No escapa a nadie que la
manipulación de la información por parte de las
corporaciones multimediáticas, que como señala
Ignacio Ramonet[12]intenta lograr la
adscripción a la ideología de la clase dominante es
el principal rasgo del flujo informativo en el capitalismo
globalizado actual. Ramonet caracteriza la situación como
una "dictadura mediática", cuyo principal componente es la
sobreinformación , la saturación asfixiante y
contaminada de mentira, falsedad y ocultamiento que impide
discernir entre lo importante y lo accesorio, transformando a las
democracias en "dictaduras por
elección"[13]. Ejemplifica con el caso de
la invasión a Irak y el falso argumento de las armas de
destrucción masiva de Bush (hijo), donde la mentira fue
proferida por un jefe de estado y los principales medios
–Fox a la cabeza- se hicieron eco. Lo que quizás
calla es que al instante de haber sido emitido el argumento fue
refutado por infinidad de medios (independientes y grandes) a lo
largo del mundo[14]Lo mismo con el caso de Aznar y
el 11-M español. A la mentira inicial acerca de los
autores del atentado siguió la rectificación casi
inmediata debido a la presión pública. Algo
impracticable en una dictadura. El mismo Ramonet señala la
gran sensibilidad ciudadana respecto de los medios y su
credibilidad. A continuación de Ramonet, Ignacio
Serrano[15]afianza la línea de razonamiento
de su prologuista, abordando el tema de los filtros que
determinan la información que nos llega: las líneas
editoriales de los grandes medios como directrices censoras, el
recorte intencionado de la realidad que hacen los medios, la
precarización laboral de los periodistas, la publicidad,
los correctivos para disciplinar a los medios y la
globalización en la generación de contenidos (el
80% de los "cables" noticiosos son producidos por cuatro
agencias). Expone que en esta etapa del capitalismo los medios
"…han dejado de ser grupos de comunicación puros,
ahora son simplemente grupos económicos colosales que no
tienen por que tener como principal actividad la
comunicación"[16]. Luego exhibe el otro
extremo del péndulo, las iniciativas independientes como
el "Proyecto Censurado", que recoge las 25 informaciones
periodísticas relevantes no cubiertas (" 25 temas mas
censurados" en sus palabras) por los grandes medios de Estados
Unidos.
Este proceso de denuncias como contrapeso
de los abusos corporativos que se produce en países
democráticos es impensable en regímenes
autocráticos o dictatoriales. En la dictadura militar
argentina (1976-83) denominada Proceso de Reorganización
Nacional, cuyo objetivo declarado respecto de la cultura era
-según la investigación de Hernán Ivernizzi
y Judith Gociol- "estructurar un sistema integral que niegue, en
el ámbito de los MCS (medios de comunicación
social), el accionar subversivo y asegure la plena vigencia de la
cultura nacional"[17], oponerse abiertamente era
pasar a engrosar la lista de desaparecidos. En la actualidad,
cuando aun subsisten regímenes dictatoriales en varios
países (Camboya, Pakistán, Tailandia, Guinea
Ecuatorial, Corea del Norte, Burkina Faso, Bielorrusia,
Kazajstán, y la lista sigue), muchos de ellos con una
férrea censura similar a la experimentada aquí hace
tres décadas, resulta conveniente evitar el uso
indiscriminado y antojadizo de la palabra "censura" y
resignificar el término para diferenciarlo claramente de
la manipulación informativa en todos sus aspectos que
comúnmente se denomina censura indirecta.
El
horror
Joaquín Robles Zabala evoca en una
cita a Alberto Manguel para recordarnos que "…quitarnos
los libros(…) ha sido siempre una tarea de los
dictadores"[18] y esto –retoma Robles
Zabala- se ha visto claramente en las dictaduras
latinoamericanas. Ejemplifica con los casos de los
regímenes dictatoriales de derecha de Chile (Pinochet) ,
Paraguay (Stroessner) y Argentina (Proceso); y los atropellos,
quema de libros, y asesinatos que han sufrido sus intelectuales
-a pesar del grosero error de llamar "Roberto" a Rodolfo Walsh en
el caso argentino-; y también refiere a los casos cubano y
venezolano, aunque en realidad aquí se entremezcla su
oposición ideológica, (denotada en la
utilización de los términos "régimen
castrista" y "el coronel golpista Hugo Chávez", obviando
en este último caso las numerosas elecciones mediante las
que consiguió y revalidó su derecho a gobernar)
para forzar la inclusión de Cuba como dictadura y de
Venezuela como país en el cual no impera la libertad de
expresión. Si bien en las sentencias emitidas en Cuba se
cuela léxico que nos puede sonar propio de dictaduras del
cono sur[19]tratar de igualar al sistema
político cubano con el terrorismo de estado que
imperó por estos lares es (cuanto menos) deshonesto
intelectualmente.
