- Prólogo
- El
Vestido - El
Gurrumino - La
última lealtad - ¡Sí, él es!
- En un
aeropuerto - El
Regalo - El
Anillo - Las
vitrinas - Pobre
pero honrada - El
Alba de la Noche - La
Danza de las Ostras
MARIO BLACUTT MENDOZA
Derechos de autor registrados por
Ley
Ella le dice a él:
……. es que en esa
época eras tan joven; apenas tenías 17 años,
mientras que yo ¡ya tenía 15!
Prólogo
Había una vez (….¡que comienzo!) una
señora que era multimillonaria en años, en salud,
en sabiduría y en dinero; un día, leyendo los
testimonios de muchas mujeres acerca de sus experiencias, grandes
y pequeñas, se le ocurrió algo. Escogió las
12 que le parecieron las más cursis.
Luego les escribió, a través de sus
correos electrónicos, para decirles que había
decidido premiarlas con una suma muy sustanciosa; al mismo
tiempo, las invitaba a su residencia con el objeto de sostener
algunas tertulias sobre los relatos actualizados de cada
una.
Recibidas que fueron las diez señoras, venidas de
los cinco continentes, se reunieron en una linda sala y contaron
sus historias otra vez; después de escuchar cada
testimonio, la anfitriona no sólo dobló los
premios, sino que decidió que los relatos debían
ser publicados.
Había leído mi libro de poemas "La
Orquídea Negra" el que le había gustado mucho por
su contraste femenino-masculino; por eso es que me encargó
la tarea de editar los testimonios.
El libro saldría publicado en varios idiomas,
subvencionado por ella. Este pequeño volumen es el resumen
de los doce relatos a los que he denominado "Doce Relatos
Cursis"; no como una expresión peyorativa, sino como un
reconocimiento al papel que el cursilerío ha tenido en la
literatura y en la música.
Por ejemplo, una de las dimensiones artísticas en
la que más resalta el cursilerío es en la
Ópera Romántica; si ponemos atención al
libreto, nos daremos cuenta que prima en la gran mayoría
de ellas, el cursilerío más acabado e ingenuo. Sin
embargo, no por eso dejamos de emocionarnos ante el desarrollo
del relato, el que se desenvuelve por el camino que le abre la
música.
Corín Tellado es ya la concreción misma de
lo cursi. El número de mujeres, señoras y
señoritas, que vibraron de emoción con las novelas
de Corín Tellado deben estimarse en millones. Sin contar
que todo enamorado (a) es un cursi en movimiento. El intento de
presentar estos relatos, a los que califico de "cursis", es un
testimonio de reconocimiento a todas esas expresiones.
En nombre de mi madre, porque era una lectora asidua de
las novelas cursis, en las que encontraba grandes momentos de
emoción vital.
En nombre de todas las mujeres del mundo que encuentran
emoción en la lectura de las obras cursis.
En mi nombre, debido a las grandes satisfacciones,
siempre reiteradas, que las óperas cursis y las canciones
populares me brindan. Cuando digo "canciones populares" me
refiero a las que torturé hasta la impiedad, cuando las
cantaba en una rueda de amigos tolerantes
Hay en estas historias una variedad de experiencias, las
que, en menor o mayor grado, serán compartidas por
nuestras lectoras. He tratado de convertir en lenguaje literario
muy simple el lenguaje coloquial con el que fueron
relatadas.
Pero el contenido y la emoción originales
permanecen intocados.
El
Vestido
Todas las crónicas de las culturas occidentales
coinciden en que nada es más importante para la vida de
una mujer, que el vestido. El vestido la acompaña desde
que tiene la facultad de distinguir entre el día y la
noche, cuando por primera vez decide, que no será posible
usar un mismo vestido en las dos rotaciones terrestres. Una mujer
bien organizada clasifica su ropero de acuerdo con las estaciones
del año, del día, de la semana, de la hora del
día y de la actividad de la hora.
La primera cita con el pretendiente requiere respuesta
urgente y mandatoria a la pregunta más importante de
cuantas haya que inventariar: ¿Qué vestido voy a
ponerme? "No tengo nada que ponerme"
Es la eterna respuesta a esa pregunta vital. Es la misma
pregunta que hizo cuando tenía 7 años y
debió asistir al primer cumpleaños de una amiguita,
en los tiempos de la escuela. Es la misma que planteó
cuando tuvo que estar presente en el primer baile de colegio, en
la primera salida al cine. En el primer sábado
después del último sábado, en el primer
lunes después del último lunes, en el primer
día, después del último día. En la
primera mañana que siguió a la última
noche…. Cada mujer sabe exactamente qué es lo que
no tiene para ponerse en cada ocasión, no importa que el
ropero esté a carga completa.
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