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Historia de la esclavitud (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4

En Inglaterra, una parte de la población
arrancada del campo por la revolución agraria fue
absorbida por la industria de las ciudades, mientras la parte
restante emigró. Wakefield demostró que las
colonias estaban llamadas a complementar la economía
nacional inglesa. Mientras en la metrópoli se iba
reduciendo el suelo laborable y crecía, en cambio, el
capital y la mano de obra, en las colonias ocurría el caso
inverso, es decir, la sobra de tierras y la falta de mano de obra
y de capital. Tratábase, pues, de proporcionarles estos
elementos. A fin de atenuar en las colonias la oposición
de los factores productivos, Wakefield recomendaba qua las
tierras no fuesen cedidas gratuitamente, sino vendidas. El
producto obtenido se destinaría a facilitar el traslado de
los trabajadores y colonos. Los razonamientos de Wakefield
hallaron aplicación principalmente en la
colonización de Australia meridional y de Nueva Zelanda
(1839).

La demanda de emancipación de la personalidad no
se detuvo ante los individuos de raza negra. A pesar de los
tratados internacionales que prohibían el comercio de
esclavos y de la caza de que los cruceros británicos
hacían objeto a los barcos negreros, en el período
qua va de 1819 a 1847 se calcula en cerca de 3 millones de
esclavos el número de los que fueron transportados de
Africa a América. Era pues cuestión de abolir la
esclavitud como institución. Inglaterra llevó la
delantera; en 1832 declaráronse emancipados los esclavos
de la Corona, y al año siguiente quedó suprimida la
esclavitud en todas las colonias inglesas, con
indemnización de los propietarios. Estas medidas no
pudieron llevarse a la práctica sin que fuese preciso
sortear dificultades económicas. Los plantadores de las
Indias Occidentales viéronse expuestos, con la
abolición de la esclavitud, a una peligrosa competencia
por parte de Cuba y del Brasil, países que continuaban
explotando a los negros. La aparición del azúcar de
remolacha dió totalmente al traste con la prosperidad de
aquellas colonias británicas, de máximo valor en
otros tiempos. Privados de su mano de obra por efecto de la
supresión absoluta de la esclavitud,
los boers comenzaron en 1836 a emigrar hacia el Norte,
para establecer allí posesiones autónomas. Francia
libertó a los negros de sus colonias en 1848, indemnizando
a sus propietarios. La resolución definitiva tomada en la
cuestión de la esclavitud, produjo en los Estados Unidos
la Guerra Civil.

En este país los propietarios de plantaciones
habían venido represen-tando el principal papel desde el
día de su fundación. A instancias suyas la capital
federal fué trasladada en 1790 a un territorio entresacado
de los Estados no abolicionistas de Maryland y Virginia. Siendo
el algodón el principal de los artículos de
exportación de los Estados Unidos, los habitantes del Sur
tuvieron una influencia predominante en los esfuerzos
expansionistas a costa de Méjico, el cual, en 1848,
cedió los territorios de Texas, Nuevo Méjico y
California. Con todo, la inmigración y los progre-sos
industriales habían fortalecido también a los
Estados del Norte, y ambas partes se disputaban el destino de los
de reciente creación: tratábase de ver si el
predominio iba a corresponder o no a los Estados
antiabolicionistas del Sur. Cuando, en 1860, Lincoln fue elevado
a la silla presiden-cial, los Estados meridionales se separaron
de la Unión, mientras los republicanos septentrionales
luchaban por el mantenimiento de la integridad federativa y
contra la extensión de la esclavitud, pero de
ningún modo por su supresión, la cual era
considerada como un problema particular de cada Estado.
Así, de los territorios limítrofes,
mantuviéronse fieles a la Unión Delaware, Maryland,
Kentucky, Missouri y Virginia occidental. Sólo los
éxitos Bélicos de los Estados del Sur obligaron a
los del Norte a considerar a los negros como sus aliados. En 23
de septiembre de 1862 concedióse la libertad a los
esclavos de los territorios ocupados, pero la manumisión
no tuvo carácter de ley constitucional hasta 1865. Para
los Estados del Sur, esta modificación de la antigua
organización del trabajo constituía un serio
perjuicio económico. Los plantadores perdían sus
capitales, invertidos en los esclavos, y en la deuda
pública, totalmente desvalorizada, de la
Confederación, mientras los negros manumitidos mostraban
muy poca disposición para el trabajo. Para el Sur no
empezó un nuevo florecimiento hasta después de
1880, gracias a la industrialización.

