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Cinco principios para el éxito (página 2)



Partes: 1, 2

Cuando guardamos rencor contra alguien, fruto de la
falta de perdón, nos encontramos en una fría,
húmeda y oscura celda que nos daña y de paso,
atamos a quien se convierte en el blanco de nuestro rencor.
Perdonar, entonces, es desatarle y de paso, librarnos de una
pesada carga.

El Señor Jesús enseñó que
tenemos el privilegio y la potestad de atar y desatar.
»Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la
tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en
la tierra quedará desatado en el cielo. "(Mateo 18:18,
Nueva Versión Internacional)

Nuestras decisiones en el mundo físico, afectan
el mundo espiritual. Se producen dos cosas.

1. Nos liberamos de la
cárcel del rencor, el odio y el resentimiento.

2. Damos libertad a quien por
mucho tiempo teníamos atado con ese sentimiento
destructivo.

Las llaves para alcanzar la libertad tienen un solo
rótulo: Perdonar.

Es una Ley Universal. Concebida por Dios mismo y que
opera en Su Reino. Acatarla nos abre las puertas al éxito.
Es esencial.

Tenga presente que perdonar es
cancelar una deuda. Si no perdonamos, impedimos
el obrar de Dios en nuestra existencia. Las oraciones son
estorbadas y levantamos alrededor una tremenda barrera para que
opere exitosamente en nuestra existencia.

Libérese del espíritu
que destruye

El espíritu de falta de
perdón
, nos tortura y solo usted y nadie
más que usted puede sentar las bases para ser
libre. Sólo Dios, cuando se lo pedimos,
traerá una transformación en nuestro ser,
dándonos un corazón perdonador (Cf. Ezequiel 11:19;
36:26)

Deseo concluir con una nueva ilustración. Real.
Ocurrió hace varios años. Una amiga de la familia
me pidió que orara por su señora madre.
Sufría terribles dolores, estaba hinchada y sentía
punzadas en sus huesos.

Apenas orábamos junto con mi esposa por ella,
pasaba una buena noche. Conciliaba el sueño
rápidamente. Pero de nuevo, antes de morir la tarde, una
nueva llamada al celular: "Ore por favor por mi
madre
".

El ciclo se repitió por varios días hasta
que hablamos con detenimiento e instado por el Señor, le
pregunté cómo andaba su corazón, si odiaba a
alguien. Terminó confesando que sí. "No puedo
perdonar a mi yerno
", dijo. Sentía que se
había robado a su hija y cada vez que lo
veía, sus entrañas se revolvían.

Sólo después de llevarla a un proceso de
confrontación con su realidad, y a perdonar-con ayuda de
Dios–, pudo ser sana.

Igual ocurre con su existencia. Le invito para que
simplemente piense en el asunto. Si decide aplicar la Ley del
Perdón, que obra poderosamente en el Reino de Dios, todo
cambiará en su vida y, desde ahora, dará pasos
firmes hacia la victoria y el éxito, en las dimensiones
personales y espirituales…

¡Tome la decisión! Con ayuda del
Señor Jesucristo podrá lograrlo…, y avanzar
en el camino al éxito…

© Fernando Alexis Jiménez

Tercer principio:
Renueve su forma de pensar

Nuestros pensamientos
determinan nuestras acciones

"Definitivamente nací para el fracaso",
me dijo en cierta ocasión quien se desempeña hoy
como Jefe de Auditorías en una empresa importante de la
ciudad.

En aquél momento atravesaba por un difícil
momento. Una semana antes lo habían despedido de una
entidad bancaria, después de casi veinte años
prestando sus servicios. Tenía problemas en casa, y para
adicionar: su edad se había convertido en un aparente
impedimento para conseguir nuevamente trabajo.

Su vida cambio, ¿Cómo? Cuando
comenzó a aprender los principios maravillosos, que
conducen al éxito, y que se encuentran en la Palabra de
Dios, la Biblia.

En un comienzo no creía que aplicaran a su
existencia. Pero comprobó que estaba equivocado. Las
pautas bíblicas no solo encajaban en su existencia sino
que, además, le ayudaban a mejorar y experimentar
crecimiento en su vida personal y espiritual.

Un pensamiento negativo que se traducía en
acciones derrotistas, conducentes inevitablemente hacia el
fracaso.

Mauricio, un estudiante de secundaria, se vio enfrentado
a una situación similar cuando comenzó a cursar la
carrera de Ingeniería Industrial. Venía de
emprender otra carrera profesional, una disciplina
académica totalmente distinta.

"Las asignaturas de matemáticas me van a
partir el alma
", musitó en la primera clase. Pero
conforme avanzó el tiempo, ahora en su condición de
hombre dispuesto a vencer con ayuda de Dios, comprobó que
no solo era posible sacar adelante las materias, con muy buenas
notas, sino que los números no se podían convertir
en un impedimento para salir adelante.

Materializamos… lo que
pensamos

Usted y yo somos el fruto de lo que pensamos. No es un
principio de la Nueva Era, así es que ni se equivoque, ni
se escandalice y menos, se ilusione, por si acaso está
inclinado por las doctrinas orientales. "Nuestros
pensamientos determinan nuestras acciones
", es un
principio del Reino de Dios. Tal como pensamos, así
actuamos.

El profeta Isaías sin que hubiese cursado
profundos estudios acerca de la conducta humana, compartió
un principio que ha acogido la sicología moderna, y es que
todo aquello que alimenta nuestra mente, una vez procesado, se
refleja en acciones de maldad o de benignidad "Que
abandone el malvado su *camino, y el perverso sus pensamientos.
Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso
para perdonar, y de él recibirá
misericordia."(Isaías 59:7)

Probablemente me dirá: Soy lo suficientemente
responsable para saber lo que hago. De acuerdo. Sin embargo, no
siempre es así.

Las personas somos profundamente emocionales. Operamos
influenciados por nuestros sentimientos y dejarnos arrastrar por
esa corriente emotiva puede llevarnos a buenos resultados o a la
derrota, como advierte el libro de Libros, la Biblia:
"Engañoso es el corazón más que todas
las cosas, y perverso; ¿quién lo
conocerá?"(Jeremías 17.9)

Observe que la mayor inclinación, cuando nos
dejamos mover por las "corazonadas", es a cometer errores.
¿Por qué motivo? Porque hasta tanto nos movamos
bajo los mismos paradigmas que nos han influenciado y dominado
por años, en los que priman pautas de pensamiento de la
sociedad que nos rodea, difícilmente se producirán
cambios en nuestras acciones.

¿Cómo nos perjudican
los pensamientos de maldad?

Es necesario recabar en la profunda influencia que
ejerce en nuestro ser el medio que nos rodea.

Un autor de la antigüedad testimonio esta
situación cuando escribió: "Los pensamientos
humanos son aguas profundas; el que es inteligente los capta
fácilmente"(Proverbios 20:5, Nueva Versión
Internacional)

Sin Dios morando en nuestro corazón, es apenas
natural que nos movamos alrededor de aquello que consideramos que
consideramos correcto. Por ejemplo, alguien que ha crecido en
medio de una sociedad permeada por la violencia,
considerará la venganza como algo natural,
apenas previsible. Es más, lo concebirá como algo
natural.

