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Síntesis de todos los tratados de filosofía (página 8)




Enviado por cristian barrera



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Desarrolló un sistema del mundo mucho más elaborado que el de su maestro Platón. Declaró explícitamente que la Tierra es esférica y que se encuentra inmóvil en el centro del Universo, siendo el cielo, con todos sus astros, el que gira alrededor de ella. Más aún, postuló una diferencia fundamental entre los cuerpos terrestres y los celestes. Según Aristóteles, los cuerpos terrestres estaban formados por los cuatro elementos fundamentales y éstos poseían movimientos naturales propios: la tierra y el agua hacia el centro de la Tierra, el aire y el fuego en sentido contrario. En cuanto a los cuerpos celestes, estaban formados por una quinta sustancia, incorruptible e inmutable, cuyo movimiento natural era el circular. Aristóteles asignó al Sol, a la Luna y a los planetas respectivas esferas rotantes sobre las que estaban afianzadas. Las estrellas, a su vez, se encontraban fijas sobre una esfera que giraba alrededor de la Tierra y correspondía a la frontera del Universo. Pero, ¿qué había más allá de la esfera estelar? Aquí, Aristóteles tuvo que recurrir a varios malabarismos filosóficos para explicar que, más allá, nada existía, pero que esa nada no equivalía a un vacío en extensión; todo para decir que el Universo "realmente" se terminaba en la esfera celeste.

A algunos, como el filósofo griego Aristóteles, no les agradaba la idea de que el universo hubiera tenido un comienzo. Consideraban que eso implicaría una intervención divina. Preferían creer que el universo había existido siempre y que siempre existiría. Algo eterno resultaba más perfecto que algo que tuvo que ser creado. Contaban con una respuesta para el argumento del progreso humano antes expuesto: inundaciones periódicas y otros desastres naturales habrían devuelto repetidamente a la raza humana a su mismo comienzo.[113]

Ambas escuelas de pensamiento sostenían que el universo era esencialmente inimitable a lo largo del tiempo. O había sido creado en su forma presente o había existido siempre tal como es hoy. Se trataba de una creencia natural, porque la vida humana, y desde luego el conjunto de toda la historia conocida es tan breve que durante ese tiempo el universo no ha cambiado significativamente.

En un universo estático e inimitable la cuestión de si ha existido siempre o si fue creado en un tiempo finito corresponde realmente a la metafísica o a la religión: cualquier teoría podría explicar ese universo.

Para muchos pueblos de la Antigüedad, la Tierra no se extendía mucho más allá de las regiones en que habitaban, y el cielo, con sus astros, parecía encontrarse apenas encima de las nubes. Tampoco tenían algún indicio de la edad del mundo y sólo podían afirmar que se formó algunos cientos, quizás miles de años atrás, en épocas de las que ya no guardaban memoria.

En la concepción de Aristóteles, los cuatro elementos constituyentes de todos los cuerpos materiales eran: el fuego, el aire, el agua, y la tierra. Cada uno de ellos tenían propiedades de movimientos intrínsecas a su naturaleza. Así, liberado a si mismo un trozo de tierra tenía un movimiento "natural" vertical y descendente hacia el centro de la Tierra (que coincidía con el centro mismo del Universo), mientras que el fuego, tenía un movimiento "natural" vertical y ascendente. De esta forma, la tierra era naturalmente un elemento pesado (grave) y el fuego era naturalmente liviano. El aire y al agua ocupaban una posición intermedia entre estos extremos.

Para que un cuerpo grave (tierra) comience a moverse, era necesario aplicarle una fuerza. Aún los vocablos animados (con alma) e inanimado (sin alma) reflejan esta concepción. De este modo, lo que se mueve se mueve por otro. La noción que caracteriza la rapidez del movimiento es el tiempo que se demora en recorrer una dada distancia, que podríamos asimilar a nuestro concepto actual de velocidad. En este punto es importante tener en cuenta que los conceptos modernos no son totalmente asimilables a la de la antiguedad1, pero haciendo esta salvedad, trataremos de usar un lenguaje moderno y matemático para explicar más sencillamente las ideas de Aristóteles.

A propósito, Aristóteles asignó al Sol, a la Luna y a los planetas respectivas esferas rotantes sobre las que estaban afianzadas. Las estrellas, a su vez, se encontraban fijas sobre una esfera que giraba alrededor de la Tierra y correspondía a la frontera del Universo. Pero, ¿qué había más allá de la esfera estelar? Aquí, Aristóteles tuvo que recurrir a varios malabarismos filosóficos para explicar que, más allá, nada existía, pero que esa nada no equivalía a un vacío en extensión; todo para decir que el Universo "realmente" se terminaba en la esfera celeste.

Aristóteles adoptó el sistema de su contemporáneo Eudoxio, que explicaba razonablemente bien el movimiento de los planetas. Este modelo consistía de un conjunto de esferas concéntricas, cuyo centro común era la Tierra, y que giraban unas sobre otras alrededor de ejes que se encontraban a diversos ángulos. Suponiendo que los planetas se encuentran fijos en algunas de esas esferas, se lograba reconstruir sus movimientos con cierta precisión; aunque el sistema necesitaba no menos de 55 esferas concéntricas para reproducir el movimiento de los planetas.

Aristóteles también supuso que la esfera correspondiente a la Luna señalaba el límite del mundo material el terrestre, y que más allá de la esfera lunar el Universo dejaba de regirse por las leyes de la naturaleza mundana. No sabemos si Aristóteles tomaba en serio sus propias teorías cosmológicas, pero seguramente se habría sorprendido de que éstas se volvieran artículos de fe quince siglos después de su muerte.

Los astrónomos griegos fueron los primeros en tratar de medir con métodos prácticos las dimensiones del mundo en que vivían, sin basarse en especulaciones o mitos. Así, por ejemplo, el mismo Aristarco de Samos que sostuvo la doctrina heliocéntrica, intentó determinar la distancia entre la Tierra y el Sol. Para ello, midió la posición de la Luna en el momento exacto en que la fase lunar se encontraba a la mitad, lo cual permitía, con un poco de geometría, encontrar la relación entre los radios de la órbita lunar y la terrestre. Desgraciadamente, si bien el método es correcto, la medición es irrealizable en la práctica con la precisión necesaria. Aristarco calculó que la distancia de la Tierra al Sol es de unas veinte veces el radio de la órbita lunar, cuando el valor correcto es casi 400. Curiosamente, esta razón de 20 a 1 habría de subsistir hasta tiempos de Copérnico, y aún después.[114]

Eratóstenes

Quien vivió en Alejandría en el siglo II a.C., logró medir con éxito el radio de la circunferencia terrestre. Notó que en el día del solsticio las sombras caían verticalmente en Siena, mientras que en Alejandría más al norte, formaban un ángulo con la vertical que nunca llegaba a ser nulo. Midiendo el ángulo mínimo y la distancia entre Alejandría y Siena, Eratóstenes encontró que la Tierra tenía una circunferencia de 252 000 estadios, o en unidades modernas y tomando el valor más probable del estadio: 39 690 kilómetros, ¡apenas 400 kilómetros menos del valor correcto! Aunque hay que reconocer que Eratóstenes tuvo algo de suerte, pues su método era demasiado rudimentario para obtener un resultado tan preciso.

Hiparco

En el siglo II a.C., el más grande astrónomo de la Antigüedad, ideó un ingenioso método para encontrar las distancias de la Tierra a la Luna y al Sol. Hiparco midió el tiempo que tarda la Luna en atravesar la sombra de la Tierra durante un eclipse lunar y, a partir de cálculos geométricos, dedujo que la distancia Tierra-Luna era de unos 60 5/6 radios terrestres: ¡excelente resultado si se compara con el valor real, que es de 60.3 radios terrestres! También intentó Hiparco medir la distancia al Sol, pero sus métodos no eran suficientemente precisos, por lo que obtuvo una distancia de 2 103 radios terrestres, un poco más de lo que encontró Aristarco pero todavía menos de una décima parte de la distancia real.

En resumen, podemos afirmar que, ya en el siglo II a.C., los griegos tenían una excelente idea de los tamaños de la Tierra y la Luna y de la distancia que los separa, pero situaban al Sol mucho más cerca de lo que se encuentra.