De igual modo que en Occidente, también los
años subsiguientes a 1860 aportaron en Oriente la
eliminación de la antigua servidumbre. La derrota de Rusia
en la guerra de Crimea señaló la necesidad de
reformas interiores. En 1861 Alejandro II decretó la
emancipación de los siervos. Esta liberación de los
campesinos, empero, no suponía, como en el Oeste, la
instauración de empresarios independientes, agricultores y
propietarios, sino que los campesinos rusos, en su mayor parte,
continuaron ligados en la vieja forma de la propiedad comunal en
tierras reducidas y gravadas por cuotas de rescate. El
terrateniente vióse privado de la clase trabajadora que
había proporcionado al propietario prusiano la no
regulación de los campesinos sujetos a servidumbre
personal; de modo que si quiso seguir explotando sus tierras, no
le quedó otro recurso que acudir a los servicios de los
labriegos con sus propias yuntas, sistema retrógrado,
totalmente equivalente al empleado en el viejo régimen de
servidumbre, sin otra diferencia que la de formas
jurídicas. Hasta fechas bastante más recientes no
se constituyó una clase de empresarios agrícolas
que arrendaban o compraban tierras de labor, e integrada, ya por
elementos ciudadanos, ya por campesinos que habían logrado
reunir un capital trabajando en el Sur como obreros temporeros.
La derrota de Rusia en la guerra con el Japón
volvió a poner a la orden del día, junto con la
cuestión de la constitución del Imperio, el
problema agrario, tan mal resuelto antes. Las Leyes de 1906 y
1910 abolían las antiguas trabas de la propiedad
territorial y creaban para Rusia la base de la agricultura
capitalista-individualista.

El sexto decenio del siglo XIX señala el apogeo
del movimiento en pro de la libertad económica iniciado
por los fisiócratas y Smith. Mientras Ios Estados de la
Europa occidental se unían por una red de tratados
librecambistas, en América era abolida la esclavitud y en
Rusia la servi-dumbre. El movimiento hubo de enfrentarse
continuamente con tendencias opuestas que aparecieron en primer
plano hacia 1880.

El Islam y la
esclavitud en las sociedades árabes y
africanas

Herencia y diferencia.

La esclavitud de los negros a manos de los árabes
fue radicalmente diferente a la practicada por sus
homólogos europeos. Fue más compleja y variada, en
función de la época y el lugar. Así, la
esclavitud de los zanj en Iraq no se parecía a la
esclavitud en Zanzíbar. Tampoco los árabes son un
grupo racial o religioso; algunos árabes son negros y
otros blancos, algunos son musulmanes y otros son cristianos o
judíos.

Una de las mayores diferencias entre la esclavitud
árabe y la europea fue que, en el primer caso, los
esclavos procedían de todas las razas y casi nunca eran
empleados para la producción agrícola; los esclavos
no fueron el motor de la economía árabe. Por lo
general, durante la esclavitud árabe no hubo grandes
extensiones de plantaciones de azúcar donde los esclavos
trabajaran a golpe de látigo bajo un sol abrasador. A
diferencia del comercio europeo de esclavos negros, las
evidencias físicas del comercio árabe son muy
difíciles de rastrear. No hubo guetos, instituciones
mentales o prisiones donde se retuviera a los africanos. Muchas
mujeres fueron capturadas en África para servir en los
infames harenes árabes; sin embargo, sus hijos de padres
árabes nacían libres y, de este modo, podían
heredar las posesiones y el estatus de sus padres, y todos ellos
se integraban por completo en la sociedad. Así, muchos
africanos ascendieron de rango gracias a sus padres
árabes. Los infames eunucos eran estériles, pero el
resto de esclavos iría casándose gradualmente con
mujeres no africanas y así se facilitó que la
cultura y la descendencia de los negros fueran absorbidas en las
de los árabes. El concepto de raza en el mundo
árabe, tan distinto al europeo, ayudó a que casi
toda la población negra capturada en África se
mezclara con la población árabe mayoritaria. Sin
embargo, en Occidente no había modo de superar los
"estigmas raciales". 

El Islam y la esclavitud.

