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Rebeliones indígenas y negras en América Latina




Enviado por Kintto Lucas


Partes: 1, 2

    A San Cono…
    A mi Vieja, porque sabe rescatar la vida…

    1. Introducción. El
    año uno de la era latinoamericana (500
    Años)

    3. Enriquillo

    4. Agueybana

    5. Hatuey

    6. Cemaco

    7. Urraca

    8. Tecum–Uman

    9. Cuauhtemoc

    10. Lempira

    11. Rumiñahui

    12. Tisquesuza

    13. Aracare

    14. Sebastian
    Lemba

    15. Lautaro


    16. Guaicaipuro


    17. Yaracuy


    18. Jumandi


    19. Nicaroguan


    20. Zumbi


    21. Sepe Tiaraju


    22. Jacinto Canek


    23. Makandal


    24. Tupac Amaru


    25. Tupac Catari


    26. Cordua


    27. Sempe


    28. Fernando Daquilema


    29. Fuentes Consultadas

    1. INTRODUCCIÓN.
      El año uno de la era latinoamericana (500
      años)
    2. UNO

      A 500 años del llamado "descubrimiento
      de América", el gobierno
      español y sus pares latinoamericanos,
      apoyados por Estados
      Unidos y los países de la Comunidad
      Económica Europea, festejan el gran aniversario. Sin
      embargo, no voy a hablar de ese proceso
      que, iniciado con la llegada de Cristóbal
      Colón, llevó a la destrucción de
      culturas, a la usurpación de tierras y riquezas, a la
      explotación y casi exterminio de los indígenas.
      Tampoco recordaré que la conquista se sigue
      procesando, y que los pueblos latinoamericanos siguen
      sufriendo la maldición de las riquezas que aún
      quedan en estas tierras como diría Eduardo Galeano.
      Que tras el oro,
      el
      petróleo, el uranio, se lanzan hambrientas las
      transnacionales, conquistadoras modernas, descendientes de
      aquellos que invadieron estos pagos. No quiero recordar eso,
      ni hablar de los intereses del gobierno español y sus
      aliados de la OTAN en perpetuar la humillación de
      nuestro continente utilizando el aniversario como fachada
      para transformar a España
      en puerta de entrada de los "inversores" de la CEE hacia
      América
      Latina, para lucrar con las privatizaciones. Ni siquiera intentaré
      rebatir el significado histórico que dan los
      historiadores colonizados del continente al hecho que
      denominan "encuentro de dos mundos".

      Prefiero pensar en el Año Uno. El Año
      Uno es, nada más ni nada menos, el año
      posterior al del V Centenario. Tal vez el año que
      comencemos a reconstruir nuestro destino de América
      Latina, esa gran Patria Grande pluricultural y
      multiétnica. Avida de soluciones
      a sus problemas
      sociales y económicos. Ansiosa de libertades y
      participación. Con la necesidad imperiosa de
      transformase en un verdadero nuevo mundo, en el que la
      solidaridad, la soberanía, y la participación de
      los pueblos sean reales.

      Para que el año uno sea el comienzo
      transformador, debemos comenzar por rescatar el pasado
      dormido en las bibliotecas, y contrarrestar una historia
      resignada de antemano en las escuelas y liceos. Hay que
      desenterrar la verdadera historia, liberándola de
      estatuas, museos y libros
      empolvados.

      DOS

      Hay que reconstruir la creatividad de América Latina,
      comenzando ser América Latina, estructurando un nuevo
      tipo de sociedad,
      opuesta a la sociedad capitalista que nos agobia y a la
      sociedad estalinista que agobió el Este europeo. La
      nueva sociedad latinoamericana debe tener capacidad de
      hacerse cargo, con su propias fuerzas y sus propios medios, de
      una realidad que no es europea ni norteamericana. Una
      sociedad capaz de saber con qué elementos está
      hecho este gran país que denominamos nuestro
      continente, y como podrá ir caminando por ideas,
      métodos y formas organizativas nacidas
      de su propia geografía, sin inventarse
      fantasías. Para eso habrá que pelear mucho y
      será necesario tener una cabeza abierta, capaz de
      contrarrestar el proyecto de
      las clases dominantes que siguen limitando las posibilidades
      a una solución de la problemática
      económica, en la medida que llevan al continente a ser
      objeto de políticas ajenas a nuestro ser, como la
      privatización, bloqueando así la
      potencialidad de las mayorías de constituirse en
      sujeto político de sus propios intereses. Para
      comenzar a construir esa nueva sociedad es necesario que los
      sectores revolucionarios, junto a la gente, tropiecen con la
      historia real, comprobando que donde se creían
      predominantes las ideologías globalizantes o
      totalizadoras presenciamos la transición hacia el
      dominio de
      otras formas comunicativas, como la cultura en
      general, el arte, las
      religiones,
      las costumbres, las diversidades, los submundos y la
      subjetividad del pensamiento. ¡Cuidado! Esto no significa
      el fin de las ideologías, sino un estudio más
      abierto, menos cuadrado de sus influencias en la actualidad.
      La llave del circulo opresor de América Latina no
      está solo en la política y la economía, sino también a nivel
      subjetivo de la sociedad. Esto obliga a estudiar,
      resignificar y aprehender todo lo que represente la cultura
      latinoamericana –mitos,
      creencias, leyendas,
      la verdadera historia– para que, vinculándola a
      un quehacer liberador, se puedan extraer alternativas propias
      de un camino en el que –rescatando la vigencia del
      socialismo
      como fin– se tenga en cuenta al ser humano con todas
      sus potencialidades y debilidades. Con todos sus mundos,
      vivencias y creencias. Y así partir hacia a la
      construcción de un nuevo ser humano
      más solidario, más colectivo, más unido
      y más respetuoso de las individualidades y las
      diversidades. Un ser con una verdadera identidad.
      Debemos reconfirmar el espíritu que nos haga saltar de
      la fatalidad impuesta a la esperanza cierta, en palabras de
      Galeano.

      TRES

      Es necesario realizar una contraconquista y
      conquistar con el pueblo, el lugar y el poder
      donde reside el dominio de la subjetividad, que
      señalando como debe ser el nuevo mundo, sabrá
      decir como debe ser el nuevo pueblo y cuál es su
      misión
      en la dirección de una nueva
      sociedad.

      Hoy más que nunca las fuerzas populares del
      continente deben partir de América Latina para llegar
      a América Latina. Conocer América Latina y
      tornarla nuestra, como dice José Martí, es el desafío y el camino
      de su liberación. Ese camino, esa salida, requiere de
      una amplia participación de todos los oprimidos de
      esta sociedad. Será plurinacional (latinoamericana)
      por popular y diversa, popular y diversa por
      democrática, y democrática por su capacidad de
      participación desde la base, desde la raíz; en
      la consolidación de una sociedad revolucionaria por
      socialista, socialista por comunitaria, y comunitaria por el
      rescate del ser humano en la construcción colectiva de
      un poder popular. El destino de cada uno de nuestros
      países se juega como nunca antes en el de toda
      América Latina. El camino a Nuestra América no
      es fácil, exige un esfuerzo de imaginación que
      sobrepase la sustitución de economicismo estalinista
      por el economicismo neoliberal o la adaptación al
      capitalismo, pintándose la cara de otro
      color. Una
      imaginación necesaria para contrarrestar el robo de la
      palabra integración por parte de las clases
      dominantes, e impuesto
      desde los centros de poder del norte. La integración
      no es de forma sino de espíritu y propósitos,
      como decía Bolívar, y está
      íntimamente ligada a la construcción de un
      Nuevo Ser latinoamericano. Un ser dueño de sí
      mismo, capaz de conducir su propio destino como
      señalara Artigas.

      En el año del V centenario de la conquista,
      resulta imprescindible que los pueblos latinoamericanos nos
      acerquemos más a nuestra realidad pluricultural,
      multiétnica y plurinacional, proyectando el hecho
      puntual de 1992 hacia una lucha común por la libertad
      del continente. Que en el Año Uno de la Era
      Latinoamericana, Abya Yala, la tierra
      en plena madurez, nuestro continente, sea transformada por la
      sabiduría; Amaru, la serpiente sagrada, la resguarde y
      el Cóndor proteja a sus pueblos. Que en el Año
      Uno comience la consolidación de una nueva historia,
      para que en los próximos 500 años el festejo
      pertenezca a los pueblos… Comencemos caminado la
      memoria.