Tolomeo

Vivió en Alejandría en el siglo II a.C. El último astrónomo griego de la Antigüedad. Sus ideas influyeron notablemente en la Europa de la Edad Media. Tolomeo aceptó la idea de que la Tierra es el centro del Universo y que los cuerpos celestes giran alrededor de ella; pero las esferas de Eudoxio eran demasiado complicadas para hacer cualquier cálculo práctico, así que propuso un sistema diferente, según el cual los planetas se movían sobre epiciclos: círculos girando alrededor de círculo.

Tolomeo describió sus métodos para calcular la posición de los cuerpos celestes en su famoso libro Sintaxis o Almagesto. Es un hecho curioso que nunca mencionó en ese libro si creía en la realidad física de los epiciclos o los consideraba sólo construcciones matemáticas; es probable que haya esquivado este problema por no tener una respuesta convincente. Mencionemos también, como dato interesante, que Tolomeo citó las mediciones que hizo Hiparco de las distancias a la Luna y al Sol, pero él mismo las "corrigió" para dar los valores más pequeños y menos correctos de 59 y 1 210 radios terrestres, respectivamente.

Lucrecio

Del siglo I a.C., No podemos dejar de mencionar al filósofo romano su famosa obra De Rerum Natura, en la que encontramos una concepción del Universo muy cercana a la moderna, en algunos sentidos, y extrañamente retrógrada, en otros. Según Lucrecio, la materia estaba constituida de átomos imperecederos. Éstos se encuentran eternamente en movimiento, se unen y se separan constantemente, formando y deshaciendo tierras y soles, en una sucesión sin fin. Nuestro mundo es sólo uno entre un infinito de mundos coexistentes; la Tierra fue creada por la unión casual de innumerables átomos y no está lejano su fin, cuando los átomos que la forman se disgreguen.

Mas Lucrecio no podía aceptar que la Tierra fuera redonda; de ser así, afirmaba, toda la materia del Universo tendería a acumularse en nuestro planeta por su atracción gravitacional. En realidad, cuando Lucrecio hablaba de un número infinito de mundos se refería a sistemas semejantes al que creía era el nuestro: una tierra plana contenida en una esfera celeste. Pero indudablemente, a pesar de sus desaciertos, la visión cósmica de Lucrecio no deja de ser curiosamente profética.

COSMOLOGÍA MEDIEVAL

La cultura griega siguió floreciendo mientras Grecia fue parte del Imperio romano. Pero en el siglo IV de nuestra era, este vasto Imperio se desmoronó bajo las invasiones de los pueblos germánicos y asiáticos. Por esa misma época, Roma adoptó el cristianismo; y los cristianos, que habían sido perseguidos cruelmente por los romanos paganos, repudiaron todo lo que tuviera que ver con la cultura de sus antiguos opresores. Toda la "filosofía pagana" es decir: la grecorromana fue liquidada y sustituida por una nueva visión del mundo, basada íntegramente en la religión cristiana. El mundo sólo podía estudiarse a través de la Biblia, interpretada literalmente, y lo que no estuviera en la Biblia no era de la incumbencia humana. Así, la Tierra volvió a ser plana, y los epiciclos fueron sustituidos por ángeles que movían a los planetas según los designios inescrutables de Dios.

Afortunadamente, los árabes en esa época sí apreciaban la cultura griega: conservaron y tradujeron los escritos de los filósofos griegos mientras los cristianos los quemaban. Así, la cultura griega pudo volver a penetrar en Europa, a través de los árabes, cuando la furia anti pagana había amainado. En el siglo XIII, Tomás de Aquino redescubrió a Aristóteles y lo reivindicó, aceptando íntegramente su sistema del mundo. Y así, ya "bautizada" por Santo Tomás, la doctrina aristotélica se volvió dogma de fe y posición oficial de la Iglesia: ya no se estudiaba al mundo a través de la Biblia, únicamente, sino también por medio de Aristóteles. Y por lo que respecta a la astronomía, la última palabra volvió a ser el Almagesto de Tolomeo preservado gracias a una traducción árabe. la forma matemática de expresar las leyes físicas se inicia precisamente con Galileo.

LA TIERRA DEJA DE SER EL CENTRO DEL UNIVERSO[115]

Para los observadores sobre la Tierra parece que ésta se mantiene quieta y todo lo demás se mueve a su alrededor. Así, al tratar de imaginar cómo funciona el Universo, pareció razonable en épocas antiguas, iniciar su búsqueda partiendo de estas verdades aparentes. Los antiguos pensadores griegos, en especial Aristóteles, establecieron un patrón que duró 2000 años aproximadamente: una gran Tierra estacionaria en el centro del Universo, y puestos alrededor de ésta el Sol, la Luna, y pequeñas estrellas ordenadas en una esfera perfecta, con todos estos cuerpos orbitando en círculos perfectos a velocidades constantes.

Poco después del comienzo de la Era cristiana, este concepto básico fue transformado en un modelo matemático poderoso por un astrónomo greco-egipcio

Ptolomeo (Claudius Ptolemaeus). Su modelo de movimientos circulares perfectos sirvió bien para predecir las posiciones del Sol, la Luna y las estrellas.

También explicó algunos de los movimientos en el espacio que parecían claramente irregulares. Unas pocas "estrellas errantes" (los planetas) no parecían girar perfectamente alrededor de la Tierra, sino que más bien cambiaban su velocidad, y a veces iban en reversa, siguiendo trayectorias de zigzag y de patrones desiguales. Este comportamiento fue explicado en el modelo de Ptolomeo añadiendo más círculos, los cuales giraban sobre los círculos principales.

PRINCIPALES REPRESENTANTES[116]

Nicolás Copérnico

Nacimiento: 19 de febrero de 1473

Torun, Prusia, Polonia

Fallecimiento 24 de mayo de 1543 (70 años)

Frombork, Prusia, Polonia

Poco después del descubrimiento de América, un astrónomo polaco llamado Nicolás Copérnico, contemporáneo de Martín Lutero y Leonardo da Vinci, propuso un modelo diferente del Universo.

Descartando la premisa de una Tierra estacionaria, demostró que si ésta y todos los planetas giraran alrededor del Sol, el movimiento aparentemente errático de los planetas podía explicarse en una forma intelectualmente más satisfactoria. Pero el modelo de Copérnico, siguiendo la tradición aristotélica, todavía usaba movimientos circulares perfectos y era casi tan complicado como el viejo modelo de la Tierra en el centro. Además, su modelo violaba las nociones de sentido común y de la física prevaleciente acerca del mundo.

Ese modelo requería que la Tierra, aparentemente inmóvil, girara por completo sobre su eje una vez al día y que el Universo fuera mucho más grande de lo que se había imaginado y lo peor de todo era que la Tierra se convirtiera en un lugar común perdiendo su posición en el centro del Universo. Más tarde, se pensó que una Tierra que orbitara y girara era incompatible con algunos pasajes bíblicos.

"Entonces Josué habló a yahve y Jehová entregó a los amorreos ante los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: ¡Sol, detente sobre Gabaón; y tú Luna, sobre el valle de Ajalón! Y el Sol se detuvo y la Luna se paró, hasta que el pueblo se hubo vengado de sus enemigos. El Sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse por casi un día entero. Josué 10:10-24"

La mayoría de los eruditos notaron muy poca ventaja en un modelo con el Sol en el centro, y un costo muy alto si renunciaban a muchas otras ideas asociadas con el modelo tradicional de la Tierra en el centro y en fragante contradicción con las concepciones físicas de la época, el modelo aristotélico de la física.

Johannes Kepler

Nacimiento 27 de diciembre de 1571

Weil der Stadt, Alemania

Fallecimiento 15 de noviembre de 1630

Ratisbona, Alemania

Residencia Alemania, Austria y República Checa

Campo Astronomía, Física y Matemática

Un astrónomo alemán, contemporáneo de Galileo, desarrolló un modelo matemático del movimiento planetario que descartaba ambas premisas tan respetables: una Tierra estacionaria y un movimiento circular para los cuerpos celestes. Postuló tres leyes, la más revolucionaría de las cuales fue que los planetas se movían naturalmente por si mismos en órbitas elípticas a velocidades variables, aunque predecibles. A pesar de que estas leyes resultaron correctas, los cálculos para las elipses eran difíciles con las matemáticas conocidas en ese tiempo. Kepler no ofreció ninguna explicación de por qué los planetas se movían de esa forma contraria a las expectativas aristotélicas tan arraigadas.

