Kant acometió la descomunal tarea de encontrar
los límites, espacios y territorios para que el
científico pudiera realizar su trabajo de conocimiento con
plena garantía y certidumbre. Se propuso establecer con
precisión qué es posible conocer realmente y
qué no, y cuáles son los límites del
conocimiento. Para su enorme trabajo, adoptó una actitud
crítica y no dogmática. "Quiere determinar.
Encauzar. Poner límites. Y su punto de partida es el
fenómeno mismo de la ciencia de su tiempo… Su
pretensión es la de constituir la base y el fundamento de
la ciencia moderna, aclarando los linderos válidos dentro
de los cuales ella puede transitar. Le preocupa la legitimidad,
la licitud del conocimiento" (Clásicos del pensamiento
universal resumidos, de Rafael Méndez
Bernal).
Kant, un auténtico pensador, creó un
formidable y portentoso sistema, con fundamento en una
filosofía crítica, a través del cual,
además de señalar rigurosamente las condiciones del
conocimiento científico, los límites y
posibilidades de la mente, analiza y sintetiza armoniosamente las
tesis o tendencias epistemológicas antagónicas del
Racionalismo y el Empirismo como única vía correcta
para explicar la ciencia. Toda la filosofía de Kant
está encaminada a la mediación entre el
Racionalismo y el Empirismo. El apriorismo kantiano es una
mediación entre estas dos tendencias
epistemológicas. El Apriorismo considera la experiencia y
el pensamiento como fuentes del conocimiento. Según el
Apriorismo, la materia del conocimiento procede de la
experiencia, y la forma de éste proviene del pensamiento.
"Con la materia se significan las sensaciones. Éstas
carecen de toda regla y orden, representan un puro caos. Nuestro
pensamiento crea el orden de este caos, enlazando unos con otros
y poniendo en conexión los contenidos de las sensaciones"
(Teoría del conocimiento, de Johanes Hensen).
Este proceso de verifica o se realiza a través de las
formas de la intuición, formas a priori de la
sensibilidad, condiciones a priori de la posibilidad de la
intuición, caracteres de nuestro modo de conocer o formas
subjetivas de ver las cosas (espacio y tiempo) y las formas del
pensamiento (categorías). Las formas de la sensibilidad
condicionan de alguna manera la naturaleza de la realidad que
percibimos.
Kant también estableció una
mediación entre el Dogmatismo y el Escepticismo a
través del Criticismo. El criticismo kantiano es una
posición intermedia entre el Dogmatismo y el Escepticismo.
En la dialéctica kantiana, el Dogmatismo es la tesis, el
Escepticismo la antitesis y el Criticismo la síntesis. El
Criticismo comparte con el Dogmatismo la fundamental confianza en
la razón. El Criticismo está convencido de que es
posible el conocimiento, de que hay una verdad. Con el
Escepticismo comparte su desconfianza hacia todo conocimiento
determinado. El Criticismo, que en griego significa examinar,
"examina todas las afirmaciones de la razón humana y no
acepta nada despreocupadamente. Dondequiera pregunta por los
motivos y pide cuentas a la razón. Su conducta no es
dogmática ni escéptica, sino reflexiva y
crítica. Es un término medio entre la temeridad
dogmática y la desesperación
escéptica… El Criticismo es aquel método de
filosofar que consiste en investigar las fuentes de las propias
afirmaciones y objeciones a las razones en que las mismas
descansan, método que da la esperanza de llegar a la
certeza" (Teoría del conocimiento, de Johanes
Hensen). Es una teoría metodológica que somete a
crítica la posibilidad del conocimiento, sus
límites y sus fuentes. Para el Criticismo, el objetivo
principal de la filosofía es la crítica de la
facultad cognoscitiva. Antepone la investigación del
conocer a la investigación del ser.
Igualmente, trató de conciliar las concepciones
del mundo o las concepciones gnoseológicas (profundamente
opuestas y discrepantes) sobre la esencia del conocimiento
(Idealismo y Materialismo) mediante el Agnosticismo (del griego
a negación, y gnósticos capaces
de conocer; por tanto, "incapaz de conocer", incognoscible). Esta
concepción sobre la esencia del conocimiento sostiene que
es inútil tratar de conocer la naturaleza real de las
cosas, pues nunca conoceremos más que sus apariencias. No
se puede saber si el universo es, en el fundo, espíritu o
naturaleza. Sólo se puede conocer la apariencia de las
cosas, pero no su realidad. No se puede saber nada con certeza.
Es imposible conocer la verdadera naturaleza de las cosas, debido
a que nuestro conocimiento se limita a sus apariencias. No se
puede afirmar la existencia de la realidad objetiva; tampoco
saber si las cosas existen por sí mismas. No se puede
afirmar si el mundo exterior existe o no existe. "Nuestros
sentidos nos permiten ver y sentir las cosas, conocer sus
aspectos exteriores, sus apariencias; esas apariencias existen
para nosotros. Pero no podemos conocer la cosa independiente de
nosotros, con su realidad que le es propia, lo que se llama la
cosa en sí" (Curso de filosofía,
de Georges Politzer).
Sus dos campos fundamentales e inquietantes de su
reflexión filosófica son "el cielo estrellado
sobre mí" (naturaleza o doctrina del saber) y "la
ley moral en mí" (moral o doctrina del ser y del
obrar). Por eso realizó un minucioso, profundo, prolijo,
sistemático, crítico y riguroso estudio,
investigación, crítica o cuestionamiento de la
razón, para determinar su capacidad y sus límites.
De este modo fundamentó las bases de la ciencia natural y
de la moral. En su monumental y compleja obra se propuso
establecer las condiciones del conocimiento, su posibilidad y los
límites y someter a la razón a un profundo
análisis. Según Kant, éstos son los
problemas básicos de la filosofía:
1. Metafísica (¿Qué puedo
saber?).2. Moral (¿Qué puedo
hacer?).3. Religión (¿Qué puedo
esperar?).4. Antropología (¿Qué es
el hombre?).
Kant cambió profunda y radicalmente el
método epistemológico en su modo de pensar y
conocer. "En la base del método kantiano se halla la
crítica, que lo llevaría a investigar acerca de la
posibilidad y validez del conocimiento" (Personajes del
mundo, de Prolibros). El conocimiento sólo se refiere
a fenómenos, a las cosas tal como aparecen, a los objetos
en su apariencia. Somos incapaces de conocer "la cosa en
sí" (noúmeno), la razón es incapaz de
conducirnos a la "cosa en sí"; sólo podemos conocer
"las cosas en mí" (fenómeno). Su aporte más
significativo a la filosofía, consiste, precisamente, en
afirmar que no podemos saber nada seguro sobre cómo es el
mundo o la "cosa en sí"; sólo sabemos cómo
es la "cosa para mí", el fenómeno o la "cosa en
mí". Kant intentó probar que podemos poseer la
certeza de que las cosas no son tal como se nos presentan.
¿Si no podemos entender lo que somos, entendernos del todo
a nosotros mismos, cómo vamos a entender todo el universo?
La razón no es capaz de emitir ningún juicio
seguro. "Había que distinguir entre los fenómenos
(apariencias que podemos ver de las cosas bajo las formas
subjetivas de tiempo y espacio) y las cosas en sí (en
cambio la inteligencia las considera independientemente de su
apariencia)" (Ideas, de Roland Goock).
Además de las formas a priori de la sensibilidad
(tiempo y espacio), que están en la conciencia o en la
razón, la ley causa-efecto también forma parte de
la razón, de la conciencia, de nuestra propia
constitución, y es una cualidad de la razón. "La
ley causal rige siempre y de manera absoluta simplemente porque
la razón del hombre capta todo lo que sucede como una
relación causa-efecto" (El mundo de Sofía,
de Jostein Gaarder).
Las cosas tal como son en sí mismas nunca
podremos conocerlas. Sólo podemos conocerlas en la medida
en que recorren el camino que atraviesa nuestras formas de la
sensibilidad y del entendimiento. Existen dos mundos: el
fenoménico y el nouménico. El primero (del griego
phenomena, que significa apariencias) es el que sucede a
la operación de nuestras facultades cognoscitivas. El
segundo (del griego noumena, que significa pensamiento o
entidades mentales) es aquel que consiste previamente a la
actividad de conocer. Nunca podremos traspasar los límites
de la experiencia. La razón no puede trascender por encima
de la experiencia. El objeto del conocimiento no es un objeto
cuya realidad sea en sí y por sí, sino que tiene
una realidad, distinta de mi vivencia, ciertamente, pero no en
sí y por sí. En su sistema no es necesario acudir a
Dios como garantía de la validez cognoscitiva; el sujeto
finito es quien fundamenta y ordena su mundo y domina la
naturaleza para comprenderla racionalmente y someterla a su
imperio.
A pesar de que el Idealismo (que se inicia con Descartes
y llega a su máxima realización y
explicación en la filosofía de Kant) había
dado una respuesta a la pregunta fundamental de qué es
lo que existe, totalmente distinta a la del Realismo (cuya
forma más perfecta y acabada la encontramos en
Aristóteles), se advierte en Descartes y sus seguidores
ciertos residuos del Realismo, debido a que a la "cosa en
sí" se le sigue considerando como sustancia.