Cuando surgió el Islam, la guerra y la
servidumbre eran características de la vida en
África y en Arabia. Tanto el Judaísmo como el
Cristianismo existían entre ciertas tribus árabes
y, al igual que estas religiones, el Islam no ilegalizó
abiertamente la esclavitud, aunque sí prohibió
claramente que los esclavos fueran tratados como una
mercancía. El Corán, en todas sus referencias a la
esclavitud, invita al creyente a liberar a los esclavos como un
modo de expiar los pecados. La frase "emancipar al esclavo y
alimentar al huérfano" se repite constantemente a lo largo
del Corán como un acto que atrae el favor de Dios.
También se establecieron normas para mejorar las leyes
preislámicas relacionadas con el trato hacia los esclavos.
Tenían derecho a estar bien atendidos, a vestirse con la
misma ropa y a comer el mismo alimento que sus amos. Estas
personas esclavizadas eran más parecidas a los criados
forzosos de Europa que a los "esclavos-mercancía" de las
Américas.  

Se convirtió en un principio fundamental de la
jurisprudencia islámica que la condición natural y,
por tanto, el estatus que debe darse por supuesto en el ser
humano, es la libertad. A pesar de esto, hubo personas codiciosas
y malintencionadas que ambicionaban hacer esclavos entre sus
hermanos y hermanas musulmanes y entre otros africanos. Hubo
también muchas tribus árabes de cristianos y
judíos y otros árabes de la región que
continuaron con su tradición esclavista. Dado que la
Sharia islámica tenía leyes relativas a la
esclavitud, los oportunistas la consideraron como algo permitido
por Dios y consustancial a la vida misma. Las numerosas leyes a
favor de la manumisión fueron mantenidas oportunamente al
margen de la sociedad.

Algunos europeos demasiado entusiastas siempre han
presentado una sobreabundancia de datos sobre el comercio
árabe de esclavos negros, para aliviar así su
sentimiento de culpa al respecto. "Bueno, los árabes
también lo hicieron" se ha convertido en el comentario
habitual entre los historia-dores contemporáneos. Por
desgracia, muchos historiadores afroamericanos que sólo
disponen de estas fuentes europeas para conocer la historia han
tomado como algo incuestionable estas informaciones de segunda
mano intencionadamente manipuladas. Sin embargo, es bien conocido
el hecho de que los europeos, en sus representaciones
artísticas de las incursiones esclavistas, siempre han
retratado deliberadamente a los comerciantes de esclavos como
musulmanes negros o árabes.

Los eunucos en el comercio árabe de
esclavos.

El grupo de esclavos más caro en las sociedades
árabes era el de los eunucos, hombres castrados que
procedían de Europa, aunque también de Darfur,
Abisinia, Kordofán y otras naciones africanas. Resulta una
ironía que, gracias a su ausencia de capacidad sexual,
obtuvieran grandes privilegios, mientras que los privilegios de
las mujeres procedían de su sexualidad. Por lo general,
quienes los convertían en eunucos eran monjes coptos de
Egipto, pero también un grupo de árabes conocido
como los chamba. Muchachos jóvenes, víctimas de
incursiones y de guerras, eran sometidos a la horrible,
incalificable e inhumana monstruosidad de la castración
sin anestesia, la cual producía un 60% de mortalidad. Para
detener la hemorragia se colocaba carbón al rojo vivo en
la herida abierta, lo cual provocaba la coagulación de la
sangre, acompañada del más increíble de los
gritos que un ser humano pueda emitir. El precio de sobrevivir a
este terrible y brutal acto era una vida de influencia y lujos;
para reflejar la riqueza de sus amos, éstos les
obsequiaban con vestimentas de seda, caballos de pura raza
árabe y joyas. Resulta una paradoja que los eunucos fueran
apreciados y muy venerados como una élite dentro de la
sociedad árabe, a pesar de ser esclavos. Es evidente que
no eran esclavos pisoteados ni oprimidos. El actual
término "esclavo" estaba lejos de ser un tabú, como
lo demuestra el hecho de que la mayoría de las personas
piadosas se hiciesen llamar "esclavos de Allah"
(abdullah).

Árabes y negros.