Un canal de televisión colombiano
transmitió un documental sobre los pandilleros. Lo
sorprendente y a la vez preocupante, es que niños y
adolescentes ansiaban crecer para ser como uno de los
líderes de aquellos grupos delincuenciales. Les profesaban
admiración.

Lo que decimos, revela lo que
pensamos

¿Le ha ocurrido alguna vez que expresó lo
primero que vino a su mente? Lo más probable es que
quienes le rodean, le hayan hecho bromas diciéndole:
"Lo traicionó el inconciente". Sin duda es
así. Cuanto pensamos, temprano o tarde emerge como un
volcán en erupción.

El ser más grande de todos los tiempos, el amado
Hijo de Dios, Jesucristo, dejó claro este principio cuando
enseñó: "¿Cómo podéis
hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del
corazón habla la boca."(Mateo 12.34)

Puso de manifiesto que toda persona obedece a lo bueno o
lo mayo que haya permitido anidar en su mente. Con frecuencia
desestimamos la importancia de ser cuidadosos con la
información que procesamos en la parte más profunda
de cada quien y que la Biblia llama
corazón.

Por esa razón el amado Salvador instruyó
que "El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón
saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del
corazón habla la boca."(Lucas 6.45)

Es común que expresemos, no aquello que queremos
callar, sino lo que sentimos verdaderamente. No olvide que lo que
hay dentro nuestro, aflora. El Señor Jesús lo
ilustró de la siguiente manera. "Por sus frutos los
conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos,
o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da
buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No
puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol
malo dar frutos buenos"(Mateo 7:16-18)

Es hora del cambiar. Piénselo. Y algo más:
es posible renovar sus pensamientos, y reorientar sus acciones.
Usted será el primer beneficiario, pero también su
amada familia y las personas que le rodean.

Reordene su forma de
pensar

Es interesante que al coincidir que si nuestros
pensamientos determinan nuestras acciones, entendamos que el
primero que tiene conciencia de la importancia de los
pensamientos y que sean los mejores, es Dios mismo.

Hace siglos testimonio este principio del Reino cuando
dijo a Su pueblo a través del profeta Isaías:
"«Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni
sus caminos son los míos -afirma el Señor-. Mis
caminos y mis pensamientos son más altos que los de
ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la
tierra!"(Isaías 55.8,9, Nueva Versión
Internacional)

Dios tiene los mejores planes para su vida y para la
mía. Lo interesante, que no deja llamar poderosamente
nuestra atención, es que todo parte de los
pensamientos.

Una pregunta que sin duda se estará formulando:
¿Cómo cambiar mis actitudes? Pues bien, de acuerdo
con la Ley ineludible del Reino de Dios: "Nuestros
pensamientos determinan nuestras acciones
", si comienza a
renovar sus pensamientos, se producirá una
transformación en cuanto hace.

El apóstol Pablo lo dejó bien claro cuando
recomendó a los cristianos del primer siglo: "No se
amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la
renovación de su mente. Así podrán comprobar
cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y
perfecta."(Romanos 12:2, Nueva Versión
Internacional)

Por supuesto, la sociedad que nos rodea
presionará para que obremos en consonancia con lo que
consideran "bueno", "aceptable" o
"excelente". Usted sabe que un mundo plagado de maldad
no se extraña si usted obra con malicia. Lo extraño
es que obre conforme debe hacerlo, con justicia. Y aun cuando
obrar bien luzca extraño para los demás, y lo
convierta en blanco de críticas y burlas, debe seguir
haciéndolo.

Cambiar, entonces, parte de modificar nuestros patrones
de pensamiento, acogiendo la propia recomendación del
apóstol Pablo cuando escribe: "Por último,
hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable,
todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de
admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca
elogio."(Filipenses 4.8, Nueva Versión
Internacional)

Sin duda, reemplazar pensamientos de maldad por
pensamientos de bien, influirá directa y positivamente en
lo que hacemos. Tome hoy la decisión: con ayuda de Dios
cambie su forma de pensar y de hecho, cambiará su forma de
actuar.

Fernando Alexis Jiménez –

Contacto (0057)317-4913705

Cuarto principio:
Afianzar la Paz Interior

¿Cómo
alcanzar paz interior y vivir plenamente?

La conocían como Doña Amargura.
Tenía cuarenta años, pero parecía de
cincuenta, con muchas arrugas surcando su rostro y la tristeza
reflejada en el rostro, la misma que le robaba encanto a su
sonrisa. Era devota católica y no fallaba a misa de
domingo. Incólume, insensible, con el ceño
fruncido.

Las personas la miraban con reticencia y en más
de una ocasión, los niños le gritaron: "Vieja
bruja…"
y salían corriendo.

Incluso se llegó a rumorar, que su casa era cuna
de espantos. Tal vez porque vivía en esa soledad tan
pesada, que se podía palpar con las manos.

Ah, y no me deje olvidar de un detalle que le
llamará la atención: no tenía amigos porque
con todos reñía. Laura se había convertido
en el problema del pueblo. La amargura destilaba por sus poros.
Algunos la atribuían al hecho de que su esposo
había muerto muy joven, mientras hacía un viaje a
la capital. Otros, al hecho de que no tuvo hijos.

Un día alguien, audaz y en cierta medida sin
medir el alcance de las consecuencias, se atrevió a
abordarla para hablarle del poder transformador de
Jesucristo.

Váyase de mi casa ahora mismo, o le voy a
echar agua
…–lo amenazó fuera de
sí.

Su eventual interlocutor no se inmutó. Le
extendió una Biblia ajada y la retó a leerla. Ella
le cerró la puerta en las narices. Y aunque tiró a
un rincón el ejemplar de las Escrituras, una noche
comenzó a leerla y le impactó un pasaje que
sería la entrada a una vida renovada: "Yo he venido
para que tengan vida, y vida en abundancia" (Juan 10:10
b)

Desde ese momento se arriesgó a creer y su vida
comenzó a experimentar cambios. El cambio no se produjo de
la noche a la mañana, fue progresivo. Y esa
transformación le llevó a algo que jamás
imaginó, aunque lo anhelaba: la paz interior.

Hoy ayuda como maestra de Escuela Dominical en la
iglesia en la que se congrega. "Ahora sí puedo decir
que vivo plenamente
", señala Laura con una amplia
sonrisa.

¿Desea el éxito? Sin duda que sí.
Todos lo deseamos. Está en nuestros genes. Forma parte de
nuestro ser y debe ser así, porque Dios nos
concibió para ser triunfadores. En ese orden de ideas, la
dirección a seguir es aplicar una cuarta Ley del Reino de
Dios: Paz Interior.

El gran interrogante es, ¿cómo lograrla? Y
para entender el asunto, es necesario que evaluemos lo que roba
la paz interior, en su contexto, y cómo superar los
obstáculos que se nos presentan.

