Su aplicación, obviamente, debe ser
universal: Cualquier acto de violencia debe ser tratado
siempre de la misma manera y debe contemplarse tanto la
violencia de los alumnos como la del personal (docente o
no).
Los documentos deben ser lo más completos y
explícitos posible: Medidas a tomar, servicio de
intervención y prevención implicados, medidas
explícitas de ayuda a las víctimas,
subprogramas de perfeccionamiento del personal,
participación activa de los afectados e interesados,
establecer una política de detección precoz y
subprograma de intervención en caso de
urgencia.
Deben basarse en políticas proactivas o de
tipo comunitario.
Las medidas judiciales que se puedan tomar son
competencia de los jueces, por tanto, debe quedar claro
cuáles son las competencias judiciales de aquellas que
corresponden a las autoridades escolares.
Todo programa debe ir acompañado de sistemas
de evaluación de resultados.
Otras medidas o recomendaciones suelen ser que ante la
necesidad de realizar comunicados a la prensa siempre debe recaer
sobre la misma persona, debe crearse entusiasmo por parte de
todas las partes implicadas con objeto de optimizar la adherencia
y, finalmente, el programa debería contemplar la
enseñanza a los docentes en técnicas de
resolución de conflictos y de colaboración con
otros organismos.
PROGRAMAS DE PREVENCIÓN
Son bastante numerosas las posibilidades de
intervención. Todas ellas se han implementado con
diferentes resultados. Nosotros realizaremos un breve recorrido
por cada uno de ellos, aunque desarrollando más
detenidamente los denominados Programas Proactivos o de
orientación Comunitaria.
Tabla – 2: Tipos de Programas
Preventivos
1. Programa de Intervención
/Sanción.
2. Programas de Conducta Esperada.
3. Programas de Detección /
Prevención.
4. Programas de Orientación
Comunitaria.
1- Los Programas de Intervención
/sanción (tipo – I) son de naturaleza reactiva.
Se actúa cuando un individuo emite una conducta
violenta y se basan en el principio de que la mejor forma de
prevenir la violencia escolar es hacer saber que un
determinado acto de indisciplina frente a un código de
conducta conlleva una consecuencia. Es la filosofía de
los denominados programas de "Tolerancia Cero".2- Los Programas de Conducta Esperada (tipo
– II) se basan en el principio de que cuando existen
unas reglas de convivencia justas, que se han hecho
explícitas y son equitativas, se impide la conducta
inaceptable. Estos programas, aunque contemplan
consecuencias, esta no es su filosofía, son que
conllevan una actitud preventiva (se interviene antes de que
aparezca la violencia).3- Los Programas de Detección
/Prevención (tipo – III) implican una
política de detección precoz de las causas que
producen la violencia a través del desarrollo de
actividades que reduzcan la violencia y favorezcan relaciones
interpersonales positivas. Se basan en el principio de que
"el conflicto es inevitable", por tanto, hay que
enseñar a los alumnos a saber reaccionar positivamente
ante situaciones potencialmente conflictivas.4- Los Programas de Orientación
Comunitaria o Proactivos (tipo – IV) parten del
supuesto de que los orígenes profundos de la violencia
están fuera del centro escolar ya que el colegio no es
en sí misma una estructura violenta, esta es
traída al centro por los profesores y los alumnos. Se
basan en el Modelo de Salud Pública, implican una
coordinación con instituciones y programas externos al
colegio. Como praxis preventiva proponen métodos de
enseñanza que favorezcan la implicación de
alumnos y profesores en la resolución de conflictos.
Suelen ser multidimensionales y requieren que sean aceptados
por la población de riesgo, encontrándose
integrados en la política general educativa, sanitaria
y social.
MODELO PROACTIVO O COMUNITARIO
Clásicamente, la Salud Pública distingue
entre Prevención Primaría, Secundaria y Terciaria.
Es decir, la primera actuaría sobre las causas, la segunda
sería la detección e intervención precoz, y
la tercera la actuación sobre la violencia declarada con
medidas de rehabilitación y reeducación. En el tema
de la violencia, como en cualquier otra situación en donde
no conocemos con precisión las causas que producen el
fenómeno que queremos prevenir, tenemos la necesidad de
realizar una serie de intervenciones generales y, la
mayoría de las veces, inespecíficas que debemos
contrastar periódicamente a través de los
resultados obtenidos.
1. Medidas en Prevención
Primaria:
Consiste básicamente, básicamente, en el
desarrollo de medidas encaminadas a modificar aquellas
situaciones socio-culturales que favorezcan la violencia y no
difieren de las medidas generales de otros programas:
Sensibilizar al público en
general con objeto de que adquieran compromisos con la
prevención de la violencia en el contexto
escolar.Intervención Comunitaria que
mejoren las condiciones sociales que favorecen la violencia:
mejorar las condiciones de hábitat, desarrollo de
guarderías, serviciosmédicos y
psicopedagógicos.Establecer programas de
Intervención desde las guarderías, preescolar y
secundaria que favorezcan conductas prosociales.Reglamentación que regule la
emisión de programas violentos en la TV cuando exista
una audiencia mayoritariamente infantil.
2. Medidas de prevención
secundaria
Igual que en la situación anterior, en la
detección e intervención precoz deben contemplarse
una serie de medidas anteriores que las posibiliten. Igualmente,
deben implicarse todos los estamentos que tengan que ver con la
familia, servicios de atención al menor y servicios
sociales comunitarios. Solo un programa que sepa articular a
estos estamentos tendrá posibilidades de
éxito.
Como medidas generales en el ámbito escolar,
proponemos:
El establecimiento de normas
antiviolencia claras, lógicas y de aplicación
no arbitraria.Desarrollo de programas que
enseñen a los alumnos habilidades
prosociales.Regular las actividades escolares
excesivamente competitivas.Desarrollar una buena política
escolar de promoción de deporte.Desarrollar sentimientos de
cooperación y solidaridad entre los
alumnos.Actuación inmediata de los actos
violentos encaminando la situación hacia el estamento
que mejor pueda resolverla.
3. Prevención terciaria
Nos plantea como actuar cuando la violencia ha
aparecido. Existen algunas normas básicas que debemos
seguir si queremos que las medidas a tomar sean realmente
preventivas: la aplicación de castigos debe ser
proporcional a la gravedad del acto violento y basados
en:
Un programa de expulsiones bien
articulado.El establecimiento y desarrollo de
medidas alternativas a la expulsión definitiva
articulándolas con un programa de actuación
más general y no como única medida.El establecimiento y desarrollo de
modalidades esclares alternativas ya sean transitorias o
definitivas.
WEISSBERG y ELLIAS (1993) proponen integrar las
actuaciones de prevención frente a la violencia en un
marco integrado en un Modelo de Competencias Sociales y de
Educación para la Salud. Estos autores encuadran la
violencia en una visión extensa del concepto de salud y
proponen una enseñanza planificada desde las
guarderías hasta el final de la secundaria que contemple
las diferentes fases del desarrollo psicológico. Se
fundamenta en el aprendizaje de habilidades cognitivas y
conductuales que generen actitudes, valores y una correcta
percepción y de aceptación de las normas
sociales.
PROPUESTA CONCRETA DE UN PROGRAMA DE
PREVENCIÓN
Debemos diferenciar las actuaciones preventivas
encaminadas a modificar la violencia y la indisciplina ocasional
de las dirigidas a los alumnos que presentan trastornos de
conducta. Sobre la primera deben desarrollarse Programas
Específicos de Centro y sobre las segundas los Programas
Comunitarios de Prevención.
Programas Específicos de Centro Cuando realmente
se intenta controlar la violencia escolar no son suficientes
medidas puntuales y aisladas que dé respuesta a actos de
indisciplina concretos. Realmente la eficacia de un programa
antiviolencia debe enmarcarse en su actuación en programas
de actuación general a nivel, incluso, comunitario. Por
tanto, el programa de centros podría ser considerado como
un subprograma del comunitario. Igualmente, deben tener el apoyo,
tanto de los padres como de los alumnos y profesores y
sustentarse en la filosofía de tolerancia cero a la hora
de aplicar las medidas disciplinarias. La aplicación de
consecuencias se decidirá por una Comisión de
Disciplina creada para tal efecto.
A nuestro juicio un Programa de Centro estaría
obligado a contemplar un mínimo de aspectos de violencia.
Los que recogemos a continuación deben adaptarse a cada
situación concreta, teniendo en cuanta las
características sociales y de contextos de riesgo de la
procedencia del alumnado. Estos supuestos mínimos
podrían ser:
No permitir la presencia de armas en el centro,
entendiendo por ello cualquier objeto que pueda causar
daño físico.Vigilar el flujo de personas ajenas al
centro.Controlar las conductas de intimidación y /o
amenazas entre los alumnos.No permitir el vandalismo: destrucción de
materialRobos de pertenencias a compañeros o al
centro.Discriminación por razones de sexo, raza o
aspecto / minusvalías físicas o
psíquicas.Peleas.
Agresiones, intimidación o acoso de tipo
sexual.Intimidaciones por escrito o verbal entre
compañeros.Debe definirse claramente un código de
conducta.Canales de comunicación entre los afectados.
En este sentido es muy importante la creación de la
figura del "mediador" y que, normalmente, es una persona con
ascendencia entre profesores y alumnos.Política de centro que favorezca un clima
positivo.Elaboración de un protocolo de
actuación con secuencias explicitas a cada tipo de
infracción y que debe ser conocido por profesores,
alumnos y padres.Recogida de las infracciones producidas y mecanismos
para informar a las autoridades educativas.Programas de perfeccionamiento del personal en
técnicas y métodos de promoción de la
seguridad y prevención de la violencia.Deben articularse mecanismos de enlace con la
policía y los servicios de seguridad, así como
los de urgencias sanitarias para los casos graves de
violencia.Creación de una Comisión de
Seguimiento y Evaluación del Programa
Antiviolencia.Las medidas de expulsión deben quedar
claramente definidas y todos los implicados deben tener
conocimiento exacto de los elementos de violencia que las
origina.Elaboración de programas alternativos a la
expulsión.Creación de mecanismos de ayuda y apoyo a las
víctimas de la violencia.
Existen una serie de indicadores que sirven para definir
sujetos en riesgo para la cometer actos violentos, así
como una serie de señales de advertencia antes de su
manifestación. Por ello es importante tenerlas presentes e
incluso contemplarlas de forma estandarizada en cualquier
programa de centro.
– Como indicadores precoces de sujetos en riesgo
podemos incluir aspectos como:
Alumnos que manifiestan con frecuencia episodios de
ira incontrolada.Alumnos con patrones de comportamiento impulsivo y
bromas pesadas, intimidación y maltrato.Historial previo de problemas de
indisciplina.Historial previo de conductas violentas.
Intolerancia a las diferencias y actitudes
prejuiciosas.Pertenencia a pandillas.
Amenazas de violencia.
– ¿Cuáles serían las
señales de advertencia que nos obliguen a un seguimiento
más estrecho?
La presentación de peleas con los
compañeros y /o los familiares.La destrucción de material de los
compañeros o el centro.Conductas explosivas de ira importante por razones
poco significativas.Amenazas reiteradas de violencia.
Posesión de objetos que pueden ocasionar
violencia (navajas, palos, cadenas o cualquier
otro…)
Todos los aspectos anteriormente reseñados
tienden al concepto de centro seguro y que podría
definirse como aquel que mantiene una buena supervisión de
acceso al centro, en donde la radio alumnos/profesores es
correcta, los ajustes de horarios tienden a minimizar el tiempo
muerto en pasillos o lugares potencialmente peligrosos y con una
supervisión eficiente durante los recreos. Estos aspectos
deben complementarse con la prohibición de la salida de
los alumnos del centro sin una causa que los justifique, la
prohibición de reuniones, sin supervisión, en
lugares potencialmente facilitadores de la trasgresión de
las normas conjuntamente con una vigilancia efectiva de los
alrededores del centro y coordinación con la
policía para asegurar un entorno seguro.
Por supuesto, las medidas anteriores, como venimos
diciendo, deben adaptarse a los riesgos particulares de cada
centro escolar, de los derivados de su entorno y de la
procedencia del alumnado. Igualmente, la intervención
preventiva se fundamenta en unos principios básicos para
realmente pueda ser operativa y eficaz. En este sentido, la
responsabilidad debe ser compartida estableciendo vínculos
positivos entre el alumnado, el colegio, la familia y, en
definitiva, la comunidad en donde se inserta.
La comunicación con los padres debe ser sincera,
objetiva. Se les debe escuchar e informar cuando sean observadas
señales de advertencia en sus hijos. En las situaciones de
caos o disfunciones graves de la dinámica familiar con
tendencia a desplazar responsabilidades al centro,
deberían ser los interlocutores de la Asociación de
Padres de Familia los que comuniquen la situación de
riesgo que presenta su hijo/a e informarles de las medidas que se
tomarán de producirse. Esto último impide los
recelos padres/profesores. Al mismo tiempo, se debe respetar la
confidencialidad de las familias respecto a sus asuntos privados
sin adoptar ni actitudes ni sugerencias que puedan ser
interpretadas como una injerencia en tales asuntos.
El responsable de programa debería transmitir a
los padres una serie de sugerencias que faciliten la operatividad
del mismo:
Que hablen con sus hijos acerca de la
conveniencia de los programas de disciplina.Que animen e involucren a sus hijos en
el cumplimiento del mismo.Hablar con sus hijos sobre la violencia
en TV, videojuegos etc…Que les enseñen la conveniencia
de resolver pacíficamente los problemas.Animarles a que enseñen a sus
hijos a expresar la frustración y la ira de forma no
violenta o peligrosa para los demás.Enseñarles a tolerar las
diferencias de forma tolerante.Generar mecanismos que les facilite el
poder pedir ayuda y orientación si fuera
necesario.Animarles a que consulten si sus hijos
manifiestan preocupaciones sobre amenazas o acciones
violentas.Si existen grupos juveniles de
prevención de la violencia que participen.Que los padres participen en los foros
que se desarrollen con relación a la violencia
escolar.
Respecto a cómo gestionar la aplicación de
medidas, estas deberían ser ejecutadas sin demoras y
generalizadas a otros contextos. Es difícil que tales
conductas se limiten exclusivamente al ámbito
escolar.
Objetivos: Las actividades se
estructurarán dependiendo del nivel hacia donde se dirija
la intervención: encaminadas a actuaciones de
prevención primaria, secundaria o terciaria.
– Las actividades hacia la prevención primaria,
se realizarían en los centros escolares y
consistirían el programas de formación,
análisis de situaciones de riesgo, apoyo a la
creación y seguimiento de los diferentes programas de
prevención establecidos.
– Las actividades en un nivel secundario de
prevención se refieren a la actuación sobre la
violencia ya declarada. Por tanto, a desarrollar en el centro
especializado.
Consistiría en:
Evaluación clínica y psicosocial de
cada caso. Esta información debe ser lo más
exhaustiva posible y con valoraciones ecológicas
específicas que faciliten.El establecimiento de un programa de tratamiento
individualizado con intervención sobre todos los
aspectos considerados favorecedores o mantenedores del
trastorno de conducta.Los objetivos del tratamiento individual
serían la modificación de las variables del
sujeto que se consideren en relación con el trastorno
de conducta, sean biológicas, psicológicas o de
procedencia ambiental. Las técnicas que se han
mostrado relativamente eficaces son las de
modificación cognitiva y de conducta.Una de las actividades terapéuticas
más relevantes para los trastornos de conducta, aunque
también de más difícil manejo, es la
intervención grupal. Se centrarían
básicamente en la aplicación de programas en
habilidades sociales y desarrollo de conductas
prosociales.Trabajo con familias con objeto de eliminar
disfunciones de la dinámica familiar y dotarla de
habilidades en el manejo de contingencias.Programa de tratamiento psico
/neurofarmacológico sobre la base de la evidencia
científica en cuanto a su efectos
terapéuticos.
– Las actividades a un nivel terciario
consistirían, básicamente, en:
Mantenimiento de los resultados positivos del
tratamiento actuando sobre los aspectos considerados
más vulnerables.Mantenimiento y desarrollo de factores de
protección, tanto en el individuo como en la familia,
colegio y contextos psicosociales.Desarrollar intervenciones de seguimiento
complementarias, si fuera necesario (toxicomanías,
paidopsiquiatría etc…).Establecimiento de mecanismos fluidos de
coordinación continuada con los profesores de los
alumnos con objeto de mantener una continuidad de cuidados y
seguimiento.
VIOLENCIA DE GÉNERO EN
ADOLESCENTES
La violencia constituye en la actualidad un problema
social de primera magnitud en muchos países occidentales,
por los efectos que produce en las personas contra las que se
dirige. Dentro de este contexto debemos destacar que es la
población más joven la que aporta gran parte de los
datos recogidos en las estadísticas sobre hechos
violentos. Son los hombres los que generalmente adoptan el rol de
agresores, y mujeres, niñas y niños y personas
mayores, los de víctimas.
Actos de violencia tales como sexo sin consentimiento,
abuso sexual y violación, acoso y malos tratos, son
más comunes de lo que en un principio nos podemos
imaginar. Estos y otros como las humillaciones, amenazas,
rechazos por motivos de orientación sexual (homofobia),
motes… están muy presentes en la vida cotidiana cercana.
Las conductas violentas están basadas en convicciones y
sistemas de creencias sesgados por mensajes de carácter
sexista, mitos sobre el poder y la violencia, por falsedad o
ausencia de información sobre las relaciones entre
iguales, la sexualidad y las relaciones de género, y por
unos mecanismos de socialización que hacen que la realidad
emocional de hombres y mujeres sea diferente,
presentándose "mutilados/as" ante las relaciones
interpersonales y el propio proceso de desarrollo
personal.
Esta claramente demostrado que, tomando en
consideración los antecedentes de los agresores, los actos
de dominio, intimidación y violencia suelen producirse
desde edades tempranas, en la adolescencia, fase crítica
que va estrechamente unida a la búsqueda de una identidad
social, profesional, sexual y de género.
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
Hablar de violencia de género es hablar de un
concepto que engloba diversas formas de violencia ejercida contra
las mujeres, en función de su sexo y del papel que les ha
sido adjudicado en un modelo de sociedad basado en normas,
valores y principios, que sitúa a las mujeres en una
posición de inferioridad y desventaja respecto de los
hombres. La violencia de género no es innata sino que se
adquiere, se aprende y se desarrolla desde los primeros
años de nuestra vida. Los seres humanos heredamos rasgos
que influyen en nuestro carácter, pero nuestros
comportamientos, desde el sadismo más absoluto a la
generosidad más esplendorosa, son el producto de un largo
proceso evolutivo condicionado por las influencias sociales, las
relaciones interpersonales y la cultura. Si la violencia ejercida
contra las mujeres es un comportamiento que se aprende, ese mismo
aprendizaje se puede modificar, se puede erradicar inculcando a
hombres y mujeres otro sistema de valores basado en la equidad y
el respeto mutuo.
Nadie puede dudar que la violencia contra las mujeres es
una patología social compleja porque en su
presentación intervienen múltiples factores y, por
tanto, de difícil tratamiento, más aún si
los planteamientos de análisis son simplistas. Si lo que
queremos es afrontar de verdad el problema debemos ir al origen
del mismo y, por supuesto, la cura y la prevención
sólo es posible si todas las instituciones sociales se
implican en la tarea.
La prevención de la violencia contra las
mujeres desde la educación
Creemos que el papel que la educación puede y
debe desempeñar es la erradicación de toda forma de
violencia contra la mujer. Ese objetivo es crucial y la
coeducación es un mecanismo de primer orden para
conseguirlo. Un estudio realizado recientemente por la
Unión Europea recomienda una serie de buenas
prácticas en esta materia de las que extractamos las
siguientes:
Con respecto a las Instituciones
educativas
Enseñar a construir la igualdad en la
práctica, a través de experiencias de
colaboración entre chicas y chicos, basadas en el
respeto mutuo.Incluir la lucha contra el sexismo y la violencia en
el currículo escolar, enseñando a detectar y a
combatir los problemas que conducen al sexismo y a la
violencia contra las mujeres.Favorecer la superación de los diversos
componentes del sexismo y la violencia contra las mujeres,
estimulando cambios cognitivos, emocionales y de
comportamiento.Desarrollar instrumentos que permitan detectar,
desde la escuela, a las niñas y niños y
adolescentes que pueden haber estado expuestos a situaciones
de violencia, para interrumpir dichas situaciones, curarles
de sus destructivos efectos y prevenir la tendencia a su
reproducción posterior.
Con respecto a las Administraciones
educativas:
Proporcionar a los centros educativos las
condiciones que permitan llevar a la práctica
programas eficaces, para prevenir la violencia contra las
mujeres, favoreciendo una formación
teórico-práctica del profesorado que debe
desarrollarlos y facilitando las diversas condiciones que los
hagan viables (recursos económicos, materiales para la
aplicación, ajustes en los horarios, medios humanos,
personas expertas para consultar dudas…)Integrar la intervención que se realiza desde
la educación con la que debe llevarse a cabo en todos
los contextos desde los que se estructura la sociedad,
conectándolas desde un enfoque multidisciplinar, que
permita al profesorado colaborar con otros agentes
sociales.
Capítulo 3
El trastorno de
conducta oposicionista y desafiante
Los niños al cumplir los dos, tres años
suelen mostrar un comportamiento caracterizado por su terquedad,
oposición a los padres y maestros, que suele ser
más evidente en la adolescencia. Este comportamiento en
sí mismo no presenta ningún tipo de anormalidad o
anomalía alguna. Sin embargo, cuando estos síntomas
se hacen más frecuentes, repetitivos y se convierten en un
comportamiento agresivo hacia los demás, influyendo en su
vida escolar, social y académica, entonces hay que
comenzar a pensar que allí puede haber un posible
trastorno de la conducta.
El trastorno oposicionista y desafiante, también
conocido como trastorno de la conducta negativista y desafiante
se caracteriza, por lo tanto, por un enfrentamiento continuo con
los adultos y con todas aquellas personas que tengan algún
rasgo de autoridad, en especial dentro de la familia y de la
escuela. Suele aparecer en el niño, en torno a los dos
– tres años, como una manifestación de
oposición y desafío, aunque será a partir de
los siete años cuando se manifieste como tal trastorno,
afectando entre un cinco y un quince por ciento de la
población escolar.
Hasta hace muy poco tiempo era comúnmente
aceptado por todos los especialistas que el trastorno desafiante
y oposicionista precedía y terminaba convirtiéndose
en un trastorno de conducta. Así hemos visto cómo
el CIE-10 consideraba al trastorno oposicionista como un subtipo
dentro del trastorno disocial o de conducta. Sin embargo, existen
evidencias que indican, que ambos trastornos son independientes
entre sí; así, por ejemplo, vemos que en el
trastorno oposicionista predomina una actitud provocadora y
hostil sobre las conductas destructivas o sobre la
violación de los derechos fundamentales de los
demás.
¿Qué es el trastorno de
conducta oposicionista y desafiante?
El trastorno de conducta oposicionista y desafiante (su
sigla en inglés es ODD) es un trastorno conductual que
normalmente se diagnostica en la niñez y que se
caracteriza por conducta no cooperativas, desafiantes, negativas,
irritables y fastidiosas hacia los padres, compañeros,
maestros y otras figuras de autoridad. La angustia y la
preocupación que los niños y adolescentes con ODD
provocan en los demás son mayores que las que ellos mismos
experimentan.
Causas del trastorno de conducta
oposicionista y desafiante
Las causas que ocasionan este trastorno, son hoy en
día motivo de discusión, al considerar algunos
expertos que éstas son desconocidas. Sin embargo, hay
otros que consideran que estas causas hay que buscarlas dentro
del ámbito familiar, basándose en la opinión
de algunos padres que dicen que su niño con Trastorno
Desafiante y Oposicionista era más rígido y
demandante que sus hermanos desde su más temprana edad. A
estos habría que añadir una serie de factores
biológicos y del ambiente, como causantes de este
trastorno.
Aún se desconoce la causa exacta de este
trastorno, pero Estudios recientes han llevado a analizar como
posibles causas en la aparición de este trastorno dos
teorías, conocidas cada una de ellas como teoría
del desarrollo y teoría del aprendizaje, respectivamente.
La teoría del desarrollo, que sugiere que los problemas
comienzan cuando el niño tiene entre uno y dos años
y medio de edad. Los niños y adolescentes que desarrollan
ODD pueden experimentar dificultades para aprender a volverse
autónomos y separarse de la principal persona a la cual se
encuentran ligados emocionalmente. Las "actitudes negativas"
características de este trastorno se consideran una
continuación de las cuestiones normales del desarrollo que
no se resolvieron de forma adecuada durante los primeros
años de vida. La teoría del aprendizaje, que
sugiere, sin embargo, que las características negativas
del trastorno de conducta oposicionista y desafiante son
actitudes aprendidas que reflejan los efectos de las
técnicas de refuerzo negativo empleadas por los padres y
figuras de autoridad. Se considera que el empleo de refuerzos
negativos por parte de los padres incrementa la frecuencia y la
intensidad de este tipo de conducta en el adolescente, quien de
este modo logra la atención, el tiempo, la
preocupación y la interacción que desea obtener de
los padres o las figuras de autoridad.
¿A quiénes afecta el
trastorno de conducta oposicionista y desafiante?
Los trastornos de la conducta, como categoría,
son sin duda la causa mas común de derivación a los
servicios de salud mental para niños y adolescentes. Las
estadísticas indican que este trastorno afecta entre un 2
y un 16 por ciento de los niños y adolescentes de la
población general y que se presenta con una frecuencia
mayor en los varones que en las mujeres.
Síntomas del trastorno de
conducta oposicionista y desafiante
La mayoría de los síntomas observados en
niños y adolescentes con este trastorno también se
observa a veces en niños que no lo padecen, especialmente
alrededor de los 2 ó 3 años de edad o durante la
adolescencia. Muchos niños, principalmente cuando
están cansados, con hambre o disgustados, tienden a
desobedecer, discutir con sus padres y desafiar su autoridad. Sin
embargo, en los niños y adolescentes que padecen el
trastorno de conducta oposicionista y desafiante, estos
síntomas se presentan en forma más frecuente e
interfieren con el aprendizaje, la adaptación en la
escuela y, algunas veces, con las relaciones personales del
adolescente.
Los síntomas del trastorno de conducta
oposicionista y desafiante pueden incluir los
siguientes:
Se enfadan con relativa frecuencia, se
encoleriza. Es muy habitual en ellos las rabietas frecuentes
de todo tipo; pierden con facilidad la paciencia.Discusiones excesivas con los
adultos.Desafían las reglas de los
adultos, negándose a realizar las tareas de la casa,
por ejemplo. Son provocadores.Cuestionamiento constante de las
reglas; negativa a obedecerlas.Conducta dirigida a molestar o enojar a
los demás, incluidos los adultos.Intentos de culpar a otras personas por
su mala conducta o errores.Suelen estar coléricos y
resentidos con todo lo que les rodea. Se molestan con
facilidad y se enojan, son quisquillosos e
irritables.Actitud de enojo frecuente.
Vocabulario desagradable o poco
amable.Actitud vengativa.
Son mentirosos e
incumplidores.Suelen tener problemas
académicos.
En ocasiones, los niños pueden presentar unos
síntomas parecidos a los que caracterizan este trastorno,
pero que son pasajeros y propios de la edad. Los padres y
profesores tendrán que estar atentos a estas diferencias,
ya que para que se pueda hablar de trastorno estos
síntomas se deben presentar con una gran frecuencia,
además de interferir en el aprendizaje, la
adaptación en la escuela y, algunas veces, con las
relaciones personales del adolescente.
¿Cómo se diagnostica el
trastorno de conducta oposicionista y desafiante?
Los padres, maestros y otras personas que representan
figuras de autoridad en el entorno del niño o adolescente
suelen ser capaces de identificar a un niño o un
adolescente que padece el trastorno. No obstante, un psiquiatra
infantil o un profesional de la salud mental capacitado es
él quien normalmente realiza el diagnóstico.
También resulta beneficioso contar con los antecedentes
detallados y las observaciones de conducta del adolescente,
suministrados por sus padres y maestros y, algunas veces,
realizar un examen psicológico. Los padres que advierten
síntomas del trastorno en sus niños o hijos
adolescentes pueden ayudarlos procurando una evaluación y
tratamiento precoces, decisión clave para prevenir la
aparición e incidencia de problemas en el
futuro.
Además, debido a que el trastorno de conducta
oposicionista y desafiante a menudo se manifiesta junto con otros
trastornos de la salud mental, entre los que se incluyen
trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, de conducta y
el trastorno de déficit de atención con
hiperactividad, la necesidad de un diagnóstico y
tratamiento precoces es imperiosa. Consulte al médico de
su hijo adolescente para obtener más
información.
Tratamiento para el trastorno de
conducta oposicionista y desafiante
Al igual que los demás trastornos, éste
debe ser tratado por especialistas que contarán
necesariamente con la información de primera mano ofrecida
por padres y profesores, además de contar con aspectos
propios del niño como su estado de salud, la edad, su
tolerancia a los medicamentos, etc., que obtendrá de una
exploración previa y de la información ofrecida por
las personas mencionadas. En primer lugar, se procederá a
realizar una evaluación comprensiva, con el fin de
determinar si hay otro tipo de desórdenes presentes, como
ansiedad, depresión, problemas de aprendizaje o trastorno
de déficit de atención e hiperactividad, que pueden
llevar al niño a desarrollar un trastorno de la
conducta.
El tratamiento específico para el trastorno de
conducta oposicionista y desafiante será determinado
basándose en lo siguiente:
La edad de su hijo, su estado general de salud y sus
antecedentes médicos;La gravedad de los síntomas de su
hijo;La tolerancia de su hijo a determinados medicamentos
o terapias;Las expectativas para la evolución del
trastorno;
El tratamiento puede incluir:
Psicoterapia individual.-"Que
suele emplear un enfoque cognitivo conductual a fin de aumentar
la capacidad del paciente para resolver problemas y su habilidad
de comunicación y de control del enojo y el
impulso". Es decir, se pretende que el niño
aprenda a controlar sus emociones fuertes (rabia, coraje,
etc.).
Terapia familiar.-La terapia familiar tiene
a menudo como objetivo realizar cambios en la relación
familiar, como por ejemplo, mejorar la capacidad de
comunicación y fomentar la interacción entre sus
miembros. La crianza de los adolescentes con el trastorno suele
ser una tarea muy difícil para los padres, quienes
necesitan apoyo, comprensión y ayuda para desarrollar
enfoques más eficaces para la crianza de sus
hijos.
Terapia grupal con pares.-Que "a
menudo prioriza el desarrollo de las habilidades sociales e
interpersonales". En este aspecto se aconseja un
entrenamiento en las destrezas sociales, encaminado a aumentar la
flexibilidad y mejorar la tolerancia de la frustración con
sus pares.
Medicamentos.-Si bien no se consideran
eficaces para el tratamiento del ODD, pueden utilizarse si se
presentan otros síntomas o trastornos que responden al
medicamento.
A estos tratamientos habría que añadir las
terapias cognitivas, que para el doctor Romeu son un camino
prometedor, ya que hasta el momento los datos obtenidos con
pacientes que presentaban síntomas de negativismo
desafiante han sido muy satisfactorios.
Por último, y no por eso menos importante, hay
que ayudar a los padres de forma directa mediante programas de
adiestramiento, tendente a que éstos aprendan a manejar el
comportamiento del niño. En esta ayuda se tendrá en
cuenta una buena información de este tipo de
comportamiento de los niños, que permitan una
solución del problema y una reducción en la
negatividad de los individuos.
Cómo prevenir el trastorno de conducta
oposicionista y desafiante en la adolescencia
Algunos expertos consideran que en la
manifestación del trastorno de conducta oposicionista y
desafiante se produce una secuencia de experiencias relacionadas
con el desarrollo. Esta secuencia puede iniciarse con una actitud
ineficaz por parte de los padres, seguida de dificultades con
otras figuras de autoridad y malas relaciones con los
compañeros. A medida que estas experiencias se exacerban y
persisten, la conducta desafiante y oposicionista se transforma
en un patrón. La detección y la intervención
precoces en las vivencias negativas familiares y sociales pueden
lograr interrumpir la secuencia de experiencias que llevan a
conductas más oposicionistas y desafiantes. La
detección precoz y la intervención con habilidades
más efectivas de comunicación, de crianza, de
resolución de conflictos y de control del enojo pueden
alterar el patrón de conductas negativas y disminuir la
interferencia del trastorno en las relaciones interpersonales con
los adultos y los compañeros, así como
también en la adaptación en el ámbito
escolar y social. El objetivo principal de la intervención
precoz es favorecer el crecimiento y el desarrollo normales del
adolescente y, además, mejorar la calidad de vida del
niño o adolescente que padece el trastorno de conducta
oposicionista y desafiante.
¿Cómo prevenirlo?
En primer lugar, se debe llevar a cabo una buena
labor preventiva y de intervención precoz del
trastorno. Para ello se evitarán todo tipo de
situaciones negativas dentro del ámbito familiar y
social, que son generadoras de conductas desafiantes y
oposicionistas.Potenciar todas aquellas habilidades encaminadas a
favorecer la comunicación entre los diferentes
miembros de la familia.Controlar las emociones de enojo y todas las
conductas negativas que pueden llevar a
enfrentamientos.Eliminar todo tipo de situaciones conflictivas en el
ámbito familiar y escolar.Lograr una correcta adaptación al
ámbito escolar.
¿Qué pueden hacer los padres
cuando aparece este trastorno?
Los padres, en primer lugar, deben de recibir la
información precisa sobre el trastorno que padece su hijo,
así como las posibilidades que tiene de que éste se
corrija y no llegue a convertirse en un trastorno de conducta.
Asimismo, los padres deben evitar de caer en el error de centrar
toda su atención en su hijo con TDO, pues ello le puede
ocasionar más perjuicios que beneficios. Los expertos
aconsejan que los padres actúen de la siguiente
manera:
Apoyar al niño en todas aquellas situaciones
positivas, reforzando sus actuaciones que demuestren
flexibilidad y cooperación.Autoimponerse unos tiempos de descanso; es decir,
darnos un tiempo antes de actuar si consideramos que una
actuación inmediata puede provocar un conflicto
mayor.Establecer prioridades en aquellas cosas que
queramos que hagan nuestros hijos, de manera que se eviten
situaciones de enfrentamientos.Establecer límites razonables, que el
niño entienda con facilidad, imponiendo unas
consecuencias consistentes.Centrar nuestra atención en otros intereses
distintos, que no sean única y exclusivamente, estar
pendientes de nuestro hijo con este trastorno. Para ello es
bueno contar con otros profesionales que respalden nuestra
actuación con él.Realizar ejercicios de relajación, de manera
que disminuyan el estrés y nos permitan una respuesta
correcta ante cualquier situación conflictiva
presentada.
Capítulo 4
Trastorno de la
conducta o trastorno disocial
Dentro de los trastornos de conducta, el
trastorno disocial es uno de los más
característicos; suele ir asociado con conflictos
familiares, pobreza, defectos genéticos y adicción
a drogas o alcoholismo de parte de los progenitores. Si
hiciésemos una breve incursión histórica
sobre los autores que han trabajado en el estudio de la conducta
infantil, veríamos que el interés suscitado por
esta temática proviene del siglo XIX; los autores de la
época englobaban los problemas de la conducta en la
infancia con aquellos otros relacionados con la hiperactividad,
bajo el epígrafe de "niños
inestables", como los denominaba Bourneville. Tras este
autor siguieron sus pasos otros de la talla de Still (1902) o
Heuyer, para quien la conducta disocial de estos chicos se
debía a factores psicosociales. Heuyer los denominaba como
"niños anormales y delincuentes
juveniles". No será, sin embargo, hasta mediados
del siglo XX cuando este trastorno encuentre su correcta
delimitación desde un punto de vista clínico, hasta
llegar a su actual denominación como Trastorno de
Conducta. Es el momento en el que se analizan los síntomas
más evidentes de este comportamiento como las rabietas no
controlables, la agresividad hacia sus compañeros y
familiares y toda una amplia gama de manifestaciones, como iremos
analizando en los apartados siguientes.
Nosotros, para el análisis de este
trastorno hemos seguido los criterios establecidos tanto por el
DSM-IV como por el CIE 10, de la OMS. A partir de ellos nuestra
única pretensión ha sido acercarnos a su
problemática, al mismo tiempo que dar unas pequeñas
indicaciones sobre su tratamiento, según la
información ofrecida por los expertos en esta
materia.
¿Qué es el trastorno de la
conducta o trastorno disocial?
Se entiende como trastorno de conducta a la
alteración del comportamiento, que se manifiesta de una
manera antisocial, ya desde la infancia, y que se refleja en una
serie de violaciones de normas que no son propias de la edad,
como los enfrentamientos con otros niños; escaparse de
clase, etc., y que son consideradas más allá que la
propia "maldad infantil" o rebeldía del
adolescente. Estas manifestaciones van unidas a una serie de
situaciones familiares, sociales, escolares que las van a
potenciar. Aunque aparecen en etapas infantiles, pueden continuar
y se amplía en la edad adulta. Por otra parte, indicar que
este trastorno afecta, al igual que ocurre con el TDAH, en mayor
medida más a los niños que a las niñas, en
porcentajes que van entre el 6 y el 16 por ciento para los
niños y entre el 2 y el 9 por ciento para las
niñas.
Finalmente, indicar que este tipo de trastorno disocial
suele ir precedido de otro trastorno, el negativista desafiante,
que aparece con mayor frecuencia en los años preescolares,
mientras que el trastorno de conducta aparece en niños
mayores, en adolescentes. Esta opinión. Sin embargo, hoy
en día es discutida por algunos autores.
El trastorno del comportamiento (su sigla en
inglés es CD) es un trastorno de la conducta que a veces
se diagnostica en la niñez y que se caracteriza por
conductas antisociales que violan los derechos de los
demás y las normas y reglas sociales apropiadas para la
edad. Algunos ejemplos podrían incluir la falta de
responsabilidad, la conducta transgresora (ausentarse de la
escuela sin permiso o escaparse), la violación de los
derechos de los demás (como por ejemplo, robar) o, la
agresión física hacia los demás (como por
ejemplo, golpes o violación). Estas conductas son a menudo
concomitantes, no obstante, también es posible que se
presente sólo una o varias de ellas en forma aislada, es
decir, sin las demás.
¿Cuáles son las causas del
trastorno del comportamiento?
Se considera que las condiciones que contribuyen al
desarrollo de un trastorno de la conducta son multifactoriales,
lo que significa que existen muchos factores involucrados. Los
exámenes neuropsicológicos demuestran que los
niños y los adolescentes que sufren este tipo de
trastornos parecen presentar alguna clase de anomalía en
el lóbulo frontal del cerebro, lo cual interfiere en su
capacidad para planificar, evitar los riesgos y aprender de las
experiencias negativas. Se piensa que el temperamento de los
niños tiene una base genética. Los niños y
los adolescentes que tienen un temperamento difícil tienen
mayor probabilidad de desarrollar trastornos de conducta, y lo
mismo sucede con los que provienen de hogares carenciados,
traumáticos o desorganizados. Se comprobó
también que los problemas sociales y el rechazo por parte
de sus compañeros contribuyen a la delincuencia. Existe
además una relación entre el bajo nivel
socioeconómico y los trastornos de la conducta. Los
niños y los adolescentes que manifiestan conductas
delictivas y agresivas tienen perfiles cognitivos y
psicológicos característicos en comparación
con adolescentes que padecen otros problemas de salud mental y
los que forman parte de grupos de control. Todos los factores que
posiblemente contribuyen al desarrollo del trastorno determinan
la interacción de los niños y los adolescentes con
los demás.
Este comportamiento agresivo y violento, que puede
incluso llevar al menor a la utilización de armas de
fuego, va generalmente unido a una serie de causas
multifactoriales que han provocado esta situación. Algunas
de las más significativas son:
Relación de este trastorno con una
afección en el lóbulo frontal del cerebro, lo
que impide a estos niños llevar a cabo actuaciones de
planificación o evitación de riesgos,
así como aprender de sus experiencias
negativas.Factores de origen genético, heredados de la
familia. En este sentido es frecuente encontrar en el entorno
del niño familiares con trastornos mentales graves,
como esquizofrenia, paranoia, trastornos de la personalidad o
anormalidades neurológicas.Es frecuente, también, encontrar niños
con trastornos de la conducta que presentan síntomas
del Trastorno de la Atención e
Hiperactividad.Familias desestructuradas y con problemas graves
entre sus miembros, que no suelen contar con el necesario
apoyo familiar. Suelen ser hijos de familias marginales y muy
inestables: los padres se han divorciado; son hijos de madre
soltera o de padres en paro. Estas situaciones han llegado a
provocar que estos niños sufran en sus propias carnes
la violencia en el hogar.Problemas de rechazo social; niños que no son
bien aceptados entre el resto de sus
compañeros.Bajo nivel socioeconómico en la familia
(pobreza, carencia de medios, necesidades económicas
de todo tipo).Comportamiento agresivo o violencia previa. A veces,
va unido a situaciones de abuso físico o sexual, donde
ellos han sido las víctimas.Exposición a la violencia en los medios de
difusión (televisión, radio, etc.).Uso de drogas o de alcohol, o de ambos.
Presencia de armas de fuego en la casa.
Daño cerebral debido a heridas en la
cabeza.Convivir con compañeros
delincuentes.Algunos autores encuentran una asociación
entre este trastorno y los trastornos de la personalidad, en
especial los referidos a la personalidad sádica, que
es uno de los síntomas más destructivos de este
trastorno. Este afán destructivo lo dirigen hacia los
demás y se identifica al principio de la edad adulta.
En los niños se presenta en forma de crueldad hacia
los animales.
¿A quiénes afecta el
trastorno del comportamiento?
Los índices de trastornos de la conducta en los
adolescentes varían considerablemente, con oscilaciones
comprobadas de un 6 a un 16 por ciento para los niños y de
un 2 a un 9 por ciento para las niñas. Este trastorno se
presenta con una frecuencia mayor en los varones que en las
mujeres. Los niños y los adolescentes que padecen
trastornos de la conducta con frecuencia tienen también
otros problemas psiquiátricos que pueden contribuir al
desarrollo de este trastorno. En las últimas
décadas, los trastornos de la conducta han aumentado
considerablemente. La conducta agresiva es la causa de entre un
tercio y la mitad de las derivaciones a los servicios de salud
mental para niños y adolescentes.
Síntomas del trastorno del
comportamiento
Los síntomas del trastorno disocial van unidos a
un tipo de comportamiento repetitivo y persistente en el que se
violan los derechos básicos de las personas, así
como normas sociales propias de la edad. Según los
criterios establecidos por el DSM-IV la edad en la que suele
aparecer es a partir de los 15 años. Los expertos nos
ponen sobre aviso de que algunos de estos síntomas pueden
aparecer también en niños que no padecen este tipo
de trastorno de conducta, siendo más frecuente su
aparición en aquellos que padecen TDAH. Asimismo, suele
manifestarse junto con otros trastornos de la salud mental como,
por ejemplo, trastornos del estado de ánimo, de ansiedad,
de estrés postraumático, abuso de drogas,
trastornos del aprendizaje, etc. Como se ve síntomas
más propios de un trastorno de conducta negativista y
desafiante, considerado por algunos autores como fase previa al
trastorno disocial. Los padres habrán de estar muy atentos
a estos síntomas y recurrir al médico cuando
considere que su hijo presenta un cuadro parecido.
La mayoría de los síntomas que se
manifiestan en los adolescentes con trastornos de la conducta
también se presentan a veces en aquellos que no sufren el
trastorno. Sin embargo, en los adolescentes que padecen el
trastorno, estos síntomas se evidencian de forma
más frecuente e interfieren en el aprendizaje, la
adaptación a la escuela y, algunas veces, en las
relaciones del adolescente con los demás.
A continuación se enumeran los síntomas
más comunes del trastorno del comportamiento. Sin embargo,
cada adolescente puede experimentarlos de una forma diferente.
Existen cuatro grupos principales de conductas que pueden
incluirse en esta clasificación:
Conducta agresiva:Que se manifiesta tanto hacia las
personas como hacia los animales, sin que exista una
afectación emocional, al menos en apariencia. Suele ir
unida a una amenaza o a un daño físico a otras
personas, reflejada en una conducta intimidatoria;
enfrentamientos físicos; acciones violentas hacia los
demás; utilización de armas (palos, piedras,
cuchillos, botellas rotas, pistolas); suele ser cruel con las
personas y los animales; roba a sus víctimas; fuerza a
otras personas a mantener una relación sexual con
él; se manifiesta de una manera cruel con los
animales.
La conducta agresiva provoca o amenaza con algún
daño físico a otras personas y puede incluir lo
siguiente:
Conducta intimidante
Amedrentamiento
Peleas físicas
Crueldad con los demás o con los
animalesUso de armas
Someter a otra persona a la relación sexual,
violación o abuso deshonesto
Conducta destructiva:Caracterizado por un vandalismo
y un espíritu destructor de la propiedad privada,
generalmente de los otros, que puede llegar, incluso, al
incendio intencionado de esa propiedad. El fin no es otro que
el de causar el mayor daño posible.
La conducta destructiva puede incluir lo
siguiente:
vandalismo, destrucción intencional de la
propiedadincendios intencionales
Falsedad y Engaño:Se caracteriza porque
fuerza la entrada en el edificio, casa o automóvil de
otras personas; utiliza la mentira para obtener aquello que
de otra forma no alcanzaría o para evitar la
ejecución de sus obligaciones; es un mentiroso
incumplidor. Su objetivo único y prioritario va
encaminado a conseguir sus propósitos.
La conducta engañosa puede incluir lo
siguiente:
Mentiras
Robos
Hurtos en tiendas
Delincuencia
Transgresión de reglas:En este apartado nos
referimos a aquellas reglas que son propias de los
niños y adolescentes, como las relacionadas con la no
asistencia a clase (hacerse la vaca); realizar bromas
pesadas; travesuras de todo tipo; pasar la noche fuera de
casa, pese a la negativa de los padres; etc.
Las transgresiones de las reglas habituales de conducta
o de las normas adecuadas para la edad pueden incluir lo
siguiente:
Ausencia injustificada a la escuela
Escaparse
Bromas pesadas
Travesuras
Inicio precoz de la actividad sexual
Los síntomas del trastorno del comportamiento
pueden parecerse a los de otros cuadros clínicos o
problemas de conducta.
Los primeros síntomas, sin embargo, suelen ser
más simples y a veces nos pueden confundir con la
evolución propia de la edad. Estos síntomas o
"señales de alerta" son: una ira intensa; ataques
de furia o pataletas; una irritabilidad e impulsividad extremas;
y frustrarse con facilidad. A consecuencia de todo ello el
niño que padece un trastorno disocial sufre un fuerte
deterioro en su vida social, académica o laboral. Por
último, conviene señalar que los trastornos de
conducta presentan, en cuanto al sexo, una serie de diferencias;
así, por ejemplo, en los chicos se observa conductas
agresivas y violentas, mientras que en las chicas son más
frecuentes los incumplimientos normativos.
Atendiendo a los criterios establecidos por CIE 10, los
trastornos disociales más característicos
son:
Trastorno disocial limitado al contexto familiar.
Son niños que muestran su agresividad o violencia
únicamente dentro del entorno familiar y que se
refleja en robos de dinero a algunos miembros de la familia;
roturas de objetos, ropas y enseres o pertenencias propias de
la familia; pueden llegar, incluso, a provocar el incendio de
la casa.
El origen se puede encontrar en un fuerte enfrentamiento
entre el niño y un miembro de la familia.
Trastorno disocial en niños no socializados.
En este trastorno se combina un comportamiento disocial
agresivo con una importante dificultad para las relaciones
personales con otros chicos.
Son chicos que son rechazados por los demás
chicos de su edad, con los que mantienen un enfrentamiento;
tampoco encuentran facilidad para tratar con los adultos. Todo
ello les lleva a tener una grave falta de afectividad. A veces
suele convertirse en delincuente en solitario, apareciendo
entonces todos los síntomas mencionados: violencia,
peleas, robos, etc.
Trastorno disocial en niños socializados. A
diferencia del caso anterior aparece en chicos que se
encuentran integrados en grupos, con una fuerte
socialización. Su relación con los adultos y
con su familia suele ser conflictiva. Normalmente, sin
embargo, actúa fuera del ámbito familiar,
siendo su radio de acción más el escolar, donde
se rodea de una pandilla con la que llevar a cabo los delitos
(robos, intimidaciones, etc.); aunque la mayoría de
las ocasiones se queda en una mera ausencia
escolar.Trastorno disocial desafiante y oposicionista. Este
trastorno se circunscribe a los chicos menores de diez
años y se caracteriza porque éstos muestran una
clara tendencia desafiante, desobediente y provocadora, que
va más allá de las típicas travesuras
pero sin llegar a comportamientos tan agresivos y violentos
como los anteriores. El comportamiento de este tipo de chicos
está más relacionado con una oposición
activa hacia todo aquello que les ordenan los adultos,
especialmente, los padres y profesores, así como a
molestarles intencionadamente. Son chicos fácilmente
irascibles, pierden el control con facilidad y se enfrentan
con aquellos que le echan en cara sus fallos.Trastornos disociales y de las emociones mixtos. Son
aquellos trastornos caracterizados por una combinación
de comportamientos de tipo agresivo, disocial o retador, que
suelen ir acompañadas de cuadros depresivos, de
ansiedad, etc. Sus principales subtipos son:Trastorno disocial depresivo: se combinan algunos
rasgos de trastorno disocial de la infancia con otros de
depresión persistente que originan sentimientos de
infelicidad o pérdida de interés por todo lo
habitual.Otros trastornos disociales y de las emociones
mixtos. Combinan trastornos disociales de la infancia con
otros como ansiedad, temores, fobias,
despersonalización, etc.
¿Cómo se diagnostica el trastorno del
comportamiento?
Los psiquiatras infantiles u otro profesional de la
salud mental capacitado normalmente diagnostican los trastornos
de la conducta en niños y adolescentes. También
resulta beneficioso contar con los antecedentes detallados y las
observaciones de conducta del adolescente, suministrados por sus
padres y maestros y, algunas veces, realizar un examen
psicológico. Los padres que advierten síntomas de
trastorno de la conducta en sus hijos pequeños o
adolescentes pueden ayudarlos procurando una evaluación y
tratamiento precoces, decisión clave para prevenir la
aparición e incidencia de problemas en el
futuro.
Además, debido a que el trastorno del
comportamiento a menudo se manifiesta junto con otros trastornos
de la salud mental, entre los que se incluyen trastornos del
estado de ánimo, de ansiedad, de estrés
postraumático, abuso de drogas, trastorno de
déficit de atención con hiperactividad y trastornos
en el aprendizaje, la necesidad de un diagnóstico y
tratamiento precoces es imperiosa. Consulte al médico de
su hijo adolescente para obtener más
información.
TRATAMIENTO DE PROBLEMAS DE CONDUCTA
(NIÑOS Y ADOLESCENTES)
1. AREA COGNITIVA
A. Desde el punto de vista cognitivo el
niño o adolescente va a presentar 3
características:
A.1) Es frecuente que el niño o adolescente tenga
una autoimagen negativa donde se vea despreciado, no amado e
indeseable para otros; y que su conducta sea en parte motivada
por un ataque para defenderse de los desprecios.
A.2) Baja tolerancia ante la frustración: Soporta
muy mal no satisfacer sus deseos inmediatamente y ello le lleva a
reaccionar con ira, impulsividad o
manipulación.
A.3) Falta de empatía por los derechos y
sentimientos ajenos. Es egocéntrico centrado en satisfacer
sus deseos.
B. Las intervenciones cognitivas se dirigen a
modificar los tres componentes anteriores. Básicamente
se trata de la RESOLUCION DE PROBLEMAS Y EL AUTOCONTROL
frente a la impulsividad, y el ENTRENAMIENTO EN EMPATIA
frente a la escasa responsabilidad y falta de conciencia de
los sentimientos del otro. Se trabaja en formato de grupo de
adolescente donde se exponen y modelan problemas
relacionales, identificando los componentes
cognitivo-conductuales de cada situación/sujeto, y
generando/entrenando alternativas. (Terapia
cognitiva-conductual- Foultisch, 1988; Kazdin,
1989).
Otras intervenciones cognitivas se centran en trabajar
con la familia y como sus actitudes y el problema se
interrelacionan circularmente (p.e Huber y Baruth,
1989)
2. AREA AFECTIVA
A. La principal característica de la
afectividad de los trastornos de conducta es la falta de
control del niño/adolescente de sus emociones en
relación a su baja tolerancia a la frustración
y la falta de empatia con el/la agredida.B. Las intervenciones cognitivas-conductuales
tratan de facilitar que se IDENTIFIQUEN LOS SENTIMIENTOS y
que se module o REGULE SU EXPRESION. Con niños
más pequeños se facilita este aprendizaje
mediante las instrucciones verbales y el modelado en el
contexto por ejemplo de una terapia de juego o por
orientación familiar. Con adolescentes los grupos de
chicos/as con problemas similares o la terapia familiar
tienen la misma finalidad. Se trabajan tres aspectos: (1)
Identificar que se siente, (2) Como se puede expresar, (3)
Como se puede sentir el otro.
3. AREA SOMATICA
Puede ser frecuente la ASOCIACION DE OTROS TRASTORNOS
que puedan requerir MEDICACION, como la hiperactividad (p.e
psicoestimulantes), los trastornos afectivos (p.e
antidepresivos), o las crisis de agresividad extrema en forma de
convulsiones (p.e antiepilepticos).
4. AREA INTERPERSONAL
La familia en estos casos suele presentar intentos
de solución del trastorno de conducta caracterizado
por el exceso de métodos coercitivos-castigos e
inconsistencias (p.e falta de límites claros, no
mantenimientos de consecuencias, desacuerdos parentales,
etc.). También puede darse el caso de que el trastorno
del niño o adolescente forme parte de conflictos
más generales de la propia familia (a menudo de
problemas conyugales) y que este sea empleado en la misma
disfunción familiar.Puede bastar, en casos de disfunción familiar
baja, un planteamiento de ORIENTACION A LOS PADRES de tipo
psicoeducativo y conductual: El terapeuta enseña a los
padres a cómo manejar los problemas de conducta
mediante el modelado directo (demostración en vivo),
la bibliografía seleccionada que después se
discute (lecturas) y el manejo de la propia ira parental (por
ejemplo mediante la inoculación al
estrés).En caso de disfunciones familiares más
amplias y graves puede estar indicada la TERAPIA FAMILIAR O
DE PAREJA. Estas intervenciones suelen estar guiadas por
planteamientos sistémicos y cognitivos (p.e Huber y
Baruth, 1986; Selekman, 1996)En caso de familias con desventajas culturales y
socioeconómicas la intervención de los
servicios sociales y de las redes de APOYO SOCIAL suele estar
recomendada.
5. AREA CONDUCTUAL
1- Los objetivos conductuales se dirigen a
reducir la conducta antisocial y aumentar la conducta
prosocial del niño o adolescente
2- Se suele listar las conductas y capacidades
del niño/adolescente que funcionen adecuadamente. Se
identifica y se presta APOYO A LO QUE EL SUJETO HACE BIEN
(p.e deportes para niños fuertes y
agresivos).3- Se indaga lo que los padres y el chico hacen
juntos que sea divertido y agradable y se prescribe que lo
realicen con frecuencia creciente.4- Identificar un solo problema de conducta por
vez para su manejo. Se diseña con los familiares y
entorno ESTRATEGIAS DE EXTINCION o reducción de esas
conductas evitando el castigo físico y empleando
intervenciones alternativas (extinción, tiempo fuera,
sobre corrección).
El tratamiento específico para los adolescentes
que sufren trastornos de la conducta será determinado
basándose en lo siguiente:
La edad de su hijo, su estado general de salud y sus
antecedentes médicosLa gravedad de los síntomas de su
hijoLa tolerancia de su hijo a determinados medicamentos
o terapiasLas expectativas para la evolución del
trastorno
El tratamiento puede incluir:
Abordajes cognitivo-conductuales.-El
objetivo del tratamiento cognitivo-conductual es aumentar la
capacidad del paciente para resolver problemas y para
comunicarse, así como promover técnicas para
controlar los impulsos y el enojo.
Terapia familiar.-La terapia familiar tiene
a menudo como objetivo realizar cambios en la relación
familiar, como por ejemplo, mejorar la capacidad de
comunicación y fomentar la interacción entre sus
miembros. Se trata, por otra parte, también de un
entrenamiento del joven dirigido a resolver sus problemas.
Asimismo, es muy importante un adiestramiento educativo de los
padres; según el Gabinete Médico Psicológico
del doctor Juan Romeu, este entrenamiento ha sido muy efectivo,
hasta el punto de haber disminuido la conducta agresiva y
provocativa de los chicos hasta las mismas tasas de sus
compañeros no problemáticos.
Terapia de grupo con los compañeros, que pretende
mejorar las capacidades de socialización de los
individuos. Esta ayuda es muy importante que se lleve a cabo
desde la escuela, donde se ofrecerá un apoyo desde el
servicio de psicología y de todo el claustro, en general.
La terapia grupal a menudo prioriza el desarrollo de las
habilidades sociales e interpersonales.
Medicamentos.-No se disponen de
fármacos específicos para el trastorno de conducta.
Sí se ha comprobado que la utilización de ciertas
técnicas de modificación de conducta en
unión de ciertos medicamentos ha alcanzado una
modificación de ciertas conductas agresivas.
Para el doctor Juan Romeu es muy efectiva la terapia de
conducta para el tratamiento de conductas específicas y
todavía es mayor cuando se combina con el adiestramiento
de los padres. Aunque para llevar a cabo tales terapias aconseja
su aplicación en centros especialmente dedicados al
acogimiento, tratamiento y reinserción de los niños
con tales alteraciones.
No obstante, la medida más eficaz será una
prevención a tiempo del trastorno, en el que
tendrán mucho que ver padres y maestros, que ante
cualquier síntoma de agresividad por parte del niño
deben ponerse en alerta.
¿Qué hacer los padres?
Los que mejor conocen a sus hijos, sin duda alguna, son
los padres, por eso han de tener sumo cuidado en no quitar
importancia a algunos comportamientos que ven en sus hijos y que
no siempre se les puede achacar a aspectos meramente evolutivos;
son frecuentes entre los padres expresiones como las siguientes,
ante el comportamiento agresivo de sus hijos: "es una rabieta
de niños" o "ya se le pasará cuando
madure", etc. Los padres, ante el menor síntoma de
que su hijo padece un trastorno de conducta deben de poner los
medios adecuados para su corrección. Para ello se
pondrán en manos de especialistas médicos que le
aconsejarán la mejor forma de lograrlo, así como
mantener una comunicación directa con la escuela, con el
fin de que la ayuda ofrecida al niño entre los padres y
profesores sea más completa.
