Actividades productivas, organización laboral y medio ambiente en el bajo delta del Paraná
- Marco teórico y
metodológico - El ambiente
natural - Proceso
productivo - Organización del
trabajo
Técnicas productivas
Procesos de articulación sociedad-naturaleza en
el bajo delta
Conclusiones
Bibliografía
Notas
Descriptores Temáticos:
Medio Ambiente;
Politica de Desarrollo;
Planificacion de Desarrollo; Trabajo;
Productores; Deltas; Manejo Forestal; Productores Agroforestales;
Argentina; Buenos Aires;
Entre Rios; Bajo
Delta del Parana
El presente documento da cuenta de las relaciones
existentes entre la práctica económica, el proceso de
trabajo y el ambiente natural en pequeños y medianos
productores agroforestales del Bajo Delta del Paraná
[1].
Lo que se quiere destacar es la importancia que asume la
consideración de las variables
ecológicas en la explicación del comportamiento
que adoptan los actores sociales, de acuerdo a la posición
que ocupen en la estructura
social.
Si hasta ahora, desde las ciencias
naturales se incorporó tímidamente a lo social
como un elemento más de similares características
que los componentes físico-biológicos en el
análisis de
sistemas; desde las ciencias
sociales se privilegió el estudio de las relaciones y
contradicciones sociales, prestando poca o nula atención a las condiciones naturales que
influyen de una u otra manera en toda existencia humana. Los
desajustes ambientales del presente son el resultado de esta
visión parcial de la realidad.
La complementación de variables de origen natural
y social en un sistema de
análisis que respete las diferencias, pero
que interprete las articulaciones
sociedad–naturaleza,
constituye el objetivo de
este estudio.
De aquí surgen dos instancias fundamentales a
relevar en el trabajo
empírico: a) las características de estructura y
funcionamiento del ecosistema
natural que influyen directa o indirectamente en el proceso
social, y b) la
organización de la formación social que
interactúa con a).
Primeramente se define el marco
teórico-metodológico con el cual se ha
trabajado, lo que permite distinguir los componentes y procesos
relevantes para la explicación de las conexiones causales
que determinan históricamente una situación
específica.
En un capítulo siguiente se describe la
estructura y funcionamiento de los ecosistemas
naturales del Bajo Delta, destacando aquellos aspectos de la
dinámica natural que están
más relacionados con el proceso productivo. En una tercera
parte, luego de una breve descripción de las actividades
económicas dominantes, se pasa a la explicación del
proceso productivo, diferenciando actor social estudiado (unidad
productiva familiar), estrategias de
ingreso, organización del trabajo y técnicas
productivas, considerando la incidencia de las variables
ambientales en la dinámica social. Y en una cuarta parte
se describen los mecanismos de articulación
sociedad-naturaleza que sirven para la explicación de la
forma que asume el sistema social en la región. Así
se intenta dar una explicación del porqué y
cómo se conforma en el Delta un complejo sistema con
limitantes ambientales importantes y un proceso económico
de larga data, cuyas claves están en las relaciones entre
los actores de la formación social y la
articulación de ésta con el sistema
ecológico.
El abordar la relación entre población humana y ambiente natural supone
una tarea de compatibilización de las categorías
ecológicas con las del correspondiente campo de las
ciencias
sociales. Esto posibilita no caer en un reduccionismo que
enfatizaría sólo una vertiente de los factores
intervinientes en el fenómeno. De esta manera, se hace
conveniente distinguir principios y
leyes que
rigen cada porción de la realidad, pero utilizando y
también construyendo conceptos que puedan dar cuenta de
las relaciones y articulaciones que se plantean, definiendo tipos
y grados de vinculación (Galafassi, 1993) [2].
Dado el nivel actual de difusión y
extensión de la civilización, podemos afirmar que
toda la naturaleza está mediada socialmente. Toda
porción de naturaleza está incorporada y valorizada
de alguna manera por la dinámica social [3]. El proceso de
producción es donde los hombres por medio
de determinadas relaciones se organizan para apropiarse y
transformar porciones de naturaleza. La producción implica
trabajo humano para generar productos que
satisfagan las necesidades económicas individuales y
colectivas [4]. Al trabajo se lo define como la
organización de un marco social para luchar con la
naturaleza, o como el hombre
añadiéndose a la naturaleza, porque "el trabajo es
esencialmente, a través de la técnica, la
transformación que hace el hombre de la
naturaleza qué, a su vez, reacciona sobre él
modificándolo" (Friedman, 1971) [5]. La naturaleza
constituye entonces, el objeto sobre el cual se actúa, a
través de la incorporación de instrumentos,
herramientas y
técnicas de producción. Abordar el estudio de un
ecosistema humanizado significa considerar una variable
dependiente (utilización del suelo,
apropiación de recursos
naturales, etc.) como una "función
compleja de una multitud de variables interdependientes de las
cuales algunas desempeñan un papel preponderante" (Marsan,
1976: 43).
Para ello es importante penetrar en las situaciones
concretas de apropiación y usufructo del ambiente a
través de una metodología que permita acceder prontamente
a los actores sociales involucrados, conociendo sus motivaciones
y explicaciones particulares sobre la problemática en
cuestión. La posibilidad de tal acercamiento se facilita
al hacer hincapié en la fuente oral "como un medio que nos
permite rescatar recuerdos y testimonios de actores conspicuos,
de aspectos invisibles de los procesos sociales…que posibilitan
dar la palabra a gente común o correr el velo del mundo
material y mental" (Acuña, 1988:1). Esta investigación se desarrolló sobre la
base de dos pilares básicos:
a) el análisis de datos secundarios
que aportó fundamentalmente el material para la
caracterización del ecosistema natural, y una información básica para la
elaboración de la estrategia de
campo, principalmente en los aspectos sociales de la
problemática;
b) un trabajo de campo con visitas periódicas a
la zona que incluyó entrevistas
con los diversos actores sociales involucrados, resolviendo las
cuestiones referidas al accionar del grupo social
en relación al ambiente natural.
La recolección preliminar de datos en fuentes
secundarias se basó fundamentalmente en unos pocos
trabajos científicos que cubren los aspectos
biológicos y antropológicos, y en un material un
poco más abundante que evalúa las posibilidades de
la región para implantar planes de desarrollo de
diferentes características. Estos estudios,
fundamentalmente de carácter socioeconómico y que se
centran en las distintas potencialidades naturales del
área fueron elaborados por organismos provinciales o
nacionales (CFI, INTA, IFONA, Pcia. de Bs. As., Pcia. de Entre
Ríos) pensando en programas de
promoción del área que en general
nunca fueron ejecutados. El análisis de la bibliografía existente
dejó ver la total falta de información sobre los
procesos sociales de relación hombre-ambiente, la
inexistencia de estudios sobre las formas que adopta esta
relación, en particular para cada uno de los distintos
actores sociales que intervienen en el área. De
aquí que se definiera como prioritario investigar las
maneras en que los diferentes actores se apropian y transforman
el medio natural en sus procesos productivos. El trabajo de campo
se situó en la 1ra, 2da y 3ra sección de islas
(mapa 1), perteneciente a los partidos de Tigre y San Fernando
(mapa 2). El abordaje desde una metodología cualitativa
"que depende fundamentalmente de la observación de los actores en su propio
terreno y de la interacción con ellos en su lenguaje y con
sus mismos términos" (Vasilachis, 1992:58), implicó
realizar la recolección
de datos de campo sobre la base de entrevistas abiertas a
distintos actores sociales de la zona, que fueran representativos
de los diferentes aspectos que adopta la organización del
trabajo agrícola y forestal. El ahondar en las historias
de vida de los entrevistados enriqueció el análisis
aportando variados datos sobre la forma en fueron vividas las
transformaciones en los estilos de vida y producción.