Situaciones que nos
afectan

Una encuesta publicada por el diario El País, de
amplia circulación en Colombia, referente a cuáles
eran los factores externos que incidían negativamente en
la salud mental de las personas, reveló que para el 69%,
eran los problemas económicos; un 11% opinó que las
dificultades intrafamiliares; un 15% expresó que le
desencadenaban inquietudes las discusiones con la pareja y un 5%
que otros aspectos estrechamente ligados a las relaciones
interpersonales. En total se auscultó el criterio de 1.086
hombres y mujeres.

Todos coincidieron en señalar que los
obstáculos y las dificultades desencadenaban inestabilidad
en sus emociones e incidían negativamente en su forma de
ver la vida.

Economía y
familia

A este estudio me permito sumar otro de trascendencia.
La Secretaría de Salud Municipal en Santiago de Cali
informó que en la ciudad anualmente se atiende a 20 mil
personas con tensión nerviosa producto de la ansiedad. En
su orden, los especialistas identificaron tres factores que
influyen en la desestabilización emocional de las
personas: los problemas económicos, las crisis familiares
y los conflictos de pareja.

Como consecuencia de experimentar la sensación de
encontrarse en un callejón sin salida y que sus problemas
nunca tendrán fin, tan solo en el 2009 se presentaron 275
intentos fallidos de suicidio protagonizados por 170 mujeres y 96
hombres.

"Las personas que han sufrido estas alteraciones,
producto de la problemática, suelen preocuparse demasiado
y tienen muchos momentos de ira y estrés
",
precisó Beatriz Isaza, Coordinadora de Salud Mental en
dicha dependencia.

En Colombia y el mundo

La inestabilidad emocional es un problema grave. En
Colombia, 25 de cada cien personas la enfrentan, de acuerdo con
los registros que maneja el Ministerio de Protección
Social. Una situación muy similar a lo que ocurre en el
resto del Continente Americano.

Ahora, el panorama mundial también resulta
desalentador en este aspecto:

Las estadísticas hablan de 450 millones de
hombres y mujeres afectados anualmente por las consecuencias de
los problemas que enfrentan cada día.

Para encontrar una salida al caos en que se ha
convertido su mundo interior, 1.000.000 de estas personas acuden
al suicidio. Y algo más preocupante aún: del
conjunto de quienes se encuentran atravesando por estados de
crisis, se estima que el 50% no tienen acceso a servicio
médico ni consultan por su caso ante un
especialista.

Paz interior, la clave

Hace pocos días los diarios del mundo registraron
una noticia particular. El deceso de una venerable mujer. No era
un deceso más, sino de aquellos que ocurren una vez cada
siglo, que convoca a las autoridades de las ciudades y se tornan
en comentario nacional.

Había fallecido Margaret Fitzgerald en Moncton,
Inglaterra, una de las quince personas con más edad en el
mundo. Tenía 113 años, pocos días
después de su último cumpleaños.

Vivió la vida
plenamente
.-comentó su sobrina Iliana, mientras que
su tataranieto Robert, atribuyó el hecho a su fe y a la
tranquilidad en su vida–. Amaba a Dios y se llevaba bien con
todos. Era una mujer muy tranquila
–.

Cuando Margaret nació, la reina Victoria de
Inglaterra seguía siendo la monarca del Imperio
Británico, y a los siete años vió asombrada,
con ojos que captaron para siempre la imagen aparecida en los
periódicos, de los hermanos Wright cuando realizaron el
primer vuelo en un aeroplano impulsado por un motor.

Sus progenitores murieron a los noventa años de
edad, y algo curioso, ella asistió al funeral de su
único hijo. Las escenas más memorables de su
existencia quedaron plasmadas para la posteridad en flores color
sepia que se han ido desgastando con el paso de los
años.

La clave, coincidieron en asegurar quienes le
conocieron, fue la fe en Dios y la paz interior que gobernaba su
ser.

Paz que sobrepasa todo
entendimiento

Piénselo. En su vida necesita Paz Interior, una
de las leyes universales del Reino de Dios.

El caso de Margaret Fitzgerald no se repite con mucha
frecuencia. Los problemas llevan a millones de personas
anualmente a morir antes de tiempo, por enfermedades e infartos
que reducen sus expectativas de vida.

Con fundamento en la Biblia, el libro más
maravilloso de todos los tiempos, me permito compartir con usted
algunos principios que le permitirán poner orden en su
mundo interior y encontrar la verdadera paz, aquella que tanto
necesita para enfrentar exitosamente los problemas que enfrenta
cada día.

1. Una buena relación con
Dios

El equilibro espiritual es esencial para avanzar en el
proceso de afianzar un reordenamiento del mundo interior. En ese
orden de ideas un paso esencial que debe dar toda persona, es
tener una buena relación con Dios.

Uno de los patriarcas de la antigüedad lo
expresó en términos sencillos que encierran un
profundo significado: "Vuelve ahora en amistad con
él, y tendrás paz; y por ello te vendrá
bien."(Job 22:21)

Aun cuando se arrepintió de sus años de
maldad, Juvencio Mosquera vivió por años escondido
en un pueblo remoto de Bolivia tras una vida de maldad en la que
dejó familias huérfanas y huellas impregnadas de
tristeza y dolor.

Sólo vino a tener paz, el día en que
reconoció que esa afanosa búsqueda de refugio, en
la que no hallaba sosiego porque aún en el lugar
más recóndito sentía que alguien o algo lo
perseguían, el día que pidió perdón a
Dios.

Luego, tranquila su conciencia, vino un segundo paso que
le permitió afianzar la paz interior: a través de
un amigo de su país de origen, se dio a la tarea de
conseguir las direcciones de las familias en las que había
sembrado tanta angustia con robos y crímenes. Y en un
espacio de siete meses, envió doscientas veinte cartas
pidiendo perdón.

"Ahora puedo vivir tranquilo, porque me perdonaron.
Y si alguien aún conserva su odio, se que Dios
tocará su vida para que algún día lo
hagan
", señala con una sonrisa que ilumina su
rostro.

La conciencia de pecado nos roba la tranquilidad. En
tanto no estemos a cuentas con el Señor, sentiremos la
sensación de que algo nos falta. Por esa razón, hay
tres pasos recomendables: el primero, arrepentirnos por las
fallas cometidas hasta ahora; el segundo, pedir perdón a
Dios por nuestros pecados, y el tercero, disponernos para el
cambio con Su divino poder.

2. Alimente el hábito de la
alegría

Recientemente en Colombia se realizó el Primer
Congreso Internacional de la Felicidad. Los expertos coincidieron
en señalar que el problema del ser humano es que confunden
felicidad con estado de ánimo, y por el hecho de que son
variables, lo que hoy llaman estar feliz, en cuestión de
horas y minutos puede ser preocupación o amargura. La
verdadera felicidad, explicaron los especialistas, parte de un
principio de vida, que es de carácter
permanente.

