A pesar de que el daño siempre es causado por la
intención malévola de una persona hacia otra, sea
por acción directa de sí o por encargo del
"trabajo" a un "brujo" maléfico, M., si lo sabe, reserva
este dato para sí y no lo revela:
"… a mí me lo pueden mostrar así, me da
su nombre, se la puedo describir, o me dicen el marido, el lana
[o "pata de lana": amante de sexo masculino], la cuñada,
la esposa, lo siento, pero no le voy a decir, a mi no me interesa
quién la dañó, a mí lo que me
interesa es que usted se sienta bien …".
Las técnicas de producción del
daño, reservada en otros tiempos a especialistas del mal,
en la actualidad se han popularizado hasta el extremo de que
cualquiera puede practicarlas con sólo adquirir los
elementos y la bibliografía correspondiente en el comercio
de turno:
"… por ahí si usted ve una santería va a
ver cincuenta mil cosas, puede ver muñecos, y ahí
hay personas que ponen la ropa de la persona y después le
cosen, lo pinchan. Usted no se imagina de todas las cosas que
hay, lea la revista Predicciones y ahí se entera para
hacer un daño, porque ahí le dice: "Usted quiere,
usted tiene algún enemigo, quiere sacar un enemigo, bueno
haga esto, esto y esto", y la persona va y lo hace no solamente
que tenga un poder el curandero, un parapsicólogo, un
brujo, lo que sea, un chamán para hacer daño, la
gente hace eso, hay libros, usted va a una santería compra
cualquier libro y le dice [como hacer] cualquier clase de trabajo
…".
Otro caso particular es el relacionado con la
posesión demoníaca y que se manifiesta por ciertos
comportamientos extraños y aberrantes de la
víctima. Aquí M. aplica una técnica basada
en el uso de oraciones y agua bendita:
"… como me ha tocado casos de exorcismo, le traen a la
persona que está poseída, por ahí
está ahí sentada y le estoy hablando o estoy
curándola por intermedio de la oración y la persona
me sale con: ¡grrrr!, bueno, siempre uno en nombre de Dios,
agarra el agua bendita y toma fuerza, le da el poder de la
oración [para] sacarle lo que tiene. Me han tocado muchos
casos".
Otra de las tareas relacionada con el daño es la
limpieza de casas que implica la eliminación de
"energías negativas" que perturban la vida de sus
ocupantes, causadas por sucesos violentos o luctuosos ocurridos
en las mismas, la acción nociva intencional de
algún desconocido, la presencia de espíritus
maléficos o aún la propia fuerza mental de alguno
de sus ocupantes (poltergeist):
"… hechos que pasaron o que se los mandaron; [alguien]
le tira tierra del cementerio, si se mueven cosas solas puede
serlo a través de la mente de la persona sin saberlo, es
en telekinesia, que [lo hacen] sin saber, pero hay muchas cosas
que son espíritus mandados …".
Cualquiera de estas circunstancias produce ciertos
efectos que atemorizan y pueden incluso afectar
físicamente a los habitantes de estas casas:
" … produce que la gente ve sombras o escucha
[ruidos], o se le caen las cosas o hay siempre peleas, se mueren
los animales o las plantas, porque los animales son receptivos,
un gato o un perro ven las cosas, las plantas también son
receptivas, [la gente puede ser afectada] en la salud; [si vamos
dos es] más fuerza. [La gente necesita limpiar la casa]
porque sienten cosas escuchan cosas, la gente misma le dice: – En
mi casa pasan cosas extrañas ¿qué pueden
ser?– …".
Para la desinfección se queman ciertas hierbas y
resinas con cuyo humo, que evoca el poder purificador del fuego,
que arrastra y se lleva las fuerzas nocivas (Idoyaga Molina, 2001
b) que infestan el lugar, se sahúman todas las
habitaciones mientras se rezan las consabidas
plegarias:
"… resinas, hierbas. Y resinas son el incienso, la
mirra, el benjuí y todo eso que está mencionado en
la Biblia, los carbones que se utilizan carboncitos, carbones
común, de piedra o carbón que se vende en las
santerías también, para quemar, para echar eso y
hacer ese humo, también se cura por intermedio de una
oración las casas".
Para todos los casos, sean de personas o cosas las
afectadas, las oraciones se recitan durante el ritual de
curación y luego de madrugada durante siete días
seguidos:
"Siempre con oraciones todos los santos días, una
vez por día [durante siete días] la oración
para pedir por el otro ser humano, si uno le pide a Dios todas
las cosas todas las mañanas, [a las cuatro de la
mañana] por cada persona que necesita …".
Algunas de estas oraciones son características de
la liturgia católica como el Padre Nuestro y los Ave
Marías que se utilizan para reforzar la curación,
otras son de propia factura como la utilizada en el caso de la
pata de cabra por ejemplo, y otras extraídas de un libro
de oraciones bastante heterodoxo[22]
"Si usted quiere tener oraciones, acá tiene, este
es un hermoso Breviario. El tiene [de] Panchito Sierra, la Madre
María, Antoñito Gil, San La Muerte … todo lo que
la gente cree en Tucumán, en distintas partes, en
Corrientes, ahí le dice todo, y están las oraciones
con que la hermanita Irma curaba también a la gente; [este
Breviario] yo lo compré en Salto Argentino, donde
está el maestro Panchito Sierra. [Yo uso estas oraciones]
muchas veces …"[23].
Las oraciones del Breviario a que hace referencia M.,
nos introducen en el tema de estos curanderos y milagreros
famosos de aquí (Passafari, 1995) y de otras partes del
mundo a los que considera maestros ascendidos[24]y
de los cuales es devota:
"… en el mundo espiritual, ella es una maestra la
hermanita Irma, nuestro Panchito Sierra y la Madre María,
bueno, ha tenido un don de curación que Dios dio, para
mí es un maestro ascendido como es Saint
Germain[25]como en otras religiones, en la
religión esa del Sai Baba[26]también
es un ser de luz que está vivo, materializa cosas, yo
tengo cenizas que me han traído de allá [de la
India]; también por ahí la utilizo para un
velón, cuando una persona que está muy mal, le pido
al maestro …".
La invocación por medio de la oración a
los santos del catolicismo (San Cipriano, San Cayetano, San
Pedro, etc.), a los canonizados popularmente (Pancho Sierra, la
Madre María, Gauchito Gil) o provenientes de corrientes
esotéricas (Saint Germain) o regiones exóticas (Sai
Baba), incluye también a los dioses sincréticos
afrobrasileños:
"… Oxalá es el Sagrado Corazón de
Jesús, todos los santos [de] ellos son todos los mismos
santos que nosotros, nada más con distinto nombre,
Oxalá es el Sagrado Corazón de Jesús,
Ogún es la Inmaculada Concepción, Xangó hay
joven y viejo, bueno, San Marcos, Ogún es San Jorge
…".
Por último, debemos mencionar otro recurso
terapéutico, quizá marginal en el caso de M., como
es el uso de hierbas medicinales sobre las cuales existen libros
y guías de orientación apropiadas para el uso del
habitante urbano, a diferencia del habitante rural cuyo
conocimiento y uso directo es natural y cotidiano:
"[uso hierbas] para mí, para mis hijos, mi
familia pero yo lo único que tomo es yuyos, no tomo nunca
un medicamento, nunca voy al médico; [se consiguen] en
herboristerías, para eso esta el libro de las mil hierbas
para curar esto, el otro y se toma té de hierbas
…".
En relación a la cantidad de gente que suele
acudir a su consulta, M. no parece tener la fama ni concitar la
atención de un público numeroso como en otros
casos[27]
"… esto no es de mucha gente, usted sabe que hay
tiempos que sí y tiempos que no …".
No obstante el número de personas que acuda o no
a su consulta, la atención es gratuita cuando el caso
depende exclusivamente del don de curación:
"… yo lo que no cobro es enfermedades, de que uno va
ayudar, o de que me traigan una criatura, o que [me digan:]
– M., me [duele] mi estómago ¿me
curás?- porque es algo espiritual, es un don que me dio
Dios para ayudar a la gente, no puedo utilizar una cosa que me
dio gracias a Dios para cobrar …".
Pero en la aplicación de técnicas
aprendidas por su propio esfuerzo e inversión sí lo
hace:
"… yo cobro lo que a mi me cobraron para mi carrera,
en parapsicología hay muchas mancias [técnicas
adivinatorias realizadas por medio de la lectura de determinados
signos tales como por ejemplo las líneas de la mano en el
caso de la quiromancia], está la del café, la del
té, la de las agujas, las cartas; [en el caso del tarot
mucha gente viene.] Todos [vienen] a ver qué es lo que le
dicen las cartas, cómo le va a ir, la gente se sienta
ahí y no le dice nada, es usted la que tiene que
interpretar las cartas …".
Y para esto tiene una tabla de aranceles según el
tipo de técnica empleada, el trabajo o el peligro al que
pueda estar expuesta:
"… yo no mato a nadie, cobro diez pesos; [el tarot]
diez pesos; [las cartas españolas] diez pesos, la consulta
es diez pesos; [las velas] la hago traer a la gente; cuando voy a
domicilio, porque yo atiendo mucha gente a domicilio, tengo otra
tarifa, lógico, yo me tengo que mover, tengo que ir, cada
persona son dos horas que estoy; yo, a la persona merece tiempo
para preguntarme, que lleguemos a algo, que usted se vaya bien
…".
La limpieza de casas, tarea peligrosa si las
hay[28]implica los mayores aranceles:
"… yo cobro cien pesos para curar una casa, pero no
voy sola, voy siempre con un compañero porque es muy
pesado; hay casas que están muy dañadas o por la
misma gente o por cosas que le tiran y uno se agarra todas las
porquería esas; uno corre riesgos".