Aristóteles le dio el nombre de sustancia a las cosas
reales, existentes; dentro de éstas se encuentra el hombre
(la sustancia racional). Descartes también denominó
al pensamiento como la "cosa en sí"; el hombre es la
sustancia o cosa pensante (res cogitans), el mundo es la
sustancia o la cosa extensa (res extensa) y Dios es la sustancia
o la cosa divina. Fue Kant quien, con su labor genial,
eliminó la idea de la "cosa en sí" como meta del
conocimiento racional, de la "cosa en sí" como sustancia.
Él acabó definitivamente con la idea del "ser en
sí". Kant descubrió un nuevo sentido del ser, que
no es el "ser en sí", sino el ser "para" el
conocimiento.
Kant advierte que hay una modalidad del ser que no es ni
el "ser en sí" ni la nada: un ser que consiste en ser
objeto para un sujeto. El ser del objeto no es un "ser en
sí". A partir de él, se hablará del "ser en
sí" pero en otro sentido… En relación con el
conocimiento, lo que llamamos ser, no es un "ser en sí",
sino un objeto para ser conocido, un ser puesto por el sujeto
como objeto del conocimiento, no "en sí" ni "por
sí", como una realidad trascendente. "Habiendo establecido
un nuevo sentido del ser, que no es el ser en sí,
sino el ser para el conocimiento, el ser en el
conocimiento, abre Kant un nuevo período para la
filosofía, que es el período de desenvolvimiento
del Idealismo Trascendental que llega hasta nuestros días"
(Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel
García Morente). El pensamiento (lo único que
existe para el Idealismo) es, él mismo, una
correlación entre sujeto pensante y objeto pensado. El
Realismo sostiene que el objeto pensado, es primero sujeto y
luego pensado. "Y no; no es así; sino que el objeto
pensado es objeto cuando y porque es pensado; el ser pensado es
lo que lo constituye como objeto… La actividad del pensar
es la que crea el objeto como objeto pensado. No es, pues, que el
objeto sea, exista, y luego llegue a ser pensado…"
(Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel
García Morente). Este residuo del realismo logró
superarlo Kant. Su tesis fundamental estriba "en que el objeto
pensado no significa objeto de primero es y que luego es pensado,
sino objeto que es objeto porque es pensado; y el acto de
pensarlo es al mismo tiempo el acto de objetivarlo, de concebirlo
como objeto y darle la cualidad de objeto" (Lecciones
preliminares de filosofía, de Manuel García
Morente). El sujeto, la sustancia, es también un producto
del pensamiento. No es que el sujeto sea primero y por ser sea
sujeto pensante. Para Kant, el sujeto, la sustancia, es
también producto del pensamiento. "De modo que el sujeto
pensante no es primero sujeto y luego pensante, sino que es
sujeto en la correlación del conocimiento, porque piensa,
y en tanto y en cuanto que piensa" (Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García Morente). El acto
de conocer consiste en poner una relación, una
correlación entre el sujeto pensante y el objeto pensado.
"Con el fin de ser conocido, un objeto ha de ser pensado y, con
el fin de ser pensado, un objeto ha de ser pensable" (La
verdad sobre todo, de Matthew Stewart). Sólo podemos
pensar lo que puede ser pensado y sólo podemos conocer lo
cognoscible. El conocimiento del objeto se halla siempre mediado
por las facultades del conocimiento del sujeto. Según
Kant, cada cosa tiene su ser, su esencia, su naturaleza. Cada una
de las cosas es lo que es y está donde está y tiene
las propiedades que tiene.
Como todo conocimiento para que sea científico
necesita consultar la experiencia y agregar algo nuevo al
conjunto de saberes existentes que tenga el carácter de
universalidad y necesidad, la ciencia se reduce a juicios (tesis,
afirmaciones, proposiciones). Los juicios son el punto de partida
de su pensamiento. Los juicios no son vivencias
sicológicas (hechos psíquicos) ni hechos de la
conciencia, sino enunciados objetivos acerca de algo, tesis de
carácter lógico que, por consiguiente, son verdad o
error. La ciencia es sintética y tiene carácter
universal y necesario. La ciencia es sintética y a priori
al mismo tiempo. El conocimiento se divide en matemático,
físico y metafísico. El conocimiento tiene que
explicarse indispensablemente con base en la experiencia y la
razón. En la relación de conocimiento, el ser es un
ser para ser conocido, un ser objeto, no un ser en sí. El
objeto a conocer gira en torno del sujeto cognoscente.
Entonces surge la necesidad de analizar los juicios para
encontrar los apropiados para hacer ciencia. Existen tres tipos
de juicios: analíticos, sintéticos y
sintéticos a priori. En los primeros el predicado
está contenido en el sujeto ("El triángulo tiene
tres lados"); son necesarios y universales, pero no consultan la
experiencia. Son verdaderos porque estriban en el principio de
identidad ("Toda cosa es igual a sí misma"). No se
originan en la experiencia, sino en el análisis mental del
concepto de sujeto. Son a priori, tautológicos, formales y
la aplicación constante del principio de identidad,
principio en el que se fundan. En los segundos, el predicado
agrega siempre algo nuevo al sujeto ("Bolívar
libertó cinco naciones"), pero lo hace después de
la experiencia (a posteriori); no tienen el carácter de
universalidad y necesidad. Son verdaderos porque se fundamentan
en la experiencia y se originan en ésta. Son particulares
y contingentes. Sólo son verdaderos aquí y ahora.
Su validez se limita a la experiencia sensible. Son a posteriori.
Su fundamento de la legitimidad estriba en la experiencia. Los
terceros, los "juicios sintéticos a priori", sí
sirven para hacer ciencia, porque el predicado agrega algo nuevo
al sujeto, con carácter universal y necesario. Los juicios
sintéticos a priori constituyen el conocimiento
absolutamente cierto y universal que la filosofía siempre
ha perseguido. Así, los escépticos se verían
forzados a sucumbir ciertas verdades filosóficas
significativas y los dogmáticos podrían ser
partidarios por intentar ir más allá de esas
verdades. El conocimiento científico está compuesto
de juicios sintéticos a priori. El conocimiento
científico tiene un valor universal y necesario. Estos
juicios son posibles en la matemática, porque ella se
funda en el espacio y en el tiempo. También son posibles
en la física. Éstos son formas de nuestra capacidad
o facultad de percibir; son formas de
intuición.
Establecidos los juicios que sirven para hacer ciencia,
Kant procede a escribir una de las obras más fundamentales
de la filosofía: La crítica de la razón
pura, que "trata ante todo de dar una fundamentación
crítica del conocimiento científico de la
naturaleza" (Teoría del conocimiento, de Johanes
Hensen). En este libro indaga cómo son posibles los
juicios sintéticos a priori en las matemáticas y en
la física, y si son posibles estos juicios en la
metafísica. Crítica significa
investigación exhaustiva y estudio riguroso, y
pura quiere decir a priori. Crítica de la
razón pura significa estudio o investigación de la
razón pura, de la razón a priori; estudio o
investigación de la razón funcionando independiente
de la experiencia. Crítica es la búsqueda de los
límites del conocimiento y de las posibilidades de la
razón. "La crítica en el sentido kantiano se
entiende como el juicioso examen de las capacidades,
posibilidades, límites y fines de la sensibilidad, el
entendimiento y la razón para conocer los objetos que nos
son dados en la experiencia sensible. La crítica kantiana
también se puede asumir como la racionalidad del pensar
por sí mismo, del pensar en el lugar del otro, y del ser
consecuentes con lo que pensamos" (Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García
Morente).
En su trabajo utiliza el método trascendental, el
cual no investiga el origen psicológico del conocimiento,
sino su validez lógica; no pregunta cómo surge el
conocimiento, sino cómo es posible el conocimiento, sobre
qué bases, sobre qué supuestos supremos descansa.
La extensa obra se encuentra dividida en:
1o. Estética Trascendental. Estudia las
condiciones bajo las cuales es posible una ciencia a priori de
las matemáticas, las condiciones que determinan a priori
la forma de todo posible.
2o. Analítica Trascendental. Estudia las
condiciones bajo las cuales es posible la
física.
3o. Dialéctica Trascendental. Estudia la
posibilidad de la metafísica como ciencia.
Kant postula que el ideal del conocimiento absoluto no
puede ser satisfecho por la progresividad relativizante del
conocimiento, pero es una necesidad del conocimiento. "Ese ideal
del conocimiento, el conocimiento no puede alcanzarlo. Sucede que
cada vez que el hombre aumenta su conocimiento y cree que va
llegar al conocimiento absoluto, se encuentra con nuevos
problemas y no llega nunca a ese absoluto. Pero ese absoluto,
como un ideal al cual se aspira, es el que da columna vertebral y
estructura formal a todo el acto continuo del conocimiento. Lo
absoluto en Kant deja de ser actual para convertirse en
potencial" (Lecciones preliminares de filosofía,
de Manuel García Morente). Kant define lo absoluto como lo
que abarca todo y afirma que el conocimiento científico de
ese absoluto es imposible. "Como meta del esfuerzo humano ve Kant
ideas a las que atribuye en la esfera de la razón
funciones similares a las de los conceptos que integran el campo
de la inteligencia. Las ideas teóricas más elevadas
son para él Dios, el alma y el universo" (Ideas,
de Roland Goock). A ellas se llega por intuición a
través de la razón a priori.
