Simón
Bolívar
Bolívar, además de haber libertado a sus
propios esclavos, dando el más digno ejemplo, dictó
dos importantes decretos. Primero en Carúpano, al llegar
del exilio haitiano, en cumplimiento de la promesa hecha a
Petión por su extraordinaria ayuda, el 2 de junio de 1816
decreta "la libertad absoluta de los esclavos que han gemido bajo
el yugo español en los tres siglos pasados", e impone a
los nuevos ciudadanos la necesidad de luchar por la
República, por lo que debían alistarse en las filas
patrióticas "todo hombre robusto, desde la edad de catorce
hasta los sesenta años".
La preocupación por cohesionar a los
venezolanos, sin distingos de ninguna naturaleza será una
constante en la actitud de Bolívar. En tal sentido, su
discurso en el Congreso de Angostura es determinante: "… Yo
imploro la confirmación de la libertad absoluta de los
esclavos, como imploraría mi vida, y la vida de la
República", decía en esa oportunidad el 15 de
febrero de 1819.
En los primeros meses de 1817, los
patriotas, encabezados por Manuel Piar, sitiaron la ciudad de
Angostura derrotando a Miguel de la Torre en la batalla de San
Félix. Con este triunfo liberaron gran parte del
territorio de Guayana.Finalmente, Angostura quedó en manos
de los patriotas el 17 de junio de 1817 y desde ese momento,
Guayana se convirtió en capital de la
República.
A partir de 1819, Bolívar cambia su
estrategia militar y decide atacar a los realistas por la
retaguardia, dirigiéndose a los llanos de Arauca y
penetrando en la Nueva Granada por los Llanos de Casanare. De
allí avanzó por el paso de Los Andes a
través del páramo de Pisba para sorprender al
enemigo en el Puerto de Gámeza y más tarde en
Pantano de Vargas.
Después de tantos sacrificios, el
ejército patriota derrotó al realista en
Boyacá con una aplastante victoria que marcó la
liberación de la Nueva Granada y el Libertador
entró triunfante en Bogotá.
En 1820, Simón Bolívar y
Pablo Morillo firman el tratado de Armisticio y
Regularización de la Guerra en la ciudad de Santa Ana de
Trujillo. Esa tregua se rompió en abril de 1821. Las
tropas realistas, al mando de La Torre, se ubicaron en los Valles
de Aragua mientras que los patriotas, al mando del Libertador, se
concentraron en Caracas.
La batalla se decidió a favor del
ejército patriota, gracias a la dirección del
Libertador y la actuación de la caballería de
Páez de la legión Británica. La batalla de
Carabobo selló militarmente la Independencia de Venezuela
el 24 de junio de 1821.
Luego Bolívar, acompañado por Antonio
José de Sucre, se dirigió hacia el sur de Colombia
y el 7 de abril de 1822 derrotó a los realistas en
Bombona, mientras Sucre lograba la victoria en Pichincha el 24 de
mayo. Más tarde, el 6 de agosto de 1824, Bolívar
logra su última hazaña militar en la batalla de
Junín. Finalmente, Sucre derrota definitivamente a los
españoles en Ayacucho el 9 de diciembre de
1824.
Simón
Rodríguez
En Concepción (Chile), el eclesiástico
Reinaldo Muñoz Olave en una obra que escribiera en el
año 1822, sobre el Instituto de Literatura de
Concepción, donde trabajó algún tiempo Don
Simón, proyecta una imagen racionalista y anarquista de
Rodríguez. "…leyó algunos autores
anarquistas, y tomó de ellos algunas ideas avanzadas en
materias políticas". Y luego continúa
refiriéndose a: "La aversión que en los sectores
eclesiásticos despierta Simón Rodríguez por
su pensamiento e ideologías racionalistas".
El filósofo
chileno José Victorino Lastarria escribe:
"Rodríguez, como los reformadores europeos, tomaba como
palanca de su reforma social la educación".
Lastarria propone que el rechazo a las reformas educativas
promovidas por Simón Rodríguez se debía,
entre otras cosas, a la idea de unir conocimiento teórico
y práctico, el cerebro y la mano. El educando, agrega
Lastarria, tenía que participar en "fabricación de
ladrillos, de adobes, de velas, y otras obras de economía
doméstica". Como a sus clases asistían clases
altas, medias y bajas, entonces los padres de los niños de
las clases altas resentían que la educación
incluyera trabajos prácticos como ferretería,
carpintería o agricultura. Me parece que la idea
central de Simón Rodríguez al enfatizar la
unidad del cerebro y la mano es superar la
división social del trabajo y promover el amor al
trabajo.
