en el campo de la
metafísica. Por ello responder a la pregunta por el hombre
es tan importante en la teoría
de Heidegger.
Por último, en el tercer autor discutido,
Horkheimer, aparece una nueva concepción del hombre, junto
con una nueva concepción de praxis, ya que, si bien
los dos autores precedentes reconocen el "ser actuante" del
hombre, Horkheimer amplía el concepto para
alcanzar todo el contexto histórico y el papel social que
los sujetos y sus ideas tienen frente a una realidad
histórica que los hace (o no) significativos para ese
contexto. Es decir, este filósofo sostiene que el pensamiento
objetivo y la
autocrítica -dos momentos de la teoría- dependen de
la relación que tengan con la praxis.
En este sentido, este autor hará caer las
posturas anteriores al sostener que no existe una
constitución humana unitaria. Esto le
permite definir a la metafísica como "un simulacro
intelectual de la seguridad",
siendo que ha formado parte del intento por otorgar sentido a la
vida del individuo y a su acción
sobre intuiciones esenciales.
Para este autor lo que motiva la acción de los
hombres son metas forjadas en sus necesidades, envueltas
en un proceso de
lucha y conflicto que
se inmiscuye en la realidad histórica del individuo.
Así, logra ubicar al hombre en situación, y
sostener que la teoría filosófica tiene un hondo
papel social vinculado a cómo inclinar la acción
para la consecución de aquellos fines nacidos de las
propias necesidades y penurias del sujeto ancladas en su contexto
histórico.
En este sentido, se redefine el rol de la
antropología, ahora importante para el conocimiento de las
"tendencias históricas". El referente de la
antropología pasa a ser para este autor, ya no el hombre
"en general", sino hombres y grupos
históricamente determinados tratando de comprenderlos en
su devenir, no en forma aislada, sino en conexión con la
vida de la sociedad.
Dice Horkheimer:
"La imagen del
hombre no aparece aquí como unitaria sino como suma de
particularidades específicas de los grupos, las que
nacen del proceso de vida de la sociedad, traspasan de una
clase a otra
y, en ciertas circunstancias, toda sociedad las admite en un
nuevo sentido, o bien desaparecen. Cada rasgo de la
época presente es tematizable como factor de la dinámica histórica y no como
momento de una esencia eterna."
Es relevante resaltar aquí la relación que
mantienen el individuo y el grupo. Esto importa todavía
más si se lo compara con los recorridos anteriores, donde
el ser, el yo y la persona adquirían
una carácter total en la trascendencia o en la
universalidad (recordar el concepto de "ciudadano del mundo" y de
"ser-ahí").
Para este tercer autor, el individuo y su
concepción, son determinados por la dinámica
social, en una dialéctica del acontecer que
entrelaza los momentos objetivos y
subjetivos.
Para retomar la pregunta sobre la libertad del agente
histórico, la postura que se desliza de la lectura de
Horkheimer pareciera brindarle un peso y una especificidad
propia, aunque también se reconoce el materialismo
histórico de la determinación social sobre las
necesidades y los fines que se plantean alcanzar.
Grupo 5- Antropología Filosófica-
UBA
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