Utilización de una variedad de modelos.
Mastery, Negativo, Automodelado, Simple.
Graduación y jerarquización del
proceso de modelado. Descomposición de conductas
complejas en otras más simples, que faciliten y
aseguren el aprendizaje.
Utilización de estrategias de aprendizaje que
favorezcan el proceso de asimilación.
Utilización de resúmenes explicativos (cliente
o terapeuta), repetición de las claves esenciales,
eliminación de estímulos distractores (ruido,
ansiedad) o utilización de instrucciones
específicas antes-durante-después del
modelado.
Programación de reforzadores para la conducta
del modelo. La ejecución de la conducta deseada, por
parte del modelo, es reforzada
sistemáticamente.
b) Principios del Ensayo Conducta.
Semejanza entre la práctica programada y el
medio natural del cliente.Repetición y variedad de las situaciones de
entrenamiento.Práctica programada en el medio natural del
cliente.Utilización de medios de inducción
frente a conductas de especial dificultad. Por ejemplo a
través de la utilización de guías
físicas o verbales, apoyo y consejo, práctica
repetida por fragmentos de conducta, aumento progresivo del
tiempo / dificultad / riesgo de la práctica o la
utilización de técnicas complementarias como el
encadenamiento y moldeamiento.Programación de reforzadores efectivos en el
medio natural del cliente.
c) Principios de la Retroalimentación.
Retroalimentación Específica. Evitar
las generalidades, ambigüedades y la extensión
excesiva. Feedback claro, corto, conciso y
concreto.Retroalimentación Conductual. Centrarse en
los aspectos conductuales del ensayo de conducta, por encima
de las valoraciones personales.Retroalimentación Comprensible. Adaptarse al
propio lenguaje del cliente, limitando la jerga
técnica y la complejidad innecesaria y
superflua.Retroalimentación Positiva. Limitar la
crítica innecesaria y alentar los pequeños
progresos y los esfuerzos por cambiar.Retroalimentación Flexible.
Utilización de otras formas de feedback, como la
grabación en vídeo, para no depender, en
exclusiva, de la retroalimentación verbal.
ÁMBITOS DE APLICACIÓN DEL
MODELADO
En algunos momentos, el modelado se aplica como
única estrategia terapéutica para ayudar al cliente
a adquirir respuestas o a extinguir temores. En otras
circunstancias, el modelado es un componente de una estrategia de
intervención global (Muñoz y Bermejo, 2001; Cormier
y Cormier, 1994)
En los últimos años son numerosas el
número de aplicaciones con éxito de estrategias de
intervención basadas en el modelado en el campo de la
psicología de la salud y la psicoterapia. Algunas de las
más significativas son las siguientes:
1. Muchas de las aplicaciones clínicas
de los principios del modelado entran en la categoría
de efectos desinhibitorios. La conductas inhibidas por el
miedo o la ansiedad, como sucede en el caso de las fobias,
han sido tratadas con éxito haciendo que los
individuos fóbicos sean testigos de que los modelos
llevan a cabo estas conductas temidas y experimentan
consecuencias positivas (Bandura,1971).2. El uso de los efectos inhibitorios del
modelado también ha recibido una significativa
atención en situaciones clínicas. Los clientes
que manifiestan conductas excesivas desaprobadas socialmente
(p.ej. alcohólicos o delincuentes con dificultades
para controlar su conducta) pueden fortalecer sus propias
inhibiciones frente a estas conductas observando a un modelo
que experimenta consecuencias negativas por realizar esas
mismas acciones (Bandura, 1971).3. En contextos clínicos el modelado ha
sido utilizado en el tratamiento de conductas inhibidas por
el miedo o la ansiedad. El estudio clásico de Bandura,
Blanchard y Ritter recoge una aplicación realizada con
éxito de las técnicas de modelado al
tratamiento de la fobia a las serpientes. Los sujetos de este
estudio fueron divididos en tres grupos de tratamiento y uno
de control. Las tres estrategias de tratamiento escogidas
fueron: Modelado simbólico, modelado en vivo con
participación dirigida y un tratamiento clásico
basado en la desensibilización sistemática. Los
resultados de este estudio mostraron que los dos grupos de
modelado eran superiores al de sensibilización, y que
el de modelado participante era incluso mejor que el grupo
cuya estrategia de tratamiento se basaba en la
utilización del modelado simbólico (Kanfer y
Goldstein,1987)4. El modelado es una técnica efectiva
para la modificación de conducta de personas de todas
la edades (niños, adolescentes y adultos),de muchos
tipos (normal, delincuente, retrasado, psicótico) y
con muchos problemas diferentes (miedos, déficits de
conducta, excesos de conducta).El modelado puede resultar
igualmente efectivo con los propios profesionales y
paraprofesionales que se ocupan de ayudar a los demás
a cambiar su propio comportamiento (psicoterapeutas,
enfermeras o asistentes sociales).El entrenamiento de este
tipo de profesionales ha utilizado con éxito ejemplos
de la conducta deseada -modelado simbólico- y
demostraciones de la conducta en cuestión -modelado
conductual- (Kanfer y Goldstein,1987).5. El modelado se ha mostrado efectivo para la
reinstalación en adultos psicóticos de
conductas ya existentes con anterioridad en su repertorio
como las habilidades de autocuidado y el lenguaje o para la
promoción de conductas prosociales y altruistas
(Otero-López y cols., 1994).6. El modelado participante se ha mostrado
especialmente eficaz para el afrontamiento de situaciones
generadoras de ansiedad. El modelado participante favorece el
logro inmediato de niveles altos de cambio conductual,
actitudinal y de la propia eficacia percibida al manejar
estímulos que producían temor. El modelado
participante en combinación con las auto
verbalizaciones (pensamientos en voz alta) reducían de
forma significativa las fobias específicas.