Como a través de la razón no se puede
conocer la "cosa en sí", la metafísica no es
posible como ciencia. La metafísica como ciencia o como
conocimiento científico no es posible porque sus
argumentaciones se salen de los límites de la experiencia,
aplica categorías o no las aplica según capricho y
toma por objeto a conocer la que no es objeto a conocer, sino
cosa en sí misma. La metafísica quiere conocer lo
incognoscible. La metafísica no puede ser objeto de
conocimiento racional. Pero sí existe la posibilidad de
una metafísica natural, antidogmática,
crítica, abierta y dinámica, "como una
disposición arraigada en la esencia del hombre y que lo
lleva a trascenderse y superar sus propias limitaciones, como uno
de los grandes valores de la persona" (Filosofía
moderna, de Hernando Barragán Linares).
Metafísica, para Kant, significa:
1. Conocimientos básicos que sirven de fundamento
a la ciencia empírica de la naturaleza: matemáticas
y física. Primeros principios de una ciencia. Fundamento
de cualquier sistemático conocimiento de la naturaleza.
Primeros principios o cimientos de cualquier conocimiento
objetivo.
2. Conocimiento de los objetos fuera de la experiencia:
Dios, inmortalidad del alma, libertad de la voluntad del hombre.
Su objeto es la verdadera realidad, lo que verdaderamente
existe.
Kant logra eliminar la cosa en sí en la
relación del conocimiento. Sin embargo, el sentido de esa
cosa en sí "es el de satisfacer el afán de unidad,
el afán de incondicionalidad que el hombre, que la
razón humana siente" (Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García Morente). Ese
afán de absoluto, de incondicionado, no puede ser
satisfecho por la ciencia, debido a que el conocimiento es
progresivo y relativo. Ese absoluto, como el ideal del
conocimiento, aparece como la condición de la posibilidad
de la conciencia moral. "La conciencia moral, que es un hecho, no
podría ser lo que es si no postulase ese absoluto, si no
postulase la libertad absoluta, la inmortalidad del alma y la
existencia de Dios… Ese absoluto e incondicionado es lo
que da sentido y progresividad al conocimiento, y lo que
fundamenta la validez de los juicios morales" (Lecciones
preliminares de filosofía, de Manuel García
Morente). La cosa en sí, en Kant, designa las esencias
sobrenaturales, inaccesibles a la experiencia: Dios.
No satisfecho con su labor excepcional realizada en la
Crítica de la razón pura, escribe otra
obra grandiosa (Crítica de la razón
práctica), en la cual plantea su teoría moral.
En ella "aborda el problema de la moral como ciencia, sus leyes
necesarias, su fundamentación" (Filosofía
moderna, de Hernando Barragán Linares). A
través de esta obra, Kant estudia la moral, la libertad,
la inmortalidad, Dios.
"Mientras que la Crítica de la
razón pura consistió en enfrentar a la
razón consigo misma (con el fin de hallar las reglas
intrínsecas que someten todo conocimiento objetivo a la
experiencia), la segunda Crítica, en cambio, hace
de la devaluación especulativa del saber una
revaluación práctica y también
intrínseca: del examen de los poderes de la
facultad de conocer, pasando en adelante al de sus deberes, por
naturaleza conformes al principio objetivo del comportamiento
moral. Así es como el bien no podría ser de otro
objeto que no fuese el de la propia razón, mientras que
ella se sienta como tal: sea, razonable y no solamente
raciocinante. Si el conocimiento objetivo corresponde
únicamente a las ciencias experimentales, entonces el
verdadero objeto de la filosofía consiste en plantear los
principios puros de la acción moral. Ahora bien,
éstos destacan con la intención pura que
Kant distingue de la simple inclinación, aunque
fuese loable: en efecto, la compasión, por ejemplo, es
"conforme al deber pero no tiene ningún valor moral
verdadero". Porque en el primer caso, el motivo, el medio o el
fin de la acción (o de la práctica) moral es el
ejercicio de la razón por y para ella misma,
únicamente susceptible de garantizar la racionalidad: "la
majestuosidad del deber no tiene nada que ver con los placeres de
la vida; tiene su propia ley y también su propio tribunal"
y, de hecho, es reflexiva; en el segundo caso, la razón
como la voluntad moral transitiva es todavía tributaria de
determinaciones, por así decirlo, impuras, por ser
empíricas. La prueba de la relatividad de éstas se
encuentra en el origen de una buena acción, que radica en
el hecho de que siempre es posible un mal uso de los preceptos"
(Enciclopedia Microsoft Encarta).
Es así como sostiene que a pesar de que las cosas
no se pueden conocer como "cosas en sí", sí se
pueden pensar; porque el hombre, además de conocer, se
dedica a otras actividades como la espiritual o "conciencia
moral", la cual contiene principios racionales que rigen la vida.
En el ámbito humano existe la conciencia moral con
principios tan evidentes, tan claros, como los principios del
conocimiento, los principios lógicos de la
razón.
En ese conjunto de principios (razón
práctica) está la base que conduce a la
aprehensión de los objetos metafísicos. La
razón también se aplica a la acción, a la
práctica, a la moral.
Como la existencia de Dios no se puede probar ni con la
razón ni con la experiencia, sólo queda la fe; a
través de ésta suponemos que tenemos un alma
inmortal y un libre albedrío, y que existe Dios, como una
suposición necesaria para nuestra moral. Estos son sus
postulados prácticos. (Postular significa afirmar algo que
no se puede probar). Para Kant, "es moralmente necesario suponer
la existencia de Dios".
Los predicados morales o calificativos morales como
bueno, malo, moral, inmoral, meritorio, pecaminoso, etc., no
convienen a las cosas, sino a las personas. Las cosas u objetos
no son ni buenos ni malos. Estos predicados corresponden
estrictamente a lo que el hombre quiere hacer, no a lo que el
hombre hace, porque muchas veces acontece que el hombre hace lo
que no quiere hacer; o que el hombre no hace lo que quiere hacer.
Estos calificativos se predican de la voluntad misma del hombre.
Lo único que verdaderamente puede ser bueno o malo es la
voluntad humana. Todo acto voluntario se presenta a la
razón, a la reflexión, en la forma de un imperativo
(Deber o exigencia inexcusable). "Kant plantea una ética
imperativa del deber ser, sin ninguna condición para que
se dé o se cumpla; de este modo, el bien supremo es la
buena voluntad, que quiere lo que quiere por puro respeto al
deber, como ley universal de la naturaleza" (Diccionario
de Filosofía, de Leonor y Hugo Martínez
Echeverri).
Según Kant, existen dos imperativos:
hipotéticos y categóricos. Los más
importantes son los categóricos. "No importa si el
objetivo de mi acción en sí mismo sea bueno o malo;
lo importante es la intención que me mueve a realizarla.
El único fundamento de la moral es el deber. El valor
moral sólo puede radicar en la voluntad del hombre, en
querer hacer el bien, en la buena voluntad. La voluntad de
cumplir el deber es el criterio máximo de la bondad moral.
El imperativo categórico consiste en el siguiente axioma:
Obra siempre de tal manera que la máxima de tu
voluntad pueda valer como principio de legislación
universal. El mandamiento o imperativo categórico
significa que no tiene sentido preguntar por qué tengo que
obrar así. ¡No mates al hombre! es un
imperativo categórico. Por el contrario, el imperativo
hipotético depende de un fin: A los dos tercios
aproximadamente de la curva, aceleras. Sólo tiene
valor en cuanto queremos pasar la curva rápida y
seguramente. Si no queremos eso, el mandato de acelerar pierde su
significación. Las cosas cambian con la proposición
no mates: es categórica. Exige
incondicionalmente, sin respecto a fin alguno" (Lecciones
preliminares de filosofía, de Manuel García
Morente). El imperativo categórico nos indica que debemos
tratar a los demás siempre como fines, nunca como medios.
Es decir, no usar a las personas, respetar los fines de los
demás y ser buenos. La ley moral es categórica, es
decir, válida en todas las situaciones. "Es válida
para todas las personas en todos las sociedades y en cualquier
época" (El mundo de Sofía, de Jostein
Gaardner). El imperativo categórico deberá
entenderse también como sigue: "Obra de tal modo que
uses en todo momento la humanidad, tanto en tu persona como en la
ajena, siempre como fin y nunca exclusivamente como medio"
(Enciclopedia Microsoft Encarta).
Según Kant, la razón es el fundamento de
la ética. Nuestras obligaciones éticas se originan
a partir de la razón y son determinadas por ella. La
razón debe guiar nuestras acciones, ya que ésta es
capaz de determinar los fines de cada acción. La
autonomía, o libertad, es la esencia de la moralidad. El
imperativo del deber es la razón y la razón es
libertad. Uno es libre sólo en tanto en cuanto sus fines
son dictados por la libertad misma.
La conciencia humana moral, la voluntad libre, es ajena
al espacio y al tiempo. Una voluntad es plena y realmente pura,
moral, valiosa, cuando sus acciones están regidas por
imperativos auténticamente categóricos. Es
necesario postular la libertad de la voluntad como una primera
condición de la posibilidad de la conciencia moral. La
conciencia moral es un acto de valoración que nos pone en
contacto con el mundo inteligible, de las realidades
suprasensibles, a las que se llega por intuiciones de
carácter moral que nos ponen en contacto con la
dimensión valorativa y moral. La conciencia moral nos
entreabre un poco el velo que encubre este otro mundo inteligible
de las almas y conciencias morales, de las voluntades morales,
que no tienen nada que ver con el sujeto cognoscente.
