IV- La consonancia de los proyectos bolivariano
y martiano para Nuestra América.
El análisis de ambas direcciones supone la
necesidad de acudir a las ideas expresadas por el Apóstol
en varias de sus obras. De ahí la importancia de citarlas,
refiriéndolas textualmente, a modo de ejemplos
ilustrativos que permiten apreciar desde la altura del
pensamiento martiano no sólo la profunda admiración
y el respeto que nuestro Héroe Nacional sentía
hacia ese padre de pueblos, sino también la
comprensión de la magnitud y del significado del frustrado
plan bolivariano para nuestra América, que Martí
trataría de materializar posteriormente en un nuevo
contexto histórico.
En consecuencia con lo expresado, se refieren a
continuación algunos ejemplos ilustrativos de la primera
dirección:
En el ya citado texto "Tres Héroes", Martí
destaca que cuando existen muchos hombres sin decoro, hay siempre
otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Y
señala: Esos son los que se rebelan con fuerza
terrible contra los que le roban a los pueblos su libertad, que
es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de
hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana. Esos hombres
son sagrados. (3:305)
Y coloca a Bolívar, junto a San Martín e
Hidalgo en esa categoría de hombres, señalando, con
toda justeza que… "Se les debe perdonar sus
errores, porque el bien que hicieron fue más que sus
faltas. Los hombres no pueden ser más perfectos que el
sol. El sol quema con la misma luz con que calienta. El sol tiene
manchas. Los desagradecidos no hablan más que de las
manchas. Los agradecidos hablan de la luz".
(4:305).
Valga entonces, por su vigencia, esta importante
reflexión que nos permite valorar a las personalidades
históricas con la objetividad necesaria y teniendo en
cuenta su real dimensión como seres humanos.
Refiriéndose en el mismo texto a Bolívar,
apunta:
"Ganó batallas sublimes con soldados
descalzos y medio desnudos. Todo se estremecía y se
llenaba de luz a su alrededor. Los generales peleaban a su lado
con valor sobrenatural (…) Jamás se peleó
tanto, ni se peleó mejor, en el mundo por la libertad.
Bolívar no defendió con tanto fuego el derecho de
los hombres a gobernarse por sí mismos como el derecho de
América a ser libre. Los envidiosos exageraron sus
defectos (…) murió de pesar en el corazón,
más que de mal del cuerpo" (5:306).
El 27 de noviembre de 1877, durante su estancia en
Guatemala, escribe una carta a Don Valero Pujol, en la que refuta
a quienes se quejan de su manera de proyectarse en la tribuna,
acusándolo de atacar las circunstancias y de ser
inoportuno con sus planteamientos audaces. Al respecto
refiere:
"Les hablo de de lo que hablo siempre, de ese
gigante desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra
América fabulosa. Yo nací en Cuba, y estaré
en tierra de Cuba aún cuando pise los no domados llanos
del Arauco. El alma de Bolívar nos alienta; el pensamiento
americano me transporta…" (6: 111).
Hermoso elogio escribe Martí en junio de 1883 en
la revista "La América" de Nueva York, dedicado a la
estatua de Bolívar que "amasada con manos piadosas
e inspiradas" había sido construida por el joven
caraqueño Rafael de la Cova, por encargo del gobierno
venezolano a propósito de la celebración del
centenario del "padre de los pueblos".
Este texto, titulado precisamente "La estatua de
Bolívar" contiene una bellísima descripción
de la obra, de nueve pies de alto, así como del reflejo en
ella de las características físicas y espirituales
del héroe que la inspiró. Martí se refiere a
de la Cova como "…genioso escultor venezolano,
devorado de una sed que mata, pero que lleva a la gloria: la sed
de lo grande". (7:178)
Llaman la atención las palabras iniciales del
elogio, cuando Martí señala:
"Respira en bronce una vez más, moldeado
por manos filiales y vaciado del yeso por fieles fundidores,
aquel hombre solar, a quien no concibe la imaginación sino
cabalgando en carrera frenética, con la cabeza rayana en
las nubes, sobre caballo de fuego, asido del rayo, sembrando
naciones. Burló montes, enemigos, disciplina, derrotas;
burló el tiempo; y cuanto quiso pudo, menos mellar el
diente de los ingratos. No hay cosa que le moleste tanto a los
que han aspirado en vano a la grandeza, como el
espectáculo de un hombre grande; crecen los dientes sin
medida al envidioso" (8:175).
Y añade:
"Nada fatigó tanto a Bolívar, ni lo
entusiasmó tanto, como su empeño férvido, en
sus tiempos burlado, de despertar a todo su decoro los pueblos de
la América naciente…" (9:176).
