La Moralidad del Poder de Castigar (Sobre "Vigilar y Castigar" de Michel Foucault, Veinte Años Después)
- Del suplicio al
castigo - El
nacimiento de la prisión - La
disciplina: condición de posibilidad de la
prisión - El
sistema carcelario y la sociedad
normalizadora - Veinte
años después: a modo de
conclusión
Este es un resumen interpretativo del texto de
Michel Foucault "Vigilar
y Castigar" que tiene como subtítulo "El nacimiento de la
prisión". Es un libro
publicado en 1975 siendo el resultado de un proceso de
investigación de varios años, ligado
al tema de la prisión y concentrado, fundamentalmente, en
el caso de Francia.
Es uno de esos textos que no se debería resumir,
porque, además de no poder decir
todo lo que dice el texto, se corre el riesgo de
insinuarle a futuros lectores que no lean el libro, sino que se
queden con el resumen. Es un libro que hay que leer varias veces.
Sin embargo vamos a romper la norma, mediando en ello el juego riguroso
de la interpretación.
La interpretación que aquí se presenta es
ampliamente sesgada. Fácilmente se pueden encontrar varios
caminos distintos para resumir ese libro y muchos niveles de
especificación conceptual en los que se puede concentrar
el resumen. Se puede hacer una lectura
estrictamente metódica, o estrictamente técnica
teniendo en cuenta el análisis de documentos
historiográficos, y hasta una lectura estrictamente
filosófica. La interpretación que acá se
presenta está resumida en esta frase tomada del mismo
texto:
Les "Lumières" qui ont découvert les
libertés ont aussi inventé les
disciplines.
Esta frase puede traducirse de varios modos, haciendo
cambios en una sola palabra, la que Foucault coloca entre
comillas. El traductor de la versión en español
traduce así:
"Las luces que descubrieron las libertades
también inventaron las disciplinas"
Hay otras dos traducciones que se pueden hacer variando
simplemente el término "Lumières":
"La
ilustración que descubrió las libertades
también inventó las disciplinas"
O se pudiera leer:
"La modernidad que
descubrió las libertades, también inventó
las disciplinas"
Esta frase, así traducida, resume esencialmente
el modo como aquí se interpreta el texto; es decir, todo
el trabajo de
"Vigilar y Castigar" se puede entender como el esfuerzo
intelectual por mostrar lo que está comprendido en esa
frase. Desarrollaremos la interpretación siguiendo estas
cuatro etapas:
1. Del Suplicio al Castigo: Surgimiento del "problema"
de la moralidad de
castigar. El asunto que se plantea Foucault para investigar es el
surgimiento del
"problema" de la moralidad de castigar. Por eso, el
título de esta interpretación sugiere que el tema
es la moralidad del castigo. Tal surgimiento ocurre en el salto
del suplicio al castigo, que presentaremos en esta primera
etapa.
2. La "hipótesis" foucaultiana sobre el nacimiento
de la prisión. En esta etapa mostraremos, utilizando
algunas expresiones del mismo autor, cuál es la
hipótesis sobre el
nacimiento de la prisión.
3. De la Disciplina
como condición de posibilidad de la prisión. La
tercera etapa es
el despliegue de esa hipótesis; es decir, mostrar
cuál fue la condición que hizo posible que surgiera
esa institución tan particular que llamamos
prisión; y esa condición que la hizo posible queda
resumida en la noción de Disciplina (o de Poder
Disciplinario).
4. Del "Sistema Carcelario" a la "Sociedad
Normalizadora". Finalmente mostraremos que Foucault entiende esa
raíz de posibilidad de la prisión, a saber la
Disciplina (el Poder Disciplinario), como expresión de lo
que da en denominar un "Sistema Carcelario", e insinúa,
finalizando el texto, que ese sistema carcelario inunda o se
esparce por todo el ámbito social conformando lo que llama
una "sociedad normalizadora".
I. DEL SUPLICIO
AL CASTIGO.
El autor se propone hacer un estudio histórico
sobre la prisión y limita el asunto, como es inevitable
para cualquier historiador, en el tiempo y en un
cierto espacio geográfico. Cronológicamente el
estudio abarca el período desde finales del siglo XVII
hasta mediados del siglo XIX; es decir, la época
clásica y la transición de la época
clásica a la contemporaneidad que estamos viviendo. Por
otra parte, Foucault restringió el material
historiográfico que revisó al caso francés,
con algunas pequeñas referencias a otros casos europeos, e
incluso algunas muy breves al caso norteamericano, sobre todo a
mediados del siglo pasado.
