Los efectos de la restricción alimenticia en el comportamiento: El Experimento de Minnesota
- "Come
menos y vive más: La
nueva síntesis… - El
Minnesota Experiment - Método
- Acaparar para saciar el hambre
emocional - De
cómo comer cuando alguien está padeciendo del
hambre como tortura - Harturas
- Exploremos los cambios de la personalidad y los
emocionales reportados en los sujetos del
"Experimento" - Ahora
revisaremos los cambios sexuales y
sociales - Ahora
examinaremos los cambios físicos y
cognitivos - Discusión
- En
resumen - Bibliografía
"Come menos y
vive más: La
nueva síntesis…
"La asociación de la comida, en
proporciones exiguas, y la longevidad no son asuntos nuevos, ya
que su importancia — aunque, no rigurosamente establecida —
se cita, como hecho concreto, y con frecuencia persistente,
desde hace ya mucho tiempo. Es como si intuyéramos,
que el mucho comer y el mucho beber, no nos ayuda con el "mucho
vivir.
"Nuevos hallazgos — que no son tan
nuevos — se vienen reportando aparatosamente,
en toda la prensa norteamericana
desde hacen unos pocos días…
"Newsweek
"Bob Cavanaugh fuma cinco puros al
día. Es idóneo físicamente, y, a la edad de
61 años expresa tener la intención de llegar a
vivir los 120, comiendo como acostumbra. ¿Su "arma
secreta"?: Cavanaugh es devoto a la práctica de la
restricción calórica severa (RCS)".
(Continúen leyendo:
http://www.monografias.com/trabajos73/restriccion-calorica-prevencion-cura-obesidad/restriccion-calorica-prevencion-cura-obesidad"
En el 1944 Ancel Keys y sus colegas en la
Universidad de Minnesota condujeron una investigación de
importancia crucial para quienes estudian la anorexia, la
bulimia, la obesidad y su acompañante directo e indirecto,
la dieta restrictiva (en otras palabras, las
disorexias).
A la izquierda, mono en dieta
restrictiva. A la derecha, mono en dieta normal
Esta investigación es de
importancia, no sólo porque ilumina el entendimiento de
las enfermedades que hoy tratamos, sino porque nos proporciona
una base desde donde comenzar a discernir los efectos de la
auto-inanición controlada en un grupo uniforme de treinta
y seis hombres, objetores de conciencia, durante la Segunda
Guerra Mundial.
Una pausa necesaria
Anoréxica
Antes de proseguir en esta ponencia debemos
de hacer ciertas clarificaciones esenciales, para que logremos
apreciar el valor que los resultados del experimento nos
proporcionan:
La anorexia nervosa era
condición casi desconocida en el período de
esta investigaciónLa bulimia era totalmente
desconocida y, como hemos descrito en otros
artículos,La obesidad era excesivamente
raraLa anorexia y la bulimia, generalmente
afectan, a una cohorte de mujeres jóvenes (aunque se
encuentran excepciones, como hemos reportado en las anorexias
postreras). Para leer más:
http://www.monografias.com/trabajos88/anorexias-postreras-juveniles-sus-sorpresas/anorexias-postreras-juveniles-sus-sorpresasHistóricamente la anorexia se
describe casi exclusivamente en el sexo
femeninoLas causas de la anorexia y la bulimia
permanecen desconocidas y por ello, sujetas a la
especulación y no mucho más. Por lo cual, el
"Experimento" estudiado no aplica directamente a las
entidades diagnósticas susodichas.
Además, existe otro factor de
importancia crucial. Éste consiste en que nuestra
alimentación presente ha sido transformada: yendo — en
tiempos pasados — del consumo de comidas preparadas de manera
que no engordaban, a comidas que hoy son responsables por la
epidemia de la obesidad.
El Minnesota
Experiment
"No hay ninguna relación entre
el colesterol en los alimentos y el colesterol en la sangre. Algo
que hemos sabido por mucho tiempo. El colesterol en la dieta, no
importa en lo absoluto a menos que uno sea un pollo o un
conejo." Ancel Keys (1904-2004)
El famoso experimento consistió en
el estudio sistemático de un grupo de hombres
jóvenes, presumidos normales en todos respectos, que
fueron sujetos a los rigores de la restricción
calórica de alimentos durante el período
comprendido entre noviembre 19, 1944 y diciembre 20,
1945.