Dos meses después (agosto- 1883), en la misma
revista se publica una reseña de Martí sobre la
fiesta realizada por los hispanoamericanos de Nueva York para
celebrar, "con elevación de pensamiento y majestad
dignas de él", el centenario de Bolívar.
En este texto lo califica de "… caudillo singular y
magnánimo que aseguró al comercio del mundo y a la
posesión fructífera de los hombres libres el suelo
en que florecen" (10: 178).
Su admiración por el héroe se evidencia
igualmente en una carta dirigida el 10 de abril de 1885 al Sr.
Heraclio Martín de la Guardia, que había dedicado a
Martí un poema por el Centenario de Bolívar. El
autor expresaba en su dedicatoria:
"Señor:
Ama Ud. a Venezuela como hijo; admira a
Bolívar como agradecido. Los escritos de Ud. han
fortalecido mi espíritu en muy tristes momentos. A usted
dedico estas páginas" (11: 274).
No menos ilustrativos de esa admiración son los
discursos que el Apóstol cubano pronunció en honor
a Venezuela y al Libertador.
Tal es el caso del pronunciado en 1892, en una velada de
la Sociedad Literaria Hispanoamericana de Nueva York, en el que
declara no saber que haya derecho más grato que el
"… de venerar como hijo a la tierra que nos ha dado
en nuestro primer guerrero a nuestro primer
político…"(12:291)
Se refiere en este discurso a Bolívar como
"… aquel cuyo nombre no se ha de decir, porque con
evocarlo sólo ya las almas se subliman y elevan; del que
por las astas tomó la naturaleza, cuando la naturaleza se
le oponía, y la volcó en tierra; del que cuando
pensó en "poner una piedra fundamental para la libertad"
en América, no la pidió para la libertad de
Venezuela, sino para la libertad sud- americana; del que
murió del afán devorador de alzar a tiempo, con un
siglo de tiempo, las energías que al cabo de él
habría de necesitar para su salvación, en la
batalla esencial y evitable, el continente que se sacó de
las entrañas." (13:293-294).
Rivalizan por su belleza las ideas que expresara en el
discurso pronunciado el 28 de octubre de 1893, precisamente en
honor a Bolívar, en la misma Sociedad:
Afirma Martí:
"Pensar en él, asomarse a su vida, leerle
una arenga, verlo desecho y jadeante en una carta de amores, es
como sentirse orlado de oro el pensamiento. Su ardor fue el de
nuestra redención, su lenguaje fue el de nuestra
naturaleza, su cúspide fue la de nuestro continente: su
caída, para el corazón".
(14:241)
"¡Oh, no! En calma no se puede hablar de
aquel que no vivió jamás en ella: ¡de
Bolívar se puede hablar con una montaña por tribuna
o entre relámpagos y rayos, o con un manojo de pueblos
libres en el puño, y la tiranía descabezada a los
pies…"(15:241)
"Pero cuanto dijéramos, y aún lo
excesivo, estaría bien en nuestros labios esta noche,
porque todos cuantos nos reunimos hoy aquí, somos hijos de
su espada."(16:242)
"Hombre fue aquel en realidad extraordinario.
Vivió como entre llamas, y lo
era."(17:242)
"¡Pero así está
Bolívar en el cielo de América, vigilante y
ceñudo, sentado aún en la roca de crear, con el
inca al lado y el haz de banderas a los pies; así
está él, calzadas aún las botas de
campaña porque lo que él no dejó hecho, sin
hacer está hasta hoy; porque Bolívar tiene que
hacer en América
todavía!"(18:243)
¿Adónde irá
Bolívar?- se preguntaba reiteradamente
Martí en los párrafos finales de su magistral
discurso. Y respondía:
-¡Al respeto del mundo y a la ternura de
los americanos!
-¡Al brazo de los hombres para que defienda
de la nueva codicia y del terco espíritu viejo, la tierra
donde será más dichosa y bella la humanidad!
(19:247)
Y concluía:
¡Así, de hijo en hijo, mientras la
América viva, el eco de su nombre resonará en lo
más viril y honrado de nuestras
entrañas"(20:248)
Pero en sus valoraciones no desconoció
Martí lo que consideró errores del Libertador o
limitaciones epocales para la concreción de su proyecto
continental.
Así lo evidencia el citado discurso en honor a
Venezuela, de 1892, en el que destaca que Bolívar
murió "…del desacuerdo entre su
espíritu previsor y la época de distancias enemigas
y de civilizaciones hostiles, o incompletas o ajenas, o
aborígenes y degradadas, que juntó él mismo
a vivir".