      Siempre que uno entra en los laberintos de la
      memoria tiene
      la posibilidad de recorrer hechos y miradas que marcaron la
      vida de otras épocas, y de todas.

      Las imágenes surgen entre fogonazos de
      luz, y de
      neblina, son fuego en el silencio del recuerdo, rebeldes
      entre el día y la noche, símbolos de lo que vendrá.
      Venimos del ayer caminando memorias
      de rebeldes y rebeldías, volvemos al presente para
      andar rincones de la América Latina, fundirnos con su
      gente y transitar parte de su vida… quinientos años
      después…

      1494. Hace dos años, cuando
      Cristóbal Colón llegó a esta isla que
      nombró Española, estaba gobernada por cinco
      caciques… Cinco jefes de alma
      tranquila y poca guerra
      Sin embargo el camino de las semanas fue cambiando las
      miradas. Y fue llegando la realidad… Y vino el tiempo en
      que Colón tuvo que retornar a España para
      contar "su descubrimiento". Y llegó la hora en que
      cinco europeos secuestraron dos mujeres indígenas y
      las violaron… Y se acercó el minuto en que mataron
      un puñado de nativos por el placer de matarlos… Y el
      adelantado Colón sonrió y dijo: "servirá
      para que nuestros hombres sean respetados. Hay que poner
      temores en esta tierra y
      mostrar que los cristianos somos poderosos para ofenderlos y
      dañarlos".

      Los árboles se estremecen, coro–coros
      y pitirris nostalgian la selva, y el indio comienza a
      rebelarse. Guanacagarí el traidor, amigo de
      Colón, le sigue siendo fiel junto a su tribu. Los
      otros caciques rompen la amistad.
      Desde España el almirante dice y ordena "sobrecargar
      los navíos de esclavos", para venderlos en Madrid.
      Cuando regresa a la isla se sumerge en la fiebre del
      oro. "Hay que mostrar a los reyes que los gastos del
      viaje no fueron inútiles", dice.

      El Cibao, dominio del cacique Caonabo posee
      las minas más ricas… Todos los vecinos de la zona,
      mayores de catorce años, entregarán cada tres
      meses cierta cantidad de oro a los españoles. Los que
      viven lejos deben dar una arroba de algodón por persona. Para
      que nadie se escape del tributo Colón ordena que cada
      indio lleve colgado en su cuello una moneda de cobre a la
      que se hará una muesca especial por cada
      pago.

      Cierto día Caonabo ve entrar en sus
      tierras un grupo de
      soldados de Fuerte Navidad
      Con sus hombres los ataca y les da muerte.
      Luego se dirige a la fortaleza y el fuego se hace presente en
      el horizonte. "Pagan por sus culpas y malas obras", dice el
      cacique a su gente señalando las llamas. Colón
      hace construir otro fuerte, en la propia región del
      Cibao. Caonabo lo sitia durante treinta días… Luego
      debe retirarse, sus fuerzas no alcanzan para vencer al
      invasor. Solo habría una posibilidad: la
      confederación de caciques. "Unámonos todos los
      pueblos", dice el jefe indígena.

      Levanta su tribu en armas y
      conversa con otros jefes. Todos están de acuerdo,
      Guanacagarí no. Las bajas europeas comienzan a
      sumarse… Convencido de que sería difícil
      vencer, Alonso de Ojeda, lugarteniente del genovés se
      presenta en la aldea de Caonabo… besa sus manos y afirma:
      "Traigo un obsequio del almirante". Luego muestra unas
      esposas de latón, metal admirado por los indios. "Solo
      los reyes de Castilla en sus fiestas utilizan este adorno.
      Debe colocarse junto al río", dice. Creyendo la
      palabra del enemigo, Caonabo monta en la garupa del caballo
      de Ojeda y parte rumbo al río. Al colocarse las
      esposas parte rumbo a la prisión… Colón
      decide exhibirlo frente a la puerta de su
      casa…

      Allí está Caonabo, esposado, sin
      hablar ni mirar al genovés. Sin embargo cuando pasa
      Ojeda lo saluda. "El almirante no tuvo el valor de
      ir a prenderme y Ojeda si, por eso lo respeto",
      dice a quien le pregunta… El pueblo del Cibao comienza a
      preparar la liberación. Colón se preocupa y
      decide enviarlo a Castilla… Durante el viaje, la furia de
      los mares destruye el barco… Encadenado a un mástil,
      Caonabo, primer jefe de la resistencia indígena, muere ahogado…
      La confederación indígena se afianza
      años después…

      Anacaona, la bella mujer de
      Caonabo lidera la región de Xaragua… El hermano del
      jefe asume El Cibao… La resistencia dura años pero
      finalmente es derrotada. El hermano es preso… Anacaona
      muere quemada frente a su caney… Algunos caciques
      sobrevivientes deciden retirarse a las
      montañas…

      Las rebeliones no pararán… El cacique
      Guarionex se levanta junto a otros jefes… estará
      preso tres años en el Fuerte de la Concepción,
      luego será desterrado y morirá en el viaje. Su
      hermano Mayobanex estará en prisión hasta que
      la vida decide olvidarlo… La entereza vuela el polvo de los
      siglos y resiste la invasión norteamericana de 1916,
      camina junto a Francisco Caamaño Deno y sus
      compañeros que bienpelean a otros marines que invaden
      República Dominicana en 1965… Sigue los caminos del
      viento… y la guiñada de las
      estrellas…

    3. CAONABO

      1498. La llovizna calma el calor de
      la noche dominicana pero no puede con el fuego que se
      extiende por el poblado indígena… Ya no queda caney
      en pie… Guarocuya, futuro cacique del Vaho ruco ve morir a
      sus padres carbonizados por las llamas españolas. Mira
      el presente sin descubrir el mañana…
      Bartolomé de las Casas, un franciscano preocupado por
      los indios, lo salva de la matanza y lo lleva a su convento.
      Allí lo bautizarán, allí pasará a
      llamarse Enrique… Enrique Guarocuya.

      A los doce años será dado a
      Francisco Valenzuela de quien recibirá buen trato.
      Cuando este muera pasará a ser propiedad
      del hijo que lo tratará como esclavo. Se
      quejará Enrique ante el gobernador pero
      conseguirá insultos y amenazas de prisión. Se
      quejará también ante la Audiencia de Santo
      Domingo, sin solución… Su vida, como la de todo su
      pueblo, irá empeorando.

      Con la realidad, se acabará la
      paciencia inculcada por los dominicos y se marchará a
      las montañas del Bahoruco. La adhesión de los
      otros caciques no se hará esperar…

      "Hermanos, consigan armas del español.
      Pero siempre que puedan, no derramen sangre",
      dirá a sus guerreros antes de organizar la guerrilla.
      Para proteger a mujeres, niños y ancianos los retirará a
      los lugares más alejados, donde se levantarán
      pueblos… Cada cacique con su tribu se ubicará en
      algún punto estratégico de la montaña,
      vigilando el llano que traerá la
      represión.

      Para evitar posibles delaciones, Guarocuya, o
      Enriquillo como ahora se le conoce, no dejará saber su
      paradero. El primer grupo de españoles que
      llegarán tras él, estará comandado por
      el joven Valenzuela. A caballo la montaña se
      hará impenetrable, y a pie serán vulnerados con
      las piedras arrojadas por los indígenas. En la
      retirada Valenzuela caerá en manos de Enrique… el
      cacique se apiadará de su enemigo advirtiéndole
      que no retorne.

      Después vendrá la
      expedición organizada por la Audiencia de Santo
      Domingo y será derrotada. Los indígenas
      sometidos abandonarán a sus amos y se sumarán a
      los alzados… Y el cacique descubrirá el
      mañana, que ya es hoy:

      1524. Catorce años de mucho pelear y
      los rebeldes no pueden ser vencidos.

      Cierta ocasión setenta europeos quedan
      acorralados en una cueva. Los indígenas prenden fuego
      en la entrada para asfixiarlos. Guarocuya manda apagar las
      llamas y los libera.

      "Tenemos que conseguir el respeto de nuestro
      pueblo y defenderlo con honor sin sangre porque sí.
      Nunca reconocimos ese rey de Castilla… Desde que llegaron
      sus hombres fuimos tiranizados. Por eso peleamos", dice. Cien
      mil castellanos de la caja del rey se han gastado para
      combatir a los indígenas y los españoles ya no
      quieren ir a la guerra… La Audiencia impone penas. Los
      soldados la acusan de haberse robado el dinero
      de las campañas. Los ataques no paran y las derrotas
      españolas tampoco. Un fraile se llega a la
      montaña a pedir que hagan la paz y escucha las
      palabras del jefe: "Para que no me maten como a mis mayores,
      vine a mi tierra. Ni yo, ni los míos hacemos mal,
      solos nos defendemos del invasor que quiere capturarnos. No
      viviremos en servidumbre".