El hombre encuentra la perfección moral en el
cumplimiento del deber por el deber mismo. No importan las
consecuencias de las acciones, el beneficio o perjuicio que de
ellas se siga; lo importante es haber cumplido exactamente con el
deber; y el deber me lo indican las leyes de la
sociedad.
Kant considera que existen cuatro sentimientos que el
ser humano ha de tener para que la vida humana sea
posible:
1. El sentimiento moral.
2. La conciencia moral.
3. El amor al prójimo.
4. El respeto por sí mismo.
Según Kant, la ética es una tarea infinita
en la que, si no se progresa, se retrocede; pues incluso lo ya
ganado ha de reconquistarse cada día.En su
metafísica o razón práctica sostiene los
siguientes postulados:
1. La libertad de la voluntad. Por medio de
este postulado entramos en el mundo inteligible de cosas en
sí que está allende de lo sensible, en otro
plano.
2. La inmortalidad del alma. La voluntad humana
nos permite penetrar en el mundo inteligible, el cual no
está sujeto a las formas de espacio, tiempo y
categorías. Si el hombre pudiera por medio de la
educación purificar cada más su voluntad en el
sentido de que esa voluntad pura y libre dependa sólo de
la ley moral, se habrá cumplido el ideal de la
santidad.
3. La existencia de Dios. El acuerdo entre lo
que es y lo que debe ser es un postulado que requiere que una
unidad sintética superior entre ese ser y el otro debe
ser. Y a esa unión o unidad sintética de lo
más real que pueda haber con lo más ideal que puede
haber, se llama Dios, el ente metafísico en donde la
más plena realidad está unida a la más plena
idealidad. En Dios están todos los ideales, en Él
se identifican lo ideal y lo real.
Es tan profundo y revolucionario su sistema que hasta el
modelo ético cambia sustancialmente. De una ética
heterónoma pasa a una ética autónoma. La
primera fundamenta sus exigencias o principios en realidades
superiores y trascendentes al hombre mismo: Dios, la idea del
bien, la naturaleza, la felicidad. En la segunda la moralidad
misma del hombre es el fundamento último y fuente original
de todas las normas morales. Quienes practican una ética
heterónoma cifran la felicidad en la trascendencia. Son
felices cuando se realizan plenamente, cuando viven en una
continua aspiración a esa plenitud o perfección,
que es la que nos hace menospreciar los placeres sensibles por su
caducidad. Quienes practican una ética autónoma
cifran la felicidad en los bines sensibles inmediatos. Son
felices cuando disfrutan de la vida, cuando satisfacen las
necesidades o los a apetitos de cada momento
En el aspecto político, defendió
resueltamente la igualdad de los hombres y de los ideales de la
Revolución Francesa, pero rechazó los excesos en
nombre de la razón. Propugnó por el pacifismo, el
antimilitarismo y la defensa de los gobiernos
representativos.
En sus planteamientos sobre el derecho nos dice que la
vida social debe regirse por las normas del derecho con
dependencia del orden moral, que es universal y necesario. El
orden jurídico ha de fundarse en el cumplimiento de las
leyes que posibilitan la convivencia. "Mientras que la moral mira
hacia el orden interno de la actividad del hombre, es decir, a lo
justo, a aquello que se hace siempre por el deber, el derecho
mira al orden social impidiendo que las voluntades entren en
conflicto y pierdan, por ese mismo hecho, la libertad"
(Filosofía moderna, de Hernando Barragán
Linares). La moral mira a la rectitud de las acciones internas
del sujeto, el derecho a la convivencia externa de
éste.
El orden jurídico no se pude dejar al libre
arbitrio de las personas, es necesaria la coacción. Es
recomendable la fuerza para eliminar los obstáculos que
pueden atentar contra la libertad. El derecho impone deberes
externos y está dotado del elemento coercitivo. Kant
precisa que el derecho es "el conjunto de las condiciones por las
que el libre arbitrio de uno pude concordarse con el de los
demás, según una ley general de libertad". La
libertad de uno debe ser conforme a la de los
demás.
En su profundo y prolijo estudio,
investigación o crítica de la razón, Kant
estableció los ideales del racionalismo o las reglas de la
razón, que son:
1. Pensar por sí mismo.
2. Pensar en el lugar del otro.
3. Ser consecuente.
El filósofo Estanislao Zuleta, en su
ensayo Kant y la educación, precisa que Kant, que
asumió la razón como razón pura, como
práctica de la crítica y la demostración,
estableció los siguientes derechos y deberes de la
razón.
Entre los derechos, tenemos:
1. No se le puede prescribir una
dirección ni imponerle límites a la razón
sobre lo que debería o no debería ser objeto de su
competencia. "Resulta contradictorio buscar ayuda en la
razón y, al mismo tiempo, prescribirle un partido, una
tesis, una doctrina".
2. La publicación y el debate. "La
razón debe tener la posibilidad de ser debatida por el
público… el derecho a publicar es incluso un derecho
esencial desde el punto de vista de las libertades
políticas. Reconoce que la libertad política no
puede consistir en el derecho a hacer cualquier cosa".
En cuanto a los deberes,
precisa:
1. Ser consecuente. "Si las consecuencias
necesarias de la tesis de que hemos partido resultan
contradictorias o incluso absurdas, debemos abandonar dicha
tesis".
2. El debate consigo misma. Éste es
un deber permanente de la razón, porque de sí misma
deben surgir los argumentos contra la tesis que está
sustentando.
3. El principio de honestidad. "Consiste en
no presentar aquellos argumentos en los que no se creen en el
fondo y de los cuales uno mismo sospecha". Este principio debe
regir tanto en el debate con el otro y consigo mismo.
En conclusión, como resultado de su pensamiento
tenemos que la verdad es producto de la inteligencia; la moral,
de la voluntad; la belleza, del gusto. Su genial labor fue
lograda mediante complicadas teorías, que terminan por
relativizar todo el pensamiento.
"En respuesta al escepticismo de Hume, que
según sus palabras lo despertó de su
sueño dogmático, el filósofo
alemán Immanuel Kant construyó un amplio sistema de
filosofía que se sitúa entre los mayores logros
intelectuales de la cultura occidental. Kant combinó el
principio empirista de que todo conocimiento tiene su fuente en
la experiencia con la creencia racionalista en el conocimiento
conseguido por la deducción. Sugirió que, aunque el
contenido de la experiencia ha de ser descubierto a través
de la propia experiencia, la mente impone forma y orden en todas
sus experiencias y esta forma y orden pueden ser descubiertos a
priori, es decir, mediante la reflexión. Su
afirmación de que causalidad, sustancia, espacio y tiempo,
formas de la intuición pura, son modelos impuestos por la
mente en función de su experiencia dio soporte al
Idealismo heredado de Leibniz y Berkeley, pero su
filosofía también constituyó una
crítica al Idealismo al estar de acuerdo con la
afirmación empirista de que las cosas en sí mismas
—es decir, las cosas tal y como existen fuera de la
experiencia humana— constituyen la "cosa en sí"
(noúmeno incognoscible). Por lo tanto Kant
limitó el conocimiento al "mundo de los fenómenos"
de la experiencia, manteniendo que las creencias sobre el alma,
el cosmos y Dios (el "mundo de los nombres" que transcienden la
experiencia humana) son asuntos de fe antes que resultar propios
del conocimiento científico. En sus escritos sobre
ética, mantuvo que los principios morales son imperativos
categóricos, que para él significaban mandatos
absolutos de la razón que no admiten excepciones y nada
tienen que ver con el placer o el beneficio práctico. En
sus ideas religiosas, que tuvieron un efecto profundo en la
teología protestante, hizo hincapié en la
conciencia individual y describió a Dios sobre todo como
un ideal ético. En el pensamiento político y
social, Kant fue una figura de primer orden del movimiento en
favor de la razón y la libertad contra la tradición
y la autoridad. (Enciclopedia Microsoft Encarta). El
pensamiento kantiano, inscrito dentro de los linderos esenciales
del Iluminismo o filosofía de la Ilustración, es
"punto de referencia imprescindible a todo esfuerzo de
comprensión consciente de la modernidad occidental"
(Clásicos del pensamiento universal resumidos, de
Rafael Méndez Bernal).
El propósito fundamental de Kant era reconciliar
la ciencia y la religión, por cuanto deseaba hacer el
mundo seguro para la ciencia sin comprometer la religión y
la moralidad. El mundo material o meramente aparente, funciona de
forma mecánica y constituye el dominio propio de la
ciencia. El mundo real o espiritual es en el que residen los
constituyentes de la religión y la moral. Sus ideales eran
que los hombres vivieran en una hermandad universal; que el
imperativo categórico reinara en cualquier lugar;
conciliar el racionalismo y el empirismo; mostrar que el
escepticismo y el dogmatismo yacen derrotados ante el poderoso
tribunal de la razón pura; hacer de la filosofía la
reina de las ciencias y la guardiana de la ley moral; hacer que
la gente viviera en libertad, respondiendo sólo a la
razón; que la humanidad se uniera mediante su común
destino en la razón; y que la filosofía asumiera su
legítima posición de gran maestra y guía de
la humanidad.