Y añadía que murió de la
lucha por entonces inútil entre su idea continental con
las ideas locales, y de la fatiga de conciencia de haber
traído al mundo histórico una familia de pueblos
que se le negaba a acumular, desde la cuna, las fuerzas con que
podía, un siglo más tarde, refrenar sin conflicto y
contener para bien del mundo las execrencias del vigor
foráneo, o las codicias que por artes brutales o sutiles
pudiesen caer, arrollando o serpeando sobre los pueblos de
América. (21:294)
De igual modo, en el discurso de 1893, refiere:
"Acaso, en su sueño de gloria, para la
América y para sí, no vio que la unidad de
espíritu, indispensable a la salvación y dicha de
nuestros pueblos americanos, padecía, más que se
ayudaba, con su unión en formas teóricas y
artificiales que no se acomodaban sobre el seguro de la
realidad…" (22:246)
No obstante, Martí reafirma la extraordinaria
dimensión del héroe americano el 31 de octubre de
ese año, cuando reseña en el periódico
PATRIA lo que denomina "La fiesta de Bolívar en la
Sociedad Literaria Hispanoamericana". Refiriéndose al
Libertador expresa:
"La América, al estremecerse al principio
del siglo desde las entrañas hasta las cumbres, se hizo
hombre, y fue Bolívar" (23:251).
Y destacaba que "…los cubanos lo veremos
siempre arreglando con Sucre la expedición, que no
llegó jamás, para libertar a Cuba"
(24:252)
Pero José Martí fue heredero y continuador
del proyecto continental que Bolívar no pudo concretar en
su época. Como él, previó las intenciones
del pujante vecino del norte, que en las décadas finales
del siglo XIX arriba a la fase imperialista de su desarrollo
capitalista, transición que Martí vivió in
situ, durante sus casi 15 años de estancia en Estados
Unidos.
Se abordará seguidamente la otra
manifestación de la presencia de Bolívar en
Martí, referida, como ya se dijo, a la consonancia de sus
proyectos para Nuestra América.
Esa consonancia puede ser constatada igualmente en el
estudio de la obra martiana, reflejo de su pensamiento y
acción revolucionarios.
De sus preocupaciones respecto a Estados Unidos
constituye un claro ejemplo el Prólogo que escribiera para
sus "Versos Sencillos", obra publicada en Nueva
York, en 1891.
Expresaba Martí:
"Mis amigos saben cómo se me salieron
estos versos del corazón. Fue aquel invierno de angustia,
en que por fe fanática, o por miedo, o por
cortesía, se reunieron en Washington, bajo el
águila temible, los pueblos hispanoamericanos.
¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el
escudo en que el águila de Monterrey y Chapultepec, el
águila de López y Walker, apretaba en sus garras
los pabellones todos de la América?
(25:61)
Se refería el Apóstol a la Primera
Conferencia Internacional Americana, iniciada en 1889 a
iniciativas del gobierno de Estados Unidos, interesado en la
implementación de mecanismos que posibilitaran su
dominación en la región.
Martí escribió varias crónicas
sobre esa Conferencia que fueron remitidas al diario La
Nación, de Buenos Aires. En la primera de ellas, de fecha
2 de noviembre del citado año, expresó:
(…)Jamás hubo en América, de
la independencia acá, asunto que requiera más
sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen
más claro y minucioso, que el convite que los Estados
Unidos potentes, repletos de productos invendibles, y
determinados a extender sus dominios en América, hacen a
las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio
libre y útil con los pueblos europeos, para ajustar una
liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo. De la
tiranía de España supo librarse la América
española; y ahora, después de ver con ojos
judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge
decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América
española la hora de declarar su segunda independencia"
(26:46)
Este asunto, retomado en otras crónicas, fue
expuesto con singular maestría en el ensayo "Nuestra
América", verdadera joya literaria en ese género,
publicado en enero de 1891. En el texto alertaba
Martí:
"Pero otro peligro corre, acaso, nuestra
América, que no le viene de sí, sino de la
diferencia de orígenes, métodos e intereses entre
los dos factores continentales, y es la hora próxima en
que se le acerque, demandando relaciones íntimas, un
pueblo emprendedor y pujante que la desconoce y la
desdeña" (27:21).
Ante ese peligro no habría repuesta más
necesaria y efectiva que la UNIDAD. De ahí que
hiciera el siguiente llamado:
"Los pueblos que no se conocen han de darse prisa
para conocerse, como quienes van a pelear juntos (…). Ya
no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la
copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la
acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las
tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila,
para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del
recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro
apretado, como la plata en las raíces de los Andes"
(28:15).