Galileo

Nacimiento: 15 de febrero de 1564 Pisa

Fallecimiento: 8 de enero de 1642 (77 años) Archetri (Florencia)

Residencia: Gran Ducado de Toscana (República de Florencia)

Nacionalidad: Súbdito del Gran Ducado de Toscana

Las múltiples contribuciones de Galileo, quien fue coetáneo de Shakespeare y Rubens, fueron de gran importancia en el desarrollo de la física y la astronomía. Como astrónomo, construyó, utilizó y perfeccionó el telescopio recién inventado por fabricantes holandeses para estudiar el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas, y realizó un sinnúmero de descubrimientos que apoyaban la idea básica de Copérnico del movimiento planetario.

Posiblemente, la idea de usar el telescopio para estudiar los cielos, sea uno de los avances más significativos de la ciencia. Uno de los hallazgos más significativos realizado por Galileo fue descubrir cuatro lunas que giraban alrededor del planeta Júpiter (hoy conocemos una docena de ellas), demostrando que la Tierra (o el Sol ) no eran los únicos centros de movimiento celeste. Con el telescopio, también descubrió los inexplicables fenómenos de los cráteres y las montañas en la Luna, las manchas en el Sol, las fases de Venus parecidas a las lunares, y un gran número de estrellas invisibles para un ojo normal. Todo esto sugería que muchas de las características de la Tierra y la Luna no eran únicas, sino más bien fenómenos comunes al Universo.

Además, algo que fue muy importante, y que se vuelve evidente para todo el que mira el cielo con el telescopio, es que el espacio tiene profundidad. Es decir las estrellas se extienden tridimensionalmente por el espacio, indicando que ellas no están fijas en una esfera cristalina, como hasta entonces se creía y como una mirada poco atenta al cielo puede reflejar, sino que el Universo se revelaba como indefinido.

Otra gran contribución de Galileo a la revolución cosmológica fue divulgar sus descubrimientos, en una forma y lenguaje accesibles a todas las personas educadas de su época. También refutó muchos argumentos populares en contra de una Tierra que estuviera en órbita y girara sobre su eje, y mostró inconsistencias en la explicación del movimiento de Aristóteles, en particular en lo que respecta a la caída de los cuerpos y fue el pionero en desarrollar el principio de inercia.

En un momento, estudiando las mareas, Galileo creyó encontrar evidencias que el modelo copernicano era cierto y que la Tierra efectivamente giraba alrededor del Sol (hoy sabemos que la explicación de las mareas propuesto por Galileo no es correcta).

Entonces a Galileo se le ocurrió la poco feliz idea de iniciar una campaña para lograr que la Iglesia modificara las Sagradas Escrituras para acomodarla al modelo copernicano. La vehemencia y quizás la falta de tino de Galileo, sumada al autoritarismo y fanatismo de algunos clérigos que habían elevado el modelo de Ptolomeo y la física de Aristóteles al nivel de dogma, condujeron a una de las más lamentables tragedias de la ciencia. Galileo fue llevado ante la Inquisición por sus supuestas creencias heréticas, en particular por su adherencia ferviente al modelo copernicano. La abjuración de Galileo es una pieza conmovedora de las consecuencias del dogmatismo y fanatismo.

Con la camisa blanca de penitente, el anciano se arrodilló sumiso sobre el pulido suelo de la nave principal del convento de Santa María Sopra Minerva. Agobiado por el calor de la cálida mañana de verano, comenzó a leer con voz suave y alta:

Yo, Galileo, hijo del difunto Vicenzo Galilei, florentino, de 70 años, emplazado personalmente ante este tribunal y arrodillándome ante vos, eminentísimo y reverendísimo señor cardenal inquisidor general contra la iniquidad herética de toda la comunidad cristiana, teniendo ante mis ojos y tocando con mis manos los Sagrados Evangelios, juro que siempre creí, creo y, con la ayuda de Dios, creeré en el futuro todo lo que la Santa Iglesia católica y apostólica cree, predica y enseña.

Por cuanto después de habérseme notificado judicialmente un requerimiento por este Santo Oficio al efecto de que debo abandonar completamente la falsa opinión de que el Sol está inmóvil y es el centro del mundo, y que la Tierra no es el centro del mundo y se mueve, y que no debo sostener, defender o enseñar de ninguna manera, ya sea verbalmente o por escrito, la dicha falsa doctrina, y después de habérseme notificado que dicha doctrina era contraria a las Sagradas Escrituras escribí e imprimí un libro en el que trato esta nueva doctrina ya condenada y aduzco argumentos de gran consistencia en su favor sin presentar ninguna solución para ellos, he sido declarado por el Santo Oficio sospechoso vehemente de herejía, es decir, de haber sostenido y creído que el Sol es el centro del mundo y es inmóvil, y que la Tierra no es el centro y se mueve.

Por tanto, deseando quitar de la mente de sus eminencias, y de todos los cristianos creyentes, esta sospecha vehemente con justicia concebida contra mí, con sincero corazón y verdadera fe, yo renuncio, maldigo y detesto los antedichos errores y herejías y todo otro error, herejía y secta, cualquiera que sea, contraria a la Santa Iglesia, y juro que en el futuro no volveré a decir ni afirmar, verbalmente o por escrito, nada que pueda dar ocasión a una sospecha similar sobre mí;

El anciano, con voz entrecortada, murmuró: pero, si llego a conocer a cualquier hereje o persona sospechosa de herejía, lo denunciaré a este Santo Oficio o al inquisidor u ordinario del lugar donde me encuentre.

Además, juro y prometo cumplir y observar en su integridad todas las penitencias que me hayan sido o me sean impuestas por este Santo Oficio.

La leyenda dice que cuando Galileo se levantó después de estar arrodillado y retractarse, murmuró para sí: "¡Eppur si mouve!" (¡Pero se mueve!). De que se mueve se mueve.

Quizás, una paradoja del destino hizo que todo este proceso contribuyera a llamar más la atención en sus ideas. De esa forma se aceleró el proceso de cambio de las ideas a cerca de la física y la astronomía. Sin embargo, lo que sí logró la Inquisición fue detener por bastante tiempo el desarrollo de la ciencia en Italia y otros países del mediterráneo y poner fin a uno de los períodos de mayor esplendor del espíritu humano, el Renacimiento. Por tal motivo muchas veces nos referimos a Galileo como el último renacentista.

Newton

Nacimiento: 4 de enero de 1643 Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra

Fallecimiento: 31 de marzo de 1727 (84 años) Kensington, Londres, Inglaterra

Residencia: Inglaterra Campo Astronomía, Física, Teología, Alquimia y Matemática

Una cita conocida de Newton es aquel dicho: "Si pude ver más lejos, fue porque estaba montado sobre el hombro de un gigante". Seguramente el gigante al que se refería Newton era Galileo, que a la sazón era una persona de muy baja estatura, pero claramente con la visión de un coloso. En su libro "Principios Matemáticos de la Filosofía Natural", publicado a fines del siglo XVII e indudablemente una de las obras más influyentes de todos los tiempos, Newton presentó un modelo matemático impecable del mundo, en el que reunió el conocimiento del movimiento de los objetos en la Tierra y el de los movimientos distantes de los cuerpos celestes.

La ciencia de Newton fue tan exitosa que su influencia se expandió más allá de la astronomía y la física. Los principios físicos y la forma matemática de Newton de derivar consecuencias a partir de un conjunto de leyes simples, se convirtieron en el modelo para todas las demás ciencias. La creencia creció a tal grado que se llegó a pensar que toda la naturaleza podía ser explicada en términos físicos y matemáticos. Consecuentemente, la naturaleza podía funcionar por sí misma, sin la ayuda o atención de los dioses.

Paradójicamente, Newton veía a la física como una demostración de cómo la mano de Dios actuaba sobre el Universo. Los pensadores sociales consideraron que aun los gobiernos y las sociedades podían explicarse y entenderse como un sistema solar newtoniano, para lo cual se debían descubrir las correspondientes leyes. Aun su diseño podría seguir un modelo similar, con un equilibrio de fuerzas y acciones que asegurarían un desenvolvimiento armónico y con estabilidad a largo plazo. La búsqueda de las leyes básicas que explicaran el comportamiento de organismos vivientes y las sociedades mismas había comenzado. En cierto modo, podemos afirmar que Newton fue quien encendió la luz del Iluminismo que transformó el mundo occidental en el siglo XVIII.

Los filósofos dentro y fuera de la ciencia tuvieron problemas por la implicancia de que si cualquier cosa, desde estrellas hasta átomos, funcionaba de acuerdo con leyes mecánicas precisas, la idea humana del libre albedrío podría ser sólo una ilusión. ¿Podría toda la historia humana, desde los pensamientos hasta los cataclismos sociales, ser solamente el drama de una secuencia de acontecimientos completamente determinados?