      Meses después un capitán
      español llega a proponer una tregua. ¿La
      condición?. Si los indios entregan el oro expropiado a
      los españoles, pararán los ataques. Enrique
      accede entregarlo en la playa. Los europeos llegan por mar,
      dejan el barco a la vista y avanzan. Enrique se retira y
      sólo un pequeño grupo espera. El oro se entrega
      y se establece una tregua de cinco
      años.

      Algunos indígenas bajan al llano para
      instalarse en los poblados. Enrique y la mayoría de
      sus guerreros permanecen en la sierra. Allí
      caminará su vejez
      Dicen los de vida vivida que con el caminar del tiempo, en el
      lago Enriquillo, cercano a la frontera
      con Haití, al pie del Bahoruco, mirando con ojos de
      justicia
      se puede ver la imagen de
      Enrique Guarocuya bebiendo agua,
      antes de volverse a la montaña.

    4. ENRIQUILLO

      1511. Los indígenas de San Juan no
      aceptan más nubarrones en su tierra, quieren el sol que
      alumbre sus vidas… Como no llega deciden sembrarlo… Es
      así que Agueybana II, indio esclavo de
      Cristóbal Sotomayor –dueño del pueblo que
      lleva su nombre–, decide terminar con los
      españoles que no fueron "ni deseados, ni llamados",
      según dice a sus amigos. Conversa con los jefes
      indígenas de distintos rincones, conspira, busca el
      alzamiento… Cacique heredero en tierras caribeñas
      Agueybana II organiza primero a su gente y luego logra
      confederar todos los pueblos… Antes hay que sortear un
      rumor que ha corrido como los alisios por toda la isla: "Los
      españoles no son tocados por la muerte"
      dicen las voces y, los indios no quieren guerrear sin salir
      de dudas…

      El cacique Uroyoan es encargado de conocer la
      verdad. Lleva adelante un plan: con
      tres de sus guerreros acompaña un español que
      va en viaje, algo usual por estos tiempos… Cuando llegan al
      río le proponen llevarlo alzado para que no se moje,
      una costumbre de la hora… Al llegar a la mitad lo hunden
      para ver si se ahoga. Sin salir de su asombro el
      español está minutos y más minutos
      tragando agua. Luego lo sacan a la orilla lo dejan tendido
      contra un árbol y esperan tres días a que
      resucite… Cuando comienza a oler mal conocen la
      realidad…"Mueren como las plantas,
      el pájaro o el tigre malo", dice Uroyoan. Enseguida
      comienza la guerra… A la hora marcada cada cacique arremete
      contra los españoles de su lugar. Agueybana II dirige
      el incendio al pueblo Sotomayor. Todos cumplen el compromiso,
      todos pelean, muchos españoles mueren… La revancha
      de Juan Ponce de León, gobernador de la isla camina
      rápido. "Destruiremos a todos los indígenas,
      terminaremos con Agueybana y toda su tribu", grita
      enfurecido. Con los soldados que le quedan, ataca en la
      noche.

      Muchos indígenas mueren pero el cacique
      logra escapar. En los meses siguientes se sucederán
      los ataques a dominios de otros jefes, produciendo cientos de
      bajas en los nativos. Asolando la isla…

      Los indígenas se defienden hasta el
      fin. Los sobrevivientes se refugian en la región de
      Yaguaca donde esperan el asalto español, con la
      determinación de Agueybana de "morir o matar al
      invasor". Juan Ponce de León se dirige al lugar. Llega
      el atardecer y el aire sigue
      quieto. Ya negra la noche decide retirarse. En una sola
      batalla puede tener muchas bajas y ser derrotado, en
      pequeños enfrentamientos puede ser distinto…
      Así logra matar a todos los caciques, entre ellos al
      jefe Agueybana II que deja regar su sangre reclamando un
      mañana… Los indios que sobreviven quedan hechos
      esclavos.

      Con los esclavos negros se
      levantarán… Caribes y taínos seguirán
      guerreando, obligando a los europeos a dejar algunos fuertes,
      pero no podrán con la continua guerra y serán
      casi exterminados. Y Puerto
      Rico seguirá colonia…

      En 1968, retomando valores de
      Agueybana II y sus guerreros, Ramón Emetrio Bentancor peleará
      la independencia… Por los tiempos otros
      rebeldes se adueñarán del porvenir y Pedro
      Albizu Campos será el encargado de combatir al nuevo
      colonizador norteamericano manteniendo sueños de luz y
      libertades… Y Puerto Rico sigue colonia… Hoy, los
      nacionalistas mantienen vivo el calor de sus ayeres… Nunca
      estrella en bandera ajena, siempre estrella libre en tierras
      caribeñas… Macheteros de la vida, con andares de un
      mundo amanecido…

    5. AGUEYBANA

      1512. Una comunidad de los indígenas
      taínos que habita el oriente de la isla de Cuba es
      invadida por los señores que vienen de Europa.
      Las viviendas se derrumban y el fuego corre por la aldea. No
      se respeta la vida, no importa la cultura, se maltratan las
      leyendas y se intenta fusilar los sueños de ese
      pueblo. Después de echar a los indios que sobreviven a
      la matanza y destruir las chozas que aún están
      en pie, los europeos construyen allí la capital de
      la isla dándole el mismo nombre que el poblado nativo:
      Baracoa. Los indígenas rebeldes se esconden en las
      montañas. Hatuey, un cacique llegado en canoa desde
      Santo Domingo, se encarga de organizar la sublevación.
      Antes toma una canasta llena de oro y dice a sus guerreros:
      "Este es el señor de los españoles, por tenerlo
      nos angustian, por él nos persiguen, por él han
      muerto a nuestros padres y hermanos, por él nos
      maltratan". La rebeldía se contagia y los enemigos se
      empeñan en capturar al jefe rebelde… En pocos meses
      los castellanos hacen cautivo al gran cacique. Los
      pájaros como el trueno y la lluvia llevan y traen la
      voz entre los vivos y los muertos. La tristeza corre por las
      aguas del río Toja, amarillea las hojas de los
      árboles, sube la montaña del Junke y nubla el
      cielo. Desde sus escondites serranos, las tribus piden al
      gran sol, dueño de todos los poderes del universo, que
      "entregue al gran cacique toda la fuerza que
      necesita para resistir al castigo. Que la luz de su cuerpo no
      se apague ni con el viento de los huracanes, ni con la voz
      del trueno, ni con la lluvia de los diluvios". En los
      alrededores, en la explanada que lleva al mar, en el
      descampado de Yara, los españoles invocan nuevamente
      la muerte del fuego. El hereje es el cacique Hatuey. La
      hoguera, el vino y el festejo son partes del rito preparado
      por los europeos. Un sacerdote conversa con el
      indio:

      – Hijo no temas a la otra vida. Esta
      vida no es la única que has de vivir. Si tu alma
      acepta el bautismo, irás al reino de los cielos donde
      Cristo es rey.

      – ¿Y quiénes viajan a ese
      reino?

      – Los cristianos, los hombres
      buenos.

      – ¿Y los españoles son
      cristianos?

      – Sí, ellos creen en Cristo…
      son hijos de Dios…

      – Entonces yo no tengo que hacer nada
      entre ellos. Mi alma no puede caminar con el alma de los
      españoles. Ella debe ser libre y vivir en el
      territorio que separa el reino del cielo del reino de la
      tierra.

      – Ave María Purísima. Dios
      perdone tu rebeldía. Entre las llamas, la imagen
      luminosa de Hatuey va desapareciendo. El sacerdote
      observa…

      Los viejos sabios indígenas hablan con
      el sol: "Que la luz de su cuerpo no se apague, ni con el
      viento de los huracanes, ni con la voz del trueno, ni con la
      lluvia de los diluvios, ni con el camino de los tiempos". De
      aquel oriente cubano, tierra de Hatuey, nacerán las
      luchas por la independencia lideradas por José
      Martí, aquel que susurrara a cuatro
      vientos en 1891: "En que patria puede tener un hombre
      más orgullo que en nuestras repúblicas
      dolorosas de América, levantadas entre las masas mudas
      de indios, al ruido de
      pelea del libro con
      el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de
      apóstoles…

      La historia de América, de los Incas a
      acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se
      enseñe la de los arcontes de Grecia.
      Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra.
      Nos es más necesaria… Injértese en nuestras
      repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de
      nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido, que
      no hay patria en que pueda tener el hombre
      más orgullo que en nuestras dolorosas
      repúblicas americanas… Del Bravo al Magallanes
      regó el Gran Semí, por las naciones
      románticas del continente y por las islas dolorosas
      del mar, la semilla de la América
      nueva…".