La dictadura militar argentina produjo un
verdadero descalabro en la cultura nacional. Ivernizzi y Gociol
analizan el "Informe Especial Nº 10" del Estado Mayor y el
"Plan de Comunicación Social"[20], planes
sistemáticos de persecución, censura,
manipulación, control ideológico y cesantías
masivas. Se fomentaba la delación y la autocensura y
existían grupos que se dedicaban al secuestro y quema de
libros y a la clausura de librerías. Se expulsó
docentes y controlaron contenidos hasta la exhaustividad de
prohibir palabras[21]Fue el correlato de la
política de desaparición forzada de personas de la
Junta Militar. "La realidad del espectro sectorial nos muestra
que , si bien los activistas terroristas fueron eliminados,
quedan aún en los niveles secundario y terciario
activistas ideológicos."[22] comentaba el
Coronel Valladares.
La perversión respecto de los libros
era escalofriante. Invernizzi y Gociol relevaron con docentes de
la época la existencia de listas de libros prohibidos, que
eran entregadas a los docentes para que se notificaran firmando.
A la vez había listas de libros permitidos, así que
se fomentaba la autocensura en ese limbo entremedio de ambos,
invirtiéndose el razonamiento lógico. Si algo no
estaba expresamente permitido debía ser que estaba
prohibido. En el reportaje que les realiza Oscar
Ranzani[23]reconocen como inestimable la cantidad
de libros censurados. Otros testimonios de la época, como
el de Marcelo Massarino, dan cuenta de quemas de un millon y
medio de libros y fascículos del CEAL (Centro Editor de
América Latina), cuyo director debió afrontar un
juicio "por publicación y venta de material
subversivo"[24]. También existió la
autocensura, reflejada en la quema u ocultamiento preventivo de
libros por parte de las víctimas[25]en un
país y un tiempo en que poseer una biblioteca con
determinados libros era la diferencia entre la vida y la muerte.
Todo esto era reforzado por agresivas campañas de
publicidad (en TV principalmente), que reforzaban el sesgo
fascista de la dictadura[26]
Es por esto que, sin dejar de reconocer el
efecto nefasto del aparente mensaje único que se observa
hoy en la cultura y la comunicación, la
"macdonalización" de la cultura de la que habla
Ferrreira[27]o las diferentes distorsiones
relevadas en el Encuentro Regional sobre Censura Indirecta en
América Latina[28](la coerción
económica desde el estado hacia los medios independientes,
la manipulación de los conglomerados monopólicos
respecto del flujo de información, o la
precarización laboral y/o intimidación directa
hacia los periodistas para el ocultamiento o divulgación
de determinada información); la puesta en perspectiva nos
obliga a reconocer que englobamos dentro de la categoría
censura eventos muy disímiles y
heterogéneos.
La
Censura
Es común ver en los medios de
comunicación casi todos los días noticias que hacen
referencia a la censura y a la manipulación
mediática de la información. Así, por
ejemplo en una misma página se pueden leer dos
títulos tales como "Críticas a Piñera por
Chilevisión. (…)lo instan a terminar con sus
conflictos de interés[29]en relación
con la incompatibilidad de ejercer la jefatura de estado y
controlar medios privados que existe en el país trasandino
y; "Cuestionan un polémico decreto de Chávez.
Creó un centro para controlar la
información"[30], respecto de la
creación en Venezuela del Centro de Estudio Situacional de
la Nación, un organismo encargado de "recopilar, procesar
y analizar" información "de interés nacional". En
ambos casos está en discusión el tópico de
la censura. ¿Puedo poseer en determinada situación
pública medios sin que esto afecte su independencia y
calidad informativa? ¿Que información puedo
determinar que es lesiva para la seguridad y limitar o acotar su
difusión? En una dictadura no es posible plantear siquiera
algún comentario o disenso respecto de éstas
discusiones.