Para trazar un breve perfil de M. en su rol de
terapeuta, debemos referirnos en primer lugar a sus inicios
adolescentes como receptora de un don de curación de
origen divino que le permite advertir manchas de colores sobre
los cuerpos de las personas que indican la presencia de
enfermedades físicas. El otorgamiento de este don conlleva
la obligación de cumplir una misión de solidaridad
con el prójimo. Este hecho, desencadenante de su
alteridad, la llevará en una primera etapa de
formación a realizar el aprendizaje, dentro de su propio
entorno social, de rituales de curación de enfermedades
tradicionales tales como la culebrilla, la pata de cabra y el
estómago caído.
Impulsada por una creciente avidez de conocimientos, M.
acude posteriormente al aprendizaje formal en una escuela de
parapsicología donde estudia magia, chamanismo, terapias
alternativas, artes adivinatorias, etc. A partir de esta segunda
etapa M. se califica a sí misma como "médica
espiritual" con incumbencias bien delimitadas que no se oponen
sino más bien se complementan con la biomedicina a la que
deriva aquellos casos que no considera de su
competencia.
Para M. la enfermedad proviene de intencionalidades
negativas como en el caso del daño sea por
maldición o por acciones mágicas, desequilibrios
energéticos, posesión demoníaca, la
ocurrencia de sucesos trágicos, la contaminación de
personas u otros objetos, y abarca no sólo el cuerpo
físico sino también el emocional y lo social. Las
técnicas de diagnóstico se hacen ahora más
complejas que las originales de las manchas y la
observación de ciertos síntomas en el enfermo:
ahora se suma la visión del aura, cuyas capas y colores
revelan, además de las enfermedades físicas, los
rasgos de personalidad y los trastornos emocionales, la
interpretación de los velones, las cartas, las sensaciones
del propio cuerpo, entre otros, aumentando así su campo de
acción.
Las técnicas de curación consisten por un
lado en la ejecución de rituales compuestos por ciertas
acciones realizadas con objetos o gestos (tinta china, velas,
agua bendita, señales de la cruz, etc.) sobre el cuerpo o
las pertenencias del enfermo, sea que se encuentre presente o
alejado, y el rezo de oraciones, a veces de factura propia, a
diversas deidades (santoral católico, canonizaciones
populares, esotéricos, afrobrasileños, etc.),
repetidos tres veces por día y que se repetirán
durante tres, siete o nueve días según el caso,
hasta lograr la remisión de los síntomas, y por
otro en la imposición de manos con el fin de armonizar las
energías corporales cuando el cuadro así lo
aconseje (mesmerismo).
A pesar de las dos fases temporales que hemos delineado
en la formación de M. a partir de la aparición del
don de curación, en la práctica diaria ella utiliza
todos los conocimientos aprendidos desde el principio
según los casos que deba tratar. Por otro lado, la suma de
estos conocimientos aunque sean semejantes en muchos aspectos a
los adquiridos por otras personas, terminan cristalizando en una
configuración particular propia.
Nuestro segundo informante, A., es un hombre joven, de
cuarenta y dos años al momento de la entrevista,
procedente de la provincia de Buenos Aires y que vive actualmente
en la localidad de Libertad, partido de Merlo. Colaborador de M.,
no parece, empero, tener las mismas habilidades ni haberse
iniciado del mismo modo. En efecto, A. no pareció recibir
un don tan claramente marcado. Su comienzo se debe más
bien a un creciente interés por estos temas que aparece a
los dieciséis años aproximadamente y por la
ocurrencia de ciertos hechos extraños o desgraciados
acaecidos con el transcurso del tiempo:
"…yo de los dieciséis años que estoy en
esto, ya andaba en todos lados, espiritismo, curanderismo,
brujos, hechiceros, de todo había, era algo que llamaba la
atención, lo atrae, quiere saber cuáles son las
verdades, ya había un orden espiritual dentro de uno. Para
ser interesado tiene que haberle pasado cosas, fracasos, mala
suerte, o cosas raras que no entiende qué pasa, entonces
se es ayudado o uno busca ayuda".
Además de la mala suerte o los fracasos
personales, A. se refiere a las "cosas raras", inexplicadas, que
ha observado y que son especies de figuras fantasmales de variado
color, alineación de estrellas en Nochebuena, interpretada
como mensaje divino, duendes, almas en pena,
premoniciones:
"… he visto salir de la casa de mi padre una figura
rosa, color roja, que avanzaba hacía un portón, no
la supe identificar qué era y hasta dónde
quería llegar, después vi otra figura tenue,
amarillenta, como la figura de una persona que avanzaba
también a ese portón …".
"… otro fenómeno que vi fue un veinticuatro a
la noche, ver estrellas así, una tras otra, mirando,
veinticuatro a las doce de la noche, miro así, pero fue
una sola vez en la vida que vi esas estrellas juntas; que yo le
doy una interpretación como que venía de parte de
Dios, un mensaje de Dios, algo me estaban diciendo".
"… otra vez estuve en una casa donde se me
presentó un enanito así chiquito, viejito, con
dientes, desnudo; yo digo: ¿y éste quién
es?; se me pararon los pelos. Lo único que dije: –
¡Creo en Dios y en vos no! ¡Andá a la puta que
te parió! –Yo nunca más en mi vida
volví a ver lo que vi, lo atribuyo a que podía
haber sido un gnomo, un duende, era simpático, me miraba
así, simpático, pero fue espeluznante cómo
me agarró miedo por la contestación que le di.
Después me volví a dar vuelta y no estaba
más …".
"… una noche empecé a sentir llorar a un
bebé, se oía medio lejos, -¿Qué es
eso? – le digo a la persona que yo iba ahí a esa
casa: – No sé, siempre se escucha, cada tanto que llora –
Y me fui a investigar y de un pozo de un baño era de donde
venía el llanto. Habían tirado, interpreté
así, un bebé vivo y recién nacido que
murió ahí. Digamos que la agonía lo mantiene
vivo, pero como energía negativa ahí está,
está latente, entonces es la impregnación
psíquica de ese bebé que está ahí,
que está movilizando cierta energía de la vida
antes de la muerte. Por el sufrimiento se da a conocer para que
lo vayan a ayudar".
"Y entonces de ahí fue mi interés por
saber ciertas cosas que no entendía porqué pasaban,
fenómenos con el sueño, ver cosas en sueños,
algo que se me relacione para [ver] que me pueda pasar en la
semana, [tengo un sueño que] tiene una premonición
de algo que me [va] a pasar, pasaba, no muy a menudo, pero
pasaba; [otra cosa era que] quería ir a algún lado
y no podía porque se me trababa o porque tenía que
hacer esto, aquello, lo otro y no llegaba, y después
seguro que pasaba algo; si yo iba y insistía mucho, me
podía accidentar o pelearme con alguien, se me cruzaba
todo mal; si yo le hacía caso a mi instinto de no ir
cuando me pasaban esas cosas, que ya de entrada se me bloqueaban
los caminos, no me pasaba nada si me quedaba
tranquilo".
Esta inquietud generada por la experiencia de estos
fenómenos insólitos llevó a A. a querer
saber más al respecto y, al igual que M., primero
comenzó con el adiestramiento en prácticas
curativas de afecciones tradicionales aprendidas en el propio
medio social, tales como la cura del empacho, la pata de cabra,
el dolor de cabeza y de estómago:
"… el que aprende eso va a decir: – Bueno, te curo del
empacho- y agarra una cinta de un metro y medio y lo empieza a
medir, lo mide y le hace una cura del empacho por medio de la
cinta …".
"… un dolor de cabeza le saca con un paño de
vinagre, lo miro así en la vista, y le dijo: – Bueno,
¿te está pasando? – tratamos de sugestionar a la
persona, hacerla sentir bien, cosa que le está hablando y
le está diciendo: – Sí, sabés cómo me
duele la cabeza -, – Ah, bueno – y le habla de otras cosas, y al
rato le dice: – Ya me está yendo – …".
"… con malestar del estómago, le pone un
paño e" vinagre y se empieza a calentar el trapo, saca, lo
exprime bien, lo vuelve a empapar con vinagre, lo vuelve a poner
hasta que se le vaya el calor del estómago [que tiene que
ver] con la molestia. Pareciera que lo chupa [al dolor] porque
sale caliente el trapo después, o que le pasen un
limón por el cuerpo y después vaya y lo prenda
fuego, para que se queme bien; [agarra un limón] entero,
lo pasa todo, lo único le dice a la persona que se le va a
ir el dolor que tiene, donde le anda doliendo se lo pasa, lo
pasa, lo pasa, lo pasa, y después cuando ya está
decidido a quemarlo, lo pone en la hornalla y lo prende, es como
que absorbe lo que sea negativo …".
"Una vez sola tuve un caso de pata de cabra,
después no tuve nunca más …".
El uso del vinagre[29]la mayoría
de las veces mezclado con agua, cura el dolor de estómago
(considerado como la intrusión en el órgano de una
entidad negativa cálida) por medio del pasaje reiterado de
un paño embebido en dicha disolución fría
sobre el vientre del paciente que extrae paulatinamente el mal
bajo la forma de calor. Lo mismo sucede con el limón
(entero) que lo quita absorbiéndolo en sí mismo
luego de lo cual debe ser quemado para destruirlo. En la
técnica del paño embebido en agua y vinagre se
manifiesta una combinación de ideas: por un lado la idea
de la extracción del mal (Laplantine, 1999) que implica la
incorporación previa de un patógeno responsable, y
el concepto de cálido/frío propio de la medicina
humoral (Foster, 1994; Idoyaga Molina, 1999b) que supone que la
naturaleza de este patógeno es cálida y se combate
por su opuesto frío, en tanto que en la técnica del
limón parece preponderar sólo el principio
extractivo, ya que el informante no específica en este
caso claramente la calidad de cálido del patógeno,
sino que pone énfasis en su absorción por el
limón y su quema posterior; ambos modos, a su vez,
implican la idea del poder del fuego y del agua como elementos,
si bien antitéticos, purificadores por excelencia (van der
Leeuw, 1975:49-55/329-335).
