El segundo problema consistía en que,
después del gran crecimiento de 1986, la capacidad
productiva de la modesta industria nacional estaba llegando a
sus límites. Hacían falta inversiones para
instalar nuevas capacidades y así continuar con la
reactivación. Para ello, era necesario recurrir a
inversiones y préstamos extranjeros.
El tercer problema, era que la balanza comercial
volvió a ser negativa hacia fines de 1986. Con la
reactivación económica y el alza de sueldos, el
Perú volvió a incrementar sus importaciones
mientras que las exportaciones seguían siendo bajas.
En diciembre de 1986, las reservas internacionales del
Perú llegaban a 870 millones dólares comparados
con 1,400 millones en marzo del mismo año. Esta falta
de liquidez se debió, también, a que el Estado
pagó a sus deudores bastante más que ese 10 %
que García había anunciado, con bombos y
platillos, el 28 de julio de 1985.
Finalmente, la poca confianza de la
ciudadanía en el modelo económico de
García condujo a que, hacia fines de 1986, muchos
cambiaron sus intis por dólares temiendo – y, al mismo
tiempo, originando – una devaluación del
inti.
El programa heterodoxo (1985-1987)
El 28 de julio de 1985, Alan García tuvo dos
opciones: Continuar con el programa ortodoxo del FMI o
probar una receta distinta, heterodoxa. En vista de los
serios problemas en los últimos años, se esperaba
un cambio de curso y de hecho fue así. Pero éste
terminó siendo muy radical.
El programa heterodoxo era fundamentalmente un programa
estabilizador, que a su vez intenta una política
económica consistente para disminuir la inflación a
cero con neutralidad distributiva. En su discurso a la
nación, García atacó al FMI. De ahora en
adelante, anunció García, el pago de la deuda
externa se limitaría al valor equivalente al 10 % de las
exportaciones peruanas.
Pero, además de introducir una nueva moneda (el
inti reemplazó al devaluado sol), la principal
medida económica consistió en la congelación
de precios básicos, sueldos y la tasa de cambio relativa
al dólar.
Por ejemplo, el precio de la gasolina se elevó,
de golpe, en 25 % para luego congelarlo a ese nivel. La idea era
anticipar la inflación venidera y, a largo plazo, darle al
consumidor más poder adquisitivo, Evitando de esta manera
el alza de precios, ya que se pensaba que si los consumidores
tienen más dinero para gastar en otras cosas y, por ende,
contribuyen a la reactivación económica en otros
sectores. La estrategia sigue siendo aplicada hoy en día.
Un ejemplo es Argentina que, en su afán por bajar la
inflación (que bordeó los 12 % en el 2005) y
reactivar la economía, ha pactado precios fijos con los
suministradores de productos básicos (la carne es el
ejemplo más conocido).
La posición heterodoxa de García
se basaba en dos convicciones relacionas entre
sí:
(1) Para poder pagar la deuda sería necesario
reactivar la economía. En esta línea, la
reducción de importaciones sugerida por el FMI
sería contraproducente, pues la producción
industrial peruana depende, en gran medida, de máquinas y
materias primas importadas pero el pago de la deuda externa
también sería contraproducente, pues implica la
exportación de capitales necesarios para la
reactivación económica:
Debido a que la renegociación de la deuda
dependía de la aceptación de políticas
impuestas por el FMI, y debido a que estas políticas
solían ser recesionarias, la única alternativa era
no negociar sino limitar el pago de estas deudas. Lo que se
ahorraba en el pago de la deuda se aprovecharía para
financiar importaciones.
(2) Mientras que el FMI pensaba que la inflación
en el Perú se debía a un exceso de demanda
estimulado por un Estado que gastaba por encima de sus
posibilidades, Alan García y su equipo de economistas
consideraban que había suficiente potencial dentro de la
economía peruana para aumentar la oferta de forma
significativa. En otras palabras: El FMI pensaba que el Estado
intentaba cubrir el déficit fiscal emitiendo dinero
más allá de la oferta y así generaba
inflación.
