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La pintura geográfica en el siglo XVI y su relación con una propuesta actual de la difinición de "paisaje" (página 2)



Partes: 1, 2

Landschaft

En la cultura
germánica de la segunda mitad del siglo XVI y comienzos
del XVII, el precepto de Landschaft  tuvo expresiones
locales en lo que hoy es Holanda, Bélgica, Suecia,
Dinamarca, Suiza, Austria, y Alemania
(Hirsch, E., 1995:2). La imagen que hemos
seleccionado para tratar este medio cultural (figura 1) se
intitula "Landschaft mit Windmülhe" (Paisaje con
molino de viento) y fue realizada en 1608 por Jan Bruegel,
miembro de una reputada familia de
pintores flamencos que tuvo actividad precisamente en esos
años en que el paisaje estaba cargado de connotaciones que
iban más allá de lo meramente
estético.

En ese momento, la definición de
Landschaft servía para representar efectivamente un
espacio que la vista podía cubrir. Sin embargo, el
resultado plástico
no era un producto
exclusivamente estético sino que encerraba intenciones
territoriales que se fueron diluyendo con el correr de los siglos
y que hoy ya no tomamos en cuenta. Wolfgang Haber descompone el
término Landschaft en dos partículas: la
primera, Land, hace referencia a la tierra, es
decir, a la parte natural, al suelo, al
ambiente
original.  La segunda, schaffen, refiere al modelado
que, ya sea la naturaleza
misma o el hombre, dan
al terreno (Haber, W., 1995:38-40). En el idioma predilecto de
la ciencia
actual, el inglés,
los componentes son los mismos. Land tiene la misma
acepción explicada que en alemán y la
partícula scape deriva de la misma raíz
germánica "scapjan", que significa originalmente
crear, trabajar u ocuparse. Esta raíz evolucionó a
schaffen en alemán conservando el significado de
creación o modelado, mientras shape en
inglés, cambió un poco el énfasis, del acto
formador, por la forma resultante (Haber, W., op. cit:38). Dicho
de otro modo, mientras que el landscape aparece en la
lengua inglesa
del siglo XVI como "un término técnico usado por
los pintores" (Hirsch, E., op. cit:2) y denota una
extensión representada desde un punto de vista fijo, el
término Lansdschaft registra una información que nos habla del proceso de su
formación (Holt-Jensen, A., 2001:49).

Figura1
Jan Bruegel, "Landschaft mit Windmüle" (Paisaje
con Molino de viento), 1608

 Imagen obtenida de obra intitulada
Kindlers Malerei Lexikon, p.549 (cita completa 
en  bibliografía bajo Kindlers).

En el tiempo en que
Jan Bruegel pintó su Paisaje con molino de viento,
el Landschaft era una suerte de registro de la
ley que
regía sobre una demarcación que estaba depositada
en las costumbres de sus pobladores (Olwig, K., 1995:634). Es
decir, ante la ausencia de un cuerpo bien desarrollado de
leyes escritas
para reglamentar las actividades permitidas y la posesión
de la tierra, la
población de un determinado país
reconocía en el espacio sus marcas legales.
Así, el pintor era un artista, pero también era una
especie de geógrafo o de agrimensor que registraba sobre
un lienzo la normatividad que imperaba en el territorio.
¿Qué tipo de costumbres reglamentadas registra el
paisajista del siglo XVI? Registra límites
extremos del territorio, subdivisiones al interior de la
demarcación, caminos y senderos, usos del suelo,
actividades agrícolas y ganaderas, áreas urbanas y
rurales, zonas de bosque, fuentes de
agua, en fin,
todo aquello que es relevante para el manejo adecuado del
territorio según la concepción germánica de
entonces.