También se ha aplicado para reducir conductas de
evitación y los sentimientos asociados a situaciones o
actividades que provocan miedo en el sujeto. Con la
utilización de modelado participante con clientes
fóbicos la ejecución satisfactoria de
actividades o situaciones que producen temor ayuda a la
persona a aprender el manejo efectivo de ese tipo de
situaciones. Otras aplicaciones del modelado participante
incluyen a las personas con déficits conductuales o
con falta de destrezas como la comunicación social, la
asertividad o el bienestar físico (Cormier y Cormier,
1994).7. El modelado cognitivo en combinación
con el entrenamiento autoinstructivo ha sido aplicado con
éxito para entrenar a esquizofrénicos
hospitalizados a modificar sus pensamientos, atención
y conducta verbal -autoverbalización- mientras
ejecutaban tareas (Cormier y Cormier, 1994).8. El modelado se aplica en los problemas
fóbicos, por sus efectos desinhibitorios, dentro del
campo de la psicología de la Salud en aspectos como la
reducción de los miedos a las intervenciones
quirúrgicas o los tratamientos odontológicos
(Ortigosa y cols., 1996).9. En el ámbito de la salud, el modelado
es utilizado para inhibir hábitos insanos, como por
ejemplo en los programas de prevención de
drogodependencias (Fraga y cols, 1996), así como en
numerosos programas de prevención de problemas de
salud, en el tratamiento psicológico de los pacientes
afectados por diversos problemas médicos y en la
preparación para intervenciones médicas
dolorosas (Muñoz y Bermejo, 2001).10. El modelado es una estrategia fundamental
dentro del paquete de técnicas comúnmente
utilizadas en Modificación de Conducta para el
entrenamiento de las habilidades sociales y la asertividad
(Caballo, 1993; Gavino 1997).Las técnicas o
componentes fundamentales empleados en el entrenamiento de
las habilidades sociales y la asertividad son; 1)
Instrucciones; 2) Modelado; 3) Ensayo de conducta; 4)
Reforzamiento positivo; y, 5) Retroalimentación
(Olivares y Méndez, 1998). De igual forma, el modelado
constituye un eslabón fundamental en los
entrenamientos en inoculación al estrés,
aplicables frente a una gran variedad de trastornos
(Muñoz y Bermejo, 2001).
Conclusiones
Los miedos son útiles para el crecimiento
infantil y se han de convertir en aliados de los niños.
Frecuentemente, la solución más sencilla suele ser
la más eficaz. Los niños tienen una visión
muy diferente a la de los adultos. Si nos ponemos en su piel, nos
será más fácil ayudarlos a superar sus
miedos y que se hagan sus amigos.
El juego, los disfraces y la fantasía son
indispensables para que los niños lleguen a dominar sus
temores. En su mundo imaginario los niños se atreven a
matar sus propios fantasmas y a los monstruos que inventan en sus
dibujos o leen en los cuentos.
Los miedos impulsan a nuestros más
pequeños a inventar, a descubrir, a plantear estrategias
y, sobre todo, a ser prudentes. Para vencerlos, es necesario
primero reconocerlos y aceptarlos.
No tenemos que asustarnos porque los niños tengan
miedo, sino porque no sepan utilizarlo. El miedo es una de
nuestras mejores armas defensivas. Sólo hay que saber
escucharlo y convertirlo en nuestro mejor aliado.
También debemos tener claro que la fobia es una
etiqueta verbal difícil de distinguir del miedo
clásico o de la ansiedad, y la hemos de diferenciar del
pánico o de otros tipos de miedos. Según el Manual
de Diagnostico Diferencial DSM-IV-TR, las fobias se caracterizan
por crisis de ansiedad recurrentes e inesperadas que preceden a
la evitación del objeto, animal o cosa que las ocasiona.