      Del oriente marchan los barbudos hacia La
      Habana en 1959, con la libertad a cuestas… Hoy, cuando la
      noche no grita con la voz del trueno, ni silba el viento de
      los huracanes, ni llora la lluvia del diluvio… cuando la
      noche es más reposada, surca el cielo de Yara una
      luminosidad resplandeciente. La ven los que viven cerca del
      mar, los de atrás de las montañas, los de Villa
      Baracoa, los que caminan con el sueño a flor de
      piel
      Dicen las voces que es la luz de Hatuey, primer rebelde
      cubano… La luz de Yara… Alma de
      Oriente…

    6. HATUEY

      1513. "¿De dónde viene el oro?",
      pregunta Vasco Núñez de Balboa al cacique
      preso. "Del cielo viene", contesta burlándose el
      indígena. El español enfurecido aumenta la
      tortura… Cemaco, que así es su nombre, resiste un
      tiempo más pero al final decide decir el lugar donde
      queda la mina. Los españoles habían encallado
      con su barco en la entrada del golfo de Uraba donde fueron
      recibidos a flechazos. Fue entonces que decidieron marchar
      hacia la orilla de un río, donde se desarrolla un gran
      pueblo. Así alcanzaron el río Darién que
      "es como un Nilo en otro mundo", según dijeron. Las
      flechas del cacique Cemaco y su gente los esperaban para
      darles malvenida… Al ver un pueblo tan decidido los
      europeos se hincaron de rodillas y se encomendaron a Dios,
      luego prometieron a Nuestra Señora del Antigua: "Si
      vencemos, la primera iglesia y
      el primer poblado de estas tierras se llamará Santa
      María del Antigua". Cemaco y los suyos fueron
      derrotados. Ahora el cacique está preso, torturado por
      el oro y pensando en fugarse… En un descuido de sus
      guardias, una noche logra escapar y se refugia en la casa de
      uno de sus guerreros, desde donde incita a su gente:
      "Prepárense para atacar y no cesar de atacar al
      invasor". Y prepara la guerra.

      Los indígenas consientes de la
      repugnancia que el trabajo
      del campo inspiraba a los europeos, ven la posibilidad de
      vencerlos por hambre y cuando se presenta la oportunidad
      huyen de las plantaciones y queman los sembradíos
      coordinando el accionar con su jefe "que no siempre duerme y
      está en todo lugar".

      Hay nervioso descontento entre los invasores.
      Vasco Núñez envía a Francisco Pizarro
      con un puñado de hombres a que hagan un reconocimiento
      en los alrededores de la ciudad. Al poco tiempo de andar sale
      a su encuentro Cemaco con sus hombres… Se lucha durante
      minutos, y los españoles retroceden. Vasco
      Núñez decide salir con un gran ejército
      para castigar al cacique… Busca y busca pero ya no lo
      encuentra. Otros caciques se suman a Cemaco y mantienen la
      lucha. El plan es atacar la Antigua. Una joven cautiva,
      amante del jefe español tiene su hermano guerrero…
      Este la previene del peligro y la alerta a esconderse en el
      momento del ataque. Ella cuenta al español lo que
      sabe… él la convence de atraer a su hermano…
      Preso, la tortura se encarga del resto: todos los pormenores
      del complot y el nombre de todos los caciques que
      estarán al frente son confesados. Por tierra y agua se
      movilizan hacia los sitios indicados… Ajenos a la menor
      sospecha de traición, los indígenas son
      sorprendidos en medio de los preparativos del combate. El
      ataque no da tiempo a reaccionar. Todos los caciques son
      colgados… Tiempo después los indígenas
      incendian Santa María y nuevos caciques se
      sublevarán: Secativa, Tubanava, Bea, Guaturo,
      Corobari… Muchas zozobras esperan a Panamá… Otros invasores
      vendrán a quedarse con el canal y El Omar
      levantará el nacionalismo… pero los panameños
      todos tristecearán la madrugada. Tal vez un día
      cualquiera, de abril o septiembre, un día de luna y
      mil estrellas, el puma despierte… Del Darién a la
      sierra, del atlántico al pacífico,
      arderá la memoria de los sueños… y
      caminará la historia con sus
      recuerdos…

    7. CEMACO

      1520. Este rincón de Panamá
      á llamado Natá es pródigo en rebeldes…
      Madre de rebeliones y rebeldías… Tierra de Urraca,
      cacique de valor, vigilante alerta del pasar español,
      ojo de la selva, río de las montañas… Urraca
      los vio llegar y los siguió. Venían
      capitaneados por un tal licenciado Espinosa, querían a
      Natá por rica, para levantar un
      poblado…

      Aquí levantaron su campamento…
      Aquí el ojo del monte los sitió… Aquí
      los atacó… El combate fue duro y demorado antes de
      que los indígenas se retiraran a las orillas del
      río Atri, antes de que algunos guerreros se
      desparramaran por el campo y se dejaran prender, antes del
      interrogatorio y la tortura… ¿Dónde
      está á su jefe?", pregunta el español.
      "Se fue a la montaña a esconder sus tesoros",
      responden los nativos presos.

      Sin dejar tiempo pasar, los europeos corren
      hacia el lugar indicado. Los tesoros no están,
      están sí los indígenas… esperando
      agazapados al invasor que muere de a muchos. Los
      españoles se inundan de rabia y preparan otra
      incursión.

      "Daremos un escarmiento a la osadía de
      esos indios", dicen… y otra sorpresa los espera… No hay
      alma viviente en ningún rincón. Las flores
      están solitarias, el monte tranquilo, los
      pájaros aletean y cantan, son el único ruido…
      Pero donde menos lo imaginan, en la angostura de un
      río que camina quieto, surgen los guerreros de
      Natá. Aunque la victoria sea de las armas extranjeras,
      los conquistadores pierden varios soldados. Luego de la
      repartija de esclavos, los europeos fundan el poblado… Los
      indios cautivos no pararán en
      él.

      Aliado con Bulaba y Musa, caciques de zonas
      vecinas, Urraca sigue guerreando al conquistador. Villa de
      Natá vive en sobresalto. Los españoles quieren
      prender a uno de los jefes pero no pueden. Recurren al
      engaño… envían un mensaje a Bulaba diciendo
      querer negociar y asegurando que nada le ocurrirá. El
      cacique confiado se presenta a dialogar. Lo dejan preso y
      luego lo destierran. Urraca se indigna. Si el odio a los
      españoles ya era país en su ser, hoy el rencor
      traspasa las fronteras. Reúne a su gente y habla: "Es
      hora de destruir aquellos que no guardan fe en sus
      promesas… Ni palabra, ni paz guardan. Valdrá
      á más morir en combate que seguir la vida de
      zozobra".

      En pocos días inician el ataque a
      poblados españoles. Los indígenas esclavizados
      de cada lugar también se levantan. Los europeos mueren
      a pesar de su poderío. Villa de Natá es atacada
      varias veces… Y la guerra lleva años… y el poder
      indígena se debilita… y el ejército
      español arremete contra todos los poblados indios,
      hubiera guerreros o no… y el fuego se abre camino entre las
      chozas… Urraca y sus guerreros deben replegarse a las
      montañas.

      Allí estarán repeliendo a los
      invasores… pero un día paran los ataques. Al ver que
      son pocos y el único foco de resistencia, los europeos
      deciden retirarse.

      "Ni guerreros le quedan al Urraca ese, se
      pudrirán en la montaña, dejemos de atacarlos",
      dice el jefe español a sus soldados. Sin embargo, cada
      cierto tiempo, cuando la noche es día, los
      indígenas atacarán algún pueblo o
      realizarán emboscadas para obtener alimentos y
      "dañar algo al invasor"… La montaña se hace
      casa donde morir maldiciéndose por no poder terminar
      con el enemigo… Dururua tomará la lanza para
      victoriar algunas batallas, pero la noche seguirá
      oscura en la montaña. El atardecer de la vida se
      hará á dueño de Panamá con
      muerte, bombardeos y Chorrillos destruidos… Sin embargo la
      luna seguirá peleando por rumbear hacia la sierra, a
      encontrase con su camino libre, mojarse en el río de
      las montañas e iluminar el ojo de la
      selva…

    8. URRACA

      1525. "Ese día se mató y
      prendió mucha gente, muchos capitanes y
      señores", dice Pedro de Alvarado evocando la lucha de
      su ejército con los guerreros
      maya–quiché, el año anterior… Mira el
      campo todavía manchado por la sangre indígena y
      siente satisfacción por la muerte… Las altas mesetas
      de la cordillera guatemalteca están habitadas por la
      tristeza.

      Cuando los soldados españoles,
      gobernados por la sed de oro, entraron en esta región
      el pasado año, encontraron los caminos obstruidos por
      troncos de á árboles… Fue la primera muestra
      de que los habitantes del lugar no deseaban amistad con el
      invasor… Más adelante había grandes
      trincheras con palos puntiagudos clavados en el fondo…
      Muchos caballos y jinetes quedaron allá… los
      quiché sabían quienes eran los que
      venían. Sabían el horror del futuro… Estaba
      escrito en el Chilam–Balam. Llegaban los grandes
      amontonadores de piedras, los hacedores de esclavos… La
      esclavitud
      llegaba.

      No habría paz… Tecum–Uman y sus
      diez mil guerreros serán los encargados de combatir al
      invasor. con los brazos–alas cubiertos de plumas
      coloridas, corona de plata y oro y en el pecho una esmeralda
      como espejo que refleja los enemigos… volaba como á
      águila… En Pacham fue la pelea. Duró tres
      horas y muchos guerreros cayeron… Dicen que antes de
      entregarse, el capitán Tecum alzó sus
      brazos–alas y levantó vuelo… Dicen que se
      lanzó sobre Alvarado y su lanza cortó la cabeza
      del caballo, sin matar al jefe español… Dicen que su
      lanza era de espejos… Dicen que cuando fue por segunda vez,
      Alvarado lo esperó y atravesó de un lanzazo al
      capitán Tecum… Dicen que cuando cayó el
      cacique, un águila cayó… un quetzal, un mundo
      cayó… Dicen "Capitán Tecum, vuelve a volar
      capitán"… Dicen que desde aquel día ese
      rincón de la América Latina se llama
      Quetzaltenango… Dicen que el águila y el quetzal
      quedaron tendidos en la tierra… Dicen que no eran dos sino
      uno solo… Y al final de la batalla los españoles
      siguieron invocando la muerte.

      Dicen que "el cielo se volvió rojo,
      rojo se reflejó el sol, sobre la tierra encendida roja
      la sangre corrió"… Y un río ubicado al final
      del campo de batalla, hacia Olintepeque, cambió de
      color… de nombre cambió, Quiquel se llamó…
      A los cuatro días de caído Tecum un nuevo
      ejército integrado por la mayoría de los
      caciques quiché, surgió con ánimo de
      vengar la muerte del águilaquetzal.

      Pelearon bien y decidido, pero fueron
      derrotados. Los muertos pisoteados por los caballos. Los
      prisioneros vendidos como esclavos…

      "Esclavos de nuestros suelos,
      solo nos queda morir, más la esperanza no muere,
      volveremos a vivir"… Desde allí avanza la conquista
      hacia Utatlán, capital de los pueblos
      mayaquiché que, fortificada y rodeada de barrancas,
      resiste… Los dos jefes son quemados vivos, luego las llamas
      toman la ciudad… "Nos arrancaron la tierra, la milpa y el
      corazón, nos arrojaron al fuego, en
      nombre de un nuevo Dios"… A Guatemala
      le seguirán arrancando la tierra… Las aldeas
      indígenas seguirán siendo víctimas del
      fuego de otros ejércitos… Pero la esperanza
      sabrá pelear el día. Con Jacobo Arbenz en 1957.
      Con los que siguen buscando la libertad, en los valles, la
      costa, el altiplano, las montañas, la selva, los
      volcanes,
      las orillas de los ríos… En plantaciones y
      fábricas… Por oriente y occidente, norte y sur, por
      todos los rincones hay guerreros… caminantes del
      sueño y la esperanza… "La tarea de la
      liberación en el mundo indígena de Guatemala se
      aprende como se aprende a dar un puñado de maíz o
      una noche de caminata… vamos acuerpando un movimiento… pero es un gran caminar", dice
      Rigoberta Menchú. Y tal vez el Chilam–Balam
      vuelva a predecir el mañana: "llegará el
      día en que alcancen a Dios las lágrimas, y de
      sus ojos baje la justicia de un golpe sobre el
      mundo…

    9. TECUM–UMAN

      1525. "Llovió y relampagueó y
      tronó aquella tarde, hasta media noche, mucho
      más agua que otras veces. Y desde que fue preso
      Cuauhtemoctzin quedamos tan sordos todos los soldados, como
      si de antes estuviera un hombre llamando de un campanario y
      tañesen muchas campanas, y en aquel instante cesasen
      de repente de las tañer…", así describe el
      anónimo de Tlatelolco el día en que el
      último rey de los aztecas
      fue preso… Primero fue una llama grande, después
      cuando ya era nochecita fue una llovizna y vino la niebla…
      cuando la noche ya era oscura apareció nuevamente el
      fuego surgido como desde el infinito para ir a morir en la
      laguna. Cuando llegaron los españoles Cuauhtemoc se
      rebeló contra su suegro Moctezuma por considerarlo muy
      servil a los extranjeros, después organizó la
      defensa… Ya hace cinco años que echó a los
      europeos de Tenochtitlan, cinco años de la noche
      triste. Ahora la noche es mucho más triste aún,
      Tenochtitlan cae junto al jefe azteca… A la ciudad la
      incendian, a él se lo llevan en la canoa mientras el
      pueblo llora… Los de barba descargan sus cañones
      festejando el fuego de la muerte… Los indígenas
      comienzan su éxodo… por el agua se
      van, con los hijos a cuesta escapando a la masacre, se van…
      Algunos se ahogan, otros son muertos por los
      españoles. Muchos no son vistos y logran escapar, los
      conquistadores ya están más preocupados con el
      oro y las piedras preciosas… con el saqueo y la codicia…
      Noventa y tres días resistiendo. Unos escuadrones en
      las calzadas, otros en las canoas, otros abriendo trincheras
      algunos haciendo lanzas, flechas y piedras rollizas para
      tirar con las hondas… Mujeres, hombres y niños,
      todos embarcados en lo mismo, todos peleando el futuro…
      Dominada la ciudad los europeos destruyen los edificios que
      aún están en pie y luego aplanan el suelo para
      enterrar todos los cadáveres de una sola vez.
      Más tarde, sobre las ruinas de Tenochtitlán
      edificarán la Ciudad de México. Cuauhtemoc y sus amigos
      Coanacoch y Tetlepanquetzal, caciques que lucharon junto a
      él, reciben el martirio de la tortura, soportando con
      dignidad y
      silencio. Tecuichpo, copo de algodón, joven esposa del
      rey sufre la suerte reservada a las prisioneras: primero la
      viola Cortés y luego sus soldados. Los
      españoles preguntan por el tesoro abandonado cuando
      huyeron de Tenochtitlan, el día de la noche triste.
      Cuauhtemoc queda inválido de los pies pero no habla,
      los otros dos caciques también se mantiene sin decir
      una palabra… todos callan.

      Los soldados están nerviosos, reclaman
      el oro y creen que Cortés lo tiene pero se lo da
      sólo a sus colaboradores más cercanos. Algunos
      se alzan y sale a perseguirlos con los hombres que le quedan,
      se lleva a los indígenas para "asegurarse". La
      tristeza corre por todo el territorio. Toman la ruta del
      sureste, atraviesan ríos y llegan a las zonas
      pantanosas. Hacen, deshacen y rehacen caminos muchas veces.
      Cuando se aproxima la tropa, los pueblos se vacían, la
      gente se esfuma sin dejar nada. Se acaban los víveres
      y empieza el hambre, la sed, el miedo, las enfermedades.
      y la fatiga. Al llegar a la provincia de Acalan, más
      tarde estado de
      Campeche, para descansar… los indígenas deciden
      cantar su historia recordando glorias pasadas. Los jefes y
      los otros indios que van en la expedición bailan su
      areito con alegría… Ríen del
      destino.