Si
quisiéramos encontrar diferencias entre Simón
Rodríguez y Paulo Freire, sin duda que las hay. El
iluminismo con el que se inicia la modernidad tiene muy en alto
el valor de la ciencia y de la técnica. Las reformas
educativas prohijadas por la revolución francesa
ponían el énfasis en las ciencias y en los oficios
como se dice la Enciclopedia. Era así porque la modernidad
es laica y estaba en el esfuerzo de salir de la luz de la fe a la
luz de la razón. Y esto mismo lo vemos en Simón
Rodríguez. El énfasis en el trabajo manual
conducía al aprendizaje de un oficio como la
carpintería o la agricultura. Rodríguez
aprovechó su larga estadía en Europa para aprender
ciencias como la física o la química.
También gustó del oficio de la imprenta. El
afán de utilidad social era parte de la propuesta
iluminista de la educación. Junto al aprecio por la
ciencia va unida la secularización del pensamiento y el
aprecio de valores humanísticos más que religiosos.
Y aquí obviamente hay una diferencia grande entre Don
Simón y Paulo Freire. El educador brasileño
confesó que no había tenido necesidad de salirse
del cristianismo para ser socialista o revolucionario. En
cambio, Simón Rodríguez era agnóstico. Fue
otro aspecto en el que chocó con la aristocracia y la
burguesía andina de Chuquisaca. En los tiempos en que
Simón Rodríguez vivió la ciencia era nueva y
hasta revolucionaria y él participó de esa
euforia.
En la época de Freire, como diría
Habermas, la ciencia y la técnica forman parte del
sistema, e incluso de la infraestructura social de la
producción tanto en el capitalismo como en el socialismo
real. Hoy, agrega Habermas, la ciencia muestra
explícitamente el a priori
tecnológico que, sin embargo, estaba claro desde sus
orígenes modernos, como lo expresó con absoluta
claridad Francis Bacon cuando afirmó que "el conocimiento
es poder".
La ciencia sigue siendo necesaria porque está
unida a la industria en que se sustentan las sociedades
capitalistas y socialistas. Pero ya no tiene esa mística
que otrora tenía en la revolución científica
moderna. Sobre este aspecto escribe Freire: "Uno de los riesgos
que necesariamente correríamos al superar el nivel del
mero conocimiento conjetural, mediante la metodización
rigurosa de la curiosidad, es la tentación de sobrevaluar
la ciencia y menospreciar el sentido común. Es la
tentación que se concretó en el cientificismo que,
al postular como absolutos la fuerza y el papel de la ciencia,
terminó por convertirla en casi magia". 4 Para
Simón Rodríguez la educación fundada en las
luces de la razón incluía abiertamente la
razón científica moderna. Hoy, sin despreciar la
ciencia somos críticos con la ciencia misma, y esta
sería la posición de Freire. Simón
Rodríguez, En Europa, estudió las nuevas
ciencias como la física y la química. "Lo
más impactante es la integración, de las artes y
los oficios; ahora ya no se trata de las "artes liberales", de la
gramática y de la filosofía, sino precisamente de
las artes y los oficios que ya habíamos visto, primero
tímidamente y después cada vez más
ardidamente, reivindicar su lugar y su dignidad en la
formación y en la actividad del hombre. El mismo
título de la Enciclopedia es ya un programa
revolucionario". En lugar de artes liberales se implanta la
ciencia experimental y las artes mecánicas. Y como hemos
visto, Rodríguez le dio importancia al aprendizaje de
oficios. Durante el periodo de la revolución
francesa se introdujo una reforma educativa tendente
a la promoción de la ciencia y la técnica. El
afán de utilidad social era parte de la propuesta
iluminista de la educación.
La realidad social
de los países latinoamericanos en que vivieron fue siempre
el referente omnipresente de su pensamiento y su praxis. Para
ambos pensadores la educación se inserta en los procesos
de liberación latinoamericana. Para Freire la
liberación es también búsqueda de
utopía. Escribe Ángel Rama "La vigencia del
pensamiento de Simón Rodríguez, que hoy resplandece
intacto como si acabara de formularse para las sociedades del
presente, se debe tanto a su constitutivo fundamento
democrático, elaborado en el crisol optimista del
iluminismo y de la revolución emancipadora, como al
fracaso de los estados nacidos de la Independencia para llevar a
cabo las doctrinas de redención social que animaron al
movimiento liberador". Simón Rodríguez llega
en el momento de desaliento que siguió a la guerra de
independencia y que llevó a Bolívar a exclamar "He
arado en el mar". Percibió los errores que se
habían infiltrado en la práctica política y
gubernamental latinoamericana. Las prácticas coloniales
continúan después de la Independencia.