Sólo con la unidad podrían los pueblos de
la América situada al sur del río Bravo poner freno
a las intenciones del gigante del norte. Intenciones que
según el proyecto concebido por Martí
podrían ser refrenadas también con la
fundación en Cuba de una nación capaz de cumplir,
en la vida histórica del continente, los deberes
difíciles que su situación geográfica le
señalaba.
Recuérdese lo expresado inicialmente sobre la
importancia que Martí concedía a la independencia
de Cuba y Puerto Rico, aspecto que reafirmaba en el
artículo titulado "El tercer año del Partido
Revolucionario Cubano", publicado en PATRIA, el 17 de abril de
1894, en el que apunta:
"No son meramente dos islas floridas, de
elementos aún disociados, lo que vamos a sacar a la
luz…" (29:142)
"… la independencia de Cuba y Puerto Rico
no es sólo el medio único de asegurar el bienestar
decoroso del hombre libre en el trabajo justo a los habitantes de
ambas islas, sino el suceso histórico indispensable para
salvar la independencia amenazada de las Antillas libres, la
independencia amenazada de la América libre, y la dignidad
de la república norteamericana. ¡Los flojos,
respeten: los grandes, adelante! Esta es tarea de grandes"
(30:143).
De modo que, en las condiciones de un nuevo tiempo
histórico y en circunstancias diferentes, José
Martí pretendía llevar adelante,
completándolo, el proyecto continental de Bolívar,
que también había comprendido en su momento la
importancia de lograr la emancipación de las Antillas
españolas. A lograr este propósito había
consagrado Martí su vida como revolucionario. Abiertamente
lo declaraba en la carta que escribió el 18 de mayo de
1895 a su amigo mexicano Manuel Mercado, carta que dejó
inconclusa cuando la muerte lo sorprendió al día
siguiente en Dos Ríos. En ella expresa:
"…ya estoy todos los días en
peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber- puesto
que lo entiendo y tengo ánimo con que realizarlo- de
impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan
por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza
más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice
hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que
ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograrlas
han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son,
levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar
sobre ellas el fin" (31:167- 168)
Su intención era, en consecuencia, impedir que en
Cuba se abriese el camino de la anexión de los pueblos de
nuestra América, al norte revuelto y brutal que los
desprecia, que Martí conocía muy bien por haber
vivido en las entrañas del monstruo. Su honda, afirmaba,
era la de David.
Como se dijo antes, el proyecto martiano tampoco pudo
concretarse en su tiempo histórico, lo que
condicionó su posterior vigencia y asunción por
nuevas generaciones revolucionarias y las figuras representativas
de éstas. Con las doctrinas del Maestro en el
corazón, Fidel Castro y los jóvenes de la
Generación del Centenario protagonizaron el 26 de julio de
1953 las acciones que dieron inicio a una nueva etapa del proceso
revolucionario cubano, la que condujo a la victoria del 1ro de
enero de 1959 y con ella al cumplimiento por la Revolución
Cubana de su papel de vanguardia en la lucha por la segunda y
definitiva independencia de los pueblos de Nuestra
América, camino que hoy recorren otros pueblos de la
región, a la cabeza de los cuales marcha la
Revolución Bolivariana conducida por el Comandante
Presidente Hugo Rafael Chávez Frías, digno
discípulo de Bolívar, Martí y
Fidel..
Existen hoy mejores condiciones para la
concreción, a través de los esfuerzos
integracionistas, del proyecto emancipador bolivariano y
martiano. Pero este enfrenta aún poderosos
obstáculos e inmensos desafíos que es preciso
vencer:
Los sucesos de la segunda mitad del año 2009 en
Honduras, el reciente acuerdo entre los gobiernos de Estados
Unidos y Colombia para la instalación de varias bases
militares en el territorio colombiano, y otros hechos que
reflejan la política y los planes del imperio hacia la
región que tradicionalmente consideró como su
traspatio, evidencian que Simón Bolívar y
José Martí, presentes en los ideales de
integración y unidad enarbolados por los gobiernos y
pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y otros
países, tienen mucho que hacer todavía en nuestras
tierras de América.
Referencias
bibliográficas
1.- Martí, José: Tres Héroes. En:
José Martí. Obras Completas. Tomo 18
La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975.
Pág. 304
2.- _________: Bases del Partido Revolucionario
Cubano.
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3.- _________: Tres Héroes. En: Ob. cit. Tomo 18,
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4.- Ibídem, p. 305.
