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Los muiscas a la llegada de los españoles (página 2)



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Idioma. Los Chibchas se expresaban con facilidad
y su idioma era rico en matices. No tenían escritura, pero
usaban signos y figuras. Desafortunadamente con el tiempo y la
extinción sistemática de su raza, tales sistemas de
comunicación desaparecieron.

Creencias y costumbres. Para sus ceremonias
religiosas se dirigían a los templos o lagunas.
Allí ofrecían a sus deidades esmeraldas y objetos
de oro y barro cocido. Sacerdotes o jeques y caciques, antes de
entrar en ejercicio de sus funciones, cumplían con ritos
de purificación.

Leyendas. Proliferaron leyendas como la de
Bachué, la de Bochica el protector y maestro, la de su
continuador Nemequene, la de la formación del Salto del
Tequendama y la leyenda del Dorado.

Fiestas. Sus festividades religiosas y sus
peregrinaciones fueron frecuentes y aparatosas. El sol y la luna
eran protectores de la agricultura, su actividad básica y
a ellos estaban destinados los ritos más solemnes y los
tributos máximos. Fueron politeístas o creyentes en
numerosos dioses, como el dios de los orfebres, de los
comerciantes, de los tejedores, de los cortadores de madera, de
la embriaguez, de los atletas, de las siembras y las cosechas,
etc. Las festividades profanas consistían en danzas
acompañadas de cantos, música y abundantes
libaciones de chicha. En ellas el deporte favorito fue sin duda
el de las carreras de competencia. Celebraban sus fiestas con
mucha solemnidad. Las procesiones eran muy concurridas. Los
adoratorios más célebres fueron las lagunas de
Guatavita, Siecha, Ubaque y Fúquene.

Organización Política. El pueblo
Chibcha se movía dentro de una especie de monarquía
férrea e implacable. De las voluntades despóticas
del zipa o del zaque dependían vidas, bienes y honor de
sus súbditos. Suyos eran el territorio, las tierras y el
trabajo de los hombres subordinados. Los objetos de uso personal
valiosos eran enterrados con el cadáver del propietario.
Los Muiscas estaban organizados en tres grandes cacicatos o
confederaciones: El de Bacatá (Bogotá), quien
residía en Funza, era venerado por sus súbditos,
poseía grandes riquezas y joyas, disfrutaba de casas de
recreo. El de Hunza (Tunja) soberano de gran fama y el de Tundama
(Duitama), célebre por ser un gran militar. Además
había otros cacicatos menores como el de Sáchica,
Ramiriquí y Soatá. Cada grupo de estos tenía
su gobierno independiente, una jurisdicción territorial
sobre una serie de poblados que les pagaban tributo. El jefe
principal o cacique era obedecido por todos. Social y
económicamente entre los Muiscas existieron seis clases o
estamentos, así: los caciques, los jeques y los guerreros
o guechas, los pregoneros o funcionarios que hacían
conocer la voluntad del cacique y los comerciantes, los
artesanos, los agricultores, los mineros en especial los que
trabajaban en las minas de sal y esmeraldas y por último,
los esclavos que, generalmente, eran prisioneros de guerra. Los
ancianos eran muy respetados y formaban parte del consejo para
ayudar a los caciques en el gobierno. Las leyes de los chibchas
castigaban con rigor a quienes robaban, mentían o mataban.
Su principal legislador fue el Zipa Nemequeme. Pagaban impuestos
para sostener a los sacerdotes, a los ancianos y a los
inválidos.

La guerra. Los Chibchas no eran belicosos. Las
luchas más frecuentes eran entre el zipa y el zaque,
permanentes enemigos. Como armas usaban varas de macanas
puntiagudas o con puntas de piedra, dardos, hondas, hachas de
piedra y arcos para disparar flechas. Cada soberano tenía
su ejército para defenderse, en caso de ataque o guerra
declarada.