Frecuentemente se apeló a la observación
participante, acompañando a los pobladores en sus
distintas tareas en el campo. Dentro de la diversidad de actores
sociales, fueron entrevistados productores pequeños y
medianos en sus propiedades, trabajadores temporarios y
permanentes sin propiedades, y también técnicos de
organismos nacionales de asistencia a la producción (INTA
e IFONA). Esto último permitió cotejar un rico
conjunto de datos desde un punto de vista diferente al del
poblador directamente involucrado.
El Delta del Paraná constituye un amplio espacio
geográfico formado por tierras planas e inundables, con
sectores más elevados (albardones), y de una alta
fertilidad. Se ubica en el tramo inferior del río
Paraná hasta su desembocadura en el Río de la
Plata, confluyendo también en este punto con las aguas del
río Uruguay. Su
extensión total es de aproximadamente 1.750.000 ha. y su
territorio se encuentra bajo la jurisdicción de las
provincias de Buenos Aires y Entre Ríos.
Geomorfológicamente ha sido dividido en cuatro sectores
que presentan características propias y definidas [6]. En
esta investigación se tomará solamente el sector
del Bajo Delta, por constituir desde el punto de vista
ecológico y socioeconómico una unidad claramente
diferenciada (mapa 4).
Primeramente, es importante mencionar que el Delta
constituye la conexión con el océano de la amplia
red
hidrográfica alrededor de la cual se estructura una de las
áreas económicamente más activas de América
del Sur: la Cuenca del Plata. Constituyendo uno de los sistemas
fluviales más grandes del mundo, esta cuenca abarca una
superficie de 3.100.000 km.., por territorios de Brasil,
Argentina, Paraguay,
Bolivia y
Uruguay. Esta zona concentra la mayor parte de los suelos con mayor
capacidad productiva de América del Sur; ofrece
también un gran potencial industrial e
hidroeléctrico, así como pastizales de excelente
calidad
(Adamoli et al, 1980). La región del Delta constituye, por
su ubicación, un área típica y muy
particular inserta como una cuña en la extensa llanura que
caracteriza a los sectores medios e
inferior de la Cuenca del Plata. En efecto, mientras en los
llanos circundantes se practica una fuerte actividad
económica basada en la agricultura y
la ganadería
sin observarse factores ambientales limitantes que sean de
destacar, en el sector del Delta la actividad económica
gira en torno a la
actividad
forestal únicamente, debido precisamente a factores
limitativos que la definen como un área de drenaje
deficiente y con ocurrencia de periódicas inundaciones. El
origen, estructura y funcionamiento de los ecosistemas del Bajo
Delta debe explicarse en función del accionar constante
del río Paraná. El funcionamiento de cualquier
sistema ecológico depende de un flujo continuo de radiación
solar que entra al mismo. Pero en el caso del Delta,
además de la energía
solar, "recibe subsidios especiales o pulsos de materia
orgánica, sedimentos, nutrientes, agua, semillas
y energía hidrodinámica, aportado por el flujo propio
del río Paraná y sus afluentes" (Morello, 1981:1).
Este río caudaloso arrastra desde sus nacientes, y las de
sus afluentes, una gran cantidad de materiales en
suspensión debido a la erosión de
los suelos del tramo superior. Y el tramo final (Bajo Delta o
Delta propiamente dicho) se comporta como una zona receptora y
concentradora de materiales. Este aporte continuo de sedimentos
ricos en materia orgánica que se produce por
periódicas inundaciones es lo que le otorga un alto
potencial productivo a sus tierras debido a su alta fertilidad.
Pero al mismo tiempo
constituye el principal condicionante al asentamiento humano y a
la práctica económica, originando estrategias
adaptativas en los estilos de vida y de producción que
deben encarar las unidades productivas para adecuarse a las
cíclicas crecidas de las aguas.
Su ubicación en la confluencia de varios
ríos y su cercanía al océano hacen que el
Delta posea un régimen fluviomarítimo, ya que sus
crecidas se deben, por un lado, a mayores caudales de los
ríos Paraná y Uruguay, y por otro, a efecto de las
mareas sobre el Río de la Plata (mapa 3). Las crecidas
causadas por la influencia de las mareas del estuario tienen un
alcance limitado, afectando principalmente al Delta Frontal, es
decir a las tres primeras secciones del Delta Bonaerense (Alonzo,
1991).
Las crecientes y bajantes del Paraná hacen sentir
su efecto hasta la mitad del Bajo Delta, reduciendo su volumen hasta
perderse casi por completo en el Paraná Miní. El
mayor aporte proviene de los cursos ubicados en la cuenca
superior, habiendo una correspondencia notable entre las crecidas
y bajantes de los afluentes de Brasil y las observadas en
Rosario. Con respecto a la distribución a lo largo del año,
"las crecidas máximas ocurren en febrero/marzo con un
repunte en junio; pues el Alto Paraná transcurre en zonas
de lluvias tropicales con precipitaciones de verano superiores a
los 1000 mm., hasta máximos de 4.000 mm." (Foguelman,
1990). En cuanto a las restricciones que impone el ambiente
natural, el ciclo de crecientes e inundaciones se encuentra entre
los más significativos y obliga a adoptar estrategias y
técnicas productivas para poder
superarlo. Este factor limitante tiene gran incidencia sobre
ciertos aspectos de la organización social, determinando,
por ejemplo, ciertas características del patrón de
asentamiento de las viviendas y fundamentalmente en el
tratamiento que reciben las tierras para su puesta en aptitud
para la práctica agrícola-forestal y en las
posteriores técnicas de explotación de los
diferentes cultivos. Paradójicamente, estas
periódicas crecientes que actúan como un fuerte
factor limitante, son, al mismo tiempo, el elemento natural que
aporta el principal subsidio en nutrientes al ecosistema
deltaico. Este comportamiento de las aguas, es por lo tanto, un
factor integrante del sistema natural que genera una
inestabilidad intrínseca y que implica un costo importante
en términos económicos y en consumo de
fuerza de
trabajo el poder hacerle frente a través de diversos
métodos
como rellenamiento, endicamiento, sistemas de drenaje, etc.
[7].
En principio es posible distinguir las crecientes
periódicas que ocurren varias veces en el año, y
las inundaciones extraordinarias cuya frecuencia es muy diversa.
Es con respecto a las primeras que se generan respuestas de
adaptación por parte de las unidades productivas de tal
manera de no sufrir grandes pérdidas ante tal ocurrencia.
En cambio las
inundaciones extraordinarias superan toda previsión y en
general ocasionan grandes perjuicios al productor [8]. Las
lluvias rondan los 900 a 1000 mm. anuales, que junto a la
evapotranspiración y la capacidad del suelo para retener
agua, determinan un balance hídrico con un muy ligero
déficit en los albardones en la temporada de verano,
habiendo exceso de agua el resto del año, la cual no logra
infiltrarse por la escasa permeabilidad de los suelos. Drena
hacia los arroyos o se acumula en los pajonales interiores que
permanecen anegados por semanas. Cuando las lluvias de verano
superan la marca de 300 mm.
generan inundaciones extraordinarias. Estas islas que se originan
en realidad no son planas sino que por el contrario poseen un
sector más elevado constituido por el "albardón
perimetral" seguido de pequeños albardones interiores que
generalmente sufren inundaciones breves y representan el 20% de
la superficie. Hacia el interior se encuentra una porción
de terreno en forma de cubeta poco profunda que actúa como
laguna pantanosa y que cubre el restante 80% de la
superficie.