5.- Ibídem, p. 306.
6.- Martí, José: Carta a Don Valero Pujol.
En: Ob. cit. Tomo 7, p.111.
7.- _________: La estatua de Bolívar. En: Ob.
Cit. Tomo 8, p.178.
8.- Ibídem, p. 175.
9.- Ibídem, p. 176.
10.- Martí, José: El Centenario de
Bolívar. En: Ob. cit. Tomo 8, p. 178.
11.- _________: Carta a Heraclio Martín de la
Guardia. En: Ob. Cit. Tomo 7, p. 274.
12.- _________: Discurso pronunciado en la velada de la
Sociedad Literaria
Hispanoamericana en honor de Venezuela. En: Ob. cit.
Tomo 7, p. 291.
13.- Ibídem, p. 293
14.- Martí, José: Discurso en honor de
Simón Bolívar. En: Ob. Cit. Tomo 8,
p. 241.
15.- Ibídem, p. 241.
16.- Ibídem, p. 242.
17.- Ibídem, p. 242.
18.- Ibídem, p. 243.
19.- Ibídem, p. 247.
20.- Ibídem, p. 248.
21.- Martí, José: Discurso pronunciado en
la velada de la Sociedad Literaria
Hispanoamericana en honor de Venezuela. En: Ob. cit.
Tomo 7, p. 294.
22.- __________: Discurso en honor de Simón
Bolívar. En: Ob. Cit. Tomo 8,
p. 246.
23.-__________: La fiesta de Bolívar en la
Sociedad Literaria Hispanoamericana
En: Ob. Cit. Tomo 8, p. 251.
24.- Ibídem, p. 252.
25.- Martí, José: Versos Sencillos. En:
Ob. Cit. Tomo 16, p. 61.
26.- __________: Crónicas sobre la Primera
Conferencia Internacional
Americana. En: Ob. cit. Tomo 6, p.
46.
27.- __________: Nuestra América. En: Ob.
cit. Tomo 6, p.21
28.- Ibídem, p.15
29.- Martí, José: El tercer año
del Partido Revolucionario Cubano. En: Ob. cit.
Tomo 3, p.142
30.- Ibídem, p. 143
31.- Martí, José. A Manuel Mercado.
En: Ob. cit. Tomo 4, p. 167- 168.
BIBLIOGRAFÍA
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4, 5, 6, 7, 8, 18. La Habana: Editorial
de Ciencias Sociales, 1975.
Torre, Edmundo de la: Conferencia Inaugural de la
Cátedra Bolívar- Martí para
La Integración Latinoamericana (Material impreso
y en soporte digital).
Cumaná, Estado Sucre, República
Bolivariana de Venezuela, 2008
Vitier, Cintio: Cuadernos Martianos II. La Habana:
Editorial Pueblo y Educación, 1997.
__________: Cuadernos Martianos III. La
Habana: Editorial Pueblo y Educación,
1996.
__________: Cuadernos Martianos IV.
Martí y la Universidad, La Habana:
Editorial Pueblo y Educación,
1997.
Autor:
M. Sc. Edmundo de Jesús de la
Torre Blanco
Profesor Auxiliar
Universidad de Ciencias Pedagógicas
"Enrique José Varona"
Ciudad Habana. República de
Cuba.
Graduado de la Carrera Profesoral Superior de Historia
en el Instituto Superior Pedagógico (Actualmente
Universidad de Ciencias Pedagógicas) "Enrique José
Varona", de Ciudad de La Habana en el año 1976. Tiene 40
años de experiencia como docente, 25 de ellos en la
educación superior
Desde 1987 ejerce como profesor de Historia en la
mencionada universidad. Tiene la categoría docente
superior de Profesor Auxiliar. Ha ocupado diferentes
responsabilidades de carácter técnico e
institucional, entre ellas las de Metodólogo Nacional de
Historia de la Revolución Cubana, Jefe del Departamento de
Historia y Vicedecano Docente.
Ha cursado diversos cursos y estudios de postgrado,
incluyendo dos diplomados y la Maestría en
Educación Avanzada, de la que egresó en el
año 2001.
Ha impartido cursos de post grado sobre temas
históricos y metodológicos a profesores de la
enseñanza media y de otros institutos pedagógicos.
Ha participado en diferentes investigaciones y eventos
científicos. Es autor y/o coautor de 29
publicaciones.
Desde noviembre de 2006 hasta diciembre de 2008
trabajó como colaborador en la República
Bolivariana de Venezuela, desempeñándose como
Asesor Estadal de la Misión Sucre (educación
superior) en el estado Sucre.
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