La cura del dolor de cabeza parece un caso
ecléctico: junto al uso de la sugestión definida
como una inducción al estado de bienestar por medio de la
palabra y la mirada del terapeuta, elemento terapéutico
más moderno, se imbrica la técnica del agua y del
vinagre, elemento más antiguo o tradicional. El uso de la
sugestión provendría entonces de la
formación posterior de A. que, como veremos a
continuación y al igual que M., siguió derroteros
más formales:
"… [fui a estudiar] hasta llegar a profesor en
parapsicología. Acá hay una Asociación de
Parapsicólogos en la Provincia de Buenos Aires, ahí
me recibí de parapsicólogo. Después fui a
otro lugar adonde me recibí de profesor, en Capital. [Yo
he estudiado] clasificación de fenómenos, sobre la
clarividencia, y ahí un desmenuzamiento de qué es
la percepción, qué es la videncia, qué es un
médium escribiente, un médium oyente. Pero de
ahí a llegar a atender una persona, es otra [cosa], no
queda ahí no más".
Su objetivo en formarse en el campo de la
parapsicología no es con fines prácticos, ya que en
principio declara no atender pacientes, sino con fines
informativos. Pero este conocimiento le permite explicar la
estructura de los campos astrales (aura), componente
energético importante de la forma humana, y su
relación con la enfermedad y la
salud[30]
"Los campos astrales envuelven a la persona, son varios
que la envuelven; esa es la protección psíquica que
tiene el ser humano. Si alguien le quiere hacer algo, tiene que
pasar primero esos campos astrales, si no lo pasa no logra
afectar la salud de la persona. Esos campos astrales tienen que
ver con [la] energía que envuelve a la persona, son varios
campos astrales a la vuelta, hasta más o menos un metro
treinta, un metro cuarenta calculo yo …".
Los campos astrales, como capas de cebolla, son los
bastiones de la salud que de ser derruidos, abren el paso a toda
clase de influencias nocivas intencionales productoras de
enfermedades:
"… si se pasan esos campos astrales con la mente o con
trabajos espirituales, pueden, rompiendo eso afectar a la
salud".
Pero si el individuo se encuentra en buenas condiciones
físicas y espirituales, sus campos astrales serán
una defensa formidable contra estas influencias
dañinas:
"… hay personas que lo atacan de miles de formas y no
le pueden entrar con nada, siempre están bien. Y esas
personas en especial tienen que sus campos astrales están
muy bien, no [están] rotos, entonces al no [poder] ser
fisurados, no le pueden afectar a la salud. Tiene que ver con el
espíritu de la persona, con la energía que tiene,
con su modo de vivir, y porque se alimenta bien, porque es un
tipo muy elevado espiritualmente".
Pero cuando la persona no tiene esta fuerza espiritual y
física y sus cuerpos astrales están debilitados por
falencias en cualquiera de estas dos áreas, puede
sobrevenir el mal bajo la forma del "ataque psíquico",
cuya técnica es semejante tanto para la producción
como para la supresión del daño:
"… pueden darle una orden mental, pueden llegar a
materializarlo pinchando con algo a uno; por ejemplo, yo me
acuerdo de usted y póngale que mi trabajo sea tratar de
llegar a usted para tratar de que sienta algo; si yo logro pasar
los campos astrales suyos, yo puedo poner una orden sobre usted,
pero primero yo lo tengo que materializar a usted, tengo que
pensar en usted fuertemente y buscar las horas que voy a trabajar
más o menos, ver en qué horas duerme, en las
primeras dos horas y en las dos horas últimas, antes de
que se levante, yo lo puedo influenciar
parapsicológicamente, hasta lo puedo llegar a hacer sentir
que le duela en algún lado. [Puedo] astralmente llegar y
tocar en una parte de la persona para que yo pueda llegar a
entrar. Busco una puerta para poder entrar hablando con su yo
interior, pidiéndole permiso para que me deje entrar para
poder ayudarlo, y si no, no lo pide así, se dirige uno a
la persona y trato de materializarlo; materializar significa
traer al espíritu de esa persona y sentirlo que
está vivo donde uno lo tiene enfocado para poder trabajar
sobre él …".
La técnica del ataque psíquico consiste
básicamente en atravesar la barrera de los campos astrales
de la persona por medio de la fuerza mental del operador ejercida
a través del pensamiento fuerte dirigido hacia ella, sea
para ayudarla o para dañarla, en determinadas horas del
día durante las cuales se cree que la fortaleza de los
cuerpos astrales decae, poder de este modo entrar dentro de la
víctima, dialogar con su yo interior, o, caso contrario,
lograr por medio del mismo pensamiento fuerte la atracción
de su espíritu a un foco o punto donde el operador pueda
trabajar. Entonces, una de las técnicas implica la
introducción de la fuerza mental del operador dentro de la
víctima y la otra la extracción de espíritu
fuera de la misma para poder operar sobre ella. En cualquiera de
los dos casos la persona afectada es capaz de sentir los efectos
de esta acción sobre su propio cuerpo, aunque no sea
consciente de la agresión o de la ayuda que se le
proporciona por este medio:
"Hay personas que tienen la capacidad hasta de llegar a
pinchar con una aguja, hay producción de dolor, hasta se
puede llegar a lo que yo llamo
estigmatización[31]lograr lastimar a
alguien porque [se] logró pasar los campos astrales de la
persona, es una forma de producir estigmas y aún producir
alguna anormalidad en el cuerpo…".
A estos casos concretos de los efectos de una
acción mental agresiva o ataque psíquico, A. lo
define lisa y llanamente como daño:
"… hablamos de daño o mala intención. Se
usa para ayudar, pero lo puede dañar
también".
A continuación nos da un ejemplo de su
trabajo:
"… porque yo a veces atiendo gente y me traen alguna
cosa para que la capten a la energía. Le voy a traer algo.
Es [una pequeña imagen de Buda de más o menos tres
centímetros por dos, de color amarillento claro o crema,
parece de piedra y está bastante manoseada]
teniéndolo en la mano, yo he probado en varias personas
que sintieron como latidos fuertes en la mano, mucha
transpiración en la mano, este es producto del trabajo de
un mentalista que no conozco. Lo compró al Buda.
Después lo materializó y dándole ordenes
mentales para llegar él hacia personas que quería
afectar. Entonces lo dejó en la casa. Esto me lo trajo un
cliente. Luego esto se comprobó que tiene una
energía desconocida, molesta. Son vibraciones más
fuertes que hasta producían aceleraciones del ritmo
cardíaco, esto fue mandado por un mentalista como regalo a
una casa; después de donde está dirige con su mente
las intenciones; mientras esto está en la casa, él
está haciendo daño a esas personas. Esto viene a
ser un intermediario, una figura intermediaria para poder
[cometer] actos negativos para las personas que viven en la casa;
yo primero lo iba a tirar, después no".
Ahora vemos un elemento nuevo en la técnica del
daño que hasta ahora era sólo mental: el uso de un
intermediario físico para transmitir la negatividad hacia
la víctima, tal como es este caso una pequeña
figura de piedra que representa un Buda y que puede a su vez ser
utilizada para doblegar al agresor y ponerlo al servicio del
mentalista con el objeto de ayudarlo en sus tareas
terapéuticas:
"… entonces, dentro de lo espiritual, la pregunta que
yo me hice: – ¿Qué hago con esto, lo tiro o lo
dejo? – me dice: – Objeto desconocido, negativo, con
vibraciones negativas, tirarlo al río, despacharlo [a]
cualquier lado, dejarlo -. cuando yo pregunto a mi yo interior,
me dicen que lo use para trabajar como yo quiera; me dice: –
Trabajá con el espíritu del señor este que
hizo este trabajo – Trabajar significa que yo puedo emplearlo
para lo que yo quiera, y voy a ver en qué se
desempeña mejor después. Cuando yo le pida: –
Necesito que tal persona consiga trabajo -, yo me voy a fijar si
él es bueno para eso; después, cuando vea que no
pasa nada, voy a seguir investigando: – Quiero que le saque el
daño a tal persona -, hasta lograr ver y darle tiempo,
calculo que le tengo que dar siete días para cada tarea
cuando yo empiece con eso y ver. Yo sé como se llama el
nombre y apellido de este hombre que está trabajando con
esto y que esto está como presencia absoluta de él;
entonces yo voy a utilizar esa energía para ayudar
…".
La dominación del espíritu del agresor por
el mentalista a través del objeto intermediario del
daño, así como su propia ambivalencia, muestra una
notable semejanza con algunos casos del chamanismo sudamericano
en relación a la adquisición de ayudantes y otros
temas conexos (Chaumeil, 1995 y 1998; Califano, 1974; Califano y
Gonzalo, 1995). En relación con el caso del ejemplo, el
objetivo del agresor es cambiar una grave enfermedad que padece
por la salud de la víctima, es decir, "transmutar" la
propia enfermedad chupándole la salud al otro: este acto
de "chupar" la salud es definido por A. como "vampirismo
psíquico":
"… el hombre tendrá sus sesenta y dos
años; [tiene] un problema de cáncer en un
pulmón y trabaja con transmutaciones: cambia su salud por
la del otro, ese es como vampiro psíquico …".