Esta influencia se refleja en los movimientos literarios como el realista y el naturalista del siglo XIX. Los pensadores sociales expusieron preguntas acerca del libre albedrío y la organización de los sistemas sociales que fueron debatidas de manera amplia en los siglos XVIII y XIX. En el siglo XX, la aparición de una incertidumbre en el comportamiento básico de los átomos alivió algunas de estas preocupaciones pero también planteó nuevas cuestiones filosóficas.

GEOCENTRISMO[117]

La Teoría geocéntrica es una antigua teoría de ubicación de la Tierra en el Universo. Coloca la Tierra en el centro del Universo, y los astros, incluido el Sol, girando alrededor de ella (geo: Tierra; centrismo: agrupado). Creer que la Tierra es el centro del universo es la opinión obvia de quien no se plantea hallar una solución a los problemas que presentan los movimientos de los cuerpos celestes, esto es, los movimientos de los planetas.

El geocentrismo estuvo vigente en las más remotas civilizaciones. Por ejemplo, en Babilonia era ésta la visión del universo1 y en su versión completada por Claudio Ptolomeo en el siglo II en su obra El Almagesto, en la que introdujo los llamados epiciclos, ecuantes y deferentes, estuvo en vigor hasta el siglo XVI cuando fue reemplazada por la teoría heliocéntrica. Teoría astronómica que trataba de explicar el movimiento aparente de los astros en la hipótesis de que la Tierra era el centro fijo del universo. Formulada por Aristóteles, completada y ratificada por Ptolomeo y, a pesar de contar con detractores, en la antigüedad el geocentrismo parecía ser la teoría correcta. Finalmente su aceptación por la Iglesia y el feudalismo la convirtieron en la teoría dominante hasta el Renacimiento.

Según el geocentrismo, los movimientos de los cuerpos celestes podían explicarse por combinaciones de círculos (epiciclos) centrados en la Tierra. Estos explicaban sus movimientos con bastante precisión; pero el descubrimiento de las leyes del movimiento celeste y la mejora en las observaciones hicieron cada vez más difícil sustentar su validez. Las combinaciones de círculos necesarias fueron cada vez más complicadas llegando a ser un problema inabordable. La teoría heliocéntrica, que desarrollará Copérnico será la solución definitiva y supondrá, por tanto, una auténtica revolución en mecánica celeste.

GEOCENTRISMO Y LOS SISTEMAS RIVALES[118]

No todos los griegos aceptaban el modelo geocéntrico. Algún pitagórico creyó que la Tierra podía ser uno de los varios planetas que circundaban en un fuego central. Hicetas y Ecphantus, dos pitagóricos del siglo V aC., y Heraclides Ponticus en el siglo IV, creían que la Tierra gira sobre su eje pero permaneciendo en el centro del universo. Tal sistema todavía se califica como geocéntrico. Fue restablecido en la Edad Media por Jean Buridan. Heraclides Ponticus también es citado en ocasiones por haber propuesto que Venus y Mercurio circundaban el Sol más que la Tierra, pero la evidencia de esta teoría no estaba clara. Martianus Capella puso definitivamente a Mercurio y Venus en epiciclos alrededor del Sol.

Aristarco de Samos (siglo II a.c.)

Fue el más radical. Escribió un libro, que no ha sobrevivido, sobre el heliocentrismo, diciendo que el Sol era el centro del Universo, mientras que la Tierra y otros planetas giraban alrededor suyo. Su teoría no fue popular, y sólo tenía un seguidor conocido Seleuco de Seleucia.

TEORÍA GEOCÉNTRICA EN LA ACTUALIDAD.[119]

Algunos fundamentalistas religiosos, mayormente creacionistas, todavía interpretan sus escrituras sagradas indicando que la Tierra es el centro físico del Universo; esto es llamado geocentrismo moderno o neogeocentrismo. Igualmente, los Astrólogos, mientras que pueden no creer en el geocentrismo como principio, todavía emplean el modelo geocéntrico en sus cálculos para predecir horóscopos.

La Asociación Contemporánea para la Astronomía Bíblica, conducida por el físico Dr. Gerhardus Bouw, sostiene una versión modificada del modelo de Tycho Brahe, que llaman geocentricidad. Sin embargo, la mayor parte de los grupos religiosos en la actualidad aceptan el modelo heliocéntrico. El 31 de octubre de 1992, el Papa Juan Pablo II rehabilitó a Galileo 359 años después de que fuera condenado por la Iglesia.

El sistema solar es aún de interés para los diseñadores de planetarios dado que, por razones técnicas, dar al planeta un movimiento de tipo Ptolomeico tiene ventajas sobre el movimiento de estilo Copernicano.

HELIOCENTRISMO

La teoría sostiene que la Tierra y los demás planetas giran alrededor del Sol (Estrella del Sistema Solar). El heliocentrismo, fue propuesto en la antigüedad por el griego Aristarco de Samos, quien se basó en medidas sencillas de la distancia entre la Tierra y el Sol, determinando un tamaño mucho mayor para el Sol que para la Tierra. Por esta razón, Aristarco propuso que era la tierra la que giraba alrededor del Sol y no a la inversa, como sostenía la teoría geocéntrica de Ptolomeo e Hiparco, comúnmente aceptada en esa época y en los siglos siguientes, acorde con la visión antropocéntrica imperante.

Un milenio más tarde, en el siglo XVI, la teoría volvería a ser formulada, esta vez por Nicolás Copérnico, uno de los más influyentes astrónomos de la historia, con la publicación en 1543 del libro De Revolutionibus Orbium Coelestium. La diferencia fundamental entre la propuesta de Aristarco en la antigüedad y la teoría de Copérnico es que este último emplea cálculos matemáticos para sustentar su hipótesis.

Precisamente a causa de esto, sus ideas marcaron el comienzo de lo que se conoce como la revolución científica. No sólo un cambio importantísimo en la astronomía, sino en las ciencias en general y particularmente en la cosmovisión de la civilización. A partir de la publicación de su libro y la refutación del sistema geocéntrico defendido por la astronomía griega, la civilización rompe con la idealización del saber incuestionable de la antigüedad y se lanza con mayor ímpetu en busca del conocimiento.

COSMOLOGÍA MODERNA

DE NEWTON A HUBBLE[120]

En los últimos 70 años se ha generado más conocimiento acerca del cosmos que en los 2185 años precedentes, desde la primera observación de una supernova por los astrónomos chinos. El crecimiento exponencial del conocimiento radica en la creciente disponibilidad de nuevos instrumentos y tecnologías que han permitido explorar el confín del universo.

La frecuencia de la luz que sale de una estrella en movimiento aparece aumentada o disminuida ante el observador, según si la estrella se acerca o se aleja, respectivamente. El corrimiento de la frecuencia, o efecto Doppler, es proporcional a la velocidad relativa entre emisor y fuente, por lo tanto puede ser usado para medir la velocidad de un objeto remoto. Este principio fue utilizado por el astrónomo norteamericano Vesto Slipher a partir de 1912, y más tarde por Hubble, para medir la velocidad de galaxias lejanas.

Gracias a la invención del telescopio, Galileo comenzó a socavar las bases de la cosmología aristotélica que dominó durante 15 siglos. Mirando a través de su telescopio, Galileo observó manchas en el sol y reveló la existencia de cráteres y arrugas en la superficie de la luna y los planetas, contrario a la doctrina aristotélica según la cual los cuerpos celestes son perfectos.

También fue Galileo, junto con Copérnico, quienes nos desalojaron de la privilegiada posición en el centro del universo, y nos colocaron en una desprotegida órbita alrededor del sol. Así como Galileo revolucionó la manera como vemos y explicamos el mundo, hoy los astrofísicos están participando del renacimiento de la cosmología. Las órbitas planetarias eran ya bien conocidas cuando Isaac Newton (1642 – 1727) descubrió la ley universal de la gravedad, la cual fue expuesta en 1687 en su libro Philosophiae Naturalis Principia Mathematica. Gracias a las cuidadosas observaciones del exótico astrónomo Danés Tycho Brahe (1546 – 1601) y a la brillante inteligencia de Johannes Kepler (1571 – 1630), se pudo establecer el conjunto de leyes que siguen las órbitas de los planetas alrededor del sol. Sin embargo, en los tiempos de Newton el universo a gran escala estaba limitado a unas pocas decenas de miles de años luz. Una de las razons por las que la cosmoogia se sigue Aún no se habían descubierto las galaxias u otros objetos astronómicos extragalácticos. Solo muy recientemente (1924), el astrónomo norteamericano Edwing Hubble descubrió la existencia de galaxias fuera de la nuestra. Hubble tuvo la suerte de poder usar el telescopio más potente que existía en ese entonces, el de 2.5 metros del monte Wilson en California.

