Presentación
Muertos que regresan del más allá,
fantasmas, apariciones diabólicas, castigos inexplicables
y hechos sobrenaturales, muertos que resucitan, almas en pena y
muchos hechos espantosos ocurrieron durante la época de la
Colonia.
Pasó el tiempo, y las gentes que por curiosidad
leían o escuchaban los relatos espantables de los
días en que nuestra Capital era la Capital de la Nueva
España, dijeron que todo habían sido
supercherías, invenciones de gentes oficiosas, de mentes
predispuestas y lo que fueron ocurrencias, sucesos verdaderos
avalados por las autoridades de su tiempo, se convirtieron en
sabrosos cuentos y leyendas.
Hoy, ante la ocurrencia de nuevos y portentosos hechos
similares a los ocurridos hace siglos, la ciencia moderna los ha
aceptado y catalogado dentro de algo que llaman
parasicología, telequinesis, paranormal e inexplicable,
aceptando y ratificando estos sucesos que parecen no ser
más que la repetición de aquello que se negaron a
aceptar hace algunos años.
Estos pues, son los relatos basados en investigaciones,
en consultas de antiguos y carcomidos documentos que duermen el
sueño del olvido en apolillados anaqueles, y en los
archivos oficiales del país. Quizás se les ha
agregado un poco de fantasía, algo de sabor para evitar lo
frío, lo macabro y amargo de un relato, pero sin
desvirtuar ni menguar el meollo del asunto.
Introducción
Con la publicación de esta breve antología
de mitos y leyendas mexicanas, pretendemos divulgar la riqueza de
las narraciones de las culturas precolombinas, mediante las
cuales se explicaban el origen tanto de sus dioses como de la
naturaleza.
Cualquier lector podrá percatarse del alto grado
de cultura y civilización desarrollados por las culturas
prehispánicas, mismo que lamentablemente fue de cuajo
interrumpido por el abrupto y criminal proceso de sometimiento
llevado a cabo por los denominados conquistadores, quienes, en
más de una ocasión, demostraron el grado de
inferioridad cultural en que se encontraban frente a la
magnificencia de las culturas autóctonas.
Mitos
LOS PRIMEROS DIOSES
Los más antiguos mexicanos creían en un
dios llamado Tonacatecuhtli, quien tuvo cuatro hijos con su mujer
Tonacacihuatl.
El mayor nació todo colorado y lo llamaron
Tlatlauhqui. El segundo nació negro y lo llamaron
Tezcatlipoca. El tercero fue Quetzalcóatl.
El más pequeño nació sin carne, con
los puros huesos, y así permaneció durante seis
siglos. Como era zurdo lo llamaron Huitzilopochtli. Los mexicanos
lo consideraron un dios principal por ser el dios de la
guerra.
Según nuestros antepasados, después de
seiscientos años de su nacimiento, estos cuatros dioses se
reunieron para determinar lo que debían hacer.
Acordaron crear el fuego y medio sol. Pero como estaba
incompleto no relumbraba mucho. Luego crearon a un hombre y a una
mujer y los mandaron a labrar la tierra. A ella también le
ordenaron hilar y tejer, y le dieron algunos granos de
maíz para que con ellos pudiera adivinar y
curar.
De este hombre y de esta mujer nacieron los maceguales,
que fueron la gente trabajadora del pueblo.
Los dioses también hicieron los días y los
repartieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. De
ese modo el año tenía trescientos sesenta
días.
Después de los días formaron el infierno,
los cielos y el agua. En el agua dieron vida a un caimán y
de él hicieron la tierra. Entonces crearon al dios y a la
diosa del agua, para que enviaran a la tierra las lluvias buenas
y las malas.
Y así fue como dicen que los dioses hicieron la
vida.
LA FRESA
Cuentan las personas mayores de la región con
gusto y fascinación de cómo es que fue creada la
fresa.
Hace muchos siglos habitaban la tierra un gran
número de dioses, junto a ellos vivían muchos
sirvientes que los atendían.
Todos los dioses eran buenos con sus sirvientes a
excepción de uno que los trataba muy mal, en especial a un
sirviente.
Un día, el dios malo, furioso le reclamó
al sirviente por un insignificante error. Estaba tan irritado que
se disponía a matar al sirviente, pero un dios bueno se lo
impidió.
El sirviente creó un fruto rojo y dulce llamado
fresa, que le entregó al dios en agradecimiento por
haberlo ayudado.
El dios quedó maravillado y decidió
regalar la fresa a la región de Irapuato para que pudieran
disfrutarla.
MITO DE LA CREACION DEL
MAGUEY
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