Llegado a este punto debemos aclarar ya que A. se define
como "mentalista", la cual sería entonces su especialidad
actual:
"… yo me identifico como mentalista; a lo largo del
tiempo, de todo lo que he recogido como información,
terminé siendo mentalista, utilizando todo lo que me
sirva, que veo que me es útil y habiendo desechado un
montón de cosas".
Esta especialización se basa en la línea
de trabajo de un "mentalista" mediático conocido como
José María Herrou
Aragón[32]del cual ha aprendido la
técnica del "ataque psíquico" y otros
tópicos que se verán luego:
"[Aragón] habla de ataque psíquico: hay
otro libro que se llama Ataque Psíquico, [dice:] si se es
atacado y se logra saber quién es el que lo ataca,
él propone que proyecte una imagen de la persona y que
[trate] de hacerle entender que no tiene que molestarlo. Y este
tratar de hacerlo entender es usar cualquier método que
pueda producir daño, un palo, una martillo, una tijera,
avisándole que no lo tiene que molestar más. Si esa
persona insiste en molestarlo, con dos o tres veces que se haga
trabajo mental [y] no cambia su actitud, se le sigue trabajando,
hasta se lo puede enfermar hasta que deje de embromar, por eso se
llama "ataque psíquico" la técnica. Mentalmente yo
veo que a la persona la estoy golpeando y diciéndole: –
Mirá, no te metas conmigo, yo no te hago nada, no me
molestes – mentalmente lo estoy golpeando …".
Esta técnica del "ataque psíquico" es en
principio utilizada para la defensa, aunque también pueda
utilizarse, como presumimos, para la implementación del
daño cuyo resultado es calificado ahora como enfermedad
espiritual. Ante su presencia el mentalista actúa de la
siguiente manera:
"… como mentalista, yo le digo a la persona: –
Paráte ahí – y le digo: – Cerrá los
ojos, llama al responsable de tu suerte -; puede estar en el
estado de trance como por ahí no, o por ahí empieza
a zarandearse para un lado y para otro, hace que posiblemente
venga esa [persona], ese ataque de dónde vino, puede
decirme el nombre, apellido también. Y ahí le
pregunto [al atacante]: – ¿Cómo te llamás?
-, por ahí a veces se niegan a contestarme, pero le
pregunto: – ¿Cuál es tu misión?
¿Qué venís a hacer? – A veces hasta llegamos
a charlar media hora. Podemos decir que está "transferido"
de personalidad, que es otro con distinto nombre, actúa
diferente …".
De este modo el mentalista establece un vínculo
con el agresor a través de la víctima. El productor
del daño generalmente es otro especialista en el arte del
daño al cual puede habérsele encargado la
realización del "trabajo", a diferencia del caso del
vampiro psíquico y la transmutación o intercambio
de la enfermedad por salud:
"… personas que van y que piden un trabajo a otro;
dicen: – Mirá, a esta persona, quiero molestar -. Y bueno,
yo tengo la capacidad, no todas las veces se da de que pueda
conectarme así con la persona, pero yo digo pensando en
tal persona y la persona después se cae sola. Y si uno
piensa en una persona y se cae sola es porque algo esta pasando
con esa persona. Me tiene que traer a alguien que tenga un
problema, yo lo trato y vamos a encontrar ese fenómeno. Si
alguien me pide que dañe a una persona, yo digo que no,
porque uno cuando llega a ser ya profesional en esto no se mete
en esas cosas. Si a una persona injustamente la están
dañando, yo hago todo lo posible por ayudarlo para que
salga adelante; no me interesa si la persona que lo estuvo
molestando se enferma, se daña o se muere, porque yo lo
único que hago es sacarle lo malo que tiene la persona que
vino a pedirme que lo ayude …".
Aquí A. se muestra como un profesional que
realiza su trabajo cuando alguien acude a él en busca de
ayuda. Si bien niega ejercer el daño si se lo piden, el
resultado de su trabajo de ayuda puede a su vez dañar,
enfermar o incluso llevar a la muerte al presunto agresor. Pero
no sólo A, aprendió de Aragón la
técnica del ataque psíquico, sino también
otras menos agresivas que podríamos denominar
técnicas de "programación mental" destinadas a
modificar malos hábitos y problemas de conducta
social:
"… es a la noche por lo general la
programación, porque la persona empieza: "necesito
superarme en todos los sentidos", y es una cosa que va accionando
la mente [de forma] diferente, a lo primero se niega cuando una
persona tiene caminos equivocados, es tomador, es fumador, tiene
malas compañías; se opone la mente a que cambie, el
inconsciente no quiere cambiar; el profesor le explica que el ser
humano cuando es chico, hasta los cinco años, seis, se le
graban las cosas positivas y negativas, si en ese trayecto fue
mucho de lo negativo, [eso] es lo que le va a quedar como mala
suerte en el futuro. Eso negativo va a tratar de luchar que no
cambie, porque la persona va a estar programándose hasta
que se quede dormido, por eso funciona en la noche, para que le
grabe adentro; también está [de] parte de la
persona que diga: – Bueno, si la influencia [que recibo] para
estar en un boliche son los amigos que tengo, ¡no!,
tenés que dejar los amigos que tenés, porque ellos
te van a llevar al boliche – para que pueda cambiar si no, no va
a cambiar …".
Esta programación consiste entonces en una serie
de premisas orientadas a lograr un fin determinado en la cual la
persona se las repite a sí misma generalmente por la
noche, antes de conciliar el sueño, para modificar
conductas percibidas como negativas y con el auxilio de la
voluntad personal. Aboga por las bondades de este método y
manifiesta un punto de vista crítico respecto de la
psicología, ciencia inoperante en cuanto a la
resolución rápida de los problemas espirituales que
aquejan a la gente:
"… la psicología es una gran ayuda para el ser
humano, pero a su vez lleva mucho tiempo para que lo levanten a
una persona. Es más fácil que lo levanten con
programación que con el psicólogo. La terapia de la
psicología es lenta porque es hablar y hablar horas y
horas, si es posible todos los días para que haga su
descarga psíquica la persona. Y acá en otra forma,
con la parapsicología lo descarga si le da
programación a la persona …".
No deja entonces de ensalzar las virtudes de las
ciencias parasicológicas y de alguna de sus disciplinas en
particular como la radiestesia:
"… en otros países desarrollados ya
están trabajando con parapsicología con la
radiestesia[33]para localizar lugares afectados,
inclusive a la policía misma le sirve para identificar o
para localizar personas; están [también] los
videntes, [buscan] chicos perdidos o gente que está
sepultada …".
Más cauto con la biomedicina que con la
psicología, considera que su incumbencia son las
enfermedades espirituales, diferentes a las que cura la
biomedicina en cuyo campo no se entromete:
"El problema de [las] enfermedades lo arreglan los
médicos, en esos casos no me meto, pero un problema de un
ataque psíquico o un ataque espiritual uno tiene que
llamar al responsable para que venga sobre la persona
…".
No obstante, manifiesta algunos reparos relativos a la
relación biomédico/paciente:
"… son pocos los médicos que tienen la
capacidad de hacerle sentir confianza en que lo quieren ayudar.
Eso es lo que desmoraliza al ser humano, para que no pueda
encontrar justo esa armonía de vibración de persona
a persona, ahí es el problema grave …".
Si bien el mentalismo es el punto fuerte de nuestro
informante, este también conoce otras técnicas
tales como las relacionadas con el uso de velones y
jabones:
"…velomancia, se lee las velas cuando queda el resto,
cuando explotan, cuando se parten o se prenden fuego; detectan
qué tiene esa persona, cómo está, hay un
mensaje que pinta por figuras o ves que se prenda fuego un
velón y estás sabiendo que esa persona esta muy
atacada, que no es fácil sacarla y con un velón no
le va a hacer gran cosa, va a tener que seguir
prendiéndole velones y haciéndole diferentes clases
de liberaciones, por medio de jabón de coco, velones pa"
San Cipriano o velones pa" Cristo, para quien sea, para poderlo
ayudar a que se limpie. Jabón de coco puro se usa para que
se pueda lavar, para que se le arranque lo negativo de encima.
Una vela tiene que durar siete días y siete noches. Si
dura [menos], todavía no está bien la persona, hay
que seguirle poniendo velón hay que volverle a hacer otro
trabajo de velón. Y encima si terminara a los siete
días se ve también en la envoltura, el
celofán que lo cubre, o plástico, cómo queda
chorreado adentro, porque se lo lee en el fondo y en los costados
también, todo eso le va a dar la pauta de cómo lo
va a interpretar uno; después cuando ve a la persona, vos
le decís: – ¿Cómo está? -, y la
persona tiene que estar bien o más o menos; lo va a ir
diagnosticando cómo está para poderlo seguir
ayudando".
En este ejemplo vemos una descripción del el uso
de la velas como técnica de diagnóstico en tanto se
interpretan como signos las deformaciones que sufren mientras se
consumen, por un lado, y por otro como técnica de
curación en cuanto es usada durante siete días en
conjunto con oraciones o invocaciones a determinados santos para
exorcizar el mal como ya vimos en el caso de M. Cabe agregar a
este respecto la necesidad de que la vela se mantenga encendida
durante siete días para culminar el proceso curativo que
coincidirá, al cumplirse el hebdomadario, con la
consumación de la virtud sagrada implícita en el
número. Si no fuera así, el proceso debe repetirse.
Vemos también el uso del jabón de coco para liberar
o limpiar lo negativo contaminante que el terapeuta percibe como
suciedad sobre el aura del enfermo.