Las observaciones del corrimiento hacia el rojo comenzaron a dar las primeras indicaciones sobre la expansión del universo. Observando galaxias en todas las direcciones, Hubble en 1929, pudo probar que las galaxias se están alejando de nosotros con una velocidad proporcional a la distancia. Cuanto más alejada se encuentra una galaxia, mayor será su velocidad. Si todos los puntos del universo se alejan uno del otro, es fácil extrapolar hacia el pasado y darse cuenta de que todos los puntos se acercan, de tal forma que cuando nos devolvemos 15 mil millones de años nos encontramos con todas las galaxias concentradas en un mismo punto.

EL ESPACIO EN EXPANSIÓN[121]

La posibilidad teórica de un universo en expansión ya había sido considerada entre 1917 y 1923 por los físicos Willem de Sitter, George Lemaitre y Aleksandr Friedmann, quienes encontraron soluciones a las ecuaciones de la teoría general de la relatividad de Einstein consistentes con un universo en expansión. Incluso, algunos de estos modelos hacían la predicción de corrimientos hacia el rojo. Años más tarde, el físico ruso George Gamow y sus colegas norteamericanos Ralph Alpher y Robert Herman originaron el modelo del Big Bang mientras trabajaban en el problema de explicar la existencia en el universo de hidrógeno y helio en la proporción observada (75% y 25% respectivamente).

Que la mayoría de las galaxias, independientemente de la dirección hacia la cual observamos, estén constituidas por los mismos elementos primordiales en las mismas proporciones, indica que se formaron a partir de un gas común de origen cosmológico. Partiendo de la ya conocida expansión del universo, el grupo de Gamow estudió la posibilidad de formar todo el helio existente en el universo por medio de un mecanismo de fusión nuclear, posible gracias a las altas temperaturas que ha debido tener el universo en sus épocas más tempranas. Para explicar las condiciones existentes durante los primeros segundos y minutos del universo, se hace necesario conocer la naturaleza de las partículas elementales y sus interacciones.

En un universo en expansión, la temperatura necesariamente se hace más alta a medida que nos acercamos al origen. Esto es así porque, tal como sucede con un gas, al disminuir el volumen aumenta la presión, y la temperatura. A temperaturas mayores a los mil millones de grados Kelvin (Kelvin = 273.15 – Celcius), los protones y neutrones existentes no se pueden ligar para formar núcleos, porque los choques entre las partículas, que resultarían a estas temperaturas, inmediatamente romperían cualquier núcleo que se llegara a formar.

El universo se va enfriando a medida que se expande; es preciso esperar que pasen los primeros tres minutos para que la temperatura baje a niveles que permitan la formación de núcleos de deuterio y de helio. Los cálculos de nucleosíntesis del helio y otros elementos livianos, que aparecen en muy pequeñas proporciones en el universo primigenio, están de acuerdo con las cifras observadas experimentalmente.

LA RADIACIÓN CÓSMICA DE FONDO

Una importante predicción que se desprende de este mecanismo de formación del helio en el universo es la existencia de una radiación de fondo. Acompañando a los protones y neutrones en ese gas a alta temperatura que era el universo recién formado, existían fotones (luz) en equilibrio térmico. La temperatura de esta radiación es la misma del gas de partículas hasta el momento en el que la radiación y la materia ya no pueden interaccionar (ver: epoca del desacople); es decir cuando el medio se vuelve transparente a la luz. Esto ocurre aproximadamente a los 700 mil años de edad del universo. A partir de este momento toda la radiación existente comienza a propagarse libremente en el universo. Esta radiación se conoce con el nombre de radiación cósmica de fondo (RCF).

En 1948 aparece un artículo de Herman y Alpher en la revista Nature con la predicción de la RCF con una temperatura actual calculada en 5 grados Kelvin. Este valor tan pequeño se debe a que, al expandirse el universo, la temperatura de la RCF debe disminuir en igual proporción. La teoría también predice los atributos de la RCF. Debido a que la radiación de fondo se desprendió de un gas en equilibrio térmico ésta debe tener la distribución espectral característica de los cuerpos en equilibrio termodinámico. Tal radiación fue estudiada por el físico alemán Max Plank (1858 – 1938) quien explicó en el año 1900 la forma de su espectro, mediante el principio de cuantización de la energía. Según Plank, el espectro de la radiación emitida por un cuerpo en equilibrio térmico tiene una distribución en frecuencias caracterizada únicamente por un parámetro: su temperatura. Los físicos identifican este tipo de radiación con el nombre de radiación de cuerpo negro. En síntesis, la RCF debe manifestarse como radiación de cuerpo negro con una temperatura aproximada de 3 grados Kelvin.

Otra importante característica de la RCF debe ser la aparición de pequeñas variaciones dependiendo de la dirección de observación. Deben existir algunas regiones con temperatura ligeramente mayor y otras con temperatura algo menor que el valor promedio. La aparición de anisotropías en la RCF se debe a que antes de la época del desacople de la radiación y la materia, debieron desarrollarse en el plasma primordial pequeñas perturbaciones que dieron origen a las galaxias y cúmulos de galaxias. Como la radiación y la materia estaban en equilibrio térmico durante esa época, cualquier perturbación que pudiera aparecer en la materia debió propagarse también a la componente de radiación.

EL DESCUBRIMIENTO DE LA RADIACIÓN CÓSMICA DE FONDO

Los radioastrónomos norteamericanos Arno Penzias y Robert Wilson, en 1964, mientras hacían mediciones del ruido emitido por la atmósfera a frecuencias correspondientes a microondas, se dieron cuenta de que existía una componente residual de la señal de ruido en sus receptores que no dependía de la dirección a la cual apuntaban su antena. La intensidad de la señal de ruido detectada correspondía a una temperatura de 3 grados Kelvin. Así fue como Penzias y Wilson, quienes recibieron el premio Nobel en 1978, con su hallazgo fortuito descubrieron la radiación cósmica de fondo.

Las ondas recogidas por la antena de Penzias y Wilson son la señal más remota que nos viene del universo. Esta señal es laradiación electromagnética emitida por el plasma caliente que era el universo cuando éste tenía solo 700 mil años de existencia. Por eso se dice que la radiación de fondo es una fotografía del universo primigenio. Veinticuatro años más tarde, los instrumentos a bordo del satélite COBE (Cosmic Background Explorer) de la NASA, demostraron que la RCF efectivamente es radiación de cuerpo negro a 2.7 grados Kelvin y descubrieron la presencia de anisotropías a un nivel de una parte en 100 mil. Es decir, la temperatura de la RCF exhibe pequeñas desviaciones de su valor medio, tal como se espera del modelo de formación de galaxias y cúmulos por colapso gravitacional. Los hallazgos del COBE fueron inmediatamente comprobados por un experimento de la Universidad de British Columbia (Canada) usando un cohete, e independientemente por el experimento CMB de Tenerife, una colaboración Anglo-Española con base en el observatorio de Canarias (España).

Más adelante surgieron tecnologías nuevas que han permitido hacer observaciones desde globos, multiplicando el número de mediciones precisas de la RCF. Con más de una docena de experimentos (tales como FIRS, TEN, MAX, PYTH, ARGO, OVRO, ATCA, MSAM, SASK, etc) generando datos precisos de la RCF la cosmología experimental queda firmemente establecida. Se esperan avances significativos con los proyectos PLANK de la Agencia Espacial Europea y MAP de la NASA, los cuales planean poner en órbita plataformas satelitales con sofisticados instrumentos para medir las anisotropías de la RCF con una precisión sin precedentes.

MODELOS COSMOLÓGICOS ALTERNATIVOS

Existe un modelo alternativo del universo, elaborado en 1948 por Fred Hoyle, sir Herman Bondi y Thomas Gold (modelo estacionario), según el cual el universo es infinito y no tuvo comienzo. Este modelo implica que el universo es homogéneo no solamente en el espacio sino también en el tiempo. Al aceptar un comienzo ya estamos de alguna manera introduciendo una asimetría en el tiempo, un antes y un después que rompe la homogeneidad del universo en el tiempo. La expansión del universo observada por Hubble fue explicada dentro del modelo como el efecto de generación espontánea de materia que necesita de un espacio siempre en expansión para poder albergar esta materia nueva. La radiación de fondo no pudo ser explicada dentro de este modelo, y cuando ésta fue descubierta, los proponentes del modelo lo abandonaron.