Rodríguez piensa en las condiciones de un desarrollo
propio, inventivo y no imitativo. No es el egoísmo
individual el que debe triunfar, ni el afán de riquezas.
La felicidad la encontramos acordando mi pensar con el
pensar común. El interés general es lo que debe
primar. La nueva sociedad debía fundarse en un nuevo orden
social, superando las jerarquías sociales heredadas de la
época colonial. La nueva base social debía ser
democrática.
En breve, el
iluminismo de Simón Rodríguez se caracteriza por la
confianza en la razón como potencia humana que nos faculta
en el arte de pensar; creencia radical en la libertad
humana no sólo para pensar sino para dirigir la
acción individual y social; fe en el poder transformador
de la educación hacia una sociedad libre y justa. El
socialismo de Simón Rodríguez se caracteriza por
sostener que la base de la sociedad es la industria; la
importancia de infundir amor al trabajo; la idea de una
nueva organización del trabajo; la necesidad de cierta
regulación del mercado; la necesidad de cierta
planificación económica; la urgencia de una mejor
distribución de la riqueza; y la transición de un
orden individualista a uno socialista mediante una minoría
ilustrada.
Acorde con su
iluminismo y su socialismo es su teoría educativa: la
unidad de la mano y el cerebro, es decir, la unidad del
trabajo manual y la educación teórica desde la
escuela elemental. La idea de educar la razón para que la
sociedad se funde en la sensatez y la razonabilidad. Finalmente,
la idea de que la educación es política en cuanto
su deber es formar ciudadanos activos,
partícipes de la vida ciudadana y
política. En definitiva, Simón
Rodríguez y Paulo Freire, partiendo de circunstancias muy
diferentes y utilizando lenguajes muy distintos, sin embargo,
convergen en tesis significativas. Nuestra América es la
preocupación principal de uno y otro. La educación
que surge desde condiciones de opresión y en la
búsqueda de su posible liberación es una
teoría y una práctica que implicó a
ambos a lo largo de sus vidas comprometidas. Problematizar
la realidad para salir de la conciencia ingenua es la
estrategia pedagógica que en ambos casos puede percibirse.
Usar la razón críticamente es un arma de lucha en
la praxis educativa y socio-política. La educación
en ambos pensadores está inspirada en valores e ideales
éticos exigentes que comprometieron sus vidas totalmente.
La esperanza de poder superar, con ayuda de la educación,
todo lo indeseable de nuestras sociedades latinoamericanas es el
gran mensaje que ambos dejaron a las generaciones presentes y
futuras.
Ezequiel
Zamora
Líder de destacada participación en la
Guerra Federal o Guerra Larga (1859-1863) como defensor de la
idea de la Federación. Su vida se caracterizó por
estar teñida del espíritu romántico de los
personajes liberales de su tiempo. Sus padres fueron Alejandro
Zamora y Paula Correa, modestos propietarios pertenecientes al
estrato de los "blancos de orilla". Durante los primeros
años de su niñez recibe la rudimentaria
instrucción que podía brindarle una zona rural
todavía convulsionada por las luchas independentistas.
Posteriormente, se traslada a Caracas donde prosigue estudios
primarios en la escuela lancasteriana, siendo la única
educación formal que conoce. Sin embargo, gracias a la
influencia de su cuñado Juan Caspers, adquiere
información sobre la situación política y
los movimientos revolucionarios de Europa, los cuales llaman
poderosamente su atención. En este tiempo, completa su
formación gracias a la relación de amistad que
establece con el abogado José Manuel García, quien
le explica Filosofía Moderna y fundamentos de Derecho
Romano, hablándole también de los "principios de la
igualdad" y de la necesidad de su implementación en
Venezuela.
