El conducto torácico desemboca, como hemos
indicado, en el ángulo de confluencia de la vena yugular
interna izquierda con la vena subclavia izquierda. Está
provisto de válvulas en todo su recorrido, a
excepción de la desembocadura, donde existen en el
interior dos válvulas suficientes que impiden a la sangre
venosa el pasar al conducto torácico. A la cisterna de
Pecquet alcanzan cinco troncos linfáticos, de los cuales
uno anterior, o tronco linfático intestinal, recoge la
linfa que proviene del hígado, estómago, de los
nódulos del íleon y del bazo, y del intestino
delgado; dos descendentes, que reciben la linfa de los
últimos ocho espacios intercostales y de la porción
posterior del diafragma; dos ascendentes, que transportan la
linfa que proviene de los miembros inferiores, de los
testículos, de la pelvis, de los riñones y del
intestino grueso. Otros vasos linfáticos, que derivan de
otras regiones, terminan en la porción torácica y
cervical del conducto torácico.
A la porción torácica afluyen vasos
linfáticos que provienen del pulmón izquierdo, del
corazón y, no siempre, de los primeros dos o cuatro
espacios intercostales izquierdos. A la porción cervical
llegan el tronco linfático yugular izquierdo, al cual
afluye la linfa que proviene de la mitad izquierda de la cabeza y
del cuello, el tronco linfático subclavio izquierdo que
recoge la linfa del miembro superior izquierdo, y el tronco
linfático broncomediastínico izquierdo que recoge
la linfa que proviene del bronquio izquierdo, de la mayor parte
de la pleura y del pulmón izquierdo y por lo general de
los primeros espacios intercostales del mismo lado.
Autor:
Lucia Mabel del Giudice
ENCICLOPEDIA SALVAT – EDITORIAL SALVAT
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