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La función Paterna: el lugar de la muerte con relación a la mirada de la tópica inconsciente (página 2)



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En la frase de cierre de "El Yo y el Ello" (Freud,
1923): "la muerte es un concepto abstracto, de contenido
negativo, para el cual no se sabría hallar una
correspondencia inconsciente". Si el inconsciente es el contador
arrogante y puntilloso de nuestra vida, si es quien arma
minuciosamente la lista exhaustiva de los puntos buenos y malos,
de los precios pagados y a pagar, ¿no será porque
él mismo está en correspondencia con el otro lado
de la barra vertical, ahí donde está inscripto para
siempre y mas allá de cada uno, la cifra en negativo de
nuestra deuda originaria? Sabemos que la estructura de discurso
del Inconsciente (aquello hablante) reposa en la no
inscripción de nuestra propia muerte como
representación inconsciente. Esto permite plantear la
relación reciproca como siendo pertinente: el concepto
abstracto de contenido negativo, incontestable, y por tanto
renegado de nuestra propia muerte tiene por correspondiente al
Inconsciente como tal.

Al no poder llenar por la experiencia este concepto
abstracto o formal, ya que no nos es otorgado vivir la propia
muerte, solo dándole un contenido negativo logramos, sin
representárnosla, pensar en torno a ella. Contenido
negativo significa simple supresión o privación de
la vida. Esta imposibilidad misma de poder ser llenado por la
experiencia hará que solo el inconsciente puede bordear
con lo representable ese agujero al que ninguna experiencia
permite acceder.

Lacan (1972) comienza asestándole a su auditorio
"… la muerte…es del dominio de la fe…tiene
mucha razón en creer que van a morir…eso los
sostiene…si no lo creyeran ¿acaso podrían
sopórtala, la vida?…aunque estemos sólidamente
apoyados en esa certeza…igualmente no es más que un
acto de fe…no estamos seguros…Porque no
habría alguno que viviera ciento cincuenta
años…Ahí es donde la fe retoma su
fuerza…" (Yankelevich, 2002)

Al leer estas palabras, ningún lector
podría evitar un sobresalto, vendría inmediatamente
a su mente una frase de Freud, tomada de los escritos analizados
"nadie en el fondo cree en la propia muerte o, en inconsciente
cada uno de nosotros está persuadido de su inmortalidad".
(Freud, 1915)

Lacan (1972) ubica la cuestión de la muerte en el
orden del discurso: "dominio de la fe" se refiere aquí a
las religiones monoteístas y, particularmente, al
cristianismo, siendo su enunciación muy irónica.
Luego se desplaza de "fe" a "creencia"; pasa de aquello que se
dirige al Otro –la fe-, a lo que queda del lado del sujeto
–la creencia- Creencia en la propia muerte, que permite
soportar la vida. Pero sin avisar introduce una palabra muy
freudiana, poco usada, "certeza", para pasar inmediatamente a
otra palabra, "acto de fe", y caer nuevamente en la
incertidumbre, "no estamos seguros", retomando ligeramente la
confianza, la fe hace su entrada.

Hay parejas de palabras que siempre van juntas, por
ejemplo, "creer/no estamos seguros", cuyo nexo es sin lugar a
dudas la renegación. "Yo creo que voy a morir, pero, tal
vez haya alguno que…en fin, no estoy seguro". El sujeto no
puede mantener su certeza, (El sujeto del Inconsciente, en la
medida en que él es la certeza, lo es, por cierto, pero de
nada. Por ello, el recurso de la creencia es un pasaje obligado.
Esta viene a suplir aquello que la certeza no puede tener como
objeto) no puede apoyarse sólidamente en ella, a
excepción de la psicosis, donde esta existe pero con
estatuto otro. La relación interna de la pareja
fe/creencia se erige por el funcionamiento de la
renegación o desmentida. Tal es la introducción de
un significante nuevo, "acto de fe", que ocupa el lugar de
aquello que la certeza no puede mantener en el tiempo: un
franqueamiento de la barra de la división que separa el
"haber" del "debe" de nuestras cuentas con la vida. Acto de fe
que pareciera la mejor traducción lacaniana para el lema
freudiano "Creer en el Inconsciente". Imposible de manera
permanente.

