Según el filósofo Federico Nietzsche, la
verdad es un conjunto móvil de metáforas,
metonimias y antropomorfismos; una suma de relaciones humanas que
hemos intensificado poética y retóricamente,
cambiándolas y embelleciéndolas; las cuales, luego
de un uso prolongado, han quedado fijas de manera canónica
y obligatoria. La verdad es una ilusión que nos hemos
olvidado que es ilusión. Es a través de la
poesía y de la filosofía como creamos nuevos
universos líricos y maneras de percibir, interpretar y
sistematizar la realidad. En el terreno de la verdad
tropológica, la poesía nos enfrenta a verdades tan
contundentes e irrefutables como apreciamos en unos versos de la
extraordinaria pieza poética La gran miseria
humana, de Gregorio Escorcia Gravini: "Cuando una tumba
se cierra / el alma gime asustada / y esa humana bandada / que
otro hoy viene a sepultar, mañana en este lugar /
será polvo, será nada".
Métodos para la búsqueda de la
verdad
A continuación se reseñan brevemente los
métodos más utilizados para buscar la verdad en los
campos filosóficos y científicos: método
inductivo y método deductivo.
1. Método inductivo o razonamiento
inductivo
Consiste en tratar de llegar a leyes generales a partir
de la observación de cosas particulares que, así
mismo, resulten válidas en casos no observados. Es sacar
de lo particular lo general. Es el método general que,
partiendo de algo particular –o menos universal-, conduce
el pensamiento a algo universal –o más universal-.
Se distingue de la abstracción, operación en la que
tanto el punto de partida como el de llegada son aprehensiones;
en cambio, en la inducción filosófica ambos puntos
son juicios y por eso se trata en ella de raciocinios. Su
procedimiento es el análisis.
2. Método deductivo o razonamiento
deductivo
Consiste en un raciocinio que va de lo universal a lo
menos universal, o a lo particular, o de lo universal a lo
igualmente universal. Es sacar de lo general lo particular. Es el
método general que, partiendo de un principio o ley,
más o menos universal, concluye en algo particular. Es una
derivación, de casos singulares y concretos, que toma como
punto de partida lo general o lo abstracto. Su procedimiento es
la síntesis.
La inducción y la deducción, con sus
procedimientos, el análisis y la síntesis, son el
doble camino (de ida y vuelta) del discurrir filosófico,
en el cual el pensamiento asciende a los conocimientos o
desciende de ellos, es decir, se los apropia y los pone en
práctica.
El eterno e insondable problema de la
verdad
En todos los ámbitos de nuestra existencia nos
encontramos permanentemente frente al insondable e intrincado
problema de la verdad. En los estrados judiciales, por ejemplo,
nos exigen, en aras de la "verdad jurídica", la verdad
propia del derecho, que digamos "la verdad, toda la verdad y nada
más que la verdad". Sí, ¿pero cuál
verdad? Si no tenemos claridad paladina sobre qué es la
verdad, ¿cómo vamos a "decir" la verdad?, ni mucho
menos "toda la verdad y nada más que la verdad". Este
razonamiento nos lleva a una aporía más compleja:
si existe la verdad, ¿cuál?: ¿la absoluta o
la relativa?
Si la verdad es cómo son las cosas,
¿cómo sabemos cómo son éstas, si
sólo somos capaces de interpretarlas? ¿Acaso cada
persona no es un mundo interpretativo? No se puede acceder a la
verdad con independencia de quien la observa e interpreta. Es
probable que exista la verdad, pero nadie puede conocerla en lo
que realmente es. Su conocimiento siempre estará matizado
por la percepción del observador. En mecánica
cuántica se afirma que la sola percepción de los
fenómenos, los altera. Entonces ¿cómo
"conocer" la pretendida y esquiva "verdad absoluta"? ¿Lo
verdadero será todo aquello que resulta coherente con
otras proposiciones que aceptamos como válida? La "sed" de
verdad, el "hambre" de verdad, induce a muchos a buscarla en el
universo gnoseológico y epistemológico, confiados
en que allí la encontrarán despojada del influjo de
la falsedad.