Los aspectos fundamentales de esta
investigación son de interés para quienes estudian
el hambre o tratan la obesidad, la bulimia, la anorexia y,
asimismo para quienes recomiendan y supervisan regímenes
dietéticos, aunque, a menudo lo hagan carentes de
conocimientos de la neuropsicología de la inanición
humana.
Nuestra razón para afirmar lo
antedicho es simple, y está soportada en numerosos
artículos publicados de soporte al efecto. (Para leer
más:
/cgibin/search.cgi?query=obesidad%20larocca)
Las experiencias observadas en los
voluntarios envueltos en la prueba resultaron similares, aunque
no idénticas, a quienes se someten al hambre forzada en
una situación controlada y por razones de conveniencia. Lo
que define todas las dietas comerciales. (Véanse mis
ponencias al respecto).
Método
Los voluntarios vivieron juntos y
confinados durante la duración de la prueba.
Durante los primeros tres meses de la
investigación todos comieron normalmente, mientras su
comportamiento, actividades físicas y patrones de
alimentación fueron observados y rigurosamente
documentados.
En tanto que en los siguientes seis meses,
a los participantes se les redujo su consumo inicial de comida
por un 50%, perdiendo en promedio — como resultado — un 25%
de su peso inicial.
Es digno de mención que la
reducción en la cantidad de comida es idéntica a lo
que los "expertos norteamericanos" en la dietética, llaman
"tratamiento conservativo" para la obesidad, lo que significa que
no causaban ansiedades a quienes supervisaron la
prueba.
La nueva dieta: 650 millones
servidos al año, solamente en los EEUU
Los meses finales verían a los
voluntarios entrar en el período de recuperación
nutritiva.
Lo importante para estudiar este ensayo, no
es el proceso mismo del experimento — acerca del que tanta
tinta se ha derramado — sino en sus resultados y en sus
aplicaciones a nuestro entendimiento de una forma especial de
inanición, a saber: la de la inanición controlada
— sin el deseo de enflaquecer — la que no debe de ser
confundida con la restricción calórica de las
disorexias.
Comenzaremos con un análisis de las
actitudes y el comportamiento de los voluntarios en lo que
respecta a la comida y el comer, cuando entraron en la fase de
restricción calórica.
Hoy no nos parece sorpresivo que los
cambios más prominentes, exhibidos por los sujetos en esta
parte del estudio, estuvieran relacionados a una
preocupación adaptiva con la relativa falta de
comida.
Todos quienes dietan — por cualquier
razón — desde el paleolítico superior hasta hoy,
cuando confrontan la carencia de alimento, se preocupan
más por obtener comida que por cualquier otro asunto de
importancia, la actividad sexual incluida.
Todos los voluntarios reportaron
dificultades en dedicarse a acciones rutinarias, ya que los
pensamientos acerca de la comida y el comer los asediaban de
manera constante.
Parecería ser como si la comida se
convertiría en el tópico principal de toda
conversación. Simultáneamente, el interés en
el sexo como actividad y proceso disminuyó de manera
dramática.
Con el progreso de la sensación del
hambre, impuesto por la dieta restrictiva, el juego con la comida
servida en los platos de los voluntarios — como si para
prolongar la experiencia de comer — aumentó.
Comportamiento que es frecuente en las anoréxicas y en
algunas bulímicas, por distintas razones.
Rituales para comer se evidenciaron y
algunos de los sujetos consumían sus refrigerios por horas
interminables, lo que hicieran, no para evitar la gordura, como
acostumbran las anoréxicas y algunas
bulímicas.
Libros de recetas culinarias y
artículos acerca de la preparación de alimentos
adquirieron importancias inéditas para ellos.
Mahatma Gandhi en actividad compulsiva
durante sus ayunos
Las anoréxicas y las
bulímicas, sabemos que disfrutan servir comida a los
demás, comportamiento nunca documentado en este
experimento.
Observar a otros comer, o el simple olor de
comida, se convirtieron en placeres vicarios, durante el examen.
Nada se entendía, entonces, acerca de las neuronas de
espejo por lo que este comportamiento no mereció
explicación alguna.