Esta doble relación –de increencia sobre lo
que se sabe, e incertidumbre sobre lo que se cree- ubica a la
muerte en un lugar privilegiado, tanto en la tópica
freudiana como en la lógica de Lacan. Este reconocimiento
renegado que es el privilegio de la muerte –propia-, le
otorga un parentesco estructural con la diferencia de los sexos y
la castración, pero también con la huella
enigmática del padre muerto. Aquí, en este sitio
imposible de encontrar nace un anudamiento a la vez invisible y
enlazado con hilo rojo que pasa por la identificación
primordial y culminara en el trabajo sobre la división del
yo. Por ello es en lo irrepresentable de nuestra propia muerte,
que ha de ser buscado el argumento lógico que origina el
sismo que resquebrajo la primera tópica, preparando, con
las huellas de la muerte del padre, la aparición de la
pulsión de muerte.

Por lo que hemos visto Lacan y Freud van más o
menos por el mismo camino, aunque Lacan introduzca ciertas
modificaciones en "Formulaciones sobre los dos principios del
acaecer psíquico" (Freud, 1911/2006). "El estaba
muerto…mas no lo sabía", Freud intercala
"según su deseo", y funda el psicoanálisis sobre el
Padre Muerto. Lacan leerá ese "Él" que comienza la
frase como la única manera que tiene el sujeto hablante
para designar el lugar desde donde habla, sin reconocerlo,
empero, como tal. Es imposible que alguien pueda sostenerse _
¿acaso en el tiempo que dura un sueño?- en la
estructura del lenguaje mientras se reconoce a la vez el lugar
del muerto, lugar necesario para poder hablar. Tal sinceridad no
nos es otorgada, y erigimos un muro, a veces infranqueable, entre
el saber dado por la incorporación del lenguaje y la
certeza imposible. O bien no producimos saber a partir de los
franqueamientos del lado de la certeza.

Freud, antes de postular la existencia de Otra
pulsión que se opusiera a la pulsión sexual,
había descubierto un lugar tal para la propia muerte que
todo el inconsciente tópico se encontraba en
correspondencia con este. Antes de interrogar la pulsión
de muerte acerca de su relación con el lugar de la muerte,
tanto la propia como la del Padre llamado Muerto, es necesario
poner a trabajar entre si la relación que tienen las
pulsiones sexuales. Porque la idea más consistente al
respecto es aquella que postula que la muerte, en la
pulsión, no se descubre sino en su
desintricación.

Freud intitula el Yo y el Ello (Freud, 1923, p. 273)
como los dos tipos de pulsiones, creo que debemos hacer una
pequeña modificación y llamarla mejor "Ambos modos
de Pulsión". Proponer que "de vida" y "de muerte" no sean
especies sino modos. Cuestión que nos obliga que
desintricación no pueda ya depender solo del recurso al
acontecimiento que la produce, sino de un estatuto tópico
que ha de ser articulado.

Cuando el grito obtiene la presencia del Otro que acude,
su naturaleza de llamado, no solo se encuentra entre-dos, con la
ausencia, el silencio que le permitirá descubrirse voz
.Sino que el prae de la presencia, eso ante lo cual se ubica lo
Otro, dará respuesta al llamado de la voz, y allí
es donde será esperada: del lado de lo visible. Esta
ligazón la convierte en portadora de la mirada cuando es
proferida fuera de la vista. En el momento que nos hablan, se
inviste nuestra imagen corporal, y asegura sus bordes o se nos la
quita a la menor inflexión. Esta respuesta de presencia
tacita sin ser silenciosa, a la exigencia del duelo por el
desvalimiento humano (Hilflosigkeit), da nacimiento a la demanda
antes que cualquier enunciación sea fonéticamente
articulada Así, el deseo del Otro se anuda a la demanda
del sujeto que el mismo ha creado con su ofrecimiento; su demanda
da lugar y se anuda al deseo del sujeto, que no pasa por la
satisfacción de las necesidades, ni se detiene en el
significante. Si el Grafo tomaba sobre todo su punto de apoyo en
la necesidad y la articulación de la demanda, respetando
ese estrato, el nudo permite encarar la aparición y la
articulación de lla pulsión a saber, girando en
torno al goce. (Yankelevich, 2002; Roustang, 1989; Harari,
2003)