      El conquistador tiembla, siente miedo al ver
      la seguridad
      de sus enemigos… los acusa de conspiración y decide
      matarlos de una vez. Cuauhtemoctzin y Tetlepanquetzal son
      colgados del sagrado árbol de la ceiba, los otros son
      muertos poco a poco: aperreados unos, ahorcados
      otros…

      Cuauhtemoc traspasa el fuego de la noche,
      destierra los nubarrones y se adueña del camino
      reclamando los mañanas que vendrán…
      Vendrán con el cura Hidalgo y José Morelos en
      1810, con Juárez en el 61 y con Emiliano
      Zapata y Pancho Villa en 1910. Vendrán con la
      revolución y se irán… pero
      seguirán viniendo, aunque no se vean… los
      mañanas seguirán viniendo…

    10. CUAUHTEMOC

      1531. En el departamento de Gracias, Honduras,
      la montaña Cerquín es una fortaleza que resiste
      a los conquistadores. Inexpugnable a caballos, cañones
      y arcabuces, vive su vida de comunidad. Lempira, un cacique
      de cabellera adornada con plumas de Quetzal comanda los
      30.000 indígenas que no aceptan ser esclavos. "No
      quiero conocer otro señor, ni saber otra ley, ni tener
      otras costumbres que las que tengo. A Cerquín no
      podrán entrar" suele decir el jefe indio mientras
      observa el ave sagrado, con su cola de brillantes colores,
      hacer nido en los huecos dejados por pájaros
      carpinteros, o volando de rama en rama para recoger sus
      frutos. "Solo la traición, puede vencernos
      –piensa–, pero la traición, no hace nido
      en mis guerreros". Años queriendo exterminarlo sin
      poder, los españoles sueñan con Lempira
      creyéndolo fantasma. No quieren aceptar su vida pero
      no pueden ignorarla. Su ejemplo los intranquiliza… y llega
      a otros pueblos. Los indígenas establecen una red de
      abastecimiento de agua y maíz que con las frutas del
      monte son la comida.

      Los europeos buscan cortar la red. No pueden
      descubrirla. "¿Por dónde les llega la comida?
      Están cercados y en esa montaña inmunda es
      imposible producir algo", gritan cargados de ira. Nadie logra
      penetrar en el Cerquín pero los guerrilleros indios
      entran y salen.

      Conocen cada rincón, cada precipicio,
      cada escondrijo… Pedro de Alvarado, conquistador de
      Guatemala había logrado dominar todos los jefes de los
      pueblos asentados en Honduras.

      Así, luego de cientos de muertes pudo
      fundar la ciudad de Gracias a Dios, muy cerquita del
      Cerquín. Lempira y sus compañeros fueron
      irreductibles.

      Indomables como la propia montaña, la
      selva o el valiente puma… "Vamos a terminar con ese indio"
      decían los españoles. Expedición tras
      expedición regresaban sin victoria. Luego de mucho
      perder usan la astucia… usan la traición,. Los
      soldados tiene miedo y no aceptan el plan. El capitán
      Alonso de Cáceres obliga a dos de sus lugartenientes a
      cumplir la misión. Se trasladan a la
      montaña–fortaleza, uno lleva bandera blanca de
      rendición, otro va detrás armado de arcabuz.
      Cuando Lempira se acerca a dialogar una bala se introduce en
      su corazón. El cuerpo rueda por la montaña…
      la vida camina símbolo de la raza… vuela en cada
      Quetzal… renace en Francisco Morazán tres siglos
      después, vive en los que no quieren ser esclavos…
      Más después, cuando desde las bananeras del
      litoral, o los cafetales del sur miran hacia las
      montañas, ven al cacique saltando el horizonte… como
      el Quetzal, libre de jaulas y
      anocheceres…

    11. LEMPIRA

      1535. Francisco Pizarro, el conquistador,
      llegó al territorio incaico con su sed de oro.
      Atahualpa, el Inca, para salvar su vida ofreció llenar
      un cuarto con piezas del metal amarillo sin combatir a los
      invasores. Rumiñahui, el guerrillero, se
      indignó con la actitud de
      su hermano y decidió pelear. Antes dijo: "Los
      extraños que han llegado no son ningunos Viracochas,
      son simples mortales y ladrones. Nos vienen a ofender. Se
      viene la sombra de la esclavitud. Si no luchamos hemos de
      hundirnos en el duelo y la miseria". Pero su insistencia de
      combatir a los extranjeros en Cajamarca fue en vano, entonces
      decidió marcharse hacia Quito
      donde se nombró Scyri y organizó la lucha. Hace
      dos años cuando el aventurero Pedro de Alvarado,
      conquistador de Guatemala, quiso llegar a Quito, tuvo que
      soportar las guerrillas de los rebeldes. Atraído por
      las riquezas del Cuzco, llegó Alvarado a la costa de
      Manabí con siete embarcaciones, muchos caballos,
      soldados, cientos de indígenas guatemaltecos sometidos
      y algunos esclavos negros.

      La marcha desde los pantanos tropicales hacia
      las nevadas montañas, fue una derrota. En el camino se
      perdieron, abandonados por los guías; los
      indígenas de Guatemala y los esclavos negros
      –desconocidos del frío–, murieron
      congelados; y al fin, Rumiñahui los echó a
      correr. Y caminó una voz por los caminos: "nadie vence
      al señor de Quito". Benalcázar que había
      fundado Guayaquil fue el encargado de marchar con su
      ejército en busca del líder indígena. Antes
      envía un mensajero con una cruz y la oferta de
      amistad.

      Los rebeldes devolverán su
      cadáver. En Cajamarca habían visto un
      símbolo de madera
      igual, en las manos de un tenebroso fraile que secundaba a
      Pizarro. Después Rumiñahui se prepara para
      recibir a Benalcázar. Reúne a su gente y le
      dice: "Es preferible morir que aceptar la esclavitud de estos
      hombres que robarán tesoros, mujeres y tierras". Al
      hablar, un volcán parece salirle desde adentro, arde
      su voz, sonríe su corazón y vibran sus
      guerreros.

      Benalcázar consigue una alianza con los
      cañaris para combatir a los rebeldes… el jefe
      indígena se adelanta y le sale al encuentro en las
      llanuras de Tiocajas. El lugar, favorable para el andar de
      los caballos españoles, no impide que los rebeldes
      anulen el poder del enemigo. Cada vez que matan un caballo le
      cortan la cabeza para mostrar que no son inmortales. La
      batalla va desde el mediodía hasta que la noche oscura
      obliga a suspenderla… y continúa al día
      siguiente con la salida del sol. Las llanuras de Tiocajas
      estaban llenas de trampas para que los europeos y sus potros
      quedaran ensartados… un traidor avisó
      Benalcázar el lugar y mostró un camino seguro para
      retirarse a Riobamba. Rumiñahui no desanimó y
      decidió atacar la ciudad… En la hora del ataque el
      volcán Tungurahua entró en erupción.
      Muchos indígenas, aterrados, creyendo que se trataba
      de un mal augurio, huyeron bajo la lluvia ardiente. Los
      españoles no se cansaron de matar gente que
      corría indefensa. Rumiñahui se retiró
      con sus soldados más fieles hacia Ambato. Luego se fue
      a Quito, envió a lugar seguro a los más
      débiles y escondió los tesoros de Atahualpa…
      Al acercarse los invasores obstruyó los canales que
      abastecían de agua la ciudad y les prendió
      fuego antes de retirarse… La cordillera fue su
      último refugio. Hasta allí marchó
      Benalcázar a buscarlo. Tras la resistencia
      logró prenderlo. Y vino la tortura…
      "¿Dónde están los tesoros de
      Atahualpa?", preguntan los invasores. "En un rincón de
      la montaña", responde el jefe indígena y los
      envía a un lugar donde nada hay… Así
      será durante algunos días… Las pistas falsas
      sirven para reposar un poco, antes del nuevo tormento… Los
      españoles se cansan de la burla. Al ver que no
      obtienen la palabra su ira se desenfrena y Benalcázar
      determina la justicia: muerte en la hoguera… Pero el fuego
      no muere la memoria… la aviva, la hace caminar por el
      viento de los años… la renace en las rebeliones que
      vendrán.