Asimismo, y a modo de ejemplo de la rica variedad de
técnicas terapéuticas por las que puede optar un
enfermo, A. nos cuenta una experiencia personal, ya no como
profesional sino como consumidor de estos servicios en la figura
de su padre:
"… mi padre tenía un cáncer terminal que
lo venía afectando, no se pudo parar; ese hombre curaba
con la tierra, con el barro: a él le habían
traído o él había ido a la tierra de Israel
y traído "tierra santa", una tierra milagrosa que es
curativo. Y había llevado a su casa acá en Entre
Ríos, y ahí en ese lugar hacen el barro ese y
después le pasan en el cuerpo, un trabajo así, todo
embarrado, y se deja secar en el cuerpo, como dos horas lo
dejaban secar, o una hora, y después lo lavaban todo;
después venía otra curación que era con el
estiércol de la vaca, todo pegado solamente en los lugares
afectados, y el barro en todo el cuerpo le ponía a mi
padre que tenía cáncer en el pulmón. Bueno,
esa era la forma de curar de esta persona …".
Si bien A. en ningún momento manifiesta usar
métodos de esta naturaleza, que podríamos calificar
como una forma de medicina que combina el poder de lo nauseabundo
(estiércol) con el poder de un elemento que proviene de un
ámbito considerado como sagrado (la tierra de Israel) para
extraer el mal, su sola mención indica que pertenecen a su
acervo de nociones terapéuticas. Un último
testimonio de nuestro informante describe la técnica de
curar utilizada por otro curandero conocido como el Padre Pedro
que se vale también del poder purificador del agua y el
fuego:
"… yo lo he visto curar al Padre Pedro hace muchos
años con carbón y una tijera abierta pasando cerca
del cuerpo, y después cuando terminaba de pasarle por todo
el cuerpo, lo metía adentro de un vaso con agua. Agarraba
con la tijera el carbón encendido al rojo y después
lo pasaba así y le hacía así por todos lados
haciendo cruces …".
Por otra parte, al igual que M., manifiesta su
devoción por los mismos "maestros", entre los cuales la
figura de Pancho Sierra adquiere un gran relieve manifiesto en el
culto que se le rinde en la ciudad de Salto (Pcia. Bs.
As.):
"[En Salto la gente va a] la tumba de Pancho Sierra y
piden allá, yo he ido, dejan flores, piden por la familia,
por la unión de la familia, pueden pedir por cualquier
cosa; entra al cementerio y le dejan flores y le hacen pedidos en
la tumba de Pancho Sierra. Y después está la casa
que dicen que es de Pancho Sierra: había un aljibe donde
sacaban el agua, que es agua bendita …".
Asimismo, menciona a la Hermanita Irma y a su hijo,
Hermano Miguel quien tiene el don de la videncia otorgado por su
madre y que le permite percibir los males que aquejan a la gente
que concurre a su templo:
"… la Hermanita Irma le dio videncia al que
sería el hijo de ella. El Hermano Miguel viene a ser como
una especie de padre de iglesia porque es como una misa que hace,
por ejemplo está toda la gente ahí y empieza: – A
ver este Carlos que está enfermo, que le duele tal cosa –
dice, por los mensajes que le da la Hermana Irma. Él dice
que recibe telepáticamente esos mensajes, y entonces
empiezan a pedir …".
Pero A. no mira con buenos ojos la actividad del hermano
Miguel por el sesgo comercial que tiene su actividad
religiosa:
"Y el comercio es muy fácil: usted cuando vaya a
la iglesia del Hermano Miguel, después que terminó
la misa, la virgencita y dios, y dios y la virgencita,
después saca un carrito y empieza a vender velas, velitas,
sahumerios, le vende todo, él lo vende, cómo
sería que él lo vende; [puede ser para costear el
culto], pero dentro de la iglesia, y eso lo que decía
Cristo que dentro de la iglesia no se comercializa y esta persona
comercializa dentro de la iglesia, entonces es un poco como que
tengo cierta sospecha de hasta dónde está con Dios.
Va mucha gente, hacen cola: entraban, creo que quinientas
personas y salían esas personas y entraban otra cantidad.
La gente va porque está desahuciada en la parte
sentimental más que nada …".
La iniciación de A. comienza en su adolescencia
bajo la forma de un gran interés por el curanderismo, la
percepción de prodigios sobrenaturales y la ocurrencia de
hechos desgraciados. Curiosidad y experiencia lo llevaron a
buscar mayores conocimientos. En una primera etapa
aprendió a curar algunas enfermedades tradicionales con
técnicas aprendidas en su entorno social inmediato.
Posteriormente realizó estudios formales en
parapsicología obteniendo conocimientos semejantes a los
de M. Actualmente A. se presenta como mentalista en la
línea de H. Aragón, conocido espiritualista
mediático creador de la técnica del ataque
psíquico. Desde esta óptica, A. es capaz de
percibir los "campos astrales" de las personas lo cual le permite
diagnosticar enfermedades espirituales. Aquí el concepto
de enfermedad está estrechamente relacionado con la idea
de daño intencional o ataque psíquico causado por
un agresor profesional que destruye las defensas (campos
astrales) de la víctima llevándola a la enfermedad
o, incluso, la muerte. Esta técnica usada para producir el
daño es, asimismo, capaz de revertirlo: el terapeuta
actúa sobre el agresor a través de la
víctima o algún objeto intermediario que ahora se
convierte en vehículo de la lucha mental entre estas dos
voluntades, la del agresor y la del terapeuta, para lograr que
éste desista de su agresión y, eventualmente
doblegar su voluntad, forzarlo a abandonar el ataque, convertirlo
en su ayudante o llevarlo a la muerte. Una variante interesante
de daño es el denominado "vampirismo psíquico" por
el cual alguien intenta cambiar su propia enfermedad por la salud
de otra persona. La figura del mentalista entonces es ambivalente
ya que sus acciones sirven tanto para el daño como para la
cura. De Aragón M. aprendió también el
manejo de la "programación mental", técnica
destinadas a modificar malos hábitos y problemas de
conducta y que consiste básicamente en el ejercicio de una
serie de premisas mentales repetidas periódicamente por la
persona misma durante la noche y con el auxilio de la
voluntad.
Nuestra última informante, M. C., es una mujer
que contaba al momento de la entrevista cuarenta y tres
años, oriunda de San Rafael, Mendoza, básicamente
de fe católica y cuya formación alcanza la escuela
secundaria completa y una numerosa y disímil cantidad de
cursos orientados principalmente al aprendizaje de la
parapsicología y diferentes terapias
alternativas:
"Tengo estudios secundarios completos, soy
técnico en administración de empresas, soy
parapsicóloga y numeróloga y tarotista recibida sin
ejercer. Esto lo empecé a estudiar hace once años,
por un problema familiar, de la pareja. Mi amiga M. me dijo que
hiciera un curso de control mental[34]porque
estaba perdiendo mucho el control. Hice un curso de control
mental y ahí ya no paré, seguí con
biorritmo, radiestesia, psicometría, psicología
sexual, convivencia, psicología infantil, o sea distintas
materias de la carrera de parapsicología; tengo más
o menos veintitrés títulos …".
En esta extensa lista de cursos seguidos por M. C. se
advierte en seguida el interés por este tipo de terapias
ocasionado, en principio por problemas familiares. La referencia
que hace a una crisis personal en su vida familiar, posiblemente
relacionada con el padecimiento de una grave enfermedad mental
como la esquizofrenia[35]quizás constituyan
elementos relevantes en los inicios de su camino como terapeuta
aficionada o profesional. La misma M. C. nos lo explica de la
siguiente forma:
"… después estuve enferma, escuchaba voces,
pero en vez de aceptarlas y asumirlas, me enfermé; ahora
tengo esas voces, pero las asumí, sé lo que son,
sé de donde vienen y porque vienen, es como que
tenía que asumir ascender a algo, ser algo, hacer algo, la
gente que está en este tema dicen que tenían que
venir sobre mí mis guías espirituales. Yo he estado
muy débil porque tenía problemas de pareja,
entonces, en vez de estar equilibrada como para recibirlos,
estaba con muy bajas energías, mis guías
descendieron energías muy bajas, muy densas, negativas,
entonces esos provocaron una esquizofrenia que fue temporal, no
fue esquizofrenia, no, yo estuve internada y sé.
Más que una esquizofrenia fue sentir que todo lo que
había hecho estaba mal hecho, a nivel espiritual, no
estaba equilibrada …".
"… después que me enfermé mi mente, al
tomar Alopidol y Meleril que son drogas muy fuertes para la
mente, perdí la memoria; dicen que cuando me
enfermé quería curar a todo el mundo, o sea que lo
que quería era ayudar, ayudar, ayudar …".
La enfermedad sufrida por M. C. comienza durante un
estado de crisis personal y es atribuida por ella a la
percepción de voces que adjudica a guías
espirituales cuyas indicaciones no obedece o no entiende,
desencadenándose entonces la esquizofrenia que explica
como un desequilibrio energético y durante la cual
manifiesta fuertes deseos de curar y ayudar a la gente. Crisis
familiar y enfermedad mental aparecen entonces como detonadores
de sus futuras capacidades terapéuticas, lo cual va en
línea con lo manifestado anteriormente por A. cuando dice
que el acercamiento puede darse por padecimientos personales o
sucesos desgraciados o insólitos, aunque en este caso hay
algunos antecedentes en su juventud:
"… cuando era más niña, cuando era
joven, sé que en algún determinado momento
también he tenido algo así, parecido, pero no tan
fuerte, tan profundo …".
Preguntada si ella cree haber recibido algún don
especial para curar, dice que:
"… no es un don. Para mí curar es la capacidad
que tenemos todos, lo que se aprende es a desarrollarla, igual
que la videncia y que todo lo demás, es algo que lo
tenemos todos pero no lo utilizamos".
