- Una
teología de género - Cuerpos, cuerpos,
sueños… - Dígase negro…
- Familia
- Una
teología de la autoridad
política - Una
teología comunitaria - Una
teología de la resistencia y la
identidad - Conclusiones
- Bibliografía
Teología es una palabra sospechosa, que da miedo.
Mucho más si va acompañada de otra tan peligrosa
como liberación. Al oír este sintagma,
"Teología de la Liberación", me vienen a la cabeza
múltiples anécdotas y reflexiones, fundamentalmente
aparejadas a un profundo respeto, y a un profundo compromiso en
contra de los proyectos de exclusión social, y
marginación. Andando junto a ella, codo con codo,
reconocemos al trabajo social y comunitario, a la
Educación Popular y la Iglesia Cristiana.
La teología fue durante siglos una disciplina
inocua en el concierto de los saberes, insignificante desde el
punto de vista social y sin apenas relevancia intelectual fuera
de las murallas de la ciudadela eclesiástica. Tal falta de
relevancia y significación la expresaba el arzobispo
anglicano William Temple con su peculiar sentido del humor
británico, cuando definía al teólogo como
una persona muy seria, sensata y sesuda que pasa toda una vida
encerrado entre libros intentando dar respuestas
exactísimas a preguntas que nadie se plantea.
Esta imagen empezó a quebrarse con las
teologías surgidas de la modernidad, entre las cuales cabe
citar la teología de las realidades terrenas, de la
cultura, de la secularización, del trabajo, de la
revolución, de la esperanza, la teología
política, la teología feminista, la teología
ecuménica de las religiones.
La que más ha contribuido a quebrar tal imagen y
a liberar a la teología tradicional de su estrecho
círculo de preocupaciones, colocándola en el
terreno de la historia, en el horizonte de los movimientos
sociales de emancipación y del lado de los pobres, es la
Teología de la Liberación (TL), nacida a finales en
la década de los sesenta del siglo pasado en
América Latina.
Se fundamenta en la salvación bíblica en
la cual Dios incluye además de la liberación de los
espíritus malignos, la culpa, el pecado, las enfermedades
y la condenación eterna, también la
redención del enemigo, la esclavitud, la dominación
política o la opresión social.
Jesús de Nazaret es presentado como liberador, la
salvación vinculada a la liberación
histórica; la creación como momento de la historia
de la salvación; la gracia que provoca un cambio
personal y comunitario; el pecado en su doble vertiente:
individual y social; las virtudes teologales como práctica
del cristianismo, etc. Pone el capital simbólico, el
potencial ético y el cuerpo doctrinal del cristianismo al
servicio de la liberación de los pobres y
excluidos.
Todo ello a partir de la nueva experiencia religiosa
encarnada en el mundo de la marginación y de la praxis de
los cristianos en el proceso de liberación. La
ética se configura en torno al imperativo ético de
profunda raíz bíblica ¡Libera al pobre,
al oprimido! Los sacramentos se viven en un clima de
participación popular como liturgia del prójimo. La
Iglesia se estructura en torno a una amplia red de comunidades
eclesiales de base que conforman la Iglesia de los
pobres. (TAMAYO ACOSTA 2001)
Sus practicantes están activamente comprometidos
con la conquista de la liberación; concediendo una gran
importancia al concepto de praxis, que comienza con la
participación en los movimientos populares, a favor de la
emancipación social.
…la TL trasciende el horizonte religioso y
teológico y se convierte en un fenómeno
sociopolítico fuertemente arraigado en los sectores
populares de la población… ayudó a generar
en los pueblos latinoamericanos una conciencia crítica y
revolucionaria en sintonía con la pedagogía del
oprimido de Paulo Freire. Como tal fenómeno
sociopolítico de carácter revolucionario
provocó una seria inquietud no sólo a las
autoridades religiosas, sino también a los poderes
políticos, económicos y militares del continente,
que llevaron a cabo una lucha organizada en diferentes frentes
para frenar su influencia deslegitimadora del sistema y evitar su
expansión. (TAMAYO ACOSTA 2001)
La TL está hoy atenta a las diferentes formas de
pobreza para no reducir los análisis de la
marginación estructural a la pobreza
socioeconómica. Tiene muy en cuenta sus dimensiones
sexista, racista y ecológica. Clases explotadas, razas
marginadas, culturas despreciadas, mujeres doblemente explotadas,
marginadas y despreciadas, campesinos y campesinas, niños
de la calle, personas sin hogar, naturaleza depredada, etc.:
he aquí los nuevos sujetos y lugares del quehacer
futuro de la TL. Son los rostros concretos de los pobres, a
los que responden nuevos movimientos populares.
Los expresan así un colectivo de teólogos
y pastores chilenos: Frente a la discriminación
racial, étnica y cultural, surgen los movimientos
indígenas y negros; frente a la discriminación de
género, surgen los movimientos de mujeres; frente a los
graves atropellos a la dignidad humana por las dictaduras
militares surgen los movimientos de derechos humanos; frente al
deterioro del medio ambiente, los movimientos ecologistas; frente
a la lucha por la supervivencia, las diversas organizaciones
económicas populares.
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