Ahora, si queremos que se produzca el afianzamiento de
esa felicidad no producto de las circunstancias sino como un
principio de vida, debemos tener paz interior, la misma que parte
de una buena relación con Dios. Él es el dador de
la felicidad como describió el rey David:
"Tú diste alegría a mi corazón mayor
que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto. En paz me
acostaré, y asimismo dormiré porque solo tú,
Jehová, me haces vivir confiado. "(Salmo 4:7, 8; Cf. Salmo
29:11)

La paz interior permite que tengamos tranquilidad y
dominio de la situación, cualquiera sea la
situación que enfrentemos, adversa o favorable.

3. Asumir sólidos principios
bíblicos

Cuando le hablaban de la Biblia, Silvio se
enfurecía. "No tengo tiempo para asuntos de
religión
", repetía con rabia y destellos de
fuego en su mirada. Estaba convencido que su mundo, aquél
al que estaba acostumbrado y que representaba una realidad
distinta de la que vivían los demás, era lo mejor y
no quería intromisiones.

Debes cambiar, hijo-le dijo su madre un
día, mientras tomaban el desayuno. Se veía
cansada–. Temo que, una vez solo, no sepas manejar tu vida y
tengas problemas con todo el mundo
–.

Despreocúpate, mamá-le dijo
él–. Creo que el problema no está en mi sino
en los demás que no me comprenden
–.

Cuando terminaron la conversación, la mujer que
arrastraba con pesadez todo el cúmulo de sufrimientos
producto de un esposo borracho que falleció en un
accidente de tránsito, totalmente embrutecido por el
alcohol, y el desaliento por un hijo rebelde, le extendió
un ejemplar de la Biblia.

Descubrirás que es un libro
maravilloso
-comentó, mientras le extendía el
ajado texto.

Él lo guardó en un cajón donde
almacenaba aquello que se repetía, iba a botar apenas
tuviera tiempo. Y no tomó conciencia de que estaba
ahí, sino cuatro meses después de fallecida su
madre. Fue entonces que descubrió en la Biblia un infinito
tesoro que le ayudó en su proceso de tener paz interior y
de llevarse bien con Dios y con quienes le rodeaban.

Para muchas personas, la Biblia es un libro
filosófico o de carácter religioso. Sin embargo,
cuando profundizamos en su estudio descubrimos principios
prácticos y sencillos, que nos ayudan al crecimiento en
dos dimensiones, la personal y la espiritual

Asumir esas pautas bíblicos, nos ayudan a
alcanzar y conservar la paz interior: "Mucha paz tienen
los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo."(Salmo
119:165)

¿Cuál es la razón? Cuando
aprendemos, asimilamos y ponemos en práctica los
principios bíblicos, se produce una transformación
en nuestra forma de pensar y de actuar. Y eso es esencial en la
aplicación de esa cuarta e infalible Ley del Reino de
Dios: Paz Interior.

4. Reconozca que hay situaciones que
se salen de las manos

Con frecuencia nos llenamos de preocupaciones porque
queremos resolver todos los problemas. ¡Tremendo error! Es
necesario aceptar que hay situaciones que son ajenas a nuestra
voluntad y cuya resolución no depende de nosotros; muchos
asuntos se salen de nuestras manos.

Asumir este principio de vida, nos ayuda en el proceso
de alcanzar y conservar la paz interior, como enseñan las
Escrituras: "Tú guardarás en completa paz a
aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová
el Señor está la fortaleza de los
siglos."(Isaías 26:3, 4)

Si hay problemas que nos parecen verdaderos gigantes,
debemos ir a alguien cuyo poder es ilimitado, mucho mayor que
cualquier capacidad que usted y yo tenemos: ese alguien es Dios.
Confiar en Él. Depositar toda nuestra esperanza en
Él, que todo lo puede y nos ayuda a encontrar salida al
laberinto.

5. La paz interior, una
decisión personal

En el proceso de afianzar esa cuarta Ley del Reino de
Dios, tenga presente que Dios no nos concibió para vivir
amargados sino "…que a paz nos llamó Dios.
"(1 Corintios 7:15 b)

Sobre esta base, cada quien decide si se amarga o por el
contrario, con ayuda de Dios, avanza hacia el afianzamiento de la
paz interior en su existencia. Nadie nos obliga. Insisto que se
trata de una decisión personal.

El apóstol Pedro, por su parte, reafirmó
este principio cuando escribió a los cristianos del primer
siglo y a nosotros hoy: "Porque: El que quiere amar la
vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus
labios no hablen engaño; apártese del mal, y haga
el bien; busque la paz, y sígala. "(1 Pedro 3.10,
11
). Cuando optamos por la paz, esa paz gobierna nuestra
forma de pensar y de actuar: "Y la paz de Dios gobierne en
vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un
solo cuerpo; y sed agradecidos."(Colosenses
3:15)

Piénselo por un instante: usted puede optar, con
ayuda de Dios, por esa tranquilidad que le permite dar pasos
sólidos hacia una vida plena: "Y la paz de Dios,
que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús."(Filipenses 4.7).

En adelante, recuérdelo siempre: la
decisión de amargarse o vivir con alegría,
gobernado por la paz interior, es suya y nada más que
suya.

6. Jesucristo, la fuente de la paz
interior

Si tenemos claro que la paz interior no depende de lo
variables que pueden ser los estados de ánimo; que en
tanto hayan preocupaciones, estaremos ansiosos y que hay
problemas que no está en nuestras manos resolver, es
necesario aprender otro principio: una estrecha dependencia del
Señor Jesucristo.

El amado Salvador es la fuente de la verdadera paz, como
lo dijo a sus discípulos y también a nosotros hoy:
"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el
mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga
miedo."(Juan 14:28
). Un poco más adelante,
dirigiéndose a una multitud, reafirmó que de
Él procede la verdadera paz: "Estas cosas os he
hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo
tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo."(Juan 16.33)

El asunto esta en mantenernos unidos a Él.
Permitir que Jesús gobierne nuestro ser: lo que pensamos y
hacemos. Esa disposición nos lleva a conservar la paz
interior que convierte a hombres y mujeres en auténticos
vencedores, por encima de las circunstancias.

Para terminar, una pregunta: ¿Se proclama
cristiano? Si es así: ¿Por qué vive asediado
por la amargura y la frustración? Recuerde que la paz
interior es un principio esencial del reino de Dios, como
enseñó el apóstol Pablo:
"…porque el reino de Dios no es comida ni bebida,
sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. "(Romanos
14.17)

El Señor nos creó para vivir plenamente;
para optar por la paz interior, que el mundo asocia con
felicidad. ¡Hoy es el día para tomar la
decisión y avanzar hacia el cambio!

Si tiene alguna inquietud, por favor no deje de
escribirme a fernandoalexis@aol.es o contactarme en el
teléfono (0057) 317-4913705.

© Fernando Alexis Jiménez

Quinto Principio:
Pedir y Recibir

Fundamentos para una
oración eficaz

Pasó más de seis meses entregando hojas de
vida. En ninguna oficina respondían favorablemente.
"Tenemos cubiertas todas las vacantes", le decían
invariablemente. En algunas dependencia hasta habían
colocado sendos letreros que decían: "No recibimos
aspirantes a ningún cargo
".