Medidas de corte
heterodoxo que el gobierno aplico para poder superar la crisis
heredada de otros gobiernos, entre las cuales
tenemos
La congelación de todos los precios, esta
medida debía cumplir un papel coordinador de precios,
el gobierno esperaba que no hubiera más
inflación, siendo cualquier aumento en algún
precio señal de incremento en el margen de ganancias.Devaluación de la moneda y reducción
de la tasa de interés, según la teoría
ortodoxa la tasa de interés no debía afectar al
ahorro, ya que éste no depende de ella, más
bien del nivel de ingreso generado por la mayor rentabilidad
de las actividades productivas.Incremento en las remuneraciones, reducir la
inflación sin reducir la capacidad adquisitiva era uno
de los grandes deslindes respecto a los ajustes ortodoxos del
pasado.
Estas medidas conformaron el eje principal del programa
económico, ya que en ésta, el aumento de los costos
de insumos importados ocasionados por la devaluación y el
aumento otorgado a los trabajadores seria compensado por la
reducción de la tasa de interés efectiva, aunque
esta medida se orienta al logro de una redistribución en
la estructura de costos de las empresas la cual implique
trasladar los recursos de las actividades especulativas, las
cuales están alentadas por las altas tasas de
interés, lo que a su vez permitirá un crecimiento
del consumo interno.
Ya hemos visto que el paquete de medidas adoptadas por
García incluía el congelamiento del tipo de cambio
inti-dólar. Pero tal congelamiento tendía a ser
artificial en tanto la demanda real de intis iba perdiendo cada
vez más terreno frente al dólar. Este cambio se vio
reflejado en la tasa de cambio libre, aquella de los cambistas de
la calle, paralela al cambio oficial:
A fines de agosto de 1985, después de la
devaluación inicial de 12 %, la tasa de cambio libre se
había estabilizado en casi 17 intis por dólar.
Solamente llegó a superar los 18 intis 14 meses
después, en octubre de 1986, cerrando el año en 20
intis por dólar.
Hasta octubre de 1986, la brecha entre el dólar
oficial y el paralelo varió entre 24,5 y 27 %. Sin
embargo, ante el temor de una crisis en la balanza de pagos,
junto con la pérdida de reservas a finales de 1986, el
diferencial empezó a crecer. De esta manera a fines de
1986, llegó a 43 %.
En la primera mitad de 1987, el dólar paralelo se
disparó de 20 a 40 intis y el diferencial con la tasa
oficial superó el 100 %. Por lo tanto, se hizo evidente
que el Banco Central ya no podía controlar el mercado del
dólar, y con las reservas haciéndose más y
más escasas, adquirir dólares fue de primordial
importancia para el sector privado.Rápidamente el aumento
del valor del dólar estaba escapando de todo
control
Reactivando la
economía
Volviendo a 1985: Alan García creía que la
inflación no se debía a una falta de oferta, sino
más bien a que el Estado se había visto obligado a
subir el precio de bienes y servicios básicos (en especial
el de la gasolina) para pagar la deuda ya que:
La existencia de un gran exceso de capacidad
instalada en la industria peruana era en sí indicativo
de que la demanda no era el problema. El Perú
había sufrido en 1983 la peor recesión que se
recordara, pero la inflación, en vez de caer, se
había aceleradoA través de la reactivación de la
economía nacional se esperaba salir de círculo
vicioso heredado por Belaúnde y entrar a un
círculo virtuoso: A más crecimiento
económico, más recaudaciones tributarias. A
más recaudaciones tributarias, más
posibilidades de cubrir el déficit fiscal.
El Perú no estaba solo con este experimento
heterodoxo. Casi al mismo tiempo, Argentina con su
presidente Raúl Alfonsín había implementado
el Plan Austral, parecido en muchos aspectos al modelo
peruano. Pero Argentina, a diferencia de Perú y Brasil con
su Plan Cruzado de 1986, sí consultó
previamente al FMI.
Primeros resultados
de la política heterodoxa
En un comienzo, las medidas adoptadas y conocidas como
"heterodoxas" dieron resultados positivos. Ya en setiembre de
1985, la inflación bajó a 3,5 % (comparado con 12,5
% en abril del mismo año). Hacia el segundo trimestre de
1986, la economía dio señales de clara
recuperación.