Es tan sorprendente la genialidad de este singular
pensador que su filosofía es una excelsa síntesis
de las formas de pensar anteriores a él y la fuente de los
pensadores posteriores a él. "Toda la filosofía
moderna arranca su pensamiento de donde lo dejó Kant. Sus
planteamientos, igual que sus fundamentos mismos, necesitan ser
complementados… De la obra de Kant se deducen conclusiones
ontológicas y cosmológicas que trascienden toda
postura científica y tienen una posición propia"
(Ideas, de Roland Goock). Así de inconmensurable
y grandioso era este genial y original pensador. "Todavía
no alcanzamos a comprender un fenómeno así. El
historiador de la cultura, Egón Friedell, por ejemplo, lo
considera en cuanto a analista del pensamiento humano como
una maravilla del mundo totalmente aislada, que no
conoce igual sobre la Tierra" (Ideas, de Roland Goock).
La historiadora y filósofa Diana Uribe Forero lo considera
como "un hombre absolutamente genial".
La influencia del pensamiento kantiano es formidable.
"La filosofía kantiana, y en especial tal y como
fue desarrollada por el filósofo alemán Georg
Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre
los que se edificó la estructura básica del
pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico,
utilizado tanto por Hegel como por Marx, no fue sino el
desarrollo del método de razonamiento articulado por
antinomias aplicado por Kant. El filósofo alemán
Johann Gottlieb Fichte, alumno suyo, rechazó la
división del mundo hecha por su maestro en partes
objetivas y subjetivas, y elaboró una filosofía
idealista que también influyó de una forma notable
en los socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en
la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart,
incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de
pedagogía" (Enciclopedia Microsoft
Encarta).
Sistema hegeliano
Parte del formidable sistema kantiano, que había
llegado a lo absoluto, fue retomado y desarrollado por algunos
pensadores, entre los que se destaca Georg Wilhelm Friedrich
Hegel. "La filosofía que sucede a Kant, toma su punto de
partida de ese absoluto, que para Kant es el ideal del
conocimiento por una parte, y, por otra, el conjunto de las
condiciones a priori de la posibilidad de la conciencia
moral" (Lecciones preliminares de filosofía, de
Manuel García Morente). Hegel parte de ese absoluto al que
había llegado Kant, el cual despliega o se desarrolla en
el espacio y en el tiempo a través del método
dialéctico. Hegel considera el absoluto como un proceso
que realiza el espíritu a través de la
racionalidad, pues sólo mediante el uso de la
lógica puede reconocerse la realidad. Hegel parte de la
existencia del absoluto o incondicionado de índole
netamente espiritual: pensamiento, razón o
espíritu, que se manifiesta, se fenomenaliza y se expande
en el tiempo y en espacio. Ese absoluto, ese incondicionado, esa
totalidad, es eterno, atemporal, está fuera del espacio y
constituye la esencia misma del ser. "Su manifestación da
de sí, de su seno, formas manifestativas de su propia
esencia; y todas esas formas manifestativas de su propia esencia
fundamental constituyen lo que nosotros llamamos el mundo, la
historia, los productos de la humanidad, el hombre mismo"
(Lecciones preliminares de filosofía, de Manuel
García Morente). La esencia de se absoluto se aprehende
mediante la intuición intelectual.
Para Hegel, "el prototipo de intelectual puro, el
prototipo de hombre lógico, el pensador racional,
frío" (Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García Morente), lo
absoluto es la razón. Todo lo demás son
fenómenos y manifestaciones de la razón, concebida
"como una potencia dinámica, llena de posibilidades que se
van desenvolviendo en el tiempo" (Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García Morente); para
él, ésta es desenvolvimiento, razonamiento. La
razón es dinámica, es un proceso, es progresiva. La
razón es el germen de la realidad. "Lo real es racional y
lo racional es real; porque no hay posición real que no
tenga su justificación racional, como no hay tampoco
posición racional que no esté o haya estado, o haya
de estar en el futuro realizada" (Lecciones preliminares de
filosofía, de Manuel García Morente). Con su
espíritu romántico, Hegel pretendió deducir
de lo absoluto, constructivamente, todo el detalle del
universo.
Su sistema afirma el poder de la razón y del
pensamiento, y establece como objeto y ser mismo de la
filosofía el saber absoluto. El pensamiento reconstruye en
sí mismo el proceso racional del mundo, en el que la
realidad y la racionalidad coinciden absolutamente. No hay
distinción entre el pensamiento absoluto y el ser
absoluto; pensamiento y ser se identifican. El verdadero papel de
la filosofía radica en la investigación de lo
racional. El absoluto es la razón. La razón es
potencia dinámica, llena de posibilidades que se
desenvuelven en el tiempo; es movimiento, es razonamiento, es el
germen de la realidad. Lo real es racional y lo racional es real.
La razón universal en su automovimiento dialéctico
se transforma en el origen de todo: la naturaleza, la historia de
la humanidad, el pensamiento. Razonar, pensar, consiste en
proponer una explicación, en excogitar un concepto, en
formar mentalmente una tesis, una afirmación; pero, a
partir de ese instante, empezar a encontrarle defectos a esa
afirmación, a ponerle objeciones, a oponerse a
ésta.
El Idealismo hegeliano, conocido como intelectualismo o
panlogismo, identifica el pensamiento con el ser: todo es
pensamiento y no hay nada fuera de él; por eso todo lo
real es racional y lo racional es real. Lo real es
idéntico a lo racional. El pensamiento mismo, que es lo
absoluto, es el principio verdadero y universal de la naturaleza
y del espíritu. La filosofía debe optar por el
saber absoluto. Su objetivo es el conocimiento de la realidad, de
lo que es de manera indudable, definitiva y absoluta, el ser en
sí. La verdad reside sólo en el absoluto. Solamente
lo absoluto es verdadero o solamente lo verdadero es absoluto. El
conocimiento no es externo al sujeto que conoce. Cuando hablamos
de conocimiento y nosotros mismos, hablamos de la misma cosa. De
la misma cosa hablamos cuando decimos conocimiento, absoluto y
nosotros mismos.
El absoluto (del latín absolutus: incondicional;
existente en sí mismo). Significa la esencia sin
limitaciones, independiente y que actúa por sí
misma. En la comprensión habitual, absoluto significa
incondicional, que no deja lugar a dudas, sin reservas
(absolutamente correcto, absolutamente indispensable, etc.). El
absoluto es lo que da sentido y progresividad al conocimiento, y
lo que fundamenta la validez de los juicios morales. El
espíritu absoluto es el espíritu del mundo,
subordinado al espíritu de cada pueblo y a éste
cada individuo. En consecuencia, subordina la religión a
la política, y la Iglesia al Estado. La religión se
sitúa a mitad de camino entre filosofía y arte. La
filosofía es la ciencia absoluta, la autoconciencia de la
absoluta razón. La educación tiene por objeto el
proceso mediante el cual el espíritu individual se eleva
hacia la autoconciencia. La educación debe hacerse para la
seriedad del hombre.
Hegel derivó de la conciencia la forma y la
materia del conocimiento. Postuló la existencia de la idea
absoluta como única capaz de explicar y de contener en
sí toda la multiplicidad finita. El infinito es la
única y total realidad; es el punto de partida de su
filosofía. La realidad se identifica total y
necesariamente con la razón. ¿Existe el ser finito
o el ser infinito, la unidad o la multiplicidad, lo eterno o lo
temporal? Existe el infinito, la unidad y lo temporal. La
realidad es una totalidad dinámica, un todo absoluto,
fruto de un proceso dialéctico. La realidad es objeto y
sustancia.
La doctrina hegeliana es un intento de síntesis,
de valor universal, de las preocupaciones críticas,
metafísicas y teológicas del pensamiento moderno.
La expresión más elevada de la conciencia no es la
religión, sino la política.
El objeto de la filosofía es el conocimiento de
la variada riqueza del mundo, el conocimiento de toda realidad al
superar las apariencias, alcanzando lo absoluto en su realidad
concreta, el conocimiento de la "cosa en sí". El
racionalismo conduce a un Idealismo en que el pensamiento es el
principio verdadero y universal de la naturaleza y el
espíritu considera la identidad como síntesis
concreta, como la idea que se piensa, y al pensarse, piensa todas
las cosas: Dios vivo.
Hegel establece la identidad de los contrarios; lo
absoluto es vida y movimiento, pues pensar concretamente al ser
es pensarlo como devenir. El tiempo es la existencia misma de la
contradicción. La dialéctica, su método, es
la forma en que se manifiesta la realidad misma; va de lo simple
a lo complejo, de lo interior a lo superior y de lo abstracto a
lo concreto. La filosofía de Hegel es un método
para entender el curso de la historia.
Se pronunció en contra de las condiciones eternas
del conocimiento, porque éste varía de
generación en generación. No existe ninguna verdad
eterna. No existe ninguna razón eterna. Las tradiciones y
las condiciones materiales de cada contexto contribuyen a
determinar la manera de pensar. Algo es bueno o malo en
relación con el contexto histórico.