La delgada suela de sus zapatos llegó a parecer
un papelillo, de tal manera que si hubiese pisado una moneda
expuesta al sol, se habría quemado la planta de los
pies.

No puedo conseguir empleo-le dijo a Rosa
Eugenia, su esposa, el día que llegó cansado de
recorrer muchísimas avenidas y cuadras caminando–. No
se qué hacer. Realmente todas las puertas se
cierran
…–

No te desanimes-le respondió ella, con
esa calma y ternura en los ojos, que semejaban un atardecer
plácido en un bosque de pinos en la lejanía de las
montañas–. No quiero insistir más, pero la
salida es pedirle ayuda a Dios. Hazlo. En oración logramos
lo que humanamente no podemos conquistar
–.

Él resultaba demasiado "lógico"
en su razonamiento, como para perder tiempo en un clamor. Cinco
años estudiando Contaduría Pública en la
universidad, le habían llevado a explicarlo todo a partir
de los números y de las fórmulas matemáticas
que solía repetir: "No fallan
jamás
".

Una noche lo encontró ella sentado en la cama,
hablando con Dios en voz alta: "Sólo tú puedes
ayudarme
", le decía con los ojos cerrados.

Oró no una sino muchas veces, hasta que se
abrieron puertas de empleo en una ciudad en la que anualmente las
universidades sacaban al mercado muchos profesionales. Un gerente
de una productora de papel escogió su hoja de vida en
medio de un arrume de solicitudes, e hizo que lo llamaran.
¡Logró emplearse! Dios respondió a sus
oraciones.

En otro lugar, distante de allí, Loida
volvió su mirada a Dios después que su
médico le indicó que tenía sospechas de un
cáncer. Le tomaron las placas y una primera biopsia.
"Creo que debe prepararse para lo peor", le
advirtió un día, en el impecable consultorio de una
reconocida clínica en mi amada Santiago de
Cali.

La mujer profesaba fe en Jesucristo. Y aun cuando
respetó el diagnóstico médico, no se
resignó y decidió creer por un milagro de Dios. Esa
fue su tarea en adelante: clamar al Señor por su sanidad.
La respuesta no se hizo esperar.

No explico qué ha ocurrido-le dijo el
especialista al mirar unas segundas placas
radiográficas–. Pero aquí ya no aparecen
vestigios de cáncer. No lo entiendo, realmente. Pero en
seis meses nos vemos de nuevo, ¿le
parece
?-.

Dios obró un milagro-le explicó
ella–. Y en su vida también puede
hacerlo
–.

Él no respondió nada. Se limitó a
mirarla por encima de los anteojos, y sonrió.

¿Qué papel juega la oración en el
éxito de una persona? Un papel protagónico,
diría yo. Esencial. Recuerde que cuando clamamos, estamos
ejerciendo influencia desde el mundo físico a la
dimensión espiritual, y a su vez, la respuesta se produce
con poder de parte de Dios-en la dimensión
espiritual-sobre el mundo físico.

Los hombres y mujeres exitosos han descubierto este
principio, y lo llevan a la práctica en su cotidianidad.
Ese es su gran secreto.

En la Escuela de la
Oración

Todos los seres humanos, temprano o tarde, nos hemos
visto enfrentados a una situación difícil de
resolver, cuya solución escapaba de nuestras manos. Es
probable que llegamos a preguntarnos: "¿Qué
puedo hacer ahora
?". Si le ha ocurrido, comprenderá
la angustia que nos embarga, más cuando llegamos a sentir
que estamos frente a un callejón sin salida.

Es en ese momento, cuando nada ni nadie nos ofrece
respuesta a los interrogantes, es cuando nos matriculamos en la
Escuela de la Oración. No es otra cosa que reconocer dos
cosas: la primera, que tenemos realmente un problema. Y
la segunda, que nuestras capacidades son limitadas y no
disponemos de los recursos para sobreponernos a los
obstáculos.

Son períodos de desierto en nuestra existencia.
Nadie, absolutamente nadie, ha estado ajeno a atravesar esos
terrenos áridos, en los que no asoma una luz de esperanza.
Gobernados por la angustia, comprobamos que Dios es
real. Y además, que tiene un poder
ilimitado
, a través del cual encontramos
respuesta a nuestras oraciones.

Es entonces cuando descubrimos algo maravilloso en torno
a lo que meditaremos hoy: que Dios oye nuestras
oraciones-así creamos en muchas ocasiones que los cielos
se cerraron y nadie escucha nuestro clamor–, y que Él
responde maravillosamente, obrando milagros en nuestro ser y en
quienes nos rodean.

¿Quiere ser un hombre o una mujer de
éxito? Valore en su verdadera dimensión la
oración. A través de ella, Dios abre puertas que
antes parecían cerradas. Lo imposible se hace
posible.

¿Peticiones pequeñas
para Dios?

Una angustiada mujer que no tenía para pagar la
renta, me escribió desde San José de Costa Rica
para decirme que su situación era angustiosa. Al
recomendarle que orara, me respondió que "Dios
está muy ocupado resolviendo los problemas del mundo, como
para ocuparse de una mujer cabeza de familia que no tiene el
dinero para cancelar el arriendo
".

¡Tremendo error! Sí, nos identificamos con
el hecho de que nuestro amado Padre celestial tiene muchos
asuntos que resolver, pero también es necesario considerar
que en Su presencia, no hay peticiones pequeñas ni
grandes. Todas son igualmente importantes en Su presencia, y
ocupan un lugar privilegiado en el escritorio de su Despacho
celestial.

Nuestro amado Salvador hizo énfasis en este
aspecto cuando relató a sus discípulos acerca de
alguien que pierde una moneda, que pese a su baja
denominación, resultó de mucha estima y valor ante
sus ojos: "Jesús les puso otro ejemplo:
"¿Qué haría una mujer que con mucho cuidado
guardó diez monedas, y de pronto se da cuenta de que ha
perdido una de ellas? De inmediato prendería las luces, y
se pondría a barrer la casa, buscando en todos los
rincones hasta encontrarla. Y cuando la encuentre,
invitará a sus amigas y vecinas y les dirá:
"¡Vengan a mi casa y alégrense conmigo! ¡Ya
encontré la moneda que había perdido!" "De la misma
manera, los ángeles de Dios hacen fiesta cuando alguien se
vuelve a Dios."(Lucas 15:8-10, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

Una vez comprendemos que nuestra necesidad es muy pero
muy importante para nuestro Hacedor, lo que nos corresponde es
simplemente pedir y hacerlo convencimiento,
confiando plenamente que Dios responderá con
poder.

Sea específico al pedirle a
Dios

Jamás olvidaré que tras un largo viaje de
varios días, llegamos a Lima (Perú) en un
autobús que cubrió la distancia entre Cali y esa
hermosa ciudad. Llegamos cansados y con hambre. Y, al momento de
tomar los alimentos previo a un merecido descanso, pedimos a una
hermana en la fe que orara a Dios en gratitud¡!Tomó
muchísimo tiempo repitiendo toda suerte de adjetivos.
Muchos, jamás los había oído. Para cuando
terminó, muchos estábamos bostezando y con ganas de
dormir.