Los sectores que dependían de la demanda interna
(manufactura, construcción, agricultura) crecieron, no
así los sectores dedicados a la exportación
(minería, pesca). En 1986, la economía
creció 10 %. Fue el mayor crecimiento desde los
años 50 .
Pero también surgieron problemas que irían
agravándose con el pasar del tiempo pues a pesar de la
reactivación económica, el Estado casi no
percibía mayores ingresos
1987: OBVIANDO LAS SEÑALES DE
ALARMA
En 1987, el peligro de una crisis en la balanza de pagos
y en las reservas internacionales era evidente. Sin embargo, el
gobierno siguió confiando en un crecimiento
económico rápido hasta 1988. Al mismo tiempo,
tuvieron que aceptar la devaluación del inti, la subida de
sueldos y de precios (68, 188).
En líneas generales, la política
económica del gobierno empezó a caer en
contradicciones. Por un lado, Alan García buscaba el
contacto directo con los empresarios importantes (llamados
los doce apóstoles) con el fin de persuadirlos a
invertir en el desarrollo de la capacidad productiva. Por otro
lado y en su necesidad de aumentar los ingresos del Estado, el
APRA obligó, a comienzos de 1987, a las empresas a
prestarle dinero al Estado.
En concreto, las empresas fueron forzadas a comprarle al
Estado bonos obligatorios por un valor que llegaba hasta
el 30 % de las utilidades brutas que las empresas habían
obtenido en 1986 . Con esta medida, el gobierno provocó
airadas reacciones en el sector empresarial. Al poco tiempo,
algunas empresas fueron exoneradas del pago obligatorio y
finalmente el programa fue cancelado.
Este tipo de marchas y contramarchas, de reacciones
sobre hechos ya consumados, de pasividad frente a los peligros
venideros contribuyeron a la percepción de que Alan
García y su equipo estaban improvisando y, sobre todo,
perdiendo el control. La situación se agudizó con
la renuncia, en junio de 1987, del Ministro de Economía
Luis Alva Castro.
LA ESTATIZACION DE LA BANCA : EL PUNTO DE
QUIEBRE
Al intento de estatizar la banca privada: La medida fue
anunciada el 28 de julio de 1987 en el tradicional mensaje a la
nación. García explicó su medida con las
desigualdades sociales y económicas en el Perú. Ya
en 1982 había publicado un libro, El futuro
diferente, en el que criticaba a los bancos privados por
excluir del sistema de créditos a los sectores informales,
campesinos así como las pequeñas y medianas
empresas (PYMES). Según García, era necesario
"democratizar" el crédito y, dado que el sector privado no
estaba dispuesto a asumir esa tarea, el Estado debía tomar
las riendas (190-191).
También se cree que el Gobierno tuvo otros
motivos: El primero habría sido netamente político,
pues García estaba preocupado por la ligera caída
en su nivel de aprobación y, con una medida tan radical,
buscaba volver a ganar la confianza de los sectores populares.
Además, su relación con el sector empresarial se
había deteriorado considerablemente. García le
reprochaba a ese sector el poco entusiasmo por invertir en el
Perú y su preferencia por guardar los dólares en
cuentas extranjeras y seguras (190-191).
1988 y 1989: SIN NOVEDADES EN EL
FRENTE
Al finalizar el año 1987, la crisis ya era
evidente: La inflación empezó a galopar (114,5 % en
diciembre del 1987), la producción – y, por consiguiente,
la reactivación económica – se había
estancado y la balanza de pagos tuvo, en 1987, un saldo negativo
de 521 millones de dólares, el hueco más grande
desde 1981. Consecuentemente, las reservas internacionales
siguieron decayendo.
A falta de dólares, el Banco Central se vio atado
de manos en el control de la tasa de cambio (una demanda
creciente de dólares se puede contrarrestar poniendo en
circulación los dólares ahorrados).
Ya hemos visto que el Estado no recaudó
más impuestos a pesar del crecimiento económico de
1986. Esa ineficacia tributaria, sumada a la inflación,
contribuyó a agravar la situación en 1987 y 1988.