Las reacciones fisiológicas son muy aparatosas en los
niños, que lloran hasta que se quedan sin
respiración, casi se ahogan, el pulso se acelera,
etc.
Cuando los miedos infantiles dejan de ser transitorios
hablamos de fobias. Las fobias son una forma especial de miedo
que responde a las siguientes características:
Ser desproporcionadas a la situación que
desencadena la respuesta de miedo y/o estar relacionadas con
estímulos que no son objetivamente
peligrosos.No poder ser eliminadas racionalmente.
Estar más allá del control
voluntario.No ser específicas de una edad
determinada.Ser de larga duración.
Interferir considerablemente en la vida cotidiana
del niño en función de las respuestas de
evitación.Las fobias infantiles suelen aparecer con más
frecuencia entre los 4 y 8 años.
Las fobias específicas pueden interferir de una
forma considerable en la vida cotidiana del niño. Su
pronóstico es que tienden a remitir espontáneamente
con el paso del tiempo en períodos que oscilan entre 1 y 4
años. Algunos ejemplos son: la fobia a la oscuridad, la
fobia a los perros o la fobia a los médicos. La fobia a la
oscuridad puede producir una fuerte ansiedad por la noche en el
momento de ir a la cama, así como rabietas y negativas a
dormir fuera de casa. La fobia a los perros puede llevar al
niño a utilizar caminos más largos o rodeos
innecesarios para llegar a casa o al colegio. La fobia a los
médicos puede impedir los controles preventivos,
así como dificultar la administración de
tratamientos beneficiosos.
La fobia escolar se refiere al rechazo prolongado que un
niño experimenta a acudir a la escuela por algún
tipo de miedo relacionado con la situación escolar. Es
poco frecuente y tiende a darse entre 3-4 años o bien,
11-12 años. Afecta a un mayor número de
niños que de niñas. Su comienzo en niños
pequeños es repentino mientras que en mayores y
adolescentes es más gradual, de carácter más
intenso y grave y con peor pronóstico. Desde una
perspectiva clínica, la fobia a la escuela viene precedida
o acompañada habitualmente de síntomas
físicos de ansiedad (taquicardia, trastornos del
sueño, pérdida de apetito, palidez, nauseas,
vómitos, dolor de cabeza) y de una anticipación
cognitiva de consecuencias negativas asociadas a la escuela
así como de una relación muy dependiente con la
madre y de la proliferación de temores
inespecíficos (a la oscuridad, a los ruidos). El resultado
es la conducta de evitación. La fobia escolar está
asociada a otros trastornos clínicos, como la
depresión y una baja autoestima. Algunos factores
predisponentes de la fobia escolar son la existencia de
trastornos de ansiedad o de depresión entre los padres,
factores relacionados con la escolaridad como el temor a un
profesor o sucesos vitales negativos como una enfermedad
prolongada o la separación de los padres. En resumen, la
fobia escolar es un fenómeno complejo que puede denotar la
existencia de una fobia específica (temor a ser herido en
los juegos de recreo), de una fobia social (temor a ser
ridiculizado), de un trastorno obsesivo-compulsivo (temor a ser
ensuciado) o de una ansiedad de separación propiamente
dicha.
El trastorno de evitación se caracteriza por la
excesiva evitación del contacto con personas desconocidas
durante un período superior a 6 meses e interfiere en las
relaciones sociales con los compañeros de juego o de
colegio. Todo ello está unido a un claro deseo de afecto y
de aceptación de uno mismo ante los demás. Este
trastorno sólo se diagnostica a partir de 2,5 años
puesto que a una edad más temprana puede tratarse
simplemente del temor evolutivo normal a las personas
extrañas al niño. Estos niños suelen ser
inseguros, tímidos, con poca confianza en sí mismos
y poco asertivos. Como consecuencia de este trastorno, los
niños pueden tener dificultades para adquirir las
habilidades sociales necesarias en el proceso de
adaptación a un ambiente que les resulta a estas edades
enormemente cambiante. El aislamiento social y la
depresión pueden ser las consecuencias de este
trastorno.
Las técnicas terapéuticas más
utilizadas son las mismas que las que se usan en el tratamiento
de los adultos. Más que en aspectos conceptuales, las
diferencias radican en la adaptación del procedimiento a
la edad y a las características del niño. Las
técnicas más frecuentes son las
siguientes:
Técnicas de exposición.
Relajación.
Técnicas de modelado.
Práctica reforzada.
Escenificaciones emotivas.