En 1846, como miembro del Partido Liberal, se presenta a
las elecciones de ese año, como candidato a "elector" para
el cantón de Villa de Cura, pero su nominación fue
objetada por los conservadores, mediante procedimientos que
él y sus partidarios consideraron como compulsivos e
ilegales. Este fue el reflejo de la tensa situación entre
Liberales y Conservadores a escala nacional, cuyo cruento
desenlace pretende evitarse por medio de una entrevista entre
José Antonio Páez y Antonio Leocadio Guzmán.
No obstante, la reunión de los dos líderes es
frustrada por alzamientos espontáneos de campesinos en la
región central. Zamora llama inmediatamente a "hacer la
guerra a los godos" en beneficio de los pobres, mientras
Páez es nombrado Jefe del Ejército. En definitiva,
Zamora se levanta en armas el 7 de septiembre de 1846, en la
localidad de Guambra; "tierra y hombres libres", "respeto al
campesino", "desaparición de los godos", son las consignas
esenciales de quien la gente comenzó a llamar "General del
Pueblo Soberano". Tras librar las acciones victoriosas de Los
Bagres y Los Leones, es derrotado y capturado el 26 de marzo de
1847. Es condenado a muerte por los tribunales de Villa de Cura
el 27 de julio del mismo año, pero José Tadeo
Monagas le conmuta la pena.
El 23 de febrero de 1859, en el marco de la Guerra
Federal desembarca—procedente de Curazao—en La Vela
de Coro. Se denomina Jefe de Operaciones de Occidente, haciendo
que Coro se constituya en estado federal (25.2.1859.) y
organizando un gobierno provisional de Venezuela (26.2.1859.). El
23 de marzo triunfa en el encuentro de El Palito, a partir del
cual planifica sus movimientos hacia los llanos occidentales.
Toma San Felipe el 28 de marzo y reorganiza la provincia como
entidad federal con el nombre de estado Yaracuy. El 10 de
diciembre de 1859, se desarrolla la batalla de Santa Inés,
en la cual derrota al ejército centralista; siendo
considerada esta acción como fundamental en el proceso de
la Guerra Federal y testimonio de las excepcionales cualidades de
Zamora como conductor de tropas. Después de Santa
Inés, Zamora se dirige hacia el centro del país a
través de Barinas y Portuguesa, pero antes de aproximarse
a Caracas, resuelve asaltar la ciudad de San Carlos; durante las
acciones preliminares para la toma de la plaza, recibe un balazo
en la cabeza que le causó la muerte. Su inesperado deceso
cambió el rumbo positivo que llevaba la guerra para los
federalistas y produjo la pérdida, del que para muchos fue
el más importante líder popular del siglo XIX
venezolano.
Francisco de
Miranda
Los latinoamericanos estamos viviendo hoy una
situación neocolonial, debemos romper con ese nuevo tipo
de dominio y luchar en función de lograr la
integración para que todas estas naciones unidas tengan
una sola voz ante las potencias y se hagan escuchar eficazmente.
Por ello hoy más que nunca el mensaje emancipador de
Francisco de Miranda está vigente para motivarnos a
consolidar de una vez por todas la libertad de estos pueblos
oprimidos, no sólo los de este continente, sino los del
resto del mundo.
Un Defensor de la Libertad
Francisco de Miranda se planteó desde un primer
momento una emancipación total más no parcial de
toda Suramérica del yugo español. Pensó que
liberada esta región, toda Suramérica se
regiría por un solo gobierno, una sola
constitución. Porque creía que de esa manera,
unida, tendría peso preponderante en el mundo en el campo
político, económico y cultural.
El precursor de la independencia venezolana cuando
pensaba en la libertad no entendía la libertad de un solo
país sino de todos los pueblos del mundo, de todos los
hombres y mujeres del mundo. Por ello lo considera un hombre con
una amplia visión del mundo, con una enorme
preocupación por la defensa de lo que lo que hoy se conoce
como los Derechos Humanos. Una clara y adelantada visión
para un hombre de finales del siglo 18 y principios del 19 y una
dimensión muy poco conocida de Miranda.
Los grandes aportes de Francisco de Miranda es el de
fundamentar el derecho de los pueblos a la rebelión,
además es uno de los primeros en advertir el concepto de
la identidad cultural de este territorio, al comprender los nexos
que unían esta región suramericana centradas en las
costumbres y las expresiones idiomáticas que a la larga
servirían como vehículo para romper con la
colonización.