Un grupo de cosmólogos, entre ellos personajes tan destacados como Halton Arp, Geoffrey Burbidge, Fred Hoyle y Jayant V. Narlikar, han reciclado el modelo estacionario original modificándolo para permitir ciclos de expansión y contracción compatibles con la ley de Hubble y proponiendo explicaciones alternativas a las observaciones que sirven de evidencia al Big Bang: La nucleosíntesis de los elementos primordiales no ocurre a los tres minutos del Big Bang sino en los núcleos estelares, el alto corrimiento hacia el rojo observado en los cuasares no es de origen cosmológico sino consecuencia de una propiedad intrínseca de éstos, y el espectro de cuerpo negro de la radiación cósmica de fondo no se debe al equilibrio termodinámico existente en el Big Bang antes de la época del desacople sino al equilibrio térmico con granos exóticos de polvo. La teoría del Big Bang no está acabada y aún presenta algunos huecos. Las críticas al modelo son favorables en cuanto permiten refinar los argumentos que lo sustentan, desafortunadamente las propuestas del modelo alternativo cuasi- estacionario introducen más inconsistencias de las que desean resolver. Al final los prejuicios filosóficos tendrán que ceder ante los resultados de las observaciones, y únicamente sobrevivirán los modelos que pasen esta prueba.

EL EVOLUCIONISMO RADICAL[122]

Atls Desde el punto de vista puramente científico, la doctrina de Darwin, se puede resumir en dos proposiciones básicas:

El principio de la variación casual, afirma que entre los individuos de la misma especia se producen mutaciones no programadas y no dirigidas de los caracteres morfológicos, fisiológicos y del comportamiento; estas particularidades individuales son en parte hereditarias.

El principio de la selección afirma que los animales de todas las especies tienen tendencia a reproducirse según una progresión geométrica, pero la escasez de recursos disponibles impone una lucha por la vida con efectos selectivos. Esto determina la muerte de los individuos con variaciones individuales menos eficientes mientras que, por el contrario, los más aptos tienen a su alcance más posibilidades, de reproducirse y transmitir a sus descendientes sus propias características hereditarias a lo largo de muchas generaciones las variaciones especialmente adecuadas al ambiente se convierten en patrimonio de toda la especie( sencilla mente por que los individuos no están dotados de ellas acabando muriendo), determinando de este modo la evolución.

La teoría de la evolución se basa en la idea de que la naturaleza, como la humanidad, tiene una historia. Esto hace posible describir su desarrollo a través de árboles genealógicos. En realidad, el modelo del árbol no fue introducido por Darwin, sino por E. Haeckel en su morfología general de los organismos (1866).

En el otro bando de la contienda, se encuentra el evolucionismo radical. Sus defensores han visto en las teorías evolucionistas la prueba científica de que no es admisible la creación. El origen del universo y del hombre se explican sin necesidad de recurrir a la existencia de un Dios creador, noción que ha sido superada por el avance científico. El hombre no es más que un producto de la evolución al azar de la materia, y los valores humanos son algo casual y relativo, ya que están en función de las condiciones en que se ha realizado dicha evolución material. Con estos presupuestos, las iniciativas jurídicas y educativas de los creacionistas han sido contrarrestadas directa y contundentemente por los defensores del evolucionismo. Por ejemplo, el Dr. Wayne Moyer, director ejecutivo de la Asociación Americana de Profesores de Biología, ha hecho un llamamiento a los profesores universitarios para que ayuden a los maestros a oponerse al intento de introducir en las clases de Biología una "teología disfrazada de ciencia".

Pero, debemos plantear esta polémica en sus justos términos. La realidad es que la evolución como hecho científico y la creación divina se encuentran en dos planos diferentes: no existe la alternativa evolución-creación, como si se tratara de dos posturas entre las que hubiera que elegir. Se puede admitir la existencia de la evolución y, al mismo tiempo, de la creación divina. Si el hecho de la evolución es un problema que ha de abordarse mediante los conocimientos científico-experimentales, la necesidad de la creación divina responde a razonamientos metafísicos. En sentido estricto, creación significa "la producción de algo a partir de la nada". En ningún proceso natural se puede dar una creación propiamente dicha: los seres naturales, desde las piedras hasta el hombre, sólo pueden actuar transformando algo que ya existe. La naturaleza no puede ser creativa en sentido absoluto.

El hecho de la creación, así entendido, no choca con la posibilidad de que unos seres surgieran a partir de otros. Evolución y creación divina no son necesariamente, por tanto, términos contradictorios. Podría haber una evolución dentro de la realidad creada, de tal manera que, quien sostenga el evolucionismo, no tiene motivo alguno para negar la creación. Dicha creación es necesaria, tanto si hubiera evolución como si no, pues se requiere para dar razón de lo que existe, mientras que la evolución sólo se refiere a transformaciones entre seres ya existentes. En este sentido, la evolución presupone la creación.

Pero es que, además, quien admite la creación así entendida, tiene una libertad total para admitir cualquier teoría científica. Quien no admita la creación, necesariamente deberá admitir que todo lo que existe actualmente proviene de otros seres, y éstos provienen de otros, y así sucesiva e indefinidamente, de manera que todos y cada uno de los seres que existen deben tener un origen trazado por la evolución. Aunque pueda resultar paradójico, es el evolucionista radical quien viola las exigencias de rigor del método científico, pues se ve forzado a admitir unas hipótesis que no pertenecen al ámbito científico, y deberá admitirlas aunque no pueden probarse.

No hay, por tanto, necesidad de plantear ningún conflicto entre ciencia y religión. Esto es lo que postulan, al menos, destacados científicos evolucionistas. John McIntyre, profesor de Física en la Universidad de Texas, confiesa la frustración que experimenta por el hecho de que los "antievolucionistas" hayan usurpado el término "creacionismo", e insiste en que es del todo posible conciliar las creencias cristianas en un Dios creador con la idea de que la vida haya evolucionado a través del tiempo. Por su parte, el paleontólogo neodarwinista G. G. Simpson, asegura:

"Ningún credo, salvo el de las fanáticas sectas fundamentalistas -que son una minoría protestante en EE.UU.-, reconoce por dogma el rechazo de la evolución. Muchos profesores, religiosos y laicos, la aceptan, en cambio, como un hecho. Y muchos evolucionistas son hombres de profunda fe. Además, los evolucionistas pueden ser también creacionistas".

Y Martin Gardner, colaborador habitual de la revista Investigación y Ciencia, creador de juegos matemáticos y autor de libros de divulgación científica de calidad, sostiene: "No conozco ningún teólogo protestante o católico fuera de los círculos fundamentalistas que no haya aceptado el hecho de la evolución, aunque puede que insistan en que Dios ha dirigido el proceso e infundido el alma a los primeros seres humanos".

Por lo que hace a la polémica, el panorama no es muy halagüeño. Sin embargo, queda la esperanza de que se impongan los análisis serenos. El creacionismo científico y el evolucionismo radical se alimentan mutuamente. Hoy por hoy, el evolucionismo radical parece el contrincante más fuerte: su poder y difusión están aliados con una mentalidad pragmatista muy extendida, en la que la ciencia es para muchos la única fuente de la verdad. La batalla no tendrá final, mientras no se disipe el error en que incurren ambas posturas con sus extrapolaciones. Porque ni la Biblia contiene datos científicos desconocidos en la época en que fue escrita, ni tampoco es legítimo ni científico negar lo que no se alcanza mediante la ciencia.

Existen dos parcelas autónomas del saber humano -Filosofía y Ciencia- que no se pueden trasvasar sin caer en extrapolaciones inadmisibles o en una peligrosa pirueta conceptual. El problema desaparece cuando se advierte que evolución y creación divina se encuentran en planos distintos y, por lo tanto, no se excluyen mutuamente, aunque haya un tipo de "evolucionismo" que es incompatible con la admisión de la creación y un tipo de "creacionismo" que es incompatible con la aceptación de la evolución.

NUCLEO IX:

Filosofía de la historia

DEFINICION[123]

La filosofía de la historia es la rama de la filosofía que estudia el desarrollo y las formas en las cuales los seres humanos crean la historia. Puede, en algunos casos, especular con la existencia de un fin u objetivo teleológico de la historia, o sea, preguntarse si hay un diseño, propósito, principio director o finalidad en el proceso de creación de la historia.