Kenneth R. Olwig ha explorado este sentido del
término en diferentes áreas geográficas de
tradición germánica concluyendo que la
extensión territorial a la que hace referencia el
sustantivo alemán Land, "está definido por
la costumbre y la cultura locales, no por sus
características físicas" (Olwig, K., op. cit: 633).
La península danesa de Jutlandia por ejemplo, sólo
puede llamarse Jutland en la medida en que sus comarcas
gozan de costumbres legales reconocidas por sus habitantes y que
se ha depositado la vigilancia de las mismas en un consejo
representativo. En este último caso, el término
escandinavo para decir paisaje es Landskab y su
significado no es sólo el de territorio, sino que
además se vincula con la ley y con la identidad
cultural. A otra escala, durante
el siglo XVI y XVII fue frecuente que los dueños de
tierras en el norte de Europa mandaran
pintar sus dominios y colgaran el cuadro resultante sobre una
pared en su finca. De este modo, en la tradición
germánica, tenemos que los excelentes paisajes pintados
por artistas como los de la familia
Bruegel, constituyen fuentes para el historiador y el
geógrafo que busquen reconstruir la legislación
sobre uso de suelo en los países representados por los
pintores. De hecho, durante más de doscientos años,
se utilizó ese género de
pintura para
dirimir controversias territoriales en la corte.

En síntesis,
el Landschaft es una representación de un
país con buena parte de su complejidad cultural, pero es
también una impresión, un instante capturado desde
un punto de vista. En el cuadro de Jan Bruegel con que ilustramos
este apartado se miran quizá los confines de un
país desde el punto donde pinta el artista hasta el
horizonte. Se demarca también el área urbana donde
está la iglesia en
colindancia con una zona boscosa y se la separa, río de
por medio, del área desmontada en donde pastan las ovejas
y donde se aprovecha el viento para la molienda. La imagen de
estos usos del suelo parece congelada. De ahí que sea
válida también la definición latina de
paisaje como "aquello que se ve del país" (Brunet, R., et
al., 1992:470) Ahora es necesario que analicemos las
etimologías que explican precisamente el origen del
término "país".

Paisaje

 "País" no es sólo un área
soberana perfectamente delimitada en kilómetros cuadrados
como ahora se entiende, sino que más bien se refiere a un
terreno con el que se identifica un pueblo o un grupo de
pueblos. Su etimología latina es pagus, el pago o
terruño "al que se está atenido" (Brunet, R., et.
al., op.cit:336). En la Edad Media, el
pago es en efecto un "distrito agrícola" pero es
también sinónimo de "pueblo o aldea" (Corominas,
1983:433). De pago deriva el término "pagano", es decir,
el campesino que
por su condición rural pudo resistirse mejor a la
cristianización, término que pasó al
catalán como pagés. En Francia, el
término para significar un terruño rural fue
pays y en Italia
paese. Hacia finales del siglo XVI, en España los
términos pago y país fueron sinónimos,
mientras que en Portugal, Francia e Italia se comenzaron a
utilizar los términos paisagem, paysage y
paesaggio respectivamente para hablar del "extendido de un
país que se presenta a un observador" (Robert, 2006:
1382).

En las fuentes documentales sobre los dominios
coloniales de España en América, el término "pago" es
habitual. En el marco de dicha expansión colonial, se
utilizó también el término pintura
para denotar la representación gráfica de un
territorio. Por ejemplo, en el documento llamado
Instrucción y memoria de las
relaciones que se han de hacer para la descripción de las indias
, fechado en
1577, la Corona española solicitó dar respuesta a
una serie de preguntas sobre el territorio, sobre sus fuentes de
agua, su clima y su gente.
Para mostrar de manera gráfica tal territorio, se
solicitaba asimismo una pintura.

