Algunos lineamientos teóricos sobre la dualidad democracia-totalitarismo
- La noción de
totalitarismo en Hannah Arendt - Carl Schmitt y
la política entendida como la oposición
amigo-enemigo - Democracia y
(o vs.) Totalitarismo. Comentarios sobre la teorización
de Claude Lefort - Bibliografía
La
noción de totalitarismo en Hannah Arendt
La característica principal –y
quizás más angustiante y desoladora- que atraviesa
la teorización de Hannah Arendt sobre el totalitarismo
tiene que ver con la privación del pensamiento
humano que supone allí donde detenta el poder
estatal.
El hombre, en el
sistema
totalitario se encuentra desprovisto de su pluralidad, de su
ser con los demás, de su condición
humana. El hombre, en
tanto tal, es apolítico. El pensamiento político es
de los hombres. El totalitarismo aísla a los
hombres, privándolos del espacio público, de la
posibilidad de actuar, de ser.
Es en este sentido que Arendt identifica al
totalitarismo como una forma de dominación radicalmente
nueva, en tanto que no se limita a destruir las capacidades
políticas del hombre aislándolo en
relación con la vida política, como lo
hacían las viejas tiranías y los viejos
despotismos, sino que va un paso más allá,
destruyendo también los grupos y las
instituciones
que forman la urdimbre de las relaciones privadas del hombre,
sacándolo de esta manera del mundo y privándolo
hasta de su propio yo.
El totalitarismo es tan total que "nunca se
contenta con dominar por medios
externos, es decir, a través del Estado y de
una maquinaria de violencia;
gracias a su ideología peculiar y al papel asignado a
ésta en el aparato de coacción, el totalitarismo ha
descubierto unos medios de dominar y de aterrorizar a los seres
humanos desde dentro"
La ideología totalitaria pretende explicar con
certeza absoluta y total el curso de la historia; se vuelve por lo
tanto independiente de todas experiencias o afirmaciones
empíricas, y construye un mundo ficticio y
lógicamente coherente, del que se derivan directivas de
acción
cuya legitimidad está organizada por la conformidad con la
ley de la
evolución histórica.
El terror es la realización de la ley del
movimiento.
Como instrumento permanente de gobierno, el
terror total, establece un control en las
masas de individuos aislados manteniéndolas en un mundo
que se ha convertido para ellas en un desierto: el terror
constituye la esencia misma del totalitarismo, y la
ideología es su lógica
de acción y principio que lo hace mover.
El terror puede dominar de forma absoluta sólo
si aísla a los hombres, porque aislados carecen de
poder.
En este sentido, la ideología totalitaria
trasciende los límites de
lo político y económico y aspira a alcanzar el
dominio sobre
la vida y la mente del hombre en su totalidad. No respeta el
misterio de la existencia humana y, por ello, tampoco al hombre
ni sus innumerables posibilidades. Para llegar a monopolizar
todos los aspectos de la vida del hombre, el totalitarismo debe
necesariamente ignorar la complejidad de los pensamientos y las
acciones
humanas. Es en esta misma línea que Kirpatrick sostiene
que "los gobiernos totalitarios son aquellos cuyos dirigentes ven
en toda la sociedad, la
economía,
la cultura y
la
personalidad un campo para la regulación
gubernamental. Lo que uno lee, escribe, estudia, publica,
elabora, el lugar donde uno vive y trabaja, lo que se paga y
quién lo paga, todo se considera incumbencia del
gobierno"
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