El tema de la Lógica es la idea absoluta en su
"ser en sí". El estudio de la idea en su "ser en
sí" y "para sí". La existencia es la
síntesis de ser y nada. La idea absoluta del "ser en
sí". El primer momento del sistema completo del ser
está la cualidad, cantidad y medida. El segundo es
esencia, identidad y diferencia, que se unen a la razón de
ser. La realidad es necesidad de la acción
recíproca, en reconocerse determinado por la idea
absoluta.
El punto de partida de su pensamiento fue el desarrollo
de la idea lógica, desarrollo que se hacía
dialécticamente, es decir, pasando por los estudios de
tesis, antítesis y síntesis. La
síntesis, a su vez, volvía a convertirse en tesis,
que iniciaba de nuevo el ciclo. Siempre con este esquema
dialéctico, la idea pura, que está al principio, es
por su total indeterminación, lo mismo que el no-ser, que
la nada. Pero cuando, en el tercer momento, el ser tiene
conciencia de su no-ser, surge la síntesis: el devenir.
Son los cambios del espíritu los que producen los cambios
de la materia. El universo es la idea materializada y está
primero el espíritu que descubre el universo. Los cambios
del espíritu determinan los cambios de la materia. Son los
cambios en las ideas los que terminan los cambios en las cosas.
Javier Aranguren señala que uno de los aportes de la
filosofía hegeliano a la cultura occidental moderna es la
lectura de la realidad en términos dialécticos:
todo avanece en el mundo del pensar, en el actuar, se realiza por
medio de la contraposición de contrarios y de su
síntesis superadora. A partir de ésta se ha pasado
de la contemplación a la acción.
El tema de la Filosofía de la Naturaleza es la
idea en su ser fuera de sí, en su estado de alteridad (el
otro), en el cual la naturaleza tiende continuamente a volver a
la idea en su ser en y para sí misma. La idea en su ser
fuera de sí. Estudio de la idea en su ser fuera de
sí, de la idea en su ser otro. Primero lo
inorgánico, segundo lo físico y tercero lo
orgánico. Persiguió el desarrollo de la idea en su
ser fuera-de-sí, primero en su exterioridad general, como
espacio y tiempo (matemática), en su exterioridad real,
como naturaleza inorgánica (física) y en su
naturaleza viviente (fisiología).
El tema de la Filosofía del Espíritu es la
idea en su "ser para sí mismo", en su "ser dentro de
sí", la idea en su retorno "a sí misma". Estudio de
la idea dentro de sí, en su retorno a sí misma;
ciencia de la idea en su dentro de sí, en donde la idea
vuelve de su enajenamiento a sí misma, a su completa
autoconciencia. Idea en su ser para sí mismo. El
espíritu subjetivo se opone al espíritu objetivo.
Está oposición es conciliada por el espíritu
absoluto que se encuentra en el arte, la religión y la
filosofía. Para adquirir el espíritu libre es
necesario obrar con arreglo a la razón universal, pues la
libertad es la verdad de la necesidad. La libertad toma cuerpo en
el derecho: el individuo libre es la persona que se afirma por la
propiedad; la moralidad reside en la voluntad de obrar por deber;
agrega a la exterioridad de la ley la interioridad de la
conciencia moral; la ética se realiza en lo universal
concreto de la familia, la sociedad y el Estado. El conflicto de
la moralidad se resuelve sobre el plano superior de las
instituciones morales que están por encima de la familia e
incluso de la sociedad civil. La libertad objetiva está
encarnada por el Estado, que es lo universal, Dios sobre la
tierra. La filosofía aparece cuando el conocimiento de
Dios adquiere su forma de saber racional; entonces, la
religión se transforma en filosofía: "el
búho sólo emprende su vuelo a la llegada del
crepúsculo". El espíritu es la realidad
concreta y viviente cuyo aspecto abstracto es la idea; es una
verdad parcial que necesita completarse para llegar a la verdad
de todo porque ha absorbido el error, de manera que, de cierta
forma, la filosofía es filosofía del
espíritu. En el organismo animal, la idea, que se ha
exteriorizado de sí misma, volvía a sí misma
y se convertía en espíritu, cuyos tres estadios
eran: el espíritu subjetivo, el espíritu objetivo y
el espíritu absoluto. El alma, la conciencia y el
espíritu son, a su vez, los tres estadios del
espíritu subjetivo. El espíritu objetivo se
despliega en el derecho, la moralidad subjetiva y la moralidad
objetiva. Por último, el espíritu absoluto se
manifestaba, sucesivamente, en intuición (arte),
representación (religión) y concepto
(filosofía). La realidad es coincidencia o síntesis
de opuestos: lo que es tesis (ser) se niega en su no-ser
antítesis (nada). En la síntesis (devenir) se
conservan reales y concretos los momentos apuestos, que, en
cambio, fuera de ella, son abstractos. La realidad es perenne
inquietud; la vida es dialéctica.
Según su Fenomenología del
Espíritu, es necesario encontrar el fundamento de la
certidumbre de los datos que nos da el conocimiento sensible, ya
que existen grandes contradicciones entre el saber del objeto y
el objeto mismo. Sólo el espíritu es real.
Se configura como una ciencia de la conciencia. El momento
inicial del saber se manifiesta como percepción, en la que
también hay oposición entre sujeto y objeto y la
contradicción todavía tiene un papel fundamental.
Después se ubica el entendimiento como pensamiento de
objeto. En este nivel, cuando la conciencia se encamina hacia el
saber absoluto, empieza a reconocerse a sí misma y,
además, asume su propia identidad: la conciencia
corresponde a la razón. De la razón inconsciente se
llega al espíritu absoluto o sustancia de toda la
realidad. El espíritu atraviesa por las siguientes fases:
la conciencia, la autoconciencia, la razón,
espíritu, la religión y el saber absoluto.
Espíritu es la esencia, lo que existe en sí mismo y
no hay nada externo a lo real. El conocimiento (fenómenos
de la conciencia) se adquiere a través de una
sucesión de escalones que ascienden desde lo interior
hasta lo superior para llegar al saber o conocimiento absoluto.
Estados del conocimiento: certeza sensible, percepción y
entendimiento. La verdad existe sólo en el sistema
científico de esta verdad, verdadero solamente cuando
resume, unifica y supera las doctrinas anteriores, mediante el
método científico: tesis (sí),
antítesis (no), síntesis (tal vez), en el cual el
error es parte de la verdad.
La fenomenología se propone conducir la
filosofía hasta la verdadera forma científica, es
decir, la filosofía ha de dejar de ser amor a la
sabiduría para convertirse en un saber real. La realidad
es una totalidad en proceso dialéctico, es decir,
espíritu en despliegue. El absoluto es la identidad de lo
finito e infinito, del sujeto y del objeto; pero es una identidad
que se realiza mediante un proceso dialéctico, es decir,
mediante un proceso de tesis (afirmación),
antítesis (negación) y síntesis
(conciliación). La dialéctica tiene por objeto
unificar lo múltiple, conciliar las oposiciones, pacificar
los conflictos, reducir cada cosa al orden y la perfección
del todo. Justifica todo: la particularidad, la accidentalidad,
la imperfección, el mal, la enfermedad, la muerte, porque
todo se resuelve finalmente en la perfección de la
autoconciencia pacífica y feliz.
En la fenomenología se trata del devenir de la
propia conciencia hasta llegar a alcanzar el saber absoluto. La
fenomenología es la ciencia de la experiencia de la
conciencia. Procura llevar al individuo desde los estadios
más pobres del conocimiento espontáneo, hasta el
plano más elevado constituido por el saber definitivo y
absoluto. Le permite al individuo abandonar su particularidad
para reinsertase dentro del plano de la conciencia universal. La
coinciencia es la fuente y centro de todo lo real.
La conciencia, desde el conocimiento vulgar hasta la
autoconciencia, debe dar los siguientes pasos:
1. Conciencia sensible. Es la conciencia
ordinaria o ingenua, el saber más pobre y más
vacío porque no se vive sino de la particularidad, de la
multiplicidad engañosa, del ese, del ahí, del
ahora, del aquello.
2. Conciencia perceptiva. Es aprehensión
de las sensaciones múltiples en la unidad del objeto. La
percepción aprehende la cosa una, dotada de cualidades
diversas. No es capaz de darnos a conocer una realidad
absoluta.
3. Entendimiento científico. Explica los
fenómenos mediante concepto inobservables, es decir,
mediante nociones universales incondicionadas. Es el paso de la
conciencia a la autoconciencia.
4. Autoconciencia (en ella logramos la certeza
y la verdad). El proceso dialéctico pasa la esfera de la
subjetividad, es decir, hacia la esfera social. Momentos de la
dialéctica de la conciencia:
a. La relación señor-esclavo. b. La
conciencia estoica.
c. La conciencia escéptica.
d. La conciencia infeliz.
e. La conciencia como razón.
En su Filosofía del Derecho sostiene que
éste constituye la esfera de la libertad. En el mundo
ético la libertad adquiere su plena realidad: el derecho
se manifiesta en la medida que se realice la libertad. Lo
ético, lo social y lo político caen bajo el poder
del derecho porque éste constituye la esfera de la
libertad. El derecho señala los deberes y las costumbres,
lo moral y lo jurídico. El derecho tiene los siguientes
momentos:
1. Derecho absoluto o abstracto. Nace de la
voluntad libre. Hace referencia a la persona individual. Es la
capacidad jurídica. Trata de los derechos personales: la
propiedad. La lesión del derecho es la
injusticia.