El período de anegamiento constituye un
importante factor de diferenciación de ambientes
naturales: es mínimo en los albardones perimetrales y
máximo en los puntos más bajos de la cubeta
central. Esta diferencia en ambientes es importante para poder
entender muchas de las prácticas productivas y pautas de
asentamiento de la población isleña. La estructura
edáfica de las islas es un elemento importante dentro de
los condicionantes naturales a la producción. Los suelos
gley húmicos que ocupan los albardones, son ricos en
materia orgánica y aptos para cualquier cultivo, previa
preparación del terreno. Los suelos semipantanosos ocupan
la cubeta central y están frecuentemente anegados. En
condiciones primitivas son inadecuados para el cultivo debido al
anegamiento y la excesiva acidez, pero una vez drenados se
convierten en suelos de alta productividad.
Si bien el Delta se caracteriza por una gran diversidad
de producciones agropecuarias e industriales tanto en la
actualidad como en toda su historia, siempre existieron
una o dos actividades claramente predominantes en cada etapa. Las
ventajas comparativas que ofrece esta región de acuerdo a
sus condiciones naturales, ubicación geográfica,
inserción en el mercado,
estructura socioeconómica, han variado durante el
transcurso de este siglo. De esta manera, la producción
dominante también cambió siguiendo el proceso
anterior. Así tenemos que en la primera mitad de este
siglo esta región era la principal productora de frutas
para el mercado metropolitano, pero a partir de la década
50-60 esta producción fue reemplazada paulatinamente por
los cultivos forestales, que constituyen actualmente casi una
monoproducción, complementada en pequeños
productores por el cultivo del mimbre (Galafassi, 1993b) [9]. El
tipo de explotaciones, régimen de tenencia y tamaño
de las mismas deriva de un largo proceso de ocupación y
utilización de este medio. La predominancia de unidades
productivas de tipo familiar determinó en gran medida un
régimen de tenencia y tamaño de la
explotación característico, basado en una
extensión de pocas hectáreas en donde el trabajo
era atendido fundamentalmente por los miembros de la familia
[10].
El cultivo de forestales se asienta en su gran
mayoría en la producción de sauce y álamo (y
en mucha menor medida, pinos y eucaliptus). Esto convierte a la
región del Delta en un sector monoproductor de
salicáceas, constituyendo la mayor concentración
del mundo en cultivos de estas especies en una sola zona
ecológica y económica. La venta de la
producción se canaliza hacia tres finalidades: pasta
celulósica, molienda (madera
aglomerada) y aserradero. La comercialización y el destino de la madera
es un nudo muy importante para la producción forestal del
Delta. Para aquella destinada a pasta celulósica existen
sólo dos compradores, Papel Prensa y Celulosa
Argentina (siendo la primera la dominante) que conforman un
mercado fuertemente monopólico, estableciéndose los
precios y
condiciones de venta unilateralmente. El productor se ve obligado
a aceptar estas condiciones, dada la falta de alternativas que
existen actualmente para la producción de acuerdo a
cómo se estructuran todos los elementos del sistema
socioeconómico de la región [11]. El mimbre, al ser
de cosecha anual, le permite al productor poder obtener ingresos
periódicos mientras espera el turno de corte de la madera.
Es un cultivo de bajo grado de tecnificación, pero que
necesita un alto aporte de mano de obra, cubierta en los
pequeños productores por el grupo familiar completo. El
principal destino de la producción de mimbre fue
originalmente la fabricación de canastos para frutas; al
declinar la fruticultura, el mimbre comenzó a ser
absorbido paulatinamente por compradores que lo destinan para
elaborar artículos artesanales como canastos y muebles
rústicos. Salvo una pequeña cantidad de canastos,
la fabricación se realiza fuera de las islas, motivo por
el cual el producto
primario sale de ellas sin un valor
agregado. A la venta la realizan los productores principalmente
en el puerto de Tigre, donde existen unos pocos compradores
habituales que a su vez revenden el producto a un grupo
también reducido de fabricantes.
La fruticultura, hoy casi desaparecida, fue la
más importante en la primera mitad de este siglo.
Actualmente la producción se reduce a aquellas quintas que
todavía mantienen algunos montes diversos para el consumo
familiar, siendo muy pequeña la cantidad de este producto
que aún ingresa al puerto de Tigre [12].
- Sistemas productivos
La dinámica económica de la porción
del Bajo Delta estudiada presenta una combinación de dos
sistemas productivos que se relacionan entre si y con el exterior
de forma diversa, presentando diferentes grados de
participación en la economía de mercado.
Pero ambos sistemas se estructuran sobre la base de una
práctica productiva ligada al aprovechamiento directo de
los recursos
naturales, aunque diferenciándose por la forma y tipo de
usufructo del ecosistema, uno basado en la reposición
natural de los recursos y otro a partir del subsidio
energético suministrado por la unidad productiva. El
primer sistema productivo es aquel denominado como
economía de subsistencia con una organización
dispersa (INA, 1984; INTA-UNESCO, 1973) de escaso desarrollo y
presencia en este sector. Se limita a la caza, pesca y
recolección de especies de la flora y fauna silvestre,
estando a merced de la productividad natural del ecosistema. Las
actividades productivas son llevadas a cabo por productores
independientes, en general no propietarios de las tierras que
ocupan y que trabajan, en donde la organización del
proceso productivo está centrada en el grupo
doméstico (Rosato, 1988).
Los diferentes productos primarios obtenidos son
destinados al consumo directo en la unidad de producción
para satisfacer necesidades básicas que atienden a la
reproducción de la unidad. La
apropiación de elementos de la naturaleza está
orientada de acuerdo a una estrategia de supervivencia, jugando
los recursos obtenidos un rol fundamental en el mantenimiento
de la célula
familiar. Así, estos productos de origen natural adquieren
sólo un valor de uso dentro de la unidad familiar y su
circulación está precisamente limitada al interior
de las células
que los producen. El otro sistema productivo, que constituye el
dominante, es de tipo capitalista, en donde el proceso de
acumulación y de inserción en el mercado
está claramente definido. Esto involucra a actividades
económicas en donde la propiedad de
la tierra y la
inserción de capital son
dos elementos constitutivos del sistema. La producción
primaria se destina al intercambio en el mercado, es decir, los
productos primarios participan de los mecanismos de oferta y demanda
que operan en la región. Por lo tanto, estos productos
adquieren un valor de cambio y son los que permiten el generar un
proceso de acumulación en la unidad productiva. La
práctica del proceso productivo implica el aporte
constante de un subsidio externo al ecosistema natural, aportado
a través del proceso de trabajo. La forestación, la
fruticultura, la explotación del mimbre y también
cierta ganadería son los rubros presentes, complementados
en algunos casos con agricultura para consumo doméstico.
Estas actividades son llevadas a cabo por pequeños y
medianos productores que organizan su producción sobre la
base del trabajo familiar, y producen para un mercado que
presenta todas las características de mercado capitalista.
Además existen algunos grandes predios con
explotación forestal, cuya organización responde
típicamente a una estructura empresarial y que en ciertos
casos son propiedad de las empresas
elaboradoras de papel instaladas en la zona (Papel Prensa,
Celulosa Argentina, Papelera San Justo, etc.).
Como esta investigación se ha centrado en
aquellos productores con organización de tipo familiar y
ligados al mercado capitalista, se procederá en las
páginas siguientes a profundizar en su
caracterización.
