- Resumen
- Introducción
- La
crisis en el capitalismo - Estimular el consumo
- La
otra cara del consumo - Conclusiones
- Bibliografía
consultada
Resumen:
Desde hace más de dos años, el Mundo
está aquejado de una conocida enfermedad: la crisis
económica. No por conocida ha dejado de ser virulenta,
amenazadora y devastadora, absorbiendo a países
desarrollados y obviamente a los subdesarrollados o los
denominados en "vías de desarrollo", aunque como casi
siempre sucede, estos últimos sufren las peores
consecuencias de un mal, que según todo hace indicar, no
tiene cura.
La crisis se hace evidente a través de efectos
tangibles, aunque puede resumirse en la reducción de los
niveles de actividad económica como resultado de la
contracción del consumo; siendo precisamente ésta
la variable clave: consumo. Sin consumo no hay demanda,
sin demanda no hay venta, sin venta no hay producción y
sin producción no hay ingresos. Un círculo vicioso
que demora en romperse el tiempo que resulte necesario para
realizar los ajustes pertinentes, pero que no garantizan la
inmunidad futura. Recetas no han faltado, solo que cada vez
parecen menos efectivas, al menos así se muestran a
mediano o largo plazo.
Según no pocos especialistas, científicos
y teóricos, la crisis no solo es parte esencial del modelo
capitalista, sino que a la vez son imprescindibles, pues ellas
establecen la necesidad de aplicar correcciones al modelo que a
la postre conducen a su desarrollo continuado. Y no deja de ser
cierta ésta afirmación, toda vez que el capitalismo
ha sido capaz no solo de superarlas sin el estallido de
revoluciones sociales, sino incluso, ha buscado vías que
le han permitido sustentarse como sistema. Visto de esta manera,
quizás un tanto frívola o tal vez
pragmática, no queda sino esperar a la próxima,
sobre todo si las cosas no cambian.
Introducción.
En el diccionario, la palabra consumo proviene
del verbo consumir, el cual entre sus muchas definiciones incluye
la "acción de comprar y utilizar lo que ofrece el
mercado". El consumo es pues el motor de la economía,
ya sea el consumo interno o el externo (entiéndase las
exportaciones), el público o el privado, el individual o
el productivo, a partir de que es quien establece la demanda. Se
produce para satisfacer una determinada demanda, aunque ya
sabemos que el desarrollo económico y el científico
técnico, permite que ésta pueda ser estimulada o
simplemente creada.
La ecuación en realidad es bien simple: mientras
exista demanda, habrá producción de bienes y
servicios. Lo malo es cuando se invierte ésta
relación. La producción garantiza el crecimiento de
la actividad económica, lo cual se traduce en la
creación de empleos, en una supuesta elevación del
nivel de vida, en más riqueza, en beneficios sociales a
cuenta del Estado de Bienestar en aquellos países que lo
han adoptado en su modelo de desarrollo económico-social.
Sin embargo, en este caso puede aplicarse casi perfectamente el
famoso acertijo de "quién nació primero: el huevo o
la gallina", porque para que haya consumo debe de haber ingresos,
pero para que exista disponibilidad monetaria y capacidad de
demanda, es necesaria la existencia de las fuentes que generen
dichos ingresos. Parece un trabalenguas, pero es así, o al
menos debe de ser así, solo que la economía no es
una ciencia exacta y en la medida en que se ha avanzado en el
tiempo se ha hecho más compleja, menos previsible, sobre
todo con el desarrollo científico-técnico, la
aplicación de nuevas tecnologías, los cambios
estructurales y la denominada ingeniería
financiera.
En el presente trabajo, sin pretensiones de hacer un
planteamiento científico del problema, ni con la
más remota idea de intentar agotar un tema suficientemente
complejo, pretendo esbozar algunas ideas relacionadas con el
consumo como sustento de la crisis que hoy padecemos, de la cual
sin dudas no se puede dejar de culpar al sistema capitalista
mundial, principal responsable de semejante desorden.
Página siguiente |