2 Moralidad. Es la esfera de la voluntad
subjetiva manifiesta en la acción. El valor de la
acción en la intención y su fin, el bienestar.
Intención y bienestar universalizados: bien. El
propósito, la intención y el bien son los momentos
de la moralidad. La moralidad se funda en el orden
jurídico, único que garantiza el orden social y,
por ende, el espíritu hasta llegar a alcanzar la
libertad.
3. Eticidad. Es la identidad del bien y la
voluntad subjetiva, o campo de la moralidad social. Por ella el
individuo se realiza dentro de la comunidad, y su fin consiste en
redimir al individuo de sus impulsos naturales. La eticidad se
manifiesta en la familia (matrimonio, propiedad familiar y
educación de los hijos), sociedad civil y Estado
(culminación del espíritu objetivo, el más
alto grado de expresión de los hombres portador de la
racionalidad real, organización del mundo
social).
Con respecto al Estado, precisa que es una
organización racional de la libertad. El Estado encarna y
realiza la razón humana universal. Según eso, el
Estado perfecto sería aquel en que la voluntad del
individuo estuviese de total acuerdo con la voluntad general:
esto sería la libertad perfecta, el fin último de
la historia universal. Por eso pensaba que la forma o vida
más alta de la conciencia era la política, tal como
se realizaba en la historia de los pueblos y en las diversas
civilizaciones. El Estado constituye la forma plena y mejor
lograda del espíritu objetivo. En él hombre
renuncia a su libertad individual para conferirla al dominio
objetivado de la razón. El derecho interno
(constitución), el derecho externo (relación con
otros estados) y la historia del mundo (encarnación de los
estados históricos) son los momentos del Estado. El
derecho interno se divide en legislativa, gubernativo y de
soberanía. Prefería las constituciones
democrática, aristocrática y monarquía. Su
idea del Estado es característica, y ha sido el punto de
partida de concepciones totalitarias, algunas de las cuales
representan un protagonismo primordial en el mundo
contemporáneo.
En el plano ético, la razón se encuentra a
sí misma como autoconciencia. La ética es la
razón en cuanto que se hace consciente de sí a
través de una serie de instituciones de carácter
político e histórico. Sólo si hay
condiciones de igualdad y libertad habremos entrado en el campo
de la universalidad, que se logra cuando la virtud sea el
paradigma. Solamente la virtud expresa la conciliación de
la autoconciencia con lo universal. Virtud es un ideal en que se
concilia la oposición, para convertirse en el verdadero
ideal de la comunidad real. El destino del hombre sólo se
ha de alcanzar dentro de la acción ética, que debe
estar en conformidad con el fin universal. Sólo así
el hombre se encuentra a sí mismo, y la razón como
totalidad autoconsciente (espíritu). Sólo es
posible la buena vida dentro de una sociedad altamente
organizada. El hombre debe a la sociedad lealtad competa, porque
de ella deriva su naturaleza moral, su libertad. El hombre
sólo adquiere sentido dentro de la sociedad. El derecho
resulta de la forma más elemental de las relaciones entre
personas.
En el terreno de la filosofía de la historia
plantea que la filosofía es el último estadio de la
evolución de la idea, encarnada en la historia. La
historia, por otra parte, venía a ser como un grandioso
teatro en el que los pueblos y las personalidades no eran sino
medios de los que se valía el espíritu del mundo
para realizar sus fines; éstos no hacían otra cosa
sino jugar un papel prescrito por el conjunto. "En cuanto a la
historia, sus dos categorías explicativas claves son la
razón y la libertad. Mantenía que el
único pensamiento que aporta la filosofía…
al estudio de la historia es la idea de razón; porque la
razón es la soberana del mundo, la historia del mundo se
nos presenta, por tanto, como un proceso racional. Como
proceso racional, la historia es el registro de la
evolución de la libertad humana, porque la historia humana
es una progresión desde una libertad menor hacia un estado
de libertad máxima" (Enciclopedia Microsoft
Encarta). En la evolución histórica, Oriente
representa la niñez (sociedad patriarcal); Grecia, la
juventud ("Hermosa libertad"); Roma, la edad viril (leyes y
concepción del Estado); y el Imperio Germánico, la
ancianidad (plenitud y realización completa de la
espiritualidad).
Su influencia ha sido enorme en el liberalismo
dogmático y bíblico, y en el laicismo en general.
Donde más se ha notado su preponderancia en el terreno
político. "Ideologías y doctrinas como el Marxismo,
el Fascismo, el Nazismo y todo tipo de sistemas dictatoriales,
dogmáticos y deductivos encuentran en él los
argumentos necesarios para su propio fundamento"
(Enciclopedia superior Círculo de
Lectores).
Gracias a Hegel se crea un sistema
dialéctico que se opone al sistema de la
totalidad imperante en la tradición occidental.
"El viejo y reverenciado principio de identidad, sobre el cual se
había construido el complejo andamiaje cultural de
Occidente, habría de ser duramente enjuiciado. La
enunciación de que una cosa no puede ser y no ser al mismo
tiempo, había sido elemento sustancial del proceso
lógico y metafísico de Europa durante largos
siglos, y ahora, desde la novísima concepción de
Hegel, perdía validez. Una cosa sí podía ser
y no ser al mismo tiempo, y allí estaba todo el aparataje
argumentativo de la lógica y de la ontología
hegeliana para demostrarlo. El devenir, la contradicción,
la superación por síntesis de la tesis y su
contrapuesta antítesis, constituían el cuerpo de
una lógica dialéctica, que desde entonces
impondría una visión de la realidad dinámica
y sostenida sobre el cambio. Las viejas exigencias de la
identidad y sus consecuentes categorías, basadas en la
quietud y la esencia que es siempre idéntica a sí
misma y pervive en medio de los avatares de la historia,
serían refutadas" (Clásicos del pensamiento
universal resumidos, de Rafael Méndez
Bernal).
En el momento de su muerte, era el filósofo
más importante de Alemania y sus ideas estaban difundidas
y quien las estudiara era considerado como de gran prestigio
intelectual. Sus seguidores se dividieron en hegelianos de
izquierda y de derecha. "Desde un punto de vista teológico
y político, los hegelianos de derecha ofrecieron una
interpretación conservadora de su obra. Subrayaron la
compatibilidad entre la filosofía de Hegel y el
cristianismo. Desde una perspectiva política, eran
conservadores. Los hegelianos de izquierda evolucionaron hacia el
ateísmo y, en el plano político, muchos de ellos
adoptaron posturas revolucionarias. En este grupo izquierdista
figuraron Ludwig Feuerbach, Bruno Bauer, Friedrich Engels y Karl
Marx. El pensamiento de estos dos últimos estuvo muy
influido por la idea hegeliana de que la historia se rige por un
proceso dialéctico, pero sustituyeron su Idealismo
filosófico por el Materialismo" (Enciclopedia
Microsoft Encarta). Su Idealismo metafísico
alcanzó un fuerte impacto en la filosofía del siglo
XIX y principios del XX, especialmente Francis Herbert Bradley
(filósofo inglés), en teóricos como Josiah
Royce (estadounidense) y en la cultura italiana gracias a la
crítica de Benedetto Croce. Además influyó
en el Existencialismo a través del filósofo
danés Sören Kierkegaard. La Fenomenología ha
recibido, por otro lado, las ideas de Hegel sobre la consciencia.
"Hegel fue y sigue siendo un filósofo muy influyente, con
ideas de amplio alcance sobre la libertad, el progreso
histórico, la inestabilidad de la conciencia de sí
mismo y su dependencia del reconocimiento de los demás.
Por desgracia, Hegel también influyó sobre Marx y
Engels, y se convirtió en apologista inconsciente de las
doctrinas totalitarias" (Más Platón y menos
Prozac, de Lou Marinoff).
El extenso y variado impacto de su pensamiento en la
filosofía occidental evidencia su profundidad. "Hegel
creó con su dialéctica un sistema filosófico
de gigantescas proporciones, tal que jamás antes ni
después de él se ha desarrollado otro que le supere
en amplitud y detalle. Y lo que ha quedado de Hegel no es
propiamente el método dialéctico mismo, sino
más bien un conjunto de ideas profundas y geniales,
formuladas acá y allá a lo largo de sus obras"
(Historia de la filosofía, de Johannes
Hirschberger).
Para muchos críticos, el sistema hegeliano es
ambiguo: el Absoluto es unidad de positivo y negativo, de finito
e infinito. Y no resolvió el problema fundamental de
relación entre sensibilidad y razón, entre
particular y universal.
Como Hegel no partió de los datos concretos de la
experiencia ni de la ciencia físicomatemática ni
del hecho de la conciencia moral, sino de lo absoluto (intuido
intelectualmente y desenvuelto sistemática y
constructivamente en el tiempo y en el espacio), se separó
demasiado de las vías que seguía el conocimiento
científico, a las cuales no tuvo en cuenta ni como puntos
de partida ni de llegada, condujo al surgimiento de un profundo
abismo entre filosofía y ciencia. Al no haber partido de
la física y de la conciencia moral, su filosofía no
estaba pegada a las articulaciones de la ciencia y se
alejó considerablemente de los datos de la
observación y de las experimentaciones científicas.