¿Ha escuchado personas que procuran
convencer a Dios con un idioma florido? No dudo que
así sea. Consideran que por su mucha palabrería
lograrán que se produzca el milagro más
rápido. ¿Debe ser así? En absoluto. Con Dios
hay que ser específicos en nuestras peticiones.

Este principio lo ilustra una escena del Señor
Jesús de paso por Jericó: "Cuando
Jesús salió de la ciudad de Jericó
acompañado de sus discípulos, mucha gente lo
siguió. Junto al camino estaban sentados dos ciegos.
Cuando oyeron que Jesús iba pasando, comenzaron a gritar:
"¡Señor, tú que eres el Mesías, ten
compasión de nosotros y ayúdanos!" La gente
comenzó a reprender a los ciegos para que se callaran,
pero ellos gritaron con más fuerza todavía:
"¡Señor, tú que eres el Mesías, ten
compasión de nosotros y ayúdanos!" Entonces
Jesús se detuvo, llamó a los ciegos y les
preguntó: –¿Qué quieren que haga por
ustedes? Ellos le respondieron: –Señor, que podamos ver
de nuevo. Jesús tuvo compasión de ellos, y les
tocó los ojos. En ese mismo instante, los ciegos pudieron
ver de nuevo, y siguieron a Jesús."(Mateo 20:29-34,
Traducción en Lenguaje Sencillo)

¿Por qué les preguntó el Maestro
qué requerían?¿Acaso no era obvio? La
respuesta es que se trata de algo relativo, porque si bien era
evidente que lo que necesitaban era recuperar la visión,
bien pudieron pedir una casa en el mejor lugar de la ciudad, o
quizá un camello último modelo o tal vez una capa
nueva.

Con nuestro amado Dios debemos ser muy
específicos. Pedir las cosas tal como las necesitamos.
Imagine que para navidad usted le dice a su hijo qué
quiere. "Una bicicleta", responde él. Una vez se
la regala, descubre que el niño la quería de un
modelo distinto o de un color diferente. ¡Usted
sentirá desilusión! Pues bien, el Señor es
nuestro Padre celestial y desea que si le pedimos algo, seamos lo
más específicos posible.

¿Por qué no hay
respuesta a lo que pedimos?

El apóstol Santiago despejó el
interrogante respecto a por qué no hay respuesta a
nuestras peticiones. Él enseñó: "Son
tan envidiosos que quisieran tenerlo todo, y cuando no lo pueden
conseguir, son capaces hasta de pelear, matar y promover la
guerra. ¡Pero ni así pueden conseguir lo que
quisieran! Ustedes no tienen, porque no se lo piden a
Dios."(Santiago 4:2, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

Es evidente entonces que luchamos en nuestras fuerzas,
no sabemos pedir, lo hacemos con egoísmo y, no pedimos lo
que realmente necesitamos.

Recuerdo a un joven frustrado porque Dios no le daba una
motocicleta. Su argumento era que Dios proveía lo mejor y
la motocicleta representaba para él una prioridad. Tal vez
para él era esencial ese vehículo, pero nuestro
amado Padre sabía que no lo requería, o
simplemente, dárselo no iba a llevar a que hiciera mal uso
del aparato y terminara estrellándose contra un poste del
encordado eléctrico.

¿Está caminando hacia el éxito?
Ore. Encuentre en la oración apalancamiento para alcanzar
sus más caros anhelos. Pero además, hágalo
teniendo objetivos muy claros. No olvide que aquél que no
sabe para dónde va, cualquier avión le
sirve.

Tres fundamentos: creer,
confiar y obrar

Es evidente que si sabemos pedir, y lo hacemos en
consonancia con la voluntad de Dios, la respuesta vendrá.
Pero es imperativo que pidamos. Simplemente eso: elevar nuestras
solicitudes al Padre en oración, como lo
enseñó el Señor Jesús: "Pidan
a Dios, y él les dará. Hablen con Dios, y
encontrarán lo que buscan. Llámenlo, y él
los atenderá. Porque el que confía en Dios recibe
lo que pide, encuentra lo que busca y, si llama, es
atendido."(Mateo 7:7, 8, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

En otras palabras, quien pide recibe. Nuestro Hacedor no
deja de escucharnos. Y responde en su tiempo perfecto. Si
creemos, simplemente clamaremos y Él nos
responderá.

Pasemos ahora a un segundo elemento: Dios quiere darnos
lo mejor. Debemos confiar en Él. Nos
provee de lo que necesitamos, en el momento oportuno y sus
bendiciones no traen tristeza a nuestro corazón, como lo
enseñó Jesucristo: "¿Alguno de
ustedes le daría a su hijo una piedra, si él le
pidiera pan?¿Le daría una serpiente, si le pidiera
pescado? "Si ustedes, que son malos, saben dar buenas cosas a sus
hijos, con mayor razón Dios, su Padre que está en
el cielo, dará buenas cosas a quienes se las pidan."(Mateo
7:9-11, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

Y un tercer aspecto, que resulta fundamental, es que
pidamos al Padre en el nombre del Hijo, tal como Él mismo
instruyó: "Hasta ahora ustedes no han pedido nada
en mi nombre. Háganlo, y Dios les dará lo que
pidan; así serán completamente felices." (Juan
16:24, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

Como hemos apreciado hasta el momento, si no hemos
recibido más es porque no hemos pedido, y si hemos pedido,
no lo hemos hecho apropiadamente.

Perseverar y no
racionalizarlo todo a partir de la lógica

Al tener un panorama muy amplio acerca de los
fundamentos para una oración eficaz, es clave que
recordemos dos cimientos en los que usted debe afirmarse: el
primero, es la perseverancia. "Quien
persevera, alcanza
", solemos repetir en
Latinoamérica.

En cierta ocasión nuestro amado Salvador
enseñó este principio: "Jesús les
contó una historia a sus discípulos, para
enseñarles que debían orar siempre y sin
desanimarse."(Lucas 18:1, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

Ahora, si hemos pedido algo, no debemos girar alrededor
de la lógica: ¿Cómo responderá
Dios?¿Será qué sí lo
hace?¿Cuándo se producirá el milagro?
Racionalizarlo todo es un muro que se levanta para impedirnos
avanzar en el proceso de recibir hechos milagrosos en nuestra
existencia: "Les aseguro que si alguien no confía
en Dios como lo hace un niñito, no podrá ser parte
del reino de Dios"."(Marcos 10:15, Traducción en Lenguaje
Sencillo)

Cuando usted enciende su aparato de televisión,
seguro no se pregunta cómo operan los circuitos o de
qué manera una infinidad de pequeños puntos
configuran una imagen. Simplemente enciende el receptor y usted
confía que verá el programa favorito.

O la luz eléctrica: usted no se pregunta
cuál es el proceso para que la energía llegue desde
una central hidroeléctrica, viajando en
infinitésimas de segundos por muchísimos
kilómetros de encordado hasta llegar a su casa. No. Usted
simplemente oprime el interruptor y sabe que la lámpara se
encenderá.