Realmente esto no hace falta decirlo, porque la
pretensión no es la de un estudio que explique, con
rigurosidad de "ciencia
histórica", cómo surgió el fenómeno y
porqué se dio en el caso francés. La
precisión histórica es una excusa para reflexionar
sobre un tema más grande; es lo que hemos querido expresar
sugiriendo que el tema fundamental de la obra es el asunto de
la moral del
poder del castigo. Más que la reconstrucción de un
pasado perdido, se trata de la "historia del presente", del
modo como hemos sido constituidos históricamente en lo que
concierne a la moral del
castigo.
El problema relativo a que el castigo ha de tener una
justificación, una legitimación, una moral, lo ve surgir
Foucault en el tránsito de un modo de organizar el castigo
en la sociedad, a otro modo de organizar el castigo en la misma
sociedad. Dicho tránsito se ubica entre dos momentos
históricos, antes de 1789 y después de 1789 (antes
de la Revolución
Francesa y después de la Revolución
Francesa). En otras palabras, entre el momento
histórico correspondiente al régimen
político monárquico y, después de la
caída del régimen monárquico, el momento
histórico correspondiente al régimen
político republicano. 1789 es finales del siglo XVIII;
durante la Revolución Francesa y después de la
Revolución Francesa cunde en Europa el
espíritu de lo que damos en llamar Las Luces, La Ilustración y que ahora hemos dado en
llamar Modernidad.
¿Cómo caracteriza,
esquemáticamente, Foucault esos dos modos organizativos?
El castigo en el régimen político de la monarquía, cualquiera fuese el atentado
contra lo que está establecido, asumía, por
excelencia, la forma del suplicio. El suplicio es cualquier
horror que se le hace a un cuerpo humano
para que termine en la muerte (la
horca, el patíbulo, la guillotina, etc..). Ocurre que en
un cierto espíritu –por así llamarlo–
comienza a hacerse problema el que el hombre
tenga que ser sometido a la tortura o al suplicio.
¿Porqué un cuerpo humano tiene que ser
sometido a semejantes horrores?
¿Porqué no castigar de un modo que no sea
el suplicio? El suplicio obviamente es el exceso o el abuso
–por así decirlo– del castigo. Con el
término castigo2 va a denotar Foucault la modalidad de
imponer una pena sobre un acto cometido que resulta inaceptable
para algo que se halla establecido; no se puede aceptar tal acto,
pero su rechazo no amerita llegar al extremo de proceder
según el suplicio. La justificación de lo
inaceptable del acto, es la raíz del problema de la
moralidad.
Utilizaremos algunas expresiones del mismo autor para
intentar mostrar ese momento; es decir, ese surgimiento del
problema de la moralidad.
El autor expresa el modo como surge, digamos en la
mente, en el espíritu de una época, esa idea de un
castigo que sustituye al suplicio en una forma que nosotros
seguimos arrastrando; es la misma idea actual. Dicho en sus
términos: "La necesidad de un castigo sin suplicio se
formula, en primer lugar, como un grito del corazón o
de la naturaleza
indignada: en el peor de los asesinos, una cosa al menos es de
respetar cuando se castiga: su
‘humanidad’…"
No en vano los que llamamos "derechos humanos"
tienen su carta de
nacimiento en la declaración de los derechos universales del
hombre,
sentenciada en la primera República francesa.
¿Cómo en esa época, llamada de la
Ilustración o de Las Luces, se forja esa idea de que la
‘humanidad’ hay que respetarla? Se hace, francamente,
en oposición a lo que era la práctica de la
monarquía, –del tipo de castigo de la
monarquía– a saber, por excelencia, el suplicio. "En
esta época de las Luces… se le niega el hombre a la
barbarie de los suplicios… como límite de derecho:
frontera
legítima del poder de castigar". Se instaura una norma,
una norma que está colocada en el derecho, y que se
presenta como una restricción. Se da en forma negativa y
no en forma positiva. ¿Qué es lo que no hay que
hacer? Dicho por el autor, "No es aquello sobre lo que tiene que
obrar si quiere modificarlo, sino lo que debe dejar intacto para
poder respetarlo". ¿Qué es eso? Su humanidad, la
que "marca el
límite puesto a la venganza del soberano". Como se
verá más adelante, en un resumen comparativo sobre
los modos de organizar el poder de castigar, la forma
típica del castigo en el suplicio se entiende como una
venganza, y es siempre la venganza del Rey aunque la ejecute el
verdugo. "El "hombre" que los reformadores3 han opuesto al
despotismo del patíbulo, es también un
hombre-medida; no de las cosas sino del poder". ¿Hasta
dónde el poder puede castigar a un hombre? Hasta que no
atente contra su humanidad.
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