Las pinturas de las Relaciones
Geográficas
, como se le conoce al corpus
formado por las respuestas a la Instrucción de 1577
y otras pinturas contemporáneas sirvieron como en el
área de cultura germánica, para argumentar en los
juicios sobre problemas
limítrofes entre comunidades, corregimientos o
alcaldías o para el otorgamiento de mercedes.
Basándose en diccionarios
del siglo XVIII, el historiador Marcelo Ramírez
afirma que "la voz paisaje y la pintura que evoca
habrían aparecido al menos desde mediados del siglo XVI en
lengua portuguesa. En castellano,
país y pintura fueron las expresiones
más comunes para denominar a los paisajes de la
naturaleza, aunque país también
significó: "la pintura en que están pintados
Villas, Lugares, fortalezas, casas de campo y campañas"
(Ramírez Ruíz, en prensa). Los ojos
del artista que pinta en un lienzo su tierra están puestos
especialmente sobre los rasgos naturales encima de los cuales
aparece con timidez un ranchito o un personaje labrando el suelo.
Son las montañas, los arroyos, la vegetación y la luz del sol, los
elementos que resaltan en las pinturas de entonces con mayor
énfasis. Pero esta naturaleza también es parte de
la población que ha nacido en ella. "Naturaleza",
"nacimiento" y "nación", provienen también de la
misma etimología latina: nasci (Corominas, op.
cit:410). La nación,
es decir la población, no puede ser desvinculada de su
medio físico.

Pese a la fecha temprana en que los términos
paisagem, paysage y paesaggio aparecen en la
literatura
portuguesa
, francesa e italiana respectivamente, en
castellano el término paisaje no se registra sino hasta
1708 guardando la misma significación que aquellos
(Corominas, op. cit:433). Hoy en día –nos dice Roger
Brunet– entre la mayoría de los geógrafos
hablantes de lenguas latinas, el país es "una unidad de
vida, de acción
y de relación que corresponde más o menos al
antiguo territorio tribal" (Brunet et. al., op. cit:336) Es la
tierra donde uno nació y donde están enterrados los
abuelos.

Como vemos, analizar el concepto de
paisaje desde un enfoque cultural nos permite recoger el contexto
en el que fue acuñado el término y usado para fines
precisos. El enfoque cultural, contrario a lo que se pueda
pensar, no es un enfoque propio de las disciplinas sociales sino
una reflexión epistemológica sobre el proceder
científico a través de la historia. El enfoque
cultural en geografía nos permite
replantear el momento en que un grupo social se asentó en
un paraje de forma permanente y comenzó el lento proceso
de adaptación a un ambiente local. También nos
plantea el momento –simultáneo al anterior– en que
el grupo comienza a transformar ese ambiente mediante la
creación de técnicas,
herramientas,
arquitectura e
instituciones
(Claval, 1995:12). Ese grupo humano se hace una idea del universo a partir
del medio en el que se ha establecido y perfecciona con el tiempo
su estancia en lo que considera su territorio.

Así pues, el paisaje posee una dimensión
humana que constituye una de las bases del razonamiento
geográfico. No hay espacio geográfico sin la huella
de una sociedad que
lo defina y lo construya. Que el paisaje tenga una
dimensión humana quiere decir que es asible, que es
recorrible a pie. El hecho de que el país sea caminable le
impone límites que no pueden ir más allá de
la capacidad de marcha de un ser humano. Otra etimología
latina, la de espacio (spatium), que es de primordial
importancia para la geografía, da cuenta de esta
característica del país: según ella, espacio
es "aquello que se mide con pasos" (Brunet, et. al., op.
cit:179). Para Joan Corominas, spatium significa 
"campo para correr" (Corominas, op. cit:248) Por lo tanto, sus
confines no pueden ir más allá de lo que puede
caminar un adulto sano en una jornada de marcha.

En un principio, el espacio escogido por una comunidad para
establecerse, es un espacio marcado por formas naturales, por
vegetación, fauna, clima y
relieve que
ellos no introdujeron. Pero bien pronto el paisaje imprime en el
grupo social su huella al tiempo que el grupo social comienza a
modificar el paisaje. Se trata de una operación presente
en todas las culturas y que consiste en que el espacio es
producido por la sociedad que es producida por el espacio
(Lefebvre, H., 1986: 30). Para el geógrafo Paul Claval
(op. cit:164), esto ocurre mediante un proceso que comprende
cinco acciones que
pueden ser simultáneas o sucesivas y que son ejecutadas
por el grupo social: a) Reconocerse en un sitio; b) Orientarse a
partir de él; c) Marcar su territorio; d) Nombrar su
territorio; e) Institucionalizar su territorio.