Usted y yo procuramos el éxito en todo cuanto
hacemos: en el desenvolvimiento secular, en la búsqueda de
paz interior y en nuestro desenvolvimiento espiritual. Lograr tal
plenitud y realización es posible cuando media la
oración. A través del clamor, encontramos respuesta
a nuestras necesidades, las puertas se abren y lo imposible, se
hace posible.

Jamás olvide que el secreto de los triunfadores
de los tiempos modernos en la oración.

© Fernando Alexis Jiménez

Conclusión

Un futuro de
éxito se construye desde hoy

Nació con todas las condiciones para ser un
perdedor: hijo de madre separada y soltera aún, viviendo
en una zona marginal de México, enfrentando toda suerte de
necesidades, sin posibilidades de recibir formación
académica, rodeado de maleantes y con discapacidad
motriz.

Pero Antonio Iguarán Santamaría no estaba
dispuesto de dejarse vencer. En cuanto se levantaban
obstáculos, más énfasis daba a su
propósito de sobreponerse. Incluso un domingo, al caer la
tarde y cuando no tenían más que café y un
taco de frijoles como único alimento del día, al
recibir el mensaje desalentador de "Jamás
podrás llegar arriba; resígnate a lo que
vivimos
", de su madre, se fijó la meta de salir
adelante.

No me dejaré vencer por las
dificultades
–, se repetía cada vez que enfrentaba
situaciones complicadas.

Cuando tenía trece años, comenzó a
cursar su formación primaria; pese a sus dificultades para
caminar, y vendiendo dulces a la salida de los teatros,
financió su secundaria y posteriormente, se recibió
como profesional. Tenacidad, convicción, fe en un Dios de
poder que abre puertas que nadie cierra.

Hoy tiene un bufete de abogados a cargo. Vive en una
zona privilegiada de México y coincide en un hecho: el
éxito se construye desde hoy. Con ayuda de Dios no hay
límites y absolutamente nada resulta
imposible…

Planificar la vida para
el éxito

"¿Planificar la vida?". La pregunta la
hizo un joven en medio de una conferencia que dicté sobre
cómo construir desde hoy el mañana, con ayuda de
Dios. Sobra decir que el auditorio estaba abarrotado. Sin duda,
el tema despertaba interés. Y este muchacho no era la
excepción, de ahí su pregunta.

La respuesta enfática: "Sí, la vida
debe planificarse. Lo que ocurra en un futuro, depende en un alto
porcentaje de las decisiones que adoptemos hoy
". Es un
proceso. No es producto de un abrir y cerrar de ojos.

La Biblia registra una parábola del Señor
Jesús encontramos una excelente ilustración para
este tema. "Grandes multitudes seguían a
Jesús, y él se volvió y les dijo: «Si
alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su
madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus
hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi
discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede
ser mi discípulo. »Supongamos que alguno de ustedes
quiere construir una torre. ¿Acaso no se sienta primero a
calcular el costo, para ver si tiene suficiente dinero para
terminarla? Si echa los cimientos y no puede terminarla, todos
los que la vean comenzarán a burlarse de él, y
dirán: "Este hombre ya no pudo terminar lo que
comenzó a construir."(Lucas 14:25-30, Nueva Versión
Internacional)

Es necesario mirarnos en el tiempo. Determinar lo que
somos ahora, con fallas y desaciertos, y lo que podemos llegar a
ser en los ámbitos personal, espiritual y familiar, con
ayuda de Dios.

Sobre esa base, es necesario hacer un inventario juicio
de cómo estamos ahora, determinar con honestidad los
cambios que se deben aplicar, y avanzar en ese sendero ayudados
por el amado Salvador. Nos mantenemos unidos a Él en
oración y mediante la meditación y
aplicación de Su Palabra, la Biblia. Piénselo:
necesitamos planificar hoy, lo que seremos mañana. Es
imperativo e ineludible, si queremos dar pasos firmes hacia el
éxito.

La dinámica
acierto-error

En el largo tránsito hacia la construcción
de un futuro de éxito, enfrentaremos generalmente la
dinámica de acierto-error. ¿En qué consiste?
En que la dura batalla que libra nuestra naturaleza carnal,
querrá llevarnos de nuevo al viejo camino, poniendo
tropiezos a nuestro cambio y crecimiento en las dimensiones
personal y espiritual.

Frente a esta situación, es fundamental: primero,
mantenernos asidos de la mano del Señor Jesucristo quien
nos fortalece para vencer en momentos en que nos encontramos bajo
una poderosa tentación, y segundo, para levantarnos si se
produce una caída.

La Biblia relata que una mujer sorprendida en adulterio,
fue llevada ante el Señor Jesús. Procuraban
lapidarla, con la anuencia del amado Salvador. Es un pasaje
maravilloso que manifiesta la misericordia de Dios, y de
qué manera, no hay nadie justo porque todos fallamos, de
una u otra manera. Como los acusadores de la mujer insistieran
"… Jesús se incorporó y les
dijo: -Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que
tire la primera piedra. E inclinándose de nuevo,
siguió escribiendo en el suelo. Al oír esto, se
fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más
viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que
aún seguía allí."(Juan 8:6-9, Nueva
Versión Internacional)

¿Ha fallado? Sin duda. Yo también. No soy
lo súper espiritual que pudiera creer. Al igual que usted,
cometo errores. En palabras coloquiales, usted y yo nos
identificamos en algo: "Somos cristianos en
construcción
".

Una nueva
oportunidad

Todos tenemos una nueva oportunidad. Es cierto, hemos
fallado; sin embargo podemos reemprender el camino, tomados de la
mano de Jesucristo. Si hemos errado, Él nos comprende y
está dispuesto a ayudarnos en el proceso de levantarnos y
seguir adelante en el proceso de crecimiento. Relata el Evangelio
que la mujer quedó sola con Jesús. Se fueron
aquellos que iban a apedrearla.

La escena fue conmovedora: "Entonces él se
incorporó y le preguntó-Mujer, ¿dónde
están? ¿Ya nadie te condena? -Nadie,
Señor. -Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no
vuelvas a pecar. "(Juan 8:10, 11, Nueva Versión
Internacional)

Una respuesta contundente, pero a la vez, esperanzadora.
La instrucción del Señor Jesús fue clara y
puntual: "Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a
pecar
".

Cierta persona que me escribió desde el Paraguay,
me consultaba sobre el dilema de perdonar o no a su esposa, en
cuyo teléfono celular había descubierto un mensaje
de texto que corroboraba su infidelidad. Mi recomendación
fue hablar del asunto con ella y, con ayuda de Dios, encontrar
una salida.

La mujer reconoció su error y le pidió una
nueva oportunidad. Perdonarla no fue fácil, pero su hogar
marcha hoy como él lo quiso siempre. Su compromiso fue el
de no recabarle en el error, y el de ella, guardarle fidelidad.
Piénselo: operó una segunda oportunidad, que es la
que Dios nos concede siempre, y nos permite reemprender el
camino, construyendo desde hoy nuestro mañana.