- Unidad de Producción
Familiar
Dado un marco conceptual en donde se resalta el interés
que reviste la dinámica y organización del grupo
social que interactua con una porción de naturaleza, y al
centrar el trabajo en pequeños y medianos productores, nos
parece importante entonces, introducirnos aquí en la
caracterización de la unidad de producción sobre la
cual gira esta investigación, para lo cual se
tomará previamente el trabajo de Borsotti (1978) en donde
analiza aquellas situaciones en las que la familia funciona
como una unidad económica. La familia como unidad
económica es aquella donde se conjuga una serie de
atributos que la distinguen ciertamente como una unidad
productora de bienes y
servicios para
el mercado, aunque también para la subsistencia, y como
una unidad que genera las condiciones para la reproducción
de sus miembros. Esto último implica el producir la
reproducción de agentes sociales en sus ciclos cotidiano y
generacional. Reproducción generacional significa el
proceso por el cual toda sociedad repone sus individuos de
generación en generación. La reproducción
cotidiana implica, en cambio, "que todos los agentes sociales
reponen diariamente su existencia y capacidad de trabajo y con
ello su valor de uso y de cambio" (op. cit.: 6). Este ciclo de
reproducción (que incluye la reproducción
biológica, social y cultural de las familias) es el
objetivo central que organiza el conjunto de las actividades de
todo desarrollo
humano en general, y de los grupos
sociales tratados en
particular. Así, como unidad de producción, la
familia también es una unidad de consumo, regulada sobre
la base de los objetivos a
lograr y al caudal de ingresos. Este consumo, que responde al
proceso de reproducción de los agentes sociales
está en función, entonces, de la producción
de la unidad familiar y del tipo de inserción de esta en
el sistema social de producción e intercambio.
Pero un elemento que define a esta unidades productivas
y que las distingue de aquellas unidades de subsistencia, es que
existe alguna forma de acumulación, es decir que se
registra una producción de excedentes que se integra a un
circuito de intercambio social que está por fuera de la
unidad familiar. Por lo tanto, es en función de la
producción de bienes y servicios que genera un proceso de
acumulación, que debe organizarse la totalidad de la
fuerza de trabajo de la familia y no sólo la de alguno de
sus miembros. Que la familia constituya una unidad
económica para la producción social implica,
además, que debe contar con algún medio de
producción (tierra o
capital) que esté disponible directamente, aunque no sea
de su propiedad. De la operación de estos medios de
producción a partir del trabajo de la familia es que se
generan excedentes para el intercambio que permiten no
sólo la reproducción del ciclo productivo, sino
también un proceso de acumulación que
posibilitará el incremento de estos medios de
producción. La unidad de producción familiar en su
ciclo productivo y reproductivo genera valores de uso
y de cambio que se utilizan en el consumo cotidiano o se colocan
en el mercado valiéndose para esto de la fuerza de trabajo
de sus miembros. De acuerdo con Borsotti, entonces, aquí
es útil distinguir el trabajo doméstico del trabajo
social, y el trabajo productivo del reproductivo. Para definir al
trabajo doméstico se tendrá en cuenta el lugar
donde se realiza y el destino del producto, en consecuencia,
"trabajo doméstico es aquel que se realiza en la unidad de
vivienda familiar y se destina al consumo directo de sus miembros
o al mantenimiento de dicha unidad" (op. cit: 6). En cambio,
trabajo social es
aquel que ejecutándose en la unidad de vivienda, su
producto es consumido por quienes no pertenecen a ella, o el que
se realiza fuera de la unidad de vivienda o el que se realiza
fuera de la unidad económica y su producto es consumido
por los miembros de una unidad de vivienda. Ahora, "trabajos
reproductivos son todos aquellos que se traducen en un bien o
servicio
susceptible de consumo inmediato por parte de los individuos,
aplicable directamente a la reproducción cotidiana o
generacional de los agentes sociales, ya sea que se produzca
socialmente o en el hogar doméstico". Y en cambio,
"trabajos productivos son los que dan por resultado un bien o un
servicio no susceptible de ser consumido inmediatamente" (op.
cit.: 7).
Por la combinación de estas cuatro formas de
trabajo es posible encontrar entonces: 1) trabajo
doméstico reproductivo para el mantenimiento de los
miembros de la unidad productiva; 2) trabajo doméstico
productivo, en el caso en que la unidad familiar genera sus
propios medios de producción; 3) trabajo social
reproductivo, en donde los bienes producidos se destinan al
consumo inmediato de la unidad; y 4) trabajo social productivo,
en el que sus productos no se destinan al consumo inmediato. La
presencia de una u otra de estas formas de trabajo y sus posibles
combinaciones está en relación al tipo de sociedad
a la cual pertenece la unidad familiar, el grado de
inserción, y su situación particular en la
estratificación social. De esta forma, la familia
recurrirá a distintas estrategias para la obtención
de recursos que permitan el cumplimiento del ciclo reproductivo.
Estos recursos pueden ser generados total o parcialmente por la
unidad familiar. En el caso de las unidades productivas objeto de
este estudio, sólo una parte de la reproducción
familiar está atendida por la propia unidad, estando el
resto a cargo de trabajos reproductivos producidos socialmente, a
los cuales la familia tiene acceso. En la producción de
bienes y servicios para ser colocados en el mercado se ponen en
operación determinados procesos de trabajo que involucran
la transformación de recursos para generar productos con
un cierto valor de cambio. Para esto, la familia isleña,
se constituye con sus miembros en conjunto para participar de
dicho proceso [13], a diferencia de otros casos (familia urbana)
en que participan los miembros de la familia en forma
individual.
Esta organización del trabajo y la
producción, y el tipo y nivel de consumo debe establecerse
necesariamente basándose en acuerdos básicos que
definen la composición del hogar y las obligaciones
entre los miembros, las metas u objetivos a alcanzar sobre la
base de valores comunes y las vías a seguir para
lograrlos. Estos acuerdos básicos que se definen
principalmente sobre la base de normas
culturales, se enfrentan permanentemente a contextos variables,
debiendo interactuar con cambiantes situaciones
ecológicas, económicas, culturales y políticas.
Así se originan procesos internos de cambio en la unidad
familiar que deben adecuarse a las variaciones de los contextos
externos (Forni et al, 1988). Las respuestas que se generan
difieren ampliamente de acuerdo a la conjunción
específica de situaciones. Algunos elementos de la
estructura familiar son más estables y otros más
cambiantes. La dirección y velocidad del
cambio no necesariamente es la misma para cada uno de ellos en un
proceso de cambio social y cultural. Por ejemplo un cambio
desfavorable en las condiciones económicas puede ocasionar
migración de los miembros jóvenes
que provoca la ruptura de la estructura familiar, sin embargo no
necesariamente genera una modificación en las formas
productivas.
- La Unidad Familiar Isleña:
Organización, Estrategias de Ingreso y
Producción
Antes de analizar la unidad familiar, es necesario
definir qué entendemos por pequeño y mediano
productor en el Delta, para poder comprender con qué
unidad de estudio se estuvo trabajando, sin significar esto un
análisis profundo de la tipología de productores,
que no constituye el objetivo de este trabajo. Se sigue
fundamentalmente el criterio de los propios actores sociales que
delimitan a los pequeños y medianos productores en base
principalmente a la extensión de la propiedad, pero que
involucra también tipo de producción primaria y
características de la fuerza de trabajo y la tecnología empleada.
Se considera pequeños productores a aquellos cuyas
explotaciones no superan las 15-20 ha., con trabajo familiar casi
exclusivamente y producción mimbrera y forestal; en cambio
los medianos llegan a tener explotaciones de hasta 100 ha
aproximadamente, y suelen contratar mano de obra temporaria para
sus producciones casi exclusivamente forestales para la cual
existe algún grado de tecnificación con
incorporación de maquinarias. [14] Al respecto uno de los
informantes nos decía:
" y el chico es de 10 ha, 10-15 ha, son los
fruticultores de antes, que ahora quedan algunos pero es poco
lo que queda, y medianos podríamos llamar 50-80 ha…100
ha. medianos, y después los grandes, son los que tienen
400, 500, 800 ha, y después las empresas que tienen 1000
o 2000 ha; Papel Prensa en una quinta sola tiene 1000 ha, en
otra en Entre Ríos creo que tiene más de 1000
también, y Celulosa Argentina también…"
(Eduardo, productor forestal, Arroyo Grande).