No existe la idea de don sobrenatural, sino la de una
capacidad potencial de la naturaleza humana que, igual que la
videncia, es susceptible de ser desarrollada por medio de un
entrenamiento adecuado. En estos primeros tiempos, quizá
antes de haber sufrido la enfermedad aludida, al igual que en los
dos casos anteriores, M. C. también aprendió a
curar dolencias tradicionales, principalmente el mal de ojo
(Disderi, 2001:135-137; Bianchetti, 1994), dentro de su entorno
social ("cura de las abuelas") antes de ingresar de lleno en lo
que hoy es su área de interés principal, la
numerología. En principio define al ojeo de la siguiente
manera:
"El ojeo es la descarga de otra persona de
energía muy fuerte sobre uno, entonces la persona se
bloquea y aparece el dolor de cabeza, el dolor de oído,
pesadez, decaimiento; es igual que cuando otra persona te piensa
mucho, te está absorbiendo tu energía, entonces vos
te debilitas; y yo casi todo lo curo, cuando curo, curo
más o menos parecido al ojeo, o sea que limpias al otro
con la oración y con la energía, porque esa
bebé se ojeaba en la casa que yo tenía con un
árbol, era tanto el amor a ese árbol que era
obsesivo, o sea, absorbes algo, un elemento, y esa
posesión de ese elemento te lleva o que te chupa las
energías o que vos chupas tanta energía que te
recargas o te descargas …".
Vemos entonces que la causa del ojeo está en la
descarga de energía que una persona fuerte realiza sobre
otra, la víctima, más débil, o, por el
contrario, en el encandilamiento o atracción que esta
última puede sentir por un objeto, el cual puede chupar su
energía o viceversa, transferirle la propia produciendo,
en cualquiera de los dos casos un cuadro caracterizado por dolor
de cabeza, oídos, decaimiento, llanto, etc. Es entonces
una alteración en la armonía energética que
sustenta el estado de salud. El aprendizaje de la cura del ojeo
M. C. lo realizó a través de un
familiar:
"Y mi cuñada me había enseñado a
curarle el ojeo; mi cuñada es directora de un colegio, lo
único que aprendió desde chica es a curar el ojeo,
se lo curaba a los alumnos, porque muchos alumnos
"señorita tengo dolor de cabeza", y vos sabes que era ojeo
y los curabas en un momento y el chico daba un vuelco
impresionante …".
Descreída, no obstante cuando se le
presentó la ocasión de poner en práctica lo
aprendido, no dudó:
"… pero yo no creía en el ojeo hasta que
cumplí veintiocho años. Viajamos de San Rafael, mi
hija tenía cuarenta días y a la una de la
mañana mi bebé empezó a llorar; entonces
agarré y lo que mi cuñada me enseñó a
hacer no lo hice, yo le hice la señal de la cruz tres
veces en la frente como había visto que curaba, dije la
oración con la mano en su frente, recé,
cumplí todo el proceso como me habían
enseñado pero yo lo hice con mi mano, mi hija a los cinco
minutos dejó de llorar, a partir de ahí yo
creí …".
La necesidad de aliviar el dolor que aquejaba a su hija
la llevó a modificar el proceso de curación por no
contar con los elementos necesarios en el momento del suceso,
creando entonces una nueva variante del mismo igualmente
efectiva. La técnica según le fue enseñada
es como sigue:
"A mí me enseñaron que se colocaba una
prenda del bebé, arriba el plato con agua, y con los dedos
o con una cuchara se sacaba tres pares de ojos [gotas de aceite],
Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque al curarlo con la
oración tenés que nombrar el Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo. Tenías que armar en el plato tres
pares de ojos porque eran los ojos de Dios, los ojos de Cristo y
los ojos de la paloma del Espíritu Santo. Vas tirando en
el agua los ojitos, vos agarrás la cuchara, sacás
con tu mano, ponés el dedo y cae una gota de aceite sobre
el agua. Cuando la persona está ojeada y tirás la
gotita de aceite, se abre completamente, desaparece el aceite con
el agua, se mezcla con el agua. Son seis gotas de aceite, dos por
cada par de ojos, si es un bebé, casi siempre explota, si
es una persona adulta casi siempre se agranda la gotita, vos,
cuando cae, mirás el tamaño, enseguida te das
cuenta porque o queda en su tamaño, quiere decir que no
pasa nada, o crece la gotita; esto es cura de las abuelas
…".
El procedimiento básicamente consiste en colocar
una prenda del niño, arriba un plato de agua sobre el que
se arrojan seis gotas de aceite que representan tres pares de
ojos correspondiente a la trinidad católica (Padre, Hijo y
Espíritu Santo). Esto constituye, al mismo tiempo que es
parte del ritual de curación, una técnica de
diagnóstico por sí misma, dado que según el
comportamiento de las gotas en el agua se verá si la
persona sufre de ojeo o no: hay ojeo en los niños cuando
las gotas de aceite se mezclan con el agua y en los adultos
cuando aumenta su tamaño. Si no hubiera diferencia en el
tamaño inicial de las gotas derramadas no habría
ojeo. Estas comprobaciones van acompañadas de la presencia
de los síntomas antes descriptos. Pero como vimos, M. C.
no contaba con los elementos materiales (plato, agua, aceite,
etc.) ni estaba en el lugar apropiado (ómnibus) la primera
vez que se vio obligada a realizar la cura en su propia hija.
Entonces, apremiada por las circunstancias, prescindió del
plato, el agua y el aceite y se limitó a trazar tres veces
la señal de la cruz sobre la frente de la niña
musitando luego las oraciones de práctica. La niña
dejó de llorar. M. C. había encontrado una forma
diferente e igualmente eficaz de realizar el ritual de
curación. Vista la importancia de la oración en el
ritual de curación, indagamos a nuestra informante al
respecto y ésta titubeó al darnos la
información pedida debido a lo personal y secreto que
implica su conocimiento:
"… casi nunca la digo porque como a mí
también me dijeron que así no era, y yo lo curo
así. Yo hago la señal de la cruz en la frente de la
persona, a veces no la hago directamente, y nombro a la persona,
te voy a decir el nombre de mi hijo: "Betsabé Ruth alguien
te, algo, algo te hizo mal y tres te curarán, Padre, Hijo,
Señor y Espíritu Santo, amén", y rezo tres
Padres Nuestros, después vuelvo a repetir esa
oración y vuelvo a rezar tres Padres Nuestros, se hace
tres veces, yo con eso curo, es mi método; las palabras
las modifiqué porque no siempre es alguien el que te ojea,
yo lo comprobé por mí misma, entonces es algo que
está en el ambiente lo que te molesta. Yo todo lo hago
mentalmente …".
Vemos entonces que el ritual está constituido por
una oración en la cual se nombra a la persona afectada y
se invoca a la Santísima Trinidad mientras se realiza la
señal de cruz sobre su frente o no, seguida por tres
Padres Nuestros. Este conjunto de la oración personal
más los tres Padre Nuestro se repite tres veces. Debe
destacarse la sacralidad del número tres y la señal
de la cruz en la eficacia terapéutica del rito que evocan
los arquetipos sagrados del cristianismo (Disderi, 2001:143;
Rand, ?). No usa agua ni aceite como le fuera enseñado.
Respecto al recato que rodea a la oración principal o
central, M. C. agrega que:
"… la oración no se dice, las oraciones siempre
se pasan de una persona a otra y jamás se dicen si no
estás enseñando a curar; siempre se enseña
en fechas especiales cuando te enseñan a curar la
culebrilla, la pata de cabra, todo ese tipo de cosas, te
enseñan en un determinado día. El Veinticuatro de
Diciembre y para Pascuas. Son fiestas católicas muy altas
de energía …".
Las oraciones se transmiten en forma secreta en el
contexto del aprendizaje, de maestro a discípulo, en
días fastos o calificados como sagrados y cuya calidad se
transmite y refuerza la potencia ínsita de por sí
en la palabra enseñada. Pero las oraciones no son
exclusivas de la cura del ojeo. También se utilizan para
curar enfermedades que remiten a nosologías
biomédicas, como es el caso de las anginas:
"Yo curaba las anginas a los bebés. Con una
oración, ¡ojo!, con médico también,
con una oración del Niño Jesús curaba a una
amiga de mi hija que tenía problemas".
En el caso del ojeo en particular, como vimos hasta
ahora, para M. C. salud es igual a equilibrio de fuerzas vitales
y enfermedad lo contrario. Este concepto del equilibrio
energético se extienden en general a todo el campo de la
salud:
"… todos somos energía, entonces podemos darle
al que no tiene energía para curarlo, es sanar el cuerpo
físico porque está enfermo el espíritu;
cuando se enferma lo espiritual, también se enferma el
cuerpo, entonces a partir de ahí todos con nuestra
energía podremos curar a todos [y] a nosotros mismos
también …".
Entonces la enfermedad provendría de un
desequilibrio de fuerzas que afecta el espíritu y
repercute en el cuerpo, que cualquier persona puede curar,
incluso curarse a sí mismo, transmitiendo su propia
energía para restaurar el equilibrio perdido. Veamos
algunos ejemplos de dolencias según son explicados por M.
C.:
"… el organismo nos avisa qué es lo que
está fallando; cuando una persona tiene muchos dolores de
cabeza, la primer base es que estás pensando demasiado en
las cosas que te están pasando; esa dolencia se transforma
después a lo mejor en un tumor, en otros, por ejemplo a
mí el dolor de cabeza cuando pienso demasiado se
transforma en ataque al hígado, entonces yo ya sé
que cuando yo empiezo con un ataque de hígado tengo que
decir: "bueno, pará, frenáte, no pienses
más, [así] no vas a resolver los problemas", y
tengo que depurar mi hígado porque mi hígado es el
pobrecito que absorbe toda mi tensión
nerviosa".