Entonces la filosofía se apartó de la ciencia y la
ciencia se distanció de la filosofía. Esa ruptura
produjo "un espíritu de hostilidad, de recelo y de amargo
apartamiento con respecto a la filosofía" (Lecciones
preliminares de filosofía, de Manuel García
Morente). Por eso surgió el espíritu positivista o
Positivismo, que se estructura en algunas preferencias y
desvíos intelectuales.
Sistema marxista
El marxismo, forma principal del comunismo, es un
sistema filosófico, económico y social, con base en
la dialéctica de Hegel, estructurado por Kart Marx
(1818-1888) y Engels, e interpretado y aplicado después
por Lenin, Stalin y el comunismo ruso.
En la época en que Marx comienza su quehacer
filosófico, en Alemania impera la filosofía
hegeliana como paradigma del pensamiento. En Hegel, prototipo del
intelectual puro, del hombre lógico y del pensador
racional, frío, culmina el Idealismo iniciado por
Descartes.
Descartes, buscando respuestas al problema de
¿qué es lo que existe?, partió de la duda
metódica y descubrió el pensamiento, el yo
pensante, como lo único que existe en sí y por
sí. Kant, quien remata y perfecciona el sistema idealista,
tomó como punto de partida de su reflexión
filosófica la ciencia físicomatemática
existente en su tiempo (hecho de la razón pura o a priori)
y la conciencia moral (hecho de la razón práctica)
y llegó al absoluto o incondicionado como la
condición de posibilidad de la conciencia moral, que
sólo llega a ser postulando la libertad absoluta, la
inmortalidad del alma y la existencia de Dios. El absoluto es el
ideal del conocimiento y el conjunto de las condiciones a priori
de la posibilidad de la conciencia moral. En Kant prima la
conciencia moral o la razón práctica.
Hegel parte del absoluto kantiano, que es lo que da
sentido y progresividad al conocimiento, y lo que fundamenta la
validez de los juicios morales. Hegel, que parte de la existencia
de ese absoluto, considera éste de índole
espiritual y no material ni metafísico. Ese absoluto es
eterno, fuera del espacio y del tiempo, esencia misma del ser. El
pensador alemán parte de ese absoluto que, luego de
desplegarse y explicitarse en el espacio y en el tiempo, regresa
a sí mismo. Ese absoluto es la razón
dialéctica, la razón universal. Esa razón es
el germen de la realidad. "Todo lo real es racional y todo lo
racional es real".
Partiendo de ese absoluto, Hegel plantea su
filosofía y establece que el Estado es la
encarnación del espíritu universal. "El Estado se
constituye como la sustancia ética que ha llegado a la
conciencia de sí, unidad de lo universal y de lo
particular, donde los individuos se elevan al plano de lo
universal y que viene a ser el más alto grado de
expresión de la libertad de los hombres. Viene a ser
así, pues, una unidad orgánica como síntesis
de las familias y de la sociedad civil y como garantía de
los derechos. Para Hegel el Estado adquiere un carácter
absoluto y es el portador de la racionalidad real. Todas las
organizaciones públicas caen bajo el dominio del Estado,
que viene a ser la organización del mundo social"
(Filosofía moderna, de Hernando Barragán
Linares). El Estado es la suprema encarnación del
espíritu objetivo (derecho, moralidad, eticidad); es la
verdadera realidad, es la verdadera personalidad del individuo.
Su forma de gobierno más perfecta es la monarquía
constitucional, vigente en la Prusia de la época. En ese
sistema de gobierno el Estado aparece como una
organización racional de la libertad.
Hegel, analizando las diversas formas de gobierno y
sometiéndolas al proceso dialéctico, encuentra que
el gobierno capitalista provoca una dictadura contraria, la del
proletariado, y que la dictadura del proletariado lleva a una
forma superior que podrá reunir los aspectos buenos de
cada forma precedente. Marx acoge esta idea, que para él
conduce a una dictadura del proletariado.
El marxismo surge del entorno prusiano y alemán
de su época, en donde no existían libertades
políticas ni de pensamiento, parlamento, libre asamblea,
debido proceso, y donde cualquier disenso o idea, que ofreciera
duda al derecho divino de los reyes, era considerada como
subversiva. El pensamiento hegeliano había sido puesto al
servicio del gobierno totalitarista del estado prusiano (que
encarnaba el espíritu absoluto), una región
autónoma del vasto y poderoso imperio alemán.
Así mismo, ante los abusos y vejámenes de la
sociedad capitalista surgida tras la Revolución
Industrial.
El punto de partida de Marx es la llamada
"inversión hegeliana": no es la conciencia la que
determina el ser, sino el ser social el que determina la
conciencia. En consecuencia, no son las condiciones espirituales
las que crean los cambios materiales; son los cambios materiales
los que crean las nuevas condiciones espirituales. En gran medida
son las condiciones materiales de la sociedad las que deciden
cómo pensamos. Las condiciones materiales levantan, en
cierto modo, todo lo que hay de pensamientos e ideas en la
sociedad. Quería demostrar que los cambios materiales son
los decisivos. "Marx subrayó especialmente las fuerzas
económicas de la sociedad como las que crean los cambios
y, de esta manera, impulsan la Historia hacia delante" (El
mundo de Sofía, Jostein Gaarder).
Dada su condición de filósofo, economista,
historiador y sociólogo, el sistema teorizado por Marx
tiene una finalidad práctica y política.
Ningún otro filósofo ha tenido tanta importancia
para la política práctica.
Su propósito es analizar la relación de
interdependencia entre el hombre y la naturaleza: el hombre busca
en ésta satisfacción de sus necesidades, y la
naturaleza le proporciona los medios necesarios para ello. La
actividad o trabajo pasa a ser la forma en que el hombre, ser
activo y no contemplativo, se apropia de un objeto y lo hace
suyo, es decir, transforma un objeto natural en algo adecuado a
sus exigencias. La relación del hombre con la naturaleza
constituye una actividad productiva.
Según Marx, el hombre no está hecho para
la contemplación de la verdad, sino para transformar
activamente la realidad. "Los filósofos se han desvivido
hasta el momento por interpretar el mundo de diversas maneras;
pero ahora se trata de transformarlo" La praxis denota el
conocimiento de la realidad que nos rodea. El conocimiento debe
ser una conformidad con la realidad, y no simplemente con
nociones de la mente. El conocimiento es un simple reflejo de la
materia en la mente. Un conocimiento es evidente cuando
claramente nos aparece el objeto como causante de nuestra
representación. La certeza de nuestro conocimiento se basa
en la evidencia. La evidencia incluye la percepción clara
del objeto y el conocimiento de que esa percepción fue
causada por el objeto.
Para el marxismo, no hay realidad firme y estable; no
hay cosas, sino procesos, y todos los seres están
sometidos al cambio permanente, a la evolución
dialéctica. El marxismo no acepta como verdadero
ningún conocimiento si no viene confirmado por la
práctica, o sea que la práctica es el criterio de
la verdad objetiva. Todas las actividades superiores del hombre:
la filosofía, la ciencia, la religión, la moral, el
arte y la cultura en general, son un simple reflejo de la
economía, es decir, un resultado fatal del desarrollo de
las formas de producción. Las formas de producción
son la estructura básica de la sociedad. Las actividades
humanas superiores son un simple reflejo de los factores
materiales.
El sistema marxista tiene como base filosófica al
Materialismo y como método a la dialéctica, la cual
plantea que las ideas sólo son el resultado del
determinismo de las condiciones materiales dadas.Pero no se trata
del Materialismo metafísico, mecánico, tradicional,
vulgar, incapaz de explicar el movimiento de la materia y el
proceso de la sociedad, que concibe toda la realidad como objeto,
inmovilizándola en la sola crítica y en la
contemplación. No. Se trata del Materialismo
Dialéctico que permite comprender el fenómeno de
los cambios naturales. Es el Materialismo que afirma el
carácter primario de la materia, la naturaleza, la
realidad objetiva, y que considera la conciencia como propiedad
de la materia. "Si para el Idealismo el mundo real es producto de
la realización progresiva de la idea absoluta y eterna que
se va reencontrando, para el Materialismo la única
realidad, fuera de la cual no hay nada, es el mundo perceptible
por los sentidos, y la conciencia y el pensamiento mismo no son
más que productos del órgano material que es el
cerebro" (Filosofía contemporánea, de
Roberto José Salazar Ramos). Ese Materialismo se concibe
como la explicación científica del universo. Es una
concepción dinámica de la realidad que busca
explicar las causas de este dinamismo y las leyes que le son
inherentes para transformarla. Según Engels, la
concepción materialista del mundo significa sencillamente
la interpretación de la naturaleza tal como es, sin
agregados superfluos. El Materialismo, que se opone al Idealismo,
quiere dar explicaciones científicas a los problemas del
mundo. El Materialismo sostiene que son las cosas las que
producen nuestras ideas. El Idealismo afirma que son nuestras
ideas las que crean las cosas. El Materialismo identifica el
cerebro como ser, y nuestras ideas como el pensamiento; por eso
el cerebro (el ser), es el que produce nuestras ideas (el
pensamiento). En consecuencia, no es la conciencia del hombre la
que determina su ser, sino que es el ser social lo que determina
su conciencia. No es la conciencia de los hombres lo que
determina sus condiciones materiales, sino que son las
condiciones materiales las que determinan su
conciencia.
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