    12. RUMIÑAHUI

      1536. El reino de los chibchas está
      ubicado en las mesetas orientales, junto al río
      Magdalena. Es gobernado por dos señores: el zaque de
      Tunja, Quimunchatecha y el zipa de Bogotá, Tisquesuza.
      Cuando llegan los españoles dirigidos por
      Jiménez de Quesada, el zipa ordena vigilar sus
      movimientos por el día y por la noche, para saber
      qué hacen en estas tierras…

      Y así dice a su gente: "Vos que
      tomás y traés las aves que
      por el aire van volando. Y los venados, que en la tierra por
      su mucha ligereza no hay animal que se le compare. Y
      además tomás en las manos otros muchos animales de
      ferocidad sin igual… Vos no sos tan poderoso ahora, para
      terminar con ese pequeño número de
      extraña gente que por mi tierra tan atrevidamente se
      meten?. Sujétalos presos hasta
      aquí".

      Tisquesuza no imaginaba las armas que
      traían consigo las "extrañas gentes". Vestido
      con su manto rojo bordado de esmeraldas se pone al frente de
      sus guerreros en la lucha contra el ejército
      español. Perdida la batalla, unos se retiran con su
      jefe hacia Cajicá, otros se mantienen atrincherados en
      las casas de Bogotá, donde son cercados. Un guerrero
      sale y desafía a los españoles a luchar de a
      uno para terminar la guerra creyendo que lo válido en
      pelea con otras tribus, también serviría con
      los europeos… Un soldado a caballo, arremetió hacia
      el iluso indígena levantándolo por los pelos y
      llevándolo colgado hasta donde estaban los
      otros.

      Este hecho enmiedó a los guerreros, que
      por la noche decidieron abandonar en silencio el cerco
      extranjero. Tisquesuza retirado hacia la sierra
      inquietará a los españoles durante largo
      tiempo. Cierto día llega la noticia a los europeos de
      que vive en una casa de oro… deciden ir a buscarlo
      enceguecidos por la codicia. Un traidor informa que el
      cacique se encuentra en un bosque cercano a
      Facatativá. En la noche Quesada y sus hombres caen
      sobre ellos como cazador en busca de su presa. Primero los
      cerca de trampas, luego los ataca.

      Tras algunos minutos de contienda caen varios
      indios muertos… entre ellos está el zipa… Sin
      embargo esto no amedrentó a los guerreros que
      siguieron resistiendo… los españoles tuvieron que
      retirarse sin conocer la muerte del zipa, ni el paradero de
      sus tesoros. Los indígenas entierran a Tisquesuza con
      todos los honores de señor, sin que los europeos lo
      sepan. Nunca conocerán su tumba o las riquezas… El
      sobrino del cacique apresado con otros señores promete
      llenar una casa de oro, para salvar su pellejo… no resiste
      la prisión y muere antes de que se cumpla su decir…
      El tiempo traerá nuevas batallas y habrá un
      Calarca saltando la montaña… para abrir paso a
      otros, peleando por la selva, luchando por su gente, el
      árbol y las fieras…

    13. TISQUESUZA

      1542. Alvar Núñez Cabeza de Vaca
      había llegado a Asunción en busca de la "Sierra
      de la plata", un espejismo inexistente, que no encuentra…
      pero decide ir más allá… quiere subir el
      río Paraguay
      hacia los territorios carios. Aracaré cacique de
      valor, respetado por su gente se finge sometido y se ofrece
      para acompañarlo. Se embarcan rumbo a un nombrado
      Puerto Piedras.

      Ochocientos indígenas a pie van junto a
      los invasores. Aracaré se mueve entre las sombras para
      que los europeos no se den cuenta de su
      conspiración…

      Con extremado sigilo dice a sus fieles que
      incendien los campos por donde pasan… así los
      habitantes saben que están llegando los invasores.
      "Debemos luchar contra estos hombres que con solo llegar ya
      se creen amos", comenta el cacique a la gente que lo sigue.
      Los indígenas que van con la expedición
      desaparecen como imágenes en el monte… y no
      enseñan el camino. Los españoles se pierden
      entre los árboles iguales… Ya no hay indios que los
      guíen, el viento parece habérselos llevado.
      Aracaré aprovecha el momento y los ataca
      rápidamente, luego desaparece entre la vegetación… Los españoles se
      desesperan y deciden regresar. Tiempo después realizan
      una nueva expedición, esta vez son guiados por otros
      indios que también están en combinación
      con el cacique. Sin saberlo los conquistadores van hacia las
      tierras gobernadas por Aracaré… allí son
      atacados y deben esconderse. Los guías fingen estar
      junto a ellos y les muestran un camino para escapar. Llevan a
      los soldados por lugares despoblados donde pasarán
      hambre y sed durante treinta días.

      Algunos indígenas morirán y
      otros se marcharán… A los europeos los tocará
      el delirio, al quedarse solos en la extraña tierra.
      Como una sombra, Aracaré los atacará
      nuevamente, de a ratos para producirles pequeños
      estragos y ponerlos más nerviosos… Finalmente
      algunos lograrán regresar. Para los españoles
      era una traición, ver los nativos defender su
      tierra… Cabeza de Vaca, quien se decía cumplidor de
      las leyes, se
      reúne con los oficiales de sus tropas y los sacerdotes
      que lo acompañan… Entre cuatro paredes se inventa la
      justicia: "los daños notorios que el tal
      Aracaré viene causando a la corona lo transforman en
      enemigo capital de la cristiandad". El jefe no se
      quedó esperando, antes de que salieran a buscarlo los
      atacó nuevamente… varios serán los
      combates… Cuando lo llevan preso dicen a los indios de la
      zona que su prisión es justa por la rebeldía
      del cacique… Intentan explicar que la condena: "pena de
      muerte corporal en la horca" se apoya en la ley… Al
      parecer los nativos no creyeron las palabras de los
      conquistadores porque al morir el líder vino una gran
      sublevación, comandada por su hermano
      Taberé.

      Para reprimirla, Alvar Núñez
      juntó a cuatrocientos soldados y dos mil indios
      sometidos. "Expulsará‚á a Taberé y
      sus amigos y terminará‚á con todos los
      indios fieles", dijo el jefe español a su
      ejército antes de marchar. Taberé los
      esperó en una ciudad defendida por grandes muros de
      madera y rodeada de fosos–trampas cubiertos de ramas.
      Tres días estuvieron intentando entrar al poblado…
      tres días fueron repelidos por los indígenas…
      Al cuarto, cuando llegaba la tarde, lograron entrar. Mataron
      a todos los que se cruzaron por el camino y apresaron muchas
      mujeres. "El todo poderoso nos dio su gracia de que
      fuéramos vencedores de nuestros enemigos y
      ocupáramos el pueblo, y matáramos mucha gente",
      señala el cronista español relatando la
      masacre.

      Como los carios los indígenas de las
      tierras paraguayas no aceptarán las imposiciones
      europeas… caminarán la vida peleando su dignidad,
      cultivando comunidad en las Misiones… sembrando su
      libertad… Y vendrán otros que no aceptarán
      invasores, y habrá un Solano López peleando a
      la traición inglesa y sus súbditos de la triple
      alianza… y caminará el tiempo, y siempre
      habrá alguna esperanza…

    14. ARACARE

      1550. El maniel es la casa, la escuela,
      la comunidad del cimarrón. Después del sufrir
      como esclavo en los ingenios de caña de azúcar de Santo Domingo, la vida
      allí se pinta de música
      y colores. Enseñanza de vida y combate, oficio de
      libertad. El maniel es una fortaleza negra, rodeado de
      trampas. Los bohíos se levantan a poca altura para que
      la vegetación los oculte. Entre uno y otro hay cierta
      distancia.

      En esos terrenos se cultiva maíz,
      frijol, malanga, yuca y tabaco
      a veces también se siembran otras cosas. Lo que se
      produce se reparte entre todos… se autoabastece… Para
      obtener carne, pólvora, sal y fusiles intercambian su
      producción con piratas. Dedican gente
      especial para el trato, manteniendo siempre prudente
      distancia. Al maniel llegan los negros alzados que no aceptan
      la esclavitud y algunos indios taínos que luchan por
      su libertad.

      Don Tomás, veterano de mil peleas, es
      el encargado de explicar a los jóvenes el
      porqué de la lucha. Y les cuenta de la necesidad de
      proteger la naturaleza… les habla de cómo sus
      abuelos aprendieron a amar la montaña, el monte, la
      noche y la lluvia libre… les habla de los dioses africanos
      que los protegen y les comenta de los grandes capitanes
      negros… Cuando habla de Lemba sus ojos se humedecen. Hace
      dos años el gran jefe de los sublevados partió
      bendecido por Xangó hacia el infinito de la
      memoria.

