- Clarificación conceptual del vandalismo de baja intensidad
- La teoría de las ventanas rotas
- El contexto y los antecedentes
- Propuestas de actuación
- Bibliografía
Ventanas rotas en I.E.S.
O la importancia de la intervención temprana en el vandalismo escolar de baja intensidad.
Al principio siempre tienen una forma de presentación similar. Surgen de improviso, en las mesas de la clase, detrás de las puertas del baño, en las paredes del patio o de los pasillos, y en general en cualquier sitio en que al menos durante un corto periodo de tiempo el anonimato ha protegido a su autor o autores. Se trata de las famosas pintadas o grafittis.
¿Quién no ha visto, tras el discurrir de los días y por no haber limpiado una pintada o graffiti, florecer a su lado y como por generación espontánea un buen número de ellas? Además, como se suele observar, se trata de una situación que tiende a acelerarse cuando la primera inscripción cita, reta o provoca con su mensaje la reacción por parte de los lectores (efecto llamada). Con el paso del tiempo y por no haberse realizado una intervención temprana, el resultado final seguramente será un conjunto de mensajes que ni en su apariencia ni en su contenido guardarán relación con la educación y los valores que la escuela pretende.
Lo mismo, por ejemplo, sucede con una banqueta forrada de material plástico, una baldosa en una pared, un tornillo que desparece de la silla, un agujero o descascarillado en el tablero de la mesa, etc. Al principio aparece una pequeña señal, fruto de un golpe casual o intencionado. Esta señal, un agujero por ejemplo, observaremos que en poco tiempo se irá haciendo más grande, independientemente de los grupos que pasen por el aula y probablemente de las distintas materias que se impartan. Estamos asistiendo al inicio de un proceso de deterioro progresivo y a su vez portador de un mensaje latente de llamada que incitará a proseguir con "la labor" inicialmente realizada.
Esto no es nuevo y cualquier profesor o profesora con unos años de experiencia habrá podido comprobar que aunque siempre no pasa lo mismo, en la mayoría de ocasiones el final es similar y las consecuencias idénticas. El resultado externo y visible: un bien público o privado inutilizado tras un proceso lento y progresivo, con el consiguiente coste económico que conllevará su arreglo o sustitución. El resultado interno e invisible es de un alcance mayor y más complejo. Entre otras consecuencias la más visible será el impacto en el clima escolar. Un clima escolar que entre otras variables también depende de la estructura física de la instalación y de su estado o mantenimiento, (Freiberg, 1999), y así lo confirman la dimensión ecológica relacionada con el contexto físico en la taxonomía de Tagiuri (1962), o el componente físico relacionado con el mantenimiento de los aspectos físicos y materiales de la escuela, en la taxonomía de Gonder (1994).
Clarificación conceptual del vandalismo de baja intensidad
Si intentamos aproximarnos al concepto de vandalismo de forma genérica lo podemos encontrar definido como el espíritu de destrucción que no respeta cosa alguna, sagrada ni profana[1]En la década de los 70 y 80 el vandalismo se definía como daño intencionado y no autorizado contra propiedades de la escuela, excluyendo el robo para obtener ganancias materiales (Trianes, 2000). En España, al vandalismo en la mayoría de los estudios sobre convivencia escolar se le considera como un tipo de violencia dirigida a propiedades con la intención de provocar su deterioro o destrucción y se ha localizado como una categoría más del comportamiento antisocial (Moreno Olmedilla, 2003).
En este caso no hablo de un vandalismo genérico y global, sino a un tipo de actuación muy frecuente y que podríamos encuadrar como una modalidad o subtipo de vandalismo escolar al que denomino de baja intensidad. Se caracteriza por una hostilidad individual o colectiva en forma de acción u omisión maliciosa o intencional dirigida a dañar la integridad de objetos físicos privados y/o públicos, (mobiliario, equipos e instalaciones). Hablamos de un vandalismo referido única y exclusivamente a conductas puntuales y concatenadas a través de cortos espacios de tiempo contra el marco físico, y no al dirigido al destrozo del material de los compañeros. En este último caso nos aproximaríamos a una modalidad de maltrato entre iguales. Igualmente y aunque la interpretación es difícil no se consideraría como tal la rotura por descuido o mal empleo que son frecuentes en la escuela.
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