Antonio
José de Sucre
Antonio José de Sucre (1795- 1830)
es uno de los venezolanos más preclaros que entró
en las páginas de nuestra historia por amor a la libertad,
a la patria y a su pueblo. También por su probidad,
desprendimiento, ecuanimidad y justicia en el cumplimiento de sus
deberes como hombre y como soldado de un ejército que se
hecho el miedo a las espaldas para romper las cadenas que
oprimían a nuestras sociedades.
Antonio José de Sucre y el padre de
la patria, El Libertador Simón Bolívar, son las
figuras tutelares, creadoras y resplandecientes de nuestra
patria. Por ello han trascendido los umbrales de la historia de
la inmortalidad.
La vida y obra de Antonio José de
Sucre está llena de episodios interesantes, que se llenan
de luz con los grandes aportes que dejó para beneficio de
toda América Latina y de toda la humanidad. Fue él
un excepcional hombre de su tiempo, quien con sus reflexiones y
preocupaciones por la libertad e independencia de nuestros
pueblos marcó pauta en el tiempo que le toco vivir. Junto
con el ejército patriota él se dedicó a
construir un mundo mejor, una patria independiente de todo
dominio foráneo. Su preocupación fue amplia y se
extendió por todos los pueblos, las llanuras y cordillera
andina, llegando hasta Perú y Ecuador, que hoy a 208
años de su nacimiento, todavía andan luchando
contra los grupos oligárquicos para construir los espacios
de la libertad.
Sucre fue testigo puntual de una historia
que se desarrolló con violencia. De allí, tal vez,
su pensamiento y su energía los concentró en el
puño y filo de una espada para lograr la verdadera
originalidad de las sociedades americanas. Su espada nunca la
empuñó para asesinar, sino más bien para
romper las cadenas del odio y la opresión, que
mantenían hundida a América en los charcos de la
ignorancia y el sometimiento.
El despertar de América, el
despertar de nuestra patria Venezuela, comienza con los primeros
gritos de Bolívar y Sucre. Con ellos nace la semilla de la
libertad. Sucre y Bolívar, fueron la energía que
impulsó a Venezuela, a Colombia, a Bolivia, a Ecuador y
Perú, a emprender la marcha por los caminos de la
independencia. Ambos fueron protagonistas de una época.
Sus influencias, sus pensamientos no dejan de sentirse en la
actualidad, especialmente en estos momentos cuando grupos
oligárquicos quieren acabar con la democracia.
Resulta interesante recordar a estos dos
hombres de nuestra historia. Ambos dedicaron su vida, su tiempo
su capacidad, sus fuerzas y toda su voluntad para darnos ese don
tan preciado como lo es la libertad. Ambos líderes
abrieron las puertas para que los vientos de la libertad
comenzaran a golpear suavemente el rostro y el corazón de
los hijos de América. Es la hora de que todos los
venezolanos asumamos como estandarte las ideas y principios de
estos dos grandes hombres.
Sus aportes son muchos y todos valiosos. Se
puede resumir en una sola palabra: LIBERTAD.
En esa palabra están resumidas todas
las preocupaciones del Mariscal Sucre, quien no descansa hasta
dejarnos cobijados con el manto de la libertad. Lástima
que ese manto fuera posteriormente desgarrado y picado en pedazos
por los odios comprimidos que afloraron cuando los dos hijos
más Grandes de América ya no estaban con nosotros.
La historia tal vez hubiera sido otra. Aprovechemos la
oportunidad que nos brinda la historia para enrumbar de una vez
por todas a los pueblos de América por los caminos de la
libertad, la igualdad y el bienestar colectivo.
Nuestra patria, nuestra América
necesita de hombres y mujeres capaces y dispuestos a enfrentar el
presente y el futuro con optimismo para lograr la verdadera
justicia social que todos deseamos. El momento es propicio para
reflexionar, para hacer un balance de lo se ha hecho y lo que
falta por hacer. Ahora más que nunca debemos estar en
nuestras trincheras de trabajo y de lucha, mancomunando esfuerzos
para reconstruir la democracia que nos han robado. Debemos
prometerles a los libertadores de América que aquí
estaremos siempre de pie para defender los valores esenciales de
la democracia y cumplir con nuestros deberes hasta los
límites del cansancio.
Autor:
Morao, Luisa
Profesor: Arelis
Hernández
Enviado por:
Carla Santaella
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA
MINISTERIO DEL POPULAR PARA LA
EDUCACIÓN SUPERIOR
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL
"SIMÓN RODRÍGUEZ"
NÚCLEO – MONAGAS
MATURÍN ESTADO MONAGAS
Junio, 2010