La relación entre árabes y negros ha
estado repleta de complejidades vinculadas a un nexo cultural. Lo
más importante a destacar es que la definición de
"negro" que comenzó en el siglo XVIII aún no
existía en este periodo, y que algunos de los llamados
árabes lo eran desde el punto de vista
lingüístico, pero eran negros desde el punto de vista
racial. De este modo, el comercio de esclavos africanos no
sólo fue obra de árabes asiáticos o
caucásicos, sino también de árabes negros,
es decir, negros que hablaban el árabe como primera lengua
y que habían abrazado la cultura árabe. Estos
negros formaban parte de la sociedad árabe y durante
generaciones habían estado residiendo de manera permanente
dentro del mundo árabe. Se veían a sí mismos
como árabes, al igual que los afroamericanos se definen a
sí mismos como de nacionalidad estadouni-dense, sin que
ésta entre en conflicto con su más amplia identidad
africana.

Sin embargo, no hay duda de que la situación de
los negros en la sociedad árabe llegó a estar
relacionada con la esclavitud. La palabra para "esclavo" (abd) se
convirtió en el modo coloquial de referirse a los negros.
Otras palabras como haratin se relacionan con la clase social
inferior de los negros. Como en el caso de Hanns Vischer, quien
pensaba que la piel "negra" de los africanos los convertía
en una raza de esclavos, también entre los eruditos
árabes de origen caucásico hubo algunos racistas.
Pero también existen pruebas del rechazo hacia el comercio
de esclavos, como resulta evidente en los escritos de Al-Nasiri.
Libros como Tanwir al-Gabbash fi fasl al-Sudan wa al-Habash , de
Ibn al-Yawzi, y Los negros y su superioridad sobre los blancos ,
de Ibn al-Marzuban, dan testimonio de ello. De este modo, la
herencia de los negros presente en estas tierras árabes
–y más tarde turcas– estaba lejos de haber
sido sometida por completo. Los negros ocuparon altos cargos
militares, administraron las provincias y gestionaron la
imponente Mezquita de La Meca. A mediados del siglo XI, el califa
africano Al-Mustansir gobernó Egipto junto a su 
madre, una esclava sudanesa con una notable fortaleza de
carácter. No existen ejemplos parecidos en el Nuevo Mundo.
Los negros, incluso los que fueron esclavizados, jugaron un papel
importante en la historia y la política de estas regiones
antes de la Primera Guerra Mundial, e incluso durante la
misma.

La revuelta de los zanj.

Los zanj protagonizaron la resistencia más
destacada contra la esclavitud árabe. Eran esclavos
procedentes en su mayoría de África Oriental, que
fueron obligados a trabajar en las terribles y húmedas
salinas de Shatt-al-Arab, cerca de Basora, en el actual Iraq.
Conscientes de su gran número y de las condiciones
opresivas de trabajo, los zanj se revelaron en tres ocasiones. La
mayor de estas rebeliones se prolongó desde el año
868 hasta el 883, periodo durante el cual infligieron una derrota
tras otra a los ejércitos árabes enviados para
reprimir la revuelta. Durante unos 14 años, lograron
notables victorias militares e incluso fundaron su propia capital
–Moktara, la Ciudad Elegida–, la cual, en su apogeo,
se encontraba a 70 millas de Bagdad. Moktara poseía
inmensos recursos que permitieron la construcción de no
menos de seis ciudadelas inexpugnables en las cuales había
arsenales donde se fabricaban armas y buques de guerra. Los
logros de los zanj resultan aún más impresionantes
si tenemos en cuenta que tuvieron lugar durante el apogeo del
Imperio Abbasí. Un imperio que gobernaba de manera directa
sobre Iraq, Mesopotamia y el oeste de Persia, y de manera
indirecta sobre territorios que se extendían desde el
norte de África hasta Asia Central, y desde el Mar Caspio
hasta el Mar Rojo.

Finalmente, tras doblegar a los zanj , el victorioso
general abbasí Muwaffaq desestimó todas las
peticiones de los propietarios de esclavos, quienes
pretendían que los zanj regresaran al trabajo. En cambio,
Muwa-ffaq reconoció la fortaleza de los zanj e
incorporó a miles de ellos a las pro- pias fuerzas
gubernamentales. Los efectos de esta intensa rebelión
tendrían eco en el mundo árabe, frustrando todos
los intentos de imponer el trabajo en masa a los esclavos hasta
el siglo XIX, cuando los mercados europeos que eran
proveídos de especias y cocos por los árabes
controlaron Zanzíbar. 

La historia árabe y turca está repleta de
violentas sublevaciones de africanos. Otra destacada batalla que
resuena en la historia árabe hasta el día de hoy es
conocida como "la batalla de los negros". Tuvo lugar en Egipto,
en 1169, entre las fuerzas leales a los fatimíes y el
ejército de Saladino.

África y el Islam.  

El Islam nació en una Arabia multiétnica
situada a 22 km. de la costa del continente africano. Antes del
ascenso del Islam, Etiopía, una superpotencia de la
época, se había anexionado durante siglos lo que
hoy son el Yemen y algunas partes de Arabia Saudita. Las
referencias coránicas al poderoso ejército del
general etíope Abraha, quien marchó hacia La Meca
con un grupo de elefantes, dan testimonio del poder del antiguo
imperio de Etiopía.

Los africanos se cuentan entre el primer grupo de
personas que aceptaron la nueva religión traída por
el Profeta Muhammad. Se dice que cuando el etíope Bilal,
uno de los musulmanes más legendarios y venerados,
oyó hablar por primera vez del Islam, lo llamo la "antigua
religión". La llamada a la oración que hoy resuena
en las tierras musulmanas fue difundida por vez primera por una
voz africana (la de Bilal).

El Islam se convirtió en un rasgo constante de
África cuando, en el año 612, el Profeta Muhammad
envió a Etiopía un primer grupo de entre los
musulmanes más antiguos para que recibiera
protección del Negus frente a la persecución de los
árabes; ésta fue la primera hégira
(hiyra,emigración). De este modo, el Islam se
difundió por África antes incluso de que lo hiciera
por Medina.

Es importante señalar que, si bien, por lo
general, el Islam se difundió por África de manera
pacífica, también tuvo que ganar algunas batallas,
como las guerras de riddah, para obligar a los árabes a
continuar siendo fieles al Islam. A medidos del siglo X, durante
el gobierno del califa omeya Abdul-Rahman III (929-961),
musulmanes de origen africano navegaron hacia el oeste desde el
puerto español de Delba (Palos), adentrándose en el
"océano de oscuridad y niebla". Después de una
larga ausencia, regresaron con un gran botín desde una
"extraña y curiosa tierra". Es evidente que personas de
origen musulmán fueron conocidas por acompañar al
Nuevo Mundo a Colón y a algunos exploradores
españoles posteriores. También se informa de que
los descendientes de Kanka Musa de Malí llevaron a cabo un
viaje épico con una gran flota de 2.000 barcos en busca de
las Américas.Recientes investigaciones
lingüísticas, culturales y arqueológicas
llevadas a cabo en Brasil y Perú ofrecen evidencias
documentales de que los musulmanes mandinkas de África
Occidental habrían explorado la América
precolombina. El Islam se difundió a través de
África Occidental de la mano de comerciantes africanos
como el pueblo fulani, desde una época tan temprana como
el siglo VIII, y estaba ya firmemente establecido hacia el siglo
XI. El rumbo pacífico y permisivo que el Islam tomó
en África Occidental se debió en gran medida a que
los difusores de la fe eran cultural y étnicamente iguales
a quienes la recibían. También las religiones
indígenas africanas tenían muchos elementos en
común con el Islam, como la inmolación de animales,
la oración comunitaria, el respeto a los antepasados, la
circuncisión, la poligamia, los obsequios en forma de dote
a la novia y el mundo de los espíritus o yinns. En
África, el mundo de los espíritus bori y zar
sirvió de puente hacia el mundo islámico de los
yinns, quienes, al igual que los espíritus africanos,
podían ser amigos o enemigos.

Estas similitudes entre el Islam y las religiones
indígenas africanas facilitaron una conversión
general pacífica y la tolerancia religiosa en
África Occidental. Por lo tanto, el Islam permitió
a la cultura africana seguir siendo exclusivamente africana y un
Islam sufí tradicional se fue moldeando en África a
lo largo de los siglos. Este tipo de Islam llegó incluso a
remodelar la cultura islámica en territorios más
allá de África. 