Acaparar para
saciar el hambre emocional
Acaparar objetos para lograr sentimientos
de seguridad. Fue algo que muchos manifestaron y algo que Freud
entendiera, cuando describiera el carácter anal-retentivo.
(Para leer más:
http://changingminds.org/explanations/learning/freud_stage.htm)
Además de coleccionar libros de
cocina y recetas, algunos de los sujetos comenzaron a recopilar
tazas, platos, saleros, servilletas y otros accesorios de uso
culinario.
De acuerdo al reporte, el acopiar de este
modo, asimismo se extendió a asuntos que no eran
relacionados ni a la cocina o al comer.
Las obsesiones y los movimientos
estereotípicos que, a menudo se observan en personas y en
animales durante períodos de inanición, hicieron su
aparición, como describiéramos en nuestro
artículo, Eating Disorders and Self-Help in
Missouri.
Resultado de la nueva
dieta
Algunos de los voluntarios fueron
sorprendidos hurgando por comida en los zafacones de
basura.
En su libro autobiográfico, estrella
bulímica Sherry Boone, admite haber sido encontrada por su
marido haciendo lo mismo.
La tendencia a acumular se ha descrito en
pacientes con anorexia, y aún en ratas y otros animales
hambrientos.
A pesar de que casi todos los voluntarios,
antes del experimento, carecieran de interés en la cocina
y en la preparación de comidas, al fin de la
investigación algunos cambiaron de ocupación: tres
se volvieron chefs y otro se dedicó a la
agricultura.
De cómo
comer cuando alguien está padeciendo del hambre como
tortura
Para quienes sufren del hambre, el acto de
comer se vuelve obsesión. Así fue el caso con los
participantes en el experimento. Al principio, algunos de los
voluntarios ingerían vorazmente, toda la comida que, por
delante tuvieran. Pero, al final lo harían de un modo
deliberado, como si para extender cada bocado al límite
posible de la gustación placentera.
Mucha deliberación y planeamiento
entrarían en decidir la manera en cómo
consumirían la cantidad de comida asignada para el
día.
Todos demandaron que sus comidas fueran
servidas calientes. Para entonces crear sus propias mescolanzas
extravagantes, consistiendo de comidas extrañas, las que
se convertirían en hábito.
Todos usaban la sal, el azúcar,
amén de todo condimento, y las especias de modo exagerado
e indiscriminado.
Bulimia
El consumo de café y del té
se convirtió en algo tan descomunal, que los dirigentes
del experimento limitaron las cantidades a 9 tazas al
día.
De manera similar, el uso del chicle se
tornaría enorme y hubo que restringirlo, cuando se
descubriera que un sujeto estaba mascando 40 paquetes de
éste al día.
El voluntario mismo se quejaría,
más delante, de haber desarrollado una úlcera
bucal, resultado de tanta actividad masticatoria.
Harturas
Durante el período de la
realimentación, todos los voluntarios se quejaron de estar
muy hambrientos. Algunos se controlaban, sin comer en exceso,
mientras que otros no pudieron lograrlo. Muchos se empachaban,
terminando sintiéndose mal por ello.
Muchos robaban comida.
Otros, en anticipación a la bulimia,
de hoy familiar, decidieron vomitar, pero no para no engordar,
sino para aliviar la sensación molesta resultante del
atiborro.
Durante esta fase, algunos de los
voluntarios fueron excluidos porque se creyó que
éstos no eran capaces, psicológicamente, de tolerar
los rigores de la situación experimental.
Muchos empezarían el consumo de
cantidades enormes de comida sin poder detenerse.
Rata hambrienta ejercitándose
sin pausa
Otros empezaron a comer de modo
continuo.
Mientras que, finalmente se llegaría
a descubrir el hecho, aparentemente paradójico, de
sentirse hambriento, poco después de una
hartura.
Hecho de la mayor relevancia.
Porque para quienes tienen algo que ver con
las dietas, éste sería un hallazgo
crucial.