Religión

Los jeques para desempeñar su
oficio, se recluían por algún tiempo en un
bohío solitario practicando el ayuno y luego dedicaban
toda su vida a la religión. El hombre representaba la
fuerza, el poder, la sabiduría y la prudencia. La mujer,
la vida, la fertilidad y la organización. Eran
cultivadores y consumidores de coca y tabaco. Dicho consumo
tenía connotaciones religiosas. Adoraban al Sol a quien
llamaban Sue y a la Luna, Chía. Rendían
también culto al agua, al arco iris. Su dios principal fue
Chimininchagua, quien era el origen de todo y fue quien
creó la luz, pues el mundo antes era oscuro. Chibchacum
era el dios protector y si se le ofendía, se
vengaba.

Sua. Sua era el sol, padre de la vida y como tal
regalaba alegría, fecundidad y bienestar.

Chía. Chía o la luna, era la esposa
de Sua que les inspiraba emoción sagrada, amor y encanto.
El arco iris sorpresa y compromiso.

Bachué .El origen de la humanidad lo
situaban en las aguas de la laguna de Iguaque próxima a
Tunja. De allí salió una mujer llamada
Bachué, acompañada de un niño de tres
años. Cuando creció se desposó con él
y de esa pareja descendieron todos los seres humanos.
Bachué les enseñó lecciones muy sabias en
todos campos y ya anciana se dirigió con su marido a la
laguna y ambos, convertidos en serpientes, se lanzaron a
ella.

Bochica. Cuando se inundó la sabana de
Bogotá los hombres estaban a punto de ahogarse,
apareció Bochica, quien los salvó dándole
salida a las aguas al formar el Salto del Tequendama. Bochica se
convirtió desde entonces en patrono de los Muiscas. Lo
representaban en el Arco iris, símbolo de las relaciones
entre el sol, padre de la luz y el agua, padre de los hombres y
principio de la vida. Según las tradiciones chibchas
Bochica fue un personaje que influyó en sus vidas porque
dio sabias enseñanzas e ilustró a los indios sobre
la inmortalidad del alma y sobre los premios y castigos en una
vida futura. Los indios por lo general rendían culto a los
muertos y como creían en la inmortalidad del alma los
enterraban con alimentos, joyas, vestidos, etc. La muerte era
concebida como el comienzo de un viaje que los conduciría
a un mundo donde la vida sería más fácil o
más difícil, de acuerdo con el comportamiento que
hubieran tenido en esta vida.

Ritos. Celebraban los ritos religiosos
principalmente en las lagunas. Allí concurrían
periódicamente en peregrinación a llevar sus
ofrendas al Sol y a la Luna; poseían también
adoratorios como los cojines del diablo en Tunja. El centro
ceremonial del zipa estaba ubicado en la localidad de Chía
(actual municipio de Cundinamarca), donde había un templo
dedicado a la diosa Luna.

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La adoración al Sol se llevada a
cabo en el centro ceremonial del zaque en la población de
Sogamoso. (Figura 4)

En la laguna de Guatavita tenía
lugar el baño en oro del zaque del estado muisca, de la
famosa leyenda de El Dorado. En la laguna de Guatavita, el
cacique de la región, para rendir culto a los dioses se
cubría el cuerpo con oro en polvo y se bañaba en
ella; los indios completaban la ceremonia, arrojando a sus aguas
esmeraldas y figuras de oro. Bochica fue otro personaje
fundamental hombre de gran sabiduría, había
aparecido por el oriente de la sabana de Bacatá y les
enseñó amor al trabajo, respeto a las leyes y
honestidad. De él aprendieron a tejer, a construir las
viviendas y a comerciar. Una mujer mala Chíe les hizo
olvidar las normas del profeta e introdujo la
corrupción.

Como castigo la sabana se inundó
hasta convertirse en un mar. Bochica escuchó las
súplicas angustiosas, se presentó sobre el arco
iris y con una vara de oro abrió el cauce formidable del
Salto del Tequendama. Enviado de Bochica fue luego Nemqueteba.
Además de las lagunas no les faltaron adoratorios, como el
famoso templo de Sugamuxi consagrado al sol y memorable por las
riquezas que albergaba y los adoratorios de Chita y
Servitá.