Según un trabajo de Carranza (1990), los
pequeños productores mimbreros poseen poca tierra,
títulos de propiedad precarios o inestables, ocupan en
todas las tareas productivas mano de obra familiar, siempre de
baja capacitación, y poseen recursos de capital
muy escasos, lo que no les permite acceder al crédito, trabajando en consecuencia, con
escasa incorporación de insumos y equipos. Los productores
medianos en cambio, procurando maximizar la productividad de sus
forestaciones, realizan nuevas inversiones en
insumos, equipos y tierras. Repetimos que no se quiere realizar
una tipología de productores isleños, sino
solamente caracterizar a los grupos sociales
que fueron objeto del análisis. Entonces, de aquí
se desprende una serie de atributos que definen al componente
social en su interacción con el ecosistema natural.
Algunos de éstos son de interés, pues denotan las
características que asume esta interacción. En la
forma de vinculación con la tierra, es decir si son
propietarios o no, se puede ver la manera de apropiación
que se efectúa del territorio, cuya expresión
dominante es la propiedad privada trabajada por sus propietarios;
existiendo algunos pocos casos de pequeños productores
mimbreros con ocupación de hecho de terrenos
fiscales.
La racionalidad económica, que se puede definir
por la forma de vinculación con el producto, está
indicando que son productores en donde se verifica una cierta
capacidad de acumulación con producción de
beneficios, en donde las decisiones de producción se toman
de acuerdo a las circunstancias del mercado, que en la
mayoría de los casos responde a un ámbito nacional
con respecto al destino de los productos finales, pero que en el
caso de la materia directamente obtenida de las quintas su
destino es el mercado local o regional (Pto de Tigre, San
Fernando, o alguna empresa papelera
de la región). Esto último configura una compleja
trama de relaciones que hace que la producción forestal en
el Delta obedezca básicamente a las necesidades nacionales
de estos productos. Por lo tanto la baja en el consumo de la
madera en las últimas décadas en todo el
país imprime un fuerte rasgo de subproducción en
este período. Todos estos rasgos ayudan a definir al grupo
social estudiado como una unidad económica basada en la
reproducción ampliada de mercancías, y con una
fuerte presencia de trabajo familiar que explota los altos
potenciales productivos que brinda el ecosistema
deltaico.
Entonces, en la unidad familiar isleña se
verifica ciertamente la generación de un producto con
cierto valor de cambio que se colocará en el mercado, y
que se produce a través del trabajo de los miembros de la
familia, atendiendo también a las necesidades de
reproducción de sus integrantes. Es posible definirla como
una unidad en donde los miembros en su conjunto trabajan para la
producción social de bienes que serán colocados en
el mercado. En este trabajo social productivo intervienen todos
los integrantes, cumpliendo cada uno un rol predeterminado que
está en función del tipo de tareas a realizar y
también de cierto arreglo a valores comunes. La
división del trabajo por sexo y por
edad determina también una distribución
específica del mismo que hace ocuparse fundamentalmente a
mujeres y niños
del trabajo doméstico y a los hombres jóvenes y
adultos de las operaciones
concernientes a la producción de bienes para el
intercambio. La constitución de esta unidad productiva
familiar se dio a principios de siglo a partir de la compra de
tierras por parte de inmigrantes llegados a Buenos Aires, proceso
que se facilitó debido al bajo precio de las
mismas [15]. Es muy común entre los pobladores escuchar
cuando el abuelo llegó al Delta y comenzó su
explotación en pequeñas quintas en donde trabajaba
toda la familia. Otro caso muy difundido es aquel en que se
comenzaba como peón de alguna quinta frutícola y a
través de un proceso de ahorro se
pasaba posteriormente a ser propietario de su propia tierra, otra
vez facilitado por el bajo precio de la misma. Al respecto un
pequeños productor nos decía:
" acá en la isla había muchas familias
que tenían un peón o dos peones, hacían
fruticultura y trabajaban con ellos, a veces se casaban con los
hijos de los mismos isleños o la hermana con el
peón que venía de Italia o
viniera de donde viniera, ese peón después
empezaba a juntar plata, que cuando la plata era estable, la
plata se juntaba y siempre servía. Entonces ese
peón que trabajaba por día, por tanto o por mes,
juntaba platita, cuando ya tenía unos pesitos
después se casaba, compraba una quintita, la iba pagando
mensualmente o anualmente, después se independizaba
porque ya tenía más fuerza, compraba otra quinta
o plantaba él, y bueno, así fue creciendo, los
isleños se hicieron así…El origen del
isleños propiamente dicho es eso. Y otros como el caso
de mi abuelo, él era italiano y no le gustaba ser
asalariado, porque él había trabajado en Buenos
Aires, y bueno, entonces después que tenía
juntado unos pesitos con sus cinco hijos a cuesta, se
compró una quinta en el Delta, que ahora es
centenaria…" (Alfredo, productor forestal, Arroyo
Caraguatá).
El cambio de actividad productiva influyó
directamente en el reparto de tareas entre los miembros de la
unidad familiar. La intervención de mujeres en el trabajo
social productivo se presentaba en la producción de
frutas, participando fundamentalmente en la cosecha. En cambio,
con las actuales actividades forestales, la mujer se
reserva el papel del mantenimiento del hogar y diversas
diligencias a la zona urbana. La reproducción cotidiana y
generacional de los miembros de la unidad familiar está
sustentada un presupuesto que
forma su ingreso por vía monetaria y por especias. El
trabajo doméstico en huertas y cría de animales aporta
algunos elementos indispensables para la subsistencia. La
disponibilidad de espacio en las quintas y el aislamiento con
respecto a los centros de comercialización favorecen estas
prácticas productivas, cuya presencia es solo la necesaria
para la satisfacción de las necesidades primarias. Estos
trabajos eran resueltos por los distintos miembros de la unidad
familiar, quienes realizaban todas las tareas en aquellos
sectores más aptos de sus quintas:
"…verduras para el consumo de la familia las
cuidaban entre papá y mamá, se preparaba la
tierra con tractor, que lo podía hacer mi hermano, y
después sembraba mamá. Tomate,
ají, habas, lechuga, acelga, zanahoria y muchas
más…Durante todo el año, siempre había
algún cultivo…y también gallinas, nunca se
compraba pollo o huevos. Se necesitaba seis o siete meses para
que crezca y están listas para el consumo, se les daba
fruta, verdura y maíz. Se
aprovechaban todos los lugares mejores de la quinta para las
verduras, se aprovechaban los espacios libres más altos,
cerca de una zanja, para el riego" (Miriam, ex-productora
frutícola, arroyo Toro).
El ingreso monetario proviene de las actividades que
están relacionadas con la producción comercial de
la explotación. En la actualidad a través de la
combinación de mimbre y madera, se genera un doble
ingreso. El mimbre es un producto típico de los
pequeños productores, de aquellos que poseen menos de
20-30 ha., y es el que les provee el ingreso anual, pues se
cosecha todos los años. En cambio con la madera se debe
esperar el turno de corte que oscila entre 10 y 14 años, y
sólo algunos productores realizan plantaciones escalonadas
en el tiempo de manera de tener un corte de madera todos los
años. Igualmente esta alternativa es posible en
productores medianos que poseen explotaciones con una
extensión tal que les permita tener varias
hectáreas por cada año de plantación,
posibilidad que no está al alcance de los pequeños
productores. Estos últimos, entonces, recurren al mimbre
para obtener un ingreso todos los años, y al llegar el
turno de corte de algún cuadro de forestales, ese
año obtendrán un ingreso extra, pero sin dejar de
producir el mimbre. Algunos ejemplos de estas alternativas se
pueden detectar en las siguientes citas de pobladores:
"…entonces hay chicos que te hacen mimbre y
subsisten con el mimbre hasta tanto empieza la corta de lo que
tengan. Ellos te hacen mimbre y madera simultáneamente.