Este último efecto es importante de
subrayar, porque su impacto persistiría de diez a doce
semanas. Secuela que se desencadenaba cuando comían una
cantidad de comida mayor de lo acostumbrado. (Véase mi
artículo, El Precio de una "Jartura" en
monografías.com)
Ejemplos de los efectos de los empaches
abundan en el reporte final del estudio. Aquí
presentaremos algunos que creemos ilustrativos:
Uno de los voluntarios
acostumbró a comer cantidades enormes en una sentada
(un estimado diario de 6,000 cal.) no obstante, comenzaba a
"picar" minutos después de terminar su colación
heroica.Otro consumía hasta "explotar"
tres veces al día, procediendo a comer, durante el
resto del día, siete meriendas de considerable
tamaño.Muchos sufrían ataques de nausea
y vómitos, después de comer.Un voluntario necesitó
hospitalización para aspiración del exceso de
comida en su estómago. Su internamiento duró
diez días.Muchos se quejaban que les era
difícil parar de comer, luego de haber ingerido unas
10,000 cal.
La descripción de algunos de ellos
sigue:
"Sujeto No. 20 se atiborra de
comida hasta que piensa que va a explotar, hasta que siente
que va a desmayarse — pero aun tiene hambre. No. 10
confesó que no tenía la fuerza de voluntad para
parar de comer. No. 1 comió hasta que se sintió
muy mal y débil. No. 30 tuvo que alejarse, corriendo,
de la mesa, porque el hambre lo iba "a matar" — aunque
estaba empachado. No. 26 confesó que estaba repleto de
comida y que, a pesar de ello comió seis comidas
más de tamaños descomunales".
La nueva dieta
Luego de cinco meses en el período
de realimentación, la mayoría de los voluntarios
reportó, cierta normalización de sus
estándares de comer, aunque en algunos el sobre-consumo
extremo persistió.
Retornemos a las descripciones de los
voluntarios:
"No. 18 comía y comía
hasta que no le cupiera más. Aún así,
sentía la necesidad de comer otra vez en menos de una
hora.
"Más de ocho meses más
tarde, el deseo de seguir abarrotándose en exceso
persistiría para muchos.
"Número 9 siguió comiendo
muy por encima de lo que acostumbrara antes del comienzo del
experimento; pero una vez, cuando trataría de reducir su
consumo, sufrió tanto que no pudo
tolerarlo".
Factores que distinguieran entre
aquéllos que retornaron a la normalidad de consumo
fácilmente y los que no lo lograran no pudieron
establecerse.
He aquí los mayores detalles
señalados:
El consumo excesivo de comida
desarrolló en un grupo preponderante de los sujetos en
el estudio.Esta tendencia a empacharse
persistiría por muchos meses luego del retorno al
acceso de colaciones normales.
De tal manera, el hecho de que la urgencia
al empacho se produjo de manera experimental, debe de indicarnos
que los factores psicológicos que, a veces se invocan en
las disorexias, no eran los responsables.
La realidad y los hechos
(/trabajos46/anorexia-expertos/anorexia-expertos)
Entonces, ¿qué estaba
sucediendo?
Veremos…
Estas mismas conclusiones se han
corroborado en investigaciones con algunos ex prisioneros que
fueron internados en campos de concentración durante la II
Guerra Mundial.
Exploremos los
cambios de la personalidad y los emocionales reportados en los
sujetos del "Experimento"
Primero, establezcamos de nuevo, que los
voluntarios eran, supuestamente, personas de mayor equilibrio
emocional que lo que resultaría, de haber sido escogidos
al azar de entre una población cualquiera en su
época.
Pero a pesar de la vigorosidad y salud
personal idónea que todos demostraran, antes del
experimento, la mayoría sufrió deterioro emocional
significativo como resultado del hambre forzada.
La mayoría evidenció
trastornos severos de la personalidad, con un 20% manifestando
disrupciones extremas que interferirían con su
funcionamiento total.
La depresión era un hallazgo de la
mayor severidad, frecuencia e importancia durante el estudio.
Elación y euforia hicieron apariencias fugaces, para ser
seguidas por períodos de apatía y cambios bruscos
del estado de ánimo con altas y bajas alternando (mood
swings).
Irritabilidad y explosiones de rabia eran
frecuentes, aun en personas que fueran de naturaleza
plácida antes de la inanición.
La ansiedad era evidente en todos los
participantes. Muchos comenzarían a morderse las
uñas y a fumar para disipar la angustia.
La apatía y la dejadez, con
deterioro del cuidado y de la higiene personal, hicieron su
aparición paulatina.
Durante el período de astenia dos
sujetos sufrieron desorganizaciones mentales de naturaleza
psicóticas.