Técnicas cognitivas como la terapia racional
emotiva.Tratamientos psicofarmacológicos.
La exposición a los estímulos
fóbicos puede hacerse en imaginación o en vivo y
constituye el tratamiento psicológico más eficaz
para hacer frente a las conductas de evitación que
aparecen en las fobias específicas. En niños
menores de 11 años se recomienda no utilizar la
imaginación. También se recomienda esta
técnica en los trastornos obsesivo-compulsivos puesto que
en los casos adultos tiene un gran éxito.
La relajación es un medio de aprender a reducir
la ansiedad inespecífica y obtener control de la mente. Es
una técnica terapéutica útil en la ansiedad
excesiva y la ansiedad de separación. El método
más utilizado es la Relajación progresiva de
Jacobson consistente en tensar y relajar los principales grupos
musculares del cuerpo al tiempo que el sujeto se concentra en las
sensaciones relacionadas con la tensión y
relajación. A pesar de no ser adecuado por debajo de los 8
años, se ha establecido un programa de adaptación
para niños menores de estas edades.
Las técnicas de modelado están
fundamentadas en el papel tan importante que desempeña en
el aprendizaje, facilitación y modificación de
conductas, la observación en un modelo de comportamientos
adecuados por parte de un observador.
La práctica reforzada está enfocada en la
adquisición de conductas nuevas adaptativas más que
en la eliminación de las respuestas de ansiedad. La
terapia tiende a hacer perder al estímulo su valor
ansiógeno enseñando a la persona una nueva conducta
que le permita hacer frente a la situación lo más
eficazmente posible. Está indicada en el tratamiento de la
fobia escolar y el trastorno de evitación.
Las escenificaciones emotivas son la combinación
de la exposición en vivo, el modelado participante y la
práctica reforzada. Con esta aplicación conjunta se
trata de potenciar los resultados terapéuticos que se
pueden obtener con cada uno de ellos por separado. Muy
útil para tratar fobias específicas en niños
muy pequeños.
Las preocupaciones de un niño pueden derivar del
modo, no siempre correcto, en que percibe la realidad y de los
recursos que cree disponibles para afrontarla. Los pensamientos
generados pueden guiar la conducta e incluso las emociones del
niño. Si están distorsionados, pueden dar lugar a
pensamientos negativos muy a menudo presentes en los niños
con trastornos de ansiedad. De ahí la utilización
de las técnicas cognitivas para su tratamiento puesto que
con ellas podemos conseguir modificar dichos pensamientos y
sustituirlos por otros más adecuados o adaptativos. Su
utilidad, sin embargo, está limitada a los niños
mayores.
Los psicofármacos son una ayuda complementaria al
tratamiento psicológico y no deben utilizarse en
niños menores de 6 años.
Bibliografía
Caballo V. (1995). Manual de técnicas de terapia
y modificación de la conducta. Tercera edición.
Madrid. Siglo XXI.
Klein S. (1994). Aprendizaje Principios y Aplicaciones.
Madrid. McGraw-Hill.
Moreno I. (1992). Ámbitos de intereses aplicados
en la investigación sobre miedos infantiles. Revista de
Psicología General y Aplicada. 45 (3) 321-330.
Mussen P. (1982) Desarrollo de la personalidad del
niño. Segunda edición. México.
Trillas.
Ollendinck; Hersen (1993). Psicopatología
infantil. Barcelona. Martínez Rocas.
Peña del Agua A. (1995). La importancia de la
edad en la evolución de los miedos infantiles. Revista de
Psicología General y Aplicada. 48(3) 365-375.
Enrique Echeburúa. "Trastornos de ansiedad en la
infancia", Ed. Pirámide.
Ardila, R. (1980). Terapia de conducta: fundamentos,
técnicas y aplicaciones. Bilbao. Desclée de
Brouwer.
Bandura, A. (1982).Teoría del aprendizaje social.
Madrid: Espasa-Calpe.
Cruzado, J. (1995). Técnicas de modelado. En F.J.
Labrador y J.A. Cruzado y M. Muñoz (eds.). Manual de
técnicas de Modificación de terapia de conducta.
Madrid. Pirámide.
Gavino, A. (1997). Técnicas de terapia de
conducta. Barcelona. Martínez Roca.
Vallejo, M, y Ruiz, A. (1993). Manual práctico de
Terapia de Conducta. Madrid. Fundación Universidad
Empresa.
Agras, S. (1989): Pánico. Cómo superar los
miedos, las fobias y la ansiedad. Madrid: Labor.
Alexander, Th., Roodoin, P. y Gorman, B. (1994):
Psicología Evolutiva. Madrid: Pirámide.
Autor:
Lic. Gustavo Juan Proleón
Ponce
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |