Mecanismos de reducción léxica en el lenguaje de marcas, dibujos y modelos comunitarios
0.
Introducción
0.1. MOTIVACIÓN
El origen del presente trabajo se halla en mis diez
años de trabajo en la OAMI, institución dependiente
de la Unión Europa consagrada al registro de marcas
comunitarias, como traductor y revisor de textos. Mi calidad de
revisor implicaba, entre otras responsabilidades, el examen y
corrección de traducciones procedentes del Centro de
Traducción de los Órganos de la Unión
Europea (CdT), situado en Luxemburgo, en su mayor parte
relacionadas con las marcas, dibujos y modelos comunitarios,
aunque también con otros aspectos del funcionamiento de la
Oficina, como finanzas, licitaciones, recursos humanos,
comunicaciones internas, etc. Parte de esta labor
consistía en el envío regular al CdT de lo que
ellos denominaban feedback, es decir, mis impresiones
sobre la calidad de sus traducciones, normalmente bajo forma de
impresos normalizados, a menudo con anexos consistentes en el
documento original con mis observaciones al margen. Otra
vertiente del trabajo consistía en responder a las
consultas que enviaban por correo electrónico tanto los
traductores residentes del CdT como los traductores
autónomos que el Centro subcontrataba, directamente o
mediante agencias, para determinados trabajos. Ocasionalmente
también acudía en persona a Luxemburgo con la doble
finalidad de ser instruido en sus métodos de trabajo (como
memorias de traducción, métodos de selección
de proveedores, etc) y de aclarar en vivo y en directo las dudas
de sus traductores internos, en lo tocante a asuntos como la
siempre cambiante nomenclatura del organigrama de la Oficina, la
escasa armonización que imperaba en los textos que
recibían de ella, su falta de referencias
terminológicas para los documentos en fase de proyecto,
etc.
A través de estos tres aspectos de mi trabajo y
de las numerosas cuestiones que se me plantearon con el paso de
los años, fui recabando todo un acervo de términos
conflictivos para el equipo del CdT, en el que pronto hube de
incluir un anexo consagrado a abreviaciones, dado que
éstas parecían proliferar sin control, en
particular en los documentos procedentes del core
business, es decir, aquéllos departamentos de la
Oficina especializados en la tramitación de marcas,
dibujos y modelos. Los traductores freelance
(utilizaremos este término para englobar a los
autónomos y a los empleados por agencias), además,
encontraban dificultades en las abreviaciones procedentes de la
Eurolalia, la terminología exclusiva por la que se rigen
las instituciones dependientes de la UE, cuya traducción
veían obstaculizada a partes iguales tanto por la escasa
armonización reinante a la hora de denominar determinadas
instituciones como por la irritante manía de los
redactores de referirse a todo tipo de conceptos empleando
términos foráneos en lugar de los preceptivos en su
propia lengua. Por encima de sus diferentes necesidades, ambos
grupos tenían en común la escasa utilidad que las
herramientas puestas a su disposición por las
instituciones, como glosarios y bases de datos, mostraban a la
hora de responder a sus necesidades cuando se trataba de lidiar
con el lenguaje empleado en el core business de la OAMI
y, en particular, con sus distintos mecanismos de
reducción léxica.
Un tercer grupo de damnificados por la opacidad del
lingo (que, sin embargo, con tanta fluidez se hablaba y redactaba
en la Oficina) al que hube de socorrer fueron los alumnos del
Magister Lucentinus de la Universidad de Alicante. Con la mejor
intención del mundo, me armé con documentos reales
de los que manejábamos a diario en el trabajo, como
resoluciones de Oposición, fragmentos de directrices,
ejemplares de la publicación de la OAMI Alicante News,
etc, solo para darme de bruces con el abismo existente entre los
conocimientos que se aprenden en la Universidad y los que se
manejan a diario en el mundo laboral. En su calidad de
licenciados en Derecho, los alumnos del Master conocían al
dedillo (de hecho, me atrevería a decir que mucho mejor
que la mayoría de los trabajadores de la Oficina) toda la
selva de Tratados, Acuerdos, Arreglos y Protocolos que rigen el
proceloso mundo de la Propiedad Intelectual, así como
conceptos como la marca comunitaria, el riesgo de
confusión o los reglamentos aplicables, pero se
veían incapaces de reconocerlos a través de la
nomenclatura utilizada cotidianamente en la OAMI. Así
pues, enfrentados a textos como la sección de Alicante
News dedicada a la jurisprudencia del Tribunal de Justicia de la
Unión Europea, por ejemplo, su reacción no hubiera
sido muy distinta de haber sido redactados en sueco en vez de en
inglés, dado que a su desconocimiento de la
terminología empleada en la OAMI se añadía
su ignorancia de la omnipresente Eurolalia.
Al finalizar mi trabajo en la OAMI, y ante la tarea de
buscar un tema para redactar un trabajo de investigación,
surgió la idea de utilizar el patrimonio
terminológico que había acumulado durante esos diez
años para dar forma a algún tipo de
recopilación de estas expresiones conflictivas. Una vez
enfrentados a la planificación de la tarea, mi tutora fue
la que sugirió que me limitara a tratar el tema de las
siglas, si bien con posterioridad, dada la dificultad de desgajar
esta cuestión de otras con las que se hallaba
estrechamente vinculada, hube de ampliar este estudio a
abreviaturas, acrónimos y a la modalidad de interferencias
denominada alternancia de códigos o code
switching.
0.2.
HIPÓTESIS
Partimos de la hipótesis de que las herramientas
habitualmente empleadas por los profesionales de la
traducción resultan insuficientes a la hora de enfrentarse
a los problemas que plantean los métodos de
reducción léxica en los niveles más elevados
(es decir, textos elaborados por expertos y dirigidos a expertos)
del lenguaje especializado en marcas, dibujos y modelos
comunitarios. Intentaremos verificar esta hipótesis
mediante el método de extraer una amplia variedad de
condensadores léxicos de todo tipo de documentos
especializados en el ámbito citado, constatar su
comportamiento en dichos textos y, posteriormente comprobar,
primero, si estas unidades terminológicas aparecen o no en
las bases de datos y glosarios empleados más habitualmente
por los traductores y, segundo, en aquellos casos en que estas
unidades figuren en dichos instrumentos, en qué medida
corresponde el comportamiento descrito en ellos a su
actuación real en los textos que conforman nuestro
corpus.
Consideramos que si conseguimos demostrar que un
número significativo de estos términos se halla
ausente de estas bases de datos y glosarios interinstitucionales,
y/o que una cantidad importante de significados
usuales de dichas unidades terminológicas no se tienen en
cuenta en las definiciones proporcionadas por ellos, podremos
establecer una duda razonable acerca de la eficacia de estos
instrumentos como ayuda para los profesionales que deban abordar
la traducción de estos textos especializados.
0.3. MARCO
TEÓRICO
A la hora de abordar el marco teórico de este
trabajo, nos encontramos ante dos problemas
principales:
El primero de ellos sería la
multidisciplinariedad del tema: se trata de un lenguaje de
especialidad, concretamente del mundo del Derecho, de modo que
hemos de dedicar parte de nuestro tiempo a las lenguas de
especialidad. No obstante, de estos lenguajes tan solo trataremos
sus mecanismos de economía léxica, de modo que
resulta imperativo hacer de esta materia un segundo pilar
fundamental. Finalmente, en virtud del entorno multilingüe
que caracteriza a nuestra comunidad de hablantes, resulta
extremadamente frecuente el fenómeno de la alternancia de
códigos entendida como estrategia de reducción
léxica, con lo cual nos vemos obligados a añadir
una tercera línea de investigación.
Una vez establecidas las líneas maestras que
habremos de seguir, nuestro segundo problema consiste en la
adaptación de los modelos preexistentes a nuestro caso
particular, caracterizado principalmente por
a) la predominancia de textos traducidos desde el
inglés, con los importantes condicionantes que esto
conlleva, como veremos más adelante, entre los cuales
destaca la escasez de espacio material para el discurso y la
consecuente proliferación extraordinaria de estrategias de
reducción léxica;
b) la profusión de textos multilingües
(i.e., documentos en los que las distintas versiones
lingüísticas corren en paralelo), y los consiguientes
imperativos de armonización y
c) el empleo de los mecanismos típicos del
lenguaje jurídico para solucionar los problemas de
economía léxica, deixis, ambigüedad, etc, que
se emplean en combinación con los tradicionales y con la
alternancia de códigos y que habría que
añadir a estos últimos a la hora de establecer
patrones y variaciones.
Hemos apreciado particularmente los precedentes de
Giraldo (2008a, 2008b y 2010) y de Giraldo y Cabré (2004 y
2005) en materia de tratamiento de siglas en lenguajes
especializados, si bien la naturaleza de nuestro material de
trabajo nos impide llevar a cabo tanto la extracción
automática como el tratamiento estadístico de
nuestras unidades terminológicas. No obstante, partimos
con la ventaja de conocer a priori nuestro acervo
terminológico, de forma que podemos utilizar el
método alternativo de localizarlos y extraerlos
artesanalmente de su medio natural mediante bases de datos y
motores de búsqueda.
Otro precedente de suma utilidad han sido los numerosos
trabajos de Rodríguez (inter alia, 1981,
1990, 1993a, 1993b y 2002) sobre los distintos mecanismos de
reducción léxica, sobre las relaciones entre las
versiones española, inglesa y francesa de estos
términos, y en particular acerca de los problemas de
homonimia, sinonimia y polisemia que generan.
La mayor parte de los trabajos estudiados sobre la
alternancia de códigos procede, como es natural, de
sociedades multilingües como EEUU (Flor Ada, 1985),
Canadá (Poplack 1983 y 1985) y Suiza (Lüdi y Py,
1986). Ha resultado un alivio descubrir que autores como Nash
(1970), Rodríguez (1990) y Blas Arroyo (1991)
también hayan observado que los hablantes pueden utilizar
la alternancia de códigos como sistema de ahorro
léxico, y una agradable sorpresa que Mougeon y Beniak
(1991), Silva-Corvalán (1994) y Othegy (2001),
también en Canadá y EEUU, hayan descrito que el
mismo fenómeno puede funcionar como método de
ahorro cognitivo.
Una vez decidido que el trabajo adoptará la forma
de un trípode, y cuáles serán las tres patas
del mismo (lenguas de especialidad, mecanismos de
reducción léxica y alternancia de códigos),
es necesario un marco en el que encuadrarlo. Y lo único
que hemos encontrado en común en estos tres temas es que
cada uno de ellos se halla inextricablemente ligado al uso, es
decir, al contexto. En efecto, pese a que es innegable que
nuestra terminología consiste en un lenguaje de
especialidad de un ámbito muy concreto del Derecho, no la
encontraremos en ningún libro sobre la materia (pese a que
los hay en abundancia), porque se trata de cómo los
profesionales utilizan en la práctica los
conceptos e instrumentos que sí se hallan en dichos
libros. Así, el empleo de los mecanismos de
reducción léxica es el resultado tanto de lo que
Cabré (2004:8) denomina "condiciones
lingüísticas", i.e., factores que determinan la
condición de especialidad de un texto, entre los cuales
"los más visibles serían la organización de
la información y el formato de presentación", como
de factores extralingüísticos que Escandell Vidal
(1996:14) define como "todos aquellos factores a los que no puede
hacer referencia un estudio puramente gramatical: nociones como
las de emisor, destinatario, intención comunicativa,
contexto verbal, situación o conocimiento del mundo van a
resultar de capital importancia". Y la alternancia de
códigos como un método de ahorro léxico
más no es sino el producto de añadir a los
condicionantes contextuales habituales una circunstancia
más: el multilingüismo de la comunidad de hablantes y
las consecuencias del mismo, como sus diferentes niveles de
competencia idiomática, es decir, a cuántos idiomas
y hasta qué nivel en cada uno de ellos se extiende la
competencia lingüística especializada del receptor
del mensaje.
Este marco pragmático resulta especialmente
adecuado si tenemos en cuenta que tanto la razón de ser
del presente trabajo, es decir, los problemas que hallan los
traductores para traducir esta terminología y las
carencias que evidencian las herramientas de que disponen, como
la finalidad del mismo, evidenciar dichas carencias y dotarles de
un instrumento para paliarlas, están igualmente motivados
y condicionados por el uso. Así pues, procuraremos
mantener en mente en todo momento que nuestro trabajo se
desarrolla en el marco del aspecto discursivo, comunicativo o
social del lenguaje, es decir, lo que Alcaraz y Martínez
Linares (1997) denominaban "LENGUAJE EN USO y también
lenguaje usado".
0.4.
OBJETIVOS
Con el fin de facilitar tanto la organización de
este trabajo como su lectura, hemos decidido estructurarlo con
arreglo a lo que, en nuestra opinión, constituye el orden
lógico de las preguntas a las que debemos dar respuesta a
lo largo de nuestra investigación. Así pues,
pensando que no tendría mucho sentido situarnos desde el
principio en el ámbito de nuestro estudio sin saber antes
qué es lo que vamos a buscar en él, o aclarar
cómo planeamos llevar a cabo nuestra investigación
sin precisar primero dónde va a tener lugar, hemos
resuelto adoptar el siguiente itinerario, en el que nuestros
objetivos pretenden dar sucesivamente respuesta a cada una de las
preguntas que encabezan cada apartado: qué, dónde,
quién, cómo y para qué.
¿QUÉ?
1. En primer lugar, y basándonos en aquellos
aspectos de la bibliografía previamente estudiada que
resulten de interés para nuestra investigación,
propondremos una tipología propia de los distintos
mecanismos de reducción léxica de los que nos vamos
a ocupar: abreviaciones tradicionales (abreviaturas, siglas y
acrónimos) y alternancias de código, descartando
aquellos casos de los que no nos ocuparemos (abreviaciones ad
hoc, símbolos, etc).
2. A continuación, elaboraremos una
taxonomía de los mismos en función de rasgos
como:
a) mayor o menor univocidad, señalando así
problemas de homonimia como LoC (likelihood of confusion)/loc
(Locarno); sinonimia, como "Autoridad facultada para celebrar
contratos de empleo (AFCC)"/ "Autoridad facultada para proceder a
la contratación (AFPC)"; polisemia, como FR
(francés)/FR (Financial Regulation); ambigüedad o
vaguedad (RE: Reglamento de Ejecución), etc;
b) variación tipográfica con la que
aparecen (ABC, AbC, A.B.C., ABC, "ABC", etc);
c) patrones de aparición: BOE, Boletín
Oficial del Estado (BOE), BOE (Boletín Oficial del Estado,
etc);
d) variaciones que experimenta la forma desarrollada:
AFCC (Autoridad facultada para proceder a la contratación;
Autoridad Facultada para Proceder a las Contrataciones; Autoridad
Facultada para Proceder a las Contrataciones Laborales,
etc);
e) registro formal del contexto, que oscilaría
del nivel máximo que supondría el Diario Oficial de
la Unión Europea y el mínimos de un foro de
Internet, y
f) nivel de interferencia al que se ven sometidos por
términos correspondientes a otros idiomas: si solo aparece
el término nacional (alternancia de código), si
aparece en combinación con interferencias de otros
idiomas: alternancia de código (code
switching), o code switching (alternancia de
código), o si el término nacional ha
desaparecido totalmente en favor de alguna interferencia, y de
ser así qué forma tipográfica adopta dicha
interferencia (code switching, code switching, "code
switching", "code switching", etc);
¿DÓNDE?
1. El siguiente paso consistirá en acotar el
ámbito de nuestro estudio. En este apartado estableceremos
las diferentes fuentes de las que se alimenta la
terminología que nos va a ocupar. A grandes rasgos,
nuestra terminología bebe de la Eurolalia, el derecho
comunitario, el derecho internacional y los derechos nacionales,
internacionales y comunitarios especializados en la propiedad
industrial. Así pues, deberemos buscar nuestros documentos
en el ámbito de la Unión Europea y de todo tipo de
organizaciones relacionadas con el registro internacional de la
propiedad industrial, como oficinas nacionales e internacionales
de la propiedad industrial, asociaciones profesionales,
organizaciones no gubernamentales, etc.
2. En función de estos criterios,
determinaremos la composición de nuestro
corpus.
Partiendo del concepto establecido por Kilgarriff y
Grefenstette (2003) de "The web as a corpus", con todas ventajas
e inconvenientes que ello implica y que valoraremos más
adelante, hemos establecido que cada término deberá
aparecer en documentos que hayan sido publicados por la
Unión Europea o cualesquiera de sus organismos
dependientes, y que sea accesible al público en general a
través de Internet, siempre en el dominio europa.eu o en
alguno de sus subdominios. Solo si el término aparece en
alguno de estos dominios, efectuaremos una búsqueda en
dominios web especializados en propiedad intelectual, con el fin
de comprobar si el uso de la expresión en cuestión
queda restringido a los funcionarios de la UE o si se emplea,
además, en el exterior. De acuerdo con el buscador Google,
el número de documentos de que consta nuestro corpus o, si
se prefiere, nuestro corpus sui generis, en la medida en que
supone una versión un tanto heterodoxa de lo que
académicamente se entiende como tal, consiste
en:
a) aquéllos publicados por la OAMI, unos 33.800,
más las resoluciones incluidas en las bases de datos de
Oposición, Anulación y Recurso (la OAMI no publica
el número de documentos incluidos en ellas, pero podemos
afirmar sin temor a equivocarnos que se trata de varias decenas
de miles);
b) los publicados por la Unión
Europea en su conjunto (unos 108.000.000) y,
c) los publicados en los blogs
especializados (unos 8.500 en el IP Kat y unos
12.300 en Class 46).
Así pues, en principio, y con las salvedades que
precisaremos en el apartado correspondiente (como, por ejemplo,
la existencia de documentos redactados en lenguas con las que no
trabajaremos, como el búlgaro o el gaélico), la
documentación en la que efectuaremos nuestras
búsquedas consistirá en algo menos de
110 millones de documentos, de los que más del 99,9% lleva
el sello oficial de la UE.
3. Una vez determinado nuestro corpus, distinguiremos
sus distintos niveles de tipología textual a tenor de su
grado de formalidad.
a) En el nivel más alto, se hallarán todos
los textos publicados en el Diario Oficial de la Unión
Europea, como reglamentos, sentencias del Tribunal de Justicia y,
en general, todo tipo de comunicaciones oficiales;
b) en el nivel intermedio, los textos dirigidos,
normalmente con carácter informativo, a clientes y
profesionales de la propiedad intelectual en un sentido amplio,
como páginas web, resoluciones de las distintas instancias
de la OAMI (oposición, anulación, recurso, etc),
actualizaciones de directrices, formularios, informe anual,
notificaciones, boletines periódicos, seminarios,
simposios, congresos, etc, y
c) en el nivel inferior, los documentos de trabajo
accesibles al público pero destinados en principio a
profesionales de la propiedad industrial y personal interno tanto
de la OAMI como de otros organismos oficiales dedicados a la
propiedad intelectual (oficinas nacionales, OMPI, asociaciones
profesionales, etc.), como manuales de procedimiento o de
gestión de calidad, actas de reuniones, presupuestos,
talleres de formación, etc. En este nivel también
quedarían encuadrados los artículos publicados en
los blogs especializados y los comentarios que los contertulios
dejan en ellos.
Esto nos permitirá más adelante determinar
qué mecanismos de reducción léxica aparecen
en qué contextos, y las variaciones tipográficas y
patrones de aparición que suelen adoptar en cada uno de
ellos.
¿QUIÉN?
1. Nuestro siguiente objetivo será, primero,
describir nuestra comunidad de hablantes y determinar los niveles
de especialización en ella existentes en función de
la política de difusión explicitada por la propia
OAMI (público, stakeholders, usuarios, partes
interesadas y empleados de la Oficina) y, segundo, definir los
distintos niveles de competencia lingüística de los
diferentes destinatarios de los discursos emitidos por nuestros
hablantes.
2. Una vez determinados los distintos niveles de
competencia, definir aquéllos en los que nos vamos a
centrar. En nuestro caso, trabajaremos únicamente con
documentos redactados por expertos y destinados a expertos. Esto
supone descartar todos los niveles excepto los dos
últimos: las partes interesadas y los empleados de la
OAMI.
¿CÓMO?
1. Seleccionaremos los glosarios y bases de datos en los
que introducir los términos.
Por falta total de resultados en la gran mayoría
de los casos, descartamos las bases de datos genéricas
(Acronym Finder, Acronyma y Abbreviations.com), para centrarnos
en la base de datos interinstitucional IATE, en el Libro de
Estilo Interinstitucional (LEI) y en glosarios profesionales
especializados en el ámbito de la propiedad industrial e
intelectual.
2. A continuación, instauraremos un
método de análisis y presentación de los
resultados, en función de:
a) la aparición o no en IATE y el
LEI u otros de los términos buscados y b) las condiciones
de su aparición (unívoca, múltiple,
incompleta, vaga, ambigua, etc).
¿PARA QUÉ?
Nuestro objetivo último consistirá en
elaborar un glosario en el que presentaremos nuestros
términos indicando:
a) si aparecen o no en IATE, el LEI u otros
glosarios o bases de datos;
b) posibles problemas de sinonimia,
homonimia o polisemia en relación a otros términos
de frecuente aparición en el mismo contexto;
c) posibles problemas de ambigüedad o
vaguedad;
d) sus variaciones tipográficas
más frecuentes;
e) abreviaciones que carecen de equivalente
en otros idiomas;
f) si se ven afectados por el
fenómeno de la alternancia de código, y qué
idioma interfiere a los otros en cada caso;
g) la traducción (si existe) a otros
idiomas tanto de los métodos de reducción
léxica como de sus formas desarrolladas;
h) abreviaturas y formas desarrolladas que
se usan frecuentemente por error en lugar de los indicados por el
LEI.
Además de su inmediata utilidad práctica,
intentaremos dar a este glosario un formato que ofrecezca la
posibilidad de apreciar de un solo vistazo informaciones de
interés, como la proporción de términos
sobre el total que aparece en IATE y el LEI, qué idiomas
tienen más tendencia a interferir a otros,
etc…
0.5.
METODOLOGÍA
Las distintas fases metodológicas
que deberemos abordar en nuestro trabajo consisten
básicamente en cuatro:
1. elaboración, partiendo del marco
teórico que previamente habremos presentado, de una
tipología ad hoc de los métodos de
reducción léxica adecuada a los mecanismos que
hallaremos en nuestro corpus. Esta tipología adaptada nos
servirá como matriz donde encajar cómodamente
nuestros términos. Definiremos, también a partir de
la correspondiente sección del marco teórico, lo
que entendemos por alternancia de código;
2. captura de los términos o unidades
terminológicas (UT) en los documentos de que disponemos y
su clasificación en función de una serie de pautas
que expondremos de inmediato. El objeto de este ejercicio es
capturar los términos en su hábitat natural con el
fin de ilustrar su comportamiento en la práctica. Con el
fin de mostrar con la mayor fidelidad posible el entorno de estas
unidades, los captaremos junto a su contexto (por ejemplo, la
totalidad del párrafo) y respetaremos el tipo de letra y
las posibles variaciones gráficas como negritas, cursiva,
etc. Cuando las condiciones de aparición del
término (imagen, tabla, diapositiva, etc.) no permitan una
captura normal (es decir, en formato de texto), efectuaremos una
captura de pantalla y la presentación del término
adoptará dicho formato;
3. análisis, selección y
presentación de las UTs con arreglo a distintos criterios
que veremos a continuación. La finalidad de esta fase de
la investigación consiste en confrontar la
actuación de las unidades terminológicas que hemos
capturado con la definición que de ellas proporcionan las
bases de datos y glosarios que hemos seleccionado y, en
función de los resultados que obtengamos, seleccionar las
más ilustrativas de los conflictos que encontremos y
exponerlas a modo de ejemplo señalando sus
características más notables;
4. elaboración de un glosario en el que se
dispongan estos términos de forma que queden en evidencia
los principales problemas que plantean.