Por ello proponemos que en ocasiones
debería considerarse utilizar términos tales como
distorsión informativa,
manipulación, alteración
monopólica de la información, en lugar de
descerrajar livianamente la palabra "censura" para cada episodio
de recorte de la realidad o selección de la noticia que
observamos en los distintos medios (todo recorte de la realidad
es intencionado, conscientemente o no, desde el
camarógrafo que dirige su lente hacia un lado y le da la
espalda a otro, pasando por el periodista que hace una pregunta
determinada, el compaginador que elige editar y seleccionar unas
imágenes y respuestas, y el medio que elige publicar o no
el resultado de todo lo anterior). Sin dejar de reconocer que los
medios de comunicación y los gobiernos de todos los
países democráticos intentan cada uno a su modo y
con sus recursos y ética relativa, manipular de
algún modo la información; en honor entre otras
cosas a la gente que en numerosas dictaduras, algunas tan
sangrientas y perversas como la nuestra, ha puesto el cuerpo y
dejado la vida, hay que darle a la palabra la entidad que merece.
Y en este sentido, el de prohibir, amputar, quemar libros,
fomentar la autocensura como único modo de supervivencia y
perseguir hasta la tortura y la muerte, la censura es sólo
practicable en regímenes dictatoriales.
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Autor:
Martín J. Staciuk
Semiología (CBC-UBA)
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[1] Ivernizzi, Hernán y Gociol,
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[2] Subosky, Carlos, Entrevista a Fernando
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Serrano, Pascual, Desinformación. Como los medios
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[3] Encuentro Regional sobre Censura
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[4] Serrano, Pascual, Desinformación.
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2009, y Ramonet, Ignacio, “La censura
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[5] Encuentro Regional sobre Censura
Indirecta en América Latina,
“Introducción”, Buenos Aires, mayo de
2006
[6]
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=96298
http://www.eltiempo.com/colombia/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-7693285.html
http://www.revistaelemilio.com.ar/?p=6111
[7] Aubenas, Florence y Bensayag, La
fábrica de la información. Los periodistas y la
ideología de la comunicación, Buenos Aires,
Colihue, 2001
[8] Franz Fanon, Los condenados de la tierra
,p. 218)
[9] En 2010 el Comité de
Descolonización de las Naciones Unidas considera que hay
16 territorios no autónomos a ser descolonizados:
http://www.un.org/spanish/descolonizacion/main.shtml
[10] Subosky, ob. cit
[11] Subosky , ob. cit
[12] Ramonet ob. cit
[13] entrcomillado del autor
[14]
http://www.elsiglodetorreon.com.mx/noticia/79378.guerra-en-irak-el-truco-de-las-armas-de-destr.html
http://lahaine.org/internacional/irak.htm
[15] Serrano, ob. cit
[16] Serrano,Pascual, ob cit., p. 28
[17] el “informe 10”, citado por
Gociol, Judith e Invernizzi, Hernán, ob. Cit., p. 35
[18] Robles Zabala, Joaquín, “El
malestar de la lectura o la satanización de las
ideas” p. 1
[19] “los órganos del
departamento de Seguridad del Estado (…) procedieron a
neutralizar y poner coto a todas estas actividades proselitismo
llevadas a cabo por el acusado ARGÜELLES MORAN(…)
realizaron un registro en el domicilio del acusado de
referencia, ocupándole un considerable número de
volúmenes bibliográficos de contenido subversivo
…” sentencia judicial cubana, en
http://www.ruleoflawandcuba.fsu.edu/documents-ciegodeavila.cfm
[20] Gociol, Judith e Invernizzi,
Hernán, ob. cit.,
[21] “Itzcovich, que también
trabajaba en el diario El Cronista, recuerda los listados de
palabras que no se podían utilizar, entre las que
figuraban, por ejemplo, prostituta y huelga.” Gociol,
Judith e Invernizzi, Hernán, ob. cit., p.111
[22] Gociol, Judith e Invernizzi,
Hernán, ob. cit., p.108
[23] Ranzani, Oscar, “Los grupos de
tareas atacaban bibliotecas”,
[24] Massarino, Marcelo, “Quema de
libros durante la dictadura militar”,
[25] Muslip, Eduardo, Entrevista en Voces
ásperas. Narrativas argentinas de los 90
[26] “Una escena filmada en la facultad
de filosofía y letras: alguien le alcanza a otro un
libro en cuya tapa se lee Marx, pero es rechazado con la frase:
Yo a la facultad vengo a estudiar” , Carlos Ulanovsky et.
al. Estamos en el aire. Historia de los medios de
comunicación en la Argentina. Emecé. 1999 ,p.
378
[27] Una historia de la censura: violencia y
proscripción en la Argentina del siglo XX,
prólogo de Fernando Ferreira
[28] Encuentro Regional sobre Censura
Indirecta en América Latina, ob. cit
[29] “Críticas a Piñera
por Chilevisión”, La Nación, 5 de junio de
2010
[30] “Cuestionan un polémico
decreto de Chávez”, La Nación, 5 de junio
de 2010
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