"… una amiga empezó con dolor de oídos
una otitis terrible, y de repente dijo: "me paré y dije
¿qué te pasa? ¿era algo que no
querías escuchar?, sí, era algo que yo no
quería escuchar", o sea, si uno analizara las reacciones
del cuerpo, el cuerpo te diría: "mirá,
cuidáte porque te pasa tal o cual cosa", que es lo que no
podemos hacer …".
Entonces dolor de cabeza y oídos pueden deberse a
energías negativas externas que causan un exceso de
tensión nerviosa en las personas pudiendo transformarse en
tumores o ataques de hígado en el caso del dolor de cabeza
y que, básicamente, pueden dominarse por medio de la
propia voluntad además del uso de técnicas
purificatorias o de limpieza como es el caso del ataque de
hígado, por ejemplo. Este concepto de purificación
o limpieza implica la extracción de esas energías
negativas que M. C. denomina "costras de barro":
"Limpiar es descargar a las personas de toda
energía negativa, de todo el barro astral, mental que
tiene el ser humano; lo que tenemos son capas de barro en la
mente, en el corazón, en el cuerpo; esas costras que se
hacen en el cuerpo, en el alma y en nosotros son las que no nos
permiten avanzar, son los que provocan las enfermedades
físicas, o sea biológicas. Ese barro viene de la
convivencia, de la tensión nerviosa, el sistema social, lo
material, los problemas emocionales, todo lo que te pasa en lo
cotidiano. Yo lo llamo barro, o sea somatizas en una enfermedad
un problema que tenés …".
La metáfora "costras de barro" para dar idea de
la contaminación de lo negativo, base de la enfermedad
física y espiritual, implica a su vez la metáfora
de la limpieza:
"… cuando yo hago mi ejercicio, me estoy limpiando, yo
[imagino que] me estoy bañando, ponéle, [con] agua
de mar, lo que a vos te gusta, o sea cada uno utiliza los
elementos que ama; entonces si yo me estoy limpiando, tengo que
ver algo que se desprende de mí: como no le podés
dar forma a esa energía o enfermedad, llamále
bacteria, lo que sea, tenés que ponerle algo material,
entonces de ahí el barro, entonces hace costras y cuando
lo mojamos se desprende y te limpia, es una representación
…".
Las costras de barro, imagen simbólica de lo
negativo contaminante, se limpian en un acto ritual que simula un
baño purificador con agua de mar cuyo resultado final es
el recupero de la salud. Esta idea implica la posibilidad de la
autocuración para aquellos que sean capaces de desarrollar
sus propias potencialidades curativas. En el caso de nuestra
informante esta capacidad de curación por medio de la
energía emanada de sus propias manos se amplia hasta
abarcar a varios miembros de su familia, estén presentes o
no:
"… [puedo curar] a mí, a mi familia lo hago a
distancia también. Mi suegro no caminaba. Yo fui a
visitarlo y me decía: "no tengo fuerzas en la piernas".
Entonces yo vine y empecé a limpiarlo
energéticamente; hacía mis ejercicios de control
mental y después preparaba mis manos y le enviaba
energía. Mi nieta se fue de vacaciones, yo la curaba todos
los días a la misma hora, y sabían que la curaba
porque estaba loca hasta que yo la curaba. Curo a mis hijos, yo,
a mis hijas, lo que tengan …".
No obstante, M. C. demuestra no ser una persona
común que ha desarrollado estas potencialidades
exclusivamente en beneficio propio y de los suyos, sino que
también es capaz de percibir y aliviar ciertas
indisposiciones en otras personas de su entorno:
"… por ejemplo, fui a la mercería acá al
lado el otro día, entré y empecé, yo me
descargo bostezando, entonces yo busco a la persona, porque a
veces no es la persona con la que yo estoy hablando sino alguien
que está al lado que tiene algún problema, y le
pido el nombre y la oración que te dije a vos la rezo, y
después fui a la tarde y me dice: "no sé qué
hiciste, pero me siento tan bien que muchas gracias"
…".
La percepción del malestar en alguna persona
presente es percibido por M. C. a través del bostezo y la
curación se produce en estos casos con el nombre de la
persona y la oración utilizada para curar el ojeo dedicada
ahora a dicha persona. El bostezo es explicado como un modo de
eliminar la carga de energía negativa que recibe de la
persona afectada:
"… cuando yo me estoy cargando, entonces al bostezar
voy despidiendo esa carga energética negativa que estoy
recibiendo de otra persona; es una forma de sentir lo que le pasa
a la otra persona …".
Otro mecanismo perceptivo es la intuición
explicada como algo que se ofrece espontáneamente a la
conciencia:
"Soy intuitiva con las personas que están a mi
alrededor. Intuitivo es cuando en una conversación vos
podés, sentís algo más y buscás y
encontrás la respuesta …".
No obstante, M. C. no parece interesada en profundizar
estas capacidades terapéuticas, sino en lo que ella llama
su formación profesional en el campo de las terapias
alternativas. Se destacan en este campo de interés por
ejemplo el uso de la
dígitopuntura[36]
"… yo doy energía, yo hago un ejercicio de
dígitopuntura, que eso no es curar, es armonizar el
cuerpo, es utilizar una ciencia antigua que es la
acupuntura[37]soy dígitopunturista para
armonizar a un ser humano …".
Para M. C. la dígitopuntura es una técnica
de una armonización energética basada en masajes y
realizada sobre ciertos puntos clave del cuerpo humano llamados
puntos de relajación y canales
energéticos:
"… a mí me enseñó una doctora
dígitopuntura, ella me dio los tres puntos que yo utilizo
en todas las personas; me dijo: "te voy a dar un secreto, son
tres puntos, uno en la cabeza, uno en las manos y otro en las
piernas, con estos tres puntos vos podés ayudar a
cualquier ser humano a que se recupere, son puntos de
relajación, los utilizas activándolos o relajando a
la persona y también neutralizándola", entonces yo
utilizo esos tres puntos, son armonizaciones y a mí me
dieron resultado; el masaje que hago ayuda a la
dígitopuntura porque casi siempre el movimiento que yo
hago de manos es movimiento de dígitopuntura y como toda
la espalda está con los canales energéticos, hagas
masaje o hagas dígito estás trabajando con los
canales …".
Pero lo que en el momento de la entrevista
parecía captar toda la atención de M. C. era la
enseñanza de la
numerología[38]
"… estoy preparándome ahora para dar clases de
numerología que es lo que a mí más me gusta:
enseñarle a otros a manejarse por sí mismos y
ayudar a los demás para que se ayuden a sí mismos
…".
La numerología es definida como una "ciencia
exacta" que maneja claves numéricas basadas en ciertos
datos relativos a las personas o las cosas, por ejemplo nombres,
fechas de nacimiento y direcciones entre otras cosas, que sirven
para predecir tendencias positivas o negativas en sus respectivos
desarrollos. Veamos a continuación dos casos referidos a
personas y negocios:
"La numerología es una ciencia exacta que con tu
nombre total y tu fecha de nacimiento te va marcando distintas
pautas para manejarte en la vida, te ayuda para que vos sepas
superarlos con más facilidad o estar más preparado
para lo que puede venir; por ejemplo, en un negocio hay
días más positivos que otros, un negocio de belleza
es positivo para una persona que en ese día le de, por
ejemplo, un número seis; para cualquier tipo de negocio un
número ocho, pero para llegar a ese ocho no es solamente
la dirección, el número, el lugar, tenés que
estudiar la persona, el día que va a inaugurar, todo, o
sea tenés que hacer una serie de cálculos que te
llevan a un resultado".
Los valores numéricos calculados son confrontados
con ciertas tablas, de las cuales nuestra informante menciona la
de Pitágoras y la Hebrea, donde cada letra o signo
tendría un valor numérico, una posición
relativa y un número de ubicación, los cuales a su
vez estarían condicionados por ciertas
características personales del consultante:
"… cada letra tiene un valor numérico, se
pueden sacar por distintas tablas, la de Pitágoras, que es
la que más se utiliza, la Hebrea, que es la más
difícil y es la más exacta de todas; cuando
empezás a hacer el análisis de todo lo que es la
vibración de la persona, lo que recibió de sus
padres, lo que ella tiene que desafiar que son los
obstáculos para vencer, los pináculos o sea las
altas que tenés para manejarte y ayudarte con los
desafíos, esos pináculos son la fecha de
nacimiento; después tenés los planos de
temperamento y expresión, que es como te manejas a nivel
mental, físico, emotivo, intelectual …".
Este saber de la numerología y su ejercicio
lucrativo constituye una profesión:
"… numeróloga sí es una
profesión, es un campo que si lo tomás con seriedad
e investigás mucho, lográs saber mucho y dar mucho
a los demás …".
Asimismo, M. C. utiliza también las cartas de
tarot, especie de oráculo que, entre otras cosas,
prevé la posibilidad de futuras enfermedades:
"… con la tirada del tarot también, si vos lo
estudias a nivel de enfermedades lográs descubrir una
enfermedad aún sin haber aparecido …".
En la consulta, M. C. utiliza ambas técnicas de
modo complementario:
"Trabajas con las dos juntas porque casi siempre le
pedís a la persona los números; cuando te piden la
consulta, le pedís todos los datos de las personas que
quiere ver, y le sacás todos los números; cuando la
persona viene, con numerología tenés un plan, un
paneo general del problema de la persona, no hace falta que la
persona te diga mucho porque ya con los números los
sacás. Con el tarot buscás más las
respuestas que la persona busca …".