Pasamos a detallar el procedimiento que
seguiremos para cada una de ellas.
1. TIPOLOGÍA:
Tras el estudio de las diversas clasificaciones que
expondremos a lo largo de la parte del marco teórico
consagrada a los mecanismos de economía léxica,
aprovecharemos la ventaja que nos da nuestro conocimiento previo
del comportamiento de las unidades terminológicas que
conforman nuestro acervo (por ejemplo, es imprescindible conocer
la pronunciación de cada UT para poder establecer si se
trata de una abreviatura, una sigla o un acrónimo) para
elaborar una tipología ad hoc que se adapte
más al material con el que habremos de trabajar. Con este
fin, ocasionalmente englobaremos unas categorías dentro de
otras (por ejemplo, el truncamiento en la abreviatura),
descartaremos los símbolos como ©, ®,
™, etc., (aunque, como veremos, existen unidades que,
aunque no consistan formalmente en símbolos si
reúnen todos los requisitos imprescindibles para serlo) e
incorporaremos a ella condensadores de información no
tradicionales pero que hallaremos con frecuencia en nuestros
documentos, como la alternancia de códigos. Definiremos
también esta última diferenciándola de lo
que muchos autores entienden por interferencia, e incluiremos en
ella algún ejemplo de calco. De esta forma, evitaremos los
inconvenientes que presentaría adoptar sin más
cualquiera de los modelos anteriores, en los que quedarían
secciones en blanco o no hallaríamos apartados en los que
introducir, por ejemplo, las numerosas interferencias que
hallaremos en nuestro camino y que no figuran, hasta donde
sabemos, en ninguna clasificación anterior de mecanismos
de abreviación. Una vez establecido este sistema de
organización para clasificar nuestros términos,
podemos ir en su búsqueda con la tranquilidad de que no
tendremos problemas a la hora de hallar un sitio donde
acomodarlos;
2.1. CAPTURA:
Basándonos en los conocimientos que poseemos
a priori, es decir, que contamos de partida con un
número finito de términos que sabemos dónde
localizar, y que su aparición será más
propicia cuanto más nos centremos en el mundo del derecho
comunitario y de la propiedad intelectual, hemos decidido
descomponer nuestra investigación en tres fases, de lo
general a lo particular. Para ello emplearemos el motor de
búsqueda Google, en el que predeterminaremos, a
través de la opción "Búsqueda Avanzada", los
sucesivos dominios en los que rastrearemos una por una las
unidades terminológicas que componen nuestro acervo. Una
vez enfrentados a cada panel de resultados, seleccionaremos
aquellos ejemplos que revistan mayor interés para nuestro
estudio en función de los criterios que expondremos
más adelante.
1) Dominio europa.eu:
Con el fin de garantizar que los documentos que forman
nuestro corpus gozan tanto de una autoría reconocida como
de unos requisitos mínimos de calidad, efectuaremos la
fase inicial de nuestras búsquedas exclusivamente en el
dominio de Internet europa.eu, que engloba toda la
documentación publicada tanto por las principales
instituciones de la UE (Comisión, Consejo, Parlamento,
Tribunal de Justicia y Tribunal de Cuentas) como por las docenas
de organismos que dependen de ellas. Según el motor de
búsqueda, el volumen total de documentos ronda los 108
millones, si bien hemos de tener en cuenta que bastantes de ellos
consisten en el mismo escrito traducido a varias, o en ocasiones
a la totalidad, de las 23 lenguas oficiales de la UE. Por razones
obvias, limitaremos nuestras búsquedas a los documentos
publicados en inglés, francés, español y,
con carácter excepcional, en alemán. Sólo si
hallamos resultados en esta primera fase, lo que nos garantiza
los ya citados requisitos mínimos de calidad y
autoría, pasaremos a la siguiente etapa de nuestra
búsqueda, ya en un dominio más concreto.
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