La realimentación no
disiparía los elementos psicológicos inmediatos,
sino que lo hizo gradualmente. Algunos de los hombres,
actualmente se volverían más deprimidos, y
aún, más irritables, argumentativos y antagonistas
de lo que fueran durante el período de hambre.
Durante la realimentación uno de los
voluntarios escribió en su diario lo siguiente:
"Yo nunca me he sentido tan deprimido
en toda mi vida. Se me ocurrió que lo único que me
libraría de mi abatimiento sería poder salir del
experimento. Para lograrlo, decidí cortarme un par de
dedos. Hace diez días, levanté mi carro con el gato
y dejé que cayera en los dedos que perdí…
fue un acto premeditado".
Los resultados obtenidos en el MMPI
(Inventario Multifacético de la Personalidad de Minnesota)
revelaron que la auto-inanición produjo aumentos
significativos en las escalas de Depresión, Histeria e
Hipocondría. Los perfiles en general sustanciaban un
deterioro dramático en los sujetos, producto del
hambre.
Un hombre cuyos test eran
sólidamente normales al comienzo del experimento, en diez
semanas de reducción alimentaria y con una pérdida
de 10 lb o sólo 7% de su peso inicial, reveló
cambios drásticos en los resultados obtenidos en el
MMPI.
La depresión y la
desorganización emocional fueron los factores más
prominentes en los voluntarios que fueran más afectados
por la auto-inanición.
Ahora revisaremos
los cambios sexuales y sociales
Bulimia
Un voluntario hizo la siguiente entrada en
su diario:
"Yo soy uno de los dos ó tres
que todavía sale con las muchachas. Yo me enamoré
de una mujer durante el período de control, pero ya casi
no la busco ni la veo. Resulta ser demasiado el esfuerzo en
encontrarla, aun cuando ella me visita en el laboratorio. Demanda
demasiada voluntad agarrarle la mano. Las cosas que hacemos
juntos deben de ser ligeras. Si vemos una película, la
parte que más me interesa es donde hay gente
comiendo".
Los intereses y el deseo sexual estaban
reducidos de manera drástica. La masturbación, las
fantasías eróticas y los impulsos sexuales, o
estaban muy atenuados, o habían desaparecido.
Un voluntario lo expresó de la
siguiente manera: "Yo no tengo más apetito sexual que
una ostra enferma" — aun esta metáfora tan peculiar
hizo referencia a la comida.
Ancel Keys observó que "muchos
de los hombres acogieron con beneplácito la libertad de
las tensiones y frustraciones sexuales típicas de su
edad".
El hecho de que la inanición reduce
la intensidad del instinto sexual ha sido, erróneamente
explicado por Crisp como si fuera una maniobra adaptiva en el
sentido de que inhibe el deseo sexual — para él
una fuerza motivadora en la dieta de muchas de las
anoréxicas.
Recordemos que estos hombres no eran
mujeres anoréxicas, ni querían adelgazar por
razones estéticas.
Para ellos, el retorno a la libido normal,
no fue expediente, ya que tomarían entre ocho y nueve
meses de re nutrición para que la mayoría de estos
hombres sintiera la reaparición del deseo sexual del que
gozaran antes del experimento.
Ahora
examinaremos los cambios físicos y
cognitivos
Los sujetos en el estudio, reportaron
dificultades en la concentración, en sentirse alertas, y
juicio errático durante la restricción de
alimentos. Sin embargo, las pruebas de inteligencia no
demostraban déficit alguno.
A los seis meses de hambre, los sujetos
comenzaron a exhibir cambios físicos incluyendo molestias
gastrointestinales, insomnio, mareos, dolores de cabeza,
hipersensibilidad a la luz y al ruido. Vigor reducido, control
muscular deficiente, hinchazón, pérdidas de pelo.
Reducción en la tolerancia al frío con manos y pies
"congelados". Trastornos visuales — inhabilidad de enfocar,
dolores oculares, y "moscas volantes" en el campo visual —
trastornos auditorios — zumbidos y ruidos en los oídos
— y parestesias en las manos, las piernas y los
pies.
Camino a la
tumba…
Síntomas que pueden ser debidos a
carencias de vitaminas no diagnosticadas.