Con el mimbre viven, con la madera acumulan." (Pedro, Ingeniero
Agrónomo, INTA-Delta)
"…el chico y también un mediano tienen que
tener algo de cultivo de mimbre, el mimbre se cosecha anual,
todos los años…Entonces claro, tienen la cosecha anual
y si tienen el ciclo de madera para ir cortando todos los
años cortan, y sino tienen eso (mimbre) para ir
comiendo" (Alfredo, productor forestal, arroyo
Toro).
Entonces el productor forestal que desea tener un
ingreso por madera todos los años debe organizar y
planificar su plantación, plantando año a
año un sector nuevo, y así al termino de los
primeros 10-12 años tendrá su primer turno de corte
y de ahí en adelante, si vuelve a replantar cada vez
después de una cosecha, tendrá anualmente un
ingreso por la madera cortada. Aunque este proceso no es exacto,
pues las cambiantes condiciones ambientales pueden hacer que una
plantación no crezca lo suficiente de tal manera que no es
conveniente cortarla cuando se había previsto,
determinando que ese año no haya cosecha de forestales, o
si igualmente se la corta, se obtendrá un ingreso
sustancialmente menor, pues cambia el destino del producto. Esta
situación también puede darse porque las
condiciones de comercialización en el mercado de madera no
son favorables, por lo que al productor le resulta más
conveniente esperar otro año antes de vender su
producción a muy bajo precio. Entonces con una
producción de madera todos los años de algunas
pocas hectáreas y una cosecha anual de mimbre el
pequeños productor puede subsistir, como lo expresa
claramente este testimonio:
"…vamos a suponer que ha sido organizado y ha
plantado todos los años, se hace el ciclo, porque si yo
empiezo este año, sigo el siguiente, sigo el siguiente,
hago 10 años de producción, si hago dos
hectáreas por año, que las puede hacer
cualquiera, tiene después cada año para cortar.
Lo que hice hoy, en 10 años lo corto y voy haciendo el
ciclo. Pero esto no alcanza para subsistir, por eso tiene
mimbre, y algunos salen a trabajar afuera…" (Juan, productor
forestal, Paraná Miní).
Otra alternativa que se da especialmente en la 1ra.
sección de islas, en donde las quintas son de pocas
hectáreas (8-12) y lo que predomina es el turismo, es sumarle a las
producciones tradicionales de mimbre y madera el trabajo
permanente o temporario fuera de sus quintas. Al no lograr un
ingreso adecuado con su explotación este pequeño
productor debe recurrir a actividades fuera de su propiedad,
fundamentalmente en el corte de la madera y en el arreglo y
construcción de muelles, tablestacadas y
mantenimiento de casas de fin de semana. Un poblador del arroyo
Toro (1ra sección) nos ejemplifica esta
situación:
"…trabajo afuera desmontando, compro fracción
chiquita, álamo y sauce y la cambio por trabajo. Cambio
una fracción de 1/2 ha. por algún trabajo y la
madera que obtengo es mía. Pero últimamente hay
menos trabajo porque los turistas no plantan. Hago trabajos de
carpintería, muelles, estacadas, escaleras, puentes
también, para casas de fin de semana…" (Carlos,
ex-productor frutícola).
El ingreso logrado en el trabajo fuera de su
explotación se incorpora a la producción de su
quinta, pero esta situación en general se da en
productores con muy pocas hectáreas, que sólo
logran subsistir sin poder desarrollar un concreto
proceso de acumulación que les permita incrementar la
producción y sus ingresos. Por último se presenta
el caso de aportes periódicos o no, en dinero o
especies por parte de familiares inmigrantes a las zonas urbanas.
También existen aquellos ingresos percibidos formalmente
como jubilaciones, pensiones u otro similar. Por supuesto que el
ingreso principal es aquel generado por el desarrollo de la
actividad primaria (forestación o mimbre), siendo los
demás aportes complementarios que se suman al principal.
La relación entre éstos, y el grado de importancia
en la conformación del presupuesto varía en cada
uno de los casos presentados, caracterizándose en medianos
productores la predominancia de ingresos de su producción
forestal y siendo más común en pequeños
productores su combinación con las otras alternativas. La
conducta
cotidiana del grupo familiar está reglada entonces, por un
proceso destinado a decidir cómo se combinan y organizan
las distintas facultades y elementos disponibles. Estas
decisiones a tomar, muchas veces no se manifiestan a
través de un proceso explícito, sino que forman
parte de un bagaje cultural que caracteriza a estas unidades
familiares, que son principalmente descendientes de inmigrantes
europeos. La semejanza con pautas de valor de las familias
urbanas de igual origen es clara en muchos aspectos. La idea de
ser trabajadores independientes que dispongan de su tiempo y sus
propias decisiones, sin tener que estar atados a una
relación de dependencia laboral, se hace presente en las
entrevistas mantenidas con los productores:
"…el que nunca fue asalariado y sabe lo que es ser
autónomo, disponer de lo que quiera, yo por ejemplo,
capaz que un domingo a la mañana tenía que
trabajar en alguna urgencia, pero al otro día, el lunes,
salía. Nadie me pedía ninguna clase de
condición, y hacía lo que se me antojaba. Me
rompía el alma cuando
quería y paseaba cuando quería y salía
cuando me convenía. Esa libertad
tiene un valor inmenso. En vez el que tiene que ir a la
fábrica tiene que estar a tal hora y si no cumple la
asistencia pierde el premio y qué se yo cuanto. No, yo
trabajaba diez veces más que los fabriqueros pero cuando
quería no trabajaba, ese es el asunto". (Alfredo,
productor forestal)
La unidad de la familia en el trabajo hace que
intervenga sólo personal
contratado en las tareas que necesariamente lo requieren. La
posibilidad en las últimas décadas que los hijos
estudien fuera de las islas, con la consecuencia que permanezcan
desarrollando sus vidas en tierra firme una vez terminada la
formación escolar, forma también parte de esta
serie de valores compartidos. Aunque esta decisión
significó en muchos casos la ruptura de la
organización familiar y el quiebre de una
característica continuidad generacional en el manejo de
las quintas y el desarrollo de la producción
primaria.
