La Educación: Su importante papel en la formación de valores (página 2)
En un tercer nivel, por otro lado, tenemos que tener
en cuenta que la sociedad debe siempre organizarse y
funcionar en la órbita de un sistema de valores
instituido y reconocido oficialmente. Este sistema puede
ser el resultado de la generalización de una de las
escalas subjetivas existentes en la sociedad o de la
combinación de varias de ellas y, por tanto, puede
también puede tener un mayor o menor grado de
correspondencia con el conjunto objetivo de valores. De este
sistema institucionalizado emanna la ideología
oficial, la política interna y externa, las normas
jurídicas, el derecho, la educación formal (es
decir, estatal o institucionalizada), entre otras.
En el ámbito social, y atendiendo a estos tres
planos de análisis, es posible encontrar, además
del conjunto objetivo de valores, una gran diversidad de sistemas
subjetivos y un orden socialmente instituido.
Siguiendo esta lógica en el proceso docente
educativo se interrelacionan estos tres niveles. Los valores que
se forman en las nuevas generaciones son el resultado de la
influencia, por un lado, de los valores objetivos de la realidad
social, y por otro lado de los valores institucionalizados que
llegan en forma de discurso ideológico, político,
pedagógico. Tanto uno como otra influencia se realiza a
través de diferentes mediaciones: la familia, la escuela,
el barrio, los colectivos laborales, la cultura artística,
los medios de difusión masiva, las organizaciones
sociales.
Uno de los más grandes logros de la
Revolución Cubana ha sido la formación en el cubano
de una alta conciencia valorativa, en la que ocupan un lugar
preponderante valores como la justicia, la solidaridad y la
independencia. La clave de este éxito radica en la
armonía y consecuencia entre el discurso político y
la práctica revolucionaria, entre los valores reconocidos
e instituidos oficialmente y los valores que las transformaciones
revolucionarias han convertido en realidad social. Justicia,
solidaridad e independencia son valores presentes en el discurso
político de cualquier nación, pero en muy pocas
esos valores del discurso oficial se han convertido en
realidad.
Las últimas décadas de este milenio, se
han caracterizado por cambios convulsos que han conmovido el
sistema de valores objetivos y subjetivos de la sociedad, por eso
se habla de una crisis de valores
La crisis de valores, por lo general, acompaña a
las conmociones sociales que tienen lugar en los períodos
de transición de la sociedad (progresivos, regresivos o de
reacomodamiento). Se producen cuando ocurre una ruptura
significativa entre los sistemas de valores pertenecientes a
estas tres esferas o planos, es decir entre los valores objetivos
de la realidad social, los valores socialmente instituidos y los
valores de la conciencia. Es en esta última esfera – la
conciencia- donde se manifiesta esta ruptura con mayor
plenitud.
Siempre entre estos niveles existe un defasaje,
lógico y natural, pero en períodos de cambios, al
aumentar la dinámica social, este defasaje sobrepasa sus
límites normales, genera cambios bruscos en los sistemas
subjetivos de valores provocando la crisis.
Una aguda crisis de valores pesa hoy sobre todo tipo de
movimiento social que entrañe un proyecto alternativo al
capitalismo trasnacionalizado y dependiente de la región.
Todavía los signos de recuperación ante el impacto
provocado por el derrumbe del "socialismo real" y la caída
del referente axiológico más importante para los
movimientos populares es débil.
Esta crisis paradigmática abarca tanto al
elemento valorativo, que justifica la deseabilidad de los valores
que habían de realizarse como resultado del cambio social,
así como al componente cognoscitivo que intentaba
argumentar y demostrar la posibilidad y viabilidad del cambio
mismo.
No puede obviarse el vínculo entre los
componentes cognoscitivos y valorativos del paradigma
emancipador. La comprensión de esta doble dimensión
del valor nos abre el camino hacia la superación del
abismo tradicional entre la realidad fáctica y la esfera
de los valores.
El mundo de hoy encarna valores objetivos que antes
existieron en forma subjetiva. De igual forma, aquellos que se
objetivaran en el futuro, depende en buena medida de los que hoy
sean subjetivados. Por lo tanto, los valores subjetivos resultan
determinantes no sólo en la definición de la
deseabilidad de un cambio social, sino también, en cierta
medida, en la delimitación de su posibilidad misma,
constituyen una condición de la probabilidad del cambio.
Es decir no hay cambio social posible si los valores objetivos,
que dicha modificación ha de generar, no son asumidos
antes subjetivamente como valores deseables. Esos valores
subjetivos se adelantan al cambio como ideal, crítica,
señal, razón y motivo de la praxis
transformadora.