Quienes buscan la verdad en la ciencia, saben que sin la
epistemología no podemos juzgar y estar seguros si
nuestros conocimientos son verdaderos o no. Sólo a la
epistemología, como juez, le toca dar el fallo sobre la
verdad o error de todo conocimiento nuestro. Solamente la
epistemología nos va a dar el criterio o la norma para
conocer cuando tenemos la verdad y, por consiguiente, para
decirnos qué grado de certeza podemos tener respecto a
cada conocimiento. Su objeto es el valor de nuestro conocimiento
en general, del conocimiento universal y del conocimiento
científico.
Como se puede colegir, el problema de la verdad afecta
tanto a la facultad intelectiva (problema de conocimiento o
lógica) como a las cosas (problema de realidad o
metafísica).
El aludido Rigoberto Pupo, con respecto a la
problemática de la verdad sostiene lo
siguiente:
"La verdad es proceso y resultado del devenir
humano. Un producto de la actividad del hombre (sujeto) en
relación con la realidad que convierte en objeto de
conocimiento, de la praxis y de valores que intercambia con otros
sujetos. En tanto proceso histórico es absoluto y
relativo. Cada generación construye verdades limitadas por
la historia y la cultura y al mismo tiempo participa de lo
absoluto. Lo absoluto y lo relativo son momentos inseparables
constitutivos de la verdad, en su unidad y diferencia… Al
hombre no sólo le interesa qué son las cosas,
cuál es su esencia, sino ante todo, para qué le
sirve, qué necesidad satisface o qué interés
resuelve. Por eso, praxis, conocimiento y valor, son inmanente al
proceso mismo de develación de la verdad". (Rigoberto
Pupo. La verdad como eterno problema filosófico.
www.monografías.com).
A manera de conclusión comparto la idea de que
"nadie tiene el monopolio, la exclusividad, la totalidad de la
verdad. La verdad nunca se posee totalmente. La verdad la vamos
conquistando, poco a poco. De ella vamos participando
progresivamente. Todos somos simples exploradores: algunos van
más avanzados, otros más rezagados. La verdad es,
pues, más una tarea que una posesión. Y se puede
decir que es una tarea en grupo, porque el ser es demasiado
amplio y profundo para ser explorado por uno solo. Lo que entre
todos vamos conquistando, es patrimonio de la humanidad"
(www.filosocial.com).
¡Ay! Cuán profundo es el problema de la
verdad. Ante tan insondable "verdad", no nos queda más que
repetir los versos de Rafael Núñez: "
¡Oh confusión! ¡Oh
caos!
¡Quién pudiera del sol de la
verdad
su lumbre austera y pura
en este limbo oscuro hacer brillar!
De lo cierto y de lo incierto,
¡quién un día, y del bien y del
mal,
conseguiría los límites
fijar.
¿Es la búsqueda de la verdad una tarea
inútil? ¿Lograremos desentrañar sus
insondables arcanos o viviremos condenados a su incansable
búsqueda? Los siguientes versos de José de
Espronceda nos llaman a la reflexión profunda en este
sentido:
…Que así castiga Dios el
alma osada que aspira loca, en su delirio insano, de la verdad
para el mortal velada, a descubrir el insondable
arcano…
Mientras los humanos ("simples" mortales") seguimos
indagando, investigando, explorando, reflexionado y buscando la
verdad en los más intrincados laberintos de las
profundidades del ser, la realidad y el cosmos, el problema de
ésta continúa cada vez más insondable,
incierto y enigmático. No obstante, continuamos su
incansable búsqueda en todas las ciencias, el arte, la
literatura, la historia, la filosofía, la religión,
el esoterismo y demás sectores de la realidad para
"encontrar" o "descubrir" algunas verdades "absolutas", muchas
relativas y, sobre todo, "nuestras verdades", con el
propósito de satisfacer el insaciable anhelo y "hambre" de
verdad, "para el mortal velada", y hacer brillar "su
lumbre austera y pura en este limbo
oscuro…"
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Autor:
Luís Ángel Ríos Perea
2010
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