Esto es exactamente lo que nos enseña el
niño, cuando sigue con la mirada la voz de su madre, que
se mueve cuando le habla fuera del estricto campo visual que su
edad y su posición horizontal le permiten. En cuanto a
ella, ¿Qué es la voz, sino investidura del
vacío como diferencia, que es la voz sino moldeo del
aliento? Es por la voz y en la voz que un sujeto es nombrado: es
nombrado y su nombre existe en la voz, sin que su
pronunciación sea necesaria. Pero también puede que
un nombre sea proferido, sin que la voz de cuenta de todo aquello
que no es dicho aunque sea pronunciado. Y dado que la voz nos
nombra cabe afirmar que, apenas dice, puede ser incorporada, que
la voz del Otro nos erige en cuerpo, y nos da así nuestra
estatura, cuando es la alteridad misma de lo que dice. (Lacan,
1963/2006; Gianzone, 2010)).

Por ello podemos ser llamados con la mirada, y la
seña que se nos hace, aunque vestida de silencio, no es,
sin embargo, un llamado sin voz. ¿Acaso hay algo mas
tentador para seguir, allí donde el amor roza la sin
razón, o más atemorizante y en el límite de
la muerte, que decir sin palabras?

Bibliografía:

  • S. Freud, "Introducción al
    narcisismo", Obras Completas, Tomo XIV,
    Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1914.

  • S. Freud, "Duelo y
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    Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1917.

  • S. Freud, "El Yo y el
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    Editores, Buenos Aires, 1923.

  • S. Freud, "Psicología de las
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    , Tomo XVIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires,
    1921.

  • S. Freud, "Tres ensayos de
    teoría sexual", Obras Completas, Tomo
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  • S. Freud, "Formulaciones sobre los dos
    principios del Acaecer Psiquico", Obras completas, Tomo XII,
    Amorrotu Editores, Buenos Aires, 1911.

  • S. Freud, "De Guerra y Muerte: Temas de
    Actualidad" ", Obras Completas, Tomo XIV,
    Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1915.

  • K. Abraham, "Un breve estudio de la
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    , Hormé, Buenos Aires,
    1959.

  • S. Freud, "Manuscrito
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    Editores, Buenos Aires, 1895.

  • H. Yankelevich, "Lógica del
    Goce", Colección la clínica de los bordes,
    HomoSapiens Editores, Rosario-Santa Fe, Argentina,
    2002.

  • Lacan, "Lacan Habla", Conferencia en la
    Universidad de Louavain, 13 de Octubre de 1972, Volumen Lacan
    en Bélgica, Documento de Trabajo de la Association
    Freudienne,
    Recatado 15/08/2010

  • R. Harari, El fetichismo de la torpeza
    y otros ensayos psicoanalíticos, Colección
    clínica en los bordes, HomoSapiens Editores,
    Rosario-Santa Fe, Argentina, 2003.

  • Bauab de Dreizzen, Los tiempos del
    duelo, Colección clínica en los bordes,
    HomoSapiens Editores, Rosario-Santa Fe, Argentina,
    2001.

  • F. Roustang, Lacan, del equívoco
    al callejón sin salida, Siglo XXI Editores,
    México, 1983.

  • J. Lacan, Seminario 10: La Angustia,
    Editorial Paidos, Argentina 1963-62/2006

  • R. Gianzone, El objeto a en el
    seminario 10 de Lacan,
    http://www.eolrosario.org.ar/El%20objeto%20a%20en%20el%20Seminario%2010%20Lacan%20-Gianzone.pdf

    Rescatado 15/08/2010

 

 

Autor:

Dr. Juan Ignacio Ferrer
Guerra

Partes: 1, 2
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