En su libro El África negra precolonial
(pág.163), Cheikh Anta Diop escribe: "Por lo tanto, la
razón principal del éxito del Islam en
África, con alguna excepción, deriva del hecho de
que unos pocos árabes y bereberes se acercaron a ciertos
reyes y notables negros que luego lo difundieron de manera
pacífica entre quienes estaban bajo su jurisdicción
[…] Lo que debemos destacar aquí es la naturaleza
pacífica de esta conversión, al margen de la
leyenda que la rodea." En otra parte del libro (pág. 102),
el autor afirma: "Las conquistas árabes deseadas por los
sociólogos son necesarias para sus teorías, pero no
existen en realidad. Hasta el día de hoy no hay documentos
históricos fiables que fundamenten dichas teorías."
Por su parte, en su libro de 1991, Genocide in Africa
(pág. 10), Molefi Asante escribe: "La religión del
Islam convertía a cada comerciante o viajero
musulmán en un misionero en potencia, y el atractivo de
esta religión, con su parecido con las religiones
africanas, era mucho mayor que el del cristianismo."

Cuando el Islam proliferó en África en
torno al siglo IX, una de las primeras universidades fue fundada
por musulmanes africanos. Se llamó Sankoré y fue
construida en Tombuctú. Árabes y otros
acudían a Sankoré para aprender de eruditos
africanos que disertaban sobre creencia y jurisprudencia
islámicas, astrología, ciencia y otros muchos
temas. Tombuctú era conocida por su erudición, y
allí los vendedores de libros formaban la élite
más rica de entre el colectivo de los
comerciantes.

La mayor parte de la historia africana posterior al
antiguo Egipto fue escrita en lengua árabe tanto por
negros como por árabes. El alfabeto árabe
también sirvió para escribir de manera aljamiada
idiomas como el suahili, el wolof o el mande. Durante cientos de
años, el árabe sirvió como idioma
internacional de comercio, al igual que ocurre hoy en día
con el inglés. Parte de la historia oculta de
África está encerrada en hasta 700.000 manuscritos
árabes escritos por antiguos eruditos africanos. Uno de
estos manuscritos, Tariq-ul-Sudan, detalla la historia del
África Occidental islámica, pero permanece
inaccesible para quienes no hablan árabe. Los
historiadores occidentales prefieren documentos como los
manuscritos del Mar Muerto, los cuales permanecen en sus tumbas
de arena hasta que encuentran la manera de tergiversar y eliminar
su contenido.

El auge de la esclavitud en el siglo
XVIII.

Durante el siglo XVIII, el comercio árabe de
esclavos experimentó un cambio brutal. Los portugueses
habían destruido la costa suahili y Zanzíbar se
convirtió en la base de la riqueza del Estado árabe
de Mascate. Hacia 1839, la esclavitud ya se había
transformado en  el principal negocio árabe. La
demanda de esclavos en Arabia, Egipto, Persia e India
–pero, sobre todo, la de los portugueses que ocuparon
Mozambique– provocó una ola de destrucción en
África Oriental. 45.000 esclavos pasaban cada año
por Zanzíbar.

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Esclavos encadenados

Para satisfacer esta demanda de esclavos, los
árabes penetraban en el interior de África,
siguiendo las antiguas rutas de Bagamoyo, Kilwa y Tanga, donde
dejaban un rastro de terror y destrucción a su paso. Los
saqueadores árabes toparon con una salvaje resistencia, lo
que supuso que el comercio de esclavos provocara un índice
de mortalidad muy elevado. Muchos documentos hablan de caminos
plagados con los cuerpos de las personas más
débiles y de los moribundos, mutilados y abandonados con
los grilletes en torno a sus cuellos. Muchos, como en Tsavo
(Kenia), se convirtieron en comida para los leones. Los
niños que representaban una carga para la caravana de
esclavos eran brutalmente asesinados delante de sus
madres.

Personas como Livingstone serían testigos de
primera mano de esta devastación, pero la historia escrita
por los europeos la consideró una característica
endémica de África, y no un genocidio reciente, sin
preceden-tes en la historia africana. Livingstone fue el
precursor del colonialismo, cuyo modelo se formuló para
salvar las almas de los paganos en nombre de Jesús y para
civilizarlos, con el fin de que su cultura fuera una mala copia
de la europea. Livingstone es retratado como la gran esperanza
blanca que liberó a África de este
infierno.

De este modo, en el nombre de la humanidad, los
europeos, sobre todo británicos y belgas, conquistaron
África para acabar con la esclavitud árabe. Para
los africanos, un horror fue sustituido por otro, que
asestó el golpe definitivo: el colonialismo.

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Autor:

Benedicto Cuervo
Álvarez

Partes: 1, 2, 3, 4
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