El sistema de producción en los pequeños y
medianos productores asume una organización basada
fundamentalmente en los potenciales del grupo familiar. El
proceso de trabajo en la unidad familiar incluye las
técnicas apropiadas (tanto del manejo de los instrumentos
como del conocimiento
del medio natural), la programación adecuada de las diferentes
actividades (debido a la estacionalidad de ciertos productos y a
las diferentes tareas que pueden superponerse a lo largo del
año) y a la capacidad laboral de cada productor (de
acuerdo al tipo y tamaño de la explotación se
determina la necesidad o no de contratar mano de obra). En
algunos casos de productores medianos suelen existir relaciones
asalariadas de tipo patrón empleado que organicen el
proceso, y en ningún caso existen formas de
cooperación sistemática entre productores. Cada
productor organiza su trabajo en forma independiente sin mediar
relación alguna con otros productores, definida en
función de una complementación de tareas por sexo,
edad y conocimientos entre los habitantes de su vivienda,
además de la fuerza de trabajo contratada. Si bien,
utilizando los conceptos de Caballero (1984), en cuanto al tipo
de relaciones que mantiene la unidad productiva con respecto a la
sociedad, se caracteriza a la primera como una empresa
capitalizada que implica una dependencia alta de los distintos
factores del mercado: capital, productos, bienes de consumo,
servicios técnicos, etcétera. Ahora, con respecto a
la relación que mantiene con la naturaleza a través
del proceso de trabajo: ritmo de trabajo, relación entre
tiempo de trabajo y de producción, secuencia de
operaciones, proporción entre trabajo de diseño
y de ejecución, mantiene la unidad familiar isleña
un carácter más tradicional. La unidad de
residencia es al mismo tiempo la unidad de producción, lo
que trae como consecuencia que la organización del proceso
productivo esté centrada en el grupo doméstico,
entendiendo aquí como "un sistema de relaciones sociales
que, basado en el principio de residencia común, regula y
garantiza el proceso productivo" (Archetti, 1975:51). Los
relevamientos y trabajos de campo realizados en el área
han demostrado que la mayoría de las viviendas
están ocupadas por familias nucleares (padres, madres e
hijos) aunque en una gran proporción los miembros
jóvenes están ausentes por haber emigrado a la
ciudad. La capacidad productiva de la unidad de
explotación está condicionada por las particulares
características que adquiere la fuerza de trabajo
familiar. Las tareas realizadas por cada miembro de la familia
están en función de la capacidad operativa de
éstos y de las cualidades de cada operación,
así como la incorporación de trabajo asalariado
dependerá del tamaño de la explotación
agropecuaria y el tipo de tareas a realizar.
Según lo manifestado en las entrevistas, para el
caso de las pequeñas explotaciones, todas las operaciones
que intervienen en la producción son realizadas o
controladas por el propio productor:
" él es el gerente, el
es el peón, el es el organizador, y todos los gastos son
mínimos, todo se hace económicamente" (Alfredo,
productor forestal, Arroyo Caraguatá).
Un elemento importante a destacar es cierto cambio que
se dió en las relaciones de trabajo dentro y fuera de la
familia con la transformación de las actividades
productivas en las islas. La organización del trabajo
familiar y el grado y modalidad de incorporación de fuerza
de trabajo asalariada no es la misma en la fruticultura que en la
explotación de madera y mimbre. Este fenómeno se
dio conjuntamente al proceso de mayor mecanización,
transformación y aumento de superficie de las unidades de
explotación. A continuación seguirá el
análisis discriminando por actividad productiva, ya que si
bien muchos rasgos son comunes, el tipo de producción y de
productor define una organización del trabajo
específica.
- Fruticultura
El trabajo típicamente familiar se daba en la
producción de frutas. Todos los miembros de la familia
participaban de las tareas, y se contrataban peones temporarios y
en algún caso permanente, para tareas específicas.
En la fruticultura todos los integrantes del grupo
doméstico participaban del proceso de trabajo en donde
había tareas cualitativamente diferenciadas, comparado con
la explotación forestal en donde la participación
de la mujer es casi
nula. Al respecto veamos dos testimonios:
" en aquella época (década del '50) toda
la familia trabajaba, todos participaban de la cosecha. Una de
las mujeres se quedaba en casa cocinando y el resto cosechaba.
Fuera de las cosechas, las mujeres no participaban del trabajo
de campo" (Miguel, ex-productor frutícola, arroyo
Grande).
" Ya no es lo mismo (en la forestación) porque
hay tareas que son muy pesadas, la mujer poco puede ayudar. En
la fruticultura todos son útiles, porque hay tareas que
son livianas, con respecto a la madera es más
complicado" (José, productor forestal y ex-productor
frutas).
Los miembros femeninos participaban, entonces,
sólo en época de cosecha, ayudando en la misma
luego de realizar tareas domésticas. El resto de las
tareas estaban reservadas exclusivamente a los hombres. Los
trabajos realizados consistían tanto en juntar fruta, como
en seleccionarla y clasificarla por tamaño y calidad. Los
trabajos de sistematización del campo, como
guadañeo y zanjeo, así como las tareas de limpiado
periódico de malezas, podas y
pulverizaciones, eran realizadas por los miembros masculinos,
padre e hijos. La poda, por ser una tarea delicada en la que el
productor tenía su forma y estilo particular, nunca estaba
hecha por personal contratado, siempre era realizada por miembros
masculinos de la familia:
"…en nuestra quinta podaban papá, mi hermano
y alguna vez mi tío, nunca los peones, porque cada
quintero tiene su sistema de poda" (Miriam, ex-productor
frutícola, arroyo Toro).
La contratación de fuerza de trabajo se daba
fundamentalmente para la época de la cosecha, en verano, y
en ocasiones también en invierno para las operaciones de
desmalezado o "guadañeo". Siempre eran relaciones
temporarias que sumaban trabajo al ya aportado por el grupo
familiar. En ocasiones, los quinteros solían tener,
además, un trabajador asalariado permanente, que
podía hacer las más variadas tareas durante todo el
año. Como ejemplo vale el siguiente testimonio:
"…trabajaba mi madre, trabajaba yo, trabajaba mi
padre y después mi señora, e igual
teníamos gente ayudando…De invierno siempre
había uno o dos peones por lo menos, pero en verano
(para la cosecha) a veces eran tres o cuatro personas que
teníamos además de nosotros" (Jorge, ex-productor
frutícola, Arroyo Caracoles).
El trabajador temporario era del mismo Delta o
venía generalmente del litoral, eran reclutados por
algún productor isleño en su lugar de residencia, y
una vez en las islas solían turnarse y rotar de productor
en productor:
" Por lo general algún vecino iba a buscar
peones a Entre Ríos y estos se turnaban de quinta en
quinta. También gente de la isla trabajaba como
peón, que no eran propietarios, o, sólo,
solamente tenían casa y lote…que trabajaba en las
quintas como temporario…" (Helena, ex-productora
frutícola, Arroyo Toro). Si bien no dejaba de
contratarse fuerza de trabajo, se pudo constatar a
través de las entrevistas cierto recelo o resquemor
hacia estos trabajadores, ya que se tenía en cuenta la
procedencia y personalidades de los mismos. Y en la
época en que prosperaron las medidas tendientes a
otorgar derechos al trabajador, la
opinión de los productores visitados generalmente fue
negativa con respecto a las consecuencias que esto trajo. Como
ejemplo valen los siguientes testimonios:
" Generalmente los dueños de las quintas iban a
Chaco o Santa Fe y traían gente de campo. Los quinteros
tenían miedo e inseguridad
de traer gente de villa…" (Miguel, ex-productor
frutícola, Arroyo Grande).
"…cuando estuvo Perón,
eh, con las ventajas pal'trabajador, y si fue ventaja
pal'trabajador, fue pérdida pal'productor, por la
razón de que usted vio que antes a lo mejor tomaba un
peón y trabajaba dos o tres días y después
se hacían echar para que le pagaran. Esta táctica
a mi nunca me pareció buena…tirarse a chanta pa'que lo
echaran por cuatro pesos locos" (Alfredo, ex-productor
frutícola, Arroyo Caraguatá).
