El camino del hombre
recto
…Y recrear lo creado a su vez,
que no se arme de rigidez,
produce eterno, viviente hacer.
Y lo que no fue, será de seguro,
tierras de colores, soles
puros,
en ningún caso se debe detener.
Johann W. Goethe
"Uno y todo", 1821.[i]
Fue un maestro. Este hombre llamado Amílcar
Vasconcellos, que naciera en la ciudad de Artigas, con la
primavera del año de 1915, un hombre llamado a marcar el
destino de su país bien como a iniciar, a través
del rigor en el pensar y en el actuar, una senda de vida recta
que hoy, a cinco años de su muerte, lo
encuentra no ya como político que lo fue, y cuánto,
sino como a un pensador no sólo de su país sino de
nuestra América
Latina.
Autor de más de una docena de obras, como de
innumerables artículos publicados dentro y fuera de
fronteras, Vasconcellos fue, por sobre todo, un maestro, y un
maestro singular.
En lo
pedagógico
Formado en la instrucción primaria, tuvo a su
cargo, como primer destino, el dictado de clases en la Escuela nº
13, ubicada en la calle Estero Bellaco a dos o tres cuadras de la
avenida Garibaldi. Luego, tuvo como destino una escuela del
Cerro, ubicada en el entorno del Pantanoso –Carlos
María Ramírez y
Yugoslavia-, para posteriormente dictar clase a los
niños
de la escuela Piedra Alta, en la calle de igual nombre, todas, de
esta ciudad de Montevideo, hasta que en el año 1951,
comienza otra labor, esta vez en el Instituto normal, como
Profesor en
Pedagogía y Derecho.
Vasconcellos, quien especialmente dedicó una de
sus obras a la pedagogía (Pedagogía –
Apuntes, 2 tomos), compuso otras como por ejemplo "Dialogando con
la juventud" o
"Reforma educacional mexicana", sin olvidar su destacada
reflexión en "La mujer ante el
Derecho Positivo
uruguayo", dio todo de sí por un ser nacional que viera, a
la luz de la
instrucción y en la práctica de la democracia
misma, un destino mejor para todos.
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