De esta manera, el grupo social funda un pago, un
país. La manera en que los pobladores de ese país
ubican su territorio en el universo y la
idea que se forman de su origen geográfico es, en parte,
consecuencia del medio en el que se asentaron. Esto quiere decir
que la cultura de un pueblo, sus tradiciones, su
cosmogonía, sus rituales y sus actividades, están
dados por la naturaleza del lugar que eligieron. Así, la
naturaleza y la cultura se construyen recíprocamente. El
paisaje es, en ese sentido, la representación de un
espacio en el que aparecen las cosas de la naturaleza y aquellas
de la sociedad pues todas ellas se fueron produciendo con
simultaneidad.

La pintura de
Metztitlán

La idea de paisaje que proponemos cuenta con las
siguientes características: a) es concebido por los
grupos
sociales que se hallan asentados en él, b) forma parte
de una explicación completa del Universo; constituye un
microcosmos, c) es un espacio no desintegrado que es modelado
tanto por fenómenos de la naturaleza como por la
acción humana, d) es una entidad donde se leen diversas
temporalidades, y e) sus objetos y elementos son físicos
aunque sean percibidos con distintos significados según
quién observa, y f) es un espacio a escala humana, es
decir, caminable.

Las propuestas anteriores las buscamos ejemplificar con
la denominada pintura de Metztitlán (figura 2),
fechada por el alcalde mayor de esa jurisdicción, en el
año de 1579. A diferencia de la mayor parte de las
expresiones pictográficas que acompañaron al cuerpo
escrito de las Relaciones Geográficas del siglo XVI, de
entre las elaboradas en la Nueva España, esta
representación está realizada bajo una marcada
estética europea. Asimismo, esta
pintura se presenta en dos escalas (Fernández y
Garza, en prensa),  estas dos imágenes
pensamos en lo fundamental buscan realzar a la villa de
Metztitlán, como centro político y económico
de esta jurisdicción. Nuestros estudios en esta
fracción de la Sierra Madre Oriental nos han llevado,
entre otras dinámicas, a definir un sitio distinto como
centro político en el momento de la conquista militar
española, trescientos metros por encima de la actual
villa y a siete kilómetros al noroeste de la misma;
el sitio elegido por los europeos en lo cultural y
estratégico era inviable en la construcción del paisaje urbano
mesoamericano y su defensa prácticamente imposible en el
constante enfrentamiento entre la gente de Metztitlán y
las huestes lideradas por los de México-Tenochtitlan.

Figura 2
Pintura de Metztitlán, 1579.

 Imagen obtenida de la obra impresa por la Universidad
Nacional Autónoma de México y editada por Rene
Acuña en 1986 (cita completa en la bibliografía
bajo Chavez de, G.)

Como aseveramos, esta imagen representa dos territorios
de dimensiones muy distintas, ocupando cada uno la mitad de la
pintura, la mitad inferior conjuga lo expuesto al inicio
de este apartado y es una noción que lee el paisaje
recientemente impuesto por los
europeos y que como en muy pocos casos en  la Nueva
España, tuvo la oportunidad de quedar expuesto
gráficamente desde la perspectiva
‘occidental’: si la pintura de
Metztitlán hubiese sido concretada por un tlacuilo
(pintor en lengua náhuatl) la villa colonial y la vega tan
destacadas por el pincel español,
hubiesen perdido relevancia ante la necesidad de exaltar al
altépetl, espacio urbano organizado en función de
la montaña y el agua, que
en este caso y de acuerdo a los registros
arqueológicos obtenidos se manifestaba en una
ocupación del territorio más acusado sobre las
laderas más elevadas del inmenso cañón de
Metztitlán (Casiano Verde, G., 1998:25-42), en
contraposición al poblamiento español sobre la vega
del fondo.