- Mimbre
El cultivo del mimbre presenta en la actualidad una
organización del trabajo en donde la mano de obra familiar
y el trabajo manual son las
características básicas. La gran cantidad de tiempo
libre y fuerza de trabajo sin ocupar que deja la actividad
forestal hace que se las emplee en este cultivo estacional, que
concentra las tareas en seis meses durante el año. De esta
manera la fuerza de trabajo familiar presente en la unidad
productiva encuentra una ocupación adecuada a sus
características, proporcionando al grupo social un ingreso
que en general cubre las necesidades básicas. Es entonces
el mimbre una producción con muy baja inversión de capital, y éste de
rotación rápida, y una muy alta utilización
de mano de obra, y un factor tierra que no necesita gran
extensión para que una familia pueda obtener ingresos
medios. Entonces la eficaz utilización de fuerza de
trabajo es central en esta actividad. Las distintas tareas que
implica el cultivo del mimbre son en general realizadas por el
propio productor, más el aporte de mano de obra contratada
de tipo temporaria y de relación muy informal. En otros
casos se suele dar el trabajo de cosecha "a porcentaje". El ciclo
comienza con el corte de las "varas" a fines de otoño, y
según los testimonios de los productores es posible
cosechar 1 hectárea en dos meses de trabajo por una sola
persona,
obteniendo entre 6000 y 7000 kg. Considerando que muchos
isleños tienen dos o tres hectáreas plantadas y la
cosecha debe realizarse enteramente en el invierno. Se deduce que
deben contratar forzosamente mano de obra para conseguir terminar
en término y seguir el proceso con el "spichado" y
"pelado" (ver capítulo de técnicas). Estos peones
contratados muy informalmente pueden realizar casi todas las
tareas, siendo su retribución por cantidad de trabajo
efectuado. El sistema de contratación es claramente
informal, realizándose exclusivamente en forma oral. Estas
condiciones se vienen dando desde tiempo atrás y el
siguiente testimonio nos lo ejemplifica claramente:
"…tuvimos cuando mimbre (peones), pal'mimbre
sí tuvimos…por allá, por el '40…días
nomás, changas, poquitos días, changas.
Pa'cortar, pa'pelar, más, más que nada pa'pelar
que es cuando apura, cuando apura es cuando la pelada"
(Alfredo, ex-productor, actual jubilado, Paraná
Miní).
Otra forma de trabajo en el mimbre es entregar el campo
cultivado a uno o dos trabajadores que realizan todas las tareas
hasta el empaquetado e incluso en algunos casos la
comercialización, pagándole al propietario un
porcentaje de lo obtenido o un monto fijo previamente pactado. Un
pequeños productor del Paraná Miní nos
decía:
"…yo agarré y le dije, cuánto
querés, porque no podía cortar él, cuanto
querés por el cuadro, tanto, bueno le pagué lo
que quería y después lo corté, lo
spiché, lo pelé y después lo
vendí…junto con el mío" (Pablo, productor
mimbre).
También se han encontrado algunos casos en que el
productor intercambia la cosecha de mimbre de sus tierras por
trabajo en forestación. Por ejemplo, se otorga una
producción de mimbre a cambio de que se planten nuevas
hectáreas con especies para madera, o para cuidar
hectáreas ya plantadas, en desmalezado, rastrillado,
zanjeo, etcétera. Los trabajadores en estos casos,
realizan todo el ciclo de tareas completo en el mimbre hasta su
venta final.
En síntesis,
el mimbre y la fruta guardan similitudes en cuanto son
actividades anuales que concentran su trabajo en un
período determinado del año, en la alta
utilización de mano de obra familiar y temporaria, y en la
poca utilización de maquinaria.
- Forestación
El cultivo de madera ha implicado una
transformación del patrón de organización
laboral de la familia isleña. Si bien la mano de obra
familiar sigue estando presente en un gran porcentaje, en la
mayoría de los casos el productor forestal debe recurrir a
fuerza de trabajo externa a la unidad productiva. El tipo y
magnitud de las tareas a realizar ha obligado a un incremento en
el uso de maquinarias para aumentar la productividad, y a la
utilización de mano de obra especializada en determinados
trabajos del ciclo maderero. Esta mano de obra temporaria que
participa fundamentalmente en el volteado de los árboles, consiste en cuadrillas que van
rotando de productor en productor con una estructura y
organización definidas, o bien por pobladores individuales
de las islas que realizan tareas de corte u otras tareas ligadas
al ciclo forestal. Al respecto vale el testimonio de un
técnico del INTA-Tigre:
"…cuando llega la época de corta se contrata
otra gente, es otro de los problemas
que tiene la gente, pero hay empresas que se ocupan de hacer el
trabajo, que contratan…se dedican a cortar, y te compran en
pie el monte y lo cortan para ellos, o que te cortan y que te
cobran por la corta"
El transporte
posterior puede efectuarlo también esta empresa, o de lo
contrario se apila la madera en la costa y el productor es el que
se encarga de contratar un transporte. De manera que en estos
casos el propietario interviene muy poco en el proceso de
cosecha. Pero en reiterados casos lo que ocurre es que el
productor contrata unos pocos peones que trabajan junto con
él en el corte y apilado de la madera:
"…hago toda la madera con peones, cuatro peones y yo
trabajando, yo me dedico a la limpieza del terreno, de la
quinta, de las zanjas, y los peones a cortar, sí…a
cortar con hacha y sierra" (José, productor forestal,
Paraná Miní).
Es posible combinar mano de obra permanente y
temporaria, y las tareas se reparten de acuerdo a la capacidad
laboral del trabajador, y las formas de pago en general se
acuerdan sobre la base de la cantidad de trabajo
efectuado:
" Tengo dos peones jubilados y dos muchachos
temporarios solo cuando corto, le pago por tanto, por kilogramo
apilado en la costa, y los jubilados tanto por metro de zanja o
por hectáreas . Los jubilados sólo hacen la
limpieza. Los muchachos voltean y desgajan. Las herramientas
son suyas, motosierras, machetes". (Carlos, productor forestal,
Paraná Miní)
La plantación es realizada por el propio
productor, comprando primero las estacas y luego en general
organizando su propio vivero. Los cuidados en los primeros
años, así como el desmalezamiento del terreno en
este período también es realizado por el propio
productor, aunque en los trabajos de guadañeo puede
contratarse algún personal, como en la fruta. El sistema
de contrato de
las cuadrillas para el proceso de corte de la madera se da en
diferentes maneras, ya sea repartiendo el total obtenido de las
ventas entre
propietario y fuerza de trabajo; o de acuerdo a un precio fijo
convenido previamente por tonelada de madera cortada. Un
productor del arroyo Caraguatá nos explica con más
detalle:
" Hay dos maneras de contrato acá en la isla,
de destajista, uno lo toman por ejemplo, lo que se vende,
vamos a decir un 30 % para el que lo hace y un 70 % para el
dueño o 40, según si está la motosierra
de parte del contratista o si está de parte del
dueño de la quinta; y otros hacen diferente, les pagan
por tonelada de trabajo, cuando terminan de cortar lo pagan,
igual pueden dar a cuenta dinero pero cuando se carga se sabe
que son tantas toneladas" Estas cuadrillas se encargan de
cortar el árbol, trozarlo según las medidas
exigidas por aserradero o papelera, y luego trasladarlo a la
costa del río donde se apilan, para poder ser cargado
posteriormente en los barcos de transporte, las "chatas".
Muchos de los trabajadores que conforman estas cuadrillas son
de otras zonas, entrerriano, santiagueños y
últimamente se ha producido una gran entrada de
trabajadores uruguayos. Pero la estrategia de cortar madera
en otras quintas por los propios pobladores del Delta es muy
frecuente en aquellas unidades familiares que poseen una
superficie de terreno muy pequeña para efectuar una
práctica forestal rentable. Por lo tanto subsisten con
la combinación de mimbre, cortar madera afuera y un
poco de cosecha de su propia quinta. Este procedimiento
es muy habitual en pequeños productores y
también como práctica corriente de
transacción:
"…y se trabaja afuera, y hacía algún
montecito, hacía madera, y después acá
también algo, sauce llorón, pero poco…y
había quedado en dar algo, y no le dieron plata, no le
dieron, pero entonces le dieron monte y mis hermanos, los dos
mayores fueron a hacer los montes allá, allá en
el Guazú, la boca del Bravo…ahí hicieron
monte un tiempo". (Alfredo, jubilado, Paraná
Miní).
Página siguiente |