Además, las empresas estatales como Electroperú
empezaron a hacer pérdidas mucho mayores que en los
años previos. Los hechos estaban dejando al Estado con
cada vez menos margen de acción, convirtiéndolo en
observador pasivo del desastre económico.
Obligado por las circunstancias a un cambio de rumbo, el
gobierno recurrió, a fines de 1987, al Fondo Monetario
Internacional (FMI) y al Banco Mundial (BM) en busca de
préstamos.
El experimento heterodoxo había llegado
a su fin.
En octubre de 1987, el gobierno procedió a
devaluar el inti en 24 %. Los llamados paquetazos
siguieron dándose, de forma periódica, hasta
setiembre de 1988, llevando a una gran recesión
económica. Pero el Gobierno seguía sin aceptar la
necesidad de una línea clara:
El proceso de toma de decisiones durante este
período demostró una falta de coordinación y
una pérdida de dirección. Mientras algunos miembros
eminentes del equipo económico empezaron a aceptar -a
regañadientes- la necesidad de un retorno a la ortodoxia
como requisito para conseguir nuevos flujos de dólares, El
Gobierno se resistió a pagar el precio político. El
resultado fue una serie de medidas tibias y términos
medios (202).
El equipo económico de García -presidido
por Gustavo Saberbein- intentaba persuadir a García de la
necesidad de un shock ortodoxo: Déficit cero a
través de aumentos fuertísimos de impuestos y
tarifas y la eliminación de subsidios. Pero García,
temiendo el costo político de tal decisión,
sólo accedió a un camino medio sin resolver el
problema de fondo: Un Estado en bancarrota (déficit
fiscal) y una economía que importaba más de lo que
exportaba (déficit comercial).
Los resultados están en la memoria colectiva de
todos los peruanos: Inflación a niveles
astronómicos, escasez de alimentos y otros productos
básicos y el derrumbe de la aprobación de Alan
García. Fue recién hacia fines de 1988 que
García se convenció de la necesidad de una "guerra
frontal" contra la crisis económica. El nuevo Ministro de
Economía y Finanzas, Abel Salinas, tuvo la ingrata tarea
de anunciar, ahora sí, el shock económico,
el seis de setiembre de 1988.
El plan, denominado Plan Cero,
contribuyó a generar una inflación aún mucho
mayor, sobre todo en relación con los productos
importadas. Así, por ejemplo, el precio de los productos
farmacéuticos subió 600 % y el de la gasolina 400
%. Además, se eliminó el sistema del control de
precios con excepción de 42 productos básicos
(208).
Las esperanzas de los peruanos estaban ahora cifradas en
el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Si bien hubo
conversaciones, el Perú no llegó a recibir
préstamos. Ello se debió, también, a que el
Perú aún adeudaba 600 millones de dólares al
FMI y 400 millones al Banco Mundial.
A partir de setiembre de 1988, la inflación se
convirtió en lo que los economistas denominan
hiperinflación. Ese mes, los precios subieron 114 %. Fue
el mes con mayor inflación en el gobierno de García
y, probablemente, en la historia del Perú. Y el
shock parecía llegar muy tarde. En todo caso, no
pudo controlar la inflación.
Un largo paro en la industria minera contribuyó a
que las exportaciones cayeran aún más agravando
así el déficit comercial. Las reservas
internacionales, por su parte, se aproximaban a cero.
El 22 de noviembre de 1988, el Gobierno lanzo otro
"paquete" con medidas muy similares.
El aumento del desempleo y la caída
drástica de ingresos fue el costo social del desastre
económico provocando el surgimiento de un sector informal
de proporciones nunca antes vistas. Además, el Estado en
bancarrota ya no pudo cumplir con sus obligaciones en materia de
asistencia social, educación, salud y
administración de justicia.
Los años 1989 y 1990 pueden ser narrados de forma
breve, pues no se produjeron cambios sustanciales. La
economía se recuperó levemente y las reservas
internacionales también. Las importaciones se contrajeron
y las exportaciones subieron, sobre todo por el aumento de precio
de los productos mineros en el mercado internacional.