Por otro lado, no cualquier valor subjetivo puede
convertirse en antesala de la transformación social. Para
serlo ese valor ha de ser extraído de las alternativas
posibles de la realidad misma, de sus tendencias
históricas al cambio. Este hecho marca la diferencia entre
la utopía abstracta y la utopía concreta. En este
caso lo axiológico no se construye al margen de lo
gnoseológico, sino tomándolo como premisa; el
universo de los valores subjetivos se levanta desde el propio
mundo fáctico convirtiéndose en requisito para su
transformación.
Todo esto significa que la reconstrucción del
paradigma emancipador hoy en América Latina exige como una
doble tarea, la demostración de la posibilidad de un
proyecto social alternativo y la argumentación de la
superioridad y deseabilidad de los valores que dicho proyecto
entraña.
Pero no puede dejarse a un lado aquellas cuestiones que
poseen una incidencia directa para el destino de la humanidad y
del planeta y por eso hay que prestarle especial atención
a los problemas globales.
La solución de estos problemas requiere del
esfuerzo conjunto de toda la humanidad, sobre la base de estos
intereses humano- generales que se han ido formando como
resultado de la internacionalización y
globalización de los procesos sociales. Estos intereses
condicionarían la conformación de un conjunto de
valores universales.
La internacionalización de las relaciones
sociales trajo aparejada al surgimiento de intereses humano-
generales que iban más allá de los marcos grupales,
clasistas o nacionales, sobre cuya base aparecieron por primera
vez los valores universales, es decir valores conformados a
partir de toda la humanidad como sistema social
íntegro.
Papel de la
escuela en la formación de valores
La escuela, en la sociedad socialista, es depositaria de
un encargo social fundamental y complejo: la formación de
las nuevas generaciones para hacerlas capaces de defender y
desarrollar las conquistas del socialismo, de participar activa y
careadoramente en las conquistas de la nueva sociedad. Esta
función social corresponde en gran medida a la escuela de
educación general que, con base en la secundaria
básica, dirige durante un largo período de tiempo
el proceso docente educativo de adolescente y jóvenes, y
debe coordinar todas las influencias educativas que sobre
él actúan, para educar jóvenes cuyas
personalidades cristalizarán en los centros de nivel
superior y en su integración a la vida laboral. Un factor
importante en la formación de la personalidad lo
constituyen las actitudes y valores que se forman y desarrollan
hasta llegar a constituir su núcleo regulador y
orientador, el cual caracteriza a las personas adultas maduras.
Este nivel superior de desarrollo de la personalidad tiene en su
base las tendencias orientadoras que le dan al sujeto el sentido
de su vida y guían con estabilidad su actividad
consciente. La formación de los valores tienen una gran
importancia para el desarrollo de la personalidad.
Es fácil determinar los valores esenciales del
socialismo: la paz, la justicia social, la libertad, la
responsabilidad, el trabajo creador, el colectivismo y la ayuda
mutua, el patriotismo socialista, el internacionalismo
proletario, la solidaridad, la disciplina. Pero no debe olvidarse
que los valores se forma en un proceso complejo. Estos no
están en los objetos y fenómenos, son producto del
grado de significación que adquieren en el individuo en el
proceso de sus relaciones con ellos. Los valores que se deben
educar en nuestros jóvenes expresar lo mejor de la clase
obrera, y son el producto del desarrollo histórico social.
Tienen una doble significación como fuerza motriz de la
conducta: por una parte, brindan orientación para la toma
de decisiones a nivel de toda la sociedad; por otra parte, son
una orientación para la toma de decisiones personales o
individuales. Los valores que se han asimilado se manifiestan en
la conducta y llegan a determinar cualidades de la personalidad
no en la verbalización de su contenido, pues esto no
garantiza su carácter orientador. Los valores fueron
definidos de la forma siguiente:
Honestidad: decir la verdad. Ser: crítico y
autocrítico, aceptar la crítica y ejercitarla de
forma constructiva; veraz, realizar un esfuerzo sostenido por no
utilizar la mentira con fines oportunista; imparcial. Demostrar:
decencia y decoro, sinceridad, defender la verdad. Tener firmeza
de principios morales; la vergüenza suficiente para cumplir
lo acordado. Rechazar: la parcialidad, mentira,
hipocresía, doble moral, traición,
simulación, oportunismo y la adulación.