Las preguntas sobre las cuales trabaja la filosofía de la historia son diversas y complejas. Algunas de ellas podrían ser: ¿Cuál es el sujeto propio del estudio del pasado humano?, ¿Es el individuo?, ¿Son las organizaciones sociales, la cultura, o acaso la especie humana por entero? Yendo aún más allá de estas preguntas clásicas, algunos filósofos modernos han introducido un nuevo concepto, sosteniendo que la historia ha dejado de ser el estudio de unidades, de hechos, pasando a ser el estudio de una compleja totalidad, que comprende no sólo las acciones humanas pasadas y sus consecuencias visibles, sino que incluye un sinnúmero de factores en su contexto, como las relaciones humanas, las corrientes de pensamiento, las motivaciones particulares, y, tal vez el factor más recientemente incorporado y que más ha revolucionado este campo de la filosofía, es el de los pensamientos, acciones, relaciones y motivaciones de aquel individuo que escribe la historia.

No debe confundirse la filosofía de la historia con la historiografía, que es el estudio de la historia en tanto disciplina académica, ni con la historia de la filosofía, que es el estudio del desarrollo de la filosofía a través del tiempo.

EJES DE LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA[124]

  • La naturaleza de la historia: gira en torno a la posibilidad de elaborar un método de lo que podemos llamar ciencias, es decir, es susceptible de plantear problemas capaces de ser resueltos.

  • El objeto de la historia: son las acciones pasadas de los hombres del pasado.

  • El método de la historia: es la interpretación de los testimonios, que le permite al historiador responder y analizar en base a los signos dejados por el pasado.

  • Valor y sentido de la historia: el saber histórico nos permite conocer mejor al ser humano, ya que la mejor forma de conocernos, es estudiando nuestras obras.

HISTORIA DE LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA EN SUS DIVERSAS ETAPAS[125]

La filosofía de la historia nació en el s. XVIII. Tradicionalmente se le atribuye a Voltaire (1694-1778) que fue el primero en acuñar el término para una obra escrita por él en 1765.Voltaire entendía por filosofía de la historia una disciplina crítica, por lo que trata de explicar los acontecimientos pasados por medio de principios razonables con el fin de que la luz de la razón elimine todo el fanatismo y las supersticiones irracionales que había en la historia.

En el s. XIX, Hegel le dio un sentido más amplio a la filosofía de la historia y diferenciado a lo considerado por Voltaire. Él fue el primero en incorporar a la Universidad de Berlín esta disciplina. Para Hegel la filosofía de la historia hay que entenderla como una historia global o universal.

El sentido de la disciplina de la historia sufrirá un cambio en la escuela positivista con Leopold von Ranke. Para él eran el gobierno de las leyes generales y universales que rigen el mundo y que deben ser relatados por la historia como una ciencia empírica.

La respuesta a por qué no surge antes del XVIII esta disciplina es debido a que los filósofos de otras épocas se han centrado en otras cuestiones: en la Antigua Grecia por la física, matemática, etc., en la Edad Media por la teología y más tarde en las ciencias naturales; y finalmente los filósofos sintieron la necesidad de reflexionar sobre la historia en el siglo XVIII, cuyo objeto era el pasado.

La concepción de la filosofía de la historia es inseparable y depende de la concepción de la historia, y por tanto, la comprensión del objeto está condicionada por la interpretación que hace la filosofía de la historia. Tuvo una interpretación ilustrada, resultado de una concepción renacentista de la historia, que a su vez es el precipitado de fenómenos de la Antigüedad y el Medievo.

Para los griegos, la historia es conocimiento que se transmite mediante investigación, no por transmisión antiquísima, como el mito. Es investigación, indagación, interrogatorio de un testigo ocular, y el resultado de dicho interrogatorio. Etimológicamente:

?st??, (histor) es un testigo árbitro que puede actuar como juez y puede aclarar lo que ocurrió.

?st??e?, (historeo) es el verbo que significa investigar, indagar, por lo que semánticamente significa indagación.

Y ha pasado el término a la mayoría de las lenguas occidentales a partir del latín historiae.

Los romanos entendían la historia igual que los griegos, como demuestra Tácito, que utilizó el término historiae cuando hablaba de la época que él mismo había vivido y las que son anteriores a él, y no puede observar personalmente. Los llama Annales, por lo que no representaba la narración de hecho del pasado. En la época romana se emplearon annales y crónicas.

En la Edad Media, historiae, serán los hechos sagrados expuestos en la Biblia y la hagiografía.

En el Renacimiento se establecen las bases para elaborar un tipo homogéneo de literatura histórica que se le puede llamar historia. En esa época es cuando la historia se abre a los sucesos del pasado y surge el germen de la historia científica.

A partir de ese momento se desarrollará un criticismo ingente de la historia, sobre todo en el s. XVIII, donde se entenderá la historia de dos formas:

  • Por un lado a los acontecimientos hechos por el hombre (res gestae);

  • y el reconocimiento mental de estos, cognitio (res memoria).

Para ellos no sólo existe la realidad histórica sino el conocimiento o estudio de dicha realidad, es decir, la historia se convirtió en ciencia.

A partir de esta doble concepción, la historia planteó dos problemas a la filosofía: uno de tipo ontológico y otro epistemológico.

  • En el plano ontológico: Se propone analizar detenidamente cada una de las situaciones surgidas en torno al ser, partiendo de sus causas, desarrollo y su finalidad, todo ello gracias al interés de descubrirse, encontrarse y conocerse.

  • Problemas epistemológicos: son los problemas planteados por la historia en cuanto a un modo de ciencia. Un ejemplo sería el de aclarar si la historia es un conocimiento inmediato o no. El conocimiento histórico es ideográfico. Las leyes de la naturaleza rigen también la historia. También se crearon categorías históricas y se planteaba qué tipo de verdad es la verdad del conocimiento histórico.

La filosofía del conocimiento histórico se ocupará por tanto de la realidad histórica (res gestae) y la historiografía (res memoria).

FILOSOFÍA CRÍTICA DE LA HISTORIA

La filosofía crítica de la historia, es decir la epistemología del conocimiento histórico, puede remontarse a finales del siglo XIX y ha estado denominada por el paradigma de las ciencias naturales. Quienes se sitúan en la tradición positiva, neo-positiva y pos-positivista, en consonancia de la idea de la unidad de la ciencia, creen que conocer el pasado histórico es explicar eventos causalmente y que todas las explicaciones causales son en última instancia del mismo tipo.

Explicar eventos humanos es derivarlos de leyes, que pueden ser sociales, psicológicos y, acaso, en último término, biológicas y físicas. En contra de este reduccionismo, los neo-kantianos y Dilthey aducían que la historia, como otras disciplinas humanísticas, sigue sus propias leyes irreductibles. Se ocupa de eventos o desarrollos particulares por si mismos, no como instancias de leyes generales, y su objetivo es entender más que explicar las acciones humanas.

La comparación con las ciencias naturales, y el debate entre reduccionistas y anti-reduccionistas también dominaron otras cuestiones: ¿Puede y tendría la historia que ser objetiva y libre de valoraciones, como se supone que es la ciencia? ¿Cuál es la significación de que los historiadores nunca pueden percibir los eventos que les interesa por estar siempre en el pasado? ¿No están limitados por su punto de vista y su lugar en la historia, de un modo desconocido para los científicos?

Algunos positivistas se inclinaban a excluir la historia de la ciencia en vez de convertirla en una, relegándola a la literatura, porque nunca podría satisfacer las exigencias de objetividad y explicación genuina; fueron frecuentemente los anti-positivistas quienes defendieron la legitimidad cognitiva de nuestro conocimiento del pasado.

En conclusión podemos afirmar que la historia siempre va a tener un sentido, un juicio y una finalidad de acuerdo a quien la cuente, ya que esta es subjetiva y deja una memoria diferente en cada individuo que vivió el acontecimiento.