Bajo el nuevo Ministro de Economía, César
Vásquez Bazán, la inflación cayó,
pero no de forma sustancial. La tasa anual de inflación
fue de 2000 % en 1989. Los últimos meses de 1989 fueron
usados en gastar las magras reservas internacionales para
reactivar en algo la economía en vista de las prontas
elecciones. Así, en marzo de 1990, las reservas
internacionales eran de apenas 190 millones de
dólares.
El
FUJISHOCK
El 28 de julio de 1990: Fujimori, un desconocido
profesor universitario, asume la presidencia de Perú tras
vencer en los comicios al escritor Mario Vargas Llosa, mientras
el país enfrentaba una severa crisis económica y la
guerrilla maoísta de Sendero Luminoso estaba en su
apogeo.
El 8 de agosto de 1990 el gobierno de Alberto Fujimori
–que encontró un país quebrado tras la
primera y desastrosa gestión de Alan García–
anunció el ajuste económico más
dramático de nuestra historia. De un día para otro
los peruanos descubrieron que su dinero casi no tenía
valor. Este es un recuento de cómo se vivieron esos
días aciagos.La mañana del 9 de agosto de 1990, al
día siguiente del paquetazo que hoy todos recuerdan como
el "fujishock", la ciudad amaneció triste y vacía.
Mucha gente deambulaba por Lima sin saber qué hacer. No
había buses de transporte público, los mercados y
tiendas estaban cerrados, y los pocos negocios abiertos no
atendían porque no sabían aun cuánto cobrar.
Al trabajo se podía ir en camión compartiendo la
tolva con decenas de personas, y también podía
verse a soldados patrullando las calles.
Esa presencia armada no impidió las
protestas. Por la mañana tres personas murieron baleadas
por las fuerzas del orden: dos en intentos de saqueo y una
mientras hacía cola para comprar azúcar. Por la
noche, una turba de casi cien personas atacó la tienda de
Ernestina Ramírez en el pueblo joven Dos de Mayo, en el
Callao. Con el pretexto de que ella no abría el local por
esperar que subieran los precios, los agresores rompieron la
puerta y se llevaron todo. La revista Domingo, de este diario,
recogió su historia.Para entonces, a despecho de la frase
"Que Dios nos ayude" lanzada en la víspera por el ministro
de Economía Juan Carlos Hurtado Miller, millones de
peruanos andaban pensando en estrategias para enfrentar la
crisis.
Las madres de familia se juntaban en grupos
de 30 o 40 personas, cada una aportaba entre 20 y 50 mil intis, y
con eso compraban, por ejemplo, frejoles, pescado, arroz y
verduras para hacer sopa y segundo. Antes del shock, algunos
comedores incluso daban lonche, pero después casi todos
con las justas alcanzaban a completar el almuerzo. Un solo
plato.Las alzas fueron brutales: LA BOMBA F LA GASOLINA. En
treinta veces aumentó el precio de la gasolina. El
galón de 84 octanos, que costaba 21.500 intis
costará 675.000 intis. ALIMENTOS. Decretó alzas de
precios en alimentos de primera necesidad del orden de 160 por
ciento y 300 por ciento. EL DOLAR. El dólar oficial se
eliminó. Su cuya última cotización fue de
64.000 intis mientras que en el mercado de venta libre en Lima se
cotizaba en las últimas horas en un promedio de 340.000
intis. LIBRE OPINION. Economistas independientes indicaron que la
cotización podría fluctuar entre 500.000 y 550.000
intis por dólar. LECHE Y OTROS. La lata de leche evaporada
pasará de 120.000 a 330.000 intis; La lata de leche
evaporada pasará de 120.000 a 330.000 intis, y el pan
francés que estaba en 9.000 intis, la unidad, ahora
tendrá un precio de 25.000. Otro precio mencionado fue el
kilo de fideos que saltó de 200.000 a 900.000 intis.