Los templos y palacios contaban con amplios
patios y cercados de gruesos maderos. Solían pintarse de
rojo y los gobernantes en ellos adornarse con láminas de
oro. En las fiestas lucían zarcillos, brazaletes,
gargantillas, cascos, pecheras, cinturones, mantos, cetros y
coronas de oro con esmeraldas. El hombre estaba formado de una
parte corruptible y otra inmortal, la inmortal emprendía
un viaje larguísimo. De aquí la costumbre de rodear
los cadáveres de ollas con alimentos, de chicha, mantas y
objetos de oro según se desprende del hallazgo de tumbas o
guacas, ricas o pobres según las condiciones
económicas del difunto. Dominaban el arte de embalsamar
hasta el punto de que hoy se conservan en museos, como el
Nacional de Bogotá, momias en impresionante estado de
conservación.

Los cadáveres de los caciques y
jeques eran llevados a lugares secretos que nadie podía
revelar. El código de Nemequene y las enseñanzas de
Bochica y de Nemqueteba formaron a la comunidad y la condujeron
conforme a sus principios. La familia estaba integrada por el
padre, la madre y los hijos. El matrimonio se efectuaba por
compra: el pretendiente ofrecía por su compañera un
bulto de maíz, un venado u otras especies, según su
condición.

Entre los jefes existía la poligamia
o unión con varias mujeres. Mientras el varón se
dedicaba a la agricultura, la minería, la caza, la pesca,
etc., la mujer preparaba los alimentos, tejía, cuidaba los
niños, fabricaba la chicha. Desde niños los
Chibchas eran formados en el trabajo que los hacía
físicamente fuertes y hábiles para los menesteres
de la agricultura, la caza, la minería y la guerra. No
asistían a centros especiales sino que todo lo
aprendían al lado de los adultos.

Economía

Pesca y caza. Pescaban en las lagunas; cazaban
venados, armadillos y dantas; domesticaron los conejos y los
pavos.

Agricultura. La agricultura fue actividad
absorbente para los Chibchas y llegaron a ser expertos en ella.
Tuvieron importantes conocimientos sobre los ciclos de la lluvia,
los cambios de la luna y el cuidado de los cultivos Del
maíz obtenían los más variados alimentos
como la mazamorra, los bollos, la arepa y mediante el proceso de
fermentación, la chicha. Cultivaron la papa, la yuca, la
arracacha, los frijoles, los tomates, las auyamas, la calabaza y
consumieron los frutos provenientes de los climas cálidos
como la papaya, el aguacate, las guayabas, la chirimoya y la
guama. El ají les sirvió como condimento y la coca
para calmar el hambre. Con el tabaco se distraían y
mataban los ratos de ocio. Además la coca y el tabaco
fueron imprescindibles en las prácticas religiosas y de
magia. Para curar las enfermedades contaron con las más
variadas especies vegetales. Aún hoy los indios conocen
como nadie las propiedades curativas de las hierbas y a ellas
apelan antes que a productos farmacéuticos. Para mejorar
la producción se valían de canales de
regadío y de terrazas elaboradas con piedra y tierra. El
algodón, materia prima de una de sus industrias
principales lo canjeaban por sal, esmeraldas, oro y mantas con
los vecinos de las tierras cálidas. La carne la
obtenían de venados, peces, aves, conejos, armadillos,
curíes, etc.

Minería. Explotaron minas de sal en
Zipaquirá, Nemocón y Chita. La sal era canjeada por
oro, piedras preciosas y tejidos como elemento insustituible, por
las tribus más apartadas. Para formar panes o bloques, le
evaporaban el agua en recipientes de barro que luego
rompían. Las esmeraldas de Muzo y de Somondoco eran muy
valiosas. El carbón para preparar los alimentos y evaporar
la sal lo extraían en Sogamoso, Tópaga y
Gámeza. Fueron orfebres notables, aunque el oro
tenían que traerlo de otros lugares lejanos.