Aquí resulta necesario enfatizar que
muchas de estas manifestaciones serían reconocidas por
quienes gocen de un mejor entendimiento de la
fisiopatología y las neurociencias humanas.
Una variedad de cambios físicos
reflejaron la reducción en actividad de las funciones del
cuerpo.
Se notaron reducción en el ritmo
cardíaco, el metabolismo basal y de la temperatura
corporal.
Lo mismo se observa en algunas pacientes
con anorexia aunque corran maratones para perder más
peso.
Al final de la reducción de comida
el metabolismo basal de la mayoría de los participantes
había bajado un 40%. Lo que, igualmente, sucede a muchas
personas que siguen dietas.
Para muchos que, como Garner han adaptado
algunos de los principios avanzados por nosotros en el campo
específico de la educación del paciente y la
familia, el "Experimento" — para él, y nadie más
— suministra pruebas de la necesidad imperiosa de impartir
conocimientos a los pacientes de los efectos de la
auto-inanición y de la deseabilidad del aumento de peso,
en la inanición artificialmente inducida, antes de que el
tratamiento logre ser efectivo, ya que la dieta restrictiva
afecta áreas específicas del funcionamiento humano
para que éstas sean ignoradas.
La cuarta disorexia
Pero, este objetivo no se logra
recomendando que lean los dos volúmenes del Minnesota
Experiment como Garner propone.
Discusión
Si algún conocimiento derivó
del "Experimento", fue que nuestro organismo responde defiriendo
sus urgencias instintivas, a la pulsión primordial del
hambre que representa la supervivencia.
Pero que lo logra a través de
mecanismos de índole humoral poco entendidos, y que, no
son susceptibles a las maniobras externas para lograr equilibrios
internos.
Una cosa es, cuando se sufre hambre bajo
condiciones controladas, y otra es, es cuando se la padece porque
no se quiere ser gordo o cuando se hace de modo
cosmético.
El hipotálamo responde y se ajusta
de manera diferente en cada una de esas situaciones, como todos
quienes hayan tratado de perder de peso han
comprobado.
Pero, existen otros elementos
enigmáticos en las disorexias.
Por ejemplo, la cesación de los
períodos antes de que la anoréxica, se
vuelva anoréxica, iniciando la dieta
característica.
O de la hiperactividad, a veces mortal, que
desarrolla en conejillos de india sujetos a la inanición
en el laboratorio, y asimismo en algunas anoréxicas que
así han sucumbido.
Tampoco, el "Experimento" toma en
consideración que muchos de los síntomas, por los
voluntarios manifestados, son típicos de la anemia
megaloblástica, mencionada en nuestros propios
estudios.
La segunda disorexia
Y, que antes de llegar a conclusiones de
índoles arriesgadas, que hay que considerar que este fue
un experimento de hombres y para hombres, sin incorporar
a la mujer, cuyos atributos físicos y emocionales son
esencialmente distintos al de ellos.
La pregunta que, a menudo, muchos se hacen
es la de que si los voluntarios engordaron después del
experimento. Esta pregunta no ha sido contestada de modo
satisfactorio para nosotros, ya que hacen más de sesenta
años de que el experimento se realizara, y los
hábitos de comer de los americanos y, los del resto del
mundo, han cambiado.
Muy pronto, se supone, que será
publicado un libro que nos proporciona el seguimiento de los 36
hombres (y, no mujeres) que nos suplirían conocimientos
acerca de la semi-inanición masculina, sin tomar en cuenta
la de las mujeres que, históricamente se estudia en las
vidas de tantas de las santas ascetas de la iglesia
católica. (Para un artículo interesante al
respecto:
http://jn.nutrition.org/content/135/6/1347.full)
Nuestra preocupación actual siendo,
no cómo explicar la inanición, sino como explicar
cómo, la inanición artificial de las dietas
comerciales puede lograr controlar la obesidad que
continúa su avance inexorable a todos niveles
socioeconómicos y demográficos.
Algo que las dietas nunca han logrado
modificar de manera efectiva y permanente.
En
resumen
La inanición experimental no basta
para explicar los fenómenos de índole emocional que
acompañan las cuatro disorexias, ni la efectividad
inexistente de las dietas comerciales.
He dicho.
Fin de la lección.
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Elsevier.
Autor:
Dr. Félix E. F.
Larocca