Algunos de estos comportamientos se pueden impedir o, al
menos, reducir si se ponen las medidas adecuadas. Las estrategias
que proponen los expertos van encaminadas a la prevención
del abuso infantil; a una buena educación sexual; a la
potenciación de programas de intervención temprana;
a la supervisión de la programación infantil de la
televisión, eliminando escenas de violencia,
etc.
Asimismo, se pueden evitar situaciones de riesgo en las
que los padres tienen mucho que decir y que están
directamente relacionadas con su vida familiar y de pareja. En
este sentido indicar que se deben de evitar discusiones de pareja
delante de los hijos, así como involucrarles en estas
discusiones o evitar tomar decisiones contrarias a la hora de
enfrentarse con un problema familiar. En toda esta
dinámica es muy importante la uniformidad de los criterios
y la serenidad a la hora de enfrentarse al problema.
En otro orden, incidir en la importancia que tiene dar
ejemplo a los hijos de todo aquello que criticamos: no tomar
drogas ni alcohol; controlar que tampoco ellos las tomen, etc. O
estar siempre en contacto con el colegio y con los
maestros.
En definitiva, los padres tienen una importante labor en
todo este proceso. Algunos expertos en la materia han definido
como básicos las siguientes actuaciones que se pueden
llevar a cabo en nuestras casas cuando nos enfrentamos a un
niño con problemas de conducta:
Reconocer las virtudes de los hijos.
Alabarles cuando hacen lo correcto.
Hacer las cosas que les gusta hacer a ellos y no las
nuestras.Escucharles.
Tener un criterio amplio y justo.
No inculpar a nadie cuando hacemos lo
incorrecto.Mostrarles el camino de la solución de los
problemasEstimularles con el ejemplo.
Evitar enfrentamientos de pareja.
Establecer normas justas.
Permitir el diálogo en la familia.
No castigarles severamente ante una conducta
agresiva, ya que eso refuerza su conducta, al sentirse
más aislado, todavía, socialmente.
Cómo prevenir el trastorno del
comportamiento en los adolescentes:
Al igual que el trastorno de conducta oposicionista y
desafiante (su sigla en inglés es ODD), algunos expertos
creen que se produce una secuencia determinada de experiencias en
el desarrollo del trastorno del comportamiento. Esta secuencia
puede iniciarse con una actitud ineficaz por parte de los padres,
seguida de fracasos escolares y malas relaciones con los
compañeros, serie de experiencias que a menudo provocan un
estado de ánimo depresivo y fomentan la
participación en un grupo de amigos rebeldes. No obstante,
otros opinan que muchos factores como por ejemplo, el abuso
sexual en la niñez, la susceptibilidad genética, un
historial de fracasos escolares, daño cerebral o
experiencias traumáticas, pueden influir en la
manifestación de un trastorno de la conducta. La
detección y la intervención precoces en las
vivencias negativas familiares y sociales pueden lograr
interrumpir la secuencia de experiencias que llevan a conductas
más perturbadoras o agresivas.
Cuando nuestros hijos enfrentan estos problemas, es
útil saber cuáles son las cosas que empeoran la
situación:
1. Problemas familiares.-
Cuando tenemos tantos problemas que ya no nos
podemos concentrar en los problemas de nuestros
hijos;Cuando nosotros como padres no nos ponemos de
acuerdo en cómo ayudarlos con sus
problemas;Cuando como padres discutimos y peleamos delante de
los hijos;Cuando involucramos a nuestros hijos en nuestras
peleas;Cuando nuestros hijos se preocupan por nuestra
seguridad y felicidad.
2. Uso de drogas y alcohol.-
Cuando nuestros hijos consumen alcohol y drogas
haciendo aflorar sus aspectos más
negativos;Cuando nosotros consumimos alcohol y drogas haciendo
aflorar nuestros aspectos más negativos;Cuando nosotros consumimos alcohol y drogas en lugar
de buscar la ayuda apropiada.
3. Presiones de los amigos.-
Cuando otros adolescentes ponen presión en
nuestros hijos para que beban y consuman drogas;Cuando esperamos que nuestros niños se
comporten diferente a lo que sus amigos esperan de
ellos;Cuando a nuestros hijos se les presiona para que
hagan cosas incorrectas.
4. Presiones en la escuela.-
Cuando cada profesor espera demasiado de nuestros
hijos sin darse cuenta de la presión que otros
profesores también ponen en ellos;Cuando presionamos demasiado a nuestros hijos y les
provocamos ansiedad;Cuando esperamos demasiado de nosotros mismos y
nuestros hijos siguen nuestro ejemplo;Cuando a nuestros hijos se les molesta o pasan por
momentos difíciles con otros niños
abusivos.
5. Las propias presiones del niño.-
Cuando nuestros hijos son sensibles, necesitamos
enseñarles a protegerse de manera que eviten
involucrarse en problemas. Algunos adolescentes muy sensibles
tratan de actuar rudamente para protegerse y pueden llegar
hasta intimidar a otros. Los niños que están
deprimidos, a veces, pueden volverse irritables y
agresivos.
A veces cuando nuestros hijos tienen estos problemas, es
muy difícil confrontar esta situación por nosotros
mismos. Como padres, deseamos hacer lo mejor por nuestros hijos
pero no sabemos cómo hacerlo.
A continuación entregamos algunas formas para
tratar a niños con problemas de conducta mientras usted
espera por ayuda:
1- Reconocer las virtudes de nuestros hijos y
tratar de ignorar sus debilidades.2- Alabar a nuestros hijos cuando ellos hacen
algo correcto en vez de sólo castigarlos cuando hacen
lo incorrecto.3- Intentar hacer las cosas que les gusta hacer
a ELLOS en vez de lo que NOSOTROS deseamos que ellos
hagan.4- Escuchar a nuestros hijos. Si deseamos que
nuestros hijos nos escuchen, nosotros necesitamos aprender a
cómo escucharlos.5- Ser amplio de criterio y justo. Si nosotros
reconocemos lo mejor de nuestros hijos también hay que
reconocer cuando ellos han hecho algo incorrecto en la
escuela o en contra de la ley, de esa manera les estamos
dando apoyo y mostrándoles honestidad.6- Mostrar a nuestros hijos que nosotros no
culpamos a nadie cuando hacemos lo incorrecto o cuando las
cosas van mal debido a la mala suerte.7- Mostrar a nuestros hijos cómo
concentrarse en buscar soluciones en vez de encontrar a
alguien a quién echarle la culpa.8- Tratar de estimularlos con nuestro ejemplo
para que hagan lo correcto en vez de forzarlos a hacer lo
correcto mediante presión y castigo.9- Dejar que nuestros sentimientos de malestar
se calmen antes de conversar con nuestros hijos acerca de lo
que han hecho mal.10- No pelear con nuestra pareja en una forma
de que afecte a toda la familia y preocupe a los
niños.11- Permitir a los niños hablar cuando
están molestos sin que nos molestemos nosotros. Esto
les ayudara a saber que uno puede enojarse y que, sin
embargo, se puede conversar acerca de eso en una forma
constructiva y segura.12- Establecer normas justas y consistentes
para nuestros hijos.
¿Cuándo se necesita buscar ayuda
profesional?
Cuando la familia encuentra que es difícil
enfrentar la situación y como padres hemos perdido
confianza en qué hacer.Cuando la conducta destructiva afecta la
educación de su hijo, cuando ellos o alguien
más resultan lastimados o si están en problemas
con la policía.
Capítulo 5
Trastorno por
déficit de atención e hiperactividad
En los últimos años venimos observando un
progresivo interés por todo lo relacionado con los
niños que padecen el denominado Trastorno de
atención con o sin hiperactividad, más conocido
como TDAH, y que ha quedado reflejado en los numerosos Congresos
que tanto a nivel nacional como internacional se han venido
celebrando en los últimos años, así como por
el interés suscitado entre los especialistas en esta
materia. Es a partir de este interés y de la
preocupación existente en la sociedad, en especial, de
padres y maestros que tienen en su casa o en el aula a un hijo o
a un alumno que padece TDAH, lo que nos ha llevado a intentar
poner un poco en orden todo lo referente a las cuestiones
relacionadas con este tema, a la vez que queríamos ofrecer
a todos aquellos interesados un punto de reflexión, un
punto de partida sobre el que la comunidad educativa se pueda
basar a la hora de conocer el estado de la cuestión sobre
la situación actual de este trastorno en la sociedad y
cómo hacerle frente.
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