AUTODEFENSA. Paralelamente a las medidas de
estabilización, se pondrá en marcha un programa de
emergencia social que tendrá un aporte inicial del Estado
de 450 millones de dólares. INSOLITO. Para graficar la
crisis económica, el Primer Ministro mostró un
billete de 500.000 intis y dijo que hace cinco años con
ese monto se podía comprar una casa de 50.000
dólares, pero que ahora esa cantidad solo alcanza para
adquirir un tubo de pasta dental.Todos sufrieron la
pérdida de su capacidad adquisitiva y, en los días
siguientes, muchos más perdieron su trabajo, su negocio o
sus estudios. Una revista reseñó el caso de Abel
Vega, despedido de un taller de metalmecánica porque no
tenían cómo pagarle. Y también la historia
de 15 obreros de una empresa de cerámicas que quedaron en
la calle. "Trabajamos varios años en la empresa, pero nos
han despedido y no nos dieron ni la bonificación de
julio", contó uno de ellos. Fábricas grandes como
Inresa o Cuvisa despidieron o dieron vacaciones forzadas a
decenas de operarios.La primera semana que siguió al
"fujishock" la incertidumbre fue grande. La revista Caretas, fiel
a su estilo, encabezó algunas de sus notas con un:
"Sugerencias prácticas: cómo sobrevivir a la
crisis". Y ponía a lo largo de varias páginas
consejos prácticos para parar la olla, ahorrar
energía o gasolina, y sacarle la vuelta a la
realidad.
Desastre
previo
Pero
si el fujishock hoy pertenece a la memoria colectiva del
país, hay que decir que tuvo como precedente la más
grande crisis económica peruana. Antes del fujimorismo, el
gobierno encabezado por Alan García había empezado
con grandes expectativas, pero terminó con una
hiperinflación que hacía variar los precios casi de
un día para otro.Sally Bowen reseña en su libro "El
Expediente Fujimori" lo que fue acaso el primer error de
García: "En su discurso inaugural de 1985,
(anunció) que limitaría el pago de la deuda externa
(…) al 10% del valor anual de las exportaciones. Su
rebelión, que despertó vanas esperanzas de marcar
una tendencia a ser seguida por otros líderes
latinoamericanos, le costó mucho al Perú. El
país fue declarado "inelegible" para recibir
préstamos en el futuro". Y mientras García dejaba
de pagar, los intereses de la deuda se multiplicaban y la
inversión extranjera se extinguía.No fue su
único error. En 1987 García intentó
estatizar la banca, pero no pudo ante la férrea
resistencia de los banqueros. El intento incluso dio origen al
Movimiento Libertad, que encabezó Mario Vargas Llosa y que
llamó la atención sobre el sesgo autoritario del
proyecto. Según la página web Perú
Político, "al finalizar el año 1987, la crisis era
evidente: la inflación empezó a galopar (114% en
diciembre), la producción se estancó y la balanza
de pagos tuvo, en 1987, un saldo negativo". La inflación
se convirtió en hiperinflación y el voluntarioso
presidente debió aceptar un "paquetazo" que su ministro
Abel Salinas hizo efectivo en 1988.El sociólogo Carlos
Reyna, autor del libro "La Anunciación de
Fujimori-Gobierno de Alan García 1985-1990", cuenta que
ese ajuste también tuvo consecuencias terribles para la
economía de los sectores más pobres. Pero el propio
Alan García torpedeó el efecto. "Ese paquetazo fue
el primero de varios ajustes que el gobierno aprista debía
hacer. Pero García, afectado por la baja en su
popularidad, decidió dejar de lado los ajustes
posteriores. Con ello, el paquetazo del 88 no sirvió para
nada. Y cuando le preguntaron por qué revirtió las
medidas, dijo que era "por intuición política".
Inconcebible".Lo que siguió fue el aumento del desempleo y
la caída del ingreso. En los dos últimos
años del gobierno aprista no hubo cambios: se
despidió con niveles de inflación de 50% al mes. Un
desastre. En esa coyuntura llegó el cambio de
gobierno.