HISTORIA[126]

La podemos definir como investigación, análisis, descripción y narración, ordenada, geográfica y cronológicamente de los hechos humanos que han sido trascendentes en la formación de las naciones, y de los conceptos universales relativos a la Política y, en general, a toda la sociedad. Se plantea que el conocimiento de la historia es fundamental para la previsión del futuro de la humanidad, puesto que el conocimiento de los hechos pasados, sus causas y consecuencias, permite prever errores con base en la experiencia

"Si no hay historia que no sea historia de personas, parece que toda historia es biografía. Hay un pobre concepto de la biografía entre los historiadores y entre los filósofos de la historia. Se plantea el problema de si hay historia de lo que no es persona. En la medida en que la vida y la verdad se identifican, sólo cabe experiencia histórica en la vida de las personas. Pero se hace historia de la producción de las personas, de las instituciones, de la cultura, de la religión. Es decir, ¿Puede hablarse de historia objetiva? ¿Qué es la objetividad en la historia? El conocimiento verdadero es comunión, por tanto no puede ver conocimiento verdadero de la historia a partir del desajuste del sujeto con el objeto. La historia objetiva parte de ese desajuste.

LA HISTORIA COMO REALIDAD

¿Cómo denominar en particular la investigación sobre el acaecer real histórico? La comprensión del curso secular de la historia concreta no suelen explicarla los historiadores aunque la ejercen. Ellos presuponen una interpretación de la realidad histórica; adoptan implícitamente una teoría de la historia que podría también llamarse filosofía de la historia. Muchos filósofos se resisten a dar ese nombre a la disciplina que estudiaría el trasfondo de los hechos históricos, la realidad histórica latente; y ello porque piensan que la expresión se halla cargada de apriorismos idealistas o positivistas, de modo que el filósofo de la historia se configuraría como un monstruo, mitad filosofo y mitad historiador.

Podemos decir que la historia siempre va no solamente a narrar una realidad, sino que va a dar un juicio acerca del hombre en ese tiempo, por lo que cabe decir que el hombre es dado muchas veces a dejar unas huellas en la historia, cosa que la historia llama fuentes.

FUENTES DE LA HISTORIA

Es todo testimonio del pasado: desde una estela funeraria, un documento o un testimonio oral o escrito de los que vivieron ese presente. Parece que las fuentes son objetos en la medida en que las fuentes sean objetos, son objetos de conceptos y no de experiencia. Es preciso recuperar la experiencia de la identidad del pasado. Pero a la vez parece imposible experimentar el pasado. Luego toda fuente es una llamada a la experiencia del presente. La fuente es fuente en cuanto presente. Así, por ejemplo cuando examinamos intuitivamente un diploma medieval, produce unas convergencias de experiencias presentes.

Todas las fuentes deben converger en el establecimiento de una experiencia presente. Esa experiencia es todo lo que podemos saber del pasado. Así, por ejemplo la vida cristiana autentica es en sí mismo el conocimiento histórico más directo de la historia de Jesús. Lo que haya sido historia de Jesús, fuera del presente, de todo presente, no es historia de Jesús.

Se plantea el problema de si estamos distinguiendo entre historia en sí y para nosotros. En absoluto, sólo hay una historia y esta es la historia para nosotros. Pero esto no da pie al relativismo, a una hermenéutica arbitraria, al historicismo. Sólo quiere decir que lo que no está presente no tiene ciencia de pasado. De la manera de estar presente la historia, hay un modo de pasado en el presente y un modo de futuro en el presente. Nunca hay presencia del presente.

HISTORICIDAD

Es un término usado en la tradición fenomenológica y hermenéutica de Dilthey y Husserl a Heidegger y Gadamer para indicar una característica esencial de la existencia humana. Las personas no están meramente en la historia, su pasado, incluido su pasado social, figuran en su concepción de sí mismas y de sus posibilidades futuras. Cierta conciencia del pasado es así parte constitutiva del Yo, previa a la trasformación en una disciplina cognitiva.

Estructura Universal de la historia

La historia era también el matadero en que habían sido sacrificadas la felicidad de pueblos, la sabiduría de estados y la virtud de individuos. Todo en aras de la libertad. Hegel insistía en que la idea de la libertad era la naturaleza del espíritu y la finalidad última de la historia. La razón dirigía el mundo y la historia universal. El salvajismo y la voluntad selvática están colocados fuera del escenario de la historia universal.

Hegel era partidario de la doctrina de los héroes, que les reconoce un poder directivo sobre las multitudes. Tomás Carlyle, su contemporáneo, con los héroes y el culto de los héroes había difundido iguales conceptos. Los héroes de una era, decía Hegel, deben ser admitidos como clarividentes. Ellos eran seguidos por las multitudes. Eran los administradores del espíritu universal. No eran felices, morían jóvenes, como Alejandro, o asesinados, como Cesar, o exiliado, como Napoleón. Sentían la mordedura de la envidia. Los envidiosos los acusaban de Megalómanos. El dicho de que "para una ayuda de cámara no existía ningún héroe no significaba que el héroe no fuese héroe sino que la ayuda de cámara era su sirviente". Estos los nivelaban a su propia estatura moral o unos escalones más abajo.

TIEMPO Y DURACIÓN[127]

El tiempo es un modo de ser sucesivo. Solo tienen tiempo las realidades capaces de mutación sucesiva; no toda realidad, por serlo, es temporal. El tiempo no es lo primario, sino que está determinado por el ser de las cosas. También el ser humano es temporal: pero lo es asumiendo- al menos de cierta perspectiva- el tiempo, no consumiéndose totalmente en él.

La experiencia del tiempo es la de una duración, de una permanencia en el existir sucesivo y cambiante. Sin cambio o sucesión no hay tiempo. Sin permanencia de la cosa en su actualidad tampoco. El tiempo humano no es la duración, sino un tipo de duración.

La duración es la permanencia de una cosa en la existencia, en su actualidad primera: una cosa dura, en tanto que está en acto. Cuando la cosa pierde su acto, pasa a ser otra cosa. El acto primero de la cosa que dura es el ser o la existencia. Y la duración conviene a las cosas, de la misma manera que les conviene la existencia, es decir según estén en acto.

OBJETIVIDAD HISTÓRICA

Aquí nos interesa la verdad de los hechos, su identidad, lo que implica relación con el sujeto. Se entiende por sujeto de la historia, aquel que la hace, su protagonista, es decir la causa determinante en el orden histórico, del hecho y del objeto. De alguna manera es sujeto el filósofo y el historiador que debe conocer la verdad de la historia. El protagonista de la historia con frecuencia la desconoce: su historia le desborda y sus propios hechos le trascienden. Por ejemplo: Abrahán no conoció su infinita descendencia. Por tanto, el hombre como sujeto de la historia es sólo causa segunda de la misma. El historiador, sin ser en modo alguno causante, debe ser mejor conocedor de los sucesos. De alguna manera, se coloca sub specie aeterni, en una sinopsis en donde se intenta captar la verdad total de lo sucedido.

Si el historiador carece de protagonismo histórico, es sin embargo el sujeto de la objetividad histórica, pues el protagonista carece de perspectiva. Dios es el sujeto primero y último, tanto en el orden del protagonismo como en el orden de la ciencia histórica. En Dios sólo es posible la absoluta objetividad. El protagonista y el historiador, no obstante, participan de la objetividad divina; el protagonista humano porque sin él no habría en absoluto historia, el historiador porque sin él la historia carecería de objetividad para los hombres.

La objetividad histórica consiste en un saber de las causas y en un saber de los efectos. La construcción de una mastaba o tumba tiene objetividad para nosotros en cuanto, descubierta, reconstruida o restaurada, conocido su sentido – "finis operis", "finis operantis"- y su constructor, no tanto el arquitecto como quien lo mandó edificar. Decimos que tenemos un conocimiento objetivo de la mastaba, ésta es su verdad histórica para nosotros; por tanto, el objeto histórico nunca es objetivo sin referencia al sujeto, sin una especie de reducción trascendental, en este caso trascendente al hombre.

Se plantea el problema de que la historia aparece como un despliegue de fuentes, testimonios, sucesos, objetos técnicas, decir más como una historia del hombre que la produjo. En todo caso, en el mejor de los casos, él aparece como un concepto, la humanidad, con el que es fácil operar. Así en prehistoria se dice que hay una proporción directa de la capacidad craneal de los yacimientos antropoides, el desarrollo de la mano y los utensilios encontrados en esos yacimientos. El sujeto histórico queda objetivado en función del instrumento y del objeto.

En este sentido, la historia objetiva, la historia de la cultura y de la civilización es una historia invertida. No es el producto lo que más debe interesar como último fin, sino como medio para conocer al hombre que le produjo. No es la capacidad craneal del antropoide el último fin, sino su función espiritual, es decir su personalidad.

SENTIDO Y FIN DE LA HISTORIA

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