La parte superior de la pintura muestra un
ámbito mucho más amplio, si la porción
arriba comentada abarca unos doscientos kilómetros
cuadrados, el fragmento que ahora nos ocupa ronda en superficie
los cinco mil kilómetros cuadrados, abarcando territorios
que no fueron parte de la confederación encabezada por
Metztitlán-Tepatetipa. La asignación de estos a la
cabecera colonial de Metztitlán, pudo consolidarse ante la
manifestación de estos límites a la corona. Esta
escala no se aproxima a lo expuesto con anterioridad con respecto
a la idea de paisaje, aunque curiosamente si asienta con
fidelidad el microcosmos de cada uno de los asentamientos
mencionados; ya en pequeños valles intermontanos en las
partes más elevadas, ya sobre baluartes naturales que
miran sobre la llanura costera del Golfo de México, en las
partes más bajas. Por la corta estancia de Gabriel de
Chávez, el mencionado alcalde mayor, en la
jurisdicción de Metztitlán, creemos que le fue
imposible conocer todas y cada una de las poblaciones asentadas
en la pintura y que en su descripción primara la
visión de sus informantes, vehículo que
explicaría la precisión del paisaje expuesto para
cada una de las cabeceras descritas.

Conclusiones

El concepto de "país" como una unidad territorial
compuesta por elementos físicos de origen tanto natural
como cultural y depositario de una identidad local, ya no se usa
más en la literatura
científica. En  su lugar utilizamos la forma de
representación que durante los últimos cuatro
siglos ha mostrado su imagen de conjunto: "el paisaje".
Estrictamente usar el término "paisaje" en lugar de
"país", es equivalente a usar el término "mapa"
para decir "territorio". No obstante, el gran valor del
concepto actual de paisaje reside en que intenta guardar toda la
complejidad del espacio analizado. En este artículo hemos
revisado las características de ese espacio partiendo de
la etimología del concepto que nos lleva a la
noción en desuso de país.

A continuación enlistaremos cuatro de las
características más importantes del
paisaje:

a) es concebido, primero que nadie, por el grupo que se
halla asentado en él. El investigador debe introducirse
hasta los límites de lo posible en la lógica
territorial de ese grupo,

b) forma parte de una cosmovisión completa y
constituye el centro de un universo según la
definición del grupo local. El investigador debe saber que
su objeto de estudio es el punto más importante del
cosmos,

c) es una entidad de larga duración en donde
aparecen rasgos, elementos y objetos de diferentes épocas.
El investigador debe saber identificar el orden
cronológicos de los objetos y de las formas del paisaje y,
si lo necesita, hacer abstracción de aquellas que no son
del momento que quiere comprender,

d) es un espacio modelado tanto por fenómenos de
la naturaleza como por la acción humana. El investigador
debe ser sensible al origen antrópico de gran parte de los
rasgos del paisaje y no dejarse llevar por las definiciones a
priori de naturaleza,

f) sus objetos y elementos son, en principio, tangibles,
aunque su desciframiento requiera de conocer a detalle el lenguaje en
el que fueron organizados o percibidos.

El investigador debe saber que lo anterior no obsta para
decir que los componentes físicos del paisaje tengan
además un significado cultural haciendo del paisaje un
rito, una composición de puntos sagrados o un almacén de
recursos
disponibles, entre otras lecturas subjetivas sobre un mismo
objeto

y g) es caminable. En consecuencia, el investigador echa
mano del trabajo de
campo pues el paisaje se lee con los pies, con las impresiones
que el cuerpo humano
recibe tras largas caminatas en busca de los límites
territoriales.

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© Copyright Federico Fernández Christlieb y
Gustavo Garza Merodio, 2006.
© Copyright Scripta Nova, 2006
Ficha bibliográfica:

FERNÁNDEZ CHRISTLIEB, F. GARZA MERODIO, G.La
pintura geográfica en el siglo XVI y su relación
con una propuesta actual en la definición de paisaje.
Scripta Nova. Revista
electrónica de geografía y ciencias
sociales.
  Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de
agosto de 2006, vol. X, núm. 218 (69). <>
[ISSN: 1138-9788

Federico Fernández Christlieb; Gustavo Garza
Merodio

Departamento de Geografía Social
Instituto de Geografía
Universidad Nacional Autónoma de
México

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