Honradez: no tomar lo que no es suyo, no robar. Ser:
modesto, sencillo, cortés, leal y correcto. Demostrar:
honor y dignidad, rectitud e integridad en la actuación.
Tener: respeto por los derechos del otro en cualquier
circunstancia por sencilla de esta sé a. Cultura del
debate, saber intercambiar puntos de vistas respetando la
opinión y el derecho del otro, saber escuchar y al mismo
tiempo defender su derecho y ser capaz de sus puntos de vistas,
todo ello de forma ordenada y respetuosa. Rechazar: el derroche,
fraude, corrupción, soborno, prostitución y
mendicidad.
Laboriosidad: tener disposición para cumplir las
tareas, querer ser trabajador, respetar el trabajo, ser
constante, aplicado, esmerado, eficiente y disciplinado.
Demostrar una actitud positiva ante el trabajo; interés,
disposición por la tarea que se realiza. Tener
hábitos de asistencia y puntualidad antes las tareas
productivas y el trabajo voluntario referido a las actividades
concretas que el individuo realiza en el centro al cual (laboral,
escolar, deportiva, etc. Rechazar la vagancia, el acomodamiento;
la apropiación de los frutos del trabajo ajeno; el
afán de lucro a costa de las necesidades de los
demás; la explotación del hombre por el
hombre.
Responsabilidad: esforzarse, comportarse bien, ser
ordenado, alimentarse, ser limpio, hacer valoraciones de
sí mismo y de los demás, ser obediente. Ser: capaz
de realizar una actuación racional; de elegir los mejores
medios posibles para su auto realización; capaz tomar
decisiones y dirigirse a sí mismo a la luz de los valores
sociales; perseverante ante las dificultades. Demostrar: el uso
adecuado de la libertad; sentido del deber, obligación y
compromiso en el cumplimiento de las principales actividades
(tareas escolares, laborales, familiares, sociales, etc.); de las
normas de disciplina y de comportamiento individual y colectivo.
Tener: una comprensión cabal de los objetos de decisiones
adquiriendo la información necesaria, superándose;
la voluntad necesaria para cumplir las metas con
abnegación. Rechazar: la indiferencia ante las decisiones
colectivas; la evasión de las consecuencias de sus actos;
la negligencia en el cumplimiento de sus deberes; las actitudes
de " capitán araña ";las actitudes de orden y mando
" a capricho" ; las actitudes paternalista; la inconsecuencia
entre acciones y palabras.
Colectivismo y Solidaridad: ser generoso; colectivista;
actuar teniendo en cuenta el bien común, el interés
de conjunto; saber reflexionar de conjunto. Demostrar:
identificación con las causas justas; respeto; ayuda mutua
en las relaciones interpersonales Tener: Sentimientos
internacionalista y estar dispuesto a serlo. Rechazar: las
manifestaciones de egoísmo, ostentación e
individualismo.
Amor a la Patria, a los Héroes y Mártires:
demostrar sentimientos de fidelidad, unidad, dedicación,
amor, consagración, respeto, lealtad, es rechazar el
egoísmo.
Los valores tienen doble significación como
fuerza motriz de la actividad: por una parte brindan una
orientación para la toma de decisiones al nivel de toda la
sociedad; por la otra son una orientación para la toma de
decisiones personales. Los valores pueden educarse sólo a
través de la actividad del sujeto, por lo que es necesario
lograr una incorporación sistemática y consciente
de los alumnos a las actividades del centro, y explotar al
máximo las posibilidades que da el proceso
pedagógico para fomentar los valores a través de la
actividad de los alumnos. Los valores son formaciones
motivacionales de la personalidad, que orientan e inducen la
actividad del hombre, y dentro de la estructura de la
personalidad tienen una estrecha relación con los
conocimientos, las vivencias afectivas, los ideales, la voluntad,
y cuando son efectivos tienen capacidad para regular la conducta,
se manifiesta. Los valores se desarrollan en un proceso
prolongado que se inicia en las primeras edades y
continúan durante la vida. La formación de valores
requiere el conocimiento de las características generales
de la edad que tienen los sujetos a educar. Es necesario,
además, adecuar las condiciones que se requieren educar y
las actividades a realizar, a las características que
ofrecen la edad del sujeto. Los valores son producto del
desarrollo histórico-social: cada época
histórica y cada sociedad, de acuerdo con sus necesidades,
hace énfasis en determinados valores y la
significación social que los mismos poseen. La
formación de valores requiere de un sentido y
diagnóstico de la situación económica,
política y social en que se encuentra la
sociedad.
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MSC. Mariuska León Beruvides
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