El cristianismo: camino al
éxito

Hay dos perspectivas para mirar la vida cristiana: la
primera, como una existencia aburrida, plagada de "No
digas
", "No hagas", "No toques". O aquella
que descubrí y comparto con usted: un maravilloso camino
de aprendizaje en el que no avanzamos solos sino con ayuda de
Dios.

Es posible cuando hay disposición personal para
el cambio. Una vez reconocemos nuestro error y concluimos que en
nuestras fuerzas no es posible cambiar, dejamos que el amado
Jesús, nuestro Señor, opere la
transformación que anhelamos: "Mira que estoy a la
puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré, y cenaré con él, y él
conmigo."(Apocalipsis 3:20, Nueva Versión
Internacional)

Cuando damos ese paso esencial, se produce una
modificación entre el presente y el pasado. Ya no seremos
los mismos. Todos los pecados y errores del ayer quedan borrados,
y se abren ante nuestros ojos los capítulos el blanco de
la nueva vida que está por escribirse como lo describe
magistralmente el apóstol Pablo: "Por lo tanto, si
alguno está en Cristo, es una nueva creación.
¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!"(2 Corintios
5.17, Nueva Versión Internacional)

No podemos permitir que el ayer nos atormente, y
doblegarnos bajo el desánimo por lo que hicimos antes. Hay
una nueva oportunidad en Dios, y debemos aprovecharla al
máximo.

Liderazgo para transformar el
mundo

Cuando aprendemos, asimilamos y ponemos en
práctica los nuevos parámetros de vida que
enseña La Biblia, sentamos las bases para un liderazgo
eficaz que transforma el mundo. Ejercemos influencia en los
demás. Nuestros pensamientos renovados, se manifiestan con
hechos (Cf. Romanos 12:2)

Testimoniamos de una nueva con nuestras acciones, que
impactan e influencian entre quienes nos rodean: "Todo
árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego.
Así que por sus frutos los conocerán. »No
todo el que me dice: "Señor, Señor" ,
entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que
hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo."(Mateo
7:19-21, Nueva Versión Internacional)

Un liderazgo efectivo, camino al éxito, es
aquél que ejerce influencia entre los demás, y
sienta bases para el cambio y crecimiento. Cuando alguien me
pregunta cómo defino éxito, mi respuesta-tal como
se la compartí a un líder del Pacífico
colombiano, en el hermoso puerto de Buenaventura, es esta:
"Éxito es la plena realización de los dones y
talentos de Dios en nuestra vida
".

La razón es sencilla. La posición social,
el nivel académico o la disponibilidad económica de
alguien, no determina que sea exitoso. Conozco personas con mucho
dinero, pero con matrimonios desechos; también
profesionales con varios títulos de post grado, que
protagonizan escándalos y tratan mal a su
familia…

El valor de los
sueños, metas y proyectos

Recuerdo a un hombre a quien conocí en la
tradicional Plaza de Caycedo, en mi amada Santiago de Cali. Una
tarde cálida bañada con la brisa proveniente de las
montañas. Las palmeras se mecían plácidas y
estaba contento disfrutando esos momentos únicos e
irrepetibles.

Este año tengo los planes para salir del
desempleo, y hasta de la pobreza
…–me
abordó.

Acto seguido me hizo una vívida
descripción de todas las iniciativas que se
disponía a desarrollar. Unas fantasiosas, otras,
aterrizadas y viables. Lo escuché de buena gana y antes de
despedirme, lo animé a echar adelante con

Meses después lo encontré en el mismo
lugar. La misma historia, casi con idénticos detalles.
"¿Y qué haz hecho para materializar tus
sueños?",
le pregunté a lo que me dijo:
"Realmente poco, pero pronto voy a poner manos a la
obra
".

Muy similar a lo que ocurre con millares de personas en
todo el mundo. Sueñan mucho, pero ejecutan poco. El
cristiano, camino al éxito; aquél que construye
desde hoy su mañana, debe ser diligente. Por eso,
además de tener claro lo que se va a hacer, es imperativo
dejarlo en manos de Dios: "Encomienda al Señor tu
camino; confía en él, y él
actuará."(Salmo 37:5, Nueva Versión
Internacional

Dios no pone los límites, los límites los
ponemos usted y yo. Recuerde que el Señor Jesús
enseñó: "Ciertamente les aseguro que el que
cree en mí las obras que yo hago también él
las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo
al Padre. Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la
haré; así será glorificado el Padre en el
Hijo. Lo que pidan en mi nombre, yo lo haré."(Juan
14:12-14, Nueva Versión Internacional)

Observe cuidadosamente que dice "todas las
cosas
". Siempre y cuando esté en la voluntad de Dios
para nuestra realización, no hay impedimentos ni
límites. Todo es posible, incluyendo por supuesto su
crecimiento personal y espiritual, y los altos niveles de
realización que siempre ha soñado.

Tenga presente que debemos darle el valor
que se merecen nuestros sueños, metas y proyectos, y
someterlos a nuestro amado Padre celestial. Él
abrirá puertas que nadie jamás puede
cerrar.

Siempre adelante

Aquellos que construyen desde hoy su mañana, con
ayuda de Dios, comprenden que el mundo evoluciona y nosotros
–como creyentes-debemos evolucionar también, es
decir, cambiar y crecer. Al respecto el apóstol Pablo
escribió: "No se amolden al mundo actual, sino sean
transformados mediante la renovación de su mente.
Así podrán comprobar cuál es la voluntad de
Dios, buena, agradable y perfecta. "(Romanos 12.2, Nueva
Versión Internacional)

Es necesario estar preparados para los cambios y
aprovechar las oportunidades que Dios nos ofrece. En esa
línea de pensamiento, hay tres cosas que debemos tener
presentes: la primera, que sólo quien sueña en
Dios, llega lejos; la segunda, que es importante identificar
dónde estamos fallando y cuáles son nuestros
debilidades en procura de corregirlas, y la tercera, reconocer
cuáles son nuestras fortalezas y
potencializarlas.

Sin duda habrá pensado un poco en el curso de su
vida. Probablemente ha descubierto que atraviesa un
período de desierto o estancamiento. ¡Es hora de
hacer una auto evaluación juiciosa! Recuerde que desde hoy
estamos construyendo nuestro mañana. Y en Dios es posible
llegar muy lejos.

No hay razón para que siga igual,
estático, sabiendo que fuera hay un mundo de oportunidades
que le esperan y que, en el Señor, su mañana es de
victoria. ¡Tome la decisión! Hoy es el día
para reemprender el camino de victoria u orientarse hacia
él, si no lo había hecho antes.

Puedo asegurarle que, tomado de la mano del Señor
Jesucristo, su existencia jamás volverá a ser la
misma. Basta que se decida en este momento.

Si tiene alguna inquietud no dude en escribirme ahora
mismo a fernandoalexis@aol.es o bien, puede comunicarse al
teléfono (0057)317-4913705.

© Fernando Alexis Jiménez

 

 

Autor:

Ps. Fernando Alexis
Jiménez

Libro Electrónico –
www.triunfandostereo.org y www.guerraespiritual.org

Partes: 1, 2
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