Alberto Fujimori ganó las elecciones de 1990
afirmando que no aplicaría un shock económico,
pero, como ha sido costumbre en su vida política,
faltó a su palabra. Apenas diez días después
de asumir el gobierno, aplicó la medida en nombre de "la
estabilización de la economía". El economista
Javier Iguíñiz señala que este "paquetazo"
fue aplicado para completar el trabajo que ya se había
iniciado con el ajuste de Salinas del 88, al que también
considera de dimensiones similares por su efecto en las
mayorías pobres.
Mientras el país vivía con
precios impagables, los economistas llamaron la atención
sobre el punto flaco del shock fujimorista: fue aplicado sin
anestesia. "Se eliminaron los subsidios, se elevaron varias veces
los precios de los productos y no hubo aumento de salarios ni
fortalecimiento de los programas sociales para paliar el alza",
recuerda Iguíñiz. Los más afectados, como
siempre, fueron los asalariados. "De un día para otro se
encontraron con un montón de billetes que no valían
nada en los bolsillos".En agosto del 90 los pobres, los obreros,
los que ganaban un salario, no tenían nada que vender,
solo su trabajo. "Y su trabajo se había reducido a un
tercio. En cambio los empresarios grandes no la pasaron mal. Sus
productos costaban más que antes" dice Carlos Reyna.
Javier Iguíñiz completa la idea: "los empresarios
grandes podían sobrevivir porque el costo de la mano de
obra bajaba". Un analista político acuñó
entonces una frase precisa: precios japoneses, salarios
africanos.
Conclusiones
Las causas que originaron la inflación más
alta fueron los malos manejos de nuestra economía por
parte del gobierno y su administración, las consecuencias
de la inflación trajeron mas pobreza al país, se
devaluaron y desaparecieron dos monedas, y muchos otros desastres
como por ejemplo:
Se incremento la gasolina en un 30%, el servicio
postal y telefónico en un 20%, agua y alcantarillado
en un 10%.Se devalúa el dólar en un 12%, el
dólar MUC se fija en 13.95 intis y el dólar
financiero en 17.5 intis por dólar
americano.El tipo de cambio se devaluó en 227% para
gran parte de las partidas de importación y se
subieron aun más los precios
públicos.Los economistas señalaron que se estaba a las
puertas de un manejo hiperinflacionario de la economía
peruana.Los barcos con productos varados en el puerto se
negaban a descargar hasta que no se les pagara, las divisas
se agotaron por el mal uso y las colas se alargaban y
multiplicaban.La inflación acumulada fue de
3000%Las remuneraciones y consumo per capita estuvieron
por debajo del 50%El índice de pobreza solo en Lima
ascendió a 43%Las reservas internacionales netas del Banco Central
de Reserva del Perú cayeron de $894 millones en julio
de 1985 a $105 millones en julio de 1990.El nivel de subempleo ascendió a 73% un
desastroso resultado al termino del gobierno de Alan
GarcíaLa producción agrícola nacional cayo
ostensiblemente y la importación de productos aumento
en un 49%El numero de horas perdidas por conflictos laborales
con el gobierno aumento en 6 millones en 1985 a 124 millones
en 1990.El gasto social cayo rápidamente
El ingreso per cápita cayo demasiado, esto
nunca se había visto.Como consecuencia del mal manejo del gobierno
aprista el grupo andino redujo su inversión dentro de
nuestro país.Apenas se recibió inversión extranjera
debido al desastroso manejo de la economía.
Bibliografía
CARABTREE, John: Alan García en el poder:
Perú 1985-1990. Ediciones Peisa, Lima 2005REYES ATO, Ivan. El desastre del gobierno de Alan
García 1985 – 1990.
http://www.economias.com/2009-12-14/2787/que-es-hiperinflacion/comment-page-1/#comment-4981PERU POLITICO.COM
http://cavb.blogspot.com/2006/06/la-hiperinflacin-que-me-entreg-alan.html
http://inflacionperu.blogspot.com/2010/05/ensenanzas-de-la-hiperinflacion-peruana.html
http://pieraraujob.espacioblog.com/post/2006/03/08/ala-hiperinflacion-fue-mayor-error-del-gobierno-http://pieraraujob.espacioblog.com/post/2006/03/08/ala-hiperinflacion-fue-mayor-error-del-gobierno-
Autor:
María Isabel
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