Tejidos. El clima frío obligó a los
Muiscas a perfeccionar las técnicas del tejido. Las
mujeres, hilaban el algodón y decoraban los tejidos con
refinado gusto. El vestido consistía en una especie de
túnica o una manta atada por las puntas en el hombro,
fabricadas con telas gruesas de algodón y adornadas con
rayas de colores (Figura 1). Los personajes principales
vestían mantas más finas de distintos colores,
estampadas con tintas de origen vegetal y mineral, para lo cual
utilizaban rodillos y sellos de cerámica. Con ellas
también amortajaban a los muertos. No utilizaban calzado.
Utilizaban en la cabeza gorros de algodón o plumas
vistosas de aves. No acostumbraban a cortarse los cabellos. Se
pintaban con diferentes colores como el azul que obtenían
del añil y el amarillo rojizo del achiote. Como joyas
usaban aretes, collares, pectorales, brazaletes hechos de oro o
con piedras de colores y huesos.

Cerámica. El continuo manejo de la arcilla
hizo de ellos alfareros o ceramistas maestros. En sus tumbas se
ha descubierto además husos para hilar, rodillos para
imprimir los tejidos, instrumentos musicales, adornos, figuras y
vasijas. Mezclaban barro de diferentes colores con el objeto de
lograr efectos llamativos. Para moler el maíz usaban
morteros y manos de piedra, alisadores de piedra para pulir la
cerámica y agujas de hueso para coser. Para los jefes
moldeaban banquillos de piedra y los demás se acomodaban
en cuclillas, no usaban asientos.

Orfebrería. Entre la
orfebrería muisca sobresalen los tunjos, pequeñas
figuras humanas de una pieza en lámina delgada, en forma
triangular, hechas en la técnica de la cera perdida. En
los cementerios y santuarios indígenas se han encontrado
muestras de estas piezas, como patenas, instrumentos musicales,
vasijas y los tunjos o ídolos de oro.

Comercio y
comunicaciones

Los productos de la agricultura, minería, tejidos
y cerámica, cubrían el consumo y les
permitía algún excedente para sus intercambios.
Realizaban ferias o mercados en cada pueblo semanalmente. Como
mercaderes practicaron el intercambio mercantil entre sus tierras
frías y las de los llanos cálidos. Esto lo
hacían a través de caravanas por sus caminos,
algunos empedrados y con puentes colgantes, o por medio de
trochas que les permitían llegar a sus clientes.
Concurrían a Ráquira para el comercio de
cerámica, a Zipaquirá para la sal, a Muzo y
Somondoco para las esmeraldas, etc. Las cuentas las llevaban
nudos en hebras de algodón o con montoncitos de granos. Se
concentraban para sus mercados en Funza, Tocancipá y
Turmequé. Intercambiaron, a través del sistema de
trueque, la sal y a cambio recibían oro o piedras
preciosas. El algodón lo obtenía también por
intercambio y con él elaboraban ruanas o ponchos, que
tejían y decoraban con estilo y colorido particular.
Lograron desarrollar una industria textil de gran
aceptación. Para comunicarse de lejos usaban los gritos.
El transporte terrestre de carga lo hacían a sus espaldas.
Para el transporte fluvial usaban canoas hechas de troncos
ahuecados con fuego y hachas de piedra.

Las
ciencias

Los cultivos dependían directamente
del comportamiento del sol (Sua) y de la Luna (Chía).
Dividían el año solar en cuatro épocas,
delimitadas por los períodos de invierno y verano, que a
su vez se subdividían de acuerdo a los cambios lunares.
Utilizaron los dedos de las manos para contar y el palmo y el pie
fueron sus medidas de longitud.

 

 

Autor:

Rafael Bolívar
Grimaldos

Partes: 1, 2
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