      Hacia la otra vida… "Cierto día
      –cuenta Tomás–, Sebastián Lemba
      reunió a la gente y le dijo: 'No se trata solo de
      escapar de los blancos. No podemos quedar conformes por
      llegar aquí y estarnos tranquilos. Tenemos que
      combatir al español allá, en sus ingenios…
      abajo, atacando sus intereses'. Así hablaba el
      capitán del Bahoruco Viejo, jefe del maniel
      Enriquillo". Lemba pensaba que con quedarse en la
      montaña se le hacía poco daño a los invasores, mientras los
      negros venidos de África y los indios taínos
      seguían como esclavos. Y para poner en práctica
      su pensar prepara el primer ataque a un ingenio de San Juan.
      Al frente va un grupo comandado por el propio
      Sebastián, en la retaguardia los hombres preparados
      para resistir la pelea en caso de que los sorprendan. Ya
      cerca del ingenio se allega uno que comenta: "comandante el
      ingenio está vigilado por altas torres donde hay
      guardias mirando. Los otros parecen estar dormidos". Lemba
      agradece la información y le comenta: "muy buen
      dato, pero sigamos hacia el objetivo".

      Prefiere no opinar sobre el tipo de ataque que
      harán… por seguridad y porque es mejor conocer la
      realidad del lugar donde pelear. Ya casi dentro del ingenio
      interrumpe la caminata.

      – Compañeros, es muy
      fácil. Ya sé lo que debemos hacer para que los
      guardias no nos descubran.

      – Si capitán, ¿qué
      hay que hacer?, preguntan intrigados los
      guerreros.

      – Para que no nos descubran, solo
      tenemos que no dejarnos ver.

      Tras despertar la risa de su gente,
      mandó a un grupo por la puerta lateral de la hacienda.
      Otro irá por el frente y algunos rebeldes se
      encargarán directamente de los
      guardias.

      Cuando ya estaban todos ubicados en sus
      puestos vino la señal de ataque… Uno de los
      vigilantes intenta dar la voz de alarma pero muere en el
      instante, atravesado por una daga. Los demás guardias
      son sometidos fácilmente. En pocos minutos la hacienda
      está ocupada… Bajo luz de velas, Lemba toma la
      palabra: "Muy bien señores, digan a sus amos que por
      aquí pasó Sebastián Lemba y sus
      combatientes, y que se anuncia para ellos la llegada de
      momentos muy difíciles. El cimarrón, como dicen
      ustedes, ha de luchar hasta que el español desaparezca
      del mapa". Los guardias sudan y tiemblan del temor a las
      represalias rebeldes, pero el jefe mantiene su
      hablar…

      – Compañeros, recojan toda la
      comida y el azúcar que puedan, y que todos los
      hermanos mantenidos como esclavos si quieren venir con
      nosotros que se vengan. Traigan también los
      caballos.

      – ¿Y qué hacemos con los
      españoles?, pregunta uno. – Los dejaremos vivos,
      si es que pueden vivir después de haber botado tanta
      agua del cuerpo. Vamos al maniel y que la libertad de nuestra
      gente, más que sueño sea una
      realidad.

      Así, Sebastián Lemba se
      convierte en el hombre más buscado por los
      españoles, y también más respetado y
      temido. Las lomas de San Juan y el Bahoruco Viejo son los
      lugares de su resistencia. El ataque a los ingenios se
      multiplica, las quemas a la caña sembrada
      también. Los europeos ven su economía
      amenazada… las expediciones contra el capitán
      fallan, una vez tras otra. En septiembre de hace dos
      años, en un combate de la Loma de la Paciencia, cerca
      del río San Juan es la hora… luego de mucho pelear,
      una bala atraviesa el corazón de Lemba. Así cae
      el jefe cimarrón ante el casi asombro de sus
      compañeros. Los españoles le cortan la cabeza
      después de muerto, la llevan a Santo Domingo y la
      cuelgan de un gancho, en la plaza central. "Así
      temerán lanzar nuevas rebeliones", afirma un
      español, creyendo haber terminado la resistencia
      cimarrona… El viejo Tomás habla a los jóvenes
      de la necesidad de seguir peleando y así conquistar la
      libertad "para mantener viva la llama y poder vivir libres:
      como el viento, el agua y el sol, sin trabajos forzados, ni
      latigazos…".

      La semilla que sembrara Sebastián Lemba
      germinará por los rincones de la República
      Dominicana. Las rebeliones y los rebeldes seguirán
      reproduciéndose por los caminos… 238 años
      después el capitán José Eleocadio
      vivirá la lucha con igual fervor, atando viento y
      fuego a su pensar…

    15. SEBASTIAN
      LEMBA

      1558. La tierra de Chile parece hundirse ante
      la furia de los araucanos guerreando a los conquistadores. A
      su frente, un cacique de sangre ardiente que vuela como
      pájaro cuando cabalga: le llaman Caupolicán.
      Algunos cuentan que la luna deja de caminar para verlo
      pelear… y cuando la batalla termina sigue su marcha, dando
      paso a los recuerdos.

      Cuando Caupolicán fue elegido Gran
      Toqui, por todas las tribus de Arauco, venció a
      diecinueve postulados. Realizó todas las pruebas
      encomendadas, hasta terminar cargando el tronco de un
      árbol sobre sus hombros durante tres días y
      tres noches. Al cuarto día lo dejó caer y casi
      inmediatamente organizó el ataque contra los
      españoles.

      Ahora mira los campos y acompasa el pensar de
      la luna: "El año que pasó, cuando
      caminábamos venciendo al español, mi hermano
      Lautaro fue muerto por la
      traición…".

      Lo había conocido enemigo: 1553, los
      llanos de Tucapel y una de las tantas batallas que tuvo el
      pueblo araucano…

      Valdivia, jefe del ejército
      español, viendo la victoria esquiva, decidió
      formar tres batallones: uno fue al enfrentamiento directo,
      otro atacó por los flancos y el tercero integrado por
      indígenas a la orden de los europeos, esperó en
      una loma para asomarse en el momento que fuera necesario. Lo
      comandaba Lautaro, un joven de 17 años que observaba
      mansamente la pelea. Pero de repente el fuego brotó de
      su alma y la rabia ardió en su sangre; sopló el
      cuerno de guerra y al grito de "cobardía" se
      lanzó con su batallón, como águila,
      contra los españoles. Su huaiqui se encargó de
      Valdivia… Luego, en la noche, los mapuches vistieron las
      ropas de los vencidos, abrieron la boca del jefe enemigo y le
      hicieron comer tierra mientras le repetían: "Quieres
      oro, hártate de oro".

      Después Lautaro fue nombrado Vice
      Toqui. Fueron años de mucha pelea hasta caminar
      venciendo. El ejército araucano se hizo dos: uno, al
      mando de Caupolicán, puso sitio al poblado La
      Imperial; el otro, dirigido por Lautaro, venció al
      capitán español Francisco Villagrán y se
      apoderó de la Ciudad de la Concepción. Pero
      surgió un traidor para matar la vida… por las rucas
      de Arauco caminó la lágrima, el licor de
      murtilla intentó calmar la tristeza de los guerreros y
      la luna escondió parte de su cara, ocultando la luz
      nocturna. Ni el águila ni el pinguén volaron su
      volar más alto… Lautaro, tendido sobre el yuyal,
      entregaba así su pillán al Neulén…
      Muchas argucias había enseñado a los araucanos:
      dominar los caballos, cubrirse de arbustos para avanzar hacia
      el enemigo, colocar trampas, utilizar lazos para voltear a
      los jinetes. Mucho había dejado… ahora
      Caupolicán recuerda.

      Horas antes de que el sol se oculte, horas
      antes de que las flechas de otros traidores penetren en su
      cuerpo, horas antes de que sus hermanos comiencen a decir "el
      fantasma sigue cabalgando como tigre en el
      viento".

      Los araucanos no se rinden. Decenas de
      levantamientos se sucederán. Los españoles se
      verán jaqueados durante años por Yanequeo, una
      bella mujer que dirige a los puelches en ataques sorpresa
      contra los poblados y después se oculta en el
      monte.

      Los indígenas dirán que "las
      almas de Lautaro y Caupolicán siguen caminando por el
      cielo, la luna les da protección y se incorporan en
      los que pelean…". Tal vez en 1815, algún
      guenupillán, tocó al guerrillero Manuel
      Rodríguez en su lucha contra la Corona
      Española. Tal vez vivan… Hoy los mapuches sufren el
      lloro de la realidad, pero –como antes– no lo
      aceptan… siguen peleando su
      autonomía…

    16. LAUTARO

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