La numerología permite hacer un encuadre amplio
de las características personales y sociales del
consultante, y el tarot, sobre ese primer encuadre, un ajuste
fino sobre sus interrogantes más específicos. Esta
complementación se basa en el hecho de que los arcanos del
tarot, el significado arquetípico de los números y
los planetas son concordantes:
"… porque la numerología está
relacionada con el tarot también en el sentido de que el
significado de los veintidós arcanos tiene que ver con el
significado de los planetas, o sea a nivel planetario son
concordantes".
Ya en el plano profesional, el ejercicio de ambas
técnicas implica el cobro de honorarios:
"… una consulta de tarot y numerología
está entre treinta a cincuenta pesos …".
En relación a la biomedicina cree que una
integración con las otras formas terapéuticas
sería beneficiosa y que actualmente observa una mayor
apertura de los biomédicos a estas otras
posibilidades:
"… creo que las dos son compatibles, y deben trabajar
juntas; está cambiando mucho la mente del médico,
antes un médico jamás te decía:
"lleválo a curar el empacho". Yo ahora escucho amigas
mías que me dicen: "¿sabés lo que me dijo el
otro día C. [médico pediatra del barrio]?,
lleválo a curar el empacho" …".
M. C., nuestra última informante, sufrió
hace once años una crisis familiar y una grave enfermedad
mental, por la cual estuvo internada bajo tratamiento
psiquiátrico. En esta época dice haber escuchado
voces de guías espirituales de los cuales provinieron
energías negativas que le provocaron un profundo
desequilibrio espiritual al cual atribuye el origen de su
enfermedad. A partir de estos hechos comenzó a realizar
una gran cantidad de cursos sobre terapias alternativas.
Entonces, crisis personal y enfermedad fueron los elementos
detonantes que llevaron a M. C. a introducirse al campo de las
terapias alternativas realizando estudios formales.
Pero antes de realizar estos estudios, del mismo modo
que los demás, también aprendió a curar, en
su entorno inmediato, algunas afecciones tradicionales como el
mal de ojo, al que define como una descarga de energía muy
fuerte de una persona u objeto sobre otra desbalanceando su
equilibrio energético normal y causando dolores de cabeza,
oídos, vómitos, mareos, decaimiento, etc. El ritual
curativo lo aprendió en tiempo y forma de una
cuñada suya y según la conocida técnica del
agua, el aceite y la oración. Cuando debió ponerlo
en práctica por primera vez, circunstancias fortuitas la
obligaron a modificar el proceso aprendido por una variante
igualmente eficiente basada en la señal de la cruz y la
oración personal que combina el nombre del paciente, la
invocación a la Santísima Trinidad y el rezo de los
Padres Nuestros en series de tres. También en ese entonces
curaba anginas de niños empleando una oración
semejante pero invocando ahora al niño Jesús y en
forma complementaria a la terapia biomédica.
El concepto de salud y enfermedad con que se maneja M.
C. está relacionado con el equilibrio o desequilibrio de
las energías que constituyen el sustento vital de las
personas y en este sentido se relaciona con los conceptos
imperantes en las terapias alternativas. Las causantes de la
enfermedad son entonces energías negativas provenientes de
fuentes externas capaces de alterar este equilibrio. Su
acción negativa puede modificarse de varias formas que van
desde un simple cambio de actitud ante estos estímulos
hasta el uso de diversos procedimientos rituales ejercidos por la
propia persona si esta ha desarrollado las cualidades de la
autocuración o con la ayuda de un terapeuta.
A pesar de que M. C. manifiesta que cualquier persona
puede desarrollar la facultad de la autocuración y que
ella no es un caso extraordinario, demuestra sin embargo ser
capaz de percibir a través del bostezo, por ejemplo, los
padecimientos de la gente y aliviarlos, aunque estén
lejos, por medio de la limpieza de la contaminación
(costras de barro), el envío de energía generada
por sus propias manos o del nombre de la persona afectada y la
oración como en el caso del ojeo.
Preguntada si sus curaciones, fuera del ámbito
familiar, no implica ya cierto profesionalismo, nos dice que ella
no cura sino que se limita a transmitir energía para
armonizar los desequilibrios energéticos y que lo hace
solidariamente. Esta indagación nos introduce en el campo
de sus intereses actuales que se relacionan con las terapias
alternativas, en particular con la dígitopuntura y la
numerología, que sí tendrían ahora un sesgo
profesional. La primera de ellas le fue enseñada por una
"doctora" y la emplea para el tratamiento de personas alteradas
emocionalmente complementada por masajes cobrando un arancel por
el servicio. Pero su interés principal radica en el
aprendizaje y la enseñanza de la numerología, la
cual es definida como una ciencia exacta que maneja claves
numéricas basadas en ciertos datos relativos a las
personas o las cosas con el objeto de predecir tendencias
positivas o negativas en sus respectivos desarrollos futuros. En
la consulta, la numerología se usa para hacer un encuadre
general de las características personales y sociales del
consultante y el tarot, sobre ese primer encuadre, permite
responder a búsquedas ahora más específicas
relacionadas con cuestiones personales, constituyendo su
ejercicio una profesión lucrativa.
Algunas palabras
más
Llegado a este punto, quisiéramos hacer algunos
comentarios más sobre lo expuesto en páginas
anteriores poniendo especial énfasis en los siguientes
aspectos. Comparando las circunstancias en que cada uno de
nuestros informantes comenzó su itinerario como
terapeutas, vemos que M. recibe en su adolescencia un don o
capacidad de curación de origen divino con la
obligación, concebida como misión, de ayudar a la
gente a mitigar sus dolores, y por el cual puede advertir manchas
de colores en los cuerpos de las personas, sobre ciertos
órganos en particular, que indican la presencia de
enfermedades y a curarlas por medio de la imposición de
manos. A., en cambio, sintió afición desde su
adolescencia por el curanderismo y temas conexos (espiritismo,
curanderismo, brujería, etc.), percepción de
fenómenos paranormales (figuras fantasmales, duendes,
almas en pena, premoniciones), ocurrencia de hechos desgraciados,
fracasos y mala suerte. M. C., sufre una crisis familiar
acompañada del padecimiento de una grave enfermedad mental
diagnosticada como esquizofrenia durante la cual dice haber
escuchado voces de guías espirituales y haber manifestado
profundos deseos de curar y ayudar a la gente.
Esta características coinciden en general con el
modelo de iniciación de los curanderos tradicionales
denominado como innato por algunos autores que destacan en
general la existencia de dos modos diferentes de
iniciación, referidos el primero de ellos a la
recepción de dones divinos o la ocurrencia de hechos o
circunstancias cruciales o insólitas. El segundo modelo,
denominado como adquirido, destaca el aprendizaje de determinadas
técnicas de curación enseñadas o
transmitidas por otros terapeutas (Colatarci, 1999; Pérez
de Nucci, 1988 y 1989; Palma, 1978; Guevara Corral, 1988;
Vivante, 1959; Pelegrin, 1998; Vellard, 1987). En nuestro caso
las circunstancias iniciáticas que afrontan los tres
informantes remiten al primero de los modelos y actúan
como acicate para la búsqueda de nuevos conocimientos que
ahora ubican el proceso dentro del segundo modelo denominado como
adquirido y posterior en el tiempo.
Dentro de este último, podemos advertir dos
etapas consecutivas que, provisoriamente, denominaremos de
adiestramiento informal y formal. En la primera los conocimientos
se adquieren dentro del entorno familiar y social inmediato y
refieren al aprendizaje de técnicas curativas relacionadas
con enfermedades tradicionales. Así, M., aprendió a
curar la culebrilla, la pata de cabra y el estomago caído,
en tanto A., el dolor de cabeza y estómago, empacho y pata
de cabra y M. C. el mal de ojo y las anginas. En la segunda etapa
M. acude a una escuela de parapsicología donde aprende
reiki, mesmerismo, cromoterapia, magia, chamanismo, cartomancia,
velomancia, etc.; A. también estudia parapsicología
y adquiere conocimientos semejantes a los de M., pero termina
orientándose hacía el mentalismo según la
escuela de H. Aragón, y M. C. a su vez realiza numerosos
cursos de parapsicología y terapias alternativas. No
obstante todos los conocimientos adquiridos ahora en la
enseñanza formal, las prácticas tradicionales
aprendidas en los primeros tiempos siguen vigentes en mayor o
menor grado según las preferencias particulares de cada
terapeuta, lo que les otorga a cada uno una fisonomía
propia que los diferencia notablemente de los otros. Así,
por ejemplo, M. aún continúa curando la pata de
cabra, la culebrilla y el estómago caído como
siempre, mientras que M. C., absorbida por la numerología
y el tarot, cura el ojeo en forma ocasional y A. parece
más atraído por la sugestión, técnica
no tradicional, para curar el dolor de cabeza que por el uso de
paños embebidos en agua y vinagre. Este esquema que remite
la formación profesional de los terapeutas a una fase
iniciática, seguida primero de un aprendizaje de
técnicas curativas tradicionales basadas en la propia
cultura y luego de otras no tradicionales, religiosas,
alternativas u otras, según los canales de
información cada vez más masivos y globalizados a
que puede acceder cada aprendiz, y que luego cristalizan en
estructuras singulares propias, parece ser un proceso bastante
generalizado y asas dinámico que puede detectarse en
formas más o menos similares en otras partes de
Sudamérica (Gonzalo, 1998; Chaumeil, 1995 y 1998). A pesar
de las diferencias que finalmente presentan entre sí estos
terapeutas y de la desconfianza que suele reinar en generales
entre los curanderos, debe destacarse en este caso particular la
vinculación